22.7.15

Ni igual ni mejor

Hace una infinidad de años, en 1988, apareció un Manual de buenas maneras de Daniel Fernández bajo el pseudónimo de Ángel Amable. Supongo que por aquella época ya había un poco de desorientación sobre cómo tenemos que comportarnos en la mesa, en los lugares públicos, en las fiestas, etcétera. No es el único libro que se ha publicado, hay muchos, aunque algunos de ellos se reparten entre la etiqueta, el protocolo y los consejos para una conducta social impecable. Y no me refiero sólo al libro de Bárbara de Senillosa ni al de Alfonso Ussía, hay por demás. Cosa que no indica otra cosa que la desorientación crece. De la misma manera que el número ingente de médicos o de enfermeras no indica que hay más salud.
Obviemos la encrucijada cultural en la que vivimos, por la cual hay que atenerse a la realidad de que los hombres paquistaníes expelen tranquilamente sus ventosidades o se tocan los pies descalzos en público, o de que los hombres chinos se suenan con las manos y jamás usan un pañuelo, o que habrá que volver a poner un letrero como aquellos de la postguerra en que se leía "Prohibido escupir en la calle". Dejando eso de lado queda todo lo demás, que no es poco, renovando y haciéndonos cuestionar los usos sociales y las costumbres familiares.
La etiqueta tiene su razón de ser y está plagada de convencionalismos que son de gran utilidad, que -como la paloma de Kant- lejos de privarnos de la libertad, nos permiten descansar en ellos y así no tener que perdernos en elucubraciones o en interpretaciones. Al saber que en una boda no es conveniente llevar un vestido negro ni blanco, eso  reduce nuestro abanico de opciones. Por lo demás es cierto que el color blanco ya he perdido su valor genuino, el de simbolizar la pureza de la novia o las novias, para marcar la diferencia con las invitadas. De blanco se visten muy determinadas personas o en muy determinadas ocasiones. Para mí es un color más pero que algunas veces me ha gustado mucho vestir. Pero lo que quería señalar es que hay mujeres que se presentan en algunas bodas como invitadas vestidas de blanco. Podrá decirse que es por befa de lo acostumbrado y por marcar también la diferencia, cualquier cosa. De hecho las bodas se han convertido en algo tan inextricable desde el punto de vista de la etiqueta y del decoro, también desde el punto de vista de la reorganizació social, que nos podemos encontrar con cualquier uso y que este adquiera cualquier significado, incluso el opuesto al evidente. Es como un terreno minado.
Por elegir un territorio más fácil o no tan expuesto a los compromisos adquiridos, la ostentación y el superávit, pretendo meterme de lleno en el tema que apuntó lúcidamente ya hace años Elvira Lindo, en su artículo de "El País" titulado "No me quieras tanto", que en el día de hoy había sido compartido casi 20.000 veces por Facebook. Eso nos da la medida de que no ha sido una publicación viral pero tampoco ha pasado sin pena ni gloria. Que interesa a unos cuantos.
Me apoyo en ese artículo para salvar todo un párrafo sobre el atolondramiento que hay con tanta red social y tantos sistemas de comunicarnos sin que por ello mejore la comunicación. Ya tuve un vislumbre de lo que podía llegar a ser un móvil hace unos 8 años, cuando quedamos un amigo mío y yo en una hora flotante. Esto es, yo me tenía que desplazar hasta el Museu Nacional d'Art de Catalunya, que por transporte público me exige cosa de una hora y cuarto (yendo bien) en la mañana de un día de entresemana de primavera pero sin que pudiera determinar más o menos el momento en que nos teníamos que encontrar en la puerta. Hará falta decir que un día caluroso acercarse desde el metro de Plaza España hasta la puerta del MNAC lleva cosa de media hora, porque hay que superar una recta muy larga más varios tramos de escaleras. Mi amigo podía quedar conmigo a golpe de móvil, diez minutos antes, porque solo se mueve en coche. Yo no. Admitiendo que el problema podría ser más yo que no él, seguramente esa traba podría ser desalentadora para cualquier encuentro. O eso o prestarse a esperar el tiempo que fuera preciso a cada cita. Debo decir que no me importa esperar -si es necesario- porque siempre tengo cosas que hacer. Aunque sea leer o simplemente ver pasar la gente. Pero hay veces que nos interesa aprovechar el tiempo de otra manera y no someternos a los movimientos de los demás. Creo que me explico.
Hace poco por uno de esos solapamientos de mensajes tan frecuentes en el whatsapp se presentó a nuestra cita una amiga con su bicicleta, casco y demás, cuando yo en algún momento de la retahíla de mensajes le había dicho que hace tiempo que no tengo bicicleta ni tampoco el carnet de Bicing.
Esos escollos hacen reír comparado con lo que se ha venido sucediendo en los últimos tiempos en mi agenda. Si bien es verdad que mi vida laboral no se engrana bien con los horarios más generalizados, también lo es que siempre me adapto y, por decirlo claramente, me sacrifico. Pero en los últimos años me he dado cuenta de que cada vez me costaba quedar más con la gente (me refiero a más de 15 mensajes por ocasión). A veces por tener que recordar mi horario, otras porque hay personas que verdaderamente tienen una vida complicada, otras porque son personas indecisas o pusilánimes. Incluso cuando se salvan esos escollos me he encontrado que todo había sido para nada porque unas horas antes de la cita se desdecían con excusas que verdaderamente mortificarían la autoestima más elevada.
Creo haber ya dicho alguna vez, no sé aquí, que hasta el Ángel Amable no le dedicaría ni un solo capítulo de su libro a explicar que cuando alguien rompe una cita tiene que apresurarse a mejorarla. Como dice el Fumi de Morata de Tajuña, "si yo no digo que me lo mejores, iguálamelo". Y muchas veces, aunque sea con la boca pequeña, se puede proponer incorporar a la persona que dejamos "colgada" que venga a la fiesta que nos ha surgido, etcétera. Es todo tan elemental que me da no sé que tenerlo que decir yo.
Naturalmente todo depende de la intensidad o la cantidad. Hace 3 años y medio que una amiga que reencontré en Facebook y yo tendríamos que habernos visto. Hará uno descubrí que vivía a 10 minutos de mi casa. A pie. Que yo vivo a 3 minutos de su peluquería. Las excusas que me ha presentado cuando en el último momento se desdecía me han hecho preocuparme por su estabilidad mental y/o emocional. Tal vez porque parto de la base de aquello de la palabra dada y otras tonterías. Pero han sido 3 años y medio y cosa de unos 70 mensajes o más. Todo para nada. Mucho emoticón y mucho rollo.
Más allá de lo que se pueda ver afectado mi amor propio, cosa que no tiene la menor importancia, me parece una pérdida de tiempo y algo exento de toda dignidad. Pero sin duda lo que sobre todo es, es cansado, muy cansado. Si para quedar con alguien tiene una que emplear más de 4 mensajes prefiero no quedar.

