29.1.15

El último grito


Días atrás no sé en alguno de mis blogs, tal vez en este mismo, me refería al peso que habían adquirido los contactos frente a la experiencia, en el prestigio social. Así, mal explicado. Creo que era el post Experimentados, expertos y escarmentados: "Tal vez hubo un tiempo en que la experiencia estuvo sobrevalorada. En muchos oficios la experiencia no lo era todo pero era mucho. Ese valor ha cedido espacio a las habilidades sociales. Tener una agenda de contactos o muchos seguidores serían los indicadores máximos y vienen a relevar o revelar o rebelar a lo que en otro tiempo sería la buena fama lironda, la cual se trasmitía de boca en boca o porque se le hacían reconocimientos públicos a la persona en cuestión (premios, calles y hasta plazas, etcétera)." El tiempo, que es el eje de este blog, al menos para mí, sin embargo se sobreestima ahora en lo tocante a la inmediatez, a la efervescencia de novedades, cachivaches y carne de cañón. El tiempo de la experiencia se mide en outputs. El de la rabiosa actualidad se mide en la presteza, las famosas actualizaciones, el último grito o la primera lágrima.
Naturalmente no tiene mucho sentido usar Twitter para comentar el Poema del Cid o colgar una versión del Andante Spianato, Opus 22, de Chopin, claro, pero qué locura la pretensión de estar en la cresta de la ola siempre y ver en una noticia que ya se sirvió hace cuatro horas un incordio intolerable, un fastidio, un estorbo. Noticias hay que son, como los árboles de que hablaba el otro día, de usar y tirar. El desgaste es grande y poco se profundiza, además de las muchas mentiras o alarmas que se difunden con tal de mover las masas y sus opiniones en una marea en la que hay quien se cree que se domina el mundo e incluso "se hace historia".

De vez en cuando me asomo a la historia romana, que está más que estudiada, que nunca se vio abandonada ni por los historiadores ni por los pseudohistoriadores. Es igual, no me importa no ir por caminos inexplorados, cosa que me recuerda -por cierto- la cantidad de basura que hay en el Himalaya dejada por los conquistadores del éter más puro y las cimas más altas del mundo, el París-Dakar (que me parece que ya no es ni París ni Dakar), la isla de plástico marina.
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El recorte que traigo hoy es de "la comparecencia de Daniel Fernández Gutiérrez, ante la Comisión de Cultura [del Senado] para informar en relación con la materia "Sector editorial y nuevas tecnologías" en noviembre de 2013. Una eternidad, para los que viven al minuto, pero para mí sigue vigente y en toda su frescura. 
Ya traje aquí el buen nombre de Daniel hace un tiempo puesto que mucho antes de que fuera el director y editor de Edhasa (Edhasa. Castalia y Vecchi), vivió en el barrio donde yo me crié y coincidimos en el primer año de Filología en la UAB. El hecho de tener la misma edad, los padres gallegos, el mismo barrio de origen, y la misma o parecida pasión por la literatura, facilita una mutua comprensión, especialmente la suya, ya que es un hombre de una notable inteligencia y una admirable corrección en sus fondos y en sus formas. La inteligencia y la educación ayudan mucho cuando se utilizan para comprender a los demás.
Su comparecencia ante el Senado me parece inestimable por su enorme experiencia en el sector del libro -entendido en un sentido muy amplio- y por su enorme agenda de contactos, virtud que sin embargo no queda desmerecida en la distancia corta. Desde hace muchos años lo he podido ver en nuestra televisión local participando en tertulias que a mi entender no han puesto de relieve lo buen conversador que es, pero sí dan fe de su contacto con la realidad o la actualidad.
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Permítanme que recalque también ese contacto entre la realidad y la actualidad ya que normalmente se identifica la actualidad con la realidad, como si todo lo que no estuviera presente no fuera real aunque fuera verdad. Verdad, realidad, actualidad no son tres pilares, son tres vórtices. Pero hay épocas de la historia de la humanidad en que ha prevalecido uno de los tres como, vamos a decir tendencia. En la que pasamos ahora predomina la actualidad, la novedad, la moda, el último grito.
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No sé cuantas carreras tiene en este momento Daniel, pero lo importante para mí es que desde muy joven trabaja en el sector del libro. Solo hay que lamentar que sus enormes dotes de lector, conversador y orador no se han visto también reflejadas en una trayectoria de publicaciones, aunque algunas tiene hechas, hasta donde yo sé. Es en la actualidad el representante español en la Unión Internacional de Editores (International Publishers Association) y el editor y administrador de Edhasa en España y Argentina. También les puedo decir que hace dos o tres años tuve ocasión de hablar con él un ratito y  a pesar de su formación empresarial ni una sola vez apeló a aquello tan socorrido del "ADN de nuestra empresa". No ha nacido aún nadie que se pueda hacer ni una remota idea de lo tremendamente molesta que me resulta ese asco de expresión, por haberse usado hasta la náusea.
En Daniel en definitiva se hace carne algo que dijo la semana pasada Mariano Rajoy: "No es lo mismo dar doctrina en un plató de televisión que defender a España en el Consejo Europeo".

Los subrayados del texto de la comparecencia en el Senado son míos  y son orientativos, pero no indican la lectura a seguir, el mapa del tesoro. En la misma sesión compareció un profesor de Derecho Mercantil, cuya participación no es menos interesante, pero a mí me interesa la del editor y su experiencia en el tema. Especialmente la relativa a los monopolios que se están haciendo con el sector cultural y la de la independencia cultural.





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23.1.15

La polinización de los escarabajos

edan aún por los alrededores del barrio de Vilapicina, Horta, Can Fargas y La Clota, también por Sarrià, casitas con su jardincillo medianero. Algunos tienen un algo siniestro tal vez porque las casas envejecieron mal y predomina la sombra y todo aquello que tan bien invocó Joan Alcover en "La relíquia": "Faune mutilat, brollador eixut, jardí desolat de ma joventut".  El que fotografié ayer me pareció muy armonioso. No tanto por las especies (el magnolio al fondo, el ficus contra una esquina, cintas, helechos, geranios y mastuerzos) como por la disposición. Este jardín me habló de quien lo cuida, a quien no conozco. Un poco al revés de lo que pasa en el ikebana, donde el artista prepara unos vegetales de acuerdo con unas reglas más o menos convencionales pero también captando la personalidad esencial de la persona que los va a recibir. Y digo "vegetales" y no flores, a sabiendas de que mi precisión puede ser tomada por imprecisión. No importa.
Pienso que un buen jardín tiene que mostrar sus cuatro estaciones, ya que es algo que aquí tenemos a su tiempo. El tamaño no es tan importante como la armonía. En invierno es frecuente tropezar con los frutos del magnolio y aquellas semillas de color rojo tan bonitas o más que las de huayruro. Por eso pienso que lo que se ve cerca del magnolio no son otra cosa que sus frutos desparramados. En un artículo muy interesante del Jardín Botánico de Valencia se deja caer que el magnolio puede ser un árbol fósil como lo es el ginkgo biloba. Pero nada me podía hacer pensar que hubieran árboles anteriores a las abejas, como parece que es el caso del magnolio, cuya morfología atiende a la polinización de los escarabajos. Suena raro pero así se explica y en mi ignorancia esa explicación es suficiente para sugerirme un horizonte nuevo y para mirarme los magnolios con mejores ojos si cabe.
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Está claro que la polinización de los escarabajos nunca será trending topic y que es más posible que aparezca un coleopterólogo en La Contra de "La Vanguardia" -siempre que defienda la idea de lo fácil que es vivir- que nadie se sienta atraído por el título de hoy. Decía anteayer Crítico Constante que su post titulado "Fotografía egipcia" había obtenido 700 clics. Si tuviera abierta la función de los comentarios le habría dicho que aquí en Barcelona tuvimos un tiempo (no sé ahora) un "Mesón egipcio", por el Raval. No llega ni a oxímoron  ni a cadáver exquisito esa combinación insostenible de dos palabras tan exóticas entre sí. Que vienen siendo como cuando vemos en el metro sentados codo con codo a dos personas diferentísimas y a la vez. 
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La letra capital de hoy es una rareza de Johann Theodor de Bry, que también la veo muy contrastada con la imagen del jardín interior. Aparte de la afición del grabador por el ocultismo, también hizo muchos emblemas, tan cargados de alegorías, y con mis conocimientos me es casi imposible desentrañar que se indica en la letra Q. Al clicar sobre la imagen se abre en otra pantalla y aparece más grande. Otras letras encierran claramente alegorías bíblicas, pero en esta se ve una especie de alegoría de la justicia, un diablo o un fauno y un bon savage que parece americano. Lo que más me desconciertan son los peces y las aves y que estén como contrapesos colgando no sé de qué. Las tres figuras (fauno, indio y alegoría) bien podría ser tres estados de la inocencia, pero eso es ir muy lejos y total para nada.

