28.9.19

"À mon seul désir"

e pregunta @furiabelga en Twitter: ¿Por qué pueden Lluís Llach y Antonio Baños circular libremente por el Palau como si de una estación de metro se tratara si no tienen cargo público ninguno? Y está clara la razón, lo que se señala es que ocurra algo así inadvertidamente, como si se nos diera por tontos. El titular de La Vanguardia también se las trae: La Generalitat cuelga una nueva pancarta en el balcón con la frase "Llibertat d'opinió i d'expressió". Si viviera @cchurruca no dejaría de decir que la Generalitat no cuelga nada y que hay demasiada prosopopeya en la prensa.
Naturalmente todo esto de Llach y Baños, el "diplomado en Periodismo", está hecho para la foto. No faltaba la camiseta con mensaje ("Rebrotem"). Las manifestaciones de ayer en paralelo con la campaña mediática de Greta Thunberg, también son prosopopeyez y mucha imagen a chorro. Que en el Festival de Cine de San Sebastián Penélope Cruz habla más de ambientalismo y de feminismo que de cine ya lo dice todo.
Estos días preparo un viaje a Roma para volver a ver la Villa Borghese y conocer el jardín del Palazzo Colonna y los jardines de la Villa d'Este y la Villa Adriana en Tívoli.  Leo el libro Jardinosofía de Santiago Beruete, una delicia. La lectura me obliga a repasar mis imágenes de los jardines que conozco y es el lenguaje el que aclara el valor de las eutopías y me sitúa ante los modelos medieval, renacentista y barroco, pero también sobre el significado del jardín hispanoárabe, el francés y el inglés. El lenguaje consigue ir más allá de la imagen, por rica que sea en estos casos, no porque condense lo que es evidente, sino porque le da una nueva dimensión a lo que ya parecía agotado en su magnificencia y en su misterio. Los jardines aúnan arte, ciencia y naturaleza, pero van más allá porque encierran el misterio de la vida y las imágenes del poder.
Sé que más adelante en la lectura tiene que aparecer el concepto de la ostentación, algo que también está presente en muchos jardines. El jardín era tanto en Roma como en la casa tradicional japonesa la parte más íntima y recóndita de la casa. En otros modelos culturales es la entrada, y por eso enmarca la propiedad y marca la perspectiva.
*
En un post reciente me referí a lo que yo creí que podía ser el convento de las salesas visitandinas de Horta. Me acerqué el día siguiente con la intención de hacer las fotos que no había encontrado en internet y debo decir que fue imposible obtener una sola imagen que pueda dar una idea de lo que la cerca que rodea el perímetro del convento encierra. Hice  6 capturas rodeando la propiedad y todo lo más que se puede advertir, desde el paso que salva la Ronda de Dalt hacia la carretera de Horta a Cerdanyola (BV-1415) es la torre del edificio central. Más que un hortus conclusus la sensación es de espesura, de ocultación y de encerramiento. Aunque es convento de clausura comparten alguna hora litúrgica y creo que hacen más actividades, pero la puerta es tan disuasoria como el resto del cercado formado por material de construcción, alambradas y mucha vegetación umbría y embrollada detrás de una barrera de cañizo y tuya. Es insalvable a todos los sentidos. 
Durante la Semana Trágica y en años posteriores hubo diversos ataques en las comunidades religiosas de Horta (si no me equivoco excepto los Combonianos y los Salesianos todos los conventos que hay son femeninos). Además del incendio del convento de las Dominicas y de la Iglesia de San Juan, en la Guerra Civil, está bien documentado el martirio de 9 mujeres (ocho de ellas monjas) en el convento de las Mínimas en julio de 1936, a manos de milicianos anticlericales. Digo manos pero creo que emplearon también los pies y otras partes de su cuerpo.
El Convento de las Mínimas está reconstruido y tiene la presencia típica de austeridad y orden de todas las construcciones de comunidades religiosas y militares, pero la puerta exterior está casi siempre abierta y se puede ver la entrada. Con todo y con eso yo creo que puede quedar más que un sentimiento traumático de los hechos de la Semana Trágica y de la Guerra Civil. Así que la explicación para la cerca inextricable de las visitandinas salesianas tiene que ser otra.
El deseo de ser visto, de imponer una estética o de hacer ostentación es algo tan presente en nuestra sociedad y en la civilización mediterránea que ya no nos vemos con claridad. Ya algo de eso había dicho San Agustín, de que todo cuanto puede ser visto con los ojos puede ser "obra del diablo". O algo así.
La imagen de hoy es la de un portón en el Pueblo Nuevo, en la calle Taulat tocando el cementerio. Está pintado con un trampantojo que muestra una puerta más pequeña y otra aún más pequeña que representa que es para los ratones de la casa. Esa puertecita tiene su caminito y su farola y hasta su letrero con el número 37. 

Calle Taulat, 37 (Poble Nou, Barcelona)

Detalle del trampantojo. Puerta para el ratón.

(c)SafeCreative *1909282037898 (2022: 2212172887275)