15.11.19

Tocar el color

Cuando ayer le concedieron el Premio Cervantes al poeta Joan Margarit pudimos oír y leer sus palabras acerca de la poesía: "¿Qué es la poesía? Una herramienta quizá de las más efectivas en los momentos peores de nuestra vida. Por mucho consuelo que tengas, llega un momento en que estás solo y sólo tienes a tu disposición la poesía y la música, y poco más". Tal vez la tristeza profunda por la pérdida de su hija Joana, que nació con el síndrome de Rubinstein-Taybi, le hizo poder decir algo así. El dolor es insondable. Porque a Theodor Adorno el dolor le llevó a decir «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie». Tanto la afirmación de Adorno como la de Margarit me resultan categóricas y a partes iguales poco acertadas. La poesía, algunas poesías, pueden resultar pomposamente ridículas e irritantes. La música puede llegar a enervar, cuando nos sentimos excluídos de su belleza o cuando nos arroja contra un recuerdo lacerante. Algunas personas siempre encontramos consuelo en la naturaleza, o en los jardines bien cuidados, o en la pintura y en la arquitectura serena. Y esa particularidad no coloca a las otras artes en un nivel inferior de categoría o de "efectividad" (ya que Margarit se ha referido a la poesía como "herramienta"). Simplemente doy testimonio de que hay afirmaciones que son o arrogantes o ingenuas. 
Estuve hoy en la exposición de la Fundación Mapfre en la Casa Garriga Nogués, que seguirá hasta el 5 de enero de 2020. Se ha difundido como "Tocar el color. La renovación del pastel" y el comisario es Philippe Saunier, a quien debemos la publicación en 2014 de L'art du pastel. Incluyo en el post de hoy algunas imágenes de pintores o pinturas que están representadas en la exposición, la mayoría de los siglos XIX y XX, pero la técnica del pastel ya la empleó por ejemplo Leonardo da Vinci. Que químicamente sea la técnica pictórica con el pigmento en estado más puro, que se pueda aplicar como el carboncillo hasta con los dedos (que es a lo que alude el nombre de la exhibición), la hace una técnica especial por su inmediatez. Los paisajistas encuentran en el pastel un elemento muy apto para el boceto y para el aire libre, por eso no es de extrañar que alcanzara gran interés entre los impresionistas. Aunque a Renoir se le reprocha el carácter de cromo de algunos de sus obras como pastelista, considero que como técnica es muy atractiva y no tiene nada que envidiar ni al óleo ni a la acuarela. El manejo de los detalles es posible porque las insinuaciones de los trazos son tan sugerentes como lo pueden ser las pinceladas de las técnicas de los grandes maestros. La industria de las bellas artes fabrica hace un tiempo lápices con barras de pastel además de las barritas de siempre y es fácil mezclar los colores, de manera que el contacto con los pigmentos da un disfrute peculiar, como ocurre cuando sabemos controlar el agua en la acuarela. De todas las muestras que incluyo hoy para el álbum me gusta especialmente la de Joaquim Mir, a pesar de que la pintó durante su internamiento en la clínica psiquiátrica Pere Mata de Reus.

Maisons au bord de_l'écluse de La Gazonne (Alfred_Sisley, s.a.)

Marina (Eugène Boudin,1860)

Dientes de leon  (Jean-François Millet, 1868)

Maspujols  (Joaquim Mir, 1907-1913)

Portrait of Mimi and Max Favarger (Louise-Catherine Breslau, 1892)

The Black Cat (Louise de Hem, 1902)

Bouquet de fleurs (Odilon Redon, 1900-1905)

El final del número (Pablo Ruiz Picasso, Pablo Picasso, 1901)

Peggy Letellier (Paul-César Helleu, 1905)

L’enfant à la pomme ou Gabrielle, Jean Renoir et une fillette  (Pierre Auguste Renoir, 1895-1896)

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