31.3.13

Espaseria

Ayer me lamentaba de que los porxos Vidal-Quadras están afeados por el mobiliario urbano y alguna terraza que otra de bar parapetada en los soportales y rompiendo la perspectiva. Hoy a cambio alabo el acierto de la calle Espaseria (nombre claramente medieval), que permite ver desde la otra punta del Pla del Palau el campanario de la Basílica del Mar. Los arquitectos que hicieron la Fuente del Genio Catalán tampoco la interpusieron; a ver si los urbanistas actuales aprenden. Una lástima que no se cuiden las perspectivas. Así nos va.

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La página en blanco

“El medio mejor para hacer buenos a los niños es
 hacerlos felices” 
Oscar Wilde

yer leí la entrevista del ABC Cultural a Carme Riera, que pronto pronunciará el discurso de su ingreso en la silla n minúscula de la Real Academia. Entre otras muchas cosas, hablaba de su infancia y de su libro autobiográfico Temps d'innocència. Reparé especialmente en ese tema porque por la mañana había estado dándole vueltas a la infancia de los escritores y a que no hay muchas imágenes. Tal vez ahora cualquier niño es fotografiado a diario, por no decir constantemente, pero hubo un tiempo en que ni siquiera existía la fotografía. Ayer por cierto vi parte de la Liturgia de la luz en la TV y por segundo año consecutivo me fastidió no quieran saber cuanto ver como durante el bellísimo ratito de tinieblas en San Pedro se podían ver claramente los disparos de los flashes y el resplandor de las pantallas de los móviles. Poca gente conoce la Liturgia de la luz de Pascua, por razones que ahora no son al caso, así que por su rematada belleza les invito vivamente a que el próximo año vayan el Sábado de Gloria a cualquier parroquia y que participen en ella. Se supone que cuando en el templo a oscuras desfila el sacerdote con el cirio pascual, del que se van encendiendo las velas de los fieles, se canta tres veces "Lumen Christi", a lo que la asamblea responde "Deo gratias". La tercera vez el tono es ligeramente un poco más alto y se prenden las luces todas del templo. Así que interferir la liturgia en tinieblas, en recogimiento, con esas salvas de flashes me parece además de irrespetuoso y muy garrulón algo muy reprobable.


El Domingo de Ramos me pasé por la Iglesia de San Agustín, barroca. Además de esa particularidad la de ser barroca, es sede canónica de la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena, y allí están depositadas sus imágenes. Tengo que volver con más calma, cuando no haya culto, para ver el Niño Jesús de Praga que parece de tómbola y otros elementos de la religiosidad popular que allí se acumulan, pero ahora me voy a centrar en el jaleo que había el Domingo de Ramos en San Agustín. Hay que decir que allí siempre que entré en los últimos años me encontré con cosa de 1.500 filipinos y que ofician en tagalo. Hace muchos años también les hacían misa en la Basílica del Mar, pero de noche. En el presbiterio de San Agustín hay una especie de pantalla de karaoke en inglés que solo me hace más incomprensible saber la dinámica de la parroquia. Les digo que quisiera averiguar más. Ahora solo dejo dicho que el follón que había no era menor que el que hay en la Estación de Sans a finales de julio o principios de agosto. 
La página en blanco, el silencio, son necesarios para hacer pie sin apenas emborronar. Nunca he entendido el terror de la página en blanco, a no ser que se refieran a ella los que no la conocen desde el lado adecuado o pecan de audaces. Ni siquiera en mi torpe iniciación en la ilustración botánica he sentido en ningún momento ese terror ni nada que se le parezca. No hará falta decir que mi papelera está como los chorros del oro, también la virtual. Sí, probablemente desecharía mucho de lo que escribo, pero eso sería tanto como admitir que el resto tiene más valor, que no.
No les resultará inusual que les hable de la identidad entre los escritores, que son como una familia, aunque no se hayan tratado o podido tratar. Los parentescos funcionan en un nivel que ensancha las ridiculeces de nuestra vida social, especialmente la de la literatura, sometida a apadrinamientos y otros servilismos por reciprocidad o sumisión. El marqueting llega donde no llega el talento.
Aún menos inusual les resultará recordar aquello de que la infancia es una patria (Rainer Maria Rilke). A veces, tal vez bajo la influencia de mi contemplación de las flores, veo a cada cual de nosotros como una semilla que puede florecer, dar frutos, malograrse, conservarse en el seminario o no. Digo esto  y suena en la radio como una salmodia meliflua la voz del gestáltico Joan Garriga, que oigo como oiría a un entusiasta preconizador de las semillas transgénicas, con personas alteradas morfológicamente según la última moda psicológica para que sean todas como esas rosas de frigorífico y los tomates tan iguales que no saben a nada. 

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29.3.13

Tantos tontos

"Por aquel entonces poseíame la afición al teatro, 
afición platónica, porque mis padres nunca
 me habían dejado ir, y se me representaban
 de un modo tan inexacto los placeres
 que procuraba, que casi llegué a creer que cada
 expectador miraba, lo mismo que en un estereoscopio,
 una decoración que era para él solo, aunque igual a las
 otras mil que se ofrecían, una a cada uno, 
el resto de los espectadores"
Marcel Proust, Por el camino de Swan

