23.12.22

Ética profética


yer un tuit que ha sido borrado planteaba la duda de si era ético [sic] tuitear intimidades sobre la muerte de un ser querido. La cuenta pertenece a un publicista con las iniciales M.G.M. y el tuit apareció en mi TL a través del comentario de una seguidora mía. M.G.M. protestaba porque ayer se había encontrado con cuatro tuits sobre la muerte de un ser querido. Cuatro tuits habría que decir sobre cuatro muertes, que no es lo mismo.

La observación era muy válida como tal, si no fuera porque empleaba con trazo grueso palabras como "duda", "ética" e "intimidad". Me supongo que el tuit fue al final eliminado por su autor porque algunas respuestas fueron airadas y su réplica peor. Me abstuve de puntualizarle lo de la "intimidad" porque algo me dijo que era mejor ver, oír, callar. Sí que contesté un tuit en que se dice "Yo no lo haría, pero aquí cada uno tiene un grado distinto de vinculación personal con esta red (u otras), o una necesidad imperiosa de recibir energía de otros."

Despejo en primer lugar las cuestiones de precisión léxica. Claramente se refería a una duda retórica, por lo categórico o incluso grosero de las réplicas y porque el planteamiento inicial ya era, como digo, tosco. La ética se viene usando como término entronizado por encima de una palabra que ha caído en desuso ("moral"), como ya señaló muy bien Victoria Camps. En mi opinión se abusa de la palabra "ética", que yo reservaría para situaciones donde actúa una conducta profesional consensuada o hay una incidencia social. La "moral" quedaría como un concepto más próximo a la tradición, a nociones en que intervienen el bien y el mal como ideas más universales. Debido a la relación de la moral con la religión, modernamente se elude casi siempre y por eso nos encontramos con un uso excedente de la ética.

Lo de la duda (retórica) y la ética fueron para mí imprecisiones menores al lado de llamar "intimidad" al ámbito de un aviso por el fallecimiento de un ser querido. Tendremos en cuenta que Twitter es una red social que es más apropiada para la política y la broma o los anuncios profesionales y comerciales, que no otras redes sociales que todos conocemos donde la amistad no es tan virtual y la exposición de la propia imagen está más aceptada. También habrá que puntualizar que no es lo mismo las indiscreciones que se cometen y que afectan a los propios usuarios y las que afectan a terceros. No es lo mismo. 

En el caso de los difuntos, la indiscreción tiene el añadido de que se trata de la vida de alguien que ya no podrá "defenderse", detalle no pequeño que también interviene en menores de edad, o en personas que no pueden contestar por lo que sea. Estará mejor tolerado un tuit en el que el usuario es indiscreto consigo mismo que un tuit en el que el usuario es indiscreto con otros.

La intimidad en general no aparece en Twitter. Lo que nos podemos encontrar es con algunos avisos que pertenecen al ámbito de la vida privada, que no es lo mismo. Yo nunca me he encontrado con un tuit íntimo y debo decir que tampoco lo espero, porque como dije es una red social donde el intercambio es de ideas y a veces de insultos, pero siempre mantenidos en la esfera de temas públicos. Está clara la diferencia entre  lo público y lo privado, y que la confusión de ambos asuntos conduce indefectiblemente a la corrupción o al escándalo. Lo íntimo es un salto más en lo privado, es mucho más privado y casi se diría que lo es tanto que parece equidistante de lo privado casi en la misma medida que lo es lo privado de lo público. 

Aunque muchos tuiteros se resistan a admitirlo, Twitter está de alguna manera emparentado con los anuncios por palabras de la prensa escrita, con los pasquines y con los avisos de las hojas parroquiales. En este sentido, parece hasta natural que las notas necrológicas hayan encontrado sitio en las redes sociales, especialmente cuando reúnen a tanta gente y son gratuitas. Como forma de difusión convendremos que es una buena idea. Otra cosa es que el aviso esté impregnado de una emotividad que pueda incomodar cuentas más austeras y circunspectas, o procaces.

Que un aviso como el traspaso de un ser querido pueda molestar a un seguidor, a mi modo de ver, es exactamente igual a cualquier otro tuit. Y lo mismo pienso de este blog y otros que del microblogging. Las reacciones a veces son bien impredecibles porque claman a resortes un tanto irracionales.

