29.8.12

Los días de los tiempos

–"Bueno, el río Aller lo compartíamos con los mineros de Bustiello que también lavaban el carbón, así que teníamos que esperar a que ellos acabaran su faena y el río volviera a tener el agua limpia para lavar nosotras, pero sí que estaba bien tener el río cerca.
–Recuerdo que un día me contaste que para que la ropa quedara tan blanca, puesto que no había lejía, vosotras teníais un truco especial.
–Era con cenizas de roble. En aquella época cocíamos el pan en hornos de piedra y se quemaba madera de roble. Las cenizas se recogían y se guardaban en un saco de arpillera. La ropa que estaba lavada y enjabonada la doblábamos y la metíamos en un barreño, todo muy bien doblado. Luego se colocaba el saco de ceniza encima de la ropa lavada y vertíamos agua muy caliente sobre el saco, que dejaba pasar a través de él el agua colada por los agujeros. Ese líquido que salía hacía el efecto de la lejía de hoy. Después el agua se guardaba para otros usos de limpieza".

s muy difícil, al menos en una primera acometida, encontrar fotos antiguas de lavanderas, lo es menos de lavaderos, que hay muchas aunque no antiguas. He visto incluso uno, el típico de piedra, pero actualizado con una pintura para piscinas en su interior, cosa que me apena, aunque bien sé que como lo del Ecce Homo de las narices está hecho con la mejor intención. Como una ya tiene unos años vivió en sus carnes imágenes como la que incorporo hoy, que es ideal para ilustrar ni que sea mis recuerdos. Aprovecho para señalar también que cuando en el buscador de imágenes de Google intentamos conseguir mujeres acarreando agua sobre sus cabezas, ahora ya casi solo salen mujeres y niñas africanas, pero yo también me acuerdo muy bien de haber visto en mi infancia en Galicia a las mujeres llevar grandes cestas de castaño cargadas de leña, sardinas, manzanas, verdura o valume (broza para la corte). No hará falta decir que la cesta donde se transportaba la comida no era la cesta donde se transportaba la broza. Algunas vi que podían llevar bien ligeras su cesta con sus doce quilos de leña, un cubo o una senlla en la mano cargado de agua y con la otra mano aún podían darle un cachete al niño. En mi familia te reñían en casa cuando llegabas. Hacían un movimiento ladeando las cervicales sinuosamente para corregir el desequilibrio y hasta se agachaban sin nunca descargar. Mi madre tenía tanto dominio que hasta a veces llevaba el peso sin centrarlo, para mayor soltura. No tenían peor la espalda de lo que la tenemos ahora, incluso se diría que la tenían más derecha y por supuesto más fuerte.
Mi abuela Pepita no iba mucho ni poco al lavadero municipal, prefería ir a una fuente que le quedaba como a 3 km del pueblo, porque allí no había cotilleo o maledicencia o tonterías y además el agua estaba mucho más limpia porque era de manantial. Cuando mi madre se vino a Barcelona después de pasar unos años en La Coruña, le envío a su hermana pequeña (que tenía unos 8 años) un cubito. A mi tía, que es una fanática de la limpieza, le faltó tiempo para quitarse las bragas, ponerlas en el cubo, agarrar un pedacito de jabón Lagarto que era una sobra e irse pies para que os quiero tal cual triscando a la Mixirica, uno de los lavaderos del pueblo. Lo de Mixirica una nunca sabrá si viene de un intensificado "poco" o de un "meado" de ningún precio, aunque una cosa no excluye la otra porque a veces la fuente no daba agua, aunque generalmente sí. Pero esos nombres antiguos y sin pretensiones turísticas, los verdaderos para entendernos, se pierden en la noche de los tiempos.
En los días de los tiempos se lavaba. Ya dijimos en el álbum que lo de lavar de noche estaba mal visto porque, aquí lo podemos decir claro y no como en la canción de Noa y Carlos Núñez, indicaba que había habido un aborto o un adulterio o un coito sacrílego (con un cura). La versión de Eva Carreras y Cristina Pato es más clara. En general lo de limpiar de noche está mal visto y no olvidemos como la escoba se asocia a la brujería. Por Cataluña decimos fer dissabte (lit. "hacer el sábado") a la limpieza general que muchas hacían el sábado para no parecer judías, puesto que el sabbath es día de observación y no podían hacer más que rezar y cuatro cosas más. A la gente por cierto le gusta mucho recordar que los Reyes Católicos expulsaron el año 1492 a los judíos sefarditas, pero suelen olvidar que antes habían sido expulsados no ya de Inglaterra y Francia sino también de la Corona de Aragón y, en consecuencia, de Cataluña.
Mi barrio (Horta) lo fue de las lavanderas, que les hacían la colada a las burguesas del Ensanche, las cuales seguramente les pagaban una miseria y no es mucho aventurar. Pero verdaderamente por aquel entonces no se lavaban tanto las sábanas como ahora, que es una labor que no es ni labor porque ni se frota, ni se lava, ni se clarea, ni se baldea, ni se retuerce ni se plancha. Y apenas se tiende, por un decir. Además la ropa de antes era de un algodón gordísimo que tardaba Dios y ayuda en secarse y que había que saber lavar y domeñar. Ahora, como digo, cualquiera lava.
En honor a la verdad y al trabajo tan duro de las mujeres que lavaban la ropa, fuera en el río, en la fuente o en el lavadero, pero siempre con agua fría, habría que decir que además del chismorreo, también se cantaba. Es decir, que si bien es verdad -como consta en muchas obras literarias- que en cuanto alguna chismosa se quería enterar de algo cogía el cántaro y se iba a por agua, también lo es que había momentos de un gran lirismo y alegría, cuando cantaba una o varias. Pura alegría. Alguna pelea a grito pelado también hubo, pero eso lo dejamos correr. Agua que no has de beber, déjala correr.
Si tienen ustedes la bondad, no dejen de mirar una imagen sin más, mera fotografía, que muestra algunos de los utensilios: la tabla de madera, el rodete para apoyar el balde de zinc en la cabeza y el cubo donde debería ir el cepillo (bruso), la pastilla de jabón y un azotador para mazar la suciedad.



Foto de la Mixirica, localizada en internet pero sin que se indique la fuente (enlace perdido)
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28.8.12

Fraden, Pavlov y Ludovico

engo de leer en Las cuatro esquinas del mundo un cuento encantador de Goslum sobre un apócrifo sistema Fraden de una no menos apócrifa Fundación Ricardo Ostelach por el cual durante la lactancia materna se induce a los niños a desarrollar determinados talentos al sumergirlos en derminados ambientes. Por ejemplo, si llevamos al lactante al Liceu de l'Òpera conseguiremos hacer de él un tenor o de ella una soprano. Ahora ya no queda ningún castrato, creo. Pero no hagamos bromas fáciles y ni tan siquiera bromas. Tampoco quisiera hacer de  spoiler y chafarles el cuento. 
Encontrar madres que tengan buena leche y estén por la labor ya es un tanto. Luego que una obtenga un permiso de lactancia consecuente para poder amamantar a su hijo en el Liceu o en el Mercat de la Boqueria, ya es otro asunto. También estos días se habla de la Técnica Ludovico, que aparece en "La naranja mecánica" y que en realidad nunca se llegó a realizar, al menos a las claras, claro, porque una estuvo muchos años trabajando en un hospital donde sin saberlo se hacía electrochoque, también conocido como terapia electroconvulsiva, una de las terapias más desalmadas que hay, y tampoco es que hicieran gala de ello. La técnica Ludovico se basa en la insensatez de que si sometemos a un monstruo como ese supuesto padre que calcinó supuestamente a sus hijos en Córdoba (España) al horror, se le acabará sensibilizando y por lo tanto abominará de toda la crueldad y demás. Creo que en la película también usaban la Séptima de Beethoven para inducir a no sé qué tipo de reacción, pero como esa supuesta película no la vi ni la veré, para el caso me es lo mismo. Si  bien lo pensamos, en los años 50 o así algunos psiquiatras empleaban terapias bastante traumatizantes para dejar de fumar y para abandonar las inclinaciones homosexuales, pero eso no sé si sirve como técnica Ludovico.
El conocido efecto Pavlov sí que no es apócrifo, sino que fue ensayado y probado y es bien conocido de la mayor parte de las personas que tienen su cultura general. Tiene que ver con la relación respuesta-estímulo. Pues bien, como mi hermano tiene un perro, Tor, y yo le compro unas chucherías para cuando van a ver a mi madre, más que nada porque a ella le satisface lo de alimentar a todo quisque, le tengo dicho que cuando le de el chiclé de buey que le diga "Marta". Así se supone que aunque no me ve, cuando yo sí veo al perro le diré "Marta" y pienso que identificará las chuches conmigo. Bueno, pues resulta que el otro día descubrí que le dio a beber de mi horchata, que se sentó en mi sofá (que era el de mi padre) y que en vez de decirle "Marta" cuando le dio las chuches, le dijo "esto te lo ha comprado la tieta". Es decir, todo el experimento se ha ido a freír espárragos. Es un Golden Retriever, pesa cosa de 34 kilos, así que lo de ponerse en el sofá tampoco es como para pasarlo por alto.
Lo que sí tengo claro de esto de los efectos, es que no hay nada tan efectivo como imponer algo para que se haga aborrecible. Y lo que también tengo claro es que hay muchos psicólogos que aún no lo saben. De  hecho, yo estoy convencida de que muchas terapias que ahora se ven como lo más normal dentro de unos años -no muchos- se considerarán auténticas estupideces degradantes y de daños irreversibles. Como bibliotecaria lo que me queda por añadir es que la gente que ha hecho psicoterapia y ya no digamos psicoanálisis, es la que más informal resulta para devolver el material prestado. Es evidente que ya no sufren.
Elliott Erwitt (Mikonos, 1976)