o bueno de hablar con la gente es que siempre se pueden tener otros puntos de vista. Claro está que con algunas personas todo es tan previsible y tienen las conexiones sinápticas tan petrificadas o simplificadas que no tiene interés ni aliciente mantener conversación alguna -más allá de lo que dicta la mera convivencia- e incluso hay que evitarlas en lo posible. Creo que fue este verano,  mientras descansaba en el salón-comedor de mi madre, viendo "Autopista hacia el cielo" (1984-1989), aquella serie televisiva donde Michael Landon hacía de ángel enviado a la tierra junto a Victor French. Ya es bastante desconcertante que los actores que habíamos visto como vecinos en "La casa de la pradera" (¿1974-1983?) los veamos más o menos igual pero en otros contextos dramáticos y en otra época, como para además ser totalmente descolocada por algún comentario de mi madre. En un momento dado, una pareja madura, que se había distanciado porque él estaba muy dedicado a su hijo en coma, se reencuentran tras un tiempo de separación. Se les ve en un acantilado recuperando el tiempo perdido, la mar de amartelados, y de repente mi madre dice claramente: "Ahí tiene que haber mejillones". Ella a lo suyo.
Hoy, a cambio, hemos visto una de esas películas de la historia sagrada, "In the beginning" (Kevin Connor, 2000). Cuando  se llega a la escena de Putifar y José, hijo de Isaac y Raquel, mi madre ya hacía rato que había perdido el hilo y no es de extrañar y se pensaba que Isaac aún era Abraham. Pues bien, cuando Moisés se despierta y ve la zarza en llamas, mi única madre me dice: "Se le incendió el único árbol que tenían". Estas películas la verdad es que ganan mucho con estas observaciones porque ya no me impresiona ni el éxodo del pueblo elegido por el Mar Rojo ni las siete plagas ni nada. Reparo como mucho en el tocado del faraón, o el parecido de un general con Falete y en las plumas de avestruz que portan los esclavos; todo lo demás ya me aburre.
A estas alturas de la vida una ya está un poco cansada o aburrida, la verdad, de oír siempre los mismos argumentos tan desgastados, abusados e irrecuperables. Además llega un momento en que todas las personas que no nos hemos conformado con la indigencia cultural, que nos hemos resistido un poco a la pereza mental y demás, descubrimos que hay gente que se supone que tiene su formación universitaria o casi confunde no ya los chinos con los japoneses, sino incluso a los indios con los magrebíes y ya no digamos la velocidad con el tocino y el culo con las témporas. Además del punto de vista hay más cuestiones, la de la "petrificación", palabra que reencontré hoy en mi relectura de Proust.
Uno de nuestros autores preferidos franceses acabaría sabiendo qué era el teatro. Y a pesar de las comedias de errores o de alguna escenografía vanguardista o experimental, de las que eliminan paredes o por el contrario las añaden donde no las habían, el teatro sigue ofreciendo un punto de vista dominante que pretende atraer y magnetizar la atención del espectador. La libertad de los sentidos en la calle es tan abrumadora que aunque estemos pendientes de que no nos atropelle ningún ciclista o no nos roben los descuideros, o de lo que oímos en el MP4, siempre recibiremos muchísimos estímulos. De ahí que me parece imposible que desaparezcan las procesiones. Entre otros motivos, por su eficacia dramática.
Hoy me pareció ver en un edificio en la Avenida del Paralelo un señor que desde su balcón hacía fotos. Para tener la certeza le he hecho una foto al edificio y luego al magnificarla he comprobado que efectivamente estaba haciendo una foto. No a mí, ahí está el asunto. No comprendo cual era su punto de vista y si hacía fotos de la calle porqué las hacía tan abiertamente. O, mejor dicho, su punto de vista sí está claro, pero no su objetivo, que eso en materia de opiniones (volviendo al principio del cuento) también tiene su aquel. ¿Por qué se adopta un punto de vista y no otro? La mayor parte de las veces es cierto lo que dice la sabiduría popular de que se critica aquello de lo que se adolece. No es fácil.
Algo que me tiene totalmente desconcertada es lo de las direcciones de las calles. No me refiero a si son de subida o de bajada, a cómo van los números o la ruta de los autobuses y demás. Me refiero a que, por ejemplo, cambia mucho hacer las Ramblas desde la Plaza de Cataluña hasta las Atarazanas o hacerlas al revés. Aparte de que en la última opción hay una ligera subida, cambia la luz, cambia la afluencia de la gente, e incluso el tipo de gente que sube o baja. No sé si sirve por toda explicación una foto que tomé este mediodía desde el mismo punto de la Gran Vía. Es decir, parecería que tendría que parecerse más lo que dejaba atrás a lo que pasaba adelante. Pues algo sí, la verdad, pero la sensación es tan distinta que sobrecogida opté por tomar el metro.


Gran Via con Calle Urgel

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Otra cámara

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28.3.13

La Filología en dos tardes


"Para mentir se necesitan dos: uno que mienta y otro que crea."
Homer Simpson



yer me acordé de "The Itchi and Scratchy movie", que son los dibujos animados que a veces vemos en esos otros dibujos animados, "Los Simpson", dentro de la serie "Krusty el payaso". La serie trata sobre un ratón azul (Itchy) que siempre está intentando matar a un gato negro (Scratchy) y es como una parodia de "Tom y Jerry". En la Wikipedia se dan muchos datos sobre este modelo de la ficción en la ficción y sobre este ejemplo de lo que da de sí la industria de la animación con criterios poco edificantes. Me acordé porque hace cosa de cuatro años le sugerí a una porteña si la palabra que ellos usaban para referirse al "escrache",  para la que no encuentro equivalente en el español europeo, no tendría alguna relación con el inglés scratch ("rascar, rasgar"), habida cuenta de que el lunfardo se nutre de "materiales" de diferentes procedencias. En la lengua o en las lenguas, lo mismo nos encontramos -mal comparado- muros de mapostería (los hechos con piedras de diferentes tamaños) que en opus testaceum, puesto que la tendencia natural de todas las lenguas es la de regularizar todo. Ana, la psiquiatra porteña, ferviente opositora de los dominadores estadounidenses, convino que bien podría ser que fueran palabras emparentadas.
Ayer encontré en el muro del Facebook de una amiga el comentario que reproduzco íntegro a continuación y que de alguna manera si no demuestra sí ilustra el significado original de la palabra:


Tomo del primer diccionario de lunfardo que me encuentro sin mucho buscar un retazo de varias palabras en su desorden alfabético:



Así que bien puede ser lo que señalaba la señora de Facebook, que la palabra se ha ido independizando de sus significados originales, y ha llegado a nuestra orilla junto con una estrategia activista que cuenta con simpatizantes y con detractores, pero siempre sin haber perdido el espíritu de la onomatopeya. La discusión, a cuento del escrache de González Pons, como suele ocurrir últimamente con casi todo, se ha salido de su justa medida y cualquier opinión al respecto ya está matizada por ecos y reverberaciones partidistas bastante distorsionantes, medio en el que no se realzan las precisiones filológicas sino todo lo contrario. Es como hablar del arte del destazado o del templado de una navaja o la ergonomía de sus cachas, cuando el tema es un descuartizamiento criminal y alevoso con ensañamiento psicopático.
Pero, siguiendo con otras pequeñeces, también reparo en algo que noté ayer referente a unas declaraciones de Marta Rovira (portavoz de ERC), que trascendieron a través de "La Vanguardia". Se trataba de la pregunta que plantea su partido para la consulta soberanista, que "La Vanguardia" tradujo literalmente "¿Usted cree que Catalunya debería ser un Estado independiente?". Me extrañó que la traducción empleara la forma "debería ser" y comprobé en la fuente (Vilaweb) cual era la forma original, que resultó ser 'Vostè creu que Catalunya hauria de ser un estat independent?'.  Y esa forma me concordaba mejor con lo que está en mi competencia lingüística de catalanohablante. "Deu ser" es una forma tan correcta como "ha de ser" o "té que ser", pero aunque son expresiones equivalentes no son idénticas.  Tal vez las diferencias no están tan connotadas como en las formas con las que cuenta otro idioma, el inglés, para sugerir, impelir, etcétera, pero algo hay. Por lo general en un nivel Intermediate se nos exigirá que nunca empleemos el must como si fuera una construcción con would, mucho más obsequiosa y blanda o polite.
Pero, claro está, lo más llamativo de la trabazón de la frase es que va introducida por el verbo creer, verbo unívoco donde los haya,  que no obstante apela más a la emoción que a la razón, que mezcla la voluntad y el deseo. La frase está pergeñada de manera que la recorren dos impulsos, el de creer y el de haber. Es algo menor -de pequeña filología- en lo que yo vengo reparando desde hace unos años. Después de satisfacer un test psicológico de cosa de 250 preguntas o más, le hice notar a un psicólogo que la mayor parte de las preguntas tenían dos partes, una que apelaba a la impulsividad y otra a la razón, de manera que bien podía contestar -por volver al ejemplo- a creer como a haber. Esta cisura no sería tan evidente si se hubiera empleado la fórmula "Está usted a favor" o cualquier otra forma tan operativa como la de "creer" pero con una función más incidental.
A todo esto,  para mí, sin entrar en más razones y respetando las que puedan tener los demás, la pregunta no deja de ser como un mal koan, esto es aquellas preguntas absurdas que los maestros del zen sugieren a sus alumnos para comprobar sus progresos en el arte de soslayar todo pensamiento ilusorio. Un clásico de estos enigmas o adivinanzas es que el maestro dé una palmada y pregunte al alumno cómo sonaría con una sola mano.  Marguerite Yourcenar abre su autobiografía con un koan: "¿Qué cara teníais antes de que vuestro padre y vuestra madre se hubieran conocido?" ("Quel était votre visage avant que votre père et votre mère se fussent rencontrés?"). Pues eso. Hay preguntas sin respuesta, respuestas sin pregunta y luego hay por último preguntas como las que les dije. Aquellas.