Algo verdaderamente muy llamativo y que no soy capaz de emparentar con ningún formato previo es que algunas cuentas pretenden comunicarse con difuntos. Es como si internet tuviera la facultad no solo de llegar a todo el mundo sino incluso al otro mundo o más allá, algo que está (si está) en otra dimensión diferente a la de nuestra realidad.  Es decir, no me refiero a que hay infinidad de cuentas de personas que ya no viven, sino a que los vivos se comunican con los muertos a través de sus redes sociales de internet en Instagram o Facebook. Es una de las potencias más insólitas que le reconozco a las redes sociales. Los usuarios hablan de tú a tú a sus difuntos como si la interconexión tecnológica facilitara también la interconexión entre dimensiones apartadas e insalvables.

En mi opinión, avisar del fallecimiento de un familiar no busca "la necesidad imperiosa de recibir energía de otros", o fuerza, o casito. Es simplemente honrarlo. Si alguien no se siente interesado por esa noticia, puede darle el mismo tratamiento que cuando se encuentra con un enlace a Youtube que no va a abrir o con un tuit que da pereza leer o contestar, o que resulta irrelevante.

Epitafios motivacionales

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22.12.22

"¿Cómo la ves?"


l pasado 5 de diciembre falleció mi madre, después de haber soportado a lo largo del año cuatro ingresos en el hospital. Como había venido haciendo desde hacía unos años, siempre estaba a su lado procurando su mejoría, incluso a veces alimentándola y teniendo el cuidado de su higiene. Los últimos meses de su vida los pasó en una residencia de ancianos, porque yo ya no podía atenderla ni tanto ni por tanto tiempo. La visitaba cuanto podía, teniendo en cuenta que por algunas semanas se les confinó en sus habitaciones o las visitas estaban restringidas y condicionadas por el resultado de los tests de antígenos que todos conocemos.
Casi siempre pude distinguir entre lo que fue mi incomodidad y mi desaliento ante su aislamiento, y las condiciones en las que tenía que vivir y ella sufría. A pesar de que no puedo hablar más que bien de la residencia en la que se pasó los últimos 17 meses de su vida, fui plenamente consciente de lo anómalo de que mi madre viviera en una institución. 
Mi madre había tenido poco trato con las instituciones porque apenas fue al colegio y siempre trabajó por cuenta propia excepto cuando de joven sirvió en la casa de un diputado en La Coruña, o en Barcelona en casa de los Tardà. Nunca tuvo interés en participar en ninguna organización y, por decirlo de una vez, iba por libre. Así que su adaptación fue penosa, aunque pronto adoptó una actitud de resistencia pasiva que yo creo que fue lo más inteligente porque nos exasperó lo justo para darnos cuenta de la dignidad que consiguió sacarle a la situación. 
La pena que me inspiraba cada vez que me decía que se quería morir solo se vio corregida o suavizaba porque yo hice todo lo que pude por conseguir su bienestar. A veces sólo podía peinarla, cortarle las uñas, acariciarle la cabeza, rellenarle la botella del agua, cepillarle las zapatillas, cosas así. Pero como apenas hablaba ya, yo encontraba ahí una forma de comunicación y un consuelo para las dos.