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57 | Robinia pseudoacacia

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27.8.12

El jardín de hongos

"Las hormigas cortadoras de hojas (Atta y Acromyrmex) se alimentan exclusivamente de un hongo que sólo crece dentro de sus colonias. Recogen continuamente hojas que después llevan a la colonia, las cortan en trozos pequeños y las ponen en jardines de hongos. Las obreras se especializan en tareas según su tamaño; las más grandes cortan tallos, las medianas mastican las hojas y las más pequeñas cuidan de los hongos. Estas hormigas son lo bastante sensibles como para reconocer la reacción de los hongos ante diferentes tipos de vegetales, aparentemente detectando señales químicas de los hongos. Si un determinado tipo de hoja es tóxico para el hongo, la colonia ya no recogerá más. Las hormigas se alimentan de unas estructuras producidas por los hongos denominadas gongylidia.95 Unas bacterias simbióticas que se encuentran en la superficie exterior de las hormigas producen unos antibióticos que eliminan las bacterias que podrían dañar los hongos". (Wikipedia)
a sierra está más seca que la lengua de un loro, pero hay que conformarse y rezar para que no arda al menos. Ayer me salí del camino habitual y me crucé con once imbéciles seguidos como ensartados por el culo en sus mountain bikes. No tengo el menor escrúpulo ni mala conciencia de designarlos así por cuanto son gamberros (aunque tengan más de 50 años) que alteran el medio ambiente y que molestan y son un peligro para los que caminamos tranquilamente por el monte. Se supone que no deberían ir por las torrenteras ni los sotobosques y menos a la velocidad a la que circulan, pero esa  prohibición parece que no va con ellos, que sobre las ruedas se sienten como milhombres y todo aquello de "la carretera es mía" y demás.
Hubo una temporada que había habido trialeros y hicieron polvo los desmontes. Lo que no hacen las lluvias torrenciales de septiembre tan perniciosas a veces lo consiguen estos memos y sus horribles maillots. Ayer por la mañana, mientras me tuve que hacer con un pequeño sitio al lado del estrecho camino, donde resguardarme del paso de estos seres inmundos, me acordé de una frase con la que prácticamente Simone Weil  abre su libro Echar raíces. El ensayo debiera haberse traducido como Enraizamiento, a mi entender, pero lo importante ahora es subrayar esa frase que ayer se me vino al magín: "Un hombre solo en el universo  no tendria derechos pero sí tendría obligaciones".
Un hombre solo en el universo  no tendria derechos pero sí tendría obligaciones. Me gustará releer el libro, puesto que desde el año 1996 por poco que haya llovido algo ha llovido. Pero lo que me sugiere la frase es principalmente que el hombre, la mujer, tenemos siempre obligaciones. Aún en el caso, siguiendo con los mountain bikers, de que estuvieran solos en el mundo y de que su paso no fuera un peligro para los que pasean, quedaría la naturaleza. El hecho de que mi paso no mueva ni una piedra ni un canto rodante el camino, no sé si es bueno o es malo para la naturaleza, pero lo que no puede ser buena es esa erosión, esa velocidad, ese ruído y en una palabra la violencia y la prepotencia. Dice mi madre que es mejor eso que que estén en el bar. Y yo creo que para mí es mejor que estén en el bar, de donde no debieron salir nunca. Por otra parte siguen yendo al bar, que yo lo sé que los veo.
Pienso casi con toda seguridad que Simone Weil estaría de acuerdo en que mi actividad no interfiere ni coarta la de los memos, los memos impiden que haya nadie más que ellos incluso haciendo lo que ellos hacen. Porque, como es natural, ustedes habrán pensado a su vez es que lo mismo que hay memos de bajada hay memos de subida.
Como el arbolado y demás estaba ayer agostado y más que canicular, me dediqué a mirar la actividad de las hormigas, esas criaturas que a excepción de la Antártida y cuatro sitios más, están en todo el mundo. Yo tengo controlada la colonia argentina que hay en mi casa, de manera que mi simpatía llega hasta cierto punto, sin entrar en detalles. Y sin embargo siempre me había llamado la atención ese quehacer de cargar con pedacitos de espiga de donde me parecía difícil que extrajeran un solo nutriente. El jardín de hongos a que se refiere la enciclopedia me conduce a un cierto estado de beatitud casi lisérgica al imaginar esas galerías fermentadas y por otra parte me tranquiliza. No les quiero explicar lo mucho que me hacen padecer cosas como esa. Estuve años sufriendo lo indecible cada vez que me acordaba de que los músicos cubanos no podían conseguir fácilmente cuerdas para sus guitarras. Luego un día al hablar con una habanera aquí en Barcelona, aunque no recuerdo exactamente qué me dijo, supe que tenían manera de conseguirlas y que además habían hecho de la necesidad virtud. También me hace sufrir mucho pensar qué agua tienen para beber los pájaros.
A pesar de todo, una preocupación casi siempre es desalojada por otra y como en casi todo el mundo mi capacidad de sufrimiento es limitada y selectiva. 