Autorretrato de Arthur H. Fellig "Weegee"

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26.3.13

Bic naranja, bic limón

uve la suerte de poder conocer el Fauchon de los años 80, que no tiene nada que ver con el de los años 90 y ya no digamos con el actual. El Fauchon que yo conocí aún tenía productos frescos y dejaba imaginar sin esfuerzo el que escasamente hacía el magnate Niarchos para hacerse llevar sus productos por helicóptero pienso que a Zurich, que es donde vivía o moría, según se mire.  Recuerdo que el negocio ocupaba una de las esquinas de la Place de la Madeleine y que solo entrar se veían apiladas en perfecto orden unas manzanas y unas judías verdes y unas naranjas además de otras verduras, frutas y hortalizas. Ahora todo son tés, foiegrasses, champagnes, vinos y chocolates, todo envasado como si fueran perfumes. Aunque era un colmadito selecto -las judías verdes eran por ejemplo de lo mejor de Tanzania-, aunque los productos estaban expuestos como si fueran diamantes, emanaban la belleza, la frescura y hasta algo del olor de los productos naturales. Para mí fue una alegría comprobar que las naranjas expuestas eran españolas y verlas allí todas alineadas y enceradas con parafina, abrillantadas, me hizo sucumbir a aquel júbilo cordial y nostálgico en el que caen el emigrante, el exiliado y hasta el turista cuando encuentra algo familiar.  Para muchos de nosotros, los que no creemos o no sentimos las glorias deportivas, el orgullo resiste ahí y en los momentos en que la dignidad está socavada, poco más.
El actual Fauchon ya no recuerda en nada el colmado que fue sino que parece cualquier cosa, desde una tienda de moda para anoréxicas y pasadas de maquillaje hasta un plató de algún programa inclasificable. En De Luca es posible encontrar alguna sensación relacionada con los sentidos, en Fauchon es tan indirecta, tan mediatizada por etiqueta, tarros y decorados, que es imposible recordar el origen de los alimentos y solo queda una vaga noción no ya de la lluvia y la tierra sino del canto de una nube neozelandesa de un meme. Y en el caso del hígado de pato se agradece, claro está.
En mi tercer viaje a París aún pude comprar una manzana, que me comí en Versailles, y es la mejor manzana que me he comido en mi vida por el momento. No estoy segura de que fuera una Granny Smith, pero era verde y ácida. La mejor naranja la he comido en Valencia, aunque no dudo de que se coman las mejores naranjas valencianas en Londres por decir algún sitio.
Está ahora la vida comercial plagada de franquicias, y sus establecimientos no tienen ningún interés para mí precisamente porque están como si dijéramos desalmados. Todos son iguales, aquí o en Turín unas tiendas de la misma firma son más parecidas entre sí que a ellas mismas. Aunque la via Condotti siempre tendrá su aquel romano y la rue Royale también siempre tendrá una horlogérie Milliaud Ludovic auténticamente antigua y no afectadamente avejentada por sus escaparatistas, todas las tiendas de lujo se parecen tanto, que no se pueden parecer más. 

Balthasar van der Ast (1620)

Los bazares de los chinos también guardan mucha semejanza entre ellos, como si fueran oficinas bancarias de la misma entidad. Se dirá que responden a una fórmula sobre la que pocos cambios se pueden introducir, y a base de unos productos que no se dejan más que ser mostrados como lo son, en formación de anaquel y todos juntos, por colores, bajo algunas nociones de feng shui de toda la vida, el que se adquiere casi sin darse cuenta.
Me acuerdo cuando se retiraron las tiendas de animales de compañía de las Ramblas, aunque hay que hacer la salvedad de que el concepto era amplio porque se habían visto camaleones y aquellos pájaros exóticos que son insoportables. El Ayuntamiento de Barcelona, que estaba tan enamorado de su "marca" y de los mobiliarios urbanos y de las señales -que es imposible hacer una sola foto de la ciudad evitando las papeleras, los postes o cualquier elemento del verjurado urbano omnipresente- veló para que a cambio de los puestos de canarios, periquitos y ranas, no hubieran gitanas, banderillas y sombreros de mariachi, camisetas de Superman y demás souvenirs. Así que ahora tenemos unos puestos, todos iguales, que ofrecen más o menos todos los mismos productos y con un personal que claramente está asalariado. Se dirá que es mejor el olor de caramelo, ese que le echan a los crêpes y a los gofres, que el 
de las tortugas y que las tazas inspiradas en motivos del trencadís modernista es mejor que los abrelatas con faralaes, pero al final todo acaba siendo lo mismo.
Estos días fue noticia el escrache que le hicieron a Esteban González Pons, término que yo encuentro totalmente acertado porque la procedencia de la práctica es argentina. Aquí somos más dados al linchamiento, el abucheo y la damnatio memoriae o hasta el ninguneo. Los activistas que se mueven en la celebración de cumbres y demás están mundializando incluso la antiglobalización. Ya al amparo del 15M pudimos ver formas de protesta que no se habían visto antes por aquí. De hecho estos días salió una chipriota con una pancarta en español, que preguntada por un periodista, adujo que era porque la próxima bancarrota sería en España. Nadie que tenga dos dedos de frentes se tragará que una ciudadana normal y corriente se acuerde de España ni de Italia en sus protestas, con la que está cayendo. No perdamos nunca de vista que solo lo que aparece en la TV o en internet parece tener eco, por lo que los que buscan tener impacto lo buscan ahí y al precio que sea.


