29.11.17

El perro Max

e comenta el más que notable parecido entre los carteles electorales de Junts per Catalunya (Puigdemont, el nostre president) y Catalunya en Comú (Tenim molt en comú). Ya no es solo la tipografía en mayúscula y cursiva sino el tono recalentado como de positivado setentero desvaído. Que las campañas publicitarias de dos partidos o coaliciones diferentes se parezcan tanto no hace pensar en una casualidad sino en que las campañas las han hecho las mismas personas o las han encargado las mismas personas. Hasta donde yo sé, veo muy diferentes a Carles Puigdemont y a Xavier Domènech, en su imagen y en las formas y en las ideas. Pero hemos visto tantas cosas y tan raras en tan poco tiempo, que no he asimilado bien el significado de este caso. Creo que alguien incluso ha comentado que el cartel con el lema "Tenim molt en comú", si se pone al lado del de Puigdemont, hace más referència a una asociación oportunista que no al proyecto político de Catalunya en Comú o Barcelona en Comú. Como digo, todo es raro.
Todos los que me conocen saben que le tengo verdadera tirria al trasfondo de la publicidad, el marketing y lo que ahora se conoce como comunicación, que es una mezcla entre protocolillo de convenciones (coros y danzas), periodismo de pelotilleo y dirigismo en la postverdad. Habría mucho que decir en todos estos temas, pero hoy me desvío y reparo en los pulpos solidarios en amigurumi o crochet, el ganchillo de toda la vida. Remito a una publicación de Hipertextual donde se explica poco más o menos la difusión de los pulpos solidarios para bebés prematuros en incubadoras. Se supone que el parecido de los brazos de los cefalópodos con los cordones umbilicales a los que habían estado unidos los neonatos en el útero materno, les permite un buen pasar en sus desangelados ingresos. También hay quien dice que son una fuente de gérmenes que difícilmente un prematuro puede combatir. Conozco una joven que me contó que había hecho unos cuantos para participar gratis et amore pero que para su sorpresa se los rechazaron porque no reunían los estándares prefijados. Tenían que tener unas medidas que se han determinado detalladamente. Saqué la impresión de que el tema de los pulpos solidarios se había convertido en una especie de monopolio excluyente. Seguro que estoy equivocada.
Visto que no acabo de comprender ni el parecido de las campañas de dos partidos que se presentan a las próximas elecciones catalanas, ni tampoco si a los niños prematuros les conviene o no tener pulpos de ganchillo en sus incubadoras, me propuse acercarme a la Fira de Santa Llúcia que cada año se celebra ante la Catedral de Santa Eulalia en Barcelona con adornos navideños y figuras de pesebre. Pretendía conseguir un muñeco de nieve. Pero debo sobre todo decir, no sin una cierta pena, que por cada veinte papanoeles que distinguí, solo había un muñeco de nieve. Muchos de ellos, sea por abaratar la oferta, sea porque la demanda es muy veleidosa o antojadiza, son piezas de poco valor y un acabado que no es para exigentes. 
Dicho sea de paso, los snowmen globes que tantas veces hemos visto en las películas típicas de estas fechas, los mismos que en Amazon se vendían a 11 euros, los vi en Santa Llúcia a 3. Exactamente iguales. Por 3 euros las bolas de miniatura nevadas con un papá Noel o un muñeco de nieve entre renos o abetos, satisfacen nuestras carencias de fantasía y de calor entrañable razonablemente. Por 11, no, ya que a poco que escudriñemos a través del vidrio un tanto translúcido de la andrómina, advertimos un muñeco que parece Chucky o Anonymous, cualquier cosa.
En Santa Llúcia nos encontramos con piezas de pesebre de gran calidad, en general, pero si el presupuesto es escaso, debemos conformarnos con figuras de resina industrial con acabados poco definidos. El día antes de visitar la Fira del Pla de la Seu había estado en el Black Friday o Black Fraudy de El Corte Inglés, y allí ví globos de nieve que tenían hasta música. Todos la misma, un carillón con cuerda de "We wish you a Merry Christmas". Habían, como digo, a razón de un muñeco de nieve por cada veinte papanoeles. Y además algunos muñecos eran como Frosty o el Olaf de Frozen (Chris Buck y Jennifer Lee, 2013), demasiado delgado para mi gusto. No he visto la película de Tomas Alfredson, que creo que es un thriller o una película de terror. Descartado todo cuanto digo, y después de haber puesto en marcha todas las cuerdas de todos los globos, aprovechando que no había nadie a la vista (¿de qué otra manera hubiera podido comprobar la melodía de fábrica?), me fui a una tienda de chinos y conseguí un pin con led parpadeante.
He visto que en la campaña de los tecnoprecios de El Corte Inglés para el Cyber Monday, otra fecha incorporada, aparecen unos personajes verdes que son el no va más de las mascotas del branding cuando en realidad guardan mucho parecido con una campaña de Vueling ya extinguida, que a su vez me recuerda a otra creo que de una agencia de viajes o algo por el estilo. Los personajes originales eran blancos. Mimosín, el conejo de Duracell, el oso de Bimbo, Bibendum de Michelin, Fido Dido de 7Up o Mario Bros, son personajes de marcas, pero un muñeco de nieve se viene pareciendo más a un mito, a una leyenda y a un sueño. Lo que me recuerda que del tan cacareado anuncio para la Lotería de Navidad de Amenábar, lo que me gusta no es la historia de Danielle pretendidamente romántica, sino Max, el perro.
*
Mi belén es muy irregular, porque algunos años ha sido una gallina y un ángel, o un pozo y San José con un cerdo, cosas así. Cada Navidad me da por una cosa. Los puentes con agua de papel Albal también son muy bonitos. Este año quería un muñeco de nieve pero de momento no vamos bien. Una de las variantes del snowman es la que lo representa como en las galletas de jenjibre, que guarda un cierto parecido con nuestras llufas para el Día de los Santos Inocentes. Es la que menos me gusta. Aunque esos muñecos de nieve de peluche y zamarras de cuadros o bufandas de rayas que parecen espantapájaros tampoco.

