29.3.09

Las flores del melocotonero (1)


Seat 850 especial 4 puertas
*
Para Ana L.

Daniel Fernández tiene un nombre como los que comentábamos el otro día, en la entrada del viernes. A ver si me encuentro con su madre, que saca a pasear a su perro en el barrio de la mía y le pregunto por el segundo apellido, porque yo no me acuerdo. Daniel tiene mi edad y es de mi barrio de origen, sólo que él creo que era de los niños que no salían a jugar a la calle y tenían Scalextric. Nos encontramos cuando la selectividad en la Universitat Autònoma de Barcelona, en Bellaterra. Desde entonces, en cuanto nos aprobaron y nos matriculamos en Filología, se empeñó en acompañarme cada día en su Seat 850 hasta aquel secarral donde aún no llegaban los Ferrocarriles Catalanes. En realidad él se matriculó en Filología y podría haber hecho tres carreras o más simultáneamente porque tenía una rara inteligencia. Un Seat 850 viene siendo para mí como el Ford Gran Torino para Clint Eastwood, el coche fetiche de la película homónima y de “Dirty Harry”. Mi madrina tenía uno de color café con leche y un celador que estuvo trabajando conmigo algunos años tenía uno idéntico al de Daniel, celeste.
A Daniel me lo he encontrado contadas veces después de aquellos años en que me hablaba de todo cuanto sabía sobre las ratas (por ejemplo), que era mucho, o me invitaba a visitar la piscina de cloroformo de Medicina, donde estaban los cuerpos donados a la ciencia. La verdad es que su trato era más exquisito de lo que dejan adivinar estas anécdotas. Y era de una rara inteligencia, pero era más inteligente que raro, no como otras. Luego le perdí la pista, o él la mía. Hasta que lo vi en la TV en un programa muy prestigioso, “Saló de lectura”. Me llegué a comprar un libro que publicó bajo el pseudónimo de “Ángel Amable”, sobre etiqueta. En realidad fácilmente se situó primero creo que en “L’Avenç”, una revista mensual de historia y ahora no me sorprende nada su posición de director en la editorial Edhasa. Tampoco no es que lo haya seguido mucho, que digamos, aunque cuando encuentro a su madre siempre me dice que Daniel le pregunta por mí. Espero que el Señor en su perfecta sabiduría le haya concedido la posibilidad de corregir el único defecto que tenía, la miopía. Ahora, con el láser, creo que habrá podido perder unas cuantas dioptrías.

No conservo su simpático libro sobre la etiqueta. Trataba de las normas para estar en la sociedad y no cometer torpezas en la convivencia con los demás o en los lugares públicos. Aunque podía resultar un libro anacrónico en el final de los años 80, la verdad es que se publicaron varios y eso me hizo pensar en que habría una razón mercadotécnica de peso para esa proliferación. El último libro que conozco sobre el tema es uno de Bárbara de Senillosa (la hija del
también inclasificable Antonio de Senillosa y Cros) titulado El libro de la buena educación: una guía completa de cómo comportarse en sociedad (Barcelona: El Aleph Editores, 2004). A pesar de la cantidad de obras de referencia con las que contamos, las normas elementales de educación encuentran a veces poco espacio en nuestra sociedad. No me refiero a cuestiones como la colocación de los cubiertos en la mesa o a asuntos de protocolo, ni siquiera me refiero a cómo y cuándo hay que tomar asiento, sino a cuestiones tan elementales como el uso del pañuelo para sonarse o para lo que sea. Me sabe mal descender a niveles aborrecibles como el de tener que decir que eso de extraerle los puntos negros de su espalda a alguien en la playa, será muy oportuno y amoroso a juzgar por la cantidad de luz y tiempo que hay o sobra, pero es repugnante y aborrecible para los demás. Eso, que lo hagan los monos para quitarse los piojos u otros parásitos, está bien, pero habiendo, como aquel que dice, un salón de belleza en cada esquina, ¿hay que limpiarse los barros a la vista de cientos de personas?
Yo escribiría un libro enterito sólo sobre esa asquerosa costumbre prematrimonial y sobre otras dos cuestiones:
La fea manía de preguntar por ejemplo por una calle a alguien y a continuación preguntar a la siguiente persona que pasa sin esperar siquiera a que uno se haya alejado. Ese sería el planteamiento general, digamos, como en mi ejemplar de El arte de la guerra de Sun Tzu cuyos epígrafes iniciales dicen cosas tan mnemotécnicas como “renunciar a las flores del melocotonero para conseguir la victoria”.
Eso de ir a visitar a un enfermo y explicarle cómo se murieron otras personas que conociste y hasta otras personas que no conociste.
Respecto a la primera falta de educación y hasta diría que de dignidad, seguro que los que lean esta entrada encontrarían miles de ejemplos. ¿A quién no le han pedido por ejemplo la receta de la ratauille para que después de uno haberse molestado en buscarla le digan que ya la han conseguido por otro lado? De un tiempo a esta parte yo envío a todo el mundo al Google, que es como si le enviara a freír espárragos. "Mira en el Google." Ya se sabe que en el caso remoto de que nos pidan un consejo, será desoído en el acto, pero al menos se cambian impresiones y a cada cual se le mueven un poco los esquemas y los entresijos. Muy poco, pero algo. Pero, ¿la receta de la ratatuille? Ni hablar. ¿Qué gana una? Pues que se vayan al Google.
Con respecto a lo de los enfermos, ya nos encontramos ante un caso de juzgado de guardia. No hace falta haber estado enfermo para darse cuenta de que si uno se encuentra mal seguramente apreciará una visita, pero que ésta debe ser breve, cariñosa y leve. Si puede ser no hay que oler a gambas o a fritanguita o a almizcle, porque los pacientes están muy lábiles. Y nada de achuchones. Lo que desde luego no conviene a ningún enfermo (y menos si está grave o es anciano) es que le expliquen más historias de enfermos. Hay una subclase de plastas impertinentes empedernidos que tienen el tema tan cogido por la mano que son capaces de ir enlazando hasta diez defunciones una detrás de otra, con todas las truculencias y complicaciones, sin apenas dar un respiro al pobre convaleciente. Estar ingresado en un hospital te expone a esos riesgos más que a las infecciones nosocomiales o a los fallos iatrogénicos. Es terrible. Una vez leí, hace muchos años, que una tradición árabe que casi se podría considerar una superstición, obliga a quienes van a visitar a un enfermo a hablarle de lo bien que está todo el mundo. En nuestro país nos quedaron fórmulas de la larga dominación o convivencia musulmana como “que Dios guarde a usted muchos años” y otras frases que se han ido perdiendo, pero nunca nos llegó a penetrar la tradición de hablar a los enfermos de lo bonita que es la vida. Hace falta ser bárbaros y cenizos. Una cosa es ser inclasificable y otra es ser impresentable.

