30.10.21

Andar por caminos no trillados

"El viejo mundo se muere. El nuevo tarda 
en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos"
Antonio Gramsci

ada vez aprecio más la novela Las uvas de la ira (1939). La imagen de hoy tiene que ver con los okies, la Dust Bowl y la Gran Depresión. Reparo un instante en que la niña con muletas de la fotografía padece tuberculosis osteoarticular y la fotógrafa había padecido poliomielitis. 
Creo que ahora hace tiempo que no se ha publicado ni una novela más sobre nuestra Guerra Civil, cosa que a lo mejor puede habernos evitado algún libro de gran valor, pero en este caso es mucho mejor quedarse con la duda. El mérito artístico que tiene John Steinbeck queda obnubilado por el mérito que tiene acometer unos hechos tan recientes. Más allá de que fue vetado en las bibliotecas y de otras consecuencias, el mérito de escribir sobre los hechos presentes reside en que hay que asimilar hechos sobre los que no hay una versión ya cristalizada, opiniones consabidas, etc. No se le pide a un literato que acuda a la realidad, tan poliédrica. Tal vez son más frecuentes las ficciones, incluso las que recrean la realidad autobiográfica, que obras como A sangre fría. No hace falta recordar que las obras-producto (como las del grupo Carmen Mola) son experimentos que tienen que ver con el consumo de literatura. Es difícil encontrar en ellas más mérito que el entretenimiento o un modelo colaborativo. No encontraremos lo que se ha dado en llamar una "voz personal", algo muy atractivo para los que alguna vez hemos necesitado dar con nuestro tono.
Hay una buena parte de la ficción que acude a una crisis personal sentida como única, a lugares exóticos (y eso que los lugares exóticos cada vez están más concurridos y nos son más familiares) o a momentos de la historia a los que es más fácil acudir para mover un número limitado de personajes. Pero la realidad como materia en bruto, sin foto fija, sin descartar accidentes, es un magma duro, abrumador.
Me acuerdo de un compañero de curso de secundaria que tocaba Johnny B. Goode a la guitarra. La tocaba muy bien pero no tocaba otra cosa, y eso mismo nos pasa a muchos con la guitarra y con lo que sea. Tal vez porque da miedo  salir de los límites en que nos sentimos seguros. También porque nos regodeamos en lo conocido y le vamos descubriendo gusto a las variaciones de hacer lo mismo.
Después de una temporada en que tenía que resolver el bienestar de mi madre y asegurar su cuidado adecuado, ha llegado otro tiempo en que lo más determinante es la consciencia de estar entre muchas personas incompetentes. Hasta sabe mal decirlo porque parece arrogante y poco cristiano. Pero es así. Lo he comentado con varios amigos y algunos de ellos están igual. 
Tal vez está fallando la preparación de los jóvenes, tal vez es el efecto de que la promoción laboral sea un pudridero amiguista y nepotista. Se añora la época en que gobernaba Convergència Democràtica y colocaba los altos cargos pero dejaba la Sanidad para el Partit Socialista en la parte técnica y la Enseñanza a Esquerra Republicana. El reparto sectorial mantenía un cierto orden y apenas sobresaltos. Ahora hay muchos cargos ─una infinidad de cargos─ y cada vez menos preparación, y más confusión, y no sabes de donde ha salido mucha gente. Y la preparación la noto floja. La oferta educativa ha descendido a causa de la crisis pandémica, pero es muy superior (en número) a la que había por lo menos hace cuarenta años. Y sin embargo hasta los postgrados son "salami" en muchos casos y no añaden nada a lo que se imparte en la formación de grado.
¿Con esto de los ineptos se puede hacer literatura? Rotundamente sí. De todo se puede hacer literatura. Ojalá yo tuviera talento para ir por ese camino.

