29.3.22

El beneficio de la duda


veces me llegan informaciones o desinformaciones que me resultan más que preocupantes y abrumadores. Muchas proceden de canales de Telegram, que fácilmente eluden controles normales. Después de un ligero paseo por las llamadas fuentes de información alternativa en español me doy cuenta además de que es imposible saber quien hay detrás o delante de su difusión. Si en las fuentes convencionales es importante mostrar un comité editorial o identificarse, aunque lo de la financiación es otro tema, en estas fuentes que pregonan su claridad y probidad, no es posible identificar ni una sede ni unos autores. Otra cuestión que por encima he detectado es que en los menús donde quedan estructuradas o archivadas las crónicas, España viene representada como "Estado Español" a diferencia de paises como Italia, Francia, Argentina, lo que sea. En webs que apelan a la insurgencia se refieren al "reino borbónico" y es fácil encontrar todo tipo de apelativos desairados, muy ásperos.

Recuerdo, hace años, cuando por primera vez me subí al coche de una amiga que se caracterizaba y se caracteriza por la dulzura de su carácter. A la que empezó a conducir y a cada escollo propinaba desde su asiento de conductora terribles improperios contra los otros conductores que cometían infracciones o simplemente torpezas. Me sorprendió en gran manera y se lo dije. Tal vez es verdad que la cáscara del automóvil confiere un poder como de escudo o armadura, que la carrocería se convierte en una capa fortísima que envalentona y nos convierte en energúmenos. Aunque debo decir que yo no conduzco y no lo puedo saber. No hay nada parecido como cuando conduces un coche, me parece.

He observado también en Twitter un efecto parecido. Gente que en su vida real o no virtual, es de lo más correcta, gente a quien jamás le he oído apelativos desconsiderados por otras personas, se convierten en basiliscos desaforados e irracionales. Este efecto que creo condiciona el anonimato es temible y terrible. Me llena, como digo, de preocupación y me abruma, me inhibe mucho.

La abundancia de bulos y de redes de desinformación mezclados con el fanatismo, las obsesiones y la falta de formación, son la amalgama perfecta para la cerrazón mental. Sin descartar que algo de verdad hay en las desinformaciones, en los bulos, en las fuentes alternativas, el hecho de que eviten identificarse no se salda con las típicas explicaciones (conocimiento abierto, peligro de ser amordazados o perseguidos). Esas justificaciones no resultan convincentes.

Curiosamente, o no, el soporte vídeo permite un impacto y una difusión muy amplia de contenidos que son mucho menos cuestionables que los textos. Pero todos sabemos lo fácil que es descontextualizar unas imágenes, sea en el tiempo o en el espacio.

Todo: la información presuntamente fiable, la desinformación también presuntamente fiable y la contrainformación de la información, de la desinformación y de otra contrainformación, nos previenen de los engaños bienintencionados o maliciosos. 

La mirada de las estatuas tiene más vida que la mirada de los desinformados. Por ella los reconoceréis. Cuantos menos conocimientos tienen quienes viven abismados en la desinformación, más seguros están de su superioridad moral. Es el círculo exacto.

La Marie Antoinette con una rosa de Elisabeth Louise Vigée Le Brun retocada por Geneviève Blais

24.3.22

Reduflaciones

"Había tenido que promover 32 guerras, y violar todos sus
 pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar
 de la gloria, para descubrir con
 casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad"
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad


