1.9.19

Cualquiera puede hacer historia

"Cualquier punto del espacio 
es un centro del universo,
cualquier instante del tiempo es 
un presente de la historia"
Jorge Wagensberg, A más cómo, menos por qué

“Anybody can make history; only a great man can write it.”
Oscar Wilde

Aunque la Historia me atrae mucho, especialmente las historias Antigua, de Roma y de España, no siempre encuentro satisfacción. Siempre, ya desde que a mediados de los setenta nos hicieron leer ¿Qué es la Historia? de Raymond Carr, me irritaba un poco el llamado "presente histórico", un tiempo verbal que lo mismo sirve para referirse a lo que comían los ártabros que a como encender una lavadora de última generación. Las soluciones que a veces hallan los historiadores para alternar ese tiempo con otros ─supongo que con el objeto de provocar profundidad y perspectiva y reproducir la jerarquía de los hechos─ es casi peor y siembra la confusión y el desconcierto. Yo me atrevo a decir que el presente histórico en Historia es un estorbo y un tic. Lejos de imprimir un sello de método lo que deja es hartazgo por una mala costumbre relamida. A esa mala costumbre se añade otra, que es el uso de metáforas. Lo mismo las encontramos en el libro de divulgación de Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga ("imán nivelador", "estirón demográfico") que en el de Julio Montero ("Carthago responde con la misma moneda", etc.). Por alguna razón que se me escapa los intentos de hacer historias generalistas de España van trufados de estos recursos, que si bien es cierto que hacen la lectura muy viva también es verdad que quitan claridad a la prosa y la entorpecen y le roban precisión. Nuestra lengua es lo suficiente rica en léxico como para tener que acudir a esos recursos.
Curiosamente cuando nos pretendemos referir a un estilo recargado le llamamos literario, cuando yo hace siglos que no he leído un libro de ficción que tenga tantas metáforas y estereotipos como estos libros de Historia.
La Historia de Roma de Indro Montanelli, que originariamente apareció en entregas en la prensa (si mal no recuerdo) o al menos en germen era algo que solo con el tiempo acabó siendo un libro, es un texto muy entretenido y tiene hasta humor, pero nunca es a costa del rigor. He tenido en mis manos estos días un librito sobre los años cincuenta, de Juan Eslava Galán, que busca la comicidad pero que es ─si se me admite la sinestesia─ agrio. En las páginas que llegué a leer, unas 90 y no más, apela cosa de cinco veces o tal vez más a que está relatando una anécdota verídica. Me van a perdonar pero lo dice tantas veces que introduce la duda, una sospecha que no hubiéramos adivinado si no fuera por la insistencia del autor. De la alpargata al seiscientos es además un libro irregular porque dedica mucha información a las ridiculeces y desmanes de los ministros de la Iglesia pero el desnivel con respecto a otras facetas de la vida española es insalvable. De los excesos del poder de la Iglesia en la postguerra civil tenemos muchas películas, libros y anécdotas, era muy fácil hacer un librito más. Tiene el éxito asegurado pero no sé si por mucho tiempo.
Me he referido a la primera plaga de la Historia, que es el presente histórico, y a la segunda que son las metáforas. La "tercera plaga" es el presentismo histórico, el que nos hace interpretar los datos del pasado desde nuestro actual punto de vista. Ese sesgo es doblemente injusto, es injusto hacia los lectores que aún viven y que merecen una documentación veraz y precisa, y es injusto hacia los seres a los que nos referimos porque dejamos caer sobre ellos todo el peso de nuestra incompetencia o engreimiento. El "mejor" ejemplo de presentismo histórico lo leí en el segundo libró que hojeé de Eslava Galán:
"En la Antigüedad, la península Ibérica estaba habitada por un abigarrado mosaico de tribus, unas cien comunidades autónomas, unas más desarrolladas que otras y tan mal avenidas que las guerras entre vecinos eran el pan nuestro de cada día"
Así empieza el libro tan aplaudido de la Historia de España contada para escépticos. No me quiero ni imaginar como será su espero que último libro, titulado La Conquista de América contada para escépticos. No tengo la menor intención de comprobar si es otra astracanada.

Claustro del Monasterio de Pedralbes (Fotografía: M. Domínguez Senra)


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