El sábado pasado emitieron en Betevé Le bonheur (Agnès Varda, 1965), que fue la tercera película de la directora y su primera película en color. Seguro que el color no es el factor más importante de los muchos que intervienen en Le bonheur, pero sí que es el que primero nos sorprende cuando empieza la película. Empieza la trama con una escena campestre, dominical, idílica, adanista y de verano. Los colores suaves y vaporosos de la hierba agostada contrastan con los colores vivos de los vestidos de dos niños que junto con su padre y su madre componen una escena de felicidad. Al principio de la película abundan los colores primarios y brillantes (rojo, azul, amarillo), que impactan visualmente y que a lo largo de la película irán perdiendo estridencia o tonalidad para incorporar tonos más suaves e indefinidos. En una escena familiar luctuosa predominan los vestidos negros y poco a poco entramos en el otoño y se establece otro giro cromático donde al final prevalece el color anaranjado en otra escena campestre.
La evolución del verano al otoño y de los colores más frescos e infantiles hasta llegar al color naranja, que tiene una vibración más atenuada que la del rojo, se ve acompañado además de por la propia trama, por dos piezas de W. A. Mozart, el Quinteto para clarinete en La M (KV 581) o Quinteto Stadler, tan alegre y lírico, y el Adagio y fuga en Do m (KV 546), tan implorante e hiriente. El Quinteto Stadler coincide con la primera parte de la película y la composición en tono menor coincide con la segunda parte. El lenguaje cinematográfico es pues claro, aunque por ejemplo hay señales cruzadas entre la primera parte y la segunda. Por ejemplo, en el entierro de Thèrese vemos en primer plano el montículo de tierra y ramos de gerberas de color naranja o amarillo azafrán. Como las flores son un elemento presente en las escenas domésticas, no es por tanto un detalle intrascendente ni casual.
Varda incorpora a la película, en esa forma femenina "inclusiva" reciclante que llegó a su máxima expresión teórica en Les glaneurs et la glaneuse (2000), otros elementos que remiten a la pintura impresionista, a la publicidad, al cine de Jean Renoir o incluso a Marc Chagall y Georges Braque. Las escenas campestres y de reuniones familiares en torno a la comida nos recuerdan a muchas pinturas famosas del impresionismo. Pero también hay escenas de estilo publicitario o que incluyen publicidad, cosa que incorpora mensajes tremendamente explícitos. Por ejemplo en el apartamento de Émilie hay enganchadas unas fotos con estrellas de cine que son clichés de las mujeres como objetos de consumo. En el taller de carpintería donde trabaja François, también hay enganchadas unas fotos de mujeres, costumbre que no sé de donde proviene pero que se va perdiendo. El primer calendario Pirelli se publicó el año 1964, por cierto.
Me detengo especialmente en las referencias a Jean Renoir, tanto indirectas como indirectas. Es decir, advertiremos que hay escenas que recuerdan en gran manera otras escenas de Renoir en que reúne elementos que forman un encuadre complejo al juntarse una ventana, una pantalla, un cuadro, una foto, etcétera. Son un poco como hijos de Las Meninas puesto que de una forma un tanto irónica nos hacen dudar si el foco de atención es una televisión o bien el retrato que está sobre el televisor o la escena en la que se encuentran el retrato y la televisión.
Precisamente la imagen que incluyo hoy en el Álbum como homenaje a Renoir por parte de Varda, es de la película Le déjeuner sur l'herbe (Jean Renoir, 1959), que a su vez remite a Édouard Manet y a Claude Monet. En la película de Jean Renoir también hay dos mujeres, pero no son como las dos mujeres de Le bonheur, diferentes en sus roles por lo menos en los iniciales, pero que son fundamentalmente muy parecidas en su aspecto exterior. Le dejeuner sur l'herbe trata sobre la fecundación artificial, por lo que Renoir hizo valer todo su arsenal de argumentos por la joie de vivre. Así que el fotograma que pongo en primer lugar nos muestra una escena de la película de Renoir, un retrato arquetípico sobre el televisor que nos relata una boda convencional de acuerdo con la iconografía al uso, y a François en una posición de desenfado que lo define muy bien.
La crítica ha señalado que probablemente es a través de los ojos de François como "vemos" la película, es su visión. Durante la película no hay nunca un reproche ni una situación que podría ser incómoda o áspera, todo discurre sin problemas porque su visión es lúdica, despreocupada. François no ve problema alguno en tener su vida con su familia y en tener una amante, que como hemos dicho es muy parecida a su mujer. Creo recordar incluso que hay una escena de cama en la que su espalda tapa el rostro de una mujer que podría ser una como podría ser la otra. Cuando Thèrese muere, Émilie asume su papel (no sabemos si enteramente) en el cuidado de los niños y no como una intrusa.
La única diferencia, no menor, entre Thèrese y Émilie, es que Thèrese se ocupa de las cosas de la casa, no así François, a quien todo lo más vemos afeitándose. Esas labores aparecen en el acto aislado, no vemos a Thérese, vemos sus manos que planchan, que cosen, que se ocupan de los dos niños pequeños, que cocinan, que amasan, que arreglan la cama. Tal vez dan la idea de la despersonalización. Thèrese hace vestidos, pero trabaja en casa, mientras que Émilie trabaja en la Poste (correos) como empleada, y lleva uniforme y tiene un horario.
La desaparición de Thèrese es trágica pero no adquiere tintes dramáticos porque lo que seguramente pretendía mostrarnos Varda es el papel femenino como objeto y no solo como objeto sexual, lo "natural" y sencillo que le resulta a François que ocupe el lugar de Thèrese la otra mujer.
La escena de Le déjeuner sur l'herbe que se incluye en Le bonheur es una escena campestre en que el biólogo que aboga por la fecundación artificial se encuentra con la campesina. Ella le pide que le hable, de lo que sea, porque le gusta oírle, y le propone que hable de "la revolución de las especies" en vez de sobre "la evolución de las especies". Me extraña que no haya sido un éxito esa variante.
Escenas de La bonheur (Agnès Varda, 1965)
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