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28.3.09

La zeta


“Pero para mí, la Enciclopedia Larousse lo era todo. Cogía un tomo al azar detrás de la mesa, en el penúltimo estante, A-Bello, Belloc-Ch o Ci-D, Mele-Po o Pr-Z (estas asociaciones de sílabas se habían vuelto nombres propios que designaban a los sectores del saber universal: estaba la región Ci-D, la región Pr-Z, con su fauna y su flora, sus ciudades, sus grandes hombres y sus batallas); yo lo ponía con mucho esfuerzo sobre la carpeta de mi abuelo, lo abría, descubría a los verdaderos pájaros, cazaba verdaderas mariposas posadas en flores verdaderas. […] Encontré el universo en los libros: asimilado, clasificado, etiquetado, pensado, aún temible; y confundí el desorden de mis experiencias librescas con el azaroso curso de los acontecimientos reales. De ahí proviene ese idealismo del que me costó treinta años deshacerme”
(Jean-Paul Sartre, Las palabras)

Hace unos días ZWEINS hizo un experimento en Google buscando las letras del alfabeto. Antes de hacer la mudanza de *A la flor del berro a aaoiue.blogspot.com, cuando la enciclopedia estaba en mdmngz.blogspot.com, había un post con curiosidades extraídas del feedjit, ese gadget que nos permite ver el tráfico de entradas y salidas en el blog, la ciudad de origen, o ser obviado discretamente. El post desapareció en mi mudanza, pero recuerdo que uno de los hallazgos curiosos era que un buscador o buscadora había llegado a *ALFB buscando “sexo piscinas Vigo” en el Google. Había y siguen habiendo búsquedas muy curiosas. Y me imagino lo decepcionante que debe ser buscar “sexo piscinas Vigo” y dar con esto.

Recientemente publicamos aquí algunos resultados sobre la búsqueda “3 minutos”, una unidad de tiempo muy definida, que debería constituir por sí misma una fracción como lo es la hora o el minuto. Con el tiempo pasa como con el dinero; está estudiadísima la variedad de billetes y monedas. Usar usar yo solo uso la moneda de 1 euro y los billetes de 5, 10, 20 y 50 euros. Las monedas inferiores las acumulo en un vaso de cerámica y los billetes superiores a 50 euros es que ni los veo. Algún metal que hay en la aleación de las monedas de poca monta me da repelús. Debe de ser el niquel.

La letra “zeta” de los apellidos de algunos de nosotros, ha sido repetidas veces desvirtuada y no sólo por la campañas preelectorales de algunos políticos como Rodríguez Zapatero (ZP, un nombre como de insecticida). Hay algunos individuos que incluso alteran el orden de sus apellidos por lo civil para no llevar el lastre y la pena o la vergüenza de llamarse González o López o Ruipérez. En estos casos se da preferencia al apellido materno si es menos vulgar, que es lo que se hace sistemáticamente en los países anglófonos o en Brasil, por ejemplo, por sistema. Entonces yo pasaría a llamarme Senra Domínguez o simplemente Senra, y no Domínguez Senra o Rodríguez, como también (no sé por qué) se me llama. A todo esto, el apellido más vulgar en España es García, y sólo hay que verlo en la página del Instituto Nacional de Estadística para comprobarlo.

Sabemos de algún caso en que simplemente el patronímico en –z es eliminado o exterminado con el encono de un genocidio clásico. La inquina contra los apellidos acabados en zeta no sé si viene de una teoría o leyenda por la cual son de origen judío, teoría descabellada y rancia donde las haya en la que no me voy a molestar ni en reparar. Cada vez que alguien dijera "origen judío" habría que regalarle una muñeca pepona. Parece más sensata o verosímil la explicación que recoge de Alfonso Irigoien la Wikipedia, pero tampoco es que tengamos gran interés por la heráldica, la etimología ni la limpieza de sangre o el justo sentido. Precisamente me acuerdo a este respecto y respeto de una anécdota que me explicó una médica forense cuando empezó lo de la cosa de las pruebas de paternidad en Barcelona. Un buen hombre, harto de las comidillas de que era objeto en el mercado de abastos en que tenía su puesto de verduras, quiso comprobar la paternidad sobre su tercer hijo. Resultó ser el único que era verdaderamente suyo. Lógicamente como este señor no había cuestionado la de los otros dos (no se le ocurrió), no le dieron más información que la que pidió. Esto es como lo de los niños: ¿a qué explicarles de donde vienen antes de que lo pregunten?

También me acuerdo de que en el colegio nos llamaban por el apellido y de que desde los 3-4 años coincidíamos niñas que teníamos no sólo apellidos en zeta sino que eran kilométricos: Rodríguez, Hernández, Domínguez. Me figuro que debía de ser desesperante y disuasorio tener que llamarnos al orden con unos apellidos tan largos. Yo le he tomado gusto últimamente en deletrearlo cuando me lo preguntan, incluso en España. Je, je. Sobre todo si lo hacemos con el código internacional, aburre a las ovejas: Delta, Óscar, Mike, India, November, Golf, Uniform, Echo, Zulú. Cuando llego a “zulú” es que ya es la repanocha. ¿A ver si “zulú” no es una palabra como una catedral?

Ya escribimos una entrada sobre "Marta erre", pero faltaba la entrada de la "zeta" y dejamos para otro día la palabra senra. La zeta es la letra de los cómics para el ronquido apacible, para el dulce zumbido de las abejas embriagadas de sol y néctar, es la letra que representa el burbujeo de anhídrido carbónico de los peta-zetas en la boca y es la última letra de nuestro alfabeto pero no la peor. Si es que hasta le dan a una ganas de bailar con la zeta y la Susheela Raman cantando "Maya" (la Ilusión) en plan sakti.