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24.8.12

Las amapolas

or los datos EXIF veo que Pep Pujol maneja una Nikon digital. Pero cuando yo lo conocí, a principios de los años 90 usaba cámaras analógicas. Y aunque no soy una experta en fotografía ni mucho menos, diría que con ello no se ha aprovechado de los recursos de la edición digital, y que es leal a lo que captó la cámara, que no ha sucumbido a ninguna de las "mejoras" que permite cualquier programa de los que nos permiten modificar la luz, el color, el contraste, el encuadre. Y con esa lealtad le rinde el máximo honor a uno de los paisajes a los que tal vez pertenece, la Segarra leridana.
Yo pude ver, hasta que la vida llevo a cada cual por su rumbo o derrota, casi todas sino todas sus fotografías positivadas en papel. Además conservo un recuerdo duradero, de una vez en que en el día de mi cumpleaños nos encontramos en su casa, en Sant Cugat, donde es conocido y querido. El salón está sobre el patio de un colegio, cosa que hacía y supongo que hace las delicias de Pep. Una ventana en un ángulo permitía iluminar dos alas. Y aquel día imborrable, hubo un momento en que coincidieron en el cielo el sol y la luna, cosa que no es tan frecuente como se pueda pensar. Los chinos llaman a esa rara coincidencia "las bodas del sol y la luna" y yo no he olvidado que le hice notar a Pep que él había nacido bajo el signo del astro rey, mientras que yo había nacido bajo el signo del satélite. Aquella tarde era de tránsito de Cáncer a Leo. Por unos minutos no soy Leo, pero ese es otro tema. 
Solo con Pep, con pocas personas más, he podido o sabido disfrutar de su capacidad y su don para ver lo que otros no ven y -lo que es peor- no quieren ver ni verán. Porque hay ciegos que no quieren oír. Pero ese, también, es otro tema. Una vez que me llevó a ver el monasterio de Sant Cugat, que tiene más de 1000 años,  me mostró en la pila del agua bendita (a rebosar) el reflejo de una vidriera. Pero también debo decir que pronto supe que su mera presencia congregaba prodigios, portentos y demás maravillas. Ahora recuerdo otra bruixa, Maria Mercè Marçal, que invocaba como un ensalmo mágico aquello de Miratge, mirall, miracle ("Espejismo, espejo, milagro"). Como estamos siempre entre espejismos, reflejos y otras falsedades y fruslerías, el día que se encuentra una en el escenario de los milagros y de la "copia auténtica", es cuando se siente vivir. Si les digo que una vez hizo una exposición de retratos en Sant Cugat y como llegué la primera a la inauguración pude ver todos ellos a mi placer. Luego fueron llegando muchas más personas, entre ellos los retratados. Pues resulta que me resultaban más vivos los retratos que las personas de carne y hueso.
No sé si Pep me hará retirar esta foto de hoy en el Álbum, para protegerla de una copia indiscriminada, cuando vea lo que he hecho con ella, publicarla. Está en todo su derecho y tendrá más razón que un santo y que dos. Pero es una gran pena que una imagen así esté guardada y que poca gente pueda disfrutar de los campos de Pep Pujol, su dominio del color y del paisaje, su respeto por la hermana tierra, el hermano cielo, las hermanas amapolas, el hermano camino..
No puedo dejar de apuntar también otra de las grandes virtudes de P.P. y es su más que notable conocimiento del arte. Se sabe par coeur, de memoria, un gran número de fotos y de cuadros más o menos conocidos y alguna vez he creído descubrir algún detalle, algún tributo, en sus fotografías. Probablemente que al final adquiriera una cámara digital (en nuestras últimas citas estaba pensando si dar el paso o no) no ha cambiado nada, como digo, su estilo. Por supuesto habrá facilitado y abaratado su trabajo, pero no mucho más. Y eso porque -como dije al principio- no hay trampa ni cartón en sus fotografías. Tampoco se ha dejado llevar por la neopurpurina de la fotografía espectacular y muy llamativa o socorrida. Y sin embargo yo les prometo por la gloria de mi canario que puedo reconocer una de sus instantáneas entre cien mil. El rojo de P.P. es turgente, carnoso, sabio, tierno.
Al respetable le pregunto, ¿es foto al albor o al atardecer?

22.8.12

Post 862: Aburren a las ovejas

i se les ocurra perder el tiempo en Worth1000, el sitio de donde he sacado la imagen de hoy. Todo lo que verán será por el estilo. Tal vez la bromita sobre el sinsentido del estéreo Sony ante el famoso autorretrato de Van Gogh desorejado excele en malapatismo, o pasar su habitación por un catálogo de Ikea, una multinacional que ya saben que aborrezco casi tanto como a algunos conductores de autobús. La publicidad se sirve de un cierto oportunismo al usar pinturas o esculturas célebres para ver de situar sus productos o servicios, cosa que la sitúa en un territorio equidistante del culto -para el cual seguramente no le irritará esa irreverencia con una obra de arte- y del inculto, para el cual el contraste le suscitará una cierta distensión ante su ignorancia.
Este cuadro del matrimonio Arnolfini lo vimos en marzo de 2011 por aquí, hace 242 posts, y en especial vimos el detalle del terrier y del espejo cóncavo, que encierra una miniatura del propio cuadro, de Jan Van Eyck. Sólo por esa razón me eximo de todo comentario sobre la obra y por eso mismo la he elegido entre el gran número de fotografías manipuladas de la web. Algunas de las fotos están manipuladas con Photoshop -como ya se han visto hasta la saciedad la Gioconda y el David o hasta la Capilla Sixtina o Flora- y yo no sé decir qué impresión es mejor o peor, la de que una obra de arte simplemente se use como capa de fondo para el discurso publicitario o si es mejor o peor que se le vean los dientes a Monna Lisa y ponerle calzoncillos a la escultura más famosa de Miguel Ángel. Cada cosa tiene su qué.
Estos días se viene hablando mucho de la "restauración" que le hizo una señora al Cristo de su parroquia, en un pueblo de Zaragoza, cosa que en sucesivas ediciones de los diarios se va contextualizando con detalles de que si es octogenaria, si tiene un hijo discapacitado, si lo hizo con buena intención y ella misma se dio cuenta de que se le había ido la mano, etcétera. Verdaderamente su versión no deja de tener un mérito, pero está claro que preferimos el original por maltrecho que esté. Y la prueba es que finalmente se va a restaurar pero de verdad el fresco, que es lo que parece que es esa pintura. 
Esta noticia me ha hecho pensar (se lo crean o no) que a mí a veces me han venido ganas de... modificar un grabado del que estoy hasta las narices que hay por lo menos cosa de 400 veces en el complejo de edificios que conforman la residencia sanitaria del Valle Hebron. Lo firma Jordi Alumà y yo no sabría afirmar si es bueno o no, si me gusta o no. Lo que sí puedo decir es que me tiene harta. Aún no me he podido olvidar de los cuadritos que habían en la sala de espera de mi difunto dentista. Y eso que tenía muy buen gusto. Uno de los cuadros era además una sala de espera de un dentista pero de un siglo anterior. Y en él uno de los pacientes llevaba un pañuelo blanco y grande anudado en la cabeza, de aquella forma que he visto con que les atan las quijadas a los difuntos si murieron con la boca abierta.
Yo que no soy de happenings ni de performances o payasadas, y mucho menos aún de fakes, como les decía días atrás por culpa de Gordillo, Assange e tutti quelli, me darían ganas de coger la "Noia mediterrània" y dejarla como si fuera otra. La que enlazo creo que es la numerada 268, incertidumbre que me obligará mañana a volverla a mirar. Encima. No sé si me explico.