Uno de los primeros días de diciembre, una enfermera me dijo: "¿Tú cómo la ves?". La pregunta me cogió por sorpresa y me indujo a pensar, de una forma muy delicada, que a lo mejor me estaba mostrando lo que yo no veía. Otra persona sin su profesionalidad y su sensibilidad podría haberme dicho: "¿Es que tú no ves que está mal?". Yo había ido viendo que cada vez estaba más pálida, más frágil, que tenía los tobillos inflados, que respiraba poco y mal, que su maravilloso pelazo estaba debilitado, muchos signos más. Pero seguía al pie del cañón pensando que se produciría una vez más ─como habia pasado durante otras convalescencias─ el milagro de la mejoría, siempre abrupta y acompañada de buen ánimo.
Es cierto que me daba cuenta de su anemia, aunque no sabía que todo venía de minúsculas pérdidas de sangre a causa de un tumor intestinal. Y nadie más la veía. Debo decir que me sorprendió saber que otra persona de mi familia no había advertido que tenía los pies inflados, tan inflados que no se podía calzar bien. Sin embargo no es la primera vez que me doy cuenta de que no vemos lo mismo y que situaciones que a veces se nos ofrecen con la mayor claridad son totalmente imperceptibles a otras personas.
****
Sería el año 2007 cuando acudió un médico de familia a casa de mis padres porque habíamos visto que mi padre estaba obnubilado y con algo de fiebre. Tan pronto como llegó nos dijo que tenía una infección de orina, extendió una receta y se fue a otra visita domiciliaria sin apenas detenerse. Una semana después apareció en La Contra de La Vanguardia, y ahí quedaba claro que era peruano, que allí en Perú cuando acaban la carrera de Medicina se ve que los envían a hacer atención rural a zonas de la selva o de la montaña donde es improbable que haya un laboratorio bioquímico o un gabinete radiológico. Es decir, que tiene uno que basarse en el llamado ojo clínico.
Todo el armamento tecnológico y de pruebas de imagen, de laboratorio y demás es algo impresionante, escalable y muchas veces incruento, aunque está claro que el diagnóstico no puede descansar solo en esos medios. Y lo mismo aplica para cualquier profesión y oficio.
***
Estos primeros días de duelo ante la ausencia de mi madre, aunque creo (estoy segura) de que la volveré a ver, están aún impregnados por las sensaciones de los últimos días en el hospital. Gracias a que pude pasar mucho tiempo con mi madre y a que tuvimos muchas vivencias juntas, mis recuerdos alcanzan muchos años y a pesar de que prevalezca la tristeza de este año, también puedo revivir muchos recuerdos de nuestra intimidad. 
Dejo aquí una pequeña anécdota de cuando fuimos a recoger al Tanatorio de Collserola las cenizas de mi padre. Era enero de 2008 y fuimos con el autobús de la línea 102. Llegamos a la parada de las oficinas, recogimos las cenizas, que nos las entregaron en una bolsa de nylon rematada en una orilla de plástico, cilíndrica, azul marino y con un logo. Si no fuera por el logo podría haber pasado por un neceser de viaje. No identifiqué bien la parada de regreso, que era diferente de la de llegada, de manera que perdimos el autobús y le tuve que decir a mi madre: "El próximo sale dentro de una hora". Allí nos quedamos con la urna de mi padre acomodada en el suelo entre las dos. A los pocos minutos pasó un coche grande con dos personas en su interior y vi que mi madre a su paso levantaba el dedo pulgar en señal de autoestop. Le dije: "¿Se puede saber qué estás haciendo?". Me contestó: "Autoestop". "¡Pero si nunca has hecho autoestop!". Me sorprendió siempre lo alta que podía llegar a tener la moral. Llevábamos una facha espantosa, con gabanes de mucho abrigo pero nada bonitos ni estilosos. Parecíamos dos canelones. Yo creo que no nos recogieron porque no fueron capaces de reaccionar ante una estampa tan inusual para el autoestop. 

Martinus Rørbye (Vista desde la ventana del artista, 1825)

