20.12.17

En este precioso momento

"Ceux qui nous ravissent les biens par la violence ou par l’injustice,
et qui nous ôtent l’honneur par la calomnie,
nous marquent assez
leur haine pour nous ; mais ils ne nous prouvent pas également
 qu’ils aient perdu à notre égard
 toute sorte d’estime:
aussi ne sommes-nous pas incapables de quelque retour pour
eux, et de leur rendre un jour
notre amitié. La moquerie
au contraire est de toutes les injures celle qui se pardonne le
moins ; elle est le langage
 du mépris, et l’une des
manières dont il se fait le mieux entendre ; elle
attaque l’homme dans son dernier
 retranchement, qui est l’opinion
 qu’il a de soi-même;
elle veut le rendre ridicule
 à ses propres yeux;
et ainsi elle le convainc de la plus mauvaise
 disposition où l’on puisse être pour lui, et le rend irréconciliable.
C’est une chose monstrueuse que le goût et la facilité
 qui est en nous de railler, d’improuver et de mépriser les autres;
et tout ensemble la colère que nous ressentons
contre ceux qui nous raillent,
nous improuvent et nous méprisent."
Jean de La Bruyère, Les caractères ou les Moeurs de ce siècle , De l'homme, LXXVIII

a Bruyère tradujo del griego Los caracteres de Teofrasto y además escribió su libro homónimo aunque su nombre no aparece en ninguna de las ediciones que publicó en vida, todas ellas exitosas, siendo la primera del año 1688 si no me equivoco. A pesar de que Teofrasto hizo en todo caso una tipología, aparece en la entrada de Wikipedia para Retrato y por eso me interesó aunque fuera siguiendo una pista errónea.
No hay muchos ejemplos de retratos literarios, por lo menos en un primer acercamiento y en comparación con todo el arsenal que tenemos en la pintura y en la escultura. Desconozco la obra de José Jiménez Lozano, aunque intentaré poner remedio en lo posible y especialmente por lo que respecta a sus retratos.  Ahora solo me puedo referir al ejemplo de Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán, que vivió a caballo (es un decir) de los siglos XIV y XV.  Hay muchas biografías escritas por escritores, esto es por autores que escribieron novelas, libros de historia, etc. Pero las semblanzas que tengo en mente, incluso la serie de Homenots de Josep Pla, apenas nos describen físicamente al personaje al que se acercan. Son semblanzas sobre el carácter o la trayectoria, alguna anécdota todo lo más. Es como si a los que escribimos se nos eximiera de hacer lo que ya hace una fotografía o un retrato pictórico, ya no digamos un autorretrato. Encuentro gracias al famoso artículo de Manuel Jabois sobre Paco Umbral, la semblanza que éste hizo de su hermano ilegítimo (**), si es que hay hermanos ilegítimos.
Si bien es cierto que hay retratos admirables y que incluso aquí he reproducido no pocos y más que reproduciré si puedo, también es verdad que el retrato puede justificar una explicación y situarnos una figura más allá del decorado elegido, que a veces es una composición o pura tramoya, con lo que conlleva de representación. El retrato de Gómez de la Serna no nos dice todo cuanto nos trasmite su imagen en movimiento y hablando, cosa que nos hace pensar que en el retrato fotográfico o pictórico se nos muestra un perfil atractivo (o no) pero sesgado. Y que se muestra casi tanto como lo que se esconde.
Si lleváramos el retrato de Felipe IV a caballo que pintó Velázquez hacia 1635 a palabras no encontraríamos menos dificultades que las que tuvo el pintor. Ni más. Pero seguramente hubiéramos tenido problemas para no herir con la palabra los rasgos que los pinceles parecen simplemente acariciar. De manera que no es raro que generalmente el retrato literario se use para caricaturizar, tal y como hizo en el famoso soneto de la nariz de Góngora Quevedo, y que ya ni siquiera se cultive para tales menesteres a la vista de que tenemos dibujantes que  pueden llevar nuestra fisionomía hasta la hipérbole más cruel. Sin embargo yo creo -parafraseando a Rilke- en todo lo que todavía aún no ha sido escrito.
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Jean de La Bruyère señala lo incomportable que es la burla. La calumnia, nos dice, aún deja una posibilidad a la amistad, mientras que la burla nos arroja a la última trinchera del amor propio. También se podría decir que la burla implica que alguien se ríe de los sentimientos de una persona y, sí, nos arroja a un punto irreconciliable. El moralista francés lo resume muy bien en su epígrafe y por lo tanto no hace falta abundar en ello.
La Bruyère me hizo pensar en una pequeña publicación que leí recientemente, conmemorando el Any Bertrana  en homenaje a dos glorias gerundeses, Prudenci Bertrana y Aurora Bertrana, su hija. La editan la Diputación de Gerona y el Ayuntamiento. Es una publicación capiculada. Me temo que el término no está admitido por la RAE, pero es el que he encontrado en el ámbito técnico para referirse a un volumen que contiene dos obras que se han imprimido de manera que para pasar de la lectura de una a otra hay que girar el libro. Supongo que es la manera de no dar a ninguna de las dos publicaciones preeminencia.
El cuento de Prudenci Bertrana también podríamos decir que es capiculado en el sentido de que es una burla hasta donde deja de ser una calumnia. se titula Un bibliotecari i els clàssics castellans y se refiere a "la primera biblioteca que hi va haver a la ciutat de Girona i la figura del seu bibliotecari".  Prudenci Bertrana nació el año 1867 y empieza el cuento situando la tal biblioteca como "regida i administrada per l'Estat", binomio que no acabo de entender muy bien seguramente debido a mi cortedad de luces. La impresión que saqué sin embargo es que aunque se trata de un cuento con un vocabulario rico y fresco, del pleno Modernisme, moralmente es burdo y tal y como he dicho antes capiculado. Sirve como retrato de la animadversión contra los bibliotecarios y la indisposición contra lo que venía de Madrid. El humor que se refleja es el de lo provinciano contra lo capitalino. Pronto me llamó la atención la frase "S'endevinava que era un viu, algun nebot d'algun polític influent, i que no suportaria pas amb paciència la trista vida de provincià, i, molt menys, la de bibliotecari d'una biblioteca sense concurrents". Al final del breve relato unos clérigos preguntan al bibliotecario por los clásicos castellanos y éste les contenta que "se les han acabado".
El relato, como digo, ajusta en el estilo habitual que denigra a los funcionarios -redundando en la calumnia de que están puestos a dedo-, abunda en otros tópicos que me inspira pereza trasladar aquí y, por último, recurre a una broma con bastante poca gracia, la de confundir una biblioteca con una librería. Hay entre otros una traza de inverosimilitud en el hecho de que se trate de una biblioteca nueva pero que ya nunca tuviera concurrencia. Algo falla.
Mi mención a esa publicación subvencionada por los entes locales de Gerona se debe no tanto a que se difunda un cuento de ínfima condición sino a la tristeza que produce el pensar que se distribuya en las bibliotecas de la red pública. Me resisto a creer que no haya algún relato, alguna crónica (algo con más fundamento que ese cuento) en donde se de fe de la primera biblioteca pública de la ciudad de Gerona. Y también me parece triste que alguien escribiera algo así. Me propongo pues desde este preciso y precioso momento  buscar y encontrar retratos literarios que no sean  dados ni a la calumnia ni a la burla. Creo que nos podemos reír todos.