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21.8.12

Los huevos azules del petirrojo

Dedicado con afecto a Salvador Albanell


"En cuanto te expresas, ya haces un buen trabajo"
Antonio López

 veces, sin que una lo busque, se tropieza con lecturas que le indignan no ya por la pérdida de tiempo que representan para mí sino para quien se supone que es el autor o la autora, aunque a veces se trata de refritos o puro terciarismo y por lo tanto un subgénero onanista. En noviembre de 2011 falleció la bióloga Lynn Margulis y apenas se enteró nadie. De hecho para mi sorpresa y fastidio ni siquiera la conocían la mayor parte de los investigadores del centro donde yo trabajo (?). Si les dices que había estado casada con Carl Sagan, el astrofísico, entonces ya les suena algo, sobre todo a los que ya tienen unos años, pero de Margulis no han conocido su labor. Siendo como era una seguidora del evolucionismo, sin embargo su punto de vista holístico y hasta humanista de la ciencia, me atrayeron. Y hasta pude leer sin grandes dificultades un libro que escribió con su hijo  y cuyo título voy a omitir del post para eludir buscadores obscenos. El título podría haber sido tanto una afirmación como una pregunta, lo mismo en español como en inglés, si no fuera por el signo o los signos de interrogación, cosa que también evoca la naturaleza de la ciencia en sí, llena de grandes respuestas pero también llena de grandes preguntas. Porque está claro que el libro discurre entre esas dos actitudes, de quien indaga y de quien pretende dar una explicación honesta a una cuestión.
Básicamente podría intentar captarlos para la lectura de ¿QEES? asegurando que queda bien demostrado que hay reproducción sin sexo y que también hay sexo sin reproducción. Pero, como ustedes comprenderán, un libro de unas trescientas páginas, aunque lleva alguna ilustración siempre oportuna e inmejorable, tiene mucho más contenido que ese mero planteamiento. Y lo que lo hace, como decía, muy atractivo para mí es el hecho de que los protistas o protoctistas eucariotas no sean una especie de microorganismos aislados de otras realidades, sino que Margulis y Dorion Sagan se mueven incluso entre factores que pensamos que pertenecen al dominio de la Antropología. No son los típicos pijocientíficos que desprecian cuanto no saben. Pasa con Margulis como, mal comparado, con nuestro paleontólogo Juan Luis Arsuaga, o con el lingüista Noam Chomsky, que son científicos que se puede manejar muy bien en una disciplina del saber pero que se mueven bien en otros dominios y eso porque tienen un interés lleno en lo que indagan. No hará falta, supongo, que aclare que este tipo de investigadores no tienen nada que ver con los divulgadores natos o gente que por lo que sea se dedica a dar conferencias sobre la mística de los protones. La diferencia no es tanto el medio en que se mueven y el número de seguidores en el Twitter como el hecho de que lo que investigan y lo que declaran es útil y es verdaderamente una aportación real para el progreso de la humanidad.
En mayo se reeditó un libro precioso que junto con ¿QEES?, algunos libros de la escuela inglesa de historiografía, algunos libros de lingüistas como Jesús Tusón, Steven Pinker y otros, me reconcilian con la edición. El libro se titula America's other Audubon y su origen es el proyecto de Genevieve Jones (no la diseñadora de Nueva York) de reparar las carencias del llamado Audubon, un libro de Ornitología del autor homónimo donde no se habían representado los huevos y los nidos de los pájaros. Genevieve Estelle Jones tuvo la idea el año 1876, según podemos leer en la ficha de Amazon. Lo que hace más valiosas las ilustraciones científicas de G.E. Jones y su amiga Eliza J. Shulze es la originalidad de la idea y no tanto las dificultades para conseguir que se publicaran las láminas. Sus padres consintieron en el proyecto, a pesar de su débil salud, y sufragaron los costes de las litografías, de las que no llegó a hacer más que quince porque se murió de fiebre tifoidea. A los 29 años Jones quería dibujar todos los nidos y huevos de los pájaros de EEUU y su padre la convenció para que se entretuviera con las 150 especies de Ohio, así que quince litografías son muy poco para lo que ella hubiera querido pero mucho si tenemos en cuenta su salud nefasta. El libro o las láminas se tenían que vender por subscripción. Los padres lo completaron en su memoria y eso fue hacia 1886, aunque del libro solo se hicieron 90 copias y se han localizado en realidad 20. La explicación de Joy M. Kiser,  autora de la edición de 2012, pormenoriza en la web de las Smithsonian Libraries la contribución de otras mujeres de la familia y amigas.
Siempre que voy al Cosmocaixa nunca veo a nadie admirar o ni siquiera mirar los nidos que tienen expuestos. A mi se me saltan las lágrimas porque todos ellos revelan un cuidado en los materiales y en las formas que no pueden dejarnos indiferentes. ¿De qué tamaño es el cerebro de un mirlo? Todo el empeño que ponemos los seres vivos, protoctistas o no, en la perpetuación de cada cual, es una de las cosas más conmovedoras y sobrecogedoras que se me ocurren en este momento. La actividad que desplegó el otro día una motacilla alba en los tejados del Hospital Vall d'Hebron era tan entregada que no podría más que envidiar su ardiente presencia en cada uno de sus actos. Si hasta le puse una galleta de ácido fólico machacadita y extendida en el suelo, y eso a riesgo de ser percibida por las cámaras que vigilan el terrado. Y para nada, porque las motacillas albas ni los petirrojos comen cualquier cosa y porque se las eches.
En esos encuentros que a veces imagino, quisiera ver a Emily Dickinson y a Genevieve Jones hablar de petirrojos, o a Anaïs Nin y Lynn Margulis hablar de QEES, pero eso, como cuanto persigo, además de que no puede ser es imposible.


Genevieve Jones


The Robin is the One
That speechless from her Nest
Submit that Home—and Certainty
And Sanctity, are best

Emily Dickinson

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18.8.12

A zaga de tu huella

"Nosotros creemos pues, que el hombre verdaderamente bueno
y prudente soporta dignamente todas las vicisitudes de la fortuna
y actúa siempre de la mejor manera posible, en cualquier
circunstancia".
Aristóteles, Ética nicomáquea

 zaga de tu huella" leemos en el Cántico, ese poema admirable que cada día aprecio más y más. Miralles, un profesor de Literatura de los Siglos de Oro que tuvimos en la Facultad, nos decía que está entre las cinco primeras obras literarias mejores de la humanidad. Yo aún diría más, pero como en aquel momento no se me ocurrió preguntar cuales eran las otras cuatro obras, ya pasó la ocasión. También se suele decir que en la literatura hispánica en lengua castellana hay una gradación desde Herrera, pasando por Garcilaso, hasta llegar a San Juan de la Cruz, donde cada vez la lengua se hace más luminosa. Y es cierto que Herrera es más recio, si lo comparamos con San Juan. Pero para cuando yo ya conocía a los tres autores descubrí -es un decir- los Milagros de Nuestra Señora y ahí me parecía tocar la medula del castellano antiguo. 
En todo esto pensaba y me perdía ayer cuando pretendía decidirme por estudiar este año gallego o italiano. Sopesaba entre otras cuestiones que el gallego se ha convertido en una lengua invivible con una presión normativa tan atenazante o más que la que se cierne sobre el catalán. En Cataluña se confunde la norma con la lengua. Yo en Galicia hubiera seguido la huella de Álvaro Cunqueiro, que para que ustedes se sitúen es el equivalente de Josep Pla en casi todo, incluso en su saber gastronómico. Hace nada pude ver un vídeo de un periodista gallego que habla un registro normativo supongo que correctísimo pero sin ningún acento. Ni sombra de lenición celta, ni una gheada ni que fuera con ínfulas expresivas, nada, todo de acuerdo con el gallego de TVG. Se debió desprender del acento porque nunca lo tuvo y porque anda mucho por la villa y corte y allí el acento podría ser un lastre a no ser para cuando se habla de mariscos y esas cosas entrañables que se han reservado para mi terruño y para las sobremesas. Yo conozco a personas que han vivido muchos años en Galicia y que aún no saben distinguir entre quienes les intentaban hablar en español y quienes hablaban en gallego. Es una de las cosas que me apenan porque revela una insensibilidad lingüística brutal y un complejo lingüístico no menos lamentable. Para los que nunca hablaron gallego (por no parecer rústicos) me imagino que les resultó más fácil incorporarse a esa norma que aborrezco y que en el fondo no deja de ser como el llamado "italiano de la RAI", que es otro engendro pero que en realidad por lo menos tenía su apoyo en Dante y Petrarca, en el dialecto de la Toscana prevalente.
Pero el tema de hoy no es mi elección sino la tiranía de los medios, una especie de desnaturalización de la realidad. Hoy hojeé el diario haciendo calas en el caso Assange, en el de las rusas punk sacrílegas y el tercer grado para uno de los etarras que tuvo a Ortega Lara 532 días en un zulo que para quien lo fue a ver hubo un antes y un después en su vida. Me doy cuenta, nos damos cuenta, de que todo eso si no fuera por la tele o no sería igual o incluso ni sería. Lo de las rusas y lo de Assange, especialmente en manos del exjuez Garzón metido a abogado, ni sería. Una de las punks se ha puesto para el caso una t-shirt con el emblema "No pasarán". Una puesta a punto televisiva impecable. Si hasta Sánchez Gordillo y el SAT se presentaron en los supermercados ya con las cámaras de la televisión preparadas ¿Y qué hubiera sido del 15M si no se le hubiera dado la cobertura que se le dio?
Creo en la espontaneidad, sí, a pesar de todo. Recuerdo cuando el 11M, que una médica fuenlabreña de nuestro Hospital de Bellvitge (Eva Rodríguez) estaba allí creo que por asuntos familiares. Y hasta creo que estaba ya para entonces embarazada de pocos meses. Prudentemente, unos días después de la masacre la telefoneé y me contó que todo el mundo colaboró y que lo hacían coordinadamente y mejor que si no hubieran hecho otra cosa en toda su vida. Creo que alguien comparó esa buena organización con otras situaciones extremas como la de Guerra de la Independencia. Pero esa armonía ocurre más veces de lo que somos capaces de ver y de admitir, aunque como la mayor parte del tiempo hay demasiados mandos, palos en las ruedas, cámaras, trastiendas, mares de fondo, y todo lo demás, es imposible que surja la espontaneidad. Y, si se me permite, la verdad.
Con el papanatismo cultural de que somos presa se permite la supremacía sentimentaloide de lo que se ve en las series estadounidenses y tras el advenimiento de las fiestas-pijama ya se están empezando a considerar de lo más normal las fiestas de graduación, cuando en la mía -mi graduación- se suponía que era mi obligación estudiar y acabar con bien, sin nada de fiestas ni pollas en vinagre. Ya saben que solo empleo una palabra altisonante cada 18 meses. Pues hoy tocaba. Además de ese papanatismo gregario se adhiere la desintegración del sistema de salud pública, con lo cual cada vez será más habitual que como en EEUU la gente haga públicas y ostentosas sus dolencias y sus pulseras rojas y así se conseguir recursos para la investigación y demás. Al sniggling, el happening, los performances y el llamado "arte activo" se añaden ahora otras payasadas para redibujar la delgada línea nacarada que separa la vida pública de la vida privada. 
A mí ya me iba pareciendo raro que los etarras no tuviera cáncer, más que nada estadísticamente hablando, claro. Que le den el tercer grado a Mikel Uribetxebarria me parece bien sobre todo porque se hace de acuerdo con nuestra legislación, nada más. Las leyes, como las normas de buena educación, están para los casos difíciles y nos liberan de deliberar y de darle vueltas a la cabeza. Como decía la canción, "el Ser Supremo los  juzgará". Y como decía otra canción, "El diario no hablaba de ti ni de mi".