Fritz Baumgarten

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21.7.15

Ni perfecto ni desconocido

"Alrededor de cada urbanita se dibuja una miríada de caminos
 vinculados a su experiencia cotidiana de la ciudad: el barrio
 donde trabaja, el de sus quehaceres administrativos, el de las
 bibliotecas que frecuenta, donde viven sus amigos, los que
 conoció en su infancia o en diferentes períodos de su
 vida. También tiene zonas de sombra, los lugares a los que
 nunca va porque no se asocian a ninguna actividad
 ni con ningún estímulo, a no ser que pase por ellos
 en coche alguna vez pero sin la curiosidad suficiente
 para detenerse, o los lugares que, por lo que sea, le dan miedo".
David Le Breton, Elogio del caminar.



veces me doy cuenta de que evito determinados barrios, determinadas calles, determinados tramos de calles. Me gusta caminar, me gusta andar. No soy una flâneur ni tampoco una merodeadora ni una peregrina, aunque he vagado por las calles, he merodeado y he peregrinado. Si se acepta mosca como animal de compañía y por pasear se acepta dar un rodeo descomunal para evitar lo que les dije, determinados barrios, se puede decir que paseo. Todo cuanto puedo hacer caminando no lo hago de otra manera y al cabo de un año se pueden contar con los dedos de una mano las veces que uso un transporte privado. Lo del avión es proporcional.
He dejado de lado los fotógrafos aficionados, que planean como insectos que liban o como drones sobre la ciudad.  No busco hacer una clasificación incuestionable, tal vez porque también cuando escribo soy muy andarina. No soy como la cosechadora del agricultor que circuló hace unos días por una carretera de Cuenca 5 km descabezando todas las señales de tráfico que se cruzó en su camino. Digo flâneurs, merodeadores, peregrinos, y no importa que no agote la tipología.
Evito los barrios "altos", donde me siento incómoda y donde no encuentro la Barcelona que a veces me gusta ni de milagro. Los barrios altos de todas las ciudades son parecidos, sobre todo cuando viven en pisos. Las zonas residenciales con casas unifamiliares son un poco más pintorescas, pero muy poco. Busco siempre ir por calles peatonales o de muy poco tráfico. Aparte del ruido, molesta tener que detenerse a cada poco por culpa de los semáforos. Lo que hace del Ensanche todo un territorio absurdo, especialmente porque hay que doblar los chaflanes en unos requiebros que ya hemos incorporado a la costumbre pero que no dejan de ser disparatados.
Hace un par de años, pasé unos días de julio en Madrid y pude ir desde la casa del pintor Sorolla en el barrio de Salamanca hasta la Carrera de San Jerónimo y meterme en el barrio de Huertas, sin que por un momento me dejaran de amparar las sombras de los árboles. Ayer hice un recorrido más o menos de igual distancia en Barcelona, bajando por Balmes hasta la Via Layetana y -especialmente en los semáforos- es inútil buscar una sombra. En plena canícula no es posible sortear la solana en según que vías, porque el sol cae a plomo tanto en los lados pares como en los impares. Todo esto es tan flagrante que solo nos queda preguntarnos si los árboles están para que les echen en los alcorques los botellines de agua semillenos o semivacíos (según sea nuestro optimismo). O para que meen los perros.
Sin embargo la mayor parte del tiempo, caminar por Barcelona es agradable si se elige la ruta adecuada y si salvamos la dificultad de la orografía tan brusca de algunos barrios. Si alguien se piensa que subir los casi 400 empinados escalones de la torre de Nôtre Dame o que el ascenso por la columna de la victoria berlinesa es una proeza, que intente llegar a los restos de la batería antiaérea de nuestro Turó de la Rovira (Colina de la Rovira).
Por la vera del mar hay que elegir bien la hora, a no ser que se esté bien predispuesto a compartir el paseo con ciclistas no segregados que zigzaguean, corredores, patinadores y voyeurs. Voyeurs van quedando pocos, como si provinieran de una generación que se extingue. Pero hay una nueva raza d'*écouteurs no menos fisgones que se dedican a oír las conversaciones de los demás. Hace bien poco tuvimos constancia de la deleznable transmisión por Twitter de una conversación en un bar que sostenía Ferran Toutain y su acompañante. La presencia del enigmista, Màrius Serra, no había sido advertida porque estaba de espaldas, cosa que además le permitió a su solaz hacer fotos con el móvil. Si alguien se entretuviera a usar en el buscador de este blog la palabra "deleznable" probablemente solo obtendría tres resultados. Hay 1452 posts (descontados los de meras fotografías). Para mí "deleznable" es el techo de mi indignación en lo que respecta a la bellaquería y la vileza. Si zozobrásemos por el camino de la canallada tendríamos otros apelativos, pero convengo que "deleznable" es lo peor que se puede ser o parecer. La gente habla en las cafeterías y en los transportes públicos como si a su alrededor hubiera perfectos desconocidos. Si yo les pudiera decir la de cosas que he descubierto sin querer así... En la Orxateria Valenciana (cuando estaba en Gran via con Aribau), en la línea roja volviendo del Hospital de Bellvitge, en el wáter de "El mussol", etc.
Nunca hablamos de los pueblos y mi impresión es que cada vez se habla menos. En los pueblos no sé en qué ha quedado la hora del paseo y la salida de misa. Quedará la salida del colegio. En el mío, en mi pueblo, era muy emocionante la llegada de los barcos con lo pescado. Podemos, Ahora Madrid, Barcelona en comú y Ciudadanos (C's) son absolutamente urbanos. Así que no los veo defendiendo en Europa la cuota de pesca ni los pactos de los excedentes lecheros ni el cupo de importación de aceite ni nada de nada.

