1.11.17

Blanco, negro, verde


l terreno de la simbología está abonado y como servidora vive en territorio que apenas empieza a recuperarse de una plaga de mitomanía gravis, evito los símbolos. Quizás uno de los símbolos más conocidos es el de la cruz. Ayer vi El día de la ira (Carl Theodor Dreyer, 1943), que se cierra con la sombra de una cruz y con la sombra de un triángulo que se superpone sobre la cruz. En realidad esa cruz ya aparece al principio de la película, cuando se prepara la pira donde va a arder la bruja Marte Herlof, y recuerda muy esquemáticamente las cruces de camino o de reconciliación alpinas y centroeuropeas. La cruz de la película de Dreyer creo que nos habla del final de Anne Pedersdotter, la viuda del pastor condenada por brujería. El fotograma aprovecha la cruz del sepelio del pastor luterano para recordarnos la de la pira.
No me interesa tanto remarcar la historia del caso real de Anne Pedersdotter ni el rigor luterano que se refleja en la película, como las escenas que contrastan con la rigidez del blanco y negro de la mayor parte de la obra. La protagonista va incorporando a su sobrio vestuario alguna puntilla, llegamos a ver su melena, y hasta borda una escena de aire pastoril con una mujer semidesnuda, en su madurez sexual, que lleva de la mano a un niño. Después la vemos dibujando el croquis de un manzano para otra labor de aguja. Y de todos esos signos rebosa lo que tiene en el corazón, que es su pasión por el hijo del pastor, Martin. Solo la naturaleza les acoge con su prodigiosa fronda vegetal y el curso del agua voluptuoso, el esplendor del sol en el campo. Eso aunque llega a fraguarse una tempestad que vaticina la tragedia. La naturaleza es el espacio de libertad adánica que encuentran los amantes lejos del espacio doméstico, donde una suegra hostil vigila el orden del hogar con una rectitud implacable y gran severidad.
Sin embargo también hay que apuntar que la naturaleza suele ser algo que se suele caracterizar por su indiferencia por nuestras cosas. Y en el caso de que como parece la naturaleza es una creación de Dios, lo cierto es que se opone de alguna manera a quienes usan la religión represivamente, para constreñir las debilidades y los excesos de los hombres y las mujeres y de sus mujeres y sus hombres, etcétera. La ciencia a su manera también quiere dominar la naturaleza.
El adulterio aparece en varias películas de Dreyer y ciertamente es el tema que reúne mejor todos los elementos sobre el orden y la lucha entre el bien y el mal. Mientras las relaciones humanas estén organizadas en torno al matrimonio y sus sucedáneos, me temo que seguirá habiendo sufrimiento y engaño.
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Recientemente Susan Sarandon ha visitado alguno de los festivales de cine que han habido en España. No sé si fue en San Sebastián o en Valladolid, pero el caso es que admitió que los contratos a las actrices ahora no dependen tanto de su edad y de si la experiencia les ha respetado la belleza, sino de la cantidad de seguidores que son capaces de captar (o comprar) en las redes sociales.

Fotograma de Dies irae (C.T. Dreyer, 1943)

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