Sin hogar - Carrer Fontanella (entre Plaça de Catalunya y Via Laietana)

(c)SafeCreative *1711294965560 (2022: 2212172887480)

27.11.17

Tales qualia

"A eso de los treinta y cinco años, a fuerza de diligencia
y de coraje, había logrado un nivel de vida
que podríamos llamar bohemio-aristocrático:
una hermosa casa antigua (suelos entarimados,
grandes chimeneas) amueblada con relativa
indiferencia (danés moderno que siempre se
estaba desencolando, sofá necesitado de
limpieza, batería de cocina barata, antigüedades
de subasta salpicadas aquí y allá), paredes ocupadas
por lienzos semiabstractos pintados por la señora y
librerías de pino montadas a martillazos por el
señor, patio trasero desaliñado (seto de forsitia
sin inhibiciones, un columpio de cuerda
colgado de un olmo moribundo, calvas en los
vértices aproximados de un rombo de béisbol), cuatro
hijos polvorientos pero sanos con la ropa de domingo
al fondo del armario, dos coches, uno de ellos
descapotable, y, para cenar, mucha cazuela
de arroz y vino de California."
John Updike, A conciencia

ace muchos años leí una de las novelas de John Updike que incluye la palabra "conejo" en su título. No recuerdo cual. Ya entonces, como ahora cuando estoy leyendo sus memorias, quedé convencida que se perdía mucho en la traducción y que aunque bien seguro se puede decir que el autor es very funny, versionarlo no puede ser una tarea fácil. El título A conciencia  es una traducción creo que  con foco editorial del título original, que es Self-consciousness, que tiene que ver con los qualia (experiencias subjetivas individuales) y el autoconocimiento o self-awareness. El título en español lo que suele transmitir es un trabajo realizado con rigor y sin trampas o con profundidad. Lo que me hace defender que se aleja de la acepción original es el hecho de que John Updike padeció psoriasis, asma y además era tartamudo, condiciones que nos va incorporando a lo largo del libro y que le condicionaron bastante. La traducción en francés es Être soi à jamais ("Ser uno mismo para siempre"), cosa que corrobora la subordinación a los deseos del editor. No encuentro ninguna traducción al portugués o al italiano. Manuel Sáenz de Heredia también ha traducido a Nadine Gordimer, Paul Théroux, Edith Wharton, Woody Allen y —desde el inglés— Hisako Matsubara, autora que suele escribir en alemán aunque es japonesa.

La cita se refiere a los 35 años del escritor, pero el libro lo escribió cuando ya tenía 57 años, el año 1989. Me produce muchísima pereza cerciorarme de si el boho-chic (traducido como "bohemio-aristocrático") ya existía el año 1967 en Estados Unidos. Supongo que sí, aunque no tal y como lo concebimos nosotros con la ayuda de Ikea y Elsa Pataki. Lo más del boho-chic es en el año 2017 llevar el pelo frito como Blanca Cuesta o Eugenia Martínez de Irujo, llevar pantalón de talle bajo y/o hacer un posado con yoga-pilates o acro-yoga.
He intentado situarme algo con el asunto de las generaciones de entresiglos y verdaderamente me parece un follón. Por edad yo pertenezco al Baby boom y por lo tanto sería boomer. Además de la generación X y la generación Y, también hay una generación T (táctil) y la generación Z (centennials). Lo único que pretendo señalar es ese lío y un hecho del que tengo clara conciencia, y es que cuando te das cuenta ya se ha pasado una generación y la releva otra. Alguna vez ya había expresado creo que aquí en este blog que hubo unos años en que El País lo leíamos en mi generación pero a sabiendas de que el equipo de redacción habitual y el cuerpo flotante de colaboradores y columnistas nos llevaban de 10 a 20 años. Hoy en día, mi percepción (especialmente para los suplementos de tecnología y moda) es que los que trabajan en El País —con firma, se entiendeson 10 o 20 años más jóvenes que yo. Esta es una percepción mía que puede estar equivocada, porque proviene de una impresión general. Naturalmente hay periodistas de mi edad.
Después de unos años, muchos, en el final del franquismo tuvimos el pujolismo, que en cierta manera era muy autocrático o por lo menos monolítico. Los años de tripartito y Artur Mas los siento como un quale nebuloso, una película confusa cuya trama se desdibuja y más a la vista del vodevil puigdemontesco. El relevo de poderes en las legislaturas de Mas (ahora mismo ni estoy segura de que concluyera alguna de ellas) ha venido acompañado de infinidad de nombramientos de cargos políticos de la generación X y algunos millenials (generación Y). Los turnos políticos se han entreverado con los relevos generacionales, los movimientos migratorios y con una situación económica crispada y llena de incertidumbres.
El "mundo feliz" de muchos jóvenes, cuando yo lo era y ahora que ya no lo soy, a veces se apoya en la segregación por edades. Nunca he sentido la suspicacia o las reticencias de los viejos o las personas maduras, pero incluso cuando aún era joven he sentido la discriminación de los jóvenes hacia los más adultos y hacia mí misma. Es una forma de segregacionismo. Desde los primeros tiempos de este blog el tráfico provenía principalmente de hombres entre  los 18 y los 34 años, en especial los que ahora tienen entre 25 y 34. Ese dato de Google Analytics, al que he acudido en todos estos años cosa de 3 veces, no más, me sorprende y me hace ver que además de que no tengo para nada en cuenta los consejos de los posicionadores web, tampoco me intereso por gustar a los jóvenes de la generación Y. También podríamos interpretar ese dato situándolo en el hecho de que es el sector más activo en internet, cosa que no valida una lectura ya no digo atenta pero sí más o menos provechosa.
Aunque nunca he pensado en "mis" "lectores" (*) por lo menos con firme propósito de remitente o emisora, me interesa el tema de ver en qué va a acabar todo esto de la escritura y la lectura en general. Y el otro tema que me interesa en torno a este fenómeno (el de la comprensión lectora) es el de la apertura lectora, el de ser capaz de interesarse por lo que va más allá de las propias ideas y conocimientos de cada cual, y de las celebridades.

Mort Gerberg para The Newyorker. "Isla de desechos".

___________
(*)
Entrecomillo por separado las dos palabras porque las comillas de la primera palabra (mis) y las de la segunda (lectores) tienen su propio ámbito dentro de lo que sería una cierta desdicha. "Mis" exigiría una asiduidad o una lealtad de la que no tengo trazas; "lectores", creer que existe una persona o algunas personas que están dispuestas a emplear su tiempo y su atención en algo que yo envío como un mensaje en una botella, a la inmensidad del océano.

(c)SafeCreative *1711274947005 (2022: 2212172888142)

