1.11.19

Frugalitas

eo en Google Maps una contribución sobre el Arco de Tito (del siglo I después de Cristo): "Muy bueno, aunque sea de poca dimensión para un área tan grande". Me pregunto si tan irrelevante comentario permanecerá más en el tiempo que el propio arco en el Foro y la mismísima Roma. Porque a lo mejor tiene más posibilidades, cosa que no es justa ni injusta pero tiene mucho que ver con el NOM (Nuevo Orden Mundial). Los independentistas, tan obedientes a las consignas que les distribuyen hasta por Telegram, se previenen contra el rastreo y localización de los teléfonos móviles, algo inútil. Es decir, es inútil prevenirse contra el rastreo incluso desconectando el localizador, a no ser que prescindamos de la telefonía inteligente totalmente. Podríamos añadir que la contribución además de irrelevante es otras cosas, pero es cuestión de arreciar mi propia contribución. La nivelación en la inteligencia colectiva da contrastes como esa y la de la imagen de hoy, un arco triunfal que sirve de fondo para el posado fotográfico de una turista apelativa. Por cuestiones similares hay microplásticos (y macroplásticos) en el océano, el arte se contamina de trucos informáticos y aparece de forma ingente cocaína en las aguas residuales. El cambalache de Discépolo o la misturanza rosaliana, el totum revolutum de toda la vida, se encarnan vivamente en el mercado de Els Encants de Barcelona, en los revoltijos de objetos de segunda mano o que están fuera de los canales comerciales usuales. Aún no he podido ir a las subastas de Els Encants, cuando se pujan lotes, pero es algo que me interesa muchísimo por ver cómo funciona y sobre todo si es algo tan veloz como imagino. Y sin embargo al final creo que todos necesitamos un poco de sosiego y de vaciamiento. Demasiado ruido.
Cuando yo era pequeña un día como hoy toda la familia nos reuníamos en el Cementerio de San Andrés, donde estaban enterrados mi abuelo paterno y su hija Nieves, a la que cada vez me parezco más. Ahora hay 8 o 9 difuntos en nuestro nicho. No lo sé con certeza. Hace no mucho era posible consultar el "contenido" de cada nicho en un kiosko que había a la entrada del cementerio. Ahora solo se puede buscar por nombres. Por la vez que consulté sé que están además de mi abuelo y su hija Nieves, mi abuela, otra hija y su marido, la hermana mayor y mi padre y una nonata que hubiera sido nieta de la que primero se enterró. Es decir, que cada vez hay más muertos para los vivos que quedamos, ya que por diferentes razones los que no nos hemos muerto aún no todos permanecimos en Barcelona. Así que ─como siempre en la retaguardia─ me encuentro con que el nicho ha pasado a ser propiedad de mi hermano (y lo de "propiedad" ya sabemos que es un decir) y yo soy la limpiadora. Como resulta que tenemos un plátano hispanica del otro lado del muro, casi siempre está lleno de hojas. Hay un empleado en un microcoche que supongo que alguna vez las recoge, pero yo siempre me encuentro una alfombra de hojas. Las retiro y luego con algún ramajo seco que quito de otro nicho también hurgo detrás de un bajante para quitar los restos de los poliaquenios y algunos insectos que pueden acumularse allí. Después limpio a fondo el nicho en sí y sobre todo un ángel de porcelana que creo que compró mi padrina Raquel, la cual no está enterrada allí porque fue incinerada y su voluntad fue ir a parar a Castelldefels, al mar. Cuando enterramos hace dos años y pico a mi tía Mercedes a sus 101 años me sorprendí al descubrir que una biznieta tenía la misma cara del ángel. No dije nada.
Sí, cada vez me hundo más en un silencio del que solo salgo cuando alguien me interpela, y en eso también me parezco a mis tías, las paternas y las maternas. Mi madre, que siempre fue muy moderada y contenida, ahora se deslenguó, así que supongo que es algo que tiene que ver con la ley de la compensación. No tengo la necesidad de hablar y por lo tanto no tengo la necesidad de escribir. Ya tengo dicho por aquí que el escribir no es ajeno a cómo se habla y que hay que escribir como se habla antes que hablar como se escribe, que es lo más socorrido. Pues no tengo necesidad de hablar gran cosa. 
Ya hace tiempo que la muerte invade todos mis pensamientos y curiosamente eso es lo que me permite disfrutar más y mejor de la vida. Quien yo amé murió hace cuatro años y ese hecho fue tan fulminante como definitivo. Como no me gusta el fútbol me queda mi amor por los jardines, la Historia, el arte, y los placeres gastronómicos. Si me ven poco por aquí es eso.

Arco de Tito

Encants de Barcelona

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