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20.12.22

Post conmemorativo o 1780


omo post conmemorativo al final de este año horrible reemprendo un test que dejé a medias el año 2008. Reproduzco la primera parte tal y como la publiqué entonces en el post titulado Mucho, poco o nada y a partir de la pregunta 51 voy contestando el resto de preguntas hasta la 99. En rojo. A mí es que los tests psicológicos en general me recuerdan a las ouijas o wijas. Como se diga. Las wijas proporcionan sobre todo una experiencia de lo inexplicable y las respuestas que se pueden obtener son también inexplicables. De todo el panorama de oráculos y de GPS espirituales que conozco, me inclinaría en todo caso por el Tarot y el I Ching. Excepto por el test proyectivo, que siempre que he tenido ocasión de probar ha demostrado su potencia, los tests no me convencen. Sobre todo no me convencen los tests de respuesta múltiple pero cerrada, en los que es obligado elegir una opción entre cuatro o tres que suelen ser variaciones de grado.
Me imagino que los tests ayudan a sus analistas a extraer unas conclusiones tangibles y sistematizables. Como dos y dos son cuatro,y cuatro y dos son seis, pues seis y dos son ocho, y ocho dieciséis. Todo controlado.
En mi mocedad formaba parte del aprendizaje habitual saber contestar convenientemente los tests de selección de personal. Perdón, recursos humanos. Una de las preguntas clave se reconocía enseguida, pero sólo si una estaba advertida y a pesar de adquirir múltiples formas. Lo que pretendía esa astuta y cruel prueba de fuego era comprobar una parte del equilibrio psíquico del candidato. Precisamente su capacidad para rendir y rendirse. En esa pregunta p.e. se le proponía al candidato contar de toda una hoja los cuadraditos pequeñitos que en vez de tener el ángulo superior derecho anguloso lo tuvieran romo. Cuando el candidato se había mirado unos 30 y veía que aún le quedaban 600 o más, si estaba en su sano juicio o simplemente era cabal desistía. Si no, seguía adelante y era descartado. Por supuesto. En realidad solo era posible resolver lo que el enunciado exigía si el candidato no estaba en su sano juicio.
Hay en internet un test de eneatipos gestáltico y prestigioso que no se deja reproducir y al que hay que responder "mucho", "poco" o "nada". Voy a reproducirlo en parte (al límite de la ley, con sólo las preguntas impares y hasta la 91 en vez de hasta la 153) y voy a contestar como verdaderamente lo contestaría, con respuestas abiertas y hasta que me canse. Creo que las preguntas no insultan la inteligencia, que ya es mucho. Están bien. Sin embargo, como están al servicio de trazar el perfil supersticioso del analizado, de encasillarlo para situarlo en unos de los nueve arquetipos eneagráficos, me inspiran más que desconfianza. Son en parte las que siguen:
·
1          
Me distraigo con facilidad y me disperso demasiado; suelo pensar que algo mejor está sucediendo en otra parte.
Ya dijo Pessoa: "El río Tajo no es más bello que el río que pasa por mi aldea porque el río Tajo no pasa por mi aldea". Es posible que lo mejor esté sucediendo en otra parte, pero a lo mejor voy yo y se transforma o empeora o deja de ser lo que era o no puede ser lo que yo pensaba. La dispersión es una forma de concentración, es cuestión de enfoque. Con gafas oigo peor.
En este mundo, por otra parte, tenemos que estar muchas veces como se está en la cocina, haciendo varias cosas a la vez.
3
Cuando tengo la razón, tiendo a defender mis posturas de forma racional, rígida y a veces un poco intolerante o dogmática.
No me empecino en defender mis posturas y no me encastillo en ninguna idea. Tampoco necesito que me de nadie la razón –a no ser cuando no la tengo- pero me gusta retomar las ideas de mi interlocutor y entronizar la mejor. Acostumbro a visualizar las discusiones como un monstruo de varias cabezas que salen de un mismo cuerpo.
5          
Me choca hablar con alguien que no parezca emocionalmente implicado.
Me es indiferente.
7
Para mí son de vital importancia las relaciones y los vínculos que puedas establecer con lo demás seres humanos.
