15.12.17

Pepe

"La mayoría de los animales, cuando se les pone frente a un
espejo o bien lo ignoran o bien lo atacan,
pues no se dan cuenta de que se trata de una imagen
de ellos mismos. (Es lo que se llama "la prueba
del espejo", cuyo origen se remonta hasta Darwin.)
No obstante, ciertos animales, como los elefantes,

los grandes simios, los delfines nariz de botella,
las orcas y las urracas europeas, son capaces
de entender que la imagen que
ven en el espejo
es una representación propia"
Michio Kaku, El futuro de nuestra mente.

A veces le pongo a mi canario en su jaula un columpio, a veces un espejo. Su predecesor tardó años en usar su columpio. No pierdo la esperanza porque me parece que Trini consiguió llegar a estar tan a gusto en él que hasta dormía hecho una bola sobre una pata con la placidez más completa que imaginarse pueda. De día se balanceaba cuando nos parecía que había estado nervioso o asustado. Pepe esquiva el columpio pero pasa ratos mirándose o mirando el espejo. Como cuelga del techo de la jaula, se tambalea o se ladea y de repente no ve su reflejo. Con el pico lo endereza suavemente y se mira en él, como digo, a ratos. No niego que las primeras veces que le puse el espejo se enzarzara, como si en él viera un rival. Pero en los últimos tiempos se asoma al espejo y hasta pía como en un arrullo que da a imaginar alguna explicación que le da a ese pájaro que lo mira desde una imago clipeata que realza su color y le devuelve un reflejo nítido. Su conducta, la de Pepe, me da a entender que Pepe percibe una imagen de otro canario. 
La soledad de mi canario en verano se alivia creo yo al pasar más tiempo en la terraza, donde se acercan una pareja de tórtolas siempre a la misma hora para picotear los granos que Pepe ha tirado. También hay algún gorrión y por suerte ni las cornejas ni las gaviotas suponen una amenaza cercana. Se oyen además las otras aves que tiene un vecino criador, Pepe las contesta. La lástima es que no hay ningún canario más por los alrededores. Trini "enviudó" dos veces y la experiencia "conyugal" fue a mis ojos atroz. Las canarias se volvían agresivas y solo tenían una idea: hacer nido para procrear.
Nuestra relación con los animales (domésticos, salvajes y de ficción o juguete) es algo que de alguna manera también nos devuelve un reflejo de nuestra propia jaula, columpio y cambio de plumas. Por lo demás, lo cuido en la medida en que entiendo y no entiendo, sus necesidades, pero como si fuera algo así como un hijo.
Mi post de hoy no va de etología canaria, aunque presento unas cuantas fotos de mi pájaro. Solamente quería introducir con mis observaciones sobre el espejo el tema de la noción de identidad y de la autopercepción. El padre de Uma Thurman, de quien citaba un texto en el post previo, advierte en el mismo libro (Amad a vuestros enemigos) sobre la ilusión de un yo real estable y perdurable. Hay una parte instintiva (supongo que tiene que ver con la supervivencia) y otra de rutina, pero según Robert Thurman, no hay una identidad fija. 
Como ocurre con otras entelequias o constructos, sabemos que existe porque da problemas. De la misma manera que nos acordamos de que tenemos orejas cuando se nos quedan heladas, se diría que padecemos algunos trastornos emocionales por culpa de nuestros hábitos para sostener un yo irreal en falso. Así, mal explicado, el hecho de permanecer atrapados en lo que me parece que es el ego, es un callejón sin salida y una fuente de sufrimiento. De todas maneras, digo yo, también es posible que cuando algunas personas se están liberando del ego y se aplican lo que el mainstream estupendo del momento marca, en realidad pueden estar envolviéndolo y lo empujan hacia un centro propio más inexpugnable. El problema se mete en una matriuska o caja china del ego que está dentro de una matriuska de un yo más liberado.
Es posible que la identidad sea un ilusión cuando no queda en nosotros ni siquiera una célula que ya circulara por nuestro cuerpo veinticinco años atrás. Mas nadie negará que somos personas jurídicas y que hay reos que llevan veinticinco años y más en prisión sin que puedan ver reducida ni levantada su pena por lo menos en virtud del budismo tibetano stricto sensu o de las teorías de la neuroplasticidad tal y como las divulga Thurman como profesor de la Universidad de Columbia.
En un mero planteamiento utilitario entiendo que Thurman nos previene tanto del enemigo exterior (también aparente) o ajeno como de nuestra identidad ilusoria o enemigo interior. Y a pesar de todo siento más extraños y menos convincentes a Robert Thurman o a Thich Nhat Hanh (budista zen), que a Séneca y a Epícteto. Aunque hay instantes en que parece que llegan a las trincheras de mi ego maltrecho y mi identidad irreal jirones de budismo que algo conmueven mis creencias y errores latentes, es cierto que no disipan mis frustraciones, desengaños y miedos. El libro, aún siendo de los mejores que he podido leer de los considerados "de autoayuda", no casualmente coincide con uno de los principios fundamentales cristianos, el de amar a nuestros enemigos.
Thurman nos habla de usar "la energía procedente de nuestro enemigo exterior para vencer el enemigo interior", tan inseguro como arrogante. Algunas personas se acodan en ese mecanismo para responsabilizar a las víctimas, cuestión que hay que aislar, despejar e incluso condenar, según. Demasiadas veces vemos en la prensa y en las redes sociales como al malestar o al dolor y la vergüenza de una víctima se suman la incomprensión, las sospechas y hasta la calumnia o el descrédito. Lo que se afirma desde el budismo -que no es teísta y que para muchos ni siquiera es una religión- y desde el cristianismo, que es una religión teísta pero que podríamos considerarlo más cosas, es que el sufrimiento se debe usar para purificarnos. En la pureza no hay una noción de pecado, culpa o suciedad sino de alquimia, rectificación y comprensión. 
Mis conocimientos sobre doctrina cristiana, ya lo he dicho más veces, no están a la altura de la Teología ni de ninguna pretensión intelectual o intelectualoide. Pero tampoco son del género de beatería mágica que tantas veces menosprecian los que no tienen creencias religiosas.
Pepe pesa 20-30 gramos, no más. Como una loncha de jamón en dulce. Hace ya un rato que duerme. ¿Soñará?






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