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25.3.13

Porxos Vidal-Quadras

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No hay que confundir la Casa Xifré (1840) con el Edificio Vidal-Quadras. El que se suele denominar "primer daguerrotivo español con la casa Xifré" en realidad es el Edificio de los Vidal-Quadras, de la manzana del mismo paseo de Isabel II pero tocando el actual Passeig Picasso:

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24.3.13

Efectos de escritorio


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Sobre el rótulo antiguo de cristal pintado donde se leía "Efectos de escritorio. Impresos. Papelería" al cierre del negocio quedó el arreglo con remiendos de papel: "Efectes d'escriptori. Impressos. Papereria"

22.3.13

El caldo suave

"Un os de baleine gravé, une boîte de cigales momifiées, une amulette égyptienne, un masque Tatanua, un oursin fossilisé, une peinture de Joan Miró, une poupée maya, les pierres du lit d'une rivière, un tableau de Francis Picabia, un masque iroquois, une boîte de papillons… L'ensemble, composé en fonction d'un étrange caprice, d'un ordre paradoxal, qui tresse les souvenirs personnels et le respect qui est dû aux puissances occultes, aux lois du magnétisme, aux surprises du hasard. Le « mur » d'André Breton, comme un défi lancé au musée d'art moderne, comme le cœur, encore chaud, d’un réacteur à très haute énergie" ("Le Mur" : André Breton (1896 - 1966). Texte de Didier Ottinger) (*)
"El caldo suave... requiere su tiempo, un trozo de gallina, el pollo que nos sobró de los arroces, algo dulce... zanahorias, a veces calabaza... apio, me encanta sin que se note su sabor... algún diente de ajo machacado, un codillo fresco de cerdo si se tiene, jamás que enrancie, se aprovecha todo pero no es una olla de verdes mustios... luego, su limpieza, debe ser limpio, transparente, larga y lenta cocción pero no debe acabar con los aromas... un juego, nada más, vigilo justo, si estás todo el tiempo en la cocina al final no distingues los matices. Fui nada de caldos pero ahora los necesito, y a mi príncipe le han conquistado... Al final farigola" tomillo" si necesitas purificarte, pero es tan a gusto de cada paladar y estado de ánimo..." (Pilar Álvarez-Castellanos)

a trajimos al álbum alguna vez algún retazo que le quitamos a Pilar Álvarez-Castellanos de su muro y que serían muy del gusto de dos de mis escritores preferidos del Nuevo Mundo, Jorge Amado y José Lezama. Pilar las más de las veces scrabbleliza el teclado y deja palabras que me cuesta reconocer unos instantes. El otro día me llamó "Martas", por ejemplo, pero el texto sobre su punto del caldo lo escribiría con menos precipitación, aunque sin parsimonia ni mucho menos afectación. Ahí queda como muestra de lo que dan de sí en el mejor de los casos los rincones de Facebook.
Ayer, mientras escuchaba esos programas radiofónicos que no me interesan, para relajarme, oí una escritora que acababa de presentar un libro en Siruela. Un día por cierto vi al conde de Siruela, su fundador, en la Rambla de Cataluña. No sé si saben que es Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, esto es uno de los hijos de la actual duquesa de Alba. Se metió en el hotel Murmuri, cuyo rótulo recuerda el enunciado de la declinación de la palabra ratón en latín (Mus -muris) más que la palabra "murmullo" en catalán. Ya la editorial me trae esa retahíla de nociones de sofisticación rebuscada como para que la autora del libro presentado se pusiera a defender las virtudes de su novela negra, escrita a cuatro manos con otra escritora alemana. Por si tenían alguna duda se trata de un thriller filológico. Sí, "filológico", no "psicológico". Estos digamos experimentos no me atraen tanto como aquel un tanto mefistofélico de los "cadáveres exquisitos" o cadavres exquis surrealistas, que Lorca y Neruda llamaron "poemas al alimón".
Si algo bueno tiene lo de escribir es que no se molesta a casi nadie, es una labor solitaria y de escaso gasto. No me tienta trasladar el caso a la música, donde los solistas pueden disfrutar al tocar con otros instrumentistas o al hacer un coro o un cuarteto o ni que sea una rondalla de cuerdas. Los músicos, a excepción de los compositores, suelen interpretar, no crear (sobre todo si no entramos en otros inventos, que también los hay). Diría que lo de escribir a cuatro manos entraría en la esfera de los happenings, los flashmobs y -como diría Rose Velz-  de las chocolatadas. Así que aparte de los cadáveres exquisitos y mi coleccionismo de frases que cojo al vuelo en la calle, las citas y algunas frases de Pilar, este blog es personal y particular, como en un principio lo fueron todos. Luego han habido no ya blogs institucionales sino incluso de pago, esto es a sueldo.
Pero mi tema de hoy no es el de las sinergías, sino que va por donde iba el caldo de Pilar, que por cierto no he catado. Apunta que no lo vigila porque al "final no distingues matices" y muchas más cuestiones que son -si quieren- una buena lección de como estar en este mundo. La forma de estar en la cocina es digna de notar, porque allí se aprovecha todo el tiempo pero sin apurarse y se hacen incluso varias cosas a la vez, aunque sea vigilar el fuego y fregar los cazos o cambiarle el agua al canario. Yo alguna vez he hecho de pinche de gente que sabe cocinar y he actuado con la mayor invisibilidad e intangibilidad posible, simplemente obedeciendo lo que se me indicaba. Obedecer, cuando se tiene quien sabe dar bien las órdenes, no es mala cosa y permite dejar la voluntad a un nivel de latencia que tiene su gusto. "Dios, qué buen vasallo, si hubiera buen señor".
Intuyo que Pilar se mueve en la cocina con escasa artillería de aparatos y andróminas y que usa lo que tiene a mano, cuestión que también es para mí uno de los grandes atractivos de la cocina (para la que estoy más que negada). Me gusta el quehacer de aprovechar lo que se tiene y saber darle un buen fin a las cosas. La idea de que en una cocina entre una checklist o una ficha con una receta me desagrada por eso, porque la comida se hace con comida, básicamente.
Guardo en mi casa una gran variedad de tuercas, diferentes tipos de papel, pedacitos de telas, muestras de cuero, lápices sinfín, arandelas, al objeto de tenerlos ahí para algún día darles uso. A veces me hago una carpeta y tengo el cartón de la base, el papel para forrarla, pero no encuentro las vetas que quisiera ponerle para liarla. Entonces guardo el material y espero que aparezcan las vetas. Así hago con todo, aunque hay materiales e ideas que tengo guardadas desde ya hace tanto tiempo que no veo el día que podré usarlas.
Hace tiempo también disfrutaba mucho con la opción contraria, la de encontrar lo que no sabía que existiera. Iba al Servicio Estación, en la calle Aragón cerca del Paseo de Gracia, y algunas veces encontraba algo que se correspondía de alguna manera con lo que ya había necesitado o imaginado. No quieran saber qué alegría. Y pienso que con esto de los tornillos y los cartones pasa como con los amigos o los amores, que a veces hay que dejarlos estar y otras se encuentran.


"Le Mur" (André Breton). Una versión muy ampliada e interactiva aquí.