Jardincito medianero

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"Fauno mutilado, surtidor seco, jardín desolado de mi juventud."


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21.1.15

Post 1189: Lo que no será

ste año prescriben los derechos de autor de los sucesores de Fernando Pessoa, que falleció el año 1935. Como el único texto que publicó en vida suya fue Mensagem, todo lo demás son textos publicados por sus editores y por lo tanto sometidos a las decisiones de sus correctores y demás, a lo que hay que añadir que su obra está firmada con 72 heterónimos, cosa que no veo en qué pueda dificultar las cosas pero que tampoco veo que no ayudará en ninguna manera a facilitarlas. Así que legalmente los únicos derechos de autor que han prescrito y que prescribirán serán los de Mensagem. 
Cuando yo empecé en lo mío los correctores usaban lápiz, tanto si me quieren creer como si no. Usaban lápiz y aquellos signos un poco esotéricos (hasta que se entendía su razón de ser), pero en cualquier caso dejaban un rastro inocuo sobre el texto. Después he visto que hasta usan el subrayado fosforescente amarillo de los editores de texto y funciones mucho más invasivas, expeditivas e impetuosas. El otro día me pareció ver en un timeline de Twitter que alguien se arrogaba la corrección de una novelita de la que prometo por Bob Esponja no recordar el autor ni querer recordarlo. Me sorprendió desagradablemente que un corrector no se quedara donde siempre se habían estado, en el anonimato, sin hacer aspaviento alguno ni hacer ostentación de su oficio, el cual -hasta hace bien poco, repito- era un modelo de discreción y, aunque no se sepa, se guardaba la confidencialidad.
Así como en los peluqueros seguimos encontrando profesionales que atienden a los gustos del cliente y no se entusiasman ni con las tijeras ni con el peine hasta perder de vista las instrucciones, me figuro que también quedarán correctores que no se piensan que son censores o árbitros del buen gusto ni nada que se le parezca. Claro que hay que tener en cuenta que como publica cada día más gente que no sabe escribir, es normal que los correctores se crean con un valor que nunca tuvieron más allá de su labor. A no ser que todo vaya en consonancia y que los correctores también bajaran de nivel. Dicho esto siempre teniendo en cuenta que la palabra "nivel" no tendría que haber abandonado nunca su contexto fluvial y que la uso figuradamente. Lo siguiente a que los correctores hablen de qué novelas han corregido en su Twitter es hablar de sí mismos en tercera persona. Como Julio César, Julio Iglesias en un tiempo y algunos divos.
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Explicar lo que fue y lo que hay, sin poder saber lo que será, es tan entretenido u ocioso como inútil, a no ser que queramos dejar constancia de que nos damos cuenta de lo que está ocurriendo y de quetambién eso pasará. Como dice el cuento sufí y la hija escritora de Esther Tusquets. 
¿Habrá alguien interesado en lo que no ocurrirá? Digo además de mí. Explica una de tantas anécdotas de Pessoa -que era experto en la Astrología (hasta el punto de corregir a Aleister Crowley, que yo siempre pensé que tenía tratos con el diablo)-:
"Cecília Meireles fue a Portugal para dar conferencias en la Universidad de Coimbra y Lisboa, en 1934. Uno de sus grandes deseos era conocer al poeta, de quien era admiradora. A través de una de las oficinas donde trabajaba Pessoa, consiguió comunicarse con él y programar una cita. Ese encuentro fue marcado para el mediodía, pero ella esperó inútilmente hasta las dos de la tarde, sin que Pessoa diera señales de vida. Cansada de esperar, Cecilia volvió al hotel y allí tuvo la sorpresa de encontrar un ejemplar del libro Mensagem y un recado del misterioso poeta, justificando que no compareciera porque consultó los astros y, según su horóscopo “los dos no se encontrarían”. Realmente, no se encontraron, ni hubo más oportunidades para ese encuentro: al año siguiente Pessoa falleció" (Wikipedia)
Para los que estamos acostumbrados a la lógica de Pessoa y la amamos, la anécdota es una perla. Naturalmente si el horóscopo decía que no se encontrarían, ¿qué sentido tenía acudir a la cita? Muchos de nosotros pensaremos que tal vez era una excusa, muy rebuscada y desproporcionada, para eludir metafísicamente una cita incómoda y hasta engorrosa. También podría haber recurrido a lo de la tortuga de Aquiles, ya puestos.
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Una de las muestras de que nuestra sociedad está bastante debilitada mentalmente es lo difícil que resulta a veces establecer una cita incluso con quien la propuso. Que en los últimos 10 años se haya triplicado el consumo de antidepresivos no sé si revela el abatimiento de la época o que la gente está más predispuesta a tomar pastillas. O ambas razones a la vez. Una no excluye la otra.
Al lado de lo que nunca ocurrirá -caso de que haya algo que pueda no ocurrir nunca- está lo que no se repetirá (*) o lo que se repite pero en circunstancias que nada tienen que ver con las de la primera vez. Todo lo cual conduce a lo que decía el poeta: Carpe diem.

La residencia de los dioses (Uderzo y Gozinny)

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(*) "El argumento que se acaba de mencionar merece mayor estudio. El historicismo, he dicho, niega la posibilidad de repetir experimentos sociales en gran escala en condiciones precisamente equivalentes, ya que las condiciones de la segunda ejecución tienen que estar influidas por el hecho de que el experimento se llevó a cabo antes. Este argumento reposa sobre la idea de que la sociedad, como un organismo, posee una especie de memoria de lo que corrientemente llamamos su historia. En biología podemos hablar de la historia vital de un organismo, ya que un organismo está parcialmente condicionado por sucesos pasados. Si estos sucesos son repetidos pierden, para el organismo que los experimenta, su carácter de novedad, y toman un tinte habitual. Sin embargo, ésta es precisamente la razón por la que la experiencia del suceso repetido no es la misma que la experiencia del suceso original, la razón por la que la experiencia de una repetición es nueva. La repetición de sucesos observados puede corresponder al nacimiento de experiencias nuevas en un observador. Como forma hábitos nuevos, la repetición produce condiciones nuevas, habituales. La suma total de las condiciones -internas y externas-, en las cuales repetimos un cierto experimento, sobre un único e idéntico organismo, no puede, por tanto, ser lo bastante semejante para que podamos hablar de una repetición genuina. Porque incluso una repetición exacta de condiciones ambientales se combinaría con nuevas condiciones internas en el organismo: el organismo aprende por experiencia".
Karl R. HopperLa miseria del historicismo, I, 3