Fotografía de Dorothea Lange, 1935

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16.10.21

O tempora (notas morales)

 


a última vez que oí la frase del luterano Karl Barth sobre la música de los ángeles fue hace mucho. Creo recordar que decía, más o menos, que en el Cielo se escuchaba a Bach pero que los ángeles en sus ratitos de intimidad tocaban Mozart. Es una frase muy bonita y sugerente.
La mezzosoprano Anna Brull presentaba ayer en la radio su playlist y antes de dar paso al aria "Largo al factotum" comentó que ella nunca la iba a cantar. Inmediatamente se corrigió y dijo que era para barítono y que tenía una gran dificultad pero que ella la había cantado el otro día entre bambalinas mientras la cantaba al público en Viena un cantante que sudaba. Nunca se me había ni pasado por la cabeza que pudiera ser así, que un barítono cantara lo propio de una mezzosoprano o viceversa.
Bien pensado es de lo más normal pasar de Bach a Mozart y de Mozart a Bach, y ya no digamos que deseemos en algún momento escapar de nuestro rol y queramos probar con otro. La música precisamente nos invita siempre a ir más allá y al mismo tiempo a resistirnos, a permanecer.
Los niños juegan a ser maestros, pero no sé si los maestros se ven tentados por actuar como niños. He visto a demasiados docentes tan imbuidos de su papel como profesores que incluso en su vida social o familiar emplean un todo como de declamación y hablan más de 30 segundos seguidos del tirón.

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Hace tiempo, un compañero de trabajo me corrigió cuando yo le decía algo de Brigitta Lamoure. Me dijo que no era transexual, que era transformista. Mi confusión venia de que Brigitta, antes David, es un homosexual. Se viste de mujer, pero no de una mujer cualquiera o de algún estereotipo femenino, sino de todo un personaje que, por cierto, resulta muy simpático, fresco, chispeante.
El panorama diverso de reinonas (drag queens), travestis, transexuales, transformistas, etc., lo tengo bastante claro pero el tema suscita más que recelos y no es fácil meterse en él sin llevar por lo menos un arañazo o ser tachada de homófoba (término que no hay que dejar de señalar que tiene una etimología fallida). Vivimos en una época ─o tempora, o mores─ en que a cada paso es fácil exponerse a que nos llamen fascistas, homófobos, xenófobos, lo que sea. Dan ganas de no hablar.
La llamada Ley Trans ha irritado a las femrad (feministas radicales), cosa que ya da de sí. Si se me preguntara mi opinión, que nadie me la ha pedido, diría que hay una cuestión de fondo, que es la de querer judicializar la identidad y en algunos casos monetarizarla. Llevar algo a juicio a veces es por la aspiración de que te den la razón o de que devuelvan algo. 
Las femrad observan en la Ley Trans un trato de favor a los transexuales que perjudica a las mujeres. No conozco la Ley Trans pero no me resulta difícil creer que así es y que está manejada por los populistas. Ojalá se pudiera vivir la sexualidad y la propia identidad sin ocultaciones ni tampoco sin esa necesidad de declararla públicamente y tanto. "¿A quién le importa lo que yo haga?" sigue en pie.
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Echo un vistazo al Instagram del hijo único de una amigo del colegio. Mi amigo se divorció o separó hace unos cuatro años y me explicó un poco la situación en la que quedó al menos económicamente y contrasta mucho con las imágenes que exhibe su hijo en la red: torso desnudo, chocolatina, perfecto afeitado, islas griegas, yate. No sé mucho más por que tampoco me interesa. A veces con poca información se pueden apreciar mejor los rasgos más certeros. Las fotografías de los igers de este jaez casi siempre implican una escapada o un viaje, sin trazas de contaminación, cuerpazos, y los yates no muestran signos de vida (como ropa sucia, basura, etc.) Si no conociera el padre, diría que este muchacho es el producto de una educación pésima, sin valores. No.  Y lo malo es que esa cuenta no es una rareza, al contrario, abundan igers que lucen ese tipo de fotografías.
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Dicen que han otorgado el último Premio Planeta a la misteriosa Carmen Mola, que en realidad son tres guionistas. En algún momento en los orígenes de este blog predije, si se me permite decirlo así, que la literatura iba por ese camino. No por el de los tríos, me refiero a que cada día más iba a haber abundancia de "productos" sobre las "obras". Esto mismo ha pasado en el cine. Y el cine ya hace tiempo que trabaja para los videojuegos. Cosas como El juego del calamar tienen mucho de tragedia griega.

