6.8.22

Tuntún


a coincidencia de Snoopy y Hobbes, ya no digamos la de los dos animales con sus humanos (Charlie Brown y Calvin), dan una idea de la profundidad de estas viñetas, pero además resulta muy atractivo reunir estos personajes de diferentes "ficciones" y de alguna manera los eleva a una dimensión más "real".
Como en el colegio en mi generación aprendimos francés, al examen de ingreso en la Escuela de Bibliotecarias de Barcelona, me empujó a adquirir en un par de meses los conocimientos de inglés que me permitieran pasar la prueba decorosamente. Además de seguir un libro que no recuerdo ni de qué método iba, me leí unas tiras de The peanuts. Fue el verano de 1977, cuando también leí las Metamorfosis de Ovidio y La metamorfosis de Kafka. El ejemplar del clásico latino lo saqué de la biblioteca que hubo en la Obra Social de La Caixa en la plaza Virrei Amat. Algunos capítulos los transcribí a mano (no tenía dinero para fotocopias). 
En aquel entonces había aparatos en algunos transbordos de metro y una fotocopia costaba 5 pesetas. Las hojas que salían de las máquinas eran algo pegajosas, renegridas, algo húmedas, y la calidad de la copia era baja ─siempre en comparación con las copias que ahora se pueden obtener, de calidad fotográfica─, por todo ello hacer una fotocopia era algo que no se hacía al tuntún.
Sólo 10 años después la calidad de la reprografía era muy superior. Y en paralelo, o no, a la facilidad de conseguir fotocopias, se dio una cierta irreflexión en el momento de hacerlas. Yo veía en la biblioteca donde trabajé 9 años, en el Hospital de Bellvitge, que empezaban a hacerse fotocopias o a encargarse el fotocopiado de impresos que no sé si luego se leían, que se hacían fotocopias y luego se pensaba si se leían o no. Había un afán de acumulación, así mal explicado.
Curiosamente en mi actual trabajo observo que compañeros míos que son nativos digitales son muy dados a imprimir los resultados de una búsqueda en internet que luego les ofrecen a algunos de nuestros usuarios desde un archivador A-Z. No digo que yo no lo haga alguna vez, lo de imprimir resultados, pero lo hago en el momento de dar respuesta a un usuario, seleccionando el texto e indicándole la fuente y su última actualización. Consigo que cuando lo hago no suene tan redicho como suena así expuesto, queda más suelto. Y si comento este caso es porque me atrevo a interpretarlo como una asimilación de dos soportes (papel e informático) un poco ingenua. 
En mi manera de actuar prevalece la espontaneidad, aunque yo tenga a mano información impresa que puede ayudar a un usuario, prefiero ir a la fuente en vez de dejarla copiada. Otra manía mía es indicar la fuente y la fecha de la actualización, y eso es porque hay muchas páginas web que una vez se hacen se dejan a la deriva como derrelictos y otras copian la información de vaya usted a saber de donde.
Estos días hemos visto, entre muchas noticias en el abanico que se abre entre lo curioso y lo disparatado, la de un astrónomo que se disculpaba tras difundir la foto de una rodaja de chorizo como si fuera una estrella. En realidad Etienne Klein lo que pretendía era prevenir contra la credibilidad que se le da en internet a cualquier cosa y lo engañosas que son las imágenes. Así nos va.
El período en el que se acumulaba información que luego casi nunca se consumía ha sido seguido por un período en el que se lee muy superficialmente, con una retentiva muy pobre y sin una verdadera comprensión lectora. El diseño web suele ser tan dinámico y sobrecargado que es imposible mantener la atención sobre un texto mucho tiempo. Incluso los magazines y algunas revistas presentan una maquetación que hace imposible una lectura lineal y serena.
Ya hace tiempo que, aunque uso Kindle en el móvil, me di cuenta de que mi lectura sobre ese medio era muy somera e insatisfactoria. Prefiero leer, como le pasa a muchísima gente, sobre un libro o sobre papel y si puede ser bien editado, con la tipografía adecuada y los espacios y márgenes equilibrados.



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