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27.3.09

Blogasmo


No sé si la palabra "blogasmo" se la habría ya inventado el neólogo más prolífico de la blogosfera, Agustín Romero Barroso. Como una vive en un territorio con una fuerte presión normalizadora y no hay palabra que no pase por el DOGC (Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya), el TermCAT o el libro de estilo de TV3 antes de ser reconocida, reprobada o aprobada, aprecio mucho todas las palabras nuevas y cuanto más populares y frescas mejor. Se suele decir que la formación de palabras nuevas es en un alto porcentaje por obra de la metáfora, pero la que propongo ("blogasmo") lo sería por derivación o composicion. La palabra origina en este preciso momento 616 hallazgos en el buscador de Google, así que ya se está arraigando. Esta palabra a mí, sin conocerla, me la han suscitado algunos posts y comentarios de los últimos días y en especial los de la buena de Ana, y Sharif Bujanda, el bloguero de toda la blogación que junto con Víctor González mejor mide sus palabras y sus silencios y como si tal cosa. Es para mí tan blogálgico como blogásmico apreciar que ante mi accesos de blogorrea magna postblogoctómica y de bloguitis aguda con tiritona franca, hay quien puede perder su tiempo en esta enciclopedia. Si os digo que hasta hay quien con todo el dolor del corazón ha admitido que el parecido del gorila hostil con Clint Eastwood en acción era clavado...
La repanocha ha sido cuando me ha llegado al punto g de cerrar este post un comentario de Juan Poz, donde nos dice: "Y una nota final: Kowalski es el apellido de Marlon Brando en Un tranvía llamado Deseo, un emigrante polaco de primera generación, auténtica fuerza bruta y encarnación del poder generador de la sangre nueva -de ahí salió el mito erótico de Brando: camiseta ceñida y sudada...- que había de liquidar el decaído espíritu mitificador de las Blanche de turno."
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23.3.09

La selección de las especies


A Marisol Ruiz-Meana, médica veterinaria, y a Margarida Julià Sapé, bióloga.

El gorila de la fotografía pone un poco la mirada de Clint Eastwood en “Gran Torino” (Clint Eastwood, 2008) cuando se enfrenta a la banda de hmongs que amedrentan a sus vecinos vietnamitas. Gran película, “Gran Torino”, de la que apenas se ha remarcado la interpretación del actor principal, que nació hace cosa de 80 años, además de la peripecia. La película alcanza el ciclo vital que va desde la muerte de la señora Kowalski a la muerte del señor Kowalski y se mueve entre las dos capas de emigración cuyo epicentro está exactamente en la fabricación del Gran Torino de la Ford en los años setenta. Kowalski es de origen polaco, su barbero es de origen italiano y también sale un contrastista de obras de origen irlandés. Esa es una capa de emigrantes, la de los emigrantes más integrados al país de acogida, Estados Unidos. Después está la otra capa de emigrantes: bandas de latinos, bandas de negros, bandas de hmongs, la consulta del médico (una china) con indios, afroamericanos, etc., llegados en una segunda oleada. No es una cuestión baladí, sobre todo a la vista del contraste con la familia que Kowalski (Clint Eastwood) consiguió formar. Como siempre ocurre con este director, la sobriedad de elementos es muy elocuente y, como ya dijimos hace algunos días, sabe moverse en la delgada línea que separa lo que está bien, lo que está mal y lo que está con un pie en cada lado. La impecabilidad e implacabilidad de los planteamientos de Eastwood quedó demostrada en “Million dollar baby” (2004), una película en la que no se parte de prejuicios, una película que no se refuerza en un aparato moral ni obedece un dogma o una ideología de base. Era una película sabia.
No se ha dicho gran cosa de que el “Gran Torino” podría considerarse un coche fetiche para Eastwood, ya que es el coche del asesino en serie de otra película suya, “Harry el sucio” (1971). De tal manera podría decirse que “Gran Torino” es el final de un ciclo que empezó con “Harry el sucio”, de la misma manera que “Gran Torino” empieza con una misa in corpore presente y acaba poco más o menos con otra misa in corpore presente. Ese Ford, perfectamente encerado, pero en el que no se recrea la cámara en ningún momento, es un poco como la rápida imagen en la que nos da tiempo de distinguir apenas una foto en blanco y negro de pareja en la cartera de Kowalski cuando la abre en un momento dado.
Cuál no sería mi sorpresa ayer, al volver de ver la película en el cine Boliche, y leer una pequeña reseña de Salvador Llopart que apareció el 18 de marzo en “La Vanguardia”. Leo: “Y también [es] una historia de redención personal, la propio [sic] Kowalski, dispuesto a pagar por sus pecados. Tiene, además, un aspecto evidente de exaltación patriótica con la renovada fe en las esencias democráticas yanquis. Ese Kowalski avinagrado y triste reconoce que hizo cosas inconfesables en Corea, como Estados Unidos las ha hecho en Vietnam y otras guerras. Pero es capaz de rectificar y, en la medida de lo posible, de enmendar sus errores. Y si es necesario, de expiarlos”.
Cuando releí este comentario me dio la sensación que hacía tiempo que no tenía de que el crítico no había visto la película. Si es que Salvador Llopart ha visto “Gran Torino” no puedo creer que haya captado el mensaje de la película, que es esencialmente que la violencia no sirve para nada. Kowalski, en vez de dejarse llevar por los deseos de venganza, hace un sacrificio para que la violencia sea de alguna manera útil, porque él sabe bien que no lo es. Pero no hay expiación de los pecados como pretende el señor Salvador Llopart. Cualquiera que vea la película puede verificarlo. No hay un análisis moral de las peleas de las bandas y de la manera de integrar a sus miembros a través de la violencia. El planteamiento es un poco como el de “My beatiful laundrette” o “Mi hermosa lavandería” (Stephen Frears, 1985). La violencia genera violencia y todo va de mal en peor. Por lo que respecta a lo de la “exaltación patriótica” también refleja un análisis muy ingenuo. Pero ese es otro tema.
Al tema al que nos dirigimos, por poco que lo parezca, es a la manía de analizar desde la moralidad (no hace falta decir cual, cualquiera) todo cuanto de nuevo nos va surgiendo en este mundo que no sabemos bien bien hacia adonde va. Por ejemplo, si abordamos el disparate de Nadya Suleman, la "octomom" que después de haberse practicado una operación de cirugía plástica para parecerse a Angelina Jolie pasó por unas sesiones de inseminación artificial para darles ocho hermanos a sus sextillizos previos, es mejor que nos circunscribamos al asunto desde el punto de vista de su viabilidad. Cuando le preguntan cómo piensa mantenerlos contesta que "con exclusivas".
Vamos por partes: Angelina Jolie adoptó un niño camboyano, una niña etíope y tuvo naturalmente aunque por cesárea una niña a la que le dio ciudadanía namibia. El gusto por las familias multiétnicas –como un anuncio de Benetton- por los scuppies es un subtema consolidado. Nadya Suleman (la “octomom”) se sometió a una cirugía plástica para parecerse a Angelina Jolie, quien a su vez se ha retocado para parecerse a algo que está entre Vivien Leigh, una cheer girl  y una mujer de foto de parada de autobús. La Jolie tiene recursos económicos para mantener a sus niños y además ha conseguido la manera de blanquear o reinvertir lo que saca de las exclusivas de sus criaturas en fundaciones “sin ánimo de lucro” (*). Los hijos de Angelina Jolie y Brad Pitt son los niños más fotografiados del mundo. La Suleman también ha encontrado la manera de recobrar lo que se ha gastado en cirugía plástica y en inseminación artificial: las exclusivas. Obviamente esta señora no tenía acceso ni posibilidad alguna con la adopción. Yo no me quiero imaginar las dificultades no sólo económicas de criar una camada de sixtillizos con otra de octillizos. Ya no entramos en la falta de una figura paterna (¿?), cuando tampoco es que se pueda hablar de una figura materna (¿?). ¿Se puede hablar de familia uniparental? ¿De familia? Por esos derroteros nos perderíamos sin quererlo en apreciaciones de índole moral.
A lo que yo voy es que tanto desde mis creencias, como desde el puro determinismo darwiniano, el pilar de la sociedad y de la evolución se van al carajo. Si la selección natural no funciona y puede procrear cualquiera por poco dotado que esté por su naturaleza, nuestra especie se va al fin. Que conste que tampoco se pierde nada, creo. Que conste también que no es que me despreocupe del tema del aborto, que lo tengo muy presente y que se ha tratado en blogs amigos. Lo que me preocupa hoy es que se traigan al mundo niños cuyo entorno familiar parece un videojuego o una tertulia de Telecinco. Eso por decir algo benigno.
Ab imo corde espero y deseo que estos 14 hermanitos se salgan con bien de tamaño berenjenal. Y si puede ser que haya alguno lo suficientemente listo para exigirle a su madre su parte de lo ganado con las exclusivas. Pero no será así.