Bueno
9
A lo largo de mi vida, reconozco que me ha caracterizado un permanente estado de alerta, que me mantiene atento para evitar que me tomen desprevenido.
Hay pocas cosas que me importen verdaderamente. Reservo mi atención para lo que me importa y encima soy optimista.
11      
Soy muy exigente y perfeccionista y siempre detecto fallos o errores, por pequeños que sean.
Mi trabajo y el de la gente con la que tengo que relacionarme por mi trabajo depende mucho de saber percibir los detalles mínimos.
13
Puedo dejar mis sentimientos a un lado, en una "sala de espera", mientras finalizo un proyecto o tarea.
Por supuesto, lo primero es lo primero. Los sentimientos son una palanca para ser mejores personas e intentar ser útiles, nunca pueden ser una excusa o un impedimento.
15
Aprecio la originalidad, el buen gusto y una estética que se salga de los cánones establecidos.
Aprecio la autenticidad, el gustito y la belleza inmortal.
17
Suelo proteger a las personas que considero realmente más vulnerables y débiles, pero no así a quien se deja pisotear por gusto.
¡Ay por Dios, qué tontería! "¿Pisotear?" Todos tenemos que ayudarnos si hay ocasión y si el sacrificio es útil. Delante de mí no permito ningún atropello o desmán. Ahí prefiero pasarme que no llegar.
19      
Fácilmente me doy cuenta de la fortaleza de las personas, además de sus puntos débiles y su talón de Aquiles.
Francamente, me la repampinfla. Allá cada cual.
21
Suelo ser capaz de ver las "distintas verdades" involucradas en un conflicto y mediar entre ellas. Cada parte me parece válida y digna de ser tomada en cuenta.
Ya lo he dicho, lo de la discusión como un monstruo de múltiples cabezas y un solo cuerpo. No nos podemos separar. Es imposible.
23      
Cuando tengo algún compromiso -social o profesional- me gusta saber por anticipado quiénes van a asistir, los motivos o temas a tratar en la reunión y prefiero dilatar la confirmación de mi asistencia.
No me gustan los compromisos, pero si decido participar prescindo de todas las circunstancias que lo rodean y ocupo mi lugar ni más ni menos.
25
Con cierta frecuencia mis amigos me recuerdan lo exigente que soy conmigo mismo.
Mis amigos nunca harían una cosa así.
27      
Encuentro excitantes y me llenan de vitalidad y energía los proyectos nuevos y las ideas innovadoras.
No. Pero me afectan los prejuicios.
28
Soy muy fácil de complacer y normalmente creo que lo que tengo es suficiente.
No pido nada. Virgencita déjame como estoy. Valoro mucho el poder dormir y comer en paz y sin sobresaltos.
31      
Disfruto estando en acción en el campo de batalla, sorteando todo tipo de obstáculos o desafíos que me pongan enfrente.
Ay qué risa. Sí, como Juana de Arco. Mi vida no es tan importante ni valiosa.
33
A pesar de ser aceptado por un grupo, es difícil sentir que realmente pertenezco a él.
Prftt
35
Cuando hay que tomar decisiones rápidas actúo en forma brillante y eficaz.
¡Qué remedio! Como dicen las folklóricas, "sólo se vive una vez".
37
Los demás me ven como alguien tolerante, afable y nada complicado, con quien suelen sentirse a gusto.
A veces sí, a veces no. Según quien sí, según quien no.
39      
De vez en cuando me juego la vida o tomo riesgos sólo por el placer de hacerlo y de sentir la sangre corriendo por mis venas.
No, ya es bastante emocionante como está.
41
Estoy orgulloso de esforzarme por corregir mis errores y ser cada día un poco mejor persona.
¿Con referencia a quién? ¿A mí, una gota de agua en el océano de las gotas de agua? ¿Orgullo?
43      
No acepto las grandes teorías ni respeto a los grandes gurúes, confío más en la experiencia del día a día.
Por favor.
45
Siento el anhelo y la añoranza de algo inalcanzable.
Yo soy mi buena suerte, como dijo Walt Whitman, pedazo de poeta.
47
Siento rabia y frustración por no alcanzar el grado de calidad o nivel de perfección deseado.
Ver respuesta 41.
49      
Sé mantenerme con muy poco, resguardando aquello que pueda servirme a futuro, en especial datos e información relevante.
Hala, ¡propuesta híbrida donde las haya! Tiene dos partes. Sí a la primera y no a la segunda.