"Little Red Riding Hood and the Wolf in the forest" (Carl Larsson, 1881)

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18.7.15

La vida simple

"I give her my heart but she wanted my soul"
(Le di mi corazón pero quiso mi alma)


o son horas. Muevo el dial de la radio, de rosca, y encuentro publicidad de una clínica dental. Me imagino que a las cinco de la mañana está estudiadísimo que hay una gran demanda de cuidados de la boca. En la COPE sintonizo "Momentos con Luis Rodríguez" y una mujer llora por su situación de pareja. El técnico reproduce su última frase con un efecto de eco supongo que con la idea de que la voz se disuelva en la noche suavemente o de producir un ambiente sobrenatural. La verdad es que no consigo entender cual es el objetivo de ese efecto técnico de sonido, pero -tal vez por la hora- me resulta grotesco. 
También pesco algún programa grabado, con la inconfundible marca de que viene del día, no de la noche. Porque la noche, que tiene su propia naturaleza, no encaja en la fraseología de la mañana. Lo sé bien y decidí que hay cosas que pertenecen a la noche como hay cosas que pertenecen al día, y que las decisiones no pertenecen a la noche aunque en ella podamos desvelarnos, elucubrar, encontrar una singular inspiración, tan brillante como fulgurante puede ser su olvido. 
Ahora resulta inconcebible esa pequeña nueva era helada que han predecido los investigadores en el Encuentro Nacional de Astronomía en Llandudno, en Gales. Y sin embargo, qué extraña es la mente, aún más inconcebible me resulta que sea verdad lo que leo en mi móvil: que la temperatura en mi barrio en estos momentos es de 20ºC. Tal vez la sensación siempre busca el contraste, la sorpresa. Dejo de preocuparme por lo que se asoma a la pantalla del móvil y a las páginas de noticias de los diarios digitales, que parecen alucinaciones que apenas distingo en la modorra que aún me queda del sueño. En un par de horas esas noticias serán analizadas, tuiteadas y contratuiteadas por las miríadas, "la gente", que se dice ahora en el lenguaje del "cambio". Poco me fié nunca de quienes proponen un nuevo lenguaje -cosa que solo sería posible a costa de hacerlo ininteligible- porque crean una especie de realidad paralela. Ya no digamos confiar en las webs de la verdad.
*
Admito, aunque a destiempo, la decisión de Antonio Muñoz Molina, el escritor, de retirarse de todo ese ruido, para cumplir su oficio. Escribir exige la paradoja de sentir lo que sienten otros y sentir lo propio pero también la labor titánica de hacerse a un lado un momento para cocinarlo. Digo "cocinarlo" y de inmediato borraría esa expresión porque aceptaría componendas, artificios. No.
Ayer noche volví a intentar leer Las 36 leyes espirituales de la vida (Diane Cooper) y cuando apenas llevaba 7 paginas lo arrojé lejos de mí a cambio de otro libro, Elogio del caminar (David Le Breton). Podría haber sido cualquier de los que estoy leyendo, unos por la mañana, otros por la noche. Lo curioso es que mi gesto no fue de furia y ni siquiera de tedio, fue en todo un acto de repudio. Pero, cuidado, ese libro le puede resultar útil en un momento dado a alguien. No hay enteramente libros condenables. Todo sirve. Otra cosa es que el libro se arrogase la alta función de saber encaminar a cualquiera y de explicar lo inexplicable. Fórmulas las justas. Lo bonito es que hay muchas maneras de llegar al mismo sitio. Si solo hubiera una manera, habría muchas personas descartadas de poder conseguir aquello que se proponen. Si solo se pudiera llegar a Zaragoza pasando por Lérida o solo se pudiera llegar a ser colaborador opinionólogo de "El País" pasando por una determinada puerta giratoria, por decir algo difícil y opaco, la vida no tendría la menor gracia. Y lo que parece una calamidad puede ser una bendición.
Se me atascó la tuerca de una dormilona, los pendientes que me pusieron en las orejas cuando me las perforaron en mi segundo día de vida. Quería quitármelos pero el de la izquierda se quedó atorado. Me eché 3 en uno directamente en el lóbulo, como si fuera un toque de perfume, y aquí me tienen.


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15.7.15

Calor, calumnias y calamidades

El que dice la verdad, puede estar seguro que tarde o temprano será descubierto
Oscar Wilde

