7.4.18

Daddy

La primera película en la que se escuchó la voz de Charlie Chaplin fue en Tiempos modernos (1936), cuando tiene que cantar "Je cherche après Titine". Olvida la letra y  una artista le dice Sing! Never mind the words ("Canta, las palabras no importan"). Y el debut de Chaplin en el cine sonoro fue una canción con un idioma en el que tal vez se podría reconocer una mezcla de francés, italiano e inglés.
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La pequeña de los Simpson la primera vez que habló, en la ficción por supuesto, fue con la voz de Liz Taylor y dijo "Daddy". Si importante es la primera palabra que se dice también es la última. O el descubrimiento del silencio más allá del ruido del pensamiento.
Repaso estos días la Biografía del silencio de Pablo d'Ors y La revolución del silencio de Consuelo Martín. El libro de Pablo d'Ors se lee con más ligereza y hasta incluso se le podría asimilar a uno de esos libros de autoayuda de los que tantos ejemplos y tan pocos modelos tenemos. Pero aunque se puede consumir como uno de esos libros señalemos que tiene rigor y vigor. Consuelo Martín es una filósofa y su lenguaje es propiamente una manifestación de lo que puede dar de sí el uso constructivo de las palabras y del silencio.
El silencio reparador es como el sueño reparador un lugar donde cobrar fuerzas y conciliar lo que la matraca, la infamia y el ruido sofocan. 
El jueves creo que fue leí un texto de Júlio Béjar que se ofrecía en mi muro de Facebook sobre los extraños movimientos de Doña Letizia entre sus hijas y su suegra y una cámara que no vemos en el vídeo viralizado. El texto era como un tuit de Gabriel Rufián pero ampliado a unas 1200 palabras. Parecía imposible sostener una valentonada desabrida por tantos párrafos, pero sí se puede. Añado que está bien escrito, pero que ni en el tono ni en el fundamento atrajo mi simpatía. Probablemente se trata del estilo "cipotudo" del que aún se sigue hablando a nuestro pesar.
La información tóxica, las maledicencias, el sensacionalismo de toda la vida, están por todas partes, emponzoñando todo cuanto tocan. No es de extrañar que abunden las personas que recurran a las fuentes de  información con discernimiento y que el silencio triunfe (es un decir). Ya desde siempre me inspiró la figura de Agustín de Hipona, que para los que no son religiosos bastará decir que pasó por una conversión en la que no fue menor el abandono de la retórica por una suerte de ascesis de las palabras.
Si citara algún párrafo de Consuelo Martín, recurriría a cualquiera de los que desnudan el fanatismo y el escepticismo, dos visiones erróneas de la realidad, que coinciden en que elaboran la "separación" de lo que la vida no ha separado. Es para pensar la definición que nos ofrece la autora de la fe como confianza en la realidad.

Vecinos

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