8.1.18

Post 1602: Parafilología

supra il filo di una ragnatela,
e ritenendo la cosa interessante
andò a chiamare un altro elefante 

Due elefanti si dondolavano
supra il filo di una ragnatela
e ritenendo la cosa interessante
andarono a chiamare un altro elefante

e encontrado en Youtube versiones en inglés, español, francés e italiano de la canción infantil "Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña". No sé qué pensar, no sé de dónde proviene la canción, si es española o italiana o qué. Cada día nuestro mundo está más mundializado y como en un batido al final no sabemos bien qué elementos hay en el conjunto o no los distinguimos bien. Por alguna razón que desconozco en general el rock catalán se canta con un acento que no se corresponde con ninguna de las variantes dialectales de la lengua. Es algo que a lo mejor se le escapa a quien no distingue bien la fonética catalana, pero para los que aquí vivimos es más que evidente.
Siempre me ha sorprendido cómo se han instalado como nombres comunes algunos gentilicios. Es lo que se llama lexicalización. Por ejemplo la persiana, la turquesa, la americana, la sahariana, el chino (colador cónico), la otomana, la mahonesa, una siciliana, el cordobán, las lionesas, las mallorquinas, la holanda (tela), el chantillí (o la chantillí), un canario, los paraguayos, etc. Curiosamente, o no, los paraguayos (Prunus persica var. platycarpa) son para nosotros españoles los melocotones que tienen un aspecto como aplastado y la pulpa más blanca. Y sin embargo a los naturales de Nueva Zelanda les llaman kiwis (Apteryx) , por el pájaro, ya que la fruta (Actinidia deliciosa) llegó de China más tarde. Al revés.
He encontrado algunas palabras que hacen el gentilicio irreconocible, precisamente por efecto de la mundialización. "Colonia" no ha pasado ni por derivar del gentilicio sino que directamente viene del nombre de la ciudad, de "agua de colonia". Dejando de lado "el griego" (sexo anal) y "el francés" (sexo oral), poco más habría que añadir. Tampoco se trata de escribir una tesis ni nada que se le parezca.
Recaigo en que en las canciones infantiles hay muchas que persiguen un contenido didáctico. La del elefante a lo tonto enseña los números y por su orden, pero a la vez divierte. Recuerdo otra canción parecida:
Había una vez un barquito chiquitito
que no podía navegar
Pasaron un, dos, tres,
cuatro, cinco y seis semanas
y aquel barquito navegó
y si la historia parece corta
volveremos a empezar.
Y la canción tiene un ritornello que haría que no se acabase nunca, parecido a un juego que nos hacía una tía mía cuando nos conducía en coche a Castelldefels. Poco más o menos la cosa iba así: ella decía "Una vez eran tres; un inglés, un italiano y un francés. El inglés sacó la espada. ¿Sabes lo que pasó?". Si le respondíamos que sí, ella entonces decía: "Yo no te digo que sí, yo te digo que una vez eran tres; un inglés, un italiano y un francés. El inglés sacó la espada. ¿Sabes lo que pasó?". Y si le respondíamos que no, lo correspondiente. Y si le respondíamos cualquier otra cosa, era igual, la retomaba y seguía con ese juego infinito.
Hace un tiempo que hay algo que me intriga y es saber si la tabla de multiplicar se sigue enseñando cantada y si se hace con el mismo sonsonete en todas partes. He encontrado Los chicos de la escuela (1903) una zarzuela de Joaquín "Quinito" Valverde y Tomás Torregrosa que empieza por un pasodoble en que los chicos cantan una lección más o menos en el mismo tono en que la cantábamos la tabla de multiplicar en mi colegio. Enlazo aquí la versión de la Escolanía del Escorial, con Javier Martínez Carmena al piano:
Dos y dos son cuatro
Cuatro y dos son seis
Seis y dos son ocho
Y ocho dieciséis.
No encuentro en Youtube el sonsonete de mis tablas infantiles. Lo más parecido es el pasodoble de Quinito Valverde, pero sin que subiera el tono. Encuentro a cambio desde la versión de Enrique y Ana, con pareados (una por cinco es cinco si me arañas doy un brinco), hasta otras rapeadas. Es decir que hablo de algo que no sé si existe, que no sé muy bien de donde viene ni si aún existe. Como casi todo.
*
La ilustración de hoy es una viñeta de Pat Byrnes que la primera vez que la vi no tenía leyenda ("No soy feliz" dice la ostra). Y sin embargo no era menos sugerente de lo que lo es con la leyenda, que contribuye a acabarnos de situar en una consulta de una psiquiatra. La viñeta apareció en The Newyorker el 23 de marzo pasado y reúne para mi gusto todos los elementos que la hacen inolvidable: humor, sencillez, expresividad y una situación reconocible (un tópico). Además me sirve para introducir algo que abunda en la parafilología. Se suele decir que la expresión "aburrirse como una ostra" proviene del ostracismo y de óstrakon (trozo de terracota en forma de concha donde se escribía el nombre de aquellos ciudadanos de la antigüedad que serían desterrados después de una votación). Me gustaría saber qué explicación se le encuentra a lo del pulpo en un garaje o a lo de los cuatro gatos. 
Pat Byrnes


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