Madrid versión original la web de la verdad de Manuela Carmena y su Ayuntamiento de Madrid tiene un título que ya es todo un eco del cine y no solo por lo que literalmente nos significa sino porque recuerda a títulos como "Roma, città aperta" o "Germania, anno zero" (Roberto Rossellini, 1945 y 1948). Su lanzamiento no tiene nada que ver con los portales de transparencia, parece uno de esos inventos a los que no nos dejan de acostumbrar la izquierda radical, donde hay por cierto muchos hackers. Alguien ha dicho que es un artilugio orwelliano. Y algo de eso tiene, pero pienso más bien en la confusión de medios y mensajes y en lo apabullante que resultaría para McLuhan ese alarde contra el cuarto poder, como si el cuarto poder no lo pudieran hacer suyo como lo han hecho de alguna manera los bancos y demás. Lo interpreto, ya digo, como un invento y como un espaldarazo a la confusión. Como se dice en catalán: "Embolica que fa fort", que viene a querer decir algo así como que cuanto más grande sea el lío más difícil resultará desenbrollar el ovillo.
También hay quien ha dicho que lo de Madrid V.O. viene siendo censura, cuando todos sabemos más o menos que la censura es otra cosa. Y sin embargo, en el fondo, tanto el equipo de Carmena como la censura -si la hubiera- lo que persiguen es controlar, dividir, imponer un punto de vista y acallar.
Hace años vi una película poco conocida de William Wyler, "The children's hour" (1961) (traducida al español como "La calumnia". En la película se siguió tan escrupulosamente el código Hays de censura que en su día no supe entender que todo el problema es que Martha (Shirley MacLaine) estaba enamorada de Karen (Audrey Hepburn), quien por cierto a su vez estaba enamorada de James Garner. Martha y Karen tienen una escuela privada donde tienen internada una niña más mala que pegarle a un padre con el calcetín de un cartero. La niña monta una calumnia en torno a una sospecha que consigue hacer prosperar con ayuda de otra niña (Rosalie) a la que tiene extorsionada a cuenta de que había cometido la debilidad de hacer un hurto. A partir de la calumnia y del deseo de venganza por haber sido castigada por una travesura, le va con el cuento a la abuela, de que entre las dos profesoras hay un amor ilícito, y a partir de ahí se desencadena el melodrama y tienen que cerrar el colegio.
Como digo, la primera vez que vi la película, entre que soy medio tonta y que estaba tan concienzudamente aplicado el código Hays, me fue imposible entender más allá de que la niña Mary era mala malísima. Ni siquiera entendí que al final de todo Martha tiene que admitir que algo de verdad había en la calumnia y que se ahorca.
Así explicado además de que les he chafado el final -cosa que poco importa porque lo bueno es el desarrollo- me doy cuenta de que tampoco es que haya servido para gran cosa. Pero el caso, y aquí creo que sí me sabré explicar, es que es bien cierto que una mentira con un poquito de verdad y soltada donde hay malicia, deseos de venganza, envidia y otras calamidades, puede ser un arma de destrucción masiva y sus efectos son duraderos.
Pueden ver "La calumnia" en Youtube, por lo menos hoy y apreciar la interpretación de Shirley MacLaine y Audrey Hepburn y la no menor contribución de Karen Balkin como niña perversa.

Fay Bainter, Shirley MacLaine, Audrey Hepburn, Karen Balkin y James Garner en "La calumnia" (W. Wyler, 1961)


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Preposiciones indigestas

Ayer en el gabinete de "Julia en la onda" se discutió sobre la izquierda desunida española. Participaban Melchor Miralles, Manuel Delgado y Severino Rodríguez. A partir del minuto 1:15:45 del podcast pueden oír:
"Melchor Miralles - Y no te planteas, Manuel, si esto no os ocurre porque sois demasiado dogmáticos. Yo te escucho de verdad, Manuel, con todo el respeto e incluso el cariño pero, desde una discrepancia tan radical... pero, ¿por qué este empeño en la clasificación? Citar a Lévi-Strauss no da sello de veracidad. Yo creo que hay que ser menos dogmáticos, si no estuvierais instalados en el dogmatismo y en el sectarismo os iría muchísimo mejor, yo estoy convencido.
Manuel Delgado - Grftkjht entraríamosjuh. Yo creo que el problema de la izquierda es que piensa y es una cosa que siempre te complica la vida. Y puedo decirle [sic], queridos oyentes, que se puede pensar y se puede hacer una vida normal, de verdad, no pasa nada. Lo que ocurre es que te complicas la vida. Yñandoycando cuando te piensas te das cuenta de que en efecto esa clasificación es compleja, contradictoria y paradójica, que no está hecha de compartimentos fijos. Y esto implica automáticamente que vives en una situación permanente de contradicción entre lo que quieres y lo que querrías, entre lo que vives y lo que desearías vivir, entre lo que deseas y lo que tienes. Urjth.
Melchor Miralles - Manuel, es que hay en tus palabras, yo percibo un complejo de superioridad que me acojona.
Manuel Delgado - Unghtk déjese de meter conmigo unghgf q hoy el tema no soy yo ufr monográficokgh.
Melchor Miralles - No es que si hablo de ti porque creo, conozco muchas personas, amigos, que piensan como tú y se expresan como tú. El problema es que nosotros pensamos ¿y todos los que no están en vuestra posición ideológica es que no piensan? Osea ¿todos los demás somos idiotas?".
Como el profesor de Antropología lleva más de 20 años en Onda Cero todo el mundo lo conoce y sabe de sus fintas y aparato de confusión tiquitaca forrado de doctrina universitaria y de maneras de enfant terrible. Aunque no es tan desinhibido como Salvador Sostres para mí son más o menos por el estilo, si no entramos en ideologías. En su desprecio por los "iguales" y ya no digamos los "desiguales".
Pero lo que me lleva a traer este pedacito de los horrores diarios que se arrojan en los medios no es a Manuel Delgado en sí (el tema no es él) sino a hacer una diferencia de las dos preposiciones "con" y "por" con un ejemplo. Y es que cuesta saber si Manuel Delgado (M.D.) habla con soberbia o por soberbia. Me refiero a la pulsión predominante, que yo creo que es la segunda.
El manejo de las dos preposiciones no es baladí y les remito a la primera impresión (no a la segunda) que causarían binomios como "por amor"/"con amor", "por pena"/"con pena", "lloro por tí"/"lloro contigo".
No tengo paciencia ni tiempo para demostrar que lo que dijo ayer 14 de julio el profesor de Antropología podremos volverlo a oír exactamente igual cualquier otro día dentro de dos años o tres si sigue en el gabinete. Y también lo contrario. Porque el dogmatismo de M.D. se muestra flexiblemente, de una forma líquida tirando a gaseosa y sustentado por la anfibología. Si fuera mal pensada a veces incluso habría asegurado que esperaba la intervención del resto de los miembros del gabinete solo para oponerse. Esa es su postura, oponerse a todo cuanto oye. Y mantener que ser crítico es ser de izquierdas me parece que intelectualmente tiene muy poca base. El suyo es un problema más profundo.
*
A estas alturas de mi vida cada vez es más vivo mi deseo de estar cerca del mar, por no decir "en" el mar. A pesar de vivir a apenas dos quilómetros de la playa más cercana casi no voy y cuando me acerco al Bogatell para darme un baño o al Moll de Gregal para estar sentada ante el horizonte, todo me sabe a poco. Necesito un contacto más largo y más totalizado, como en mis baños de niña, en los largos veranos, cuando un señor que trabajaba en la Damm me llamaba "Pececito" al verme salir arrugada como una pasa, pingando agua y temblando.
Estos días me estoy acordando muchas veces de las últimas palabras de Rosalía, en su agonía, en Padrón: "Abre esa ventana, que quiero ver el mar". Se ha dicho muchas veces que desde Padrón no se puede ver el mar. Desde donde yo vivo tampoco, pero a veces la ventana enmarca un cielo que parece el que había sobre el mar que quiero.
*
Al mar le pasa un poco como a la nieve. Si la nieve fuera negra tal vez no nos gustaría. Pero el mar es generalmente azul. Un color serio y alegre a la vez, más bien frío pero claro, incluso cuando no es turquesa o del color del ágata musgosa y vira del azul de Prusia a un ultramar oscuro. Y cuando es verde o parece gris también nos gusta.
*
La imagen de hoy es una ilustración de William Steig sobre el clásico "Caue canem" (Cuidado con el perro) latino: "¡Cuidado! Perro inestable".

