31.5.17

Mariano Gracia



cuento de la posibilidad de elegir el orden de los apellidos de los niños a partir de mañana, cuando pierda vigencia gran parte de la Ley del Registro Civil (de 1957), me preguntaba si se podría aplicar un primer apellido distinto para hijos del mismo padre. Es decir, si se podría poner a un hijo el primer apellido del padre y a otro hijo el primer apellido de la madre. No me parece cuestión menor que el registro civil se privatice, aunque ignoro qué consecuencias tiene. A la vista de la Ley 20/2011 se lee: "El orden de los apellidos establecido para la primera inscripción de nacimiento determina el orden para la inscripción de los posteriores nacimientos con idéntica filiación". Por lo tanto queda claro que los hermanos tendrán los mismos apellidos, sea cual sea el orden elegido para el primero. 
Como una es muy bruta prefiere las cosas como son y aunque me hago cargo del acomplejamiento que puede acarrear llamarse García, las alternativas me parecen peor. Aunque se hablaba hoy en los medios de que la opcionalidad salvaría apellidos que no tuvieron hasta ahora derecho de transmisión, me parece que tampoco es para ser tan dramáticos. Como dicen los franceses, "Tout passe, tout casse, tout lasse et tout se reemplace". Ni siquiera la permanencia de la Mezquita-Catedral de Córdoba es algo que nos tuviera que preocupar más allá de lo razonable. No es que la queramos ver hecha polvo, pero hay cosas más importantes, como las marismas de Doñana.

Lo mismo que aprecio la conservación de los bienes culturales y del patrimonio artístico, también defiendo que no hace falta preservar a toda costa edificios que exigen un mantenimiento desatinado. La Mezquita-Catedral de Córdoba -según Trip-Advisor, que tampoco es que sea la autoridad más relevante en estos temas- es el edificio más visitado de Europa. Yo hubiera dicho que era más visitado el estadio del Barça o el Coliseo de Roma, pero es igual. En cualquier caso las multimillonarias restauraciones de algunas obras están justificadas en cuanto atraen un turismo enorme y divisas. Pero queda claro que si un aguacero se lleva por delante un puentecito romano hecho por ingenieros militares, lo siento más por el río que por la pérdida del monumento. Si un puente aguantó veinte siglos, el problema está claro que está en el río, en el clima, en la mano del hombre. Y es infinitamente más penosa la desaparición de un río que la desaparición de un puente.
Paseábamos esta mañana con mi amiga À. F. Fabra i Puig abajo y señalábamos que tal vez una de las 3 tiendas que permanecen desde hace más de 40 años por un tramo del paseo es la de Mariano Gracia. Hace esquina entre el Paseo de  los hermanos Fabra i Puig (o Puig i Fabra) con la calle del Dr. Emili Pi i Molist,  ante la Plaza Virrei Amat. 
Tal vez el letrero amarillo no es el original, pero se le parece mucho, siempre fue amarillo. No creo que pueda haber alguien que tenga dificultades para leer el letrero incluso desde lado opuesto de la plaza. Pienso que el revestimiento de mosaico vidriado amarillento sí es el original. Los toldos, el equipamiento de la tienda (mostradores, burros, estanterías) son funcionales y pragmáticos, destilan mercantilismo utilitario. Responden al espíritu comercial de otra época, donde no se pondría en el escaparate ninguna extravagancia que despistara sobre los productos que se ofrecían dentro del local. Ahora verdaderamente hay tiendas que han llevado tan lejos la originalidad que cuesta saber qué venden o para qué.
Mi madre, que regentó durante 40 años una tiendecita de ropa del hogar, me dijo hace no mucho que si tuviera que comprar algo lo compraría allí. Venden ropa que con no ser de lujo está bien confeccionada y las costuras están derechas, bien rematadas y los colores no pierden. Es posible encontrar en Mariano Gracia bragas de algodón de tallas grandes (hasta la 64), armillas, chubasqueros clásicos de nilón, mañanitas y otras prendas que aún se hacen aunque cuentan con un público menguante. Hay ropa de trabajo, como pantalones de mecánico o delantales de pescatera, pero también hay camisones y calzoncillos a la moda, toallas, batas, calcetines y mucho género de lo que en "El Corte Inglés" llaman textil cama. El negocio de Mariano Gracia funciona, siempre se ve gente comprando o mirando los escaparates, los cuales, como digo, representan bien lo que se puede encontrar tienda adentro. El sistema de escaparatismo me recuerda el que tenía una tía paterna mía en su negocio, que estaba en la Bajada de La Plana. Usaba agujas para poder extender bien las prendas y las colgaba abigarradamente de hilos que no se veían casi. Se muestran claramente los precios, con cifras redondas, y ya está. Nunca he visto ni un Maneki-neko o gato de la suerte ni un San Pancracio con una moneda de 25 céntimos de peseta y una ramita de perejil ni nada que se le parezca.
No puedo dejar de señalar que también lleva allí en esa esquina muchos años la gitana María, sentaba en un lado de un escaparate, con la mano extendida pidiendo limosna. María también es clásica. Lleva el cabello recogido en un moño y saluda a quien le saluda y cuando le das la limosna te bendice. Hoy cuando pasamos aún no había llegado.