___

51
No me gustan demasiado las conversaciones íntimas porque podrían develar aspectos no tan destacables de mi personalidad.
No me gustan demasiado las conversaciones íntimas porque son una pesadez. En general lo acertado es tratar temas que interesen a nuestro interlocutor, un solo tema y el presente, como diría Aristóteles en su Poética. No hay nada destacable en mi personalidad.
53      
El poder es algo que me atrae mucho; soy fuerte y sé mantener mi posición y manejarme en entornos hostiles.
Otra vez la pregunta propone dos temas. El poder establecido tal y como lo conocemos estos días es algo repugnante porque se impone incluso contra la razón y no digamos la justicia. Manejarse en entornos hostiles muchas veces supone no ensuciarse, no reaccionar y manejar una resistencia pasiva.
55
En la vida es muy necesario contar con algo o alguien más fuerte que uno mismo en el cual podamos apoyarnos y obtener ayuda.
Dicho así parece algo un poco mezquino. Contar con algo o alguien más fuerte es importante, es una inspiración además, pero no como refugio al que acudir en caso de necesidad. Estoy pensando en personas que nos ofrecen un modelo de conducta, en la naturaleza, en la Sagrada Familia y el ser supremo que nos creó.
57      
Suelo darle muchas vueltas a las cosas, pero esto no siempre consigue evitarme la incertidumbre que normalmente me acompaña.
Suelo no darle muchas vueltas a las cosas. Hay que considerar los posibles puntos de vista y los resultados posibles, ajustarse a lo que razonablemente se puede esperar de una situación y si la podemos evitar o nos vale la pena. La incertidumbre rara vez nos traerá sorpresas y aunque exista tenemos que acostumbrarnos a vivir en ella.
59
A veces me siento esclavo de la imagen que proyecto, obligado a preservar la apariencia de que en todo me va muy bien.
La propuesta más sorprendente de las que en este test lllevo leídas. La apariencia no interesa y rara vez se transmite sin que ─aunque sea subliminalmente─ se perciba la verdad. Cuanto más se persigue guardar una apariencia más evidente es la realidad.
61      
Me considero un gran observador -objetivo y profundo-, capaz de percibir cosas que los demás no ven o ignoran.
Pues sí, soy una buena observadora, porque miro y miro y vuelvo a mirar, en varios planos, y la vista se educa en los relatos.
63
A veces me resulta muy difícil diferenciar mis verdaderos sentimientos de la imagen que proyecto a los demás. 
Remito a la respuesta 63. Añado que últimamente he percibido con toda claridad que algunas personas proyectan sus propias vivencias en mis explicaciones y aunque digas "la casa es verde", como están pensando "la casa es amarilla", oyen "la casa es amarilla". En materia de proyecciones creo que todo es posible y soy demasiado quisquillosa en este sentido como para no protegerme ante estas situaciones y evitar el diálogo si no tengo la seguridad de que se ha entendido bien "la casa es verde".
65      
Los demás dicen que me encuentran un tanto trágico o encerrado en mi mundo; pero me parece que ellos no comprenden la profundidad de lo que realmente siento.
Evito todo lo que tiene un tufillo tráfico y no digamos dramático, prefiero tratar con personas que intentan trasmitir sus experiencias tal y como las viven sin recurrir a los espumarajos sentimentaloides y a formatos que entran dentro de los sofismas patéticos.
67
Puedo agotarme mentalmente por completo si no consigo estar un tiempo a solas.
La soledad es necesaria para muchos de mis quehaceres, y la soledad me proporciona el espacio necesario para nutrir gran parte de mis aficiones. El trato con las otras personas es muchas veces grato, pero también es grata la soledad. Hay que buscar siempre ese equilibrio. No es sana la soledad total como tampoco lo es el estar siempre socializando y buscando compañias.
69
Generalmente, ajustarme a las normas que la sociedad exige me impide mostrar quién realmente soy.
Las normas de la sociedad son tan innumerables y a veces descabelladas, que hay que dedicarles la atención suficiente para no incurrir en faltas o delitos, pero nada más. Me muestro como realmente soy con personas de mi confianza, con el resto de las personas me comporto de acuerdo con lo que se considera educado.
71      
Me gusta estar al mando de las situaciones para no someterme al control de los demás.
No me gusta mandar ni que me manden. En general cuando me encuentro con un buen profesional le confío mis temas y me olvido de tomar según qué decisiones. Cuando en alguna ocasión he tenido que seguir las instrucciones o las órdenes de alguien que sabía menos que yo, lo he pasado algo mal, pero intento incidir sin que para ello de a entender que considero incompetente a quien me da las órdenes. 