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20.1.15

Las ratas

divino que habrá textos con una mayor concentración de gas que el del recorte que incorporo hoy al Álbum como broma. Resulta que el espacio dedicado en The New Yorker a la misma noticia, la determinación para este año de 2015 de Mark Zuckerberg (Facebook) de leer libros, se encabeza también como "The new Oprah?". El artículo de The New Yorker es posterior al de "La Vanguardia", que creo -no estoy segura- que era de Joana Bonet.
No le he dedicado ni un minuto de mi vida a Oprah (más que el tiempo para incrustrar este enlace), ni a Mark Zuckerberg ni a ninguna página que recomiende lecturas, que muchas hay e incluso de calidad. Generalmente no atiendo a los prescriptores de libros ni me producen el menor interés las novedades ni me suscita curiosidad la obra de un nobel desconocido, ni me inspiran confianza alguna los tuits que empiezan "Magnífico artículo de..." (sean por favores debidos, por amiguismo, etc.). 
Hoy estuve leyendo La miseria del historicismo, de Popper, que no es que sea un descubrimiento ni mucho menos. Aunque bien podría decirse que en algunas cuestiones a las que se refiere el ensayo se ha perdido desafortunadamente terreno, tampoco es como para señalar su poder innovador. Si acaso me interesa ver cómo el filósofo ataca toda posibilidad de que se puedan hacer pronósticos en Historia y en otras disciplinas ancillarias y de que en ella no encontremos la robustez de las ciencias auténticas sencillamente porque no son refutables. Es un libro interesante para mí no tanto porque me de respuesta alguna a lo que me interesa o porque coincida con mi manera de ver las cosas sino precisamente porque tiene una forma de ver las cosas que no es cómoda. Es más, pienso que más de uno -que no fuera aficionado a la epistemología, claro- le diría que si tan inconsistentes resultan los fundamentos de la sociología y demás que a qué viene discutirlos. 
En el fondo la gran cantidad de factores que intervienen en los fenómenos históricos y su imprevisibilidad es lo que los hace fascinantes. Río. Porque han habido en la historia cientos de señores como Pablo Iglesias (Podemos) y, como en un gigantesco calidoscopio, su fisonomía se definirá cada vez que transcurra un ciclo dado. El hecho de que los metereólogos y los economistas abunden pero sean incapaces de predecir una ciclogénesis perfecta y una crisis, respectivamente, no los hace menos válidos para dedicarse a interpretar los datos y criticar lo que hacen otros profesionales. Otra cosa es que se consideren más serios y necesarios que los que escriben cuentos para niños o los que planchan los disfraces de las chirigotas. Eso no, por favor.
El hecho de que las ratas se acostumbren a los experimentos y que acaben por ser inservibles como modelos, al menos para lo que se les tenía preparado, también da buena cuenta de una de las miserias del cientificismo. Hay más. No creo que Hopper abogara por el cientificismo, sin embargo. Al menos hasta donde he leído eso es lo que se deja caer. Y si una cosa tengo clara de lo que sé sobre su trabajo, es que para él solo existían dos ciencias, la Física y la Lingüística.
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Naturalmente en mi oficio de bibliotecaria-documentatonta he tenido que recomendar unas fuentes por encima de otras. A veces me he visto instruyendo sobre el despiadado arte de la criba de materiales que solo nos harán perder el tiempo. Con tres o cuatro indicaciones inicias a cualquiera. La inocencia bibliográfica dura si se lee poco o mal. 
Otras veces he tenido que expurgar de la biblioteca de pacientes todo cuanto eran suicidios o historias escabrosas que no me parecían adecuadas para un ingreso hospitalario o para alguien que pasara por un proceso patológico, aunque estuviera por determinar. Cuando me he visto contra las cuerdas teniendo que recomendar un libro para un enfermo siempre he aconsejado recurrir a las autobiografías o las biografías de personas que pudieran infundir en el lector ánimos, conformidad, ejemplos, modelos, ideas. Por lo demás soy de aquella generación para la cual la mejor manera de producirle un interés irrenunciable por algún libro era prohibiéndoselo.

Con este recorte de prensa doy por concluida mi serie sobre la innombrable liaison entre la publicidad y la literatura. Es la última entrega. Estoy por hacer una del narcotráfico y el periodismo.

Recorte de "La Vanguardia" del 17 de enero de 2015

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17.1.15

Usar y tirar (2)

Como tengo esta cabeza, precisamente hoy, cuando quería comprobar si una de las palmeras del Pasaje de las Palmeras estaba catalogada el año 1919 o 1929, resulta que me he dado cuenta de que faltaba el letrero y una de ellas, la que estaba más cerca de la calle Cartellà.
El 18 de mayo de 2013 les hice una foto con el móvil a las washingtonias robustas que hay en Torre Llobeta, cerca del Pasaje de las Palmeras. Tengo abandonado el blog de la "flora de Barcelona", que es como clasificaron los amigos de Barcelonasfera la "Alquimia del humo". Como el apelativo es bienintencionado y tiene su gracia ni por un momento se me ocurrió reprocharles lo inapropiado que era. Además, en el fondo hay muchas fotografías de Collserola, la sierra que rodea Barcelona y que sí podemos decir que tiene una flora autóctona, aunque con algún ejemplar invasor y mucho incendio. "Esto también pasará" dice el cuento sufí y también el título que se ha apropiado el último lanzamiento de Milena Busquets Tusquets, la hija de la editora desaparecida (otro eufemismo) Esther Tusquets. 
Abandoné la "Alquimia del humo" como abandoné "Raras aves" en parte porque me empecé a identificar tanto con las flores, los árboles y los pájaros, que me proporcionaba un sufrimiento inútil pretender representar su belleza y la constatación de que estaba como levantando acta de cuanto no permanece. Y no permanecen porque es así por naturaleza pero también porque el amor que se tiene aquí por nuestros compañeros de viaje en la Tierra es bien poco. 
Me acabo de dar cuenta de que se habían cargado una de las dos palmeras singulares aunque con la superviviente y la tercera, que es muy posterior y aparece en la fotografía 1 a la derecha de la que sí es histórica, se mantiene el nombre de la calle que, como he dicho, es "pasaje de las palmeras" y lo es desde el 7 de julio de 1942, según el Nomenclàtor. Me di cuenta anteayer que la que ha sido sacrificada tocaba la fachada de la finca y probablemente esa ha sido la causa de su destrucción (fotografía 2) y de que incluso retiraran la placa donde yo quería hoy refrescar mi memoria. No tengo la menor duda de que si hubieran puesto remedio, con un buen tutor o algún sistema que no hacía falta que fuera tan aparatoso como el de las washingtonias robustas de Torre Llobeta, de 1904 (Núm. de catàleg: 0086-08-94), seguramente no hubiera hecho falta sacrificarla.
En el Catàleg d'arbres d'interès local de Barcelona identificaban los dos ejemplares como Phoenix dactylifera, de 1914 y con número de catálogo 0087-08-94, que es consecutivo al de las tres washingtonias. La fotografía 4 reproduce la ficha. Son fotografías de escaso valor pero solo tengo la intención de dejar constancia de otro de los errores de nuestro Ayuntamiento. Recientemente también ha sacrificado unas catalpas que había delante del ambulatorio de La Guineuta, en el Paseo Valldaura, porque están reorganizando el jardín y tal vez allanándolo. Se olvida que lo que da carácter y gran valor a un jardín es su solera.
Así como pude pasearme el año 2011 por el Grüneburg Park de Frankfurt entre olmos por los que también pudo pasear Goethe, me temo que aquí voy a tener que pasear  entre los árboles de turno, de usar y tirar.
Hace poco leí una entrevista que le hicieron a la editora Beatriz de Moura y en ella decía que lamentarse de lo perdido  es poco más o menos que  inútil, que hay que seguir adelante y mirar hacia adelante. Que mirar hacia atrás solo trae que dolor. Supongo que, como en todo, habrá un punto medio entre el desprendimiento y la preservación. Eso sí, para potenciar el turismo (?) en el distrito han hecho un vídeo con drones que me abstengo de comentar. No hay vergüenza. Y este año han vuelto a poner los contenedores para abetos navideños y otra vez se los han llevado vacíos. No se han enterado aún de que en nuestro distrito no tenemos dinero para abetos.

Fotografía 1. En primer plano la palmera cat. 0087-08-94, del Pasaje de las Palmeras 

Fotografía 2. Alcorque con el muñón de la datilera sacrificada y la placa eliminada

Fotografía 3. La datilera superviviente (1914) y otra posterior desde el lado opuesto


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16.1.15

Escribiendo en caliente

Hace tiempo que abundan en los medios expresiones recurrentes que se usan hasta que se gastan o adquieren demasiados significados. Una de ellas aún en boga es "legislar en caliente", frase con la que se quiere prevenir de la preparación y promulgación de leyes que pretenden responder a una realidad continuamente actualizada con prontitud, sin dejar un tiempo de reflexión y de poso. De ahí he recreado yo otra expresión, "escribir en caliente". Aunque también podríamos decir "dibujar en caliente" y muchas más.
Ya dijimos aquí que últimamente la Real Academia Española estaba haciendo lexicografía como nunca antes lo había hecho, incorporando palabras que apenas permanecerán, cuando en épocas no muy lejanas se dilataba tanto el plazo de reflexión que apenas trascendía alguna palabra y eso cuando ya casi había perdido su frescura. Se diría que la RAE hace ahora lexicografía "en caliente", como si el tiempo fuera algo que solo se puede perder y lo moderno y megaestupendo fuera producir muchos outputs, mucho movimiento y cantidades ingentes de voces y términos que la automatización ya sacrificará con la misma presteza que los admite. En tal caso me temo que la RAE se convierta en una especie de Dow Jones lexicométrica y que incluso los filólogos acaben haciendo especulaciones, como parece que las hacen todas las nuevas profesiones víctimas de la mercadotecnia.