23.11.17

Troppo vero

a fotografía postmortem surgió tan pronto como apareció la técnica fotográfica, en el siglo XIX, pero se suele decir que la idea de retratar a los fallecidos viene de lejos. Las máscaras mortuorias (maiorum imagines) de la antigua Roma y los retratos del Renacimiento y de los Siglos de Oro son los antecedentes más claros.
Encontré ayer el detalle de un cuadro atribuido a Velázquez, Retrato del fraile trinitario Simón de Rojas difunto (1624). Actualmente el cuadro se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia en depósito. ¡Qué lejos se encuentra, a pesar del tema, de las postrimerías de Juan de Valdés! El rostro del fraile, que fue canonizado por Juan Pablo II (San Juan Pablo II), muestra una marca en su frente, cerca de la sien derecha. El dermatólogo Xavier Sierra, se refiere en su blog a esta señal, que no es desde luego un estigma: "Algunos autores la interpretan como una lesión congénita, e incluso dicen que en su época había quien la llamaba la "la coz del diablo. En este caso deberíamos interpretarla como un hemangioma. Sin embargo, las referencias a esta lesión no son frecuentes en las crónicas o descripciones anteriores a su muerte. Tampoco aparece en otros retratos que de él se conservan. En caso de ser una lesión aparecida ex novo, se tendría que considerar otra interpretación. Velázquez la pinta con minuciosidad, y por la forma, localización, bordes y colorido sugiere una extravasación sanguínea, un hematoma, probablemente como consecuencia de un traumatismo. Fray Simón de Rojas fue hallado muerto en su celda, tirado en el suelo, víctima de un ictus. Es posible que al presentarse el accidente vascular el fraile se desplomara y no es descabellado pensar que se pudiera haber golpeado con algún mueble o contra las losas del suelo. Aunque muy tenue, la órbita derecha, próxima a la lesión, también presenta un leve tinte violáceo, que afecta también ligeramente a la zona malar, por lo que la hipótesis traumática quedaría bien fundamentada."
Curiosamente -o no- el verismo casi forense del retrato del trinitario coincide con la inscripción de dos palabras que emanan de sus boca: Ave Maria. En la biografía del santo en la página vaticana se cuenta que las primeras palabras que pronunció, con apenas 14 meses, fueron esas, así que es lógico afirmar que también fueron las últimas, especialmente porque las pronunció tantas veces a lo largo de su vida que le llamaban "Padre ave María". 
Si alguien quiere se puede asomar a los comentarios al post de Xavier Sierra y vería que incluso algún otro médico sugiere que se aprecian xantelasmas (placas de colesterol) en la piel de los párpados del difunto. Pero yo creo que esa observación está inducida por el dato del ictus, que suele asociarse clínicamente a la colesterolemia. Cuando Velázquez pintó al fraile tenía 25 años, y aunque el retrato no nos muestra el pintor en toda su plenitud, sí podemos apreciar ya algunos elementos de su genio. Uno de ellos para mí sería ese. Lejos de entroncar con el tenebrismo y la morbosidad de los memento mori más tremendos, más bien entroncaría con el verismo de Rembrandt, que también tiene algunos retratos con signos de las enfermedades y de la vejez. Vemos la cabeza del fraile en línea con el crucifijo y las manos que sostienen un rosario con cuentas que podrían ser de nácar. Con una gama cromática tan limitada, los matices son muy finos, y la paz que refleja el rostro también añade una cierta serenidad y aceptación. 
Por lo que se desprende sobre los datos de la vida de San Simón de Rojas, su proceso de beatificación como si dijéramos ya empezó con ese cuadro. También conocemos la habilidad para proyectar mensajes "propagandísticos" que tuvo Velázquez, quien por ejemplo preparó el programa iconográfico del encuentro en la Isla de los Faisanes, su último trabajo. El golpe en la cabeza nos infunde ternura. Es un hombre más (o un hombre menos) que en su sencillez aloja la fe. Murió con 72 años, que para la época no estaba nada mal. Lo del colesterol... Callo.

Retrato del fraile trinitario Simón de Rojas difunto (Diego Velázquez, 1624)
*
La peca que lucía la infanta María Josefa de Borbón en La familia de Carlos IV de Goya (tercera por la izquierda) en su sien no era un melanoma ni una queratosis seborreica, sino un postizo. Era una moda afrancesada de aquel entonces (finales del siglo XVIII). Una rival declarada de la reina, la duquesa de Alba llamada Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, también llevaba el postizo, para los que incluso se hicieron cajitas decoradas (boites à mouches, patch/snuff boxes, beauty marks boxes, estuches de lunares postizos). Las de esmalte de Bilston tenían hasta versos, como los caramelos adoquines maños con jotas o los baci perusinos con el bigliettino del giorno.

Boite à mouches del siglo XVIII, en plata y marfil

Patch/snuff box del siglo XVIII, cobre y esmalte

(c) SafeCreative 1711234911947 (2022: 2212172888142)