l coronel Aureliano Buendía descubrió los privilegios de la simplicidad al volver a la platería familiar. Claro que ese género de descubrimientos se produce con melancolía, por ser demasiado tarde o por darse cada cual cuenta de que la vida pasa en un suspiro.
Estos días me regalaron un libro de Mario Satz, Pequeños paraísos: el espíritu de los jardines, que es un buen ejemplo del eufuísmo que heredó el mismísimo William Shakespeare y que acabó también él mismo abandonando:
"PRINCESA - Querido señor Boyet, mi hermosura, sea cual fuere, no necesita los floreos afectados de vuestras alabanzas. La hermosura se aquilata por el juicio de los ojos, no se manifiesta por el anuncio vil de un traficante de mercado.  Me enorgullece menos oíros ensalzar los méritos que a vos pasar por inteligente derrochando vuestro ingenio en el elogio del mío." (Trabajos de amor perdidos)
El pequeño libro de Satz darían ganas de reescribirlo, no solo por el ejercicio de aligerarlo y hacerlo más legible y ligero, sino para aprovecharlo como documentación y seguir sus aspiraciones líricas, historicistas, y la inspiración borgiana. Al libro de Satz lo antecedió la Jardinosofía de Santiago Berueta, un libro diez veces más voluminoso, más ordenado, muy fundamentado y sobre todo claro. Aunque los Pequeños paraísos de Satz llegan a rozar pasajes deliciosos, se detiene en los símbolos, y los símbolos encasquillan la lectura. Yo diría que ya no hay tantos lanzamientos de coffee table books (como si lo hubo hace unos 25 años) pero que ahora salen libros de encargo a zaga de las modas temáticas, que tienen que ver con el entretenimiento, las aficiones y un historicismo de perfil bajo  y la espiritualidad de consumo.
El año pasado pude participar en un curso de catalán C2 que impartía Montserrat Fullola Pericot y aprendí mucho sobre cómo escribir con claridad, luego me temo que un poco he vuelto a las andadas, pero al menos ya sé que es mucho más atractivo escribir llanamente. María Pilar Manero Sorolla, cuando impartía también en la Universidad de Barcelona un curso sobre Siglos de Oro, nos prevenía de los textos eufuístas, profusos y poco inteligibles.
La simplicidad no es fácil, de manera comparable a que ser ambiciosos no es lo mismo que ser pretenciosos. En tiempos de reduflación habría que hablar también de la tontería que nos asiste. Hace años que tomo una taza de café al levantarme y que lo preparo con la típica cafetera Oroley, que en realidad deberíamos llamar Bialetti, porque fue Alfonso Bialetti quien la inventó en Italia el año 1930. El modelo de Bialetti prácticamente no se ha alterado. Bien mirado es un artefacto muy curioso, con materiales ─aluminio y baquelita─ que pregonan una funcionalidad sincera. El diseño dicen que es Art déco y no digo que no, pero creo que añade elementos del futurismo italiano. Es una preciosidad, como lo fueron los melones cuadrados de Marino Benejam o el procedimiento para descargar mercancías con jirafa, de los inventos del TBO.
Más allá del diseño, del que soy incapaz de abstraerme, pienso en el café moka. Lo suelo comprar en una cafetería Caracas de mi barrio. Tienen el producto básico, que es una mezcla y después ofrecen varios cafes (de Burundi, Kenia, Brasil, Papua Nueva Guinea, Colombia, Costa Rica, etcétera). Todos los diferentes tipos de café están en grano y ya tostado. Te los muelen al momento según el tipo de cafetera que se usa y creo que incluso es posible comprar esas cápsulas horrendas que se popularizaron (inexplicablemente) en los últimos años. Por siete euros más o menos se puede tener un paquete de café de 250 grs. Es decir, que sin entrar a calcular céntimo a céntimo, yo diría que sale mucho más barato un café moka de sibarita que las cápsulas dichosas. Quien prueba una taza de café recién molido de Costa Rica, nada ácido pero muy sabroso, es dificil que admita compararlo con el que se ofrece en cápsula. Es cierto que el café de cápsula que a mí me han servido muchas veces tiene mucho olor y mucho sabor, pero es algo que resulta si se me permite decirlo así adulterado. El olor del café recién molido o de las avellanas acabadas de tostar y hechas en su punto, no tiene competencia.
¿En qué momento tanta gente se dejo seducir por esas andróminas de aluminio o plástico? ¿Qué las hizo interesantes? Me figuro que detrás de su lanzamiento la multinacional Nestlé hizo todo un análisis mercadotécnico y que el producto es imparable. Pero a mis ojos, o debería decir que a mi gusto y a mi olfato, resulta lejos de la comprensión.

Diseño de la cafetera de Alfonso Bialetti (1930)

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21.3.22

Post 1763: No somos idiotas

"Ciertamente, aún quedan médicos (aunque cada vez sean menos, 
y además estén mal vistos por sus propios colegas) que, en 
el desempeño de su benemérita labor, se siguen
 guiando (¡cuando les dejan!) por el ‘ojo clínico’
 y no por estos ‘protocolos’ establecidos
 desde arriba. Pero estos escasos médicos con ‘ojo clínico’ son
 precisamente los únicos que no son empleados
 por los medios de cretinización de masas
 para divulgar el ‘consenso
 científico’ internacional. Pues para desempeñar esta labor indigna se requieren fantoches
 con ansias de lucimiento y notoriedad."
José Manuel de Prada, Médicos televisivos