(*) “El 27 de mayo de 2006 Jolie dio a luz a una niña, a la que llamó Shiloh Nouvel Jolie-Pitt, en Swakopmund, Namibia por medio de una cesárea programada. Pitt confirmó que su recién nacida tendría ciudadanía de Namibia, mientras que Jolie decidió ofrecer las fotos a través de Getty Images por su propia cuenta, en lugar de permitir que un paparazzo las tomara y cobrara gran recompensa por ellas. La revista estadounidense People pagó más de 4.1 millones de dólares para obtener los derechos legales de las fotos sólo en Norteamérica, mientras que la revista británica Hello! obtuvo los derechos internacionales con una cifra de 3,5 millones de dólares; el derecho legal total de venta de las fotos valió más de 10 millones de dólares en todo el mundo. Todos los beneficios fueron donados a la fundación sin ánimo de lucro de Jolie y Pitt. En 2006, se volvió amiga de Gwen Stefani al unirlas la meta de eliminar la desnutrición del planeta; los hijos de las dos artistas son los más fotografiados en Estados Unidos” (
Wikipedia)

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22.3.09

Post 243: Cóncavo, convexo y complejo


Foto : Arkady Golod
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El otro día leí una entrada de un blog que no había por donde cogerla y que sin embargo era celebrada incondicionalmente por sus comentaristas con el regocijo de cuando de niños reíamos la frase “caca, pedo, pipi”. Hace unos días ya escribí aquí en mi blog un “Antes y después” que señalaba una nueva época en la que “no se iban a confundir las churras con las témporas, el culo con las merinas, las churras con las merinas, el culo con las témporas, la velocidad con el culo, el tocino con la velocidad, la literatura con la filosofía o la filosofía con el onanismo”. Perdón por citarme a mí misma, pero ésto es una enciclopedia. Lógicamente esta frase entrecomillada es muy drástica, y hasta admitiría que arrogante, pero antes había agotado otras posibilidades más corteses y más abiertas. Al lado de mi actitud, o por encima, es igual, he observado un cierto recrudecimiento de las ideas o ideologías (que no es lo mismo) que circulan en la blogosfera y alguna participación acérrima, montaraz y cerril (no en *A la flor del berro, desde luego). La violencia verbal creo que tiene una relación directa con la involución económica en la que hemos entrado y, como me ha explicado una amiga mía, con el miedo. En cualquier caso mi decisión personal ha sido la de alejarme de todo este panorama de pobreza ideológica por un lado y de profusión de descalificaciones por otro. Aunque a veces se dan las dos condiciones a la vez, hay que saber distinguir porque no siempre ocurre así.
¿Por qué cerrarse a esa pobreza y a esa profusión? Porque hay blogs y libros y prensa que leer, música que escuchar, películas que ver que verdaderamente valen la pena. A mí además no me importa quedarme sola, que no me voy a quedar. Hace poco le comentaba a Víctor González que los “cambios de registro” siempre son interesantes y en mi caso son además algo identitario puesto que mi destino está marcado por la regeneración y el enciclopedismo. Por eso tampoco no me fío de las ideas preconcebidas ni repetitivas –sean fóbicas o fílicas- ni de lo de las estatuas vivientes, que cambian de postura cuando le echan una moneda. No sé si creo en lo que hago, pero hago lo que creo.
Curiosamente, quien en el Arte nuevo de hacer comedias (1609), escribió los dos famosos versos de “porque, como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto”, Lope de Vega, fue un gran escritor y prolífico, pero se dice que fue un delator del Santo Oficio por lucro. Su figura como poeta y como comediógrafo se ve radicalmente puesta en cuestión por haber sido un sicofanta, vileza que sólo se le atribuye también a Camilo José Cela (gran escritor y prolífico), que al parecer delató (por lucro) a otros intelectuales y escritores en tiempo del franquismo.
La verdad y la realidad son complejas. Hace unos días me acordaba de una de las pocas veces en que mi intervención me ha parecido ser crucial en el desenlace o enlace de una situación. Debo decir de antemano que prefiero no decidir en nada. Es terrible tener que juzgar un caso o tener que por ejemplo, que sé yo, hacer algo para acabar con el terrorismo o el tabaquismo o con la vida de una persona. Por eso creo yo que los médicos tienen sus actos tan sujetos a protocolos exhaustivos. La decisión del acto médico rara vez depende de un solo médico o cirujano, sino que se discute entre varios o está predeterminada por un documento consensuado que fija un modelo de decisión. Si cada caso clínico se tuviera que decidir individualmente y por separado, sería terrorífico y probablemente se llegaría a más errores. Incluso está algo estudiado que en Europa, según la nacionalidad de los médicos, hay dos tendencias: en una domina la opción de que ante la duda lo mejor es no hacer nada y en otra domina la opción contraria.
Y sin embargo, en nuestra vida tenemos que tomar muchas decisiones y determinaciones. Cuando digo que tuve que intervenir en una situación, fue precisamente en un asunto de un niño enfermo. La madre le había tratado unas anginas con homeopatía. Por cierto, qué palabra más mal resuelta etimológicamente. No quise preguntarle si lo había visto el homeópata, porque como me dijo que lo habían tenido que ingresar en el hospital me enfoqué en ese punto. Le pregunté en qué hospital estaba y resultó ser en el hospital en que mi prima estaba haciendo su formación como pediatra. La telefoneé y en cuanto le planteé el caso resultó que lo llevaba la persona que se encargaba de su formación. El niño, de 3 años, había ingresado con una fiebre altísima y muy mal. Le hicieron las pruebas de rutina y le instauraron el tratamiento también acostumbrado, con lo que el niño a pesar de todo experimentó una mejoría espectacular en pocas horas. La pediatra que lo trató se indignó mucho cuando supo que el niño había sido tratado homeopáticamente porque se trataba de una infección que llegó desde la faringe a la sangre, para generalizarse, y que podía haber llevado al chiquillo al otro mundo en nada. Esto me lo explicó mi prima y que la pediatra estaba pensando en ponerles una denuncia a los padres por negligencia o por incapacidad como responsables de un pequeño. Le pedí a mi prima que no lo hicieran, que eran buena gente, que ya le explicaría yo también a la madre que la homeopatía no sirve ni contra la infección ni contra el cáncer. No los denunciaron y el niño está vivito y coleando. No obstante, cuando el niño ya estaba restablecido pude oír como el entorno de esa familia hablaba mal de los médicos en general y de los que trataron al niño en particular. No se habían enterado de nada, no se habían enterado de que lo que le había pasado al niño era por culpa de tratar la infección homeopáticamente, no se habían enterado de que les habían querido poner una denuncia por ineptos y no se habían enterado de que yo había intervenido para que no la pusieran. Ni se enterarán. Por mi no se enterarán. Seguramente si lo supieran aún atacarían la medicina mal llamada alopática con más encono desde esa sutil línea que separa la ingenuidad de la malicia. No sé si hice bien en intervenir, creo que sí, pero espero no tener demasiadas ocasiones como esa.