William Steig


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10.7.15

El jardín de Bergoglio

En todo jardín hay una época de crecimiento.
Existen la primavera y el verano, pero también el otoño y el invierno,
a los que suceden nuevamente la primavera
 y el otoño. Mientras no se hayan seccionado las raíces todo
 está bien y seguirá estando bien.

Jerzy Kosinski, Desde el jardín

os despertamos con una frase del Papa: "Quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América", clamó el Papa durante el II Encuentro de Movimientos Populares organizado por el Vaticano y el gobierno de Evo Morales (La Nación)
Si no fuera porque no creo en la inocencia del Papa y sí en su aparato de marketing, tal vez me dejaría impresionar un tantico por sus palabras, dirigidas a un líder tan populista como lo es él, Evo Morales. Mi fe en Cristo no me impide en modo alguno considerar abiertamente mi antipatía por Jorge Mario Bergoglio desde su elección como Papa, que es desde cuando supe de él. De todas maneras, aunque a las antipatías les gusta invadir irracionalmente todo, como aglutinándolo, me centraría en esa frase absurda. Absurda porque el perdón, que tiene dos direcciones -o se pide o se concede-, es en sí mismo un concepto que es muy tramposo y lo es por definición. Tengo para mí que yo no soy quien para perdonar y cuando actúo mal pido disculpas, nunca perdón. 
La segunda parte de la cláusula ("sino por los crímenes...") parece que marca la escisión entre las ofensas de la propia Iglesia y las de un ente bárbaro que dejo caer todo su poder "contra los pueblos originarios".  Y antes de seguir adelante con el post pretendo señalar ese efecto porque resulta que en todo caso el Papa podría hablar en nombre suyo y de la Iglesia pero nunca en nombre de quienes conquistaron América, cada cual con sus padres y sus madres. Ni siquiera representa a Dios.
Curiosamente la idea de la dominación española ha cundido mucho en los últimos años y al lado de las supuestas virtudes de un mítico prístino indigenismo originario se ha desarrollado todo un aparato de aversión a lo español y un fortalecimiento de memoria histórica contra el desembarco de los conquistadores y sus desmanes. Si el asunto tuviera gracia, que no la tiene, residiría en gran parte en el hecho de que las más vivas críticas al hispanismo proceden de descendientes de europeos, lo cual me imagino yo que les debe producir una especie de contrasentido o paradoja y debe arrojar a los sujetos de tal sentimiento en un estado de embobecimiento cataléptico. Como ocurre con los nacionalismos exacerbados (lo estamos viendo en Cataluña, lo estamos viendo en Grecia) el motivo de la soberanía, tan loable per se, se emponzoña cuando hay intereses detrás o encima. De tal manera que a nadie se le oculta que se han utilizado en favor de intereses económicos en contra de un presunto neocolonialismo español.
Así es que Mas habla de catalanofobia para escudarse de toda crítica, y los comunistas griegos apelan a resortes nacionalistas contra una pretendida helenofobia [sic] como origen de sus males. Y todo se podría ver en esa clave nacionalista. Como cuando la presidenta de Argentina desfavoreció a algunas empresas inversoras españolas cuando en realidad estaba favoreciendo a otras empresas de otros países, y podemos pensar que a cambio de algo. Finalmente todo ello no sé si tiene alguna incidencia en mis posibles, me temo que sí, y siempre en su forma contraproducente. Pero al menos a las masas nos queda el derecho a revolvernos y a los individuos el de quejarnos. 
*
Bergoglio a veces me recuerda a Mr. Chance en la película "Being there" (Hal Ashby, 1979), un personaje que interpretó Peter Sellers en su mejor papel. Un Mr. Chance baboso.  El Mr. Chance auténtico, que siempre había vivido aislado a recaudo de un Anciano y al cuidado de su jardín, tiene una severa discapacidad psíquica y apenas tiene conocimiento del mundo a través de la TV. Su acento inglés británico, la suavidad con la que habla, su laconismo, su elegancia, la franqueza y el estilo directo fascinan a quienes lo encuentran. La frase que abre el post (no la de Bergoglio) se la dedica Mr. Chance al Presidente de los Estados Unidos y éste la adopta programáticamente. Aunque es una película de 1979 ya nos pone sobre la pista de lo que han sido y pueden llegar a ser las maniobras publicitarias y el manejo de las masas en torno a una idea inconsistente o slogan. Inconsistente pero muy sugerente.
Como es natural, la película tiene muchas lecturas y ésa es solo una de las posibles. Yo elijo la más benévola, que acepta el candor de Mr. Chancey Gardiner o "Mr. Chance" (porque nació de puro milagro). El director nos sitúa a través de la música en esa lectura sobre el poder de la verdad y la voluntad. En la casa del ricachón (el viejo esposo con anemia aplásica medular de EE, Shirley MacLaine[*]). Ashby nos pone un fondo de música barroca en un comedor inmenso con una mesa como de castillo,. Pero hay momentos de música pop y hasta para dos gnosianas de un Satie psicodélico (en una versión que es mucho más pop que la jazzística de Jacques Loussier).
Cuando Mr. Chance tiene que abandonar la casa donde estuvo toda la vida a salvo del exterior, suena "Así habló Zarathustra" (Richard Strauss). Esa música abre los créditos y el principio de "2001: Odisea del espacio" (Stanley Kubrick, 1968), cuando el primate descubre (6:31) que un hueso puede ser un instrumento o un arma para matar a los tapires, tres millones de años antes de Cristo. Y sabemos que esa música tiene que ver con el übermensch o superhombre nietzscheano, por lo que nos resulta chocante que Mr. Chance nos lo presenten como en el albor de la humanidad, si es subnormal. Pero está claro que para Nietzsche como para Kubrick como para Ashby, todos somos subnormales.
*
Ayer acompañé al médico a una amiga con su hija, recientemente diagnosticada de Síndrome de Rett. El mundo de una niña de dos años que no habla, no camina y además tiene problemas físicos severos y un notable retraso mental es enigmático, pero hay que intentar penetrarlo y aceptarlo, no permitir que sea solo accesible a su madre. Se puede. De hecho, hay personas tan impenetrables entre los subnormales como entre los que se creen listos.
Del rodaje de "2001: Odisea del espacio" (Sanley Kubrick, 1968)