"A zaga de tu huella,
las jóvenes discurran al camino;
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino".

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17.8.12

Lo que no se dice


"Ese modo de concebir sus barcas, de expresar estéticamente
 el instrumental de un oficio que, por demás, tiende
 a constituirse en una definición del mundo, lo extendían
 los pescadores a todo lo que les rodeaba. De los mismos colores
 que las barcas pintaban los botecillos y los instrumentos
 de la mar, y las maderas de sus casas y los muebles, de modo
 que el conjunto consagraba una gama y configuraba
 un estilo. Ellos mismos eran de aquellos colores, enmarcados
 por el negro neutro y soleado, y de algún
 modo, estaban impregnados del sentido de aquellas
 formas. Un mundo cromático y formal
 que recuerda una cierta época de Braque. Es verdaderamente
 una lástima que tal paisaje no haya pasado
 ante los ojos de un pintor de veras,  que del paraíso
 de mii infancia no quede un testimonio pictórico
 digno de crédito, un solo cuadro como el de las barcas
 de Les Santes Maries de la Mer, de Van Gogh. Por
 desgracia, ese mundo no ha sido visto más que
 por el pintor Cabanyes y, en otra
 instancia, ¡ay!, por la cursilería levantina de Sorolla"
Carlos BarralAños de penitencia

ños de penitencia es un libro con las memorias de Carlos Barral entre 1939 y 1950. Hacía tiempo que no leía nada del género autobiográfico simplemente porque cada vez me resulta más difícil encontrar algo que ya no haya leído en este territorio literario. Hay dos factores que me lo hacen, si se me permite exagerar, aborrecible: la jactancia y los "sopars de duro", locución que tenemos en catalán para referirnos a las fanfarronadas o a presentar hechos con una magnificiencia que nunca tuvieron. Pero lo que me gusta mucho, que en toda prosa memorialística late una vida, que podríamos considerar una "obra de arte", me hace aquilatar los defectos y considerarlos a la luz de la creación literaria. Tal vez la autobiografía más precisa que he leído sea la de Marguerite Yourcenar, que sin embargo se retrotrae al siglo XV e incluso antes y sin embargo omite cuestiones que se podrían considerar las propiamente biográficas.
La lectura de Carlos Barral es deliciosa, rica, y sin embargo ya notamos desde el primer momento que su punto de vida, perdón, de vista, es sesgado, muy sesgado. En el capítulo de donde extraje la cita se refiere a la botiga que compró su padre en Calafell, que hoy es la Casa Museu Barral. Una botiga era un tipo de edificación cercana al mar donde los pescadores guardaban sus aparejos, redes y velas, con un solo ambiente. Barral cuenta como el padre hizo una serie de reformas, entre las que no sé si se puede contar -durante la guerra- la de poner unos letreros de Durruti que irritaron a las tropas marroquíes en su travesía victoriosa hacia el norte y defenestraron el contenido de la casa. La galería que se puede ver en la foto que enlazo es atroz, un pegote. Siempre me había parecido un poco ridículo su gorro de plato, de capitán y me hacía pensar en aquellos señores barrigudos que se podían ver en los paseos marítimos de la costa en vacaciones, tocados con tan noble y aclimatante elemento marino. También Rafael Alberti usaba una gorra que podía pasar por marinera pero con un cierto aire maoísta. Sin duda Carlos Barral tenía conocimientos del mar y sabía navegar, al menos por el Mediterráneo, cosa que fácilmente se desprende por su uso de términos de navegación del capítulo. Y sin embargo, tanto como escribe en él sobre la pesca de arrastre, nada dice de lo nefasta que fue y es para el mar. El caso es que una vez que acabaron con los fondos marinos de las costas catalanas algunos marineros tuvieron que emigrar por ejemplo a Galicia, donde introdujeron ese innoble arte de pesca, que de otra manera nunca hubiera sido posible. 
Esa omisión al daño de la pesca "de bou" la hubiera sabido disculpar (si se me perdona la arrogancia) si no fuera porque la cita con que abro el post remachara un notable desconocimiento de la pintura de los barcos. Pero, como él mismo reconoce, era un "señorito". En Galicia se podía ver a lo lejos hasta hace unos años qué marineros trabajaban para el mismo patrón por el color de las pinturas de las casas, que hasta podían estar pintadas de rojo. No hay motivos estéticos sino puramente económicos. Y lo que me ha parecido definitivo para decidirme a poner en evidencia la inconsistencia de Barral es su desprecio por Joaquín Sorolla. Yo no sé si Sorolla sirve para documentar la faena marinera del Levante, pero... ¿cursi? Tal vez le servía como contraste a su referencia líneas atrás a Braque, tal vez es una boutade. No lo sé, pero no tiene gracia.
*
Si se pensaban que hoy se libraban de Henri Fantin-Latour es que no. El cuadro que ilustra la entrada de hoy está en el museo Gulbenkian lisboeta, pero se pudo ver en una exposición que hubo en Madrid el año 2009. De todos sus cuadros de lectoras éste es el que más me gusta. Michel Deville llevó al cine "La léctrice" el año 1988, a partir de la novela de Raymond Jean. Esas novelas llevadas al cine no sé si salen ganando o perdiendo. En cualquier caso lo que pase es irreversible. Y en esta película tenemos la sensación de que la lectora se desenvuelve para lucimiento de la actriz que la interpreta, Miou Miou.
Pero el tema es el de la infinidad de lectoras que hay en la pintura y hasta en la fotografía, en una postura bastante tipificada pero que nada tiene que ver con el precedente de las imágenes de santos con un libro en la mano sea como atributo, sea como símbolo de la inspiración divina y la fe revelada. En "La lectura", las figuras de quien lee y quien escucha, aunque más bien posa, parecen pertenecer a realidades diferentes. Hasta se diría que hay un corte señalado por la penumbra que se declara a partir del ramo de flores y que prácticamente se disipa entre los vivos colores de la figura principal. Ese lazo azul y ese chal rojo magníficos, brillantes, el guante de la mano derecha, remarcan además otra clase social.
Una historia de la lectura nunca omite el papel que tuvieron o tuvimos las mujeres en el desarrollo de la novela como género, ya que la incorporación "masiva" y pasiva de las mujeres a la lectura fue primero a través de los libros piadosos, y después a través de los libros de poesía y de relatos. 
El siguiente capítulo del libro Años de penitencia es "Clases de literatura". Pronto sabré si se refiere a que recibió unas clases o a que hay una diferentes tipos de literatura, ya que una tercera opción (social) se me antoja que no es el objeto del libro.