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30.5.17

El tercer día

l "Deus ex machina" del teatro clásico era un elemento que surgía diríamos que milagrosamente en el momento más comprometido de la acción para resolverla. La expresión nos habla de que aparecía en escena un dios gracias a un artefacto de la tramoya, y llegaba en un momento en el que se habían agotado los mecanismos argumentales lógicos. Como recurso dramatúrgico no está bien valorado, se considera pobre y que resuelve lo expuesto casi con una astracanada sumarísima y condena la representación a una mera sucesión de efectos.
En teatro yo no recuerdo haber visto ninguna obra en la que se usara ese efecto. En cine sí que recuerdo infinidad de veces en las que se da el "Deus ex machina" pero vagamente, sin acertar a señalar en qué películas. Normalmente los espectadores reconocen de inmediato esta manera de happy end como un desenlace inverosímil que produce tanto alivio como un cierto rechazo. Ya no es que el villano se electrocute con un cable suelto, es que aparece la salvación y llega por el aire ex machina, con una grúa o así. Aceptar que el caballo del bueno corra más que el del malo o que la polícia llega miríficamente en el último momento, entra dentro de la lógica de la acción, pero el Deus ex machina introduce un elemento ajeno a la acción y que lo que hace es ahorrar guion o horas de rodaje. Admitiendo que conduce al descanso o el desahogo del público, también hay que admitir que es tenerlo por simple.
Chon Day  (Chauncey Addison Day). "Espero que despeje para el fin de semana"

Si Huffington Post y Jotdown no han tratado sobre el tópico de la isla desierta en los cómics o historietas o en la literatura y el cine, no voy a ser yo quien rompa una lanza en favor de este tema tan rico e interesante. Tal vez arranca en El filósofo autodidacta de Ḥayy ibn Yaqẓān, del siglo XI, y no vuelve a aparecer hasta Robinson Crusoe de Daniel Defoe (1719) y La isla del tesoro de Robert L. Stevenson, que tan desierta no era. También estoy pensando en la isla de las sirenas de la Odisea, y en la grisalla que cierra la tabla con "El jardín de las delicias", de El Bosco. 
La imagen que cierra "El jardín de las delicias", tan abigarrado, es a mi gusto mucho más sugerente que la obra principal. Que es de tema bíblico nos lo da a entender el salmo 33 (32) que la preside: "Pues al mandarlo Él fue todo hecho; Al ordenarlo Él vino al ser todo". Dicen que representa el tercer día de la creación (Génesis 1:9-13), cuando Dios creó los mares y los vegetales, previos a la creación del Sol y la Luna el cuarto día.  Pero no me interesa tanto plagar de erudición reseca este párrafo como señalar la geografía literaria y fantástica y el paisaje primigenio en el que aún no habían aparecido ni los pájaros, que fueron las primeras criaturas que el Señor puso en la Creación.