[*] "Yo he hecho dos películas con Peter. Una se llamaba ¡Ella y sus maridos!, en la que él hacía un papel secundario, de uno de mis siete maridos, y la otra, Bienvenido, Mr. Chance, en la que yo desempeñaba un papel del reparto y él bordaba la actuación más genial de toda su carrera. Peter siempre vivía su personaje, en la pantalla y fuera de ella. En mi opinión, eraun genio, pero personalmente sufría de lo que él llamaba desconocimiento de su propia identidad. Decía que conocía a sus personajes mejor que a sí mismo, que sentía que había sido cada uno de ellos, de una forma que sólo podía expresar diciendo que "los había vivido en el pasado" (Shirley MacLaine, Lo que sé de mí).

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Gracia loca

Este periódico [El País] ha tenido señalados antecedentes. Fue
 memorable la sustitución del nombre de García
 Lorca por "Gracia Loca", por citar sólo uno. Pero no
 somos los únicos. Recientemente, mi colega de La Vanguardia,
 también obligado a tratar este tema por
 un artículo "enloquecido" de las páginas de Cultura, recordaba
 una crónica de su corresponsal en Moscú, de 1998,
 en la que, entre otros disparates, el corrector automático
 había rebautizado al primer ministro ruso Yevgeni Primakov 
como "Vagina Permisivo".

"Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad"
La verbena de la Paloma (Tomás Bretón, 1894)

ios no me ha dado paciencia para informarme a través de un único diario. Ya no porque mi curiosidad me hace ir saltando de "La Vanguardia" a "El País" y de ahí al "ABC" como si nada, sino porque también necesito echar un vistazo a "The New York Times", "The Thames",  "The Guardian", "Le Monde" o el "Corriere della sera". Pero por poco seguimiento que haga de "La Vanguardia" ya hace años que vengo observando que del traductor automático salen auténticas barbaridades. Cosa que me ha recordado aquella frase de "La verbena de la Paloma" que dice "Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad".
"La Vanguardia" (LV) es más que un diario. Siempre ha sido un modelo de modernidad y ha incorporado siempre y muy por delante de otros recursos avanzados de tecnología. Me estoy acordando, sin que ahora pueda ni quiera perder tiempo en documentarlo, que fue el primer periódico español que se archivó en CD-ROM o que también estuvo en la... vanguardia de los sistemas de información que se aprovecharon de las tecnologías telemáticas. La primera hemeroteca digital que yo pude consultar con mi ordenador, ya hace muchos años, cuando aún tenían oficina en la calle Pelayo, fue la de LV. Y la primera traducción automática también.
Hará unos diez años, tal vez más, pude advertir que en un magazine se leía "Leopardo" donde debía leerse Leopardi, por el escritor italiano. El resto del texto me pareció correcto, pero aquel gazapo me advirtió de que había traducción automática y de allí en adelante pude observar más casos, especialmente del catalán al español.
Ayer en mi TL de Twitter algunos followers hacían broma a costa de una noticia de agencia, la ACN (Agència Catalana de Notícies), que reproducía las palabras de Dolors Camats (ICV): "Algunos quieren hacernos fuera del derecho a decidir, pero nadie nos hará fuera de la defensa de la soberanía de este país", remachó en una mesa redonda con BComú, Procés Constituent y EUiA. " La mayor parte de las personas estamos en condiciones de darnos cuenta de que "hacernos fuera" y "nos hará fuera" es una traducción literal de "fer-nos fora" y "ens farà fora", y que en español no son expresiones correctas, que lo correcto y previsible sería "echarnos" y "nos echará".
Busco la noticia en otros medios y la encuentro en "El Punt Avui" en correcto catalán: "“Alguns volen fer-nos fora del dret a decidir, però ningú ens farà fora de la defensa de la sobirania d'aquest país”, ha reblat en una taula rodona amb BComú, Procés Constituent i EUiA."
Basándome en el supuesto de que la Agència Catalana de Notícies se desenvuelve unívocamente en catalán y de que la noticia original es la que se ve en su web el día 4 (Camats considera que plantejar el 27-S com a eleccions plebiscitàries és "una estafa democràtica"), basándome también en mis experiencias previas con la falta de pulcritud de LV en la revisión ortográfica al corrector automático, infiero una vez más que se nos ofrecen textos que tienen forma de subproducto y una calidad lingüística cuestionable, por lo menos los que yo uso en español.
El único rastro que me permite afianzar mi hipótesis es el de las siglas ACN como toda fuente de información. Nada permite asegurar el idioma original del texto ni si lo ha traducido una máquina infernal.


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Publicado simultáneamente en Varium.

Este post corresponde a una misma serie sobre la utilidad de una buena documentación.