Leo en "The Lancet", que es una de las publicaciones señeras y venerables de la Medicina, pero también moderna, que se suman a la solidaridad con los dibujantes de Charlie Hebdo:
"The role of journals, including medical journals, is to provoke, criticise, and debate—even to offend—as well as to report, explain, and interpret. Article 2 of France’s Declaration asserts the right to “liberty, property, security, and resistance to oppression”. In defence of our collective right to resist those who seek to destroy our liberties, we stand side-by-side journalists at Charlie Hebdo"
Editorial, The Lancet 2015; 385 (9964): 202.
Pero no se crean que en su previo homenaje a la francesa Declaración de los Derechos el Hombre y del Ciudadano (1789) dejan de citar textualmente su artículo 10, por el cual "Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley." Aunque la cita es un reconocimiento a lo importante que ha sido la contribución de Francia en el progreso de la humanidad, no se nos escapa que esa puntualización del artículo 10 admite que hay situaciones en que la libertad de expresión puede ser o contraproducente o contravenir el orden público establecido legalmente. De manera que aunque aparentemente The Lancet defiende el derecho a la libertad de expresión e incluso la facultad de las revistas para poder provocar e incluso ofender, también es verdad que no ignora (en uno de los sentidos de la palabra ignorar, por lo menos) que -como diría el Papa Francisco- la libertad de expresión tiene límites.

Escribo en caliente cuando digo que hay bromitas -como aquella de hacer un Cristo al horno o un fotomontaje de un santo empalmado- tienen maldita la gracia. Habrá gente a la que le harán gracia. Gente reprimidilla, en mi opinión. Gente que tiene una risita floja y escora también en sus gustos sexuales, por lo que obtiene un cierto placer vicariante en que se violen monjas, se ridiculicen beatonas (como si no se ridiculizaran ellas mismas sin necesidad de ayuda) y se hagan burlas en general hasta de la patena bendita. Y me circunscribo a las brumas anticatólicas porque créanme que ahí voy a poder medir mejor mis palabras.
La gente que hace unos años se reía a costa de los gangosos y los tartamudos, la gente que tenían como una fuente principal de inspiración humorística a los homosexuales es poco más o menos gente que tenía la misma pulsión onanista y gilipollas que estos otros pobres desgraciados que malviven a costa de las debilidades ajenas.
El humor -blanco, negro, verde, amarillo, etcétera- es necesario como lo es el agua, no menos. Cada día más. Lo que nos preguntamos muchas personas es si ese humor con resabios testimonialistas (que ya es lo último o lo siguiente) le sirve a alguien para algo. Los dibujantes de Charlie Hebdo, a sabiendas de que los ánimos de algunas personas muy irritables estaban enervados y exaltados, podían haber optado por el humor de verdad y sólo han conseguido -además de colocar en la calle cinco millones de ejemplares y más- de su último número, hacernos llorar más. Hay que aquilatar entre dejarse extorsionar por el terror no cediendo a sus desmanes y su fanatismo y refocilarse con una broma que ha molestado.
Ya la publicación se presenta como "irresponsable", palabra que a quien me lea le recordará que hace años que vengo defendiendo la postura responsable frente a aquella postura comprometida que se defendía como meritoria hace 30 años o más. Se hablaba de literatura "comprometida" para referirse a aquella literatura que era fiel o leal a unos principios y que los seguía a toda costa. Pero esa palabra se vio empozoñada por la política de lo clientelar y por los escritores y traductores beneficiados o subsidiados por el poder establecido. Ahora hasta hay escritores en la nómina de La Caixa (?), pero ese es otro tema.
Responsable sería acatar los propios principios o unos principios con sus finales y sus mitades, dar cuenta de las consecuencias de lo que uno escribe o dibuja. Hasta cierto punto, evidentemente, porque si ustedes supieran lo que a veces entienden algunas personas de cuanto leen o ven, sería para cortarse no las venas, no, las piernas.

Viñeta de Manuel Summers para "ABC"

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El valor de una vida


"A la Biblioteca de Catalunya es guarda una part important
de l'arxiu de l'antic Hospital de la Santa Creu.
L'antic Hospital és una institució creada el 1401 per la ciutat
i el bisbat de Barcelona, que ha perviscut com
a principal centre d'assistència a Catalunya fins al
començament del segle XX, cosa que el converteix en
un dels hospitals generals més antics d'Europa.
Els documents que es presenten en aquesta col·lecció
es corresponen als Llibres d'entrades de malalts,
una de les sèries més rellevants d'aquest fons
per la seva extensió cronològica i la riquesa
d'informació que conté per a la recerca. Altres
sèries com els llibres d'expòsits, els llibres
de dides o els de comptabilitat s'afegiran posteriorment
per tal d'oferir a l'investigador aquest
fons documental essencial per a la història de Catalunya."






l Hospital de la Santa Creu de 1401 era una institución caritativa dependiente del cabildo catedralicio de Barcelona y el Consell de Cent. Además de las darderas y las monjas hospitalarias, que por lo menos hasta hace bien poco aún participaban en el funcionamiento del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau modernista, había voluntarios. Fue el único hospital que hubo en Barcelona hasta finales del siglo XIX. Remito al post precedente, "Ciencia y caridad", donde comento el capítulo del libro de Michel Foucault, La vida de los hombres infames, el que lleva por título "Incorporación del hospital a la tecnología moderna": "Decíase en aquellos tiempos –y con razón- que el hospital era un lugar para ir a morir. El personal hospitalario no estaba destinado a curar al enfermo sino a conseguir su propia salvación. Era un personal caritativo (religioso o laico) que estaba en el hospital para hacer obras de misericordia que le garantizaran la salvación eterna".
En aquel post enlazamos una página de un libro de registro de admisión de enfermos del siglo XVI.

Libro de registro de enfermos "paisanos" iniciado el año 1679 (Hospital de la Santa Creu)

No sé si se pueden apreciar bien (la letra es buena) dos frases que aparecen en la primera página del libro de registro de 1679: la referencia al "infermer" Sr. R. Joseph Ansalada y al pie la frase "Jesús, Joseph y María os doy el corazón y el alma mía", que viene siendo una retahíla como no dejan de serlo esas cosas que a veces ponemos al final de los correos-e: que no imprimamos sin pensar, que en el hospital no se fuma o que el contenido del mensaje es confidencial o que va únicamente dirigido al remitente. El enfermero no era propiamente un enfermero tal y como los conocemos hoy en día -para entendernos, después de las guerras mundiales- y de hecho solo habría en el Hospital de la Santa Creu uno, tal y como se apreciaba en una exposición con la que se abrió el tercer Hospital de Sant Pau, donde se mostraba un plafón con "Les professions dels antics hospitals".
La distinción entre "paisanos" y "soldados" no es baladí si tenemos en cuenta el estudio de Foucault mencionado, donde se recalca:
"A finales del siglo XVII, con la introducción del fusil, el ejército se vuelve mucho más técnico, sutil y costoso. Para aprender a manejar un fusil se requerían ejercicios, maniobras y adiestramiento. Así es como el precio de un soldado excede del de un simple trabajador y el costo del ejército se convierte en un importante capítulo presupuestario de todos los países. Una vez formado un soldado no se le puede dejar morir. Si muere ha de ser en debida forma, como un soldado, en una batalla, no a causa de una enfermedad. No hay que olvidar que en el siglo XVII el índice de mortalidad de los soldados era muy elevado. Por ejemplo, un ejército austríaco que salió de Viena hacia Italia perdió 5/6 de sus hombres antes de llegar al lugar del combate. Estas pérdidas por causa de enfermedades, epidemia o deserción constituían un fenómeno relativamente común.
A partir de esta transformación técnica del ejército, el hospital militar se convierte en una cuestión técnica y militar importante: 1) era preciso vigilar a los hombres en el hospital militar para que no desertaran, ya que habían sido adiestrados con un costo considerable; 2) había que curarlos para que no fallecieran de enfermedad; 3) había que evitar que, una vez restablecidos, fingieran estar todavía enfermos y permanecieran en cama, etcétera."
Estos datos en cierta manera un tanto siniestros o desalmados nos indican que el valor de las vidas humanas ha ido cambiando, y nos permite adivinar que hay vidas que cada vez valen más y otras que cada vez valen menos. O que hay unas víctimas del terrorismo, del paro, de las guerras, etcétera que tienen unas más valor que otras.
En el pesaje de las almas egipcio se representaba una balanza. A un lado el corazón del difunto, al otro lado el jeroglífico de Maat (diosa de la justicia o la armonía), que era una pluma de avestruz. Si el corazón no era "justo de voz" y pesaba más que la pluma el corazón entonces lo devoraba Ammyt, una deidad mitad cocodrilo, mitad hipopótamo.


