14.11.20

LGBTTQQIAAP


ecojo el bulo de que "El ayuntamiento de la ciudad de Nueva York, por ejemplo, recoge 31 identidades de género distintas y la ONU ha reconocido 112".  Probablemente ─ahora no me detengo a comprobarlo─ la primera parte de la afirmación es cierta, pero no la segunda. Sólo hay que echar un vistazo somero a esa lista, que en los primeros resultados de Google jamás aparece enlazada o con su cita de fuente, para darse cuenta de que la ONU no la ha generado. Todo lo más que se puede admitir es que Vitit Muntarbhorn, un abogado que ocupó el cargo de Experto Independiente en Orientación Sexual e Identidad de Género de la ONU, elaboró una lista muy inclusiva pero poco rigurosa con toda la variedad de identidades de género.

La Organización Mundial de la Salud eliminó hace apenas 30 años la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, el 17 de mayo de 1990. Ahora, esta fecha se celebra como el día contra la homofobia, la bifobia y la transfobia. Y paralelamente hemos visto desarrollarse y desenrollarse la retahíla de las siglas del movimiento LGTBI por lo menos hasta LGBTTQQIAAP y, para la sorpresa y desconcierto de quienes se criaron en el viejo paradigma, cada día aparece un género nuevo.

Hace unos cuantos años cuando se empezaron a hacer trasplantes de forma habitual fue necesario concretar cuando se consideraba muerta una persona (en este caso el donante) y de ahí viene el concepto de muerte cerebral. De la misma manera habrá quien desde propósitos legalistas se verá tentado de definir el género de acuerdo con los cromosomas. Las hembras tienen dos cromosomas X en sus células somáticas, mientras que los machos tienen un X y un Y. Todos los óvulos contienen solo un cromosoma X, mientras que los espermatozoides pueden contener un cromosoma X o uno Y. Esta disposición significa que es el macho el que determina el sexo de la descendencia cuando se produce la fertilización. Así que podríamos pensar que el sexo se puede determinar por la XX o XY cromosómica, de la misma manera que se puede pensar que se determina por los genitales externos e internos. 

En el asunto de la definición sexual por los genitales, como a causa de la degradación ambiental y de los avances de la reproducción asistida consecuente cada vez tenemos más niños con un estado intersexual, resulta que nos perderíamos en un galimatías que además no sé si tiene una gran utilidad. Seguro que tiene consecuencias legales la definición de sexo y de género (ya no digamos si aparece un tercer concepto), pero las desconozco. Cuando yo era niña las mujeres no teníamos que hacer el servicio militar a la mayoría de edad pero los hombres sí. Pero en estos momentos se supone que todos somos iguales ante la ley. Ahí lo dejo y pido perdón por mi ignorancia.

Entre los cambios para la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, se ha propuesto no poner en el DNI el sexo, sino poner una X en lugar de un M o una F. Para mi sorpresa, al pretender ver de cerca esta ley descubro un párrafo que desconocía: "Por último, se reforma mediante esta Ley el artículo 54 de la Ley del Registro Civil de 8 de junio de 1957. Para garantizar el derecho de las personas a la libre elección del nombre propio, se deroga la prohibición de inscribir como nombre propio los diminutivos o variantes familiares y coloquiales que no hayan alcanzado sustantividad."

Sin entrar a ver la utilidad o mi conformidad con esta atención legislativa a los movimientos sociales y a la Nueva Normalidad, los nombres sentidos, etc., pienso además en la posibilidad de que el individuo puede experimentar cambios en su identidad de género. Aunque con los registros civiles y los DNI y otros documentos que son competencia del Ministerio de Interior lo que se busca es dar fe de una identidad y probarla, puede ser que alguien quiera dejar de llamarse Manolo para llamarse Lolita o Vanessa-2 y todo ello sin que tenga implicaciones ni de sexo ni de género. Se puede ser no-binario o un ciber pero querer llamarse Otsein en la adolescencia y Mitsubishi o Challenge en la madurez (entendiendo madurez en un sentido laxo o amplio).

Obviamente las feministas radicales o femrad, que están siempre bien atentas, perciben lo de la X como un fleco más de la industria de los vientres de alquiler y se oponen, pues eso, radicalmente. Se me ocurre que además de por las cuestiones de paternidad, podría ser que en las cuestiones de herencia puede incidir el sexo (entendido como la determinación masculina, femenina o desconocida de una persona). Para esa definición en 3 posibilidades me remito al formulario de la base de datos que usamos en la sanidad pública catalana para filiar un paciente o usuario.

Con este post no pretende asentar mi opinión ni convencer a nadie, en el caso de que alguien lo leyese. Simplemente es una meditación sobre el panorama que tenemos en estos momentos o lo que yo conozco de ese panorama (que es otra cosa). Ese panorama transcribe muy bien la renovación ─por lo menos en las formas─ de la sociedad, la aspiración de remover los esquemas a los que nos habíamos acostumbrado y que no se consideran válidos. Para la gente de orden esa renovación es un guirigay sin más propósito que pasar el rato o, peor aún, ejercer el poder y el afán intervencionista sobre las vidas privadas.

Hay un libro muy interesante que recomiendo vivamente, El cerebro femenino, de Louann Brizendine. Esta neuropsiquiatra estadounidense publicó también El cerebro masculino, pero no lo he leído y que yo sepa no hay un tercer libro. La Dra. Brizendine nos ofrece en su publicación sobre el cerebro femenino sus conocimientos acerca del desarrollo mental de la mujer a lo largo de toda la vida. Hay un parágrafo que me encanta, aunque a lo mejor a muchas personas les disgustará porque puede sustentar ideologías de signo machista:

"Hasta que tiene ocho semanas, todo cerebro fetal parece femenino; la naturaleza efectúa la determinación del género femenino por defecto. Si contando con fotografías periódicas se pusiera a observar un cerebro femenino y otro masculino mientras se desarrollan, podría ver que sus diagramas de circuitos, se establecen conforme el proyecto diseñado tanto por los genes como por las hormonas sexuales. En la octava semana se registrará un enorme aflujo de testosterona que convertirá este cerebro unisex, en masculino, matando algunas células en los centros de comunicación y haciendo crecer otras más en los centros sexuales y de agresión. Las células del cerebro del feto de la niña desarrollarán más conexiones en los centros de comunicación y las áreas que procesan la emoción"



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