e comenta una amiga que estamos todos pendientes de hacer deporte y ver exposiciones. No es mi caso, porque hacía ahora mucho tiempo que no iba a ver una exposición, y ayer rompí la racha para ver la de la Sala Parés en su último día, titulada "Viajeros". De ese ratito bueno me traje el cuadro que he colgado al final del post, de Modest Urgell. Es uno de sus numerosos cuadros con un conjunto rural, un paisaje mínimo y el resplandor de los últimos rayos del sol que da un tono intimista y sobrecogedor al lienzo, con una calidad aterciopelada de las sombras. Este paisaje tiene la particularidad de incluir una luz que —como diría un decorador— le da un toque acogedor al conjunto. Debe de ser una de esas luces que alumbran la vuelta del rezagado, que tal vez invita al ajeno. Esa luz vela en la oscuridad y arroja una luz mortecina sobre la pared lateral y hasta sobre el camino que lleva a las casas.
20.2.22
El vacío
e comenta una amiga que estamos todos pendientes de hacer deporte y ver exposiciones. No es mi caso, porque hacía ahora mucho tiempo que no iba a ver una exposición, y ayer rompí la racha para ver la de la Sala Parés en su último día, titulada "Viajeros". De ese ratito bueno me traje el cuadro que he colgado al final del post, de Modest Urgell. Es uno de sus numerosos cuadros con un conjunto rural, un paisaje mínimo y el resplandor de los últimos rayos del sol que da un tono intimista y sobrecogedor al lienzo, con una calidad aterciopelada de las sombras. Este paisaje tiene la particularidad de incluir una luz que —como diría un decorador— le da un toque acogedor al conjunto. Debe de ser una de esas luces que alumbran la vuelta del rezagado, que tal vez invita al ajeno. Esa luz vela en la oscuridad y arroja una luz mortecina sobre la pared lateral y hasta sobre el camino que lleva a las casas.
12.2.22
Post 1757: No saben lo que hacen
9.2.22
Days like this
Es cierto que el papel de Anna Schmidt “salva” al canalla de Harry Lime (Orson Welles), a pesar de ser culpable de haber adulterado penicilina. Su amor es incondicional, o habría que decir mejor “indefectible”. Sin embargo, el regocijo que produjo en Twitter el desplante de Anna hacia Rollo, su mediocridad, me ganaron la simpatía por el personaje. El final no me resultó tan convincente como a Greene, a Garci, etc. Después de la huida por las cloacas, ese camino bordeado por árboles que escapan en el horizonte es demasiado manifiesto.
El sábado pasado vi recién estrenada Belfast (Kenneth Brannagh) y me gustaron mucho: 1) la interpretación, 2) la ambientación (aunque creo que no era necesario recalcar tanto el uso del blanco y negro, 3) el papel de los abuelos, y 4) la música de Van Morrison.
Me parece que el hermano mayor de Kenneth Brannagh no dice nada, pero no estoy totalmente segura. Quien más habla es tal vez el abuelo. Y tanto él como la abuela tienen papeles entrañables. En tiempos de edadismo cruel y cipotudo es toda una declaración de principios que Brannagh presente a sus abuelos paternos como una pareja con tanta jovialidad y con tanta complicidad con el nieto pequeño.
El papel de la abuela está desempeñado por dame Judi Dench, tan transfigurada que en su primera aparición en la película resulta irreconocible. Lleva unas medias gruesas que nos hablan de una insuficiencia venosa como la que padeció mi propia abuela paterna. Camina pesadamente y con cuidado. Las gafas estilo “ojos de gato” y la melena tipo paje a la moda de los años 50-60, acaban de trazar los rasgos del personaje, pero todos sabemos que esa caracterización es irrelevante al lado de la fuerza que le sabe insuflar Judi Dench.
Cuando la familia de Brannagh decide abandonar Belfast, acuciados por las deudas e impelidos por la violencia civil, ella se queda sola. Pero desaparece por la puerta de entrada de la casa familiar silenciosamente y –quien más, quien menos—ya sabemos qué soledad le espera adentro. Esos dos o tres pasos que da hacia la puerta tienen una sencillez y una gravedad que le dan ochocientas mil vueltas a la pasada de largo de Anna Schmidt, tan rígida y frígida.
Irlanda, como Galicia, debe de estar llena de viudas de “vivos e mortos” y llegados aquí solo cabe celebrar la sensibilidad de Kenneth Brannagh.