21.11.17

Todo es cierto

 veces se conocen tantas versiones y aproximaciones de un caso, que podemos pensar incluso que todo es cierto y todas las explicaciones se pueden compatibilizar. Y eso porque pensar que todo es mentira —cosa que es posible en muchas situaciones— resulta más difícil, aunque nada más sea porque quienes mienten suelen entreverar sus falsedades con medias verdades. 
Figuras como la de Miguel Mañara y Vicentelo de Leca (tout court Miguel de Mañara), no es que sean poliédricas o muy complejas, es que son todo un constructo. Lo que sería ahora un producto del marketing. Miguel de Mañara vivió en Sevilla entre 1627 y 1676. En eso están todos cuantos lo mencionan de acuerdo. De ahí en adelante ya hay muchos matices. Por ejemplo, hay quien dice que procedía de una familia aristocrática genovesa, otros que esta familia se enriqueció en cuanto llegó a Sevilla, como puerto de Indias, y que la familia (venida a menos) procedía de Génova y Córcega. Siendo aún un niño fue nombrado caballero de la Orden de Calatrava. 
Vivió en la casa palacio de la calle Levíes, que luego fue la sede de la Hermandad de la Santa Caridad, en la que ingresó como Hermano Mayor el 1662. Actualmente es una dependencia de la Junta de Andalucía. Es corriente afirmar que a raíz de la muerte de su esposa el 1661 Miguel de Mañara sufrió una profunda crisis y pasó por un proceso de conversión y penitencia, que incluso vivió como eremita por Ronda una buena temporada. Regresó a Sevilla renovado y para refundar la Hermandad de la Santa Caridad. Este detalle no es menor si pensamos que toda su trayectoria vital ejemplifica el modelo por el cual las clases productivas o burguesas del Siglo de Oro accedían a la nobleza a través de la filantropía.
Su proceso de beatificación ha sido muy atropellado. No sabemos si debido a la pérdida de documentación fundamental a causa de los estragos de la Guerra de la Independencia, o a causa del descrédito de su santidad. Hay que decir, a su favor o al de San Juan Pablo II cuando era Papa, que fue nombrado por este Venerable. La única venerable que conocía hasta ahora es Dorotea de Chopitea, ascendiente de Núria de Gispert, la presidenta del Parlament entre 2010 y 2015.
Mañara se encargó parece que personalmente del programa iconográfico del Hospital de la Caridad de Sevilla. Hay que señalar las esculturas de Roldán y las pinturas de Murillo y de Juan de Valdés Leal, que eran rivales. Marguerite Yourcenar en su ensayo "Andalucía o las Hespérides" en El tiempo, gran escultor, da buena cuenta de esta rivalidad cuando comenta que Murillo se refería a la obra que colgamos en el blog la semana pasada (Finis gloriae mundi) diciendo que apestaba. Naturalmente Murillo se refería al cadáver. Tal vez Mañara vio bueno encargar a Valdés las imágenes escatológicas y tenebristas que inspiraban el temor a los novísimos (muerte, juicio, infierno y cielo) y a Murillo las que inspiraban la dulzura de la caridad, precisamente alentado por una rivalidad previa. Curiosamente cuando las invasiones napoleónicas el marisal Soult se llevó cuatro Murillos pero dejó los Valdeses. Los tuvo en su casa, además de la Inmaculada llamada de Soult, de manera que es fácil creer que lo que no tenía ganas de ver cuando desayunaba eran las postrimerías jeroglíficas que recordaban que todo está condenado a corromperse y desaparecer.
Podría ser también que la dificultad para beatificar a Mañara sea a causa de su disipada juventud, en la que algunos estudiosos hablan incluso de amores incestuosos y sacrílegos. Mañara se ha llegado a relacionar con El burlador de Sevilla atribuido a Tirso de Molina, pero que se publicó cuando nuestro caballero tenía 3 años y eso después de haberse representado unas cuantas veces. A pesar de todo cuanto hizo en sus últimos años de paso por este mundo en pro de los más pobres y desfavorecidos, resulta que al pasar del tiempo se le identifica con Don Juan y el Tenorio, con el arquetipo del seductor hedonista sin escrúpulos ni remordimientos que tanta tinta ha motivado desde la crítica literaria hasta la Medicina y el psicoanálisis.
Tiendo a creer yo que Mañara se parecería algo a aquel Don Guido del maravilloso poema de Antonio Machado (*), salvadas las distancias. El Llanto nos hace una semblanza de un caballero andaluz que de viejo se vuelve un gran rezador. Es un poema precioso, y la versión cantada de Joan Manuel Serrat se podría situar entre una de sus mejores recreaciones a no dudarlo. Esta poesía me sugiere que tal vez la crisis penitencial de Miguel de Mañara al quedarse viudo algo tendría que ver con un descalabro económico.
El célebre soneto de Mañara (**) es muy convencional, a cambio, un memento mori sobre la brevedad de la vida y sobre los placeres fugaces e inconsistentes. Nos señala la necesidad de arrepentimiento y del amor a Cristo en la cruz. La verdad es que durante un instante casi me creo la tesis del soneto, con ese estrambote tan tópico. Pero no, mis ojos y mis oídos están malogrados por haber visto infinidad de programas iconográficos del poder económico y del control eclesiástico. Y no es raro que quien ganara sus riquezas sin tener una ascendencia noble de altura quisiera legitimarlas con un cierto ascenso social y unas no menos ciertas obras de caridad y misericordia.
La Sevilla del siglo XVII aunó el lujo y la ostentación barrocos al lado de una depresión demográfica y social terribilísimas. La decadencia de Sevilla iba pareja a la de la España de los Austrias menores. Al final del reinado de Felipe II Sevilla era cosmopolita, el puerto de Indias y atraía religiosos, artistas e intelectuales pero también truhanes, sujetos de moral disoluta, etc. Pero las epidemias de peste y las hambrunas dejaron la población muy mermada, empobrecida y desengañada.
El pintor Velázquez, aunque nació en Sevilla, se fue a Madrid pronto, el año 1623. Seguramente sus aspiraciones eran mayores que las de Leal y Murillo: ser pintor de corte y ser caballero de la Orden de Santiago.
*
Me siento tan inclinada a creer en los sentimientos filantrópicos de algunos personajes históricos, como en los de los actuales mecenas de acciones solidarias y ambientalistas de Hollywood. Claro que es mejor que dediquen su dinero a los huérfanos de las regiones más pobres del planeta que no a la compra de armas, pero ya nos entendemos.
*
El personaje de Don Juan nunca me ha interesado gran cosa. Ni poca tampoco. De hecho, en casi 1600 posts que llevo escritos nunca me había referido a él. Si digo la verdad me resulta repugnante. Que sea una de nuestras contribuciones a la Historia de la cultura me apena. Por suerte hay muchas más.
Hendrik Goltzius, Quis evadet?
_________
(*)

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.

Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito: cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.
Antonio Machado, Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de Don Guido

(**)
Vive el rico en cuidados anegado,
Vive el pobre en miserias sumergido,
El monarca en lisonjas embebido,
Y a tristes penas el pastor atado.

En los triunfos el soldado congojado.
Vive el letrado a lo civil unido,
El sabio en providencias oprimido,
Vive el necio sin uso a lo criado.

El religioso vive con prisiones;
en el trabajo boga oficial fuerte,
y de todos la muerte es acogida.

¿Y qué es morir? —dejarnos las pasiones.
¡Luego, el vivir es una larga muerte!;
¡luego el morir es una dulce vida!

Miguel de Mañara, Soneto

En algunos lugares he visto citado en vez de "larga muerte", "amarga muerte". "Amarga muerte" está en la edición de 1878 que se reproduce en archive.org, que en un mismo volumen el Discurso de la verdad dedicado á la inmortal majestad de Dios y Varios escritos breves. El soneto está grabado en mármol en el patio principal del Hospital de la Caridad, en la entrada al botiquín, y pone "larga muerte".

(c)SafeCreative *1711214895489 (2022: 2212172888142)