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21.3.09

Shou


Conocer a los demás, inteligencia.
Conocerse a sí mismo,
clarividencia.
Vencer a los demás, fortaleza.
Vencerse a sí mismo, poderío.
Saber contenerse, riqueza.
Esforzarse, voluntad.
No perder el lugar, perduración.
Morir sin caer en el olvido,
longevidad.


Libro del Tao, cap. XXXIII 


*
Ya está descifrado el signo de la espalda del kimono del post “Y a ti te encontré en la calle”. Ayer noche hubo la cena de la pareja de búlgaros, las dos coreanas, el chino y el mejicano y finalmente he podido saber qué significa lo que pone en el kimono que me regaló Jesús, el primo de mi madre. Significa “shou”. En las fotos, la que parece una oriflama, el gallardete rojo, indica las cien maneras de escribir “shou”. También he colgado un “shou” de la calígrafa Ouyang Xue, porque es la representación de todas cuantas he encontrado que más me ha gustado.
Shou debe de ser una palabra importante puesto que es el último o penúltimo kanji o ideograma del capítulo 33 del Tao Te Ching (o Dao De Jing) o Libro del Tao, un libro no muy largo y uno de los pocos textos taoístas no solo que se conserven sino que se hayan escrito. El verso “morir sin caer en el olvido” también se puede leer como “morir sin desaparecer”. Pero shou es siempre “longevidad” o “larga vida”.
Jesús murió a los 44 años, el 3 de octubre de 1992, en Hamburgo (Alemania). Antes de caer enfermo, cuando estaba navegando aún, murió su madre, el 25 de mayo de 1986, y yo fui quien le dio la noticia. Él estaba embarcado, en alta mar. Fue entonces cuando supe que fue precisamente Jesús quien le había dicho a mi abuela (su tía) que se había muerto su hija en Comodoro Rivadavia (Argentina), con 21 años. Nadie se había atrevido a decírselo y fue Jesús quien fue a darle la noticia. Pero mi abuela ya lo sabía, claro, aparte de que lo había soñado. Le dijo: “Ya sé lo que vienes a decirme, que Amelia se ha muerto”. Las historias en las familias se van repitiendo, van trazando círculos en los que uno se puede sentir zarandeado o llevado. Eso si siente algo.
Así que el kanji no era como el cocodrilo de los Lacoste falsos, que incluso están del revés. Tenía significado. De hecho tiene significado más allá del que directamente tendría sin más contexto. Esta anécdota me ha recordado ineludiblemente otra de hace muchos muchos años, cuando mi padre me regaló el reloj de su padre. ¿Por qué no se lo daría a mi hermano mayor? Es un reloj de bolsillo que se había traído de Nueva York, donde había estado más de 25 años trabajando y yendo y viniendo. Mi abuelo murió cuando yo tenía 3 años, pero yo era lo suficientemente grande y él lo suficientemente viejo como para saber que cuando estábamos juntos no había nadie más. Mi abuelo vestía a la americana: borsalino, gabardina, chaqueta cruzada con un botón, corbata. Siempre llevaba dos galletas María Fontaneda para mí en el bolsillo del pecho del traje. Cuando mi padre me dio su reloj llevaba años parado y no funciona. En la caja se lee: “Barton R. Smith. 16318 Jamaica Ave., Jamaica, New York”. En la tapa posterior del reloj, de plata, se lee “J.D.” (José Domínguez). Lo que parece que nadie había advertido hasta que el reloj llegó a mí era una muesca que se dejaba abrir y permitía leer en el interior de la tapa: “From your old gang 7-18-1932” (“De tu vieja pandilla - 18 de julio de 1932). Todos los amigos de mi abuelo en Nueva York eran irlandeses y hacían trabajos duros en los muelles, no eran gángsters, por supuesto.
A efectos prácticos, me dijo mi jefe (que también sabe de relojes), que lo llevara a Maurer (Rambla de Catalunya, 54, Barcelona), que allí me lo arreglarían. No sé, tengo miedo de que no me lo arreglen y que encima se queden con alguna pieza, pero lo pensaré. Ahora que lo del kimono está solucionado, puedo pasar a otra cosa mariposa.
Track de regalo:
Para Liliana Costa, que también lee con tierna atención los relatos de Katherine Mansfield y los versos de Rosalía de Castro, una traducción de un poema de “Varia” (Follas novas):