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15.1.15

A la primera

"No había sido lanzado adentro de  La queja de Portnoy,
ni a ninguna otra novela, si hemos de ser fieles a la
 verdad. Había sido proyectado a un antiguo
 libro de texto, Español para principiantes,
y corría para salvar la vida por un terreno
 estéril y rocoso mientras la palabra tener ("tener") -un
 enorme y peludo verbo irregular- lo perseguía
con sus patas largas y delgadas"
Woody Allen, El episodio Kugelmass


Empecé a leer por segunda vez Pedro Páramo, libro que se dice que hay que leer tres veces para que nos llegue su contenido en toda su plenitud. O porque hay que meterse en él. Por lo que sea. Tres veces. Yo a la segunda vez ya voy viendo que disfruto más que en la primera, ya lejana, pero eso ocurre con cualquier libro cuando sobre todo no se depende de lo enzarzada que sea la trama ni de trucos de suspense y demás. Hay libros que ya sabemos que no resisten una segunda lectura, además de los que no resisten ni la primera. 
Lo de meterse en el libro es de las mejores cosas que nos pueden ocurrir en la lectura, y de las más cómodas. Siempre que no se trate, como en El episodio de Kugelmass, de que le metan a uno en un sitio como el Español para principiantes y ya no digamos en la gramática del subjuntivo o su casuística. Claro que según para quien aún sería peor pasar una tarde con Madame Bovary o el Conde Drácula o uno de esos personajes sin carácter que tanto abundan. O ser una de aquellas protagonistas femeninas de las novelas románticas. Te meten desengañada de casi todo en un crucero del que no estás poco ni muy convencida, allí conoces un señor ideal, sin problemas económicos ni de ningún tipo, que sabe bailar y que tiene un buen ver. Danielle Steel, Nora Roberts y otras escritoras de novelas románticas yo creo que están infravaloradas. De hecho, a mí si me dieran a elegir entre una novela histórica, aunque fuera de romanos (mucho mejores que las medievales), y una novela romántica, elegiría una novela romántica. Pero no del tipo Jane Austen ni Corin Tellado sino ya directamente de esas que, como les digo, le arreglan la vida como providencialmente a la mujer más irrehabilitable o irrealizable. Tengo entendido que surge algún problema en la novela, por hacerla dudar, por supuesto, pero siempre acaba todo de bien a muy bien y sin perjudicar a nadie, como si aún en el caso de que -por decir algo- una mujer interfiriera en las vidas de una pareja, incluso así sería a plena satisfacción de todos. 
Algunas de esas novelas las están echando en la TV en el horario aquel en que yo ya no sirvo para otra cosa que para estar echada en el sofá planchando alternativamente la oreja derecha y la izquierda. Por eso sé que además hay unos paisajes inolvidables, unos restaurantes muy bonitos, el mar luce en todo su esplendor, hay acantilados, progreso pero no mucho, y la gente es ni muy gorda ni muy delgada. Novelas con entornos sórdidos, siniestros o cutres, con establecimientos sospechosos y paraderos depauperados o castigados por todos los horrores medioambientales, también las hay. Si además todo son desencuentros entre sus personajes ya es como para irse a la conjugación del verbo tener sin pensarlo.
Me acostumbré a hacerme como "peliculillas" de las lecturas que hago cuando leía informes clínicos que luego codificaba, porque tenía que tener bien situado cada caso y sus incidencias. Es como levantar un plano. Hay autores de ficción que no consiguen levantar ante nuestros ojos lectores ni un solo escenario, o se van sucediendo textos que se ensartan de forma muy visible, como si no los soportara un único impulso creativo y sí un ritmo deposicional de jornada de trabajo. Hubo temporadas que era leer por ejemplo Cortázar y contar el número de cigarrillos que se fumaban. No sé qué diría Fernando de Rojas o Miguel de Cervantes de algo así, un cigarrillo cada 750 palabras. Quien dice un cigarrillo dice un cubalibre o una cerveza. En una película, cuando la gente fumaba, hasta le daba una cierta verosimilitud. Y el humo tiene su encanto. En una novela, un cigarrillo cada 750 palabras, no sirve ni para leit motiv a no ser que se lo proponga el autor y eso con sentido y no por impresionarnos con un recurso reiterativo nihilista sino que se creciera en la narración.
Por lo demás, a la vista de lo que llevo leído, yo diría que cualquier tema es literario. Y la literatura no la hace el tema. La novela de Flaubert me parece una de las mejores que he leído pero no me metería en ella más allá de ser el péndulo del reloj o un miosotis en el prado.

Fotografía de Juan Rulfo

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14.1.15

La rosas damascenas

Este mes es de mucho sufrimiento para quienes no soportamos bien los olores desabridos. Esto es porque se han regalado en fechas navideñas litros y litros de productos cosméticos perfumados, la mayoría de los cuales huelen más o menos por el estilo pero que nos inducen a valorar como distintos sus envases y presentación.
Mi adoración por Chanel 5 no la ha marchitado o corrompido la campaña que le hizo un año Brad Pitt, individuo que no es santo de mi devoción (como ya se ha dejado caer alguna que otra vez en este blog). A mí unas gotas de Chanel 5 me arreglan un día por pésimo que pueda ser. Hace un par de años tuve que reponer mis dos botellas de Chanel 5 y Lagavulin (Scotch de 16 años), porque coincidió calamitosamente que se me consumieran mis existencias de los dos únicos lujos que me permitía. Como ya no me puedo permitir los dos, tuve que decidirme entre el perfume y el güisqui y ganó el perfume. Tal vez si Barcelona fuera una ciudad más fría, me hubiera decantado por el güisqui, ya que es mano de santo para los dolores articulares que se presentan por debajo de los 8 grados centígrados, especialmente en mis atormentados hombros. Lagavulin es como el Aceite 3 en 1 pero por vía oral, tiene la propiedad de invadir los lugares más recónditos de la fisiología y tiene un aroma incomparable que solo superaba hasta ahora el Chanel 5. También me permito afirmar que en caso de indigestión es aún mejor que la Coca-Cola para recomponer la dispepsia y una mala náusea. Es por lo demás un buen cordial y no deja el fondo del estómago como una goma chuchurrida, cosa que suele ocurrir con algunos vinos de la tierra.
Y digo "hasta ahora" porque hace poco descubrí otro perfume inigualable, Rose Noir de Byredo, concebido por el perfumista Ben Gorham, que al parecer es de origen indio pero que nació en Estocolmo. Créanme que eso para mí no tiene la menor importancia ya que está todo tan mundializado o globalizado o como se diga, que ya me es igual. 
La carta de presentación de Rose Noir reza: 
"THE CLASSIC SYMBOL OF LOVE AND DEVOTION IS UPDATED IN ROSE NOIR. A TRADITIONAL OLFACTORY ROSE, THE DAMASCENE, IS MADE POTENT AND CONTEMPORARY ONCE AGAIN BY DARKENING ITS CHARACTER. ROSE NOIR BECOMES A DECADENT, DIRTY ROSE WITH AN INTENSE AND ANIMALIC QUALITY.TOP: GRAPEFRUIT, FREESIA
HEART: ROSE DAMASCENA"
Y me llama la atención lo de la rosa damascena (de Damasco), cuando resulta que el aceite esencial de rosas de Alquimia  (408,45 € una botellita que debe de ser de 10 mL) está preparado con rosas damascenas de Bulgaria, que al parecer son las mejores. Me hago cargo de que a lo mejor para preparar ese destilado se precisarán una barbaridad de rosas, además de un proceso delicado y no fácil. Se le atribuye a Avicena el agua de rosas y bien seguro que el olor de las rosas, en general, es incomparable hasta para los sentidos más abotargados. 
El buen olor es como la suerte. La buena suerte no sé si existe, pero la mala suerte sí. No hay olor malo, el mal olor no es olor es un fastidio o una perversidad, pero no un olor. Y hay olores que consiguen restaurar nuestra salud, nuestro parentesco con la naturaleza y hasta la alegría de vivir. Así como estoy segura de que unas gotas de Chanel 5 te arreglan el día, la primera vez que olí Rose Noir de Ben Gorham me dije que aquello te arreglaba un mes entero. Lo de "dirty rose" y "animalic quality" no sé decirles si es propiamente lo que mejor transmite las propiedades de su aroma. Les puedo asegurar que no es aquel olor empalagoso que se asocia a las rosas artificiosas y a las cincuentonas cursis empolvadas.
Hace tiempo que me aficioné a visitar la Rosaleda de Pedralbes, entre abril y mayo y después en tiempo de escaramujos, en otoño. He hecho allí miles de fotografías. Las rosas olorosas de portentosos obtentores, están apartadas pero en un lugar central a la entrada del jardín. Son cada una en su género de una condición admirable y lo único que podemos lamentar es que una vez que hemos olido unas pocas ya no es posible obtener más placer ya que el olfato se acaba saturando. Es difícil referirse a las "notas" que se perciben claramente pero que cuesta verbalizar sin recurrir a sinestesias de poco interés como "lianas", "tierra" o "corro de la patata" o "sombras" y "crudo". 


