Susan Alexander Kane: I don't know many people.
Kane: I know too many people. I guess we're both lonely.
Citizen Kane
Y yo conozco gente incluso más vieja que yo (que ya es decir) que va cada semana al cine ─salas comerciales─ y que ha visto dos veces Oppenheimer que aún no ha visto Citizen Kane (Herman J. Mankiewicz, Orson Welles; 1941). Parece inverosímil que una película que en la actualidad se disputa uno de los primeros cinco puestos de la mejor película de la historia del cine haya pasado por alto a muchos cinéfilos.
No creo que tenga importancia dilucidar qué película es la mejor, eso es algo que tiene que ver con las liguillas y me despreocupo. No me impresionó gran cosa Dunkerque (Christopher Nolan, 2017), precisamente por lo que pretende impresionarnos, y por lo tanto me evité ver Oppenheimer, que además es larguísima para mi gusto. Es una opinión personal y no pretendo convencer a nadie. Sobre Dunkerque añado que la insufla un patriotismo británico que no sé si a causa de la leyenda negra de la que se han servido contra lo español o a causa de que no me consigue inspirar simpatía, me resulta hasta fastidioso.
Recientemente he repetido con Senso (Luchino Visconti, 1954) y me ha ido bien porque apenas recordaba las escenas de la batalla que aparecen hacia el final, durante la ocupación austriaca del norte de Italia. En Visconti prevalece un cierto desorden, una cierta forma de rellenar la escena para que se forme una composición con mucha influencia de las escenas teatral y operística. Nolan cuenta con el sensurround y añade al grano una dureza que es el extremo opuesto a la densidad y el claroscuro viscontiniano. Y sin embargo Visconti contaba con una paleta amplísima de colores, tonos, reflejos y sombras. En el maestro italiano el frufrú de un vestido de seda o el arrebato de un abanico eran más elocuentes que el fragor decibélico de una descarga de Nolan, quien seguramente ha podido usar una tecnología que en los años cincuenta ni se podía imaginar.
Pienso que pueden convivir, como pasa en una ópera de Wagner, estímulos casi imperceptibles al oído con ataques que hacen temblar una sala de audición hasta sus cimientos en pro de sentimientos patrióticos o de ideas mezcladas con terror, inquietud, ansiedad.
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Una de las ideas que se nos imponen estos días es la de la soledad. Y sabemos que no hay soledad tan grande como la de verse rodeados de miles de personas ajenas a lo que se nos ocurre. En la gazmoñería típica del espíritu "navideño" ─ahora voy a hacer un poco de Mr. Scrooge─ una de las ideas que se imponen es la de "acompañar" a los ancianos que están solos en sus casitas o en las residencias geriátricas, o pensar en los que no tienen un hogar o viven en situaciones paupérrimas.
No sé cuánta vida le quedan a los memes navideños y a esas postalitas reenviadas muchas veces por Whatsapp, ya que la gente ni siquiera se toma la molestia de enviarlas y las reenvía.
Recuerdo en los principios de la popularización del correo-e cuando se usaban fondos con estrellitas o escenas campestres y letras de color fucsia, y yo pensaba que no podía haber nada más pueril y ridículo, y me veía arrojada al compromiso de tener que aparentar que todo iba bien y que ese despilfarro de metralla cursi me pasaba desapercibido. Ahora apenas se reciben correos-e y es raro que alguien emplee los tipos de letra ni nada que se le parezca.
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La frase con la que empiezo el post es acertadísima. Todos sabemos que podemos estar rodeados de mucha gente y sentirnos solos. También podría decirse que muchas veces al estar solos se está muy bien, porque podemos ver con más claridad y si sentimos la paz es ideal. Hace muchos años que no siento la soledad y sin embargo sé lo que es alegrarse al reencontrarme con alguien querido o no tan querido.
Sé que hay personas que no pueden estar solas, que les sobrecoge un terror inmanejable, y supongo que es por eso por lo que hacen cualquier cosa por no estar solas. Y se nota.
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Mis seres más queridos han muerto y se podría decir además que ya lo tengo todo hecho. Estoy en paz. Nadie que crea en Dios puede sentirse solo. Laudate omnes gentes, laudate Dominus.