Otolitos de bacalao


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El miércoles compré un bacalao entero. De la cabeza extraje los otolitos, que son particularmente bonitos. Veo en Etsy que en Alaska hay una mujer que hace con ellos y piezas de minerales como la venturina bonitos pendientes por la técnica del ensartado. Los otolitos de corvina no son tan llamativos, pero también son admirables, y al parecer se usan desde tiempos de los fenicios como amuleto en el sur de España. He visto algún colgante de un otolito de corvina rodeado por un engarce de oro y hasta con una imagen de Nuestra Señora del Rocío incrustada.



 
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14.10.21

El tiempo y la verdad

 

usco el libreto del primer oratorio de Haendel (El triunfo del tiempo y del desengaño) y descubro que los personajes son, además del tiempo y el desengaño, el placer, la belleza y el consejo. Parece que lo escribió el cardenal Pamphili, pero no he indagado más allá. Con todo el mérito que tiene este oratorio, me resulta un poco espinosa la música barroca a veces y me deja mal cuerpo. La obra sufrió dos versiones más y fnalmente se ha acabado conociendo como El triunfo del tiempo y la verdad. Hay por lo menos otra obra, una pintura de Mussini, titulada El triunfo de la verdad, pero en vez de haber alegorías creo reconocer a Confucio, Aristóteles, Dante, Galileo y Newton. Sus comentaristas se refieren al grupo de astrónomos cuando describen el cuadro, pero sólo distingo a Galileo.

Las alegorías serían del gusto de la época (siglos XVII y XVIII) y representan nociones que son plenamente vigentes, aunque ya no se usen, por lo menos categóricamente. A poco que pensemos seguro que encontraríamos un manojo de nociones muy concurridas y socorridas en nuestro principio de década. No sé si está hecha una historia de las palabras como fenómenos que describen las preocupaciones y obsesiones de cada tiempo. Por ejemplo: hace unos años se hablaba de "maternidad" (para cuestionarla como aspiración) y últimamente esa palabra sólo aparece en la expresión "maternidad surrogada", sobre todo porque la actividad de las feministas radicales en este tema es muy efervescente y a lo mejor no son muchas pero hacen mucho ruido.

Recientemente, en septiembre, se publicó el libro Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou (Eumo Editorial, 2021), coordinado o dirigido por Carme Junyent en colaboración con una setentena de lingüistas que se oponen a las barbaridades del lenguaje llamado inclusivo. "Lenguaje inclusivo" sería una de esas nociones que reflejan los temas de estos tiempos. Sobre este mismo tema, Carme Junyent habló en una conferencia que se reproduce íntegramente en Youtube, en la que hace un repaso sereno, serio y ameno sobre todos los argumentos que desmontan el uso inclusivo del género, desde la propia coherencia de las lenguas hasta el hecho de que la mayor parte de las lenguas del mundo no tienen género sin que ello no sea óbice para que se desarrollen execrables discriminaciones en razón del sexo. Carme Junyent es una experta en lenguas africanas y nos brinda el ejemplo del swahili, en donde la flexión morfológica recae en la distinción entre  las personas que son "normales" y los discapacitados (lo que no hace tanto conocíamos como cojos, ciegos, sordos, subnormales, etc.). En el swahili no hay flexión de género pero hay una flexión de capacidad.

Cuando escucho por tercera vez tan notable intervención, cada vez que la oigo pienso en sí va a llegar con claridad a quienes no tienen una formación mínima sobre los universales del lenguaje (la arbitrariedad, el cambio, etc.) Hay cosas en las que a veces es mejor quedarse con la duda. De hecho, en el turno de preguntas tras  la conferencia no faltó quien se refiriera al notable avance que había representado alejarse de apelativos como "mongólico", como si el lenguaje tuviera la capacidad de cambiar la sociedad. La profesora centró bien la pelota alegando que su conferencia trataba sobre morfología y no sobre léxico, que el lenguaje no cambia nada (es al revés) y que lo que había que hacer era aceptar a los discapacitados.

