16.12.18

Un día en Tarragona

asé el viernes en Tarragona donde hacía años que no había vuelto. Siempre se preconizaron sus bondades climáticas y lo saludable que era vivir en Tarragona, pero creo que hoy en día, siempre en comparación con Barcelona, es un lugar ideal para vivir. Está a una hora y pocos minutos de mi ciudad, en tren Regional Exprés. Con el AVE se planta uno en media hora. Su patrimonio romano, la catedral, el mercado municipal modernista y la Rambla nova, sin entrar en más detalles del casco antiguo, ofrecen un recorrido abarcable, limpio, sin olor de pipí de perros ni de humanos y al parecer seguro, sin sobresaltos
Como Tarragona tiene un almacén de El Corte Inglés y creo que hasta otro de Ikea, además de una Universidad y un par de hospitales, pienso que todos los servicios a que puede aspirar un contribuyente se ven más o menos satisfechos. Estos días el mercado aparecía engalanado por las fiestas de Navidad, con muy buen gusto. El pesebre no hacía menos de 10 metros y la decoración estaba puesta en su justa medida, sin recargas ni desmanes estéticos. 
Observé a la entrada que tras una especie de reja sobre la entrada principal se podían distinguir los personajes del Seguici de las fiestas de Santa Tecla (cabezudos o gigantes). Ayer casualmente había en "La Vanguardia" una carta al director donde se comentaba que había un carillón en el Mercado, el cual suena a los compases del pasodoble "Amparito Roca" a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde. Se inauguró el pasado 21 de noviembre pero es algo que se me escapó totalmente y sólo ayer al ver la carta me di cuenta y até cabos. La verdad es que cuando vi el séquito festivo asomar entre las rejas sobre la puerta del mercado pensé en las figuras del carillón del Plus Ultra en Madrid, que son goyescas aunque diseñadas por Mingote si mal no recuerdo. Que las del séquito tarragonés (el Àliga, el Gegant, la Geganta, la Negrita y el León) suenen con "Amparito Roca" no es tan extraño si pensamos que con este pasodoble arrancan las fiestas de la ciudad desde hace unos cuantos años. Se ha convertido en una especie de himno oficioso, como "Ondiñas veñen" para el Celta de Vigo. Ha sido una feliz idea y motivo suficiente para volver a verlo.
La otra imagen que ofrezco hoy es del mirador llamado "Balcón del Mediterráneo". El nombre no parece exagerado, sobre todo si decimos que se lo puso Emilio Castelar, que pasó a nuestra historia como uno de los mejores oradores. Se suele decir que el diseño de la baranda, más robusta y más antigua que la del paseo marítimo de San Sebastián, es de  Ramon Salas i Ricomà, pero no se dice casi nunca que la ejecución de la forja se debe a Joan Miquel Guinart.
Que me queje de vez en cuando de las pintadas y la cochambre en Barcelona no quiere decir que no esté totalmente insatisfecha con algunas soluciones urbanísticas que se han adoptado recientemente. Soy una maníaca de las perspectivas y las panorámicas. Eso no quiere decir que no aprecie los recovecos, las plazuelas, pero cuando hay una gran vista lo mejor que se puede hacer es preservarla. Otro día habría que hablar del mobiliario urbano al lado de elementos históricos, hoy no.
A mi vuelta de París en mi escapada en septiembre me apenó ver el estado en que se va quedando la ciudad de la luz (no quiero ni imaginar como estará hoy mismo), pero hubo un detalle que me irritó bastante. De vuelta de la torre Eiffel por el Campo de Marte hasta la École Militaire, se interponía el llamado Mur pour la paix, uno de esos monumentos tan incomprensibles como inútiles y absurdos que no faltan en ninguna ciudad europea que se precie. Esa mamarrachada de acero y vidrio se interponía entre el Faubourg Saint-Germain y el Sena, de manera que no se puede admirar la espléndida y despejada recta que como una alfombra de gala tendía el Campo de Marte ante la Torre Eiffel. Tal vez esa especie de recreación del Muro de las Lamentaciones pretendía mejorar la panorámica, entonces podemos decir aquello de que el mundo está lleno de buenas intenciones.

Muralla romana (Tarragona)

Balcón del Mediterráneo (Tarragona). Playa de El Miracle.

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