19.11.17

Tengan cuidado ahí fuera

La nostalgia no sabemos para qué sirve. Después de ver la entrevista a @albert_dmcat, un mosso d'esquadra independentista, en OK Diario, y después de ver su perfil en Twitter (República de Catalunya i Aran), me he acordado del capitán Furillo. Era el jefe de la serie policial procesal de la cadena NBC Canción triste de Hill Street (1981-1987) o Hill Street Blues. Les  decía "Tengan cuidado ahí fuera". En la Encyclopedia of TV se puede leer un comentario sobre el papel de Frank Furillo y sobre su perfil rico en matices:
"With the episode thus set in motion, the focus shifted to Captain Frank Furillo (Daniel Travanti), the professional touchstone and indisputable patriarch of the precinct work-family, and the moral center of Hill Street's narrative universe. Furillo adroitly orchestrated his precinct's ceaseless battle with the criminal element. He also did battle with bureaucrats and self-serving superiors, principally in the character of Chief Fletcher Daniels (Jon Cypher). And on a more personal level, he battled his own demons (alcoholism, a failed marriage) and the human limitations of his officers, ever vigilant of the day-to-day toll of police work in a cesspool of urban blight whose citizenry, for the most part, was actively hostile toward the "police presence."
Furillo also battled Joyce Davenport (Veronica Hamel), a capable, contentious lawyer from the Public Defender's office. Their professional antagonism was countered, however, by an intimate personal relationship--the two were lovers. Their affair remained clandestine until the third season, when they went public and were wed. And through all this, Furillo also maintained a troubled but affectionate rapport with his ex-wife, Fay (Barbara Bosson). "
Esta serie marcó un estilo en muchos sentidos y lo que más recuerdo precisamente de todos los episodios era —además de la relación no tan rara de Daniel J. Travanti y de Veronica Hamel— que los exteriores eran realmente temibles, con superpoblación y un clima demográfico tenso, ruidoso, abigarrado, complejo. Aunque el plot se situaba en Pittsburgh parece ser que los episodios se rodaron en Los Ángeles y en Chicago, cosa que desde mi propia enciclopedia es llamativo y me suena extraño, como si se pudiera suplantar Sevilla con Valencia o algo así. Pero me imagino que eso no fue problema alguno. 
El hecho de que Furillo esté inmerso en sus problemas personales y en la solución de los crímenes y de las dinámicas de la comisaría no nos inspiran la menor sensación de pringue o corrupción o de todo aquello que nos produce que la gente se lleve la vida personal al trabajo y el trabajo a la vida personal. Un toque un poco vulnerable del personaje nos lo hace más creíble y meritorio. Así que sea por mi incondicional admiración por el capitán Furillo, sea porque la imagen que proyecta Donaire me es antipática, puedo poner el caso como ejemplo de lo que nos condiciona la nostalgia.
Donaire me recuerda a uno de esos clicks de Famobil, ahora de triste actualidad,  o tal vez a un madelman mosso. Reconozco que esos policías como de almanaque, con horas de gimnasio, atiborrados de zumos frutales y que usan emoticonos, no me gustan mucho. Y si al menos eso conllevara que nos sintiéramos más seguros en las calles, que reforzara la frágil confianza en la funcion pública, pues lo daría por bueno, pero no. 
En el tuit fijado de Donaire leo: "Sempre estaré al costat del @catalan_gov pel que necessitin. Personalment i professionalment. El govern legítim de #Catalunya és aquell triat per la majoria dels catalans en unes eleccions, no l’imposat mitjançant tribunals vulnerant les lleis" (9 de noviembre). El razonamiento no añade nada nuevo a otros argumentos desde la misma orilla. Ya sabemos que no es cierto lo de la mayoría ni tampoco lo de la vulneración de las leyes. Lo que hay que subrayar es que a pesar de lo que pueda parecer, resulta que Albert Donaire sí distingue entre "Personalment i professionalment".  Algo le suena. Esa distinción ha empezado a ser insostenible en muchas situaciones desde hace tiempo, desde que se ha instaurado una desproporción brutal entre los cargos políticos, cada vez más numerosos y muchos de ellos con un grave sesgo cognitivo Dunning-Kruger, y los cargos técnicos.
Mis recuerdos del capitán Furillo no los podría empañar un antihéroe, aunque pertenezca a la realidad. Pero admito que los estropearon un poco verlo recientemente en Mentes criminales viejo, con Alzheimer y haciendo de asesino en serie y violador. Un papel bien distinto al de capitán en Hill Street Blues. Lo que me lleva a pensar, yendo de una cosa a otra, qué se puede hacer con los policías con una noción del Derecho totalmente irrecuperable. O con los maestros que adoctrinan a menores de edad en las aulas, incluso contra la voluntad de sus verdaderos tutores legales. ¿Qué se puede hacer con tanta gente que aunque no son mayoría abundan y están tan empecinados en sus creencias?
*
Parece que el nombre de la serie de la NBC, Hill Street Blues, al ser traducido al español como "Canción triste de Hill Street", se apartó de la idea original de referirse a los polis "azules". Serían como nuestros "grises" de aquellos años ochenta, antes de que el uniforme del Cuerpo de la Policía Nacional pasara a ser marrón y beige. Y por cierto, otra vez el lacito amarillo de Twitter que se han puesto muchas cuentas para señalar su oposición a la pena de prisión para Jordi Sànchez y Jordi Cuixart vuelve a verse azul en vez de amarillo.

Daniel J. Travani como el Capitán Frank Furillo


(c)SafeCreative *1711194875570 (2022: 2212172888142)

18.11.17

Ni más ni menos

En el programa de Julia Otero del gabinete de ayer por la tarde se hablaba del Efecto Dunning-Kruger o del sesgo cognitivo, por el cual algunas personas no perciben bien su competencia real y se sobreestiman a la vez que subestiman a los demás. Precisamente hace poco, el 31 de octubre, Iñaki Gabilondo publicó una colaboración en la SER titulada "Me equivoqué". En ella admitía haberse equivocado con Mariano Rajoy al haberlo subestimado y con Carles Puigdemont al haberlo sobreestimado. Este análisis me pareció formalmente llamativo, porque además Gabilondo no es dado a la pirotecnia verbal y sin embargo es muy expresivo. En el efecto Dunning-Kruger hay un desajuste terrible entre la sobreestimación y la subestimación, y en realidad de lo que se trata es de lo que toda la vida hemos considerado los tontos que no sabemos si no saben que son tontos o que se creen que los demás somos muy tontos. 
De todas las intervenciones destaco la de Juan Adriansens porque dijo algo que sintoniza con lo que yo venía meditando estos días. Dijo que lo preocupante era cuando una persona no sabe hacer su trabajo, el trabajo para el cual ha sido designado. Estoy segura de que a muchos oyentes nos vinieron a la cabeza dos políticos, los dos de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC): Marta Rovira y Gabriel Rufián. A Oriol Junqueras fue Josep Borrell quien lo noqueó en el programa de Cuní, evidenciando que el ex-vicepresident no tenía los conocimientos que se le suponen a quien se encarga de la cartera de Economía. Marta Rovira es mucho más radical y ayer nos disparató el día revelando que el Gobierno de España les había amenazado con una acción directa de opresión brutal para fulminar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). De Marta Rovira también hay unos cuantos vídeos como el que he enlazado de Oriol Junqueras, en los que se hace patente su incompetencia en los grandes temas que rigen cualquier país. 
El caso de Gabriel Rufián es más exorbitado porque participa en el Congreso de los Diputados y lo hace con el aparato típico de un antisistema: camiseta con mensaje, una impresora o unas esposas que muchos corrieron a decir que eran como de sex-shop. Naturalmente lo que Gabriel Rufián pretende es aparecer en las portadas de los principales diarios y que una foto con la impresora o las esposas ruede por internet hasta el final de los días. Pero estos recursos chirrían en un medio parlamentario, donde se supone que hay que hacer y se puede hacer uso de la palabra. Que alguien que tiene la posibilidad de tener voto y también voz, desaproveche esa oportunidad (por la que cobra 8000 euros al mes, dicen) y que use métodos propios de un sistema no democrático, muestra primero un síndrome de Dunning-Kruger severo; segundo, una falta de respeto por la ciudadanía; tercero, que no tiene argumentos. Cuando al salir de allí airado, sin acabar de escuchar la respuesta del ministro Zoido a su interpelación, corrió a escribir tuits, vi que alguien le contestó que escribía como por plantilla. Y es cierto, de hecho siempre escribe el mismo tuit (como yo siempre escribo el mismo post).
*
Ayer también miraba las postrimerías jeroglíficas de Juan de Valdés Leal, el encargo de Miguel de Mañara para el Hospital de la Caridad de Sevilla. En la que lleva la filacteria "Finis Gloriae Mundi" (el fin de las glorias mundanas) la balanza tiene en el platillo de la izquierda (Ni más) alegorías de los pecados capitales y la del platillo de la derecha (Ni menos) símbolos de la virtud, la oración y la penitencia. Son todos ellos símbolos muy convencionales, todo un programa iconográfico que nuestro Don Juan viviente mandó encarnar para la edificación de las conciencias. Las esposas de Rufián fueron un símbolo fallido porque lejos de recordar las esposas de un reo  y la pena de prisión lo único que inspiraban era un juguete infantil o sadomasoquista.
Es curioso el lema, ni más ni menos, porque los pecados y las virtudes se representan en una balanza, y porque el Efecto Dunning-Kruger también se podría representar como un desequilibrio entre lo que creemos que somos y lo que en realidad somos, entre lo que creemos que son los demás y lo que en realidad son los demás. Naturalmente si solo opinaran o hablaran quienes saben, todos tendríamos que callar, porque en el fondo nada sabemos (Efecto Sócrates). Hace poco oí que un conocido, que se distingue por su discreción, comentaba de algún político que se defendía como una "buena persona". Según mi conocido, son los demás -la sociedad-  los que tienen que decir de nosotros si somos o no somos buenas personas. Pero aunque admito que eso es cierto también pienso que ni siquiera somos quien para decir quien es buena persona y quien no. De hecho, muchas veces, detrás de afirmaciones como "Es muy buena persona" o "Fulanito es tan inteligente", lo que hay es engreimiento reflejo, alguien que se cree con toda la superioridad moral o intelectual para poder valorar o estimar a los demás. 
Podríamos decir como los musulmanes "Allah es el más sabio" (Allah Al-Hakim).