"Ce que je vois tout d'un coup
à la manière dont une sorte de brouillard occupe 
ses yeux, pourtant très beaux et très
clairs, à son air surtout de regarder à côté de moi
 au moment même où elle paraît me dévisager.
Eh oui, dit-elle, la cataracte! La façon dont elle prononce
 ce mot est si belle, si roulée, si
 pleinement slave cette fois, qu'il n'y
 a plus de doute sur ses origines. Sa passion
était la lecture. Mais pas la lecture de
n'importe quoi. Il faut que je le sache bien, puisqu'elle
attend de moi que je supplée à la défaillance de ses yeux.
Non, pas n'importe quoi. Ses auteurs
 favoris, et essentiellement, l'un d'entre eux: Marx"
Raymond Jean, La lectrice



"La lecture" (Henri Fantin-Latour, 1870). Museu Calouste Gulbenkian

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16.8.12

El lenguaje de las flores

n El lenguaje de las flores que compré el año 1979 d. de  J.C. en el Mercado de San Antonio de Barcelona se lee que los pensamientos significan eso mismo, "pensamientos", y que proceden de la metamorfosis de Ío en la flor. Pero eso no es cierto, de hecho ante la duda he consultado las Metamorfosis de Ovidio y está claro que se transformó en una ternera. Según la traducción, fue transformada en una novilla o en una ternera, pero para el caso en lo que no se transformó fue en la viola tricolor. Es flor que siempre fue muy de mi agrado, en especial esa manera que tiene el pedúnculo de inclinarse mientras que por el contrario los pétalos se orientan hacia arriba, como si lucharan entre la modestia, la timidez y una alegre disponibilidad. 
Aunque el lenguaje llamado victoriano de las flores, como el del abanico y el del pañuelo,  me pareció un engorro gazmoño del arsenal femenino -entendido en su peor faceta, la del disimulo, el cortejo alargado y el estilo indirecto- siempre me detuve en lo que expresaban las flores fuera de esos códigos sociales. Obviamente esa matraca debe de tener su origen en aquello tan paulino de que las mujeres no tenían que hablar. Ann Swann en su libro sobre dibujo botánico aconseja observar qué trasmite cada flor, algo parecido a su carácter. Y verdaderamente es algo en lo que yo ya había reparado hace muchos años, cuando me regalaron por primera vez flores. En aquel caso fueron unas mimosas (acacias mimosas) en su esplendor, con los glomérulos blandos que aún exhalaban aquel fuerte olor como de regaliz y aún no habían perdido el tono alimonado de sus rutilantes inflorescencias. Luego he sabido que según nuestra legislación se considera una especie exótica invasora, por lo que la acacia dealbata está prohibida en el medio natural, aunque no en el urbano, Y sin embargo yo he visto algún ejemplar de esos que los espontáneos bienintencionados plantan en Collserola. No creo que las acacias mimosas sean una amenaza para las ginestas y los tojos, pero si es verdad lo que se decretó el año pasado, que en lo que a esa especie respecta excluye nuestras islas (las Baleares y las Canarias), sería mejor incluso que las dos o tres que yo conozco fueran eliminadas. La chumbera, para quien se quiera entretener con el Real Decreto, también está en el catálogo de especies invasoras. Cerca de los invertebrados, como el  mosquito tigre, el mejillón cebra y el pez gato.
Curiosamente la obra que más se conoce de H. Fantin-Latour es Coin de table, donde destacan Verlaine y Rimbaud. Alguien me dijo una vez que yo guardaba un gran parecido con ese retrato de Rimbaud y yo no digo que no. Pero ahora más bien me parezco a María Dolores Vázquez Mosquera, aquella señora de Betanzos que fue exculpada del asesinato de Rocío Wanninkhof hace una barbaridad de años pero no fácilmente. No sé si la compensaron de alguna manera de todas las molestias, por decirlo alguna manera, que le ocasionó Alicia Hornos, su compañera sentimental y la madre de la joven muerta, su principal acusadora y acosadora. De todas maneras tampoco sé si hay manera de compensar a nadie de algo así. Según Agustín Rivera pidieron 120.000 euros de indemnización. Ahora está en Inglaterra.
La cara de la mariñana fue aún más estudiada e interpretada de lo que lo ha sido recientemente la de Dominique Strauss-Kahn, el expresidente del Fondo Monetario Internacional. Uno de los comentarios con que incriminaban a D.V. era el de que como no lloraba tenía que ser más mala que la quina. Ya saben, todo el mundo metido a psicólogo...
Por eso lo bonito de las flores es que, aunque también se parte de algún prejuicio que otro, no se les suele achacar defectos ni vicios, aparte de que se dejan contemplar abiertamente y no fingen. De hecho, pérmitanme que lo recuerde, las flores son las partes reproductivas de las plantas, no sus caras. ¿O son ambas cosas?
Me sabe mal dejar para el final una pequeña anécdota familiar que no sé si afeará el cuadro o podrá considerarse impertinente. Resulta que una mujer de mi familia fue al médico con un cuadro hemorroideo magno, después de haber sufrido en silencio lo que solo se pueden llegar a imaginar quienes han tenido ni que sea el típico esfínter lateral izquierdo irritado. El médico, al ver lo que allí vio le dijo: "¿Señora, pero cómo es que no ha venido usted antes?".  A lo que la señora le respondió: "Si lo hubiera tenido en la cara, no hubiera esperado tanto".

"Pensées" (Henri Fantin-Latour, 1874) Metropolitan Museum of Art

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14.8.12

Dones

oy supe que aquella parábola de los talentos de Mateo (Mt 25:14-30) no se refería a las monedas -como yo pensaba- sino que se refería a los talentos como dones que cada cual debe cultivar. He vivido en tantos errores como este y hasta peores que solo se explica que esté viva de milagro o porque en lo esencial se ve que me he podido desenvolver y sobrevivir. No sé si me ha parecido nunca tan horrendo que la gente no desarrolle los dones que le han sido concedidos providencial o genéticamente como la monstruosidad complementaria, que se le coarte o impida. Como ya vimos en otra ocasión, de los tres tipos de mediocres es el tercero y más sañudo el que dedica su energía a sabotear la creatividad de quienes la tienen. El mediocre del tipo uno no sufre ni padece, vive en su aurea mediocritas o no tan dorada, tal vez marrón, despreocupándose del que dirán y de ir más allá de lo que le no se puede excusar. El mediocre tipo dos es el copión y también es envidiosillo, pero no tanto como lo es el tercer tipo que -en estado puro- incluso se apropiará del trabajo de los demás.
Tal vez habrá que aclarar que eso de los talentos, una vez desambigüado y dicho que no son monedas, tampoco son aquellas condiciones que necesariamente permiten a ciertas personas salir en el Libro Guinness de los Récords. Estuve navegando ahora por su portal, o uno de los portales, puesto que no me acabo de aclarar, y he visto prodigios que no dejan de tener su gracia, como el de aquel récord de ponerse más de 80 camisetas en una hora, o el de haber realizado la pelota de film transparente más grande del mundo. Aunque Jyoty Amge, de Naypur (India) (62,8 cm) disputa a Brigitte Jordan (69) el primer lugar del palmarés de las mujeres más pequeñas del mundo, en realidad quien ostentaría el puesto indiscutible hasta la fecha es la holandesa Pauline Musters (1876-1895) que midió todo lo más 58 cm. De ella quedan numerosas fotografías aunque -les prometo que no es por hacer broma- todas son pequeñas y la que ilustra hoy el Álbum no es la más representativa. A mí me regaló mi padre de pequeña una Muñeca Merceditas que no era mayor que Pauline Musters, pero me causó un horror supino que a los 3 años se disimula mal como ustedes sabrán comprender. A mi manera yo sabía que aquella muñeca era grande por demás, como así era. Pero más que tomármela como grande me la tomé como anormal y por suerte, fuera porque mi familia me supo comprender, fuera porque me supo respetar, la muñeca no estuvo mucho tiempo en casa. Luego me compraron un Pinito, que me acompañó prácticamente hasta la pubertad puesto que no quise ningún muñeco más.