Edición de 1688 de Los carácteres de Teofrasto por Jean de La Bruyère

Edición de 1688 de Los carácteres de Teofrasto, capítulo sobre la maledicencia

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(*) Traducción aproximada: "Aquellos que nos roban las posesiones por la violencia o la injusticia, y que nos roban el honor con calumnias, nos muestran su odio hacia nosotros, pero no nos demuestran que nos han perdido toda clase de estima; de manera que no es imposible que podamos perdonarlos, y darles algún día nuestra amistad. La burla, por el contrario, es el más imperdonable de todos los insultos, y es el lenguaje del desprecio y una de las formas en que se mejor se expresa, ataca al hombre en su último refugio, que es la opinión que tiene de sí mismo; quiere ridiculizarlo a sus propios ojos, y entonces la burla lo convence de la peor disposición que puede tener para él quien así lo ridiculiza, y lo hace irreconciliable. Es monstruoso darse cuenta de lo fácil que es burlarse, desaprobar y despreciar a los demás, y de cómo lo disfrutamos; pero también de cómo nos enojamos contra aquellos que se burlan de nosotros, nos desaprueban y nos desprecian ".
(**) En La noche que llegué al Café Gijón Umbral escribió: “Leopoldo de Luis —el mínimo y dulce Leopoldo de Luis, se llegó a decir en la tertulia—, era de ojos pequeños y maliciosos, nariz grande, boca inexistente, rostro un poco rojizo, fácilmente alegrado y subido de color de la risa, y venía de sus oficinas de seguros lleno de versos, de cultura, de conversación, de chistes malos y poemas buenos. Escribía una poesía en la música de Miguel Hernández, hecha de humanidad y socialismo, con gran sentido del verso, gran ductilidad lírica y una melodía grata y honda, monótona y cierta, que daba gran calidad a todo lo suyo”.

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