8.7.15

Emporio celestial de conocimientos benévolos

n amigo mío me mostró una vez una especie de infografía de toda la historia de Europa con una muy elaborada pero simple visualización de las anexiones y separaciones de las naciones que la forman. Aunque no tiene la extensión de la de 1931 de John B. Sparks, que se puede ver íntegra en varios lugares (por ejemplo,  en Imgur), ya que la de Sparks se remonta al origen de las civilizaciones, la verdad es que estaba todo muy bien detallado y permitía distinguir a simple vista las tendencias -vamos a llamarles así- a la unificación y a la balcanización de nuestro continente. Aunque tuviera el diagrama, que creo que no lo conservo, tampoco lo pondría aquí, puesto que no es mío ni está publicado, pero lo comento porque es un buen ejemplo de lo diligentes que son algunas personas, sobre todo cuando se enfocan en perseguir un fin. Incluso hay personas que consiguen ser terriblemente diligentes sin tener un objetivo, que simplemente se proponen lo que sea, o cumplen órdenes, y hasta se diría que tienen puesto como un piloto automático y consiguen lo que sea. 
Hay personas que están dispuestas a hacer una infografía del género e incluso habrá quien estará dispuesto a analizarla provechosamente, sacando conclusiones que permitirían establecer la concurrencia de hechos y hasta una especie de reglas históricas que surcan el tiempo e imponen sesgos, predisposiciones y analogías. 
No es una mucho de esforzarse, aunque me esfuerzo y tengo un sentido del deber casi patológico. Pero la vida me ha conducido no una vez sino muchas a situaciones en las que he visto que si bien mi esfuerzo era de alguna manera recompensado, también se veía rápidamente defraudado. Por ejemplo, en nuestro lejano COU obtuve una media bastante alta (?) pero al día siguiente la Dirección de mi centro de estudios decidió subirle la media a todos los compañeros (menos a mí y a otros dos compañeros) para ayudarlos así para la nota de la Selectividad o pruebas P.A.U. Doy un ejemplo de escasa importancia como muestra, pero ha habido otros, de mayor importancia y que me han resultado en gran medida decepcionantes.
Mi amigo del mapa geopolítico es muy aficionado también a las clasificaciones, algunas de ellas humorísticas o como la que recogió Borges:
"Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en:
a) pertenecientes al Emperador
b) embalsamados
c) amaestrados
d) lechones
e) sirenas
f) fabulosos
g) perros sueltos
h) incluidos en esta clasificación
i) que se agitan como locos
j) innumerables
k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello
l) etcétera
m) que acaban de romper el jarrón
n) que de lejos parecen moscas" (*)
Por eso una vez le pregunté en qué se diferenciaba la derecha de la izquierda, a lo que me contestó que la izquierda más allá de velar por la igualdad de oportunidades vela porque en cualquier caso el esfuerzo o sus resultados no condicionen la organización social, de manera que la noción de "premio", en el sentido que adquiere en la derecha, para azuzar o garantizar el rendimiento, el ingenio, la autosuperación y la competitividad, en la izquierda adopta un sentido más líquido e integrador.
No seré yo quien señale las virtudes de cada una de las visiones del esfuerzo, puesto que -como he dado a entender- con la mala suerte es difícil de compaginar no ya un punto de vista, sino cualquier idea más o menos racional. Lo que sí estoy bien predispuesta a defender es que el tesón a veces permite cosechar resultados. Si no se me abre un tarro (por un decir) yo no paro hasta que consigo abrirlo. Aunque sea a lo largo de una semana, reflexionando, poniéndome manos a la obra. Es difícil que algo se nos resista, si es que entra dentro de lo posible. De hecho, si los pingüinos tuvieran la necesidad de volar no tengo ninguna duda de que acabarían volando. Y veremos que al gobierno de Tsipras le prestará dinero Europa pero también Rusia.

Samuel Gross

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(*) Jorge Luis Borges, El idioma análítico de John Wilkins.

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4.7.15

Pandora sin caja

n pequeño vídeo en Youtube de Jesús Samaniego Guerra les puede servir como introducción al mundo de los Zomlings, unos muñequitos que en su primera serie reunió 100 personajes si mal no tengo entendido. Creo que desarrollan la idea de los Basurillas Zombies, pero lo desconozco casi todo sobre las dos colecciones y no es fácil situarse porque es un tema tan prolijo como lo podría ser el plantel de dioses del hinduismo, que no baja de 3000, o todo el santoral católico, que debe ir por ahí.
Estos días compré el zomling Pigol (el cerdito) para mi colección de cerdos, el animal totémico de los terroríficos Andrade. Supongo que el hecho de haber perdido de pequeña toda mi colección de muñequitos de goma de un solo zarpazo tiene algo que ver. Mi tía pequeña nos tenía amenazados a mi hermano y a mí con tirárnoslos todos en el tambor de jabón Omo donde los guardábamos. Habían indios a caballo, algún soldadito, algunos ejemplares del Topo Giggio futbolista todos con sus rebabas, y muñecos diversos, las canicas, las peonzas y alguna pelotita saltarina japonesa, todo formando un batiburrillo por lo diverso de la procedencia de los juguetes y porque lo diverso de los tamaños hacía difícil imaginar historias corales. Al final los alineábamos todos y con las canicas jugábamos a tirarlos al suelo. Debajo de casa había una peluquería, así que no pienso que molestásemos gran cosa. 
Un día mi tía pequeña tiró el tambor de jabón Omo con toda la fauna y flora. Solo por eso ya la tendríamos que haber matado [sic], pero éramos pacíficos y total el mal hecho era irreparable. Aunque supongo que por aquella pérdida me quedó un cierto desconsuelo que con el tiempo he podido aliviar con la colección de cerditos, recuperando en todocoleccion.es un Topo Giggio y ahora los zomlings. Para mi total satisfacción me faltaría un indio o aunque fuera el caballo del malo. Los zomlings tienen mucha gracia porque el material tiene aquella consistencia gomosa del plástico que es mucho más solido que el blandiblú o moco de dinosaurio, pero que temblequea como a veces temblequean las orejas de los ancianos cuando caminan, si son grandes.
Cuando me llegó por correo certificado mi Topo Giggio, a través de un coleccionista de Algemesí (Valencia), estuve cosa de 4 minutos para abrir la cajita que lo contenía y que reunía todos los datos para el envío y su identificación. Era un poliedro de base rectangular de cartón corrugado marrón concienzudamente rodeado con cinta de embalaje adhesiva transparente. Después de conseguir practicar una obertura resulta que había dentro un mazacote de papel de diario (página de pasatiempos) en cuyo interior había una bolsita de burbujas también precintada con cinta adhesiva. 
Verdaderamente no creo que hiciera falta precintar tanto un muñeco de plástico duro. Mi madre tiene un cubo de basura de aquella época y está nuevo. De hecho creo que la única forma de destruirlo sería por el fuego directo y no por un instante, o con un peso descabellado que consiguiera vencer el artefacto por aplastamiento.
A veces compramos un paquete de tuercas y parece que tendríamos que haber comprado también algo para abrirlo porque el precintado es insalvable con unas tijeras o un cuchillo normal.
Como cuando yo era una niña por haber había hasta granel. Recuerdo haber ido a comprar con 3-4 años la leche con mi lechera de litro y medio. Y más adelante el aceite, hasta que pasó lo de la colza y se suprimieron aquellos bonitos émbolos de aceite de oliva. Me asombraba que en Finisterre la gente comprara el azúcar a medida que lo necesitaba, siempre a granel. Compraban 100 gramos o menos y se lo servían en cucuruchos de papel de estraza. Usaban cucharas graneleras que medían por onzas. En el barrio comprabas una onza de chocolate para la merienda. No yo porque no pude comer chocolate hasta bien pasados los 30 años, por alergia. Además en casa no se consideraba que fuese un alimento, sino que consideraban que el chocolate era una golosina.
Hoy en día también a los niños les divierte más a veces el envoltorio de los juguetes, la caja de cartón, que el juguete propiamente dicho.
+
Los seguros distinguen entre "continente" y "contenido". Y ha triunfado en cierta manera la expresión "content curator" para referirse a los bibliotecarios y documentalistas de toda la vida, a una de sus funciones, la de seleccionar, presentar, actualizar y estructurar informaciones de un determinado tema. Supongo que ese término viene de la necesidad de separar las funciones de quien diseña un espacio web y quien aporta conocimiento, datos o -como se decía antes en Filología- "el fondo" (por oposición a "la forma"). Lo de presentarlo en inglés es porque así resulta más moderno, supongo.