l artículo de opinión de José Manuel de Prada de hace unos días es un poco duro, creo que deliberadamente, y por eso no lo subscribiría en su totalidad. Sí en lo que se dice, ya que es cierto que los sanitarios están sometidos a las sociedades médicas, a las instituciones para las que trabajan y/o a la industria farmacéutica. También subscribo y aquí sí en su totalidad las palabras sobre los médicos televisivos, donde se cumple aquello de que "habla quien no sabe y quien sabe no habla". Alguna vez nos hemos referido aquí a algunos ejemplares que cargan sin piedad ni rigor contra las medicinas alternativas cuando a ellos no se les conoce ninguna habilidad especial en su propio oficio.
Empecé a trabajar en la Sanidad el año 1983 y he trabajado en diversos sectores (en todos excepto en el de la docencia). Es decir, que conozco la gestión, la formación continuada, la asistencia y la investigación. Esta visión, amplia en el tiempo y en los puntos de vista, me permite tener perspectiva y poder decir que la situación en los últimos 40 años se ha enmarañado mucho. Si nos enfocamos por ejemplo en el trabajo de la enfermería, podríamos decir lo mucho que interviene ahora el dejar de todo constancia en los sistemas de información informáticos. El ordenador les exige a los enfermeros datos, procesos. Los mandos superiores apretan una tecla y recaudan esos datos y generan resultados que muestran lo que se les pide. En mi percepción, la enfermería llamada "de planta", se entiende que hospitalaria, trabaja angustiada y acuciada por las exigencias de los sistemas de información y por la realidad de las curas. No tiene nada que ver lo que había hace 30 años y lo que hay ahora.
Es muy interesante la afirmación que da de Prada sobre los omnipresentes protocolos clínicos, sobre todo porque aún hay personas que no saben que casi nada se decide, sino que todo está ya decidido. Los casos clínicos, aunque todavía suscitan sesiones clínicas para su discusión, son asimilados al enorme caudal de datos y son tipificados para exonerar al personal de la responsabilidad de decidir a cada paciente qué hacer. Pero está claro ─desde fuera, que es donde yo me sitúo─ que esos protocolos actúan como apisonadoras y como procesos industriales o que introducen tareas absurdas. Si bien es cierto que la reducción a proceso permite contabilizar y medir la eficiencia, también lo es que hay un control desaforado que en su paroxismo recuerda situaciones como las que señalaba Jacques Tati en sus películas sobre la modernidad.
Las tareas absurdas a veces las comparten los propios administrados, como es en el caso de las gestiones bancarias, etcétera. Hace dos meses tuvo gran impacto la campaña de Carlos San Juan "Soy viejo, pero no idiota", jubilado que movilizó creo que cosa de 600.000 firmas en change.org a favor de un trato adecuado humano en las sucursales bancarias. En realidad las tareas a las que a veces nos someten los bancos, las administraciones y todo tipo de instituciones para regularizar nuestras gestiones son despóticas, incómodas y absurdas para muchos de nosotros, incluso aunque no adolezcamos de la llamada "brecha digital" famosa.
Aunque hay plataformas admirables por el esfuerzo y el éxito que han conseguido en la usabilidad, muchas veces el encuentro de la persona humana con los dispositivos digitales es un horror. Que aún hayan webs que no funcionen que los navegadores usuales y que haya que acudir a una versión periclitada de los que no se usan, es además de un horror una pesadilla. Por poner un ejemplo personal diré simplemente que hace poco para cambiar la cita para la renovación de mi DNI, tuve que hacerlo con el móvil, desde mi PC era imposible.  
Y en mi experiencia personal también puedo decir que se les confía las interficies a los informáticos, que no siempre conocen y muchas veces no desean conocer a los usuarios de cada sector ni las necesidades que les llevan a acudir a un servicio. Siento decir que además a los informáticos no se les pide que tengan una cultura general que les haga más permeables o sensibles a la realidad. También podría añadir que algunas veces he observado que meros formularios de contacto son contratados no precisamente con las empresas más competentes o competitivas, que se mezclan otros factores que no hace falta precisar.
Aunque se pretenda defender determinadas formas de "comunicación" y gestión en pro de la modernidad, la eficiencia y todo aquello, se da una cuenta de que es  una imposición para tenernos más controlados y dominados. Se invoca lo de la natividad digital, para humillar a los mayores (más) y para dejar de lado el vacío de otros conocimientos y la tradición cultural.
El viernes me refería a la "cultura" de la cancelación y cómo se está revisando la xenofobia contra los gitanos en Cervantes (en sus novelas ejemplares). Lo llamativo es que aún se lea a Cervantes cuando se está elminando de los programas educativos todo lo que sea anterior al año 1802. Para mí es incomprensible.
Me gustó ver ese mismo viernes el Buque-escuela Juan Sebastián Elcano, aunque no me pude acercar mucho más de lo que deja ver su fotografía. La tomé desde la Rambla de Mar, una pasarela que sale desde enfrente de la estatua de Colón y va hasta el Maremàgnum. Gusta ver ese espléndido y gran velero, aún sin saber cómo navegan, y más al lado de los yates de lujo que alguna vez también amarran en Barcelona y que me resultan espantosos a la vista.