Pauline Musters

Al lado de la confusión de los talentos también hoy he sentido aquella sensación tan desconcertante que da sentir un ruído donde no está. Llevo dos horas oyendo una especie de ruído que parece a veces como de desagüe y otras de serrado metálico o como si estuvieran escurriendo una fregona gigantesca o si arrastraran un carro que tiene clavada una piedra dentadísima que me saca de quicio. Pues parece que está aquí al lado pero no, está afuera, seguramente en una obra. Así que, no sé si lo diré bien, a los misterios de la propiocepción hay que unir los de la exterocepción, y especialmente a los engaños del oído.
A veces nos sorprende que la reina de corazones de Alicia en el País de las Maravillas -la cual y tal Alicia cambiaba de tamaño a voluntad- se empeñara en tener rosas rojas en su jardín y que sus naipes (el cinco de picas y demás) para corregir el error de haber plantado rosas blancas se obstinan en pintarlas, cosa que acaba desastrosamente. Pero siempre ha habido gente así. A través de la página web de Liuligongfang -una especie de firma que hace cosas de cristal que son una mezcla entre Swarovski y Lladró- he sabido que la leyenda del mayor jardín de peonías de China, donde las peonías son poco menos que adoradas, viene de una emperatriz que estaba (con perdón) como un cencerro y de quien se cuentan bastantes excentricidades. Wu Zhe Tian al parecer además ostenta el título de haber sido la única emperatriz de China. Emperadora, se entiende, no sólo emperatriz concubina. Era otoño y parece que ordenó que todas sus flores florecieran por la noche porque la nieve no sé qué y no sé cuantos, pero a la mañana siguiente era evidente que las peonías la habían desobedecido, por lo que fueron exiliadas. Se marcharon con lo puesto a los alrededores de la Montaña Mang de Luoyang y en la siguiente primavera de sus semillas florecieron todas.
Supongo que con esta historia se pretende subrayar algo de lo que hablamos ayer con Pilar en mi muro del Facebook, que las peonías tienen un aire de laissez-faire y pachorra decadentona que no tienen las rosas, que son más estiradas y que como dijo Ramón Gómez de la Serna en vez de morirse se suicidan. Las peonías se mueren simplemente pero eso sí con un cierto dramatismo exento de cursilería y de toda afectación escocida. Dijo Pilar: "incluso el olor de la peonía es empolvado, menos agresivo" y concluímos que las rosas cuando tienen un desgarrón o la marquita de una apretura se vuelven feas como esas mujeres que con una raya en la media parecen putas. Las peonías lo aguantan todo: un desgarrón, una raya, el rocío, el calor, una mala tarde y un mal día. Hasta pareciera que les sienta bien. Yo no sabría decir qué peonías me gustan más, si las de P. A. Renoir, las de Claude Monet o las de Henri Fantin-Latour. En lo demás, que cada cual se conforme con lo que tiene, que no es poco.

" Vase de pivoines" (Henri Fantin-Latour, 1881)


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13.8.12

Las peonías Song

a letra h, "rupestre" (?) según Gabriel García Márquez, quien propuso enterrarla en el I Congreso Internacional de la Lengua Española o de Zacatecas, a mí me gusta. Después de un post antiguo sobre la última letra de nuestro alfabeto y el peta zeta en general, no me importaría dedicarle algún tiempo a la hache. La ortografía de la hache no es tan complicada  y de hecho me atrevo a asegurar que quien no es capaz de seguirla es que ya no podría hacer la o con un canuto y se le podría enviar tranquilamente a la eme sin ningún temor a que llegue con bien, porque ni eso podrá hacer. Por moda prácticamente ha desaparecido de la mensajería de los jóvenes y de algunas tribus, donde el dígrafo ch se ha resuelto en una "x" que a mí me sirve para descartar lecturas. Al primer @ borreguista como símbolo de buenrollismo de género o al primer "x" no prosigo la lectura, sea lo que sea. Tengo la seguridad de que no tendrá el menor interés.
La letra "h" tiene su sillón en la Academia, además, y solo por eso no creo que fuera erradicada. Se suele explicar que fue desde la letra H del letrero de Hollywood desde donde se precipitó el año 1932, para suicidarse, Peg Entwhistel. Y en la página web del letrero se explica incluso que al poco tiempo de suicidarse, cuando solo había conseguido un papel menor en "Thirteen women", llegó una carta con una oferta de un papel mayor en otra película en la que el personaje se suicida. Parece que en India sacrificaron la H para crear su Bollywood pero fue para asimilarlo a la b de Bombay, no por otra cosa. Al poco tiempo de la lamentable muerte de la actriz se despeñó también desde la letra H en un accidente de tráfico un conductor. Pero según tengo entendido no ha pasado ninguna desgracia más, cosa en la que habrá contribuido sin duda en gran manera el hecho de que el letrero es prácticamente inaccesible. Es decir, nada hace suponer que la hache tenga la culpa de nada.
Aunque cuando yo era niña, a eso del Pleistoceno Inferior, alternaban las formas México y Méjico -como Texas y Tejas- sin ningún problema. Por último predominó la primera, y tengo la osadía de adivinar que es un mero rasgo nacionalista. Si ustedes vieran la portada del primer Quijote yo me ahorraría y les ahorraría toda una explicación del jaleo que teníamos con la articulación de las fricativas y su escritura y eso porque la lengua estaba evolucionando muy rápido y la escritura no. Con solo mirar la portada nos situamos de golpe en un corte en el tiempo, el que se considera de máximo esplendor del español, por cierto.
La h de hijo me recuerda que el étimo es del latín filium, y hasta se mantiene en filial o en afiliación. Luego tenemos algunas haches que nos vienen del griego, idioma que por una vez hoy aquí admitiré que dejé de estudiar porque mi mala letra en griego es horrenda, pero que amo con todo mi corazón. Es decir, que la hache se ha enmudecido, pero hasta eso tiene su valor.

Las peonías de hoy son de un cuadro de la dinastía Song, cuando por aquí estábamos en los  siglos oscuros, que en realidad no lo fueron tanto. No es la tela de un biombo de los felices 20, donde las chinoiséries tuvieron su moda y modo. Es una tela auténtica. En los hornos de la dinastía Song se cocían unos vasos que son talmente como los que hizo el más importante ceramista catalán, Josep Llorens Artigas. Eran monocromos o apenas decorados. En La Pedrera se pueden ver hasta el 2 de septiembre cosa de 150 piezas de Artigas. La exposición en mi modesta opinión no le saca todo el partido visual que se le podía sacar a las piezas. La iluminación realza las formas y los colores pero que yo recuerde no hay sombras y las noté a faltar. Es decir, mejor dicho, las sombras que hay son las que el propio objeto recibe, pero no las que puede proyectar. No debe de ser nada fácil, concluyo. Al final del recorrido se invita al visitante a tocar unas muestras de cerámica que hay sobre una mesa,  al final de diversos procesos, y que por supuesto no tienen gran valor. Y eso también es lo que siempre nos falta en las exposiciones de escultura y de otras artes plásticas, poder tocar las obras. Pero, claro, no es posible. Por lo mismo por lo que nos gustaría tocar la cerámica de Artigas, nos gusta recordar la hache, para tenerla presente.


Peonías (pintura de la dinastía Song, 960-1279)