Juan Valdés Leal, Finis Gloriae Mundi (ca. 1670-1672)

(c)SafeCreative *1711184870660 (2022: 2212172888142)

15.11.17

Bodegón con membrillo y jarra de leche

(c)SafeCreative 1711154823849 - Clicar sobre la imatge per augmentar

Post 1582: Principios y finales

“Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”
Groucho Marx

o recuerdo haber hecho en la enciclopedia sentimental comentario alguno sobre WALL-E (Andrew Stanton), una película de animación que obtuvo un óscar el año 2008 con motivos sobrados. La película está llena de detalles, alguno de ellos cultista, que hacen de su revisión un disfrute completo. Tengo que admitir que la parte que más me gusta es aquella en que aparecen solo WALL-E, EVA y la cucaracha Hal (en homenaje al HAL 9000, el panóptico de 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968). Cuando llegan con la nave Axioma adonde está lo que queda de la humanidad postapocalíptica, deja incluso de interesarme. Ese trozo ni lo recuerdo, sí me acuerdo del final, que es cuando inopinadamente Wall-E es correspondido por EVA.
Para quienes no han podido ver la película, WALL-E sería una especie de tractorcito que vive ajeno al fin de la civilización, en el año 2115, empacando basura y almacenando piezas de un mundo donde ya no existe la vida si no es por una cucaracha que aparece de vez en cuando y alguna tormenta de polvo. Esas tormentas de polvo y el insecto nos recuerdan al arranque de Las uvas de la ira, aunque no se trate de Oklahoma. EVA es una robot exploradora cuya apariencia resulta como de 30 generaciones más moderna que la de WALL-E. 
La segunda imagen que presento es del final de la película, cuando regresan para repoblar la Tierra. Volver a ver el juego Pong de Atari, una videoconsola que —siempre de acuerdo con la Wikipedia— se creó el año 1975, me parece emocionante. Ese juego imitaba el tenis de mesa y se impulsaba con dos botones de rosca. El de la pantalla muestra un puntuador 7999-0 que es del todo inverosímil pero que sirve para señalar la soledad del empacador de basura WALL-E. Juega en solitario. Desde las actuales videoconsolas, Pong debe parecer muy primitiva e incluso puede no parecer una videoconsola. A mí me suena haber jugado con una especie de emulador de Pong de pantalla de fósforo en un salón recreativo que había en Gran Via tocando la Plaza Universidad. Ahora, a los nostálgicos, nos sería posible jugar a Pong en línea en Gratis jugar juegos.
Parece increíble, tal y como empieza la película, que WALL-E consiga la atracción de EVA, cuyo aspecto es de una tecnología muy soft, si la comparamos con la de WALL-E, puro hardware, cuadradote, de color amarillo como la de las grúas de las de antes, con unos ojos que parecen binoculares y ruedas de oruga. Que algo de esto subyace en los dos personajes se deja ver en la otra fotografía que también incluyo hoy, que muestra a WALL-E como un PC y a EVA como un Mac.  Aunque WALL-E hacia el final de la trama se queda accdentalmente desconectado del mundo (como descerebrado), EVA consigue reactivarlo con un impulso eléctrico o beso. Aunque aparentemente esté desvelando el final, creo que la película desborda interés más allá de la parábola amorosa.
Parece que en los guiones convencionales, suele desarrollarse una historia que empieza no muy bien y que tiene un final feliz. No siempre es así y tenemos ejemplos de infinidad de historias de final terrible, que no acaban tan favorablemente como las novelas de Rosamunde Pilcher o las películas de ZDF (Zweites Deutsches Fernsehen) rodadas en Cornualles y Devon  (chico conoce a chica y madre viuda conoce a padre separado, escenario de castillo, mar, flores, pajarillos).
Vista una película de ZDF, vistas todas. Pero tal vez esto nos ocurre a todos. Ayer supe que eso que ahora está según y como de moda en el periodismo —y no me refiero a Gregorio Morán, siempre tan bien documentado— es la prosa cipotuda, y sin embargo mi desconcierto fue entender que el que usaba tal apelativo para referirse a cuatro ejemplos del mismo modelo también estaba escribiendo en cierta manera en prosa cipotuda. El apelativo, sin entrar en consideraciones sobre sí es descriptivo o no, no llego a ver que sea ajustado al estilo que pretende señalar. Seguramente atañe a algún desfase de la testosterona y del alcohol a la vez, no digo que no, pero como término de la crítica literaria y del campo al que pertenece quien lo acuñó, Íñigo F. Lomana, me resulta impropio. De todas maneras no me extrañaría que prosperase y que incluso salieran estilos de secuela.
La vida no se parece a las novelas de Rosamunde Pilcher o a los guiones de ZDF, aunque nos guste tal vez pasar una tarde enñoñecida con un relato romanticón con anillos de compromiso, vino, rosas y bodas dobles. La vida si acaso se parecería a alguna de aquellas series de los principios de TV3, como Gent del barri. Por mi horario nunca pude verla con asiduidad, la veía de higos a peras y mi extrañeza era grande cuando descubría los embrollos que surgían entre personajes alejados y como se complicaba la trama con infidelidades cruzadas varias. Siempre eran los mismos personajes y me pareció que al final todos se habían liado en algún momento entre ellos.
Sé que cuanto acabo de decir es bastante absurdo, pero mi comparación de la vida con guiones como Gent del barri se basa en una experiencia probada de 56 años que son los que ya voy teniendo sobre mis pies. Si acaso tendría que precisar que he observado que a veces hacemos un "papel" que luego vemos representado en otras personas. O que juzgamos mal algo de lo que luego tenemos plena conciencia al experimentarlo en nuestra propia carne. El efecto espejo se llama.
Recientemente un amigo me explicó que se había tenido que ir a vivir a un piso que está al lado de una campanario y que además de oír tocar las horas y las medias y los cuartos, de vez en cuando pasa un tren de la línea del Maresme y también lo oye. La verdad es que me inspiró una cierta preocupación, aunque sé que se acabará acostumbrando. Pero también debo decir que me acordé de que hace cosa de 30 años, cuando él aún no tenía un piso pero yo vivía donde ahora sigo viviendo, me dijo nada más visitarme que lo primero que haría sería tirar todas las paredes y hacer como un loft. Me pareció un poco una insolencia, porque yo no le había preguntado por su opinión ni por una valoración de conjunto de mi piso. Además a duras penas yo podía ir pagando la hipoteca y comer como para pensar en ponerme en reformas que ni siquiera sé si se podrían practicar sin permiso ni con permiso. Supongo que mi amigo ya no se acuerda de sus palabras, yo no se las afeé. Pero alguna vez he pensado que era natural que él, al no haberse independizado de su familia aún, no supiera de todos los inconvenientes y problemas que conlleva montar una vivienda donde se puede estar a gusto, sin goteras ni plagas, etcétera. La vida ya va abriéndonos los ojos a todos, más tarde o más temprano. Y un día fue WALL-E flamante y otro día será EVA pura chatarra inservible.
*
Otro de los homenajes de Stanton a los años 70 es un vídeo que tiene WALL-E en su casa. Lo tiene guardado en una tostadora. Inserta el VHS en una especie de verdulera de frigorífico que está conectada a un I-pod. Como la pantalla del reproductor multimedia es muy pequeña superpone una lupa-pantalla como las de las consolas Sega de los años catapún chimpún. Estos avances y retrocesos paradójicos de la tecnología ya los describe Umberto Eco en De la estupidez a la locura, cuando nos advierte de que en algún momento se nos hará pagar por descargar un programa inferior o más antiguo que el que lleva un ordenador de fábrica. A través de la pantalla se ve una escena de Hello, Dolly!, un musical en el que participa el inefable Michael Crawford, actor que en Cataluña conocemos sobre todo por su papel de ingenuo con altísima siniestralidad en N'hi ha que neixen estrellats (Some Mothers Do 'Ave 'Em).
Así como el cine ha incorporado a veces todos esos elementos de la tecnología y los hace palpitar en una historia con jugo y corazón, no sé si los vídeojuegos han sabido o querido o podido incorporar ese reflejo metafísico. Desde fuera o desde lejos no les veo ese atractivo, aunque sé que sí introducen el humor, que ya es algo. Como hace años se suele decir que en realidad ahora el cine donde obtiene sus ganancias es en los juegos y que las películas convencionales no son más que su lanzamiento, mejor me callo.