Díptico grisalla de El Bosco para "El jardín de las delicias" (Hieronymus Bosch, 1500)


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28.5.17

La palabra dada

espués de haber probado durante apenas un año un móvil del sistema iOS, me di cuenta de que lo que me convenía era un Android. Estoy contentísima con mi segundo Samsung y eso que es de gama media. Aparte de que uso a menudo la radio, sin tirar de datos, y de que se puede recargar la batería con muchos cables que tengo por casa, tiene la bondad de que se deja hacer y devuelve la impresión de que es la mujer la que manda sobre el móvil y no al revés. La cámara del Iphone no era mejor y si bien la pantalla tenía una buena definición, y eso sin empañarse de suciedad tanto como las de otras marcas, el aparato tenía un defecto de serie en el micrófono y tenía que usar el teléfono a gritos, no siempre con éxito.
En mi móvil he agrupado determinadas aplicaciones en tres carpetas que llamo "Ver", "Oír" y "Callar", como indican los tres monos budistas. En "Ver" tengo el acceso de Instagram, Whatsapp, Gmail, Messenger y la Mensajería de SMS. Todas esas aplicaciones las uso o intento usar con moderación. Intento no ser invasiva ni inoportuna o mandar mensajes innecesarios. Whatsapp es muy útil pero a veces se cuelan comunicaciones que exigen descargar muchos datos o que remedan un chat que fácilmente me irrita, porque a partir del cuarto o quinto mensaje la cosa ya no me me resulta grata, me siento o bombardeada o llevada a un terreno en el que no me siento a gusto. 
Dejé de usar el teléfono fijo el día que supe que había fallecido una tía que vivía en Galicia. Mi línea es de fibra óptica y la apago cuando no estoy conectada al wifi. Mucho tiempo antes de que mi tía nos dejara ya noté que muchas personas no podían usar el teléfono sin por ejemplo lavar los platos. El sonido del grifo y de la vajilla me llegaba con tonos metálicos y distorsionados que eran bastante desagradables para mis sufridos oídos. También era normal y corriente oír como al otro lado de la línea se estaba tecleando o entraban notificaciones de móvil. Y esto sin haber llamado yo. Es decir, recibía una llamada de teléfono fijo para pronto comprobar que el ruido de fondo revelaba una actividad secundaria y no una "atención plena". 
No estoy en ningún grupo de Whatsapp, porque lo normal es que generen mucha actividad y ya se desprende de lo dicho que no me gusta. A pesar de tratarse de un medio fundamentalmente "Ver", con texto e imágenes, a veces voz grabada tipo "Oír", he observado que es fácil que se produzcan malentendidos propios de una lectura ligera o con sobreentendidos y confusiones. No tengo ningún interés en ser una smombie, en estar todo el día con la cerviz doblada sobre la pantallita acabando de arruinar mi vista y mis canales carpianos. Veo que muchas personas adultas mantienen una ocupación paralela a su trabajo o a su estudio en el día a día, que el móvil lo consultan o atienden constantemente, para mí ese estado no es deseable. Y no es estético.
Cuando dispongo de un momento entre una cosa y otra y quiero establecer contacto con alguien veo que la manera menos invasiva es sin embargo un mensaje corto. Pienso que al otro lado de la plataforma lo atenderán cuando puedan y que yo puedo seguir a lo mío tranquilamente. Con el tiempo vas viendo cómo se maneja cada cual con el Whatsapp, si lo consultan a menudo e incluso dentro de horas de trabajo, cuando lo contestan en un momento que tienen para esas tareas, etcétera. Hay personas que escriben textos largos, otras que se reconocen porque envían a cada punto y cada mensaje va entrando con su sonido de notificación. Es decir, que es un sistema tremendamente flexible y no sería bueno restringirlo. Eso sacrificaría la versatilidad.
Otra de las rarezas seguramente por mi parte que no puedo dejar de mencionar, es el hecho de que hay personas con las que estoy conectada con Facebook y/o Twitter que sin embargo me envían mensajes de naturaleza política o cultural a través de mi cuenta de Whatsapp, cosa que me parece incomprensible, porque en algún momento decidí que era un medio para la comunicación personal y que para todo lo demás ya estaban las redes sociales, las cuales a su vez permiten controlar la difusión.
Por suerte siguen existiendo las ocasiones en que es posible tener una conversación ante una taza de café, un té, o una copa de vino. Y la comunicación que se establece en una conversación es mucho más rica, mucho más honda y con mejores consecuencias. Sé que