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18.3.22

La enfermedad de las metáforas

"¿Por qué en Cervantes hay tanto prejuicio?" 
El Gobierno insta a buscar los estereotipos antigitanos en las grandes obras literarias.
"Escribe una carta a Don Miguel de Cervantes preguntándole por qué La gitanilla y El coloquio de los perros tienen tantos estereotipos y prejuicios sobre el pueblo gitano". Esta actividad, dirigida a alumnos de 14 a 16 años, es una de las que el Gobierno propone para "promover" en el aula "el sentido crítico frente al antigitanismo".


l principio de La gitanilla leemos: "Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte". 

Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas explica la gran cantidad de literatura que suscitó la tuberculosis, con su espiritualidad, su languidez y el lirismo. No menos literatura ha suscitado el cáncer, para Novalis era un parásito demoníaco, etcétera.  Pero Susan Sontag escribe ese ensayo precisamente para defender que una enfermedad no es ninguna metáfora, contra todo lo que pudiera parecer por el título que eligió. Nos advierte en las primeras líneas: "el modo más auténtico de encarar la enfermedad ─y el modo más sano de estar enfermo─ es el que menos se presta y mejor resiste el pensamiento metafórico". Estamos tan acostumbrados, digo yo, al pensamiento metafórico, que ya ni lo advertimos, nos parece normal.

De una forma insidiosa se ha generalizado la creencia de que hay escritores, cantantes, etc. en los que se pueden descubrir pulsiones terriblemente misóginas o contra algún grupo humano. La afirmación de Cervantes al principio de una novela ejemplar como La gitanilla, desde un punto de vista presentista se hace intolerable. La pirueta metafísica de trascender las coordenadas históricas y que los adolescentes indignados escriban a nuestro más famoso escritor demuestra por ella misma el absurdo de la intención. Cervantes no les podrá contestar.

En este mismo sentido, hay alguna escritora feminista que está hoy en día revisando y cuestionando la probidad antimachista de Rosa Chacel y de Carmen Martín Gaite, con lo que padecieron en su propia época. 

Recientemente, cuando le recordaba a una buena melómana un verso de Vinícius de Moraes ("Que é melhor se sofrer junto que viver feliz sozinho"), lo tachó de inaceptable por apelar a ideas de dominación que es difícil ver en la canción, "Tomara", si la leemos en una clave más benévola de reconciliación, integración, comprensión, inclusión e igualdad.

Si a las feministas radicales les dan pábulo con el argumento del presentismo, te remitirán a la protofeminista Cristina de Pizzano (La ciudad de las damas, 1405) o a la Déclaration des Droits de la Femme et de la Citoyenne, por Olympe de Gouges (1791). Es decir, Vinícius de Moraes y su magnífico e incomparable disco de La Fusa son interpretados como una anomalía, algo anacrónico, sobre el amor romántico, y más a la vista de dos burquesas letradas puestísimas en la querelle des femmes que ya habían puesto los puntos sobre las íes y hasta sobre las jotas siglos antes.

En los tiempos en que vivió Cristina de Pizzano (1364-1430) no hace falta decir el número ínfimo de mujeres que podían leer y escribir. No estoy desmereciendo las obras de la monja ni la de Olympe de Gouges, estoy marcando su singularidad. Es decir, aún en el caso de considerar a Vinícius de Moraes un machista (que no), ¿cómo podríamos juzgarlo fuera de su tiempo, aunque sea a la luz de textos tan avanzados como singulares? Al final las femrad y demás nos dirán que Snoopy es un xenófobo y Bob Esponja un voxero y cosas así.