No pretendo hacer un resumen sobre un discurso de una hora, simplemente acudo a él ─a pesar de ser en catalán─ para en mi modesta posición poder difundir sus mensajes tan claros y señalar cómo siguen abundando las ideas obsoletas sobre la naturaleza del lenguaje. Mientras espero que pasen de moda los zascas y el lenguaje inclusivo y la abundancia de palabrejas como "persona tóxica", etc., estoy dando un repaso al latín. Cosas.

Hace muchos años estuve estudiando algún texto clásico sin demasiada dificultad y, por si no me lo hubieran dicho ya, pronto me di cuenta de que una vez que más o menos habías encontrado el verbo y el sujeto y algún ablativo absoluto, lo difícil no era entender el sentido de la frase, sino trasladarla a nuestro atrotinado español. Las frases sencillas con las que había aprendido las declinaciones en el segundo curso de BUP se podían traducir casi sin ayuda de diccionario, Tito Livio o Julio César ya requerían más pericia. Me imagino que para traducir a Ovidio, que creo que se estudiaba en el último año de Filología Clásica, ya había que hacer un esfuerzo grande y picar piedra. 

De la misma manera que experimenté con el dibujo que algo se movía en mi cabeza, también el latín me produce unas sensaciones parecidas. Esa sensación es menor con otras lenguas vivas de nuestro entorno, sobre todo desde que se comunican entre sí tanto.

Más que evadirme, que también, el estudio del latín me permite alejarme de la polarización que hay a mi alrededor. 

***

Otro de los errores básicos que he "descubierto" últimamente es la confusión que hay entre corrector ortográfico y autocompletado. Ayer en el programa de Herrera en COPE precisamente se habló de los desastres con el corrector ortográfico del móvil cuando en realidad de lo que estaban hablando era del texto predictivo o autocompletado. Está claro que el corrector ortográfico actúa sobre los acentos o las vacilaciones b/v u otras y propone palabras cercanas gráficamente. Normalmente no se impone sobre lo que escribes. La función del texto predictivo yo la tengo desconectada desde el año 2007, cuando le pedí a un profesor universitario alemán que trabajaba con mi jefe en vez de una "copy" de un artículo, el "copyright". El texto predictivo completa conforme vamos escribiendo, cosa que no hace falta desarrollar más porque José Mota lo ha hecho muy bien.

Ah, y el autocompletado no tiene que ver con lo predicibles que son algunos monólogos.

Esperaremos que el tiempo ponga cada cosa en su sitio.

Broma sobre la función del texto predictivo

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12.10.21

Felipe VI, Juan III, Pablo I o Alfonso XIV

 