Chirrar dos carros da Ponte
Tristes campanas de Herbón:
Cando vos oio partídesme
As cordas do corazón
Ceboleiras que is e vindes
De Adina polos camiños
Á beira do camposanto
Pasai leve e paseniño.
Que anque din que os mortos n’oien,
Cando os meus lle vou falar,
Penso, que anque están calados
Ben oien o meu penar (*)
(Rosalía de Castro)

(*) “Chirriar de los carros de Pontecesures / Tristes campanas de Herbón: Cuando os oigo partís las cuerdas de mi corazón. // Cebolleras que vais y venís / por los caminos de Adina / al lado del camposanto pasad suavemente y despacio. // Que aunque dicen que los muertos no oyen, / Cuando a los míos les voy a hablar, / Pienso, que aunque estén callados / Bien oyen mi penar”.
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Gracias a Ho Men, cuya traducción jurada fue exactamente: "Larga vida a la Emperatriz"
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Fishermans' Song of the East China Sea (The Hong Kong Chinese Orchestra)

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20.3.09

"Alveola jitanjáfora"


"Franqueza", Dibujo de Gabriel Celaya


 La máquina alemana de cifrado de Lorenz, usada en la Segunda Guerra Mundial para el cifrado de los mensajes para los generales de muy alto rango (Wikipedia)


Los dibujos de Gabriel Celaya es un libro complementario al de La voz del niño (1972), que llevo buscando cosa de quince minutos y no encuentro. Los dibujos o “estados de ánimo” los hizo durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, entre los años 1927 y 1935, y los firmó como “Rafael Múgica”. Esta obra gráfica permaneció inédita hasta la exposición coproducida en el año 1997 entre la propia Residencia de Estudiantes y el Koldo Mitxelena Kulturunea de San Sebastián, en la que por fin vieron la luz pública. La voz del niño fue editado en vida de Gabriel Celaya y, aunque lo hubiera perdido, que creo que no, recuerdo muchísimos de los ejemplos que incluye porque forman parte de mi propio patrimonio cultural infantil. Por ejemplo, recuerdo dos cancioncillas:

Un gato se cayó en un pozo,
Las tripas le hicieron guá
Arremoto piti poto
Arremoto piti pá
Por la señal
Del pito canal
Comí tocino
Me hizo mal
Papuz papuz
Amén Jesús
Alza la pata
Y apaga la luz.

El libro de Celaya, que es encantador, se inicia con una explicación sobre las jitanjáforas. El nombre de “jitanjáforas” se refiere a una palabra que no tiene significado o, mejor dicho, cuyo sentido “reposa en el significante” (*). El término fue acuñado por Alfonso Reyes pero proviene de una poesía del camagüeyano Mariano Brull:

“Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveola jitanjáfora
iris salumba salífera”
[…]
Una jitanjáfora famosa es el verso de otro camagüeyano, Nicolás Guillén: “Yombe soy, soy lucumí Mandinga, congo, carabalí”. Si mal no recuerdo “Songoro cosongo” , de Nicolás Guillén fue una de los cortes del disco de Antón Reixa y Os resentidos titulado “Galicia sitio distinto”. Pero también podría ser uno de los clásicos de Siniestro Total. Que me parta un rayo si me acuerdo.
·
El “espofcon” o español oficial contemporáneo (europeo) no es muy creativo y mucho menos recreativo, comparado con el inglés, y salvo deslumbradoras excepciones. Para algún contado hápax legomenon, cadáver exquisito o caligrama que tenemos, para algún Agustín García Calvo o algún Agustín Romero Barroso, todo lo demás está dentro de lo semánticamente correcto. ¿Tenemos en espofcont europeo algún libro de filosofía del lenguaje como Alicia en el País de las Maravillas o Alicia a través del espejo? Tal vez lo poco que tiene de recreativo el español resista en un residuo del gusto por los anagramas, que nos legaron los poetas latinos clásicos.
·
Igual que hay lo “políticamente correcto”, está lo “semánticamente correcto” y también es un asquirri. De hecho, en cuanto los políticos se apropiaron y apoderaron de la palabra “semántico” y de la palabra “paradigma” para sus tejemanejes y discursos, los lingüistas de lenguas mayoritarias y los lingüistas generalistas pasaron a ocuparse de la pragmática o ciencia que se interesa por la influencia del contexto para la interpretación de los significados.
·
Todo esto viene a cuento de que estoy a puntito de saber el significado del signo que hay en la espalda de mi kimono por estrenar. No me hago ilusiones. Podría ser algo como lo que le pasa al cocodrilo de las imitaciones de Lacoste, una copia imperfecta de un kanji original con valor que lo ha ido perdiendo a fuerza de ser plagiado. Podría ser un signo sin significado, algo que no es digno de pasar por el traductor jurado chino ni por un esteganógrafo, ni por un desencriptador de mensajes cifrados. No me siento ante mi kimono como quien descifró el lugar del tesoro en “El escarabajo de oro” de Poe, una maravilla de relato. Me siento más bien como quien está atenta y abierta a cualquier cosa que pueda ocurrir. Veremos a ver.
·
(*)A. Marchese, J. Forradellas. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Barcelona: Ariel, 1986
*
Track de regalo:

*
Yo escribí en mi mocedad, sin saber que era una jitánjafora la siguiente:

*
Toi cras mingüe velu tsirai permungari
descroni talpesti mistrofu crocó
Dang mai cras tsilador per salmuunt
vinguerun abaniti xavie
plof bang per tu tu
Cho pun pun pun
dai dal chas dandeiro
Cho pun pun pun
dai das chal anteiro
Lere nona pitutato
fato cru lereta pernu
dins tapombe medilcu fernu.
Sibi castelo tsai perpigarerairemus
ñento molto pestimento
pu discrabile nai milla
etaimeru etaimeru
daca maca ina quero.