El sesgo cognitivo del presentismo inculto se ve estos días subrayado por otros sesgos como el del whataboutismo, que permite acudir siempre a comparar por ejemplo conflictos como el de Ucrania y el Sahara.

Me resisto a entender y me resisto a entender literalmente o metafóricamente pero de una forma unívoca la realidad, la verdad y la ficción. Pobres Cervantes, Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite y Snoopy. No se salva ni la Bossa nova. 

Por cierto, nótese cómo Cervantes no usa el plural gitanos sino lo que una parte del feminismo ha intentado imponer, ese desdoblamiento "gitanos y gitanas" y otros.


Puerto de Barcelona - Hotel Vela, boya Miraestel, Buque-escuela Juan Sebastián Elcano
Foto: Marta Domínguez Senra

Museu d'Història de Catalunya - Exposición "Els Català, fotògrafs d'un segle" (15 de enero-25 de septiembre de 2022)

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13.3.22

Otro querer


o más desconcertante de Le bonheur (Agnès Varda, 1965) parece ser cómo son netamente intercambiables la esposa Thèrese y la amante Émilie. Sin embargo, lo más desconcertante ─y algunos críticos dicen "terrorífico"─ es que la amante ¿"suplanta"? a la esposa incluso al parecer como madre, sin que les inspire pena alguna. 

Si no lo hemos entendido mal, la trama transcurre de verano a otoño. Aún suponiendo que nos refiramos al principio del verano (que no, porque la yerba aparece agostada) y al final del otoño (que tampoco, porque los árboles aún no han perdido sus hojas) hay que calcular que es poco tiempo el que hay entre la exclusividad de Thèrese y la de Émilie. Como dice la sabiduría popular, "el muerto al hoyo y el vivo al bollo".

Varda no invoca la ausencia del sentimiento de culpa, lo que destaca es la despreocupación de François y Émilie. El paisaje edénico del principio de Le bonheur, los colores vivos y primarios, ya nos inspiraban una situación de un mundo feliz, inocente, intemporal, utópico. La despreocupación de François nos recuerda un poco la alegría de los bons vivants de Le règle du jeu (Jean Renoir, 1939) y otro poco a los personajes de las novelas de ciencia ficción a los que se les ha lavado el cerebro.

En la filmografía documental de Agnès Varda apreciamos su empatía, su cercanía tímida o comedida, su cercanía con las personas que aparecen y por quienes ella después de rodar sigue interesada. Todo lo inunda con una bondad desafectada, sencilla y liviana que yo he podido conocer en contadas personas. No nos resulta extraña su alusion o inclusión de Déjeuner sur l'herbe, que a su vez tiene un personaje que se llama Rousseau sin más. Tout court. Sin más ni menos.

**

Nada ni nadie podria advertir en Varda un perfil buenista. Primero porque se trata de una época diferente a la de este apelativo, dado por nuestra derecha a nuestra izquierda más o menos socialdemócrata. Segundo y final porque aunque se nos quiera hacer ver otra cosa lo constitutivo del buenismo es su falsedad. A pesar de los intentos neológicos por parte de la izquierda desairada para compensar el término "buenista" con el del "malismo", hay un error de base y es precisamente el de que difícilmente encontraremos un malismo falso, impostado, ideologizado, a no ser en el terreno de la ironía. El buenista no ve al doliente como a un igual. Sin llegar a ser paternalista por superioridad o condescendencia, lo normal es que esté en un plano diferente al de quien sufre.

Teoría triangular del amor de Robert Sternberg

**

La película podría haber conectado con La régle du jeu, mucho más antigua y muy mal acogida inicialmente por el público, pero que trata sobre lo que se ha dado en llamar la democracia y la libertad amorosa. Pero Varda conecta con Déjeuner, más moderna y que remite a las innovaciones tecnológicas de la concepción artificial. Del año 1939 a 1959 y 1965 van muchos años, y las costumbres amorosas habían experimentado un gran cambio. Naturalmente las cuestiones morales que desarmó La régle du jeu no son un problema, el problema es el de que la mujer se convierta en un objeto, sea porque se convierte en un receptáculo para  experimentos genéticos y sociales, sea porque se considere intercambiable como pareja sexual y social. 

**

Curiosamente Déjeuner sur l'herbe tiene una escena humorística en la que el cuñado de Titine va con su mujer a sulfatar las viñas del suegro. Aunque parece en un primer momento que Ritou carga con la mochila sulfatadora, en cuanto llegan al plantío, él se la pone a su mujer y ella es quien carga el peso y hace el trabajo. Los holgazanes también suelen ser despreocupados y todo permitiría oponer el desenfado a unos escrúpulos paroxísticos de histérica mezquina e intolerante. Ritou es un vago. 