n programa de radio me da a conocer una serie de Netflix que se llama El juego del calamar y cuyo planteamiento me recuerda lo desfasada que estoy de todo ello. Ahora que la televisión pública es algo tan residual, nos queda Youtube. El buscador de Youtube es tan pérfido que no merece la pena ni detenerse en ello, pero algunas veces devuelve alguna cosa que merece la pena. Y desde hace años alguna vez paso un rato largo en ese antro audiovisual que moralmente no es mejor que el gigante del streaming. 
Hace poco encontré un canal llamado "Contos do mar", que se presenta como un proyecto de colaboración entre los concellos de Carnota, Dumbría y Fisterra, en La Coruña. Uno de los vídeos que más me ha gustado es el de la ferretería de Marichelo Mariño, quien a su vez se presenta como "filla de Xoan de Xacobo e Pepita da Pichucha". Gracias a esos apelativos le he podido comentar por teléfono a mi madre el vídeo, porque si hubiera dicho sus apellidos bien seguro que no hubiera sabido de quien estaba hablando. Dice mi madre que Xoan de Xacobo era amigo de mi abuelo, Melé. Un día le hizo una broma. Le regaló un almanaque. Mi abuelo creyó que sería el típico almanaque con una imagen de la Virgen del Carmen o el Sagrado Corazón de Jesús y resulta al llegar a su casa vio que se trataba de una chica ligera de ropa. Mi abuelo no era lo que se suele decir religioso, pero como todos los marineros ─al menos los de aquellos tiempos─ tenía un gran respeto por las imágenes religiosas y lo que representan.
El fondo del vídeo nos recuerda el documental Daguerréotypes (Agnès Varda, 1975), sobre los establecimientos y comercios de la Rue Daguerre, donde vivió la cineasta desde 1951 hasta su muerte. La ferretería sigue abierta, aunque la recuerdo vagamente. Desde 2008 no volví a Fisterra y seguramente no volveré. Marichelo nos explica que su padre vendía suministros a granel como arroz y harina, ollas, sartenes, y que también vendía aceite, chocolate, remos, zuecos, anzuelos, brincas, alquitrán, pintura, trajes de pescar (roupas de auga), etc. Los trajes de pescar eran de lino y se impermeabilizaban con aceite de linaza.
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Aún recuerdo haber ido a comprar una onza de chocolate y un panecillo, para la merienda. Mi primer trabajo de pequeña era ir a por el hielo y la leche. A por el hielo para la nevera iba con un cubo. Y a por la leche con una lechera de aluminio. No tenía ni 4 años. Después empezaron a haber frigoríficos y la leche se vendía embotellada en botellas de vidrio y había la marca RAM y la marca Letona. Los envases se devolvían a la propia tienda y si no comprabas otros con su producto, te daban unos céntimos. Cuando ibas a por fruta iban en el capazo por orden de caída. Nada de carros, nada de bolsas. 
Sería difícil volver a algunas costumbres de hace 50 años, porque el modelo de negocio de las grandes superficies y el imperio de la logística las harían inverosímiles, pero sirva como ejemplo de que nada permanece.
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No es mi pretensión apelar a la nostalgia ni a la melancolía de un tiempo pasado. Más bien me quería detener en señalar el desdén con el que se trata el pasado. Una no sabe si es peor el afán de volver la Historia a favor de las ideologías y los intereses, o ese desdén que ridiculiza los afanes de nuestros predecesores sin caer en la cuenta de que los nuestros no son menos ridículos.
Recuerdo una apertura de unas Jornadas que tuvimos en Barcelona de Documentación. Abrió las jornadas Carme Camps i Salvat, como cap del Servei de Biblioteques. Recuerdo que leyó unos párrafos de un manual de higiene medieval de nuestra ciudad y arrancó las risas del público. Pero esas risas introdujeron su conclusión de que lo que nosotros íbamos a publicar también podía ser motivo de burla en poco tiempo. Y tenía razón. Fue un golpe de efecto y cumplió con lo que se le exige a un discurso de apertura: brevedad, amenidad, adecuación y solidez. Carme Camps falleció en agosto del año pasado a los 90 años. Descansa en paz.
***
Hoy es el Día de la Hispanidad y la única forma de evitar todas las ridiculeces antihispanistas que se prodigarán en los medios es desconectarse totalmente. Ya estamos acostumbrados a  los revisionistas españoles y en los últimos tiempos se han sumado los antihispanistas argentinos y demás, gente toda que ─por abreviar─ tienen muy poca formación. Sorprenden los antihispanistas argentinos, descendientes de emigrantes españoles o italianos, que reparan en un revisionismo tan descomunalmente erróneo y populista.
Al ver a Marichelo Mariño Campos una no sabe si encaja con su equivalente en Chiclana, al igual que la pantera tiene un equivalente con el puma (si se me permite la comparación). Y la idea de la Hispanidad hay días que resulta inconcebible, apenas es una aspiración. Ya dijo alguien que había nacionalismos justificados en el pasado y otros en el futuro. Eso indica sobre todo que pocas veces se pueden resolver en el presente. España tiene una parte de razón de ser en su pasado (sin que sea el pasado glorioso necesariamente) y tiene otra parte de su razón de ser en las aspiraciones que queramos tener.
***
Demasiados politólogos y comunicólogos hay para tan pocos historiadores, en las nuevas generaciones. A los nombres del rey de España posibles (Felipe VI, Juan III, Pablo I o Alfonso XIV) se contrarrestan los apelativos de la Generación X, la Generación Y, la Generación Z y la Generación Alfa. 
***
Cuando aún vivía en la calle Aneto en el Turó de la Peira, mi madre usaba un anzuelo de calamar al extremo de una cuerda para recoger del patio de la vecina alguna pieza de ropa que se caía del tendedero. Era un anzuelo sin señuelo, apenas un plomo con 8 puntas. En gallego los anzuelos de calamar se conocen como brincas, y así queda claro en el vídeo de "Contos do mar".