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(*) “Un hueso de ballena grabado, una caja de cigalas momificadas, un amuleto egipcio, una máscara Tatanua, un erizo de mar fosilizado, una pintura de Joan Miró, una muñeca maya, los cantos rodados de un río, un cuadro de Francis Picabia, una máscara iroquesa, una caja de mariposas… El conjunto, compuesto en función de un extraño capricho, de un orden paradójico, que entrelaza los recuerdos personales y el respeto debido a las potencias ocultas, a las leyes del magnetismo, a las sorpresas del azar. El “muro” de André Breton, como un desafío lanzado al museo de arte moderno, como el corazón, aún caliente de un reactor de muy alta energía”.

20.3.13

El tránsito

oda la imaginería religiosa que hay, en monoteístas y politeístas y hasta en las religiones sin Dios alguno, es -como diríamos en Barcelona- brutal, esto es numerosa. Probablemente si descartaramos del arte todo cuanto es de tema religioso quedaría menos de la mitad, pero antes tendríamos que determinar qué es artístico y qué no y qué es tema religioso, y cualquiera de esos preliminares me sume en una mezcla de pereza, aburrimiento y desesperación. Viniendo como venimos del asco que inspira una hormiga reina de 30 años de vida, se dirá que la tarea no es tan tediosa como en principio se podría presentar, pero ¿a quién favorecería?
Aquí tenemos colgado algún cuadro religioso. Me acuerdo de Ganesha, el dios con cabeza de elefante que tiene un ratón que le acompaña, talmente como el ratón Timoteo acompañaba a Dumbo. Se suele decir que los elefantes temen a los ratones porque saben que pueden devorar como un manjar preciadísimo que lo es el mullido tejido conectivo o grasa que rodea sus patas y que amortigua su peso y les permite caminar sigilosamente y en puntillas.  Un mordisquito puede acabar no ya como una noche toledana pero sí en una infección necrotizante y gangrena, posibilidades todas ellas en las que no quiero ni pensar. De ahí ese temor de un animal tan grande ante un animalito en apariencia tan inofensivo, y de ahí el emparentamiento iconográfico de Dumbo y Ganesha, entre Walt Disney y el Panchatantra. Ganesha es un dios muy invocado para los principios y para las dificultades. En India tiene tantos seguidores como podría tener Messi, o tal vez algunos menos.
También tenemos colgado un cuadro de Velázquez -su reproducción, claro está-, el titulado "Cristo en casa de Marta y María" (1618-1620), que se encuentra en realidad en la National Gallery de Londres. Allí reparamos a mi solaz en el lienzo, y en como todo contribuye a que el rostro de Marta sea el que tiene la mayor expresividad y donde incluso se dirimen sentimientos encontrados: el enojo, la frustración y la vergüenza o la rabia después de haber sido reconvenida por protestar de estar siempre preparándoles la merienda (por un decir) a Jesús de Nazaret y a María, su hermana, de Betania. María siempre rezando y Marta siempre fregoteando y entre cebollas son las dos formas de beatitud femeninas cristianas. La hermana Forcades es un caso excepcional, que puede cundir, no digo que no, pero que es algo oportunista. Los hostiles o los gentiles o los laicos, los ateos si quieren, los que nada quieren saber de la historia sagrada, no interpretarán nada piadoso en la escena de la que iba a ser santa y hasta mártir. Y entre los que tienen algún fervor religioso a lo mejor tampoco se verán satisfechos. Sobre todo los supersticiosos con apetencias idolátricas. Así que bien podría decirse que el cuadro va dirigido a los que nos movemos entre la iconoclastia y la idolatría, que seguimos siendo muchos. Y seguramente yo con lo mío tampoco voy a obtener más que antipatías, pero hay que saber estar tal cual.
Hoy cuelgo un cuadro de Goya, uno de mis pintores españoles preferidos, que tampoco es que tenga muchos cuadros de temática religiosa que digamos. El boceto de El Tránsito de San José es uno de los tres lienzos que se conservan en Castilla y León del genio. Se encuentra en el Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, en Valladolid, cosa de la que por lo menos da fe la Wikipedia, que tampoco es que sea la Biblia pero casi. El cuadro es además un boceto, pero ya están en él todos los elementos que nos hacen reconocer las pinceladas de Goya. La expresión de San José, central, senil, traspasado, algo asustado, no se aleja de aquellos magníficos cuadros sobre los horrores de la guerra y demás. Y sin embargo nos habla del hombre viejo (que ya lo era al parecer cuando nació Jesús), al que siempre hemos visto representado con los atributos de la pureza putativa, de su paciencia y su discreción. A mí, que soy devota de San José desde hace unos cuantos años, me conmovió mucho esta pintura porque me recordó la indefensión del viejo, que en su decrepitud se vuelve tan rígido como tierno y que se vuelve en parte como un niño. Aquí los vemos en los papeles cambiados, no como en el Belén, derecho, pendiente del Niño. Aquí está pendiente pero sabiendo lo que pende y depende. Lo malo es que a todos nos hace mucha gracia cuando un niño se hace caca, pero no nos hace tanta gracia cuando un anciano se hace caca. Hay que tener un humor en el umbral estratosférico de una triple A para sobrellevar el tirón. Se acostumbra uno a todo. A San José se le puede confiar el deseo de una buena muerte, figura o cliché que lo es como lo es en otras religiones la reencarnación o el abandono a la sabiduría celeste o el tao. Ay, el tao.
Una de las primeras cosas que supe del cardenal Bergoglio fue la de su devoción a San José, santo al que ha encomendado muchos fieles. Verdaderamente, si me dejan que les diga, la Virgen es más efectiva, pero en estas lides nunca se sabe que es mejor y no lo sabremos ni nuestro último día. Además, si Dios no quiere los santos no pueden. Hoy bromeábamos en un frente social virtual sobre lo empalagosillo y palabreador que es el Papa Paco y lo hipertímico que está, tan entregado a la imagen caritativa y buenrollística que no cuidaron tanto sus predecesores, los cuales estuvieron más por los misterios de la fe (Ratzinger) y la esperanza (Wojtila). Pero esto de los pastores, como casi todo, es una cuestión de gustos y no le concedería más importancia. Como dirían los hindúes, todo es maya, ilusión.