Hay quien dice que Agnès Varda en La bonheur cedió la visión a François para que viéramos el mundo como él lo veía. Y si es así como parece es todo un acierto inteligente y la exime de un contenido moral fastidioso o de incluir las típicas discusiones conyugales en redondo y sobre todo de las lecciones virtuosas. Además, el final es como el principio, cosa que creo que no ha sido suficientemente valorada. Tal equidad subraya lo que comentábamos de la identidad entre las funciones de Thèrese y Émilie, pero también clama a la ilusión óptica. 

A mitad de Le bonheur, como señalé en el post anterior, hay una escena en que no sabemos si François está con Thèrese (la esposa) o con Émilie (la amante) porque solo vemos una parte de su cabeza. También es oportuno señalar otra escena en que las dos mujeres coinciden en la calle. Una va con los niños y otra sale de su trabajo en La poste. Coinciden pero no porque se crucen, sino porque aparecen en el mismo plano. Ese plano nos recuerda que las dos mujeres viven en realidades diferentes, como viven en ficciones diferentes Mickey Mouse y Pepa Pig.

Autorretrato de Agnès Varda con una pintura de Gentile Bellini 
(El Milagro de la Cruz en el Puente de San Lorenzo)

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10.3.22

La revolución de las especies

El sábado pasado emitieron en Betevé Le bonheur (Agnès Varda, 1965), que fue la tercera película de la directora y su primera película en color. Seguro que el color no es el factor más importante de los muchos que intervienen en Le bonheur, pero sí que es el que primero nos sorprende cuando empieza la película. Empieza la trama con una escena campestre, dominical, idílica, adanista y de verano. Los colores suaves y vaporosos de la hierba agostada contrastan con los colores vivos de los vestidos de dos niños que junto con su padre y su madre componen una escena de felicidad. Al principio de la película abundan los colores primarios y brillantes (rojo, azul, amarillo), que impactan visualmente y que a lo largo de la película irán perdiendo estridencia o tonalidad para incorporar tonos más suaves e indefinidos. En una escena familiar luctuosa predominan los vestidos negros y poco a poco entramos en el otoño y se establece otro giro cromático donde al final prevalece el color anaranjado en otra escena campestre.

La evolución del verano al otoño y de los colores más frescos e infantiles hasta llegar al color naranja, que tiene una vibración más atenuada que la del rojo, se ve acompañado además de por la propia trama, por dos piezas de W. A. Mozart, el Quinteto para clarinete en La M (KV 581) o Quinteto Stadler, tan alegre y lírico, y el Adagio y fuga en Do m (KV 546), tan implorante e hiriente. El Quinteto Stadler coincide con la primera parte de la película y la composición en tono menor coincide con la segunda parte. El lenguaje cinematográfico es pues claro, aunque por ejemplo hay señales cruzadas entre la primera parte y la segunda. Por ejemplo, en el entierro de Thèrese vemos en primer plano el montículo de tierra y ramos de gerberas de color naranja o amarillo azafrán. Como las flores son un elemento presente en las escenas domésticas, no es por tanto un detalle intrascendente ni casual.

Varda incorpora a la película, en esa forma femenina "inclusiva" reciclante que llegó a su máxima expresión teórica en Les glaneurs et la glaneuse (2000), otros elementos que remiten a la pintura impresionista, a la publicidad, al cine de Jean Renoir o incluso a Marc Chagall y Georges Braque. Las escenas campestres y de reuniones familiares en torno a la comida nos recuerdan a muchas pinturas famosas del impresionismo. Pero también hay escenas de estilo publicitario o que incluyen publicidad, cosa que incorpora mensajes tremendamente explícitos. Por ejemplo en el apartamento de Émilie hay enganchadas unas fotos con estrellas de cine que son clichés de las mujeres como objetos de consumo. En el taller de carpintería donde trabaja François, también hay enganchadas unas fotos de mujeres, costumbre que no sé de donde proviene pero que se va perdiendo. El primer calendario Pirelli se publicó el año 1964, por cierto.