Fotograma de WALL-E con el juego Pong de Atari

Escena de WALL-E en su casa

(c)SafeCreative *1711154823450 (2022: 2212172888142)

Floristas de Barcelona (2)

(c)SafeCreative *1711154820442 - Clicar sobre la imagen para aumentarla

12.11.17

Floristas de Barcelona (1)

(c)SafeCreative *1711124796777

La poeta lavandera

When bright Orion glitters in the skies 
In winter nights, then early we must rise; 
The weather ne’er so bad, wind, rain or snow, 
Our work appointed, we must rise and go, 
While you on easy beds may lie and sleep, 
Till light does through your chamber-windows peep. 
When to the house we come where we should go, 
How to get in, alas! we do not know: 
The maid quite tired with work the day before, 
O’ercome with sleep; we standing at the door, 
Oppressed with cold, and often call in vain, 
Ere to our work we can admittance gain. 
But when from wind and weather we get in, 
Briskly with courage we our work begin; 
Heaps of fine linen we before us view, 
Whereon to lay our strength and patience too; 
Cambrics and muslins, which our ladies wear, 
Laces and edgings, costly, fine and rare, 
Which must be washed with utmost skill and care; 
With holland shirts, ruffles and fringes too, 
Fashions which our forefathers never knew. 
For several hours here we work and slave, 
Before we can one glimpse of daylight have; 
We labor hard before the morning’s past, 
Because we fear the time runs on too fast. 

At length bright Sol illuminates the skies, 
And summons drowsy mortals to arise; 
Then comes our mistress to us without fail, 
And in her hand, perhaps, a mug of ale 
To cheer our hearts, and also to inform 
Herself what work is done that very morn; 
Lays her commands upon us, that we mind 
Her linen well, nor leave the dirt behind. 
Not this alone, but also to take care 
We don’t her cambrics nor her ruffles tear; 
And these most strictly does of us require, 
To save her soap and sparing be of fire; 
Tells us her charge is great, nay furthermore, 
Her clothes are fewer than the time before. 
Now we drive on, resolved our strength to try, 
And what we can we do most willingly; 
Until with heat and work, ’tis often known, 
Not only sweat but blood runs trickling down 
Our wrists and fingers: still our work demands 
The constant action of our laboring hands. 

Now night comes on, from whence you have relief, 
But that, alas! does not increase our grief. 
With heavy hearts we often view the sun, 
Fearing he’ll set before our work is done; 
For, either in the morning or at night, 
We piece the summer’s day with candlelight. 
Though we all day with care our work attend, 
Such is our fate, we know not when ’twill end. 
When evening’s come, you homeward take your way; 
We, till our work is done, are forced to stay, 
And, after all our toil and labor past, 
Sixpence or eightpence pays us off at last; 
For all our pains no prospect can we see 
Attend us, but old age and poverty. 