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10.10.21

Así es como lo veo yo

 "Los objetos dividen la luz
que cae sobre su superficie. Pues
la luz es una caótica mezcla de radiación
electromagnética de distintas
 longitudes de onda. Los objetos
absorben una parte de esta radiación
 y reflejan la otra en nuestros ojos. La parte
 que ha sido reflejada se manifiesta entonces
 como color. Rizando el rizo, podríamos decir que
 el color de un objeto no es su color, pues el color
 muestra precisamente
aquella parte de luz que el objeto no ha absorbido"
Gerhard Staguhn


a paradoja del color, que nos hace ver en los objetos precisamente el color refractario, tal vez se encuentra en más fenómenos, incluso de nuestra propia naturaleza. Cuando me da por hacer un dibujo sé de mi falta de habilidad con el color, aunque tal vez es en gran parte por culpa de que me intimida fastidiar el croquis. Y si me mantengo en la hoja en blanco y en el grafito, mi experimento casi siempre acaba bien. Ahí también pregunto si mi inhibición con el color lejos de abrirme al espacio libre de las "radiaciones electromagnéticas" me limita al volumen, la perspectiva, la profundidad y las sombras. 
La verdad es que muchas veces cuando uso el color el resultado parece como de Walt Disney. Otras veces el dibujo me inspira hacer una transposición cromática, como la que pienso que se hace en la música. Y no me refiero a la convención que se usa por ejemplo en las llamadas novelas gráficas, donde las escenas nocturnas se conocen porque abunda el azul oscuro y el verde olivo. 
Una vez vino una tarde a mi trabajo un acuarelista, creo que se llama Alejandro Santos, con permiso para reproducir la vista de las tres colinas (Turó de la Rovira, Turó del Carmel o Muntanya Pelada y Turó de la Creueta del Coll). Creo que estuvo unas 2 o 3 horas. Cuando acabó me mostró el trabajo y me gustó mucho. Se publicó en una colección editada por el Ayuntamiento de Barcelona y de hecho era un encargo. Me comentó: "Así es como lo veo yo".
Enlazo la vista desde los búnkeres, que da una buena idea del estilo de las ilustraciones del libro, por lo menos para las panorámicas.
***
Claro está que lo del punto de vista siempre suele ser enriquecedor. Y digo "suele" porque a veces ya sabemos que puede ser un fastidio. Generalmente me "suelo" inclinar ante un buen argumento y a toda opinión que me renueve. Ya que tengo una virtud tengo que lucirla. Pero hasta esa afirmación se debilita cuando me encuentro con gente que no está dispuesta a mover sus argumentos de sitio o con gente que ─por tener los nervios mal o porque no tiene buena educación─ pasan fácilmente al insulto, al alarido o al ataque personal.

Acuarela de Alejandro Santos (vista de Barcelona desde los búnkeres de El Carmel)

Por mi trabajo también trato con muchísimas personas, de diferente condición social y  económica, de todas las edades y sexos, y de todos los continentes. Y eso que se va diciendo en los últimos tiempos sobre el empeoramiento de la salud mental durante la pandemia lo hemos observado. No tenemos ninguna duda. Por mi parte también he notado la falta de nivel.
Por suerte, desde la primera página de este blog ya tenía asumida mi propia paradoja: nadie que tenga nivel va a venir por aquí. Y los que no lo tienen, si vienen, será por poco tiempo, apenas un vistazo, ni siquiera eso. Pero, también desde la primera página, me propuse mantener una especie de postura testimonial.

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