Me detengo especialmente en las referencias a Jean Renoir, tanto indirectas como indirectas. Es decir, advertiremos que hay escenas que recuerdan en gran manera otras escenas de Renoir en que reúne elementos que forman un encuadre complejo al juntarse una ventana, una pantalla, un cuadro, una foto, etcétera. Son un poco como hijos de Las Meninas puesto que de una forma un tanto irónica nos hacen dudar si el foco de atención es una televisión o bien el retrato que está sobre el televisor o la escena en la que se encuentran el retrato y la televisión.

Precisamente la imagen que incluyo hoy en el Álbum como homenaje a Renoir por parte de Varda, es de la película Le déjeuner sur l'herbe (Jean Renoir, 1959), que a su vez remite a Édouard Manet y a Claude Monet. En la película de Jean Renoir también hay dos mujeres, pero no son como las dos mujeres de Le bonheur, diferentes en sus roles por lo menos en los iniciales, pero que son fundamentalmente muy parecidas en su aspecto exterior. Le dejeuner sur l'herbe trata sobre la fecundación artificial, por lo que Renoir hizo valer todo su arsenal de argumentos por la joie de vivre. Así que el fotograma que pongo en primer lugar nos muestra una escena de la película de Renoir, un retrato arquetípico sobre el televisor que nos relata una boda convencional de acuerdo con la iconografía al uso, y a François en una posición de desenfado que lo define muy bien.

La crítica ha señalado que probablemente es a través de los ojos de François como "vemos" la película, es su visión. Durante la película no hay nunca un reproche ni una situación que podría ser incómoda o áspera, todo discurre sin problemas porque su visión es lúdica, despreocupada. François no ve problema alguno en tener su vida con su familia y en tener una amante, que como hemos dicho es muy parecida a su mujer. Creo recordar incluso que hay una escena de cama en la que su espalda tapa el rostro de una mujer que podría ser una como podría ser la otra. Cuando Thèrese muere, Émilie asume su papel (no sabemos si enteramente) en el cuidado de los niños y no como una intrusa. 

La única diferencia, no menor, entre Thèrese y Émilie, es que Thèrese se ocupa de las cosas de la casa, no así François, a quien todo lo más vemos afeitándose. Esas labores aparecen en el acto aislado, no vemos a Thérese, vemos sus manos que planchan, que cosen, que se ocupan de los dos niños pequeños, que cocinan, que amasan, que arreglan la cama. Tal vez dan la idea de la despersonalización. Thèrese hace vestidos, pero trabaja en casa, mientras que Émilie trabaja en la Poste (correos) como empleada, y lleva uniforme y tiene un horario.

La desaparición de Thèrese es trágica pero no adquiere tintes dramáticos porque lo que seguramente pretendía mostrarnos Varda es el papel femenino como objeto y no solo como objeto sexual, lo "natural" y sencillo que le resulta a François que ocupe el lugar de Thèrese la otra mujer.

La escena de Le déjeuner sur l'herbe que se incluye en Le bonheur es una escena campestre en que el biólogo que aboga por la fecundación artificial se encuentra con la campesina. Ella le pide que le hable, de lo que sea, porque le gusta oírle, y le propone que hable de "la revolución de las especies" en vez de sobre "la evolución de las especies". Me extraña que no haya sido un éxito esa variante.



Escenas de La bonheur (Agnès Varda, 1965)


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4.3.22

Si la desidia fuera tiña

 "No, el Quijote es un libro que es... es un libro muy raro..., en fin... lo más asombroso es que lo escribiera un español... finalmente..., no, creo que todas las novelas vienen de ahí y es un libro extraordinariamente divertido [...]" (Javier Cercas entrevistado por Lee por gusto)


o es la primera grabación que transcribo. Creo que como ni la inteligencia artificial ni la colectiva pueden (o no quieren) recuperar algunos episodios locuaces de nuestra estupidez, no me resisto a transcribir el principio de la entrevista a J. Cercas en Lima. Es de 2014. Lo verdaderamente significativo no es lo que dijo sino cómo lo dijo. Está al principio del vídeo. La dicción, la postura, etcétera, es lo que llama la atención. Que dijera que lo más asombroso es que el Quijote lo escribiera un español podría resultarnos hasta normal puesto que es una afirmación precisamente muy española, valga la redundancia. 

Al parecer lo contrario de ser chovinista es ser malinchista, pero este antónimo solo sirve ─a mi parecer─ para México. La respuesta de Cercas parece la de un hombre que habla por encima de sus posibilidades o por debajo de lo que se le exigiría, de podérsele exigir algo. Como no lo conozco, no sé si está distendido o simplemente cansado. Creo que el único libro que he tenido en mis manos de Cercas es Soldados de Salamina, y me acuerdo que me lo pasó un amigo. Pero no leí más que algunas páginas.