Mary Collier, The Washerwoman (*)

ltimamente no acabo de entender algunas columnas, Los que antes eran en general irónicos ahora son agrios y retan la comprensión lectora más probada. Que un intelectual como Fernando Savater escriba una columna como "Diván" nos habla de muchas cosas, entre las cuales domina la oportunidad desperdiciada y la desidia, aunque en una capa profunda tal vez podríamos interpretar que sus 295 palabras (1434 caracteres) encierran una crítica contra otro columnista o una clase de columnistas difusos. Sabe el profesor que a los intelectuales lo que les caracteriza es su capacidad para analizar. A ellos me referí en un post reciente (Acervo y acerbo popular): "En mi opinión, el intelectual debe conocer el pasado, hablar del presente y tener responsabilidad."  Deliberadamente descarto el futuro porque pienso que escasean los visionarios de verdad. También porque me acuerdo de las palabras de un señor con quien a veces coincidía en la línea roja de Feixa Llarga a casa: "Adivinar el futuro es tirar el dinero, si uno mira su situación ya se da cuenta de lo que viene". Pero analizar correctamente la situación no es tan sencillo, eso lo sabemos todos.
El filósofo se refiere a Montaigne y a Unamuno, dos autores recurrentes en todo columnista que se precie, aunque últimamente se podría hablar de la incorporación de Bauman. El apego a la marca Montaigne o a la marca Unamuno ya cansa. La primera vez que leí los Ensayos, a los que llegué desde Josep Pla, estaba toda llena de ilusión. Pero pronto me di cuenta de que me gustaba mucho más la enciclopedia de San Isidoro, una almazuela con todo el saber del siglo VI. La misantropía de Montaigne no me impresionó. La misantropía solo me impresiona cuando es precoz, y nunca cuando es procaz.
El memorialismo y ya no digamos las autobiografías inspiran mucha desconfianza o rechazo porque la mayor parte de las veces lo que revelan es vanidad, buscando un reconocimiento o justificando toda una vida, con sus tiempos muertos y todo. Y cuando no revelan vanidad nos trasladan unas confidencias incómodas o ridículas. Pero cuando alguna vez como bibliotecaria me han consultado qué libro debía leer alguien que estaba enfermo o desolado, siempre he aconsejado que les invitaran a leer alguna biografía o autobiografía. No sé al diván de qué columnistas se refiere Fernando Savater, lo prometo. No veo nada de bueno pero tampoco de malo en que alguien hable de sí. Se puede hablar de nuestros semejantes, o de quienes dirigen el mundo, o de quienes lo padecen, todo tiene su interés.
Cuando con la extensión del fenómeno de las redes sociales todos nos hemos dado cuenta de lo que piensan nuestros congéneres, también nos hemos dado cuenta de que antes vivíamos en la ignorancia y de que tanto esfuerzo en la universalización de la educación no ha dado los resultados buscados. La escasa comprensión lectora se une a la falta de criterio para saber distinguir los bulos. Y me he encontrado con personas que tienen incluso una carrera universitaria que son incapaces de darse cuenta de que muchos archivos con información maliciosa, muy atractivos pero sin fuentes ni autoría, son falsos. Por atroz que sea la opinión de una persona que ha descuidado su formación y su información, siempre la preferiré a uno de esos artefactos que tanto prosperan en Facebook.
Naturalmente no creo que mi opinión sea especialmente interesante. Si acaso siempre he pensado que podría servir como testimonio de lo que somos una parte de la gente común o corriente. ¿No le interesaría saber a Fernando Savater qué pensaba mi bisabuela Carmen? A mí si. O cualquier hijo de vecino. Lo que pensaron los historiadores o los escritores que llegaron a ver publicados sus libros no me interesa más.
*
No encuentro una traducción del poema de Mary Collier (1688-1762), la lavandera poeta o la poeta lavandera, por lo que me atrevo a proponer aquí una versión para salir del paso y ofrecerla a los que aún saben menos inglés que yo. En el catálogo colectivo de las universidades catalanas solo hay un libro de Mary Collier, en inglés. Sí encuentro en internet reproducida la edición al parecer de 1730 de The Woman's Labour, por 6 peniques. 6 peniques como el jornal de lavandera.
La fotografía de hoy es de Ruth Matilda Anderson y la incluyo porque claramente se documenta como las mujeres en La Coruña de los años 30 cargaban y descargaban con los hombres y los bueyes.

Fotografía de Ruth Matilda Anderson de su viaje por Galicia (1923-2930)

_________
(*)
Traducción literal aproximada no rítmica:

Cuando el resplandeciente Orión brilla en los cielos
En las noches de invierno, entonces es cuando temprano nos tenemos que levantar;
Aunque el tiempo no hubiera sido tan malo en viento, lluvia o nieve,
Nuestro trabajo está fijado y debemos levantarnos y acudir,
Mientras que ustedes en blandas camas se acuestan y duermen,
Hasta que la luz penetra a través de las ventanas de sus habitaciones.
Cuando llegamos a la casa donde debemos ir,
No sabemos cómo entrar, ay,
La criada bastante cansada por la faena de la jornada anterior,
Vencida por el sueño; nosotros esperamos en la puerta,
Oprimidos por el frío, a veces llamamos en vano,
Antes de empezar a trabajar debemos ser antes admitidos.
Pero cuando del viento y de la lluvia quedamos a cobijo,
Es cuando empezamos a trabajar con vigor y coraje;
Montones de ropa blanca nos esperan
Y exigen nuestra fuerza y también nuestra paciencia;
Batistas y muselinas, que llevan nuestras señoras,
Lazos y puntillas, costosos, finos y raros,
Que debemos lavar con destreza y cuidado;
Con camisas de holanda, con volantes y flecos,
Novedades que nunca vieron nuestros antepasados.
Por muchos años aquí trabajamos como esclavos.
antes de poder entrever un rayo de sol;
Laboramos duro antes de que acabe el día,
Porque tememos que el tiempo corra demasiado deprisa.

A lo lejos el esplendoroso sol ilumina el cielo,
y llama a los somnolientos mortales para que se levanten;
Entonces viene nuestra señora sin falta,
y en su mano lleva, tal vez, una jarra de cerveza
para alegrar nuestros corazones, y también para informarnos
por ella misma qué faena debe hacerse pronto;
Nos deja sus órdenes, de cuidar bien la ropa blanca,
sin dejar para el final la sucia.
No solo eso, sino que también debemos cuidar
de que ni las batistas ni los volantes se rasguen;
Y lo que más estrictamente nos requiere
es ahorrar su jabón y no malgastar el fuego;
Nos explica que sus gastos son grandes, como nunca,
Aunque tiene menos ropa que en tiempos pasados.
Entonces nos ponemos en la mejor disposición;
Hasta que por el calor y el esfuerzo, como es sabido,
No solo el sudor sino la sangre
Chorrea por nuestras muñecas y dedos: sin embargo nuestra tarea exige
La acción constante de nuestras manos laboriosas.

Ahora llega la noche, de la cual ustedes reciben el consuelo,
Y que, ay, no aumenta nuestra pena.
Con un peso en el corazón a menudo vemos el sol,
Temiendo que no se pondrá hasta que no acabemos nuestra tarea;
Porque sea de noche o de día,
Nosotros calculamos la hora hasta en días de verano por la cera de la vela.
Aunque acudamos con diligencia cada día al trabajo,
Como es nuestro destino, no sabemos cuando acabará.
Cuando llega la noche, ustedes regresan a casa;
Nosotros, aunque hayamos hecho nuestro trabajo, tenemos que permanecer,
Y, tras haber concluido con denuedo nuestra labor.
Al final nos pagáis seis u ocho peniques;
No vemos un horizonte de salida a nuestros pesares,
solo la vejez y la pobreza

Mary Collier, La lavandera [trad. Marta Domínguez Senra]

(c) SafeCreative *1711124796579 (2022: 2212172888142)