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13.1.15

De mala muerte

e refiere El Crítico Constante en su último post a los cultontos, término que no sé si es de su "cuño" o letra pero bien podría serlo, con el que se refiere a los que estos días han aprovechado los atentados en París para sacar a relucir su ateísmo, con argumentos sobre Pío XII y cuatro ideas sobre el Santo Oficio. De hecho, sabrá Crítico que muchas de las opiniones que se han sacado estos días tienen que ver con lo que a cada cual le sobra en el corazón, sea el ateísmo sean otras amarguras. Y este fenómeno se suele ver cada vez que ocurre algún suceso impactante. 
Cuando mataron al hincha ultra del Depor, otros hooligans, tirándolo al Manzanares, lógicamente no se habló de islamofobia. Pero apunto el recuerdo porque por lo general se distingue bien entre gamberros, descerebrados, psicópatas y terroristas, y entre lo que es fútbol y lo que dejó de ser fútbol si es que alguna vez lo fue. 
En lo que llevo leído sobre los sucesos del Charlie Hebdo, que es poco, no he apreciado ninguna observación sobre el número de bromas que se habían hecho sobre el Islam o una parte del Islam. Los que defienden el humor a toda costa -aunque a veces ignoran aquello de que el humor es una cosa muy seria- no sé si pueden calibrar la diferencia entre hacer una broma y hacer cinco bromas o la misma broma cinco veces. 
Un tercer tema que apenas ha sido pulsado es el de la condición social y generacional de los dos hermanos Kouachi, que burdamente voy a relacionar con la de los también hermanos Tarnaév, que fueron los sospechosos principales del atentado de la maratón de Boston el año 2013. 
Me resulta más que vomitivo haber oído estos días en algún programa radiofónico de larga audiencia, donde cada día se hacen entre 5 y 6 bromitas misóginas, condenar el islamismo radical por su noción del rol de las mujeres. Cuestión de grado, dirán.
Me ha llamado mucho la atención y en parte a la indignación el diferente trato que reciben por parte de la opinión las víctimas del terrorismo. Hay muertos dibujantes, muertos judíos, muertos cristianos, muertos que van a trabajar simplemente, etcétera. Me pongo en el lugar de los supervivientes de las víctimas de los atentados terroristas y veo que solo se añade dolor al que ya tienen, porque parece que hay favoritismos hasta en los muertos.
También me interesaría mucho saber si además de Al Qaeda y el Estado Islámico hay más organizaciones terroristas e incluso células que por su movilidad o su espontaneidad apenas se pueden considerar "organizadas" si no es por sus servicios a intereses superiores.
Yo no sé si en Francia habrá un Willy Toledo o dos ni si habrá cultontos y cibergarrulos como sí los tenemos aquí a cientos. Pero eso también me gustaría saberlo. Porque me parece anormal que se amplifiquen las opiniones, especialmente las que no son interesantes, que crezcan las manifestaciones de condena por encima de los hechos. Que se esté convirtiendo en lo habitual no quiere decir que sea lo normal a no ser que adoptemos como propia la costumbre de convertir todo en un espectáculo.

Fernando Krahn sobre el Tratado de Lisboa

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7.1.15

Mundo cruel (2)

Xena - Deberías ganarte el sustento de otro modo.
Cíclope - ¿Haciendo qué? Soy un cíclope ciego ¿Qué quieres que haga?
Xena - Ofrécete a alguna aldea como protector, un cíclope aunque sea ciego aún asustará a bastante gente y seguro que los aldeanos a cambio te dan una oveja de vez en cuando.
Cíclope - ¿Una oveja? ¿Cómo voy a comer ovejas cuando estoy acostumbrado a comer carne humana?

Xena la princesa guerrera (Temporada 1, Episodio 1, "Pecados del pasado")

3.1.15

Libro vivo (y III): doctores tiene la Iglesia


"Por fin llegó el día de verme libre efectivamente
 de mi profesión de retórico, de la que ya me había
 liberado efectivamente. Sucedió que me sacaste
mi lengua donde ya habías sacado mi corazón".

San Agustín, Confesiones, IX, IV

Probablemente la figura más opuesta a Teresa de Jesús, de entre las monjas cojoneras que aún ahora abundan, sería Sor Juana Inés de la Cruz o Juana de Asbaje, cuyo tricentenario -tanto si nació el 1648 como si nació el 1652, me pillará con 77 años. Como calculo que ya no escribiré aquí, ya dejo dicho -sin entrar en otros detalles- que en la época de la mexicana era muy difícil leer con normalidad en España, no así en el virreinato, por lo que muchos libros que allí se podían conseguir, aquí era impensable siquiera conocerlos. Cuando publiqué el post sobre el mito de Eco y Narciso ya me referí a El divino Narciso (1690) de la monja culterana, en donde la ninfa se expresa en verso y parece un trasunto de Sor Juana, tan ingeniosa que no es difícil imaginarla como un fenómeno de feria cortesana. No nos debe cegar el feminismo para admitir que se pasaba de redicha.