Boceto de La Muerte de San José (Francisco de Goya, 1787)

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La tierra quemada

a tendría que darme cuenta cuando cuelgo una presentación o un clip en internet, sea en Scribd, sea en Youtube, de que no hay lugar para el arte así dicho sin más. Veo que en cualesquiera de los múltiples lugares donde se pueden cargar archivos tenemos la etiqueta o la clasificación de "mascota" y de "entretenimiento". Suelo clasificar mis álbumes de reproducciones de arte en "entretenimiento" y me quedo tan tranquila y satisfecha ante el deber cumplido, que otra cosa no pretendo.
Ayer, cuando me preparaba mi cena, escuchaba la autora de un libro que tiene un título dictado por el puro marketing (El lechero en bicicleta) el cual, contra todo lo que podría preverse, trata sobre las redes sociales y sus community managers. Ya les comenté que por la noche me "entretengo" en esta perversión de oír hablar a gente que no me interesa sobre temas que no me interesan. Me relaja y me hace entregarme a mis escasos minutos de lectura de libros de verdad con más ganas si cabe. Debo admitir sin embargo que la ilusionada coautora, Jennifer Jobring, me sorprendió con el concepto que prima en su libro, la intemporalidad. "Timeless" dijo. Y me sorprendió porque normalmente lo que más suena cuando se oye hablar a estos profesionales a quienes las grandes firmas confían sus cuentas en Twitter, Facebook, etc., es la novedad. Ustedes dirán que no hay conflicto entre la intemporalidad y la novedad, como no lo hay entre llevar vaqueros y hacerles raya con la plancha, mochila y poncho. No desarrolló Jennifer Jobring (Global Social Media Manager at Red Bull) el concepto de intemporalidad, pero algo me dice que no se refería a aquella condición que tienen los clásicos, ya saben, Dafnis y Cloe, Las desventuras del joven Werther, Séneca, el Mahabharata, o La historia del señor Sommer, de Patrick Süskind. Pero, en fin, siempre sin entrar en el terreno de lo personal, todas esas corrientes virales del marketing nunca me convencieron y tiendo a pensar que lo de "intemporalidad" era uno de esos trucos en que se empareda la jerga de los vendedores y terciaristas.
Como prometí, incluyo hoy en el álbum una selección de grabados de rosas de Pierre Joseph Redouté, que son posteriores a las que vimos el otro día, de Mary Lawrance, y que han trascendido muchísimo más seguramente por su mayor calidad. Y sin embargo yo no atiendo gran cosa a la noción de la calidad, otro truco para "vender". Reconozco que el trabajo de Redouté es en cierta manera superior al de la inglesa, quien sin embargo tuvo el mérito irrefutable de adelantársele unos pocos años y ser una precursora. No es ninguna tontería ser la primera. Alguien me ha dicho que las láminas de Lawrance forzaban un tanto la realidad, que los trazos sobreactuaban o algo así. Pero yo aprendo mucho de las rosas y de la ilustración precisamente a través de las variantes individuales y de la forma de trabajar de cada cual. De las imperfecciones también se aprende.

Espero poder más adelante incorporar algún autor más, que no todo se quede en Redouté. Y es que en este ámbito, como en otros, parece que unos pocos de los que excelen tienen en algunas ocasiones el propósito paradójico de quedarse solos, de que no haya nadie más. El objetivo de algunas personas es de que no haya ninguna otra sombra que la de ellos mismos. Si acaso su corte. Yo esto lo he visto en la Sanidad y en muchas profesiones. Hay algunas personas cuya pulsión es llegar a dejar el sistema que les permitió desarrollarse como tierra quemada. En la misma esfera (y no es que hablemos de círculos dantescos, pero casi) se encontrarían aquellos individuos que en el mundo de los negocios se dedican a destruir o desmontar una empresa desde dentro. A veces los desmanteladores se presentan como "optimizadores". Parece un contrasentido que haya personas bien formadas cuya función sea la de acabar precisamente con aquello para lo que fueron preparadas. Pero no tienen la función sacrificada, gris, heroica de un desactivador de bombas o de un desmantelador de central nuclear. Puede que estos elementos tengan un parangón en alguna de las organizaciones sociales animales que solemos tomar como paradigma, por ejemplo la de las hormigas.
Hay personas que sienten asco ante un pelo en la sopa y un sinfín de cosas que excuso recordarles, pero a mí me evoca la mayor repugnancia una hormiga reina de 30 años. No he visto todavía ninguna, creo, pero sé que si alguna vez viera alguna me moriría de asco.

Les roses de Redouté




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18.3.13

La mirada del caracol

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17.3.13

Post 954: La estupidez

as nabizas son las primeras hojas de los nabos (Brassica rapa), donde los grelos son las últimas, y después están las nabicoles que no sé donde situar.  Los campos de colza (Brassica napus), como indica la taxonomía, están emparentados pero supongo que como lo están los primos. Pero esto mal explicado suena como lo de las "izas, rabizas y colipoterras", expresión que Cela rescató del cancionero de Amberes, palabras todas ellas que en nuestro idioma designaban a las prostitutas (*). Con mis conocimientos biológicos no puedo más que distinguir en los cuadros de Balthasar van der Ast, por ejemplo el de las flores de manzana, los gastrópodos, las especies vegetales, los insectos, la lagartija y la procesionaria del pino. Las reuniones del pintor neerlandés no veo que sean más variopintas que lo que consiguieron muchos pintores surrealistas reunir en sus cuadros más oníricos o inframundanos, por cierto.  
Hoy más que nunca me gustaría recordar exactamente el nombre de una tienda que vi hace cosa de 15 años o más en Valladolid, donde el rótulo rezaba: "Pescados, moluscos y cefalópodos". No me digan que puede mejorarse algo así porque me costará creerlo. Tal vez lo iguala el etiquetado de los ultracongelados "La Sirena", que muestra el nombre de cada especie en su taxonomía latina, pero es muy posible que el envasado esté regulado hasta ese punto para poder referirse con toda exactitud al animalito que ha sido destripado, congelado y troceado para ofrecerlo al consumo. Esto es, el Pterogymnus laniarius designa a la panga de agua salada ya que el Pangasius hypophthalmus designa la panga de agua dulce o tiburón iridiscente.
A veces un exceso de celo en la precisión lleva a una confusión formidable, como la que inspira la diferencia entre el tiburón iridiscente y la panga de agua salada hermafrodita por lo general. Verán que casi siempre es un signo de ignorancia o incompetencia precisamente el manejar confusamente términos en apariencia muy pomposos. Les aseguro que aún encuentro textos de reunionología en donde aparece entronizada aquella palabra que a la gente pobre pero honrada nos ha acabado por producir anticuerpos y ultracuerpos: "optimización".
Ya recordamos aquí hace nada la ley de Clarke, no la original ("Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada será indistinguible de la magia") sino la refritanga en Microsiervos: "La incompetencia suficientemente avanzada es indistinguible de la mala voluntad" (Ley de Clark, en la carta de despedida de la NASA de Jeffrey L. Finckenor [sic])".
El título de hoy iba a ser "La estupidez humana" pero quedó en "La estupidez", y no porque no crea que haya animales que dentro de su especie tengan una mayor inteligencia que sus congéneres. Es que pienso que la condición humana tiende a la estupidez. Los de la "optimización" los hay que son papanatas (de "mascar natas") y los hay que tienen la cabeza tan hueca que cualquier palabra o idea que cae en ellas se reproduce y magnifica como un eco embobecido y mántrico. Por eso, porque son tontos del nabo, no nos ensañamos demasiado con ellos. Y aunque una buena parte de ellos ahora repita -palabra con la que antes decíamos "retuitea"-  que los recortes en Cataluña son culpa de Rajoy, con la duda de si son ineptos o maliciosos, no sabe una si darlos por inútiles o por dañinos. De lo primero que hizo Artur Mas cuando tomó posesión fue dejar el Hospital Vall d'Hebron a la mitad de su rendimiento, y les recuerdo que aún era Presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
El color de los miosotis (Myosotis sylvatica) recuerda el color de los ojos de Greta Garbo (Greta Lovisa Gustafsson), de los que solo sé de oídas.

