9.12.18

Girar por la extrema derecha

e alegro de que la acusación de acoso contra Morgan Freeman se haya quedado en nada. Y sin embargo me temo que la verdad no perjudicará la carrera ni la credibilidad de la periodista Chloe Melas, que fue quien indujo a la falsa acusación, pero sí afectará la imagen del actor. Me pregunto si habrá algo, aparte de la verdad, que pueda restituir un falso acusado al estado en el que estaba antes de ser objeto de una patraña. Tan pronto como se revela lo que es cierto y se hace evidente que la sospecha no tenía fundamento, la curiosidad abandona el foco y la mirada busca otros puntos. De la misma manera que las víctimas se sienten culpables parece que los curiosos se regodean en el festín de la maledicencia, que los hace copartícipes.
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Me remito a esa sensación de coparticipación para situar la que me embarga cuando me asomo al tema de los gilets jaunes  y de nuestros GDR o GAAR (Grups Autònoms d'Accions Ràpides, es decir "antisistema"). La sensación es de repulsión. Como se habla tanto de extrema derecha últimamente habrá que recalcar que sí, que la filiación de los chalecos amarillos es en gran parte por la ideología de Marine Le Pen. 
La imagen que incrusto reúne muchos de los elementos que suelen darse: la capucha, la máscara, la mochila, el fuego. El elemento inesperado sería el patinete, pero no nos sorprende a no ser por el tamaño. Precisamente estos días festivos he tropezado sin querer con varios patinistas. Uno circulaba por una de las aceras de la Plaza de España a gran velocidad. Dos iban a contradirección por una de las calzadas de mi barrio después haber cruzado un paso en rojo. Un tercero iba haciendo delfines entre la gente por el Paseo de Gracia a gran velocidad. Tanto el individuo de la Plaza de España como los que iban a contradirección eran sudamericanos, que como diría el Papa Francisco, son dados a la indisciplina. No sé si en enero con las nuevas ordenanzas para la circulación de artefactos de dos ruedas se atendrán a razones y si se impondrán las multas de que se habla, que pueden ser de 500 euros. El caso es que se preve que el parque de patinetes y segways va a aumentar mucho después de las fiestas navideñas y la temporada de regalos. 
Cuando estuve en París en octubre vi que había tantos patines como en Barcelona y que poco más o menos los patinadores eran por el estilo: indisciplinados, algo pueriles, audaces. En mayo, cuando estuve en Londres, no vi ningún patinador. Los escasos ciclistas que se ven están obligados a circular por la calzada y nunca en carril segregado sino que van entre los coches a la buena de Dios. No me cupo duda alguna de que el ciclismo no se contempla como posibilidad. Por si hubiera alguna duda, en los hermosos parques de Londres hay letreros donde se les advierte de que no pueden circular. En Barcelona he llegado a oír que los patines eléctricos son algo "ecológico", lo que viene siendo algo así como que contribuyen a no gastar energía porque apenas consumen algo de electricidad y además no contaminan. El caso es que la electricidad es cara y en nuestro país se obtiene no sin dificultad. "Ecológica" sería la bicicleta convencional o un patín accionado por las propias piernas.
He visto circular incluso por los andenes del metro una joven con patín, cosa que nos percata de hasta qué punto lo han convertido en un elemento inseparable de su cuerpo. Aparte de las molestias y de los peligros que nos ocasionan a los peatones y paseantes, que no son pocos, pienso en esos cuerpos que patinan, tiesos como velas, cubriendo distancias por las que el urbanismo ya eliminó toda barrera arquitectónica hace tiempo. Se introducen en los edificios públicos con su vehículo y a veces pretenden estacionarlos mientras hacen allí sus gestiones para no verse incomodados. 
Como en otras cuestiones ─como por ejemplo, la del ruido─ mi planteamiento es muy simple: si algo no lo puede hacer un número ingente de personas al mismo tiempo es que no es viable. Si no podemos ir todos por la calle con patines, es que no es bueno. En todo caso o tiene que regularse la circulación y someterla a normas o tiene que reducirse el número de vehículos. La segunda cuestión que se me plantea es la de ver tantos jóvenes que no usan sus piernas, cuando tantas veces se preconizan las virtudes del ejercicio. A lo mejor se reservan para el gimnasio (otra vez las máquinas).
Lamento haber señalado el origen sudamericano de algunos de los infractores, perso suelo no decir mentiras. Seguro que el Ayuntamiento está al caso de toda la estadística. Las cosas como son, hasta podría afirmar que desconocen o ignoran que debemos deambular y circular por la derecha. Y no me refiero a la extrema derecha. 

Gilet jaune en Paris. Foto de AFP

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