Me interesa traer aquí, del capítulo 27 del Libro de la Vida el texto sobre Pedro de Alcántara:
«16. Y qué bueno nos lo llevó Dios ahora en el bendito Fray Pedro de Alcántara! No está ya el mundo para sufrir tanta perfeción. Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempos pasados. Este santo hombre de este tiempo era; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos era; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos, y ansí tenía el mundo debajo de los pies. Que aunque no anden desnudos ni hagan penitencia como él muchas cosas hay -como otras veces he dicho- para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve ánimo. ¡Y cuán grande le dio Su majestad a este santo que digo, para hacer cuarenta y siete años tan áspera penitencia, como todos saben!
17. Quiero decir algo de ella, que es toda verdad. Díjome a mí y a otra persona, de quien se guardava poco (y a mí el amor que me tenía era la causa, porque quiso el Señor le tuviese para volver por mí y animarme en tiempo de tanta necesidad, como he dicho y diré) paréceme fueron cuarenta años los que me dijo havía dormido sola hora y media entre noche y día, y que éste era el mayor travajo de penitencia que havía tenido en los principios de vencer el sueño, y para esto estava siempre u de rodillas u en pie. Lo que dormía era sentado, y la cabeza arrimada a un maderillo que tenía hincado en la pared. Echado, aunque quisiera, no podía, porque su celda -como se save- no era más larga de cuatro pies y medio. En todos estos años jamás se puso la capilla, por grandes soles y aguas que hiciesen ni cosa en los pies, ni vestido, sino un hábito de sayal, sin ninguna otra cosa sobre las carnes, y éste tan angosto como se podía sufrir, y un mantillo de lo mesmo encima. Decíame que en los grandes fríos se le quitava y dejava la puerta y ventanilla abierta de la celda para, con ponerse después el manto y cerrar la puerta, contentava el cuerpo, para que sosegase con más abrigo. Comer a tercer día era muy ordinario; y díjome que de qué me espantava, que muy posible era a quien se acostumbrava a ello. Un su compañero me dijo que le acaecía estar ocho días sin comer. Devía ser estando en oración, porque tenía grandes arrobamientos e ímpetus de amor de Dios, de que una vez yo fui testigo.
18. Su pobreza era estrema y mortificación en la mocedad, que me dijo que le havía acaecido estar tres años en una casa de su Orden y no conocer fraile, si no era por la habla; porque no alzava los ojos jamás, y ansí a las partes que de necesidad había de ir, no sabía, sino ívase tras los frailes. Esto le acaecía por los caminos. A mujeres jamás mirava; esto muchos años. Decíame que ya no se le dava más ver que no ver. Mas era muy viejo cuando le vine a conocer y tan estrema su flaqueza, que no parecía sino hecho de raíces de árboles. Con toda esta santidad era muy afable, aunque de pocas palabras, si no era con preguntarle. En éstas era muy sabroso, porque tenía muy lindo entendimiento. Otras muchas cosas quisiera decir, sino que he miedo me dirá vuesa merced que para qué me meto en esto y con él lo he escrito; y ansí lo dejo que fue su fin como la vida, predicando y amonestando a sus frailes. Como vio ya se acabava, dijo el salmo Laetatus sun yn is que dita sum miqui, y hincado de rodillas, murió". »
Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. XXVII
El texto es el editado por O. Steggink para Castalia, con su puntuación y fijación. El autógrafo de la santa carece de signos ortográficos y no iba numerado. 
Teresa de Jesús no menciona en la  Vida  a nadie por su nombre excepto a Francisco de Borja y a Pedro de Alcántara. Dos santos. No hay en el libro otros nombres ni apellidos, ni el suyo siquiera, ni el de sus padres, ni el de una ciudad o convento, ni el de su orden ni de orden alguna. San Pedro de Alcántara (1499-1562) aparece al comienzo de nuestro texto y reaparecerá en otros dos capítulos: en el XXX, para referirse a que "había traído veinte años cilicio de hojalata continuo"; y en el XXXIX para referirse a que fue de los pocos a quienes vio subir derecho al cielo sin pasar por el purgatorio.
La "otra persona" a la que se refiere es María Díaz, quien tuvo a San Pedro por guía espiritual y a quien Santa Teresa conoció en casa de doña Guiomar de Ulloa. A San Pedro debió de conocerlo hacia 1560, cuando él tenía 61 años y ella 45. "Vuesa merced" es el dominico García de Toledo, a cuya consideración iba dirigida la autobiografía. Las veces que aparece este "vuesa merced" a lo largo del libro resitúan al lector frente a una carta de gran recorrido.
Alguna otra ocasión, no pocas, la santa se dirige expresamente a Dios. Por otra parte, como hay en la Vida lo mismo pasajes parenéticos que de expansión lírica y hasta un bloque que va de los capítulos 11 al 22 conteniendo una especie de tratado doctrinal de los grados de oración, el "vuesa merced" asimila la virtud de reconducir la escritura de la santa obedientemente al objeto que se propone y sin excursos. El apelativo añade naturalidad y vivacidad a lo escrito, lo autentifica.
La ausencia de nombres propios en el Libro de la Vida (LV) agiganta la aparición de Fray Pedro de Alcántara en el capítulo XXVII. García de la Concha ha interpretado el interés de Santa Teresa por las cosas en su dimensión trascendente. Las vivencias, los sucesos y el mundo sensible en general están al servicio de la "demostración del esquema dual: grandeza de Dios/miseria del alma que cede a las tentaciones del binomio Satanás-mundo" (*). Para la escritora Dios sería por decirlo de una vez el único nombre.
Gracias a su ignorancia del latín disponemos de un documento del castellano que se podía hablar en el siglo XVI. En las líneas finales del texto nos encontramos con una de las escasísimas citas textuales del LV.  Su transcripción del salmo 121 (¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!) es defectuosa. En vez de "Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi" transcribe como de oídas: "Letatun sun yn is que dita sun miqui". Además, no se trata de una cita al modo escolástico ni retórico, sino que va formando parte del relato diegético. 
No dejaría de ser incómodo para los que sí sabía mística "teulojía" que la andariega reformadora, la hija de un judío converso, tratara de asuntos que les estaban vedados por ser mujer y por no ser letrada. Por las dos cuestiones o por cualquiera de las dos cuestiones. Obstat sexus, replicó Pío XI (1922-1939) ante la propuesta de proclamarla doctora de la Iglesia. Santa sí, doctora no.
Quinientos años después la situación de la mujer no es mucho mejor. En algunos casos hasta es peor, aunque a veces no tan a las claras como lo manifestara el Papa número 259. En la actualidad, si no me equivoco, hay cuatro doctoras de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús y Santa Catalina de Siena (proclamadas por Pablo VI), Santa Teresa de Lisieux (proclamada por Juan Pablo II) y Santa Hildegard von Bingen (por Benedicto XVI).


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(*) V. García de la Concha. El arte literario de Santa Teresa. Barcelona: Editorial Ariel, 1978. Letras e Ideas. Maior; 13: 205.

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2.1.15

Libro vivo (II): Escribir como se habla

Me gustan las palabras de la gente.
Parece que se tocan, que se palpan.
Los libros no; las páginas se mueven
como fantasmas.
Pero mi gente dice cosas formidables,
Que hacen temblar a la gramática.
¡Cuánto del cortar la frase,
cuánta de la voz bordada!
Da vergüenza encender una cerilla,
quiero decir un verso en una página,
antes estos hombres de anchas sílabas,
que almuerzan con pedazos de palabras.
Recuerdo que una tarde,
en la estación de Almadén, una anciana
sentenció despacio: “Sí, sí, pero el cielo y el infierno
está aquí”. Y lo clavó
con esa “n” que faltaba.

Blas de Otero, Palabra viva y de repente (Que trata de España)

Estamos acostumbrados a oír a personas que hablan como se supone que hay que escribir, cuando otramente muchos desearíamos que todos cuanto escriben lo hicieran como si hablasen.

Santa Teresa ignoraba, según Sánchez Moguel, "el latín y, por consiguiente lo escrito en esta lengua, que era lo mejor y lo principal en materias religiosas, sobre todo en las ascéticas y místicas (*). De hecho, hasta finales del siglo XVIII, las lenguas vernáculas no desplazaron al latín como lengua de uso en la exposición de obras de conocimiento (teológicas, de derecho y sobre ciencia).
En la Vida hay diversas referencias a lecturas. Al parecer de O. Steggink, la santa obtuvo una cultura bastante superior a la que solía encontrarse entre gente del mismo sexo y del mismo grupo social. En el capítulo II se refiere a su afición en la niñez a los libros de caballería. En el IV a cómo le ayudaba en la oración la lectura de libros piadosos, la del Tercer abecedario espiritual de 1527 de García de Osuna. También hace referencias a las Epístolas de San Jerónimo, a las de San Pablo, y a otros libros de la Biblia. Pero no son citas textuales y eruditas e incluso, según Sánchez Moguel, se trata de citas de "segunda mano" (**).
Teresa debió de leer las Moralia in Job de San Gregorio de Nisa (citado en el capítulo V); las Confesiones de San Agustín, otra autobiografía avant-la-léttre (cap. IX y XIII); la Imitatio Christi de Ludolfo de Sajonia (cap. XXXVIII); el Arte de servir a Dios (1521) de Alonso de Madrid (cap. XII) y la Subida al Monte Sión (1535) de Bernardino de Laredo (cap. XXIII).
Al aparecer el primer Index Librorum Prohibitorum español, conocido como el Índice de Valdés (1551 y 1559), la Santa perdió de leer o consultar muchas obras en romance. Uno de los pasajes más citados de la Vida es precisamente el que se refiere al Índice de Valdés.
Cuando se quitaron muchos libros de romance, que no se leyesen yo sentí mucho porque algunos me daba recreación leerlos, y yo no podía ya por dejarlos en latín, me dijo el Señor: No tengas pena, que Yo te daré libro vivo".
El idioma de la santa esta libre de latinismos, italianismos y otros elementos exóticos. Carecía de los cultismos griegos y latinos que abundan en los místicos áureos, aún sin llegar al paroxismo oratorio de Hortensio Félix de Paravicino. Según E. A. Peers pueden ser contadas por millares las obras místicas del siglo de oro, y no exagera, al contrario. 
Algunos hispanistas han realzado al lado de la ausencia de cultismos, la presencia de arcaísmos y de rusticismos. Américo Castro lamenta como factor estilístico de la santa su tendencia vulgarista: "lo admirable y lo insignificante alternan en ella con enojosa promiscuidad"  (***). Cree Rafael Lapesa incluso que rusticismos como mijor, an, anque o relisión son formas que la Santa antepuso a las formas mejor, aun, aunque y religión de forma voluntaria. Que no podía ignorarlas pero que prefirió las formas rústicas para no parecer o dárselas de letrada. Lapesa sigue la tesis menendezpidaliana e interpreta el empleo del lenguaje común o corriente como desempeño de humildad. Esta explicación sobre el estilo teresiano estaría acorde con la Regla carmelita y el estilo "ermitaño" que ella defendía.
Menéndez Pidal compara Santa Teresa y Catalina de Mendoza, que se mortificaba ascéticamente ocultando su talento en escribir cartas mandándoselo hacer a una sirvienta. Y también la sitúa en la órbita de Juan de Valdés y otros escritores del siglo XVI que adoptaron el lema "escribo como hablo" del Diálogo de la lengua. Pero Teresa Cepeda, según Pidal, "propiamente ya no escribe, sino que habla por escrito; así que el hervor de la sintaxis emocional rebasa a cada momento los cauces gramaticales ordinarios. El lenguaje escrito se diferencia fundamentalmente del oral en que se ayuda de los ojos para compaginar lo que se va a decir con lo que se ha dicho. Santa Teresa no hace tal diferencia porque nunca vuelve atrás para releer" (***)