Naturaleza muerta con flores de manzano (Balthasar van der Ast, 1635)

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(*) Es ideal poner al palabra "Cela" al principio de un post porque con ello nos aseguramos que huyan despavoridos y tal ratas en un barco en llamas todos cuantos responden a su nombre como si fuera el diablo o su remedio, Nuestra Señora. Tomo de su Diccionario del erotismo, vol. II (Fabricar hombres-Zurrón) el soneto:
De quantas coymas tuue Toledanas
De Valencia Seuilla y otras tierras
Yças Rabiças y Colipoterras
Hurgamanderas y Putaraçanas.
De quantas siestas noches y mañanas
me venían a buscar dando de zerras
las Vargas las Leonas y las guerras
las Mendez las Correas y Gaytanas.
Me veo morir agora de penuria
en esta desleal isla maldita,
pues mas a punto estoy que sant Hilario.
Tanto que no se yguala  a mi luxuria
ni a la de fray Alonso el Carmelita
ni aquella de fray Treze el Trinitario.

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15.3.13

La singularidad

My mistress' eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips' red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head.
I have seen roses damask'd, red and white,
But no such roses see I in her cheeks;
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks.
I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound;
I grant I never saw a goddess go;
My mistress, when she walks, treads on the ground:
And yet, by heaven, I think my love as rare
As any she belied with false compare.
W. Shakespeare, Sonnet CXXX (*)

ías atrás vi no sé en cual diario ("¿El País?") un titular que decía poco más o menos que Hilma af Klint era la precursora del arte abstracto, y que su obra es anterior a la de Kandinsky, quien a su vez se había proclamado como el primer pintor abstracto de la historia, por lo que parece. En la hoguera de las vanidades arde como un ave fénix, constantemente, el asunto de las primicias, los gestos y los récords. Mismo estos días -aunque ando un tanto alejada de la "rabiosa actualidad" por una pequeña migrañilla- observo lo mucho que se atiende al aparato externo del temperamento y hábitos del Papa Francisco I, que si es vegatariano o no, que si toma el autobús o el colectivo o no, que si procede de Buenos Aires sur, etcétera. La emotividad de las hordas se mueve por estos trazos gruesos efectistas y por las sensaciones más codificadas por el uso y la costumbre. No pude oír la misa que ofició Bergoglio creo que aún como cardenal o no sé si ya como pontífice, pero ahí está el qué, en cómo se queda el cuerpo después de una misa. Tal vez se le piden demasiadas habilidades y virtudes a quien no deja de ser un hombre por mucho que cuente con el espaldarazo del Espíritu Santo. Por lo demás, ese personalismo no deja de ser algo por lo que no nos deberíamos dejar contaminar los que somos un poco católicos. No deja de tener un punto idolátrico que viene acaso a compensar la vomitera iconoclasta que nos cae cada dos por tres (seis) a los que tenemos a Manolo por pastor y cordero.
Yo no sé si la pintora sueca Hilma af Klint fue la primera pintora abstracta; pienso que no, pero no porque lo fuera en su lugar Kandinsky u otro pintor sino porque la pintura abstracta debe de haber existido siempre ya que es una necesidad. Reconozcámoslo.  Hoy leo que Miss Mary Lawrance, de quien nos quedan cosa de 90 grabados con rosas, fue la antecesora de Pierre Joseph Redouté. La inglesa publicó A collection of roses from nature el año 1799, mientras que los tres volúmenes de las rosas de Redouté, espléndidas, son algo posteriores, como veremos en algún post en el futuro. Hoy en el álbum, como homenaje a la inglesa Mary Lawrance, que me parece que por no tener no tiene ni una página en la Wikipedia (!), le dedico una pequeña selección en este pobre blog con sus láminas.
Al cierre de este post no tengo la certeza de si algunas de las numerosas sociedades de amigos y amantes de las rosas o alguna sociedad científica le ha concedido los nombres de Lawrance o de Redouté a alguna de las no menos numerosas especies que tenemos en la Tierra. Lo desconozco. Pero tanto la inglesa como el belga se lo tendrían bien merecido.
Me imagino los ratos que pasaron con las rosas, con los especímenes individuales, donde encontrarían como Shakespeare en la mujer a quien dedicó su soneto 130, su singularidad, en cada una de ellas. Qué horror cuando dentro de unos días veamos por Sant Jordi las rosas clónicas, metidas en frigorígicos para conservar una frescura de la que en realidad nunca gozaron.

A Collection of Roses From Nature (Mary Lawrance, 1799)

1 
NYPL (Pierre Joseph Redouté, Les roses, 1817-1824)

(*) Trad.  al catalán de Salvador Oliva : La meva amant té un ulls que estan lluny de ser un sol; | el vermell dels seus llavis ho és molt menys que el corall. | Els seus pits no són blancs com la neu, i no em dol. | Si els seus cabells són fils, negre n'és l'escampall. | Són blanques i vermelles les roses damasquines, | però, a les seves galtes, no hi veig roses així; | hi ha en molts perfums delícies i olors molt més divines | que les del seu alè quan és ben prop de mi. | M'agrada quan la sento parlar, pro sé molt bé | que la música sona amb un so molt més dolç. | No sé pas com caminen les dees; ara bé, | la meva amant camina trepitjant terra i pols. | I tot i això, pel cel, és molt més excel·lent | que les que símils falsos descriuen falsament. (Els sonets de Shakespeare)

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Corazón

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Made in China

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14.3.13

La Pomona Italiana de Giorgio Gallesio



En forma de presentación (las láminas se ven mejor):

La Pomona Britannica de George Brookshaw

El ruido de las nueces

"No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón".
Enrique Santos Discépolo, "Cambalache" (*)