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18.3.09

Sol solet

Foto de Arturo Favela

                                                                 "Sol solet, vine'm a veure que tinc fred"
(Trad. catalana)

Dicen que si a los mirlos les da por cantar antes en la mañana de lo que lo hacían es porque tienen que sobreponerse o superponerse al estruendo de la ciudad. Otra de las ciencias que desconozco es la Ornitología, pero he notado que los mirlos se apostan a una cierta distancia unos de otros y se van repitiendo la misma frase o canto de rama en rama o de antena en antena. Hay una frase en concreto que me resulta muy alegre y cada primavera la he ido oyendo por lo menos dos veces. No sé si significa "aquí no hay agua" o "demasiados humanos", pero suena como un impromptu de Schubert tan lleno de ornitología, de agua, de humanidad y de la esencia de las canciones más elementales.
Me he acordado esta madrugada del rito solar de los hombres pájaro totonacas, una subversión o versión campesina de los derviches giróvagos. Aunque de niña, como casi todos mis compañeros de juegos, dábamos vueltas y vueltas y hasta conocíamos el "secreto" del equilibro (mantener una palma hacia el cielo y la otra hacia el suelo), hubiera preferido volar. Cosa que no descarto de la misma manera que no descarto pasar directamente de la nuliparidad a la abuelidad.
Hoy doy por empezada la primavera puesto que a las cinco caía un haz de luz exactamente en un punto exacto del umbral de la puerta de mi casa donde la madera hace un nudo, señalando como un gnomon el equinoccio. Ese nudo parece una avellana pelada. Aparte de este dato infalible está la campaña de "El Corte Inglés" y la no menos cierta aparición de Iván, la tortuga rusa macho de mi profesora de yoga, a quien suelo consultar sobre sus apariciones para hacer el cambio del edredón a la frazada o el cobertor. Iván aparece después de su hibernación dando un pequeño paseíllo. Luego se vuelve a meter de donde salió y finalmente sale ya de verdad y del todo.
Hace nada me explicó un argentina de La Plata que el punto exacto del ecuador había sido determinado en dos ocasiones y que la primera, la de sus habitantes originales, fue la cierta. De hecho, al parecer, si los foráneos hubieran comprobado que en ese lugar los líquidos no desaguaban de izquierda a derecha o de derecha a izquierda (como pasa en la Antípodas), si no me estoy equivocando de sentido, sino directamente hacia abajo, ya hubieran sacado con exactitud la perpendicular precisa. Esta ciencia como de cocina, no tanto la de "Quo" o "Muy interesante" o revistas así, o ya no digamos "Science" o "Nature", me encanta.

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15.3.09

Mis Reyes (2)


A Inés, tan querida, a quien tanto le pesan a días sus bellísimas alas, que a veces recuerdan las barba de abuelo de las ferias o el Luna Park y a veces las nubes del desierto.

A Manolotel.

"Només la trencadissa de tots el miralls pot fer / ha fet
que vegi en els seus trossos l'infinit" (Àngels Fortuny, 1975-2009)(+)

(+) Sólo los añicos de todos los espejos pueden hacer/hacen
que vea en sus trozos el infinito.
(*)

No sé si alguien se habrá preguntado que qué tal me va con mi regalo de Reyes. Pues que se sepa aquí y donde haga falta que una de las últimas representaciones de La Cubana a la que yo fui era una obra de teatro que nos hacía deambular dentro del CCCB (**) y que incluía una encuesta por la cual se supo o extrajo que el invento mejor del siglo XX ha sido o fue la lavadora.
La lavadora va muy pero que muy bien. La voy pagando, encendiendo y apagando. El primer día que la usé creí que había abducido la colada, porque iba a tantas revoluciones que por un momento la perdí de vista. A veces la escurre tanto en el centrifugado que no sé, cuando acaba, si estoy abriendo la puerta o cerrándola. No sé si acabó o empezó. Y es que, no es por criticar, pero mi colada no es como la que hacía Carmen Maura en el anunció de Ecce Omo del post de ayer. Todo lo más que me ocurre es que se me desparejan los calcetines, pero eso le pasa a todo hijo de vecino. La mayor parte de las veces es debido a la prisa o a que se queda uno de ellos en el hueco de la parte ajustable de una sábana. Pero como ésto no tiene el menor interés, no debería ni reparar en ello.
En lo que sí reparo es en la cantidad de altercados y peloteras que había en mi hogar familiar, en el patio al que daban los lavaderos, cuando alguien tendía la ropa chorreando. Lo que salía por las bocas de las vecinas inferiores en posición no lo pueden oír los tiernos oídos de las personas y los personajes que pasan por esta enciclopedia. Es que no hay cosa que fastidie más que tener la ropa casi ya como para recoger del tendedero y que alguien se ponga a hacer sardinas o que te la mojen. Además, por cuestiones que ahora no son al caso, a uno sus sardinas no le huelen tan mal como las sardinas del vecino de al lado. Ni su ropa moja tanto como la propia. Pero mojar, mojaban.
Un día, cuando yo tenía más o menos mi edad actual dividida por 3,9 (***) la vecina del ático tendió la ropa en el patio y goteó una poca de agua. No era mucha, pero la suficiente como para que la vecina del sotano saliera como un basilisco y una de las cosas que dijo fue: "Tú, que tienes un hijo en la cárcel...". Esa frase al vuelo me dolió a mí y yo creo que me llegó tan directamente como frase al vuelo en toda su magnitud porque clamaba al cielo. ¿Qué culpa tiene una madre de que el hijo esté en la cárcel? ¿Y que culpa tiene un hijo que esté en la cárcel de que se madre moje el patio de la vecina del sotano? Ninguna. Ese hombre fue uno de los primeros casos de SIDA que conocí de cerca. Luego, sin intervención divina alguna, de eso estoy casi segura, 3 de los 4 hijos de la vecina del sotano estuvieron en la cárcel. A la vez y por diferentes delitos. Y a mí me dio mucha pena, la verdad. El del ático era más joven que servidora, los del sotano mayores, pero todos están ya fuera de la cárcel y de este mundo.
Quien esté libre de culpa, ése, que eche la primera piedra. A veces somos el sujeto, a veces el objeto. A veces un adjetivo que no nos gusta o que es impreciso. Casi nunca somos un nombre, que es de lo que se trataría. Y eso porque el verbo se hizo luz. Si algo bueno tuvo haber prolongado tanto mis estudios de Filología Hispánica, empezando porque perdí un año en Clásicas y acabando porque me di cuenta de que no soportaba la Universidad, es que pillé varias "modas" gramaticales. Sólo el artículo lo he visto desde tantas teorías que el otro día me preguntó mi sobrina que qué era un artículo y a poco más me da un ataque de nervios. No sé que pensará Joselu si le confesara que de haber seguido estudiando ininterrumpidamente hasta ahora (lo dejé cuando mis oposiciones imposiciones), ya no sabría ni donde tengo mis pies.
Si vinieras o vinieses por aquí, Joselu, me gustaría que nos explicaras cómo puede ser que si una persona estuviera estudiando desde los 3 años hasta los 44 cada día no sólo sabrá menos -y no en el sentido socrático de la palabra saber y sólo- sino que quedará irrecuperable para cualquier programa educativo más. Conmigo no funcionaría ni el electroshock.

