20.9.19

Mi norte


on trabajo soy capaz de interpretar un mapa, con trabajo y no con la facilidad que tienen muchas personas para situarse en él y saber por donde ir. Puedo decir en mi favor que si me dejo llevar y sigo mi instinto en cualquier ciudad casi siempre acabo encontrando el barrio rojo o de más animación de comercio sexual. Supongo que no tiene ningún mérito y que más allá del urbanismo las ciudades viejas guardan una lógica vamos a decir "natural", de la misma manera que los ríos siguen su curso y no llueve hacia arriba. En Barcelona me oriento por el Tibidabo, que es visible desde muchos sitios, o por costumbre. En otras ciudades fijo unos puntos imaginarios y me muevo por esas referencias, de la misma manera que tengo entendido que se basa la robótica quirúrgica, aunque más sofisticadamente que la mía. Por lo demás, ahorro más explicaciones si digo que aunque no soy dada a la limosna ni a llevar el peso de nadie (bastante me cuesta cargar con los míos), siempre estoy dispuesta a dar las señas y a, si conviene, acompañar a quien no encuentra su camino.
Hace unos días encontré un mapa de Roma precioso. Casualmente días atrás pensaba en lo mucho que me gustaría conseguir un mapa de Roma de la época tipográfica precedente a esto de ahora. Y lo encontré en el transbordo del metro de Sagrada Familia, en un puesto de Llibre Solidari. Iba dentro de una guía de Bonechi Editore  que costó 1 euro. Aunque la guía es del año 1971 (a pesar de que consulto la Wikipedia italiana hoy y se dice que la editorial se fundó el 1973), el mapa es de 1957. 
La grafía del mapa me recordó la del historietista Marino Benejam, del TBO, que además de una etapa de Los inventos, también es el autor de las tiras sobre la familia Ulises. El trazado tiene como se puede ver en la imagen que he tomado un efecto tridimensional, que no sé si se consigue por la perspectiva del dibujo o por los dibujos de algunos de los edificios principales de Roma. Se dirá que la Piazza Essedra es actualmente la Piazza della Repubblica, porque también Roma ha sucumbido a la tontería redenominadora municipal. El nombre original remite a la exedra, un tipo de elemento arquitectónico no exento de encanto y tradición. Pero está claro que Roma, como capital de Italia, tenía que tener un símbolo de su gobierno.
El mapa que tanto me gusta no digo que no tenga sus fallos o debilidades, pero comparado con otros mapas más modernos, lo prefiero. ¿Porqué? Porque es más claro a mis ojos, me sitúo en un momento aunque no sepa decir la razón.  El mapa que tengo de Roma actual (de una guía de la colección que suelo usar para todas las ciudades por lo manejable que es), está para mi desconcierto al revés. La ciudad queda a la izquierda del Tíber, cuando en la mayoría de los mapas que he visionado en internet, el Tíber queda a la izquierda. Estoy muy desconcertada porque en realidad con el Tíber a la izquierda (si se me permite esta expresión de candidez geográfica), el norte queda donde tiene que quedar, mientras que en otros mapas que tienen el Tiber a la derecha (porque están invertidos) los puntos cardinales están al revés. 
En París, la última vez que fui, tuve problemas por el GPS porque veía la ciudad como a través de un espejo. Hasta que me di cuenta de que ese era el problema, cosa que me llevó poco tiempo pero mucho trastorno, estuve en un estado de confusión insoportable. No fue menor mi sensación de desasosiego cuando supe que el Tibidabo es un volcán inactivo.
Tengo la sensación de que de volver a Roma, que seguro que volveré si puedo, iré o sin mapa o con el mapa florentino de 1957. Lo que importa es situarse un poco.

Fragmento de mapa de Roma de Bonechi Editore (Florencia, 1957)

Un mapa equivalente moderno con el norte opuesto al del mapa anterior

Historieta de Benajam en el TBO (clicar para magnificar)

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