Tal vez la frase hubiera merecido, para no parecer una boutade, alguna explicación, no muy larga. Lo que dice sobre el Quijote puede señalarlo como un caso insólito o anómalo en la historia de la literatura española por alguna razón que no se nos aclara. No podemos entender bien qué tiene de asombroso que lo escribiera un español. Boutade  es una palabra que estuvo muy de moda en los setenta-ochenta y con tanta profusión como su pariente actual el zasca. Pasa con boutade/zasca lo mismo que con chovinismo/malinchismo, no son opuestos perfectos pero cada cual ocuparía una faceta del mismo poliedro semántico. El zasca, como antes la boutade, se propone impresionar, lucir músculo, pero la agresividad del zasca es en el rango de la expresividad, lo más socorrido.

Las palabras van apareciendo, cansando y desapareciendo. Una que me es particularmente antipática es spoiler y ya no digamos la expresión hacer spoiler. Por cierto, la palabra spoiler en un diccionario Oxford que encuentro en internet indica varias acepciones. Seis. Spoiler se refiere pues a: 1) las placas que están en las alas de los aviones que se despliegan para frenar o alterar el flujo laminar, 2) los alerones que llevan algunos coches para mejorar su rendimiento aerodinámico; 3) un candidato electoral que no ganará pero que privará al principal candidato de obtener más votos; 4) una persona que se propone malograr el posible éxito de otra; 5) una información que se da sobre lo que va a ocurrir en una película o en una serie antes de que sea proyectada o emitida ante el público, y 6) una crónica periodística, o un libro, etc. producido rápidamente para desvíar la atención de otros producidos por un competidor y que aparece simultáneamente. 

Así que spoiler es una palabra que hemos adoptado incompletamente, porque solo la usamos para referirnos a la fantasmada que llevan algunos en los coches para hacernos creer que van a correr muchísimo, y a cuando nos revelan el final de una trama de ficción o algún detalle determinante. Pero no hemos asumido los otros significados (por lo menos hasta donde yo sé), los que se refieren a las placas de freno de las alas de los aviones (1), a los candidatos cuya participación es simplemente para obstaculizar el triunfo de otro (3) y uno de los recursos de la contraprogramación en los medios (6).

Fundéu ha propuesto el verbo destripar, que no es que haya triunfado ni vaya a hacerlo, por razones que no hace falta aclarar por la misma razón por la que no hace falta aclarar que el Quijote no es una anomalía en la historia de la literatura española.

Todo cansa, digo. Anteayer fui a ver una película japonesa que ha obtenido muchos reconocimientos. Drive my car (Ryūsuke Hamaguchi, 2021) está basada en una colección de cuentos de Haruki Murakami. El título en inglés no sé si es por su difusión o si es un tributo a la canción de The Beatles porque no la alcancé a ver entera. Lo comento porque lo mantengo tal cual se ha popularizado. Me tuve que salir de la sala de manera urgente, por cuestiones familiares, cuando llevábamos casi dos horas y justo cuando la trama empezaba a tomar rumbo. Aún duró la proyección otra hora más pero no sé cómo acabó ni tampoco me he preocupado en investigarlo. Creo que el protagonista se busca un perro. Me pregunto, "eso sí" (como tanto se decía en los noventa), ¿cuál será la palabra opuesta a "destripar"? ¿Descuidar?

No sé si justificar en mi impaciencia el hecho de haber abandonado muchas películas y muchos libros a la mitad. Tal vez algún día pagaré mi desidia en alguno de los círculos de Dante. Pero siempre será mejor, supongo, un círculo dantesco que El castillo de Kafka o una de esas novelas sobre la Guerra Civil de las que tenemos tantas muestras.

Ed Fisher

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(*) 1) a part of an aircraft's wing that can be raised in order to interrupt the flow of air over it and so slow the aircraft's speed; 2) a raised part on a fast car that prevents it from being lifted off the road when traveling very fast; 3) a candidate for a political office who is unlikely to win but who may get enough votes to prevent one of the main candidates from winning; 4) a person or thing that intends or is intended to stop someone or something being successful; 5) information that you are given about what is going to happen in a movie, television series etc. before it is shown to the public; 6) a newspaper story, book, etc. that is produced very quickly in order to take attention away from one produced by a competitor that appears at the same time