Ramón Menéndez Pidal con Charlton Heston durante el rodaje de "El Cid"  (Anthony Mann, 1961)

________
(*) A. Sánchez Moguel. El lenguaje de Santa Teresa de Jesús. Juicio comparativo de sus escritos con los de San Juan de la Cruz y otros clásicos de su época. Madrid: Imprenta Clásica Española, 1915: 19.
(**) A. Sánchez Moguel. Op. cit.: 21.
(***) A. Castro. Teresa la Santa y otros ensayos. Madrid: Alianza, 1982. El libro de bolsillo; 869: 76.
(****) R. Menéndez Pidal. El estilo de Santa Teresa. En: La lengua de Cristóbal Colón. 4º ed. Madrid: Espasa-Calpe, 1958. Colección Austral; 280: 125


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Libro vivo (I)

La carn, sense paraules,
davant de mi i en mi.

I jo que havia llegit tots els llibres.

Maria Mercè Marçal, La germana, l'estrangera




asualmente, o no, mi último post sería el número 1515 si no fuera porque cuento solo los 1177 que no son meras fotografías. Pero dado que este año celebramos el Quinto Centenario de Teresa de Jesús, acepto el lance y abro la temporada con unas reflexiones sobre la santa, la fundadora y la escritora que fue y que es Teresa Cepeda.
Si será importante Santa Teresa que el Institut Nova Història, ahora patrocinado por Caves Cuscó Berga Vins y sabe Dios por quién más, defiende la tesis de que como Servet, Leonardo da Vinci, Cervantes y Colón, la monja carmelita abulense en realidad era Teresa Cardona, la abadesa del monasterio de las clarisas de Pedralbes. La pereza que inspira tamaño disparate me impide pretender enterrarlo bajo una batería de argumentos y pruebas, especialmente porque de Santa Teresa hay muchísima documentación primaria e infinidad de expertos.
Leo una reseña de Sexe et monarchie, de Henri de Romèges, un libro que se vendió muy bien seguramente en estas fiestas navideñas, y que se lanzó con la entradilla "Un libro detecta gotas de sangre real en cada francés, gracias al desorden sexual de sus monarcas". Dejando de lado que la sangre real no sé si se puede detectar, como sí se detectaría el ADN, no sé porque nos tenemos que sorprender de que la mayor parte de los franceses sean bastardos, cuando hasta en lo que es oficial -las líneas de sucesión dinástica- hay un berenjenal que no lo aclaran ni todos los historiadores del mundo. Y me refiero a historiadores de verdad y a la historia sin extravagancias mercadotécnicas o paranoicos. A mi entender, encontrar sangre real en los franceses es como encontrar trazas de antidepresivos en las cloacas de Barcelona. Los restos fecales se podrán depurar, pero me parece improbable que se puedan eliminar los antidepresivos y los ansiolíticos de los ríos que van a dar a la mar que es el morir.
Sirva esta breve introducción sino como garantía sí como compromiso de seriedad.
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En una época de mi vida pude dar rienda suelta a tres inclinaciones: mi fascinación por los siglos XV y XVI, la admiración por Teresa de Jesús y mi interés por las autobiografías. El único impedimento o freno era mi ignorancia del habla del siglo XVI, sobre la que al cabo de mis estudios aún conseguí saber menos, como suele ocurrir. Ofrecen una gran ayuda el tratado consabido de Rafael Lapesa, y el Tesoro de Covarrubias. El Libro de la vida, aunque se basta, mueve a querer conocer más sobre la biografía "civil" de la Santa, a quien un nuncio papal coetáneo anatemizó como "fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz".
Su personalidad aparece íntimamente fundida a su lenguaje, el castellano. La carmelita despliega las características peculiares: el estilo ermitaño y de pocos adjetivos, la precisión, la concreción sin afectaciones, el anacoluto, las amplificaciones, los leísmos, las elipsis, etcétera.
La doctora de la Iglesia escribió por mandato de sus superiores, por obediencia, y nunca se consideró una autoridad en las materias que trataba. Enrique Llamas ha explicado el proceso de redacción del libro de la Vida, cuyo autógrafo se conserva en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial. Sobre la primera redacción precisa cómo su consejero, el dominico García de Toledo, "descubriendo el aspecto aleccionador de sus procedimientos en la vida de oración mental, y la ejemplaridad de toda su vida, convencido también de la autenticidad y del carácter sobrenatural de sus experiencias extraordinarias, le aconsejó que refiriese en detalle todas las maravillas que el Señor había obrado en su alma [...] Había hecho una relación seguida, sin distinción de capítulos, sin divisiones temáticas. Estos detalles no interesan de momento; porque se trataba de una autobiografía, con un destino muy particular y una finalidad muy concreta".
La primera relación está fechada en junio de 1562, pero la Vida no fue impresa hasta 1588, en una edición de las obras preparada por Fray Luis de León. Antes de la edición príncipe, salmantina, no tuvo más que una circulación manuscrita y muy limitada, siendo examinadas sus revelaciones y fenómenos extraordinarios por diversos tribunales del Santo Oficio.

Murallas de Ávila

Los historiadores de la literatura reconocen a la Vida su influencia en el desarrollo del género autobiográfico. Con todo, no es propiamente una biografía. Según Llamas, la Madre Teresa no redactó una biografía de signo puramente histórico-cronológico, sino una obra de carácter espiritual, con una intención didáctica. Américo Castro advierte incluso que "la autora al narrar el proceso de su vida incluye en su hacer literario la creación del agente de ese hacer" y que si "se seculariza la técnica de hacer discurrir por dos diferentes vías el irse haciendo la figura literaria al hilo de lo que es hecho, tendríamos un esquema de novela moderna" (*). Castro defiende la originalidad de Santa Teresa en el hecho de anticiparse a la literatura profana explorando como tema la conciencia.
En segundo lugar pero no menor, desde el punto de vista filológico se ha apreciado otro valor en la Vida, que es el mostrarnos el lenguaje familiar de Castilla del siglo XVI. Precisamente en este aspecto se basó el estudio de A. Sánchez Moguel, El lenguaje de Santa Teresa de Jesús, publicado póstumamente el año 1915, y el tema ha seguido atrayendo el interés de muchos hispanistas. 
Se podrá decir que antes (muchísimo antes) de Teresa de Jesús San Agustín ya sentó las bases del género autobiográfico, pero que tengamos un documento de puño y letra de una mujer que emplea el habla llana del siglo XVI eso es si cabe mejor.

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(*) A. Castro. Teresa la Santa y otros ensayos. Madrid: Alianza, 1982. El libro de bolsillo; 869: 24.

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