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11.8.12

El mundo feliz

e me podrá olvidar el mambo-taxi de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (Pedro Almodóvar, 1988). Se me podrá olvidar a la asesina del anuncio del jabón Ecce homo. Pero lo que no creo que olvide en la vida es la vieja del telediario. Es toda una declaración de principios o de intenciones, cuando ya empezaba a ser evidente que para ser presentadora de las noticias había que tener como mucho unos 35 años o ser Rosa Mª Mateo hasta que se convirtió en una figura incómoda no por su madurez física sino por su madurez psíquica.
Ayer fui a por un cable a la nueva tienda del Apple en Plaza de Catalunya en el edificio donde estuvo si mal no recuerdo RNE. El día antes de su inauguración hubo una cola en la que "El mundo" destaca la presencia de gente desde la noche anterior e "incluso de algunas personas de la tercera edad" (!?)
Esas puntualizaciones las empiezo a recibir con un cierto cansancio, sobre todo porque algunas de las personas a las que seguramente se nos percibe como "de la tercera edad" ya usábamos ordenadores personales cuando el personal de la tienda de Apple no había aún nacido. Esto me infla tanto las narices que por primera y única vez en mi vida voy a decir algo que por otra parte se puede comprobar: mi colega I.A. y servidora trajimos a finales de los 80 a Barcelona el primer lector de CD-ROM que entró en España. Nos lo hicieron llegar desde los EEUU los de Ebsco en su sede en Holanda. Wim Luijendijk me proporcionó varios CD-ROM con la base de datos de Medline (ahora Pubmed) y el lector, que estuvo a prueba unos meses en mi hospital. Los lectores de CD-ROM que había en Europa se podían contar con los dedos de una mano.
Pero está claro que no llevamos en la frente esa serie de cosas y que la gente no sabemos la mayor parte de las veces con quien estamos hablando. Cuando ayer estuve en la tienda de Apple noté enseguida que todo el personal tenía entre 25-30 años, tal vez hasta menos. De manera que cuando me asaltó el primero que me vio y le dije que quería un cable así y asá me dijo: "Baje las escaleras, están a la izquierda en el estante tal y cual al lado de esto y lo otro". Creo que me dio demasiadas indicaciones. Es decir, que con decirme que estaban a la izquierda de la escalera ya hubiera sido suficiente. Tanto por mi experiencia de bibliotecaria como por mi experiencia de dependienta desde temprana edad sé que es mejor invitar a la gente a que curiosee. Pero está claro que son unos jóvenes preparados de una forma que produce esa sobreactuación, esa tensión de una precisión innecesaria. Las maneras comerciales de las grandes superficies y demás estarán ustedes de acuerdo que no dan pie a la flexibilidad ni a la ductilidad. Por lo demás, son trabajos a mi parecer alienantes, para temporadas, nada más.
Que todos los empleados fueran de la franja de edad mencionada me recordó a esas novelitas de ciencia-ficción en que se repara en que por ejemplo no hay viejos o no hay niños, que todo el mundo tiene una eterna lozanía, aunque es una lozanía que no tiene las turgencias de lo que verdaderamente se ajará y por eso no goza de una plenitud y de un esplendor verdaderos. 
En la tienda -espacios diáfanos, mesas donde probar todos los productos del monstruo Apple- advertí a primer golpe de vista que no había donde sentarse, a excepción de uno de los puntos cerca de la entrada, donde había una serie de personas que  tenían toda la pinta de ser turistas que se estaban apalancando para consultar sus cuentas. Como en un locutorio pero con manzanitas. No hay una caja, los empleados -a los que se les distingue porque van un con polo rojo y porque si llevan gafas son de pasta- llevan una bacaladera móvil inalámbrica y allí las tarjetas de débito o crédito son mordidas y devueltas después de hacer una de esas transacciones que son la verdadera razón de ser de tanta pantalla de Dios. Como el de las gafas de pasta de arriba me había dicho que mi cable tenía que ser de 75W creo, pero la chica de las gafas de pasta de abajo me dijo que con 60 era suficiente, aún pregunté a un tercer empleado para salir de dudas. En realidad el problema es que ni con las gafas yo era capaz de leer las especificaciones de la caja, impedimento que me hace parecer más torpe de lo que soy.
Admito que la presbicia lejos de agudizar mi interés por la letra pequeña ha extremado mi descuido. Incluso a veces creo que la presbicia es una bendición y que me permite prescindir de mucha información que en realidad no necesito. Y para lo que realmente me interesa llevo en la cartera una lupa plana donde cribo los precios abusivos, las grasas saturadas, el E330 y cuatro cosas más de que sí me cuido.
Almodóvar, que está en todo, le puso a la vieja unas gafas como de cura jesuita y un vestido como de pata de gallo, cuando ya sabemos que la pata de gallo de trama pequeña daba muy mal por lo menos en la televisión analógica de luminóforos.

Escena del telediario de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" 

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10.8.12

Modos y modas

yer estuve en CosmoCaixa, en el nuevo Planetario. Por suerte o por desgracia no funcionaba el artefacto de 3D y me lo planteo así, sin decantarme, porque ya acabé bastante mareada sólo con mirar la pantalla semiesférica y la animación sobre la "Selección natural". Puedo decir que tal vez las imágenes que más me impactaron fueron las del "Beagle", que recrean el barco en el que Charles Darwin viajó durante creo que cinco años a partir de 1831. Las del fondo del mar me resultaron un poco como aquellos fondos de pantalla animados como de pinball o aquellos coralillos y pecios de acuario que dan más pena que otra cosa. Pero la recreación del "Beagle" es impresionante y hasta se molestaron en añadir los crujidos del bergantín sobre el mar en tempestad. Con la realidad virtual, la aumentada, los vídeos educativos de 3D y todo eso me pasa como con los diseños de las webs. La gente que posee los conocimientos tecnológicos tienen una cultura visual tosca, y los que tienen una cultura visual rica no se dedican a hacer webs. Dicho sea así de simplificadamente, cosa que es más descuidada que injusta y no puedo permitir que me robe ni un minuto de mi tiempo ni el de nadie. No he visto aún ni una sola web que me permita reconocer la menor emoción estética auténtica. Y, como ya he dicho alguna vez que otra, incluso la gran mayoría fatigan la vista y la atención y nos irritan. 
Pienso que mi desencanto encuentra sino consuelo sí una explicación en el hecho de que ha habido una ruptura entre quienes se dedicaban a hacer los "libros" y el diseño gráfico en general y los que se incorporaron a diseñar portales y páginas para internet. Pasó casi lo mismo en la transición del cine mudo al sonoro. La mayor parte de los tipógrafos que prepararon los primeros incunables procedían de la joyería y de la orfebrería, que es por lo que sabían fundir tipos metálicos pero también por lo que tenían un oficio que les permitió conseguir en las prensas unos trabajos que aún hoy son admirables y no tienen mucho que envidiar en excelencia tipográfica a los impresos del siglo XVI.  Por temor a despegarse del canon manuscrito y a no parecer arte diabólica, los incunables adolecen de la inercia impuesta por los escritorios medievales, pero luego la excelencia tipográfica difícilmente fue superada. 
La tosquedad y la profusión de recursos tecnológicos y animaciones es intolerable cuando hay tanta publicidad y tan entreverada con lo que no lo es que ya no sabe una qué cosa es publicidad y qué cosa es información, qué producto, qué servicio, qué una mera trampa para el incauto. Últimamente Youtube se ha llenado de tantos elementos de la pretendida "inteligencia colectiva" que en un sitio en el que yo había perdido muchos ratos casi sin darme cuenta ahora no aguanto más de cinco minutos.
Levanto acta de esta experiencia pero me doy cuenta de que lo que a mí me produce rechazo a otros les puede resultar atractivo y hasta emocionante. Lo mismo podría decir de esas tiendas de moda en que el volumen de la música es incompatible con lo que yo siempre había supuesto que era la atención comercial. Y eso que en Nueva York pude entrar en alguna tienda donde además de que la música estaba al volumen poco más o menos que el de una discoteca, había poca luz o era estroboscópica. Si la proyección de imágenes rápidas y holográficas en una pantalla semiesférica me marea, no les digo lo que me ocurre con la estroboscopía.
Otro día hablaré de mi experiencia en la nueva tienda de Apple en Plaza de Cataluña, que más que nada tiene relación con el tema de hoy en que me produce el mismo desencanto, la misma sensación de alienación y de no-lugar y me confirma que estoy como en otra dimensión. Mal comparado estaría como en aquellos dibujos de Saul Steinberg en que cada personaje está dibujado en la técnica que mejor le representa (puntillismo, caricatura, fauvismo, etc.).
De manera que aunque no me gustan demasiado los acontecimientos deportivos y solo hago el ejercicio que me permite mantenerme más o menos en buena forma, sí me gusta ver estos días alguna emisión de gimnasia rítmica, de atletismo o de natación sincronizada, por ejemplo. Aunque no conozco lo básico de estos deportes sí puedo apreciar que el trabajo coreográfico de las cámaras es excelente y que las proezas de los deportistas resultan realzadas. Nadie puede quedar indiferente a esas imágenes, aunque a veces también suponga ver sufrir a los que compiten supongo que porque algunos saben que no habrá otra vez.
Vi ya en la Copa de Europa de fútbol que se estaban poniendo de moda los besos de las novias o a las novias. Ahora las escasas pero miríficas 8 o 9 medallas que ha ganado España han sido todas ellas mordidas en el pódium, en otro gesto que no tiene más explicación que la del circo mediático puesto que de oro hay muy poco en las medallas y por tanto probar la autenticidad es inútil. Rafael Nadal incluso muerde (o hace que muerde) las copas. No veo  sin embargo ninguna foto de las 9 nadadoras mordiendo el bronce que hoy consiguieron en Londres en natación sincronizada. Chicas listas. Se dirá como cuando la lotería, cuando decimos que la gente hace el rídiculo dando saltitos y repitiendo aquello de "tapar el agujero", que los demás también querríamos hacer el ridículo, pero prometo solemnemente que yo nunca morderé una medalla.


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