n las técnicas documentales se llama ruido toda la información inútil o espuria que además de no añadir nada entorpece a lo que verdaderamente tiene valor. Son resultados que redundan o copian, que adoptan la forma de datos y hasta las maneras de los buenos análisis, pero que hay que despejar. El ruido más reconocible es el que se cuela por la falta de precisión en la búsqueda, cuando no tenemos un término unívoco que designe específicamente el tema. 
Naturalmente al lado del ruido documental también se habla del silencio, que es cuando ante una búsqueda no se obtiene ningún resultado. Muy a principios de los noventa por ejemplo tuve que buscar en la principal base de datos bibliográfica de Medicina sobre el chocolate y no había nada. Hoy en día, apurando los términos "cocoa", "chocolate" y hasta "epicatechin" no pasan muy allá de los 12.000 documentos los resultados encontrados, que son pocos, habida cuenta de que hay más de 22 millones de registros bibliográficos. En especial cuando hay quien habla del chocolate poco menos que como de una panacea. Pero a principios de 1990 o 1991 no había ni un solo artículo, cosa que también es muy llamativa y que nos hizo pensar que la alargada sombra de alguna multinacional había arrojado un tupido velo de silencio y constreñimiento sobre el tema para que no se le escapara a su dominio. La misma multinacional que introdujo la leche preparada en África y agravó sus hambrunas.
Le prensa, algo que consumo homeopáticamente, esto es en dosis mínimas y manejándola como si fuera un veneno y su antídoto, tiene mucho tanto de ruido como de silencio. Si nos asomamos a la designación del Papa Francisco por ejemplo advertimos una especie de avidez informativa, no ya en el periodo de las previsiones y las predicciones (que remiten a "ver" y "decir") sobre quien podría ser el nuevo pontífice, sino en el de situar y clasificar al elegido a través de todos los atisbos, su trayectoria, posibles declaraciones, hemeroteca, comentarios, forma de comportarse, declaraciones y demás. La presteza de algunos comentaristas fue ayer casi obscena. Todo va muy rápido, cada vez más rápido, dispuesto a ser consumido o devorado y desechado también con rapidez. Bien mirado es un trabajo duro, el de no poder ahondar, el de documentarse someramente u opinar y tener que estar en la cresta de la actualidad influyendo en las hordas, reclamando una parte de la audiencia, su interés errático, caprichoso, tan exigente como inconstante.
Es algo que aún no tengo bien meditado pero pienso que igual que podríamos clasificar los textos entre el ruido y el silencio, también podría establecerse un punto de vista por el cual apreciemos si un texto se ha hecho en dos patadas de improviso o si es ponderado, el resultado de un proceso casi invisible. Está claro que cuanto más se conoce un oficio más podemos correr o improvisar. Y además un trazo desnudo o un brochazo fresco puede ser más elocuente que todas las veladuras que se quieran. Lo malo no es eso, lo malo es -como dice el tango- la impostura.

MET Metropolitan Museum of Art (Nueva York). Elliott Erwitt, 1928

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12.3.13

Por el camino

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11.3.13

10.3.13

Los reunionólogos y las reunionólogas

dentifico la casa de la imagen como Can Catà, aunque no puedo estar convencida del todo a causa de los cambios que ha sufrido, pero sí por su ubicación, cerca del cementerio de Collserola, entre Montcada i Reixach y Cerdanyola.  Quise captar con la cámara su especial situación, rodeada de un pinar espeso y alejada de cualquiera de los núcleos urbanos que hay por la zona.     Can Ferrer y Can Rius son casas aparentemente mucho más nuevas, menos expuestas a incendios también, pero están ambas en la cresta de la sierra. Can Masdeu, está en un valle cerca de Roquetes y está ocupada tras haber contado con la permisividad y hasta el amparo de Joan Clos, Imma Mayol, etcétera. Todo el encanto o el atractivo que tiene una casa solitaria lo matiza su vulnerabilidad ante ataques de bandas de ladrones y malhechores varios. Está claro. Y así ocurre con todo: es decir, el aislamiento es incompatible con la vida. Sí, se puede vivir sin amigos, sin cine, sin lejía, sin pimientos del Padrón,  sin Capuccino Commotion, pero llegado un momento siempre necesitamos de los demás y la vida es una organización social más o menos compleja, aunque no esté jerarquizada ni exista una relación de poder o remuneración. Otra cosa es que existan modelos de relación social -pongo por ejemplo el tráfico de influencias o la reunionitis- que son poco menos que perversiones.
He conocido personas que dominan las técnicas y la dinámica reunionista y reunionóloga a la perfección. No me refiero ya al dominio de la puntualidad o la impuntualidad (esa habilidad para llegar a todas partes tres minutos tarde con toda exactitud) ni a los dibujitos que se hacen durante los tramos más soporíferos o enervantes de una reunión.  Esto me recuerda, aunque nada tiene que ver con el tema de hoy, que se están poniendo de moda los cursillitillos de arteterapia, que son el fruto de la simbiosis de psicólogos que buscan un perfil añadido o de profesores de arte que justifican así sus escasos resultados como tales. Yo diría que cualquier dibujito que uno hace sin darse cuenta mientras aguanta una llamada telefónica no deseada sirve como arteterapia. Que es la arteterapia de toda la vida. Supongo que ahora con las tabletas y los teléfonos smart la atención puede confiarse a estos cachivaches y perderse en tuits, correos y demás. De hecho en el último congreso en el que estuve vi una gran parte del auditorio que tenía repartida su atención o su interés entre las tabletas y el proscenio. Poniéndonos en lo mejor se puede creer que toman notas o que siguen la explicación por el material colgado a disposición de los asistentes al evento. Pero parece que más bien lo que ocurre es que hay gente con una gran capacidad para hacer varias cosas a la vez.
Las reuniones más pequeñas, en torno a una mesa, no facilitan tanto esas distracciones y exigen un cierto presentismo y participación. A veces la participación de una parte de la reunión está perfectamente coreografiada, como una jugada de fútbol, de manera que a veces el papel de algunos reunionólogos consiste en volver a tocar un tema que ya había sido tratado a fin de producir un bucle gordiano y no avanzar. El punto fuerte de los gabinetes consultivos es el de estar formados por personas que no son expertos en el tema, por lo que se les concede una total imparcialidad, de manera que se confunde ignorancia e inocencia, que no son lo mismo ni mucho menos. Se puede ser ignorante y malicioso. Por lo demás, ya se suele decir que un camello es un caballo hecho por una comisión y que si quieres impedir el buen desarrollo de un proyecto lo mejor es crear comités y subcomités de seguimiento y valoración. Por esta razón, al menos para mí, cuando vi que el gobierno de Artur Mas y Oriol Junqueras confiaban el progreso de la consulta soberanista y demás a una retahíla de comisiones, se me confirmó mi suposición de que todo es una cortina de humo y una forma de ir pasando el tiempo.
Curiosamente los reunionólogos apenas trabajan (tampoco es que sepan hacer muchas cosas), solo están a ello, y sin embargo consideran poco menos que un pecado que les interrumpan una reunión, que viene a ser algo como mi madre cuando se pone a hacer la mayonesa, que no puede ser supendido ni un instante, porque se malograría la salsa. Los reunionólogos suelen mandar decir a sus barreras telefónicas y burocráticas que digan que "están reunidos", frase que se pronuncia en un tono tan enigmático como terminante, frío, categórico y un poquitín arrogante.  Y sin embargo se permiten interrumpir  a los que sí trabajan como si trabajar no fuera trabajar y el verdadero trabajo fuera estar reunido.  De manera que está visto que la mejor manera de congraciarse a los reunionólogos es siempre la de pedir que se vuelva a tocar un tema que ya ha sido tratado y la de pedir que se realicen nuevas reuniones o más reuniones. Esa es la guinda.

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Post scriptum: Aunque estoy al caso de la gramática de la lengua española, por hacer una concesión a uno de los subproductos de los reunionistas aficionados a la lingüística participativa y de centro cívico, he introducido en el título un desdoblamiento innecesario de género, por ver si alguno cae en la trampa y se queda ahí enredado entre las sílabas, de donde no tendrían que salir nunca. 

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9.3.13

Centáurea

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Como aves precursoras

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El señor pino (2)

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