"Transmogrificador" (Calvin y Hobbes, de Will Patterson)

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1.7.15

Culantrillo

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Pop tango

Fou, fou, l'amour est fou
Fou comme toi et fou comme moi
Bleu, bleu, l'amour est bleu
L'amour est bleu quand je suis à toi

L'amour est bleu (Letra de André Popp)

i hemos de creer lo que ponen en la Wikipedia la versión  de "L'amour est bleu" que llevó Vicky Leandros a Eurovisión por Francia el año 1967 quedó cuarta, pero conoció un éxito estratosférico con Paul Mauriat en su versión instrumental que suena como a clavicordio. Pienso que es un clavicordio, ya que también se toca en su versión de "Penélope" (Joan Manuel Serrat). Enlazo las dos versiones de "L'amour est bleu", la más televisiva y la eurovisiva, para que se vea la diferencia que hay entre la Vicky Leandros más sesentera y la más estática, casi inmóvil.
La canción pronto quedó para los hilos musicales y las músicas decorativas que antes sonaban en los hoteles. Me figuro que habrán sido perseguidos por las sociedades de autores y tampoco quedan ni en las recepciones las versiones instrumentales de orquesta de los grandes éxitos de los 50 y los 60, que parecían ser -a juego con las moquetas y las alfombras- versiones ligeras y muelles del pop más genuino e ingenuo.
Me imagino sin ningún esfuerzo a Popp, el compositor de "L'amour est bleu", en su pueblo, Fontenay-le-Comte, tocando el órgano de la iglesia, cuando su padre -de origen alemán- fue llamado a filas durante la Segunda Guerra Mundial. La carátula del disco de vinilo tiene la gracia de contar con una viñeta de William Steig, uno de los cartoonists del The New Yorker que me interesan (por decir algo). Steig tuvo de psicoanalista a Wilhelm Reich, de la Galicia no sé si ucraniana o austriaca, de quien recuerdo haber leído un solo libro. La verdad es que casi podría asegurar que fue Escucha, pequeño hombrecito (Rede an den kleinen Mann, 1945) y que el libro llegó a mis manos accidentalmente o bien a través de la biblioteca de mi hermano, que a pesar de nuestros 3 años de diferencia era bien diferente de la mía. Wilhelm Reich, sobre cuya salud mental no llegamos a aclararnos, lucía un peinado parecido al de Diana J. Torres en la presentación de su libro pornoterrorista Coño potens.
Pero no nos desviemos del tema ¿Qué tema? Ah, sí, los músicos que consiguieron colocar sus piezas en la música que una asocia sentimentalmente a las recepciones de los hoteles, a los pasillos de los camarotes y hace muchos años a la consulta de algunos dentistas, pero también a las fiestas: Alfred Hause, la Mantovani Orchestra, Paul Mauriat, Ray Conniff, James Last, Xavier Cugat, etc. Habrá quien no apreciará este tipo de música, sobre todo cuando se sirve con unos arreglos muy característicos que todo lo igualan. Las piezas instrumentales, siempre que no se lleven al chill out o a uno de aquellas grabaciones que indican algo así como "cinco horas de música de relajación", tienen su gracia. Hasta la música de circo y las marchas militares tienen su aquel. Estoy pensando además por ejemplo en Los Pekenikes ("Hilo de seda", "El tiempo vuela", "Apache") o en Los Relámpagos ("Nit de llàmpecs"), Floyd Cramer ("On the rebound")
Pero en una enciclopedia sentimental hay que admitir que ocurre que la versión que más gusta de "Blue tango" (Leroy Anderson) no es precisamente la original. Es en mi caso la que ya desisto de encontrar, una que no tenía más gracia que la de parecer sintetizada como con una lap steel guitar que a veces suenan a eterófono o como el serrucho del dúo de Delicatessen (Marc Caro, Jean-Pierre Jeunet, 1991). Gran pieza, "Blue tango".
Se atribuye a Barth la frase "Quizás los ángeles, cuando cantan ante el trono de Dios, usan la música de Bach; pero, estoy seguro de que, cuando se encuentran entre ellos, suenan algunas de las composiciones de Mozart". Algo parecido nos ocurre a todos con todo, no siendo ángeles, y no ante el trono de Dios, ni con Bach o con Mozart. La peor condición que puede tener algo o alguien es la de aburrir.

"Delirium in HI-FI" (André Popp, 1958)


"Blue tango" (Leroy Anderson) en la versión de Al Caiola

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