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5.2.22
Amor plutónico y líos mercuriales
a astrología me resulta bastante incomprensible, pero como ya dejé dicho aquí algo tendrá cuando Carme Balcells, la editora de tantos escritores famosos, la usaba. Y, sin querer mezclar temas, tuvo una gran influencia en los atentados de 2001. Y me refiero a su preparación, no a sus consecuencias.A pesar de que vivo bastante ajena a los acontecimientos astrales no se me escapó el de Plutón en coincidencia con las catástrofes de los dos ultimos años ni se me están escapando las rondas de Mercurio retrógrado. Prometo que no sé qué significa "Mercurio retrógrado", pero sé que está de esa guisa y que va a estarlo creo que cuatro veces este año 2022.
4.2.22
Machismo, racismo, edadismo, más de lo mismo
"Ser “superfluo” significa ser supernumerario, innecesario, carente de uso —sean cuales fueren las necesidades y los usos que establecen el patrón de utilidad e indispensabilidad—. Los otros no te necesitan; pueden arreglárselas igual de bien, si no mejor, sin ti. No existe razón palmaria para tu presencia ni obvia justificación para tu reivindicación del derecho de seguir ahí. Que te declaren superfluo significa haber sido desechado por ser desechable, cual botella de plástico vacía y no retornable o jeringuilla usada; una mercancía poco atractiva sin compradores o un producto inferior o manchado, carente de utilidad, retirado de la cadena de montaje por los inspectores de calidad. “Superfluidad” comparte su espacio semántico con “personas o cosas rechazadas”, “derroche”, “basura”, “desperdicios”: con residuo. El destino de los desempleados, del “ejército de reserva de trabajo”, era el de ser reclamados de nuevo para el servicio activo. El destino de los residuos es el basurero, el vertedero"
Zygmunt Bauman, Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias.
No nos debemos detener en las palabras, que a veces no nos dejen ver bien el fondo. Lo importante es darse cuenta de que hay personas que defienden los derechos de las personas del colectivo LGTB pero que discriminan a los ancianos. Las hay, y no porque no hayan gays añosos. Ser machistas no nos libra de ser racistas, de la misma manera que no serlo no nos exonera de ser unos gerontófobos. La gerontofilia, aplicada a la atracción sexual (alfamegamia y matronolagnia), es una parafilia, por lo que decididamente emplearé la palabra "edadismo".
De un vídeo de la cuenta de Teresa Baró Catafau en Youtube rescato las siguientes ideas clave de la discriminación por edad contra los mayores:
Teresa Baró habla en el vídeo sobre el maltrato puro y duro, pero también ─como ocurre con el machismo, el racismo y la discriminación de los homosexuales, etc.─ se da un edadismo sutil. Son comentarios que trufan las ideas clave expuestas en la imagen. En el vídeo también hay una mención al autoedadismo, por el cual uno mismo se inhibe a causa de las ideas dominantes edadistas. Es decir, que el edadismo es plenamente asimilable a la forma en que funcionan las otras formas de marginación.
Mejor explicado es imposible: la segregación edadista hace ver las personas mayores como una carga, hace creer que sus opiniones no son válidas, hace sostener que no son hábiles para las nuevas tecnologías, hace pensar que no vale la pena enseñarles, hace decidir que se tienen que relacionar sólo con gente de su edad, hace segregarlos y excluirlos, hace tomar decisiones por ellos, hace hablar de ellos como si no estuvieran, hace creer que no podemos aprender nada de ellos. A veces, por ejemplo, se toman decisiones por ellos con la mejor intención, pero no olvidemos que eso implica arrogarse una superioridad o una posición de poder que no tenemos porqué aceptar. De hecho todos conocemos casos en los que a los ancianos se les ha desposeído de sus pertenencias, sin consultárseles. Nada más triste. Pero eso nos revela que, en el fondo, todo es una cuestión de dinero.
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2.2.22
Los dioses Platón y Aristóteles
"...atramentumque saepiae more insperserit" (*)
François de La Mothe Le Vayer
os decretos con trampa se parecen un poco a los alimentos funcionales y a los suplementos dietéticos. Aparte de que yo intento alimentarme con alimentos frescos, integrales y de la mayor pureza posible (sin exagerar), pienso que los alimentos funcionales se prestan a modas y que hay mucha filfa. Por lo demás, muchos suplementos dietéticos contienen magnesio en alguna de sus presentaciones (cosa que demuestra el malestar intestinal de nuestra sociedad) y en mí el magnesio tiene una repercusión tremenda y totalmente indeseable. La última vez que ingerí magnesio, sin darme cuenta, tuve que ser atendida en un hospital. No porque me diera un apretón colosal sino porque me sobrevino allí mientras visitaba un familiar.
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