(*) Tomado de su exposición en el Centre Ton i Guida estos días pasados.
(**) Centre de Cultura Contemporània de Barcelona.
(***) Por si alguien no conocía esta función del buscador Google, es posible utilizarlo de calculadora. Se escribe: "47/3,9" sin las comillas y da el resultado con todos los decimales.

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La abstención



La abstención no tiene escaños en el Parlamento

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2022: 2212162881351 
 

14.3.09

Bordes y líneas


"Mujeres al borde de un ataque de nervios" (Pedro Almodóvar, 1988)
Escena del "Ecce Omo" y el telediario de la abuela redactora, con Carmen Maura y María Barranco


a he dicho por ahí que del director Almodóvar me gusta cómo explica las cosas más que lo que explica en sí. Sin embargo, el personaje recurrente de mambo-taxi en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) supera la realidad. Es decir, en este caso la ficción supera la realidad, y eso es inestimable.

Tenía previsto yo un post en homenaje a ese taxista y a otros que yo he conocido, pero en estos días trepidantes por los que he pasado he tenido que tomar dos taxis que han superado el mambo-taxi de lejos. Como yo no lo explicaría ni la mitad de bien que Pedro Almodóvar, lo dejo estar. Sólo diré que con un taxista cubano hicimos una carrera de quitar el hipo, como si fuera una persecución, cuando sólo le dije que llegaba tarde. Llegué a mi punto de encuentro mareada, porque nunca he tomado la precaución de ingerir una biodramina para hacer un trayecto hasta el centro en un automóvil. La forma de tomar las curvas era indiscutiblemente algo que sólo había visto en La Habana. Tampoco explicaré lo de ayer, cuando el taxista me propuso que quedáramos para cenar y que si tenía teléfono, cuando como aquel que dice ya estaba yo con la puerta abierta a punto de salir por la derecha. Como el taxista era gallego (su acento lo delataba) le contesté con retranca.

Lo de los camareros que anticipé en un post anterior cercano también lo dejo correr porque tendríamos que partir de la base de desmontar el tópico de que el camarero escucha desde el otro lado de la barra a un señor o a una señora ebrios. La verdad es que yo me he encontrado escuchando a muchos camareros que estaban piripis y de servicio, o de servicio y piripis. No obstante, volveremos al tema de los camareros, los taxistas y los peluqueros y peluqueras algún día lejano.

No recuerdo si es en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (MABDUADN) donde una chica Almodóvar le dice a otra chica Almodóvar “hagas lo que hagas, no te quites las bragas”. Me suena que es una frase de otra época anterior del manchego. Es una frase con la que yo a veces me despido de mis amigas del mismo género. Al principio les choca o les resulta una ordinariez, pero luego con el tiempo la comprenden y la agradecen. Como otros consejos que sin querer se dan. La frase que sí es de MABDUADN es
"Estoy harta de ser buena". Es de Carmen Maura. La pronuncia en el personaje de Pepa Marcos hablando consigo misma. La borda. No sé si fue antes o después de esa frase cuando Tola le dijo el célebre “Nena, tú vales mucho”. Y es verdad. En “El sueño de Valentín” (Alejandro Agresti, 2003) hizo otro de sus grandes papeles. De abuela. Película muy buena, de la Argentina, que pasó por las carteleras de Barcelona casi desapercibida.
Almodóvar a veces escora a lo que se llamaba “españolada” cuando siendo yo niña ibas a una sesión continua de tarde de sábado y veías un pase con una de romanos (o del oeste), una españolada y una tercera película. En el cine se fumaba, se comían bocadillos de tortilla de patata, se bebían refrescos y los novios se metían mano. Cuando yo tenía 3 años íbamos mi hermano y yo por 5 pesetas toda la tarde al cine de al lado. Yo pagaba 2. Y lo bien que se quedaban mis padres. En la gloria.
En realidad si alguien mucho más joven que yo quiere saber lo que es una “españolada”, le sugiero que se mire alguna de las películas de los años sesenta que a veces echan en la Primera. Por aquellos años la gente tenía tantas ganas de reír que a mí me fastidiaba porque había señoras que se reían incluso antes del chiste y lo hacían de una forma muy sonora. Luego con los años me he dado cuenta de que eran carcajadas seductoras, o de seducción, que no es lo mismo, de anticipo de la noche del sábado y la Saturday fever night. El caso es que con tantas risas no me enteraba de la película y además yo prefería y sigo prefiriendo las películas de romanos y del oeste con buenos y malos. Ahora creo que los únicos directores justicieros que hay son Spike Lee y Clint Eastwood.
Sabe Clint Eastwood de diferente manera a Spike Lee y su homónimo Bruce Lee que la línea que separa el ser buena, ser mala o estar harta de ser buena es muy delgada. También sabe que se puede reconstruir de la misma manera que la Celestina recomponía a orillas del Tormes los hímenes de las mujeres casaderas.
Por todo esto de la delgada línea una no deja de sorprenderse ante algunos artilugios internáuticos de pago como por ejemplo Meetic o Match o cosas así. Lo que hay que hacer para entrar en esos lugares de oprobio es definirse. Hay que rellenar infinidad de menús desplegables y casillas con la edad, el color de ojos, la raza, las creencias religiosas, las creencias políticas, las fantasías sexuales, las manías, las obsesiones, las aspiraciones, etc. Todo mezclado y simplificado ad nauseam. Se remueve Roma con Santiago, Sodoma y Gomorra, Pinto y Valdemoro y todo lo que se pueda imaginar. El perfil que sale de tanto parámetro asquea a cualquiera. Por lo tanto es altamente improbable que lo que se pudiera encontrar ahí tenga alguna garantía de éxito y hasta de interés.
¿Es que acaso las relaciones humanas funcionan así? Ya me barruntaba yo algo de eso cuando alguna vez he notado vagamente que en mi blog (aquí) eran medidas mis palabras y escudriñadas o analizadas escrupulosamente desde un rasero de entomólogo, a ver por donde cojeo, a ver qué voto, a ver cuánto debo de cobrar en mi mensualidad, a ver qué, etc. A mí si acaso me interesan las ideas, no las ideologías. Pero cuando se me pone tan difícil, pienso lo que una amiga, que son mejor que nosotros los animales.

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