73
Reúno y acumulo información pero sólo en contadas ocasiones me siento preparado para pasar a la acción. Soy un gran teórico con muchas reservas al momento de enfrentarse a la realidad.
Lo más importante es, una vez que nos hemos informado hasta cierto punto, pasar a la acción pero sin florituras ni demostraciones. Hay situaciones que son improrrogables o ineludibles, y hay que actuar incluso sin estar bien preparados. 
75
Muchas veces en medio de una confrontación sale a relucir la verdad, por eso en ocasiones es necesario apretar ciertas tuercas para que se muestren los verdaderos intereses.
Solo hay que señalar de forma que nos entienda quien pretende aprovecharse de nosotros. No hace falta más que sugerir y conseguir hacerlo de la forma más comprensiva posible. Siempre se está a tiempo de ser más hostil.
77
Prefiero no alterar el curso de las cosas dando mi opinión, en su lugar prefiero amoldarme al pensamiento general de las personas que me rodean.
No creo que pueda alterar el curso de las cosas dando mi opinión ni tampoco creo que haya que amoldarse al pensamiento general de las personas que me rodean. Simplemente me hace reflexionar y tomarlo en consideración, pero para eso no hace falta amoldarse.
79
Las decisiones difíciles o los cambios importantes pueden llegar a nublarme o incluso paralizarme.
No, más bien tiendo a activarme.
81
En una conversación animada generalmente soy un observador y oyente callado; suelo reservar mi participación a las cuestiones significativas.
Sí, a mi modo de ver, las personas que participan demasiado son unas pesadas. A no ser que verdaderamente sepan mucho de un tema. Prefiero participar con pocos elementos pero que puedan ser de ayuda para aclarar o para incluso reconducir.
83
No me gusta mirar demasiado en mi interior, cuando lo hago suelo encontrarme con una sensación de vacío y dolor que me hace refugiarme externamente en el placer para evitarlos.
El interior no está vacio ni resulta doloroso. En el interior es donde se fragua la pureza.
85
Constantemente estoy haciendo planes divertidos y excitantes para que el futuro resulte incluso mucho mejor que el presente.
Jamás.
87
Soy muy independiente y poseo la energía suficiente para llevar a cabo proyectos llenos de intensidad.
Sí, veo con toda claridad hacia donde me interesa conducir mi energía, y la gran intensidad de mis proyectos reside en su dificultad y en que exigen tiempo y pureza de intenciones.
89
Soy una persona de 'Todo o Nada', no me interesa guardar las apariencias ni caerle simpático a la gente.
Soy una persona de Veamos a ver. Claro que no me interesa guardar las apariencias. La educación y las normas de convivencia están para la gente difícil. No me importan las apariencias porque tampoco veo interés en mostrarme. Simplemente me muestro con la gente que tiene mi confianza y que considero que son personas significativas.
91
Soy muy dramático y temperamental; parece como si estar alegre por mucho tiempo no congeniara con mi estilo de vida.
El melodrama y la exageración, los desbordamientos sentimentaloides me repugnan moralmente. Mostrar un carácter equilibrado y moderado con signos de cortesía es lo mejor. Todo lo demás es molesto.
93
Sé lo que se siente experimentar una profunda soledad, a pesar de estar rodeado de muchas personas.
No me siento sola, aunque sé que todos estamos muchas veces solos o con desconocidos. La vida ayuda.
95
Soy una persona de sólidos principios y con mucha frecuencia tiendo a evaluar los hechos o las personas en términos de "bien" o "mal".
Hay que tener unos principios y depositarlos en no hacer daño a los demás, en no perjudicarlos ni quitarles su alegría.
97
La gente suele acercarse a mí en busca de un confidente que les aporte comprensión, compañía o una palabra de aliento.
Puede ser, pero yo no hago nada por ser así. Supongo que confían en mi comprensión y en mi reserva.
99
Me esfuerzo mucho por parecer sencillo, natural y espontáneo.
En lo único que me esfuerzo, pero no me cuesta mucho, es en mantener la calma y no responder al mal con mal. Lo demás me parece una pérdida de tiempo, todos nos damos cuenta de cómo son las personas que nos rodean, a la corta o a la larga.
[...]
Contestar un test como lo he hecho es algo que hacía tiempo que tenía ganas de hacer.

Alphonse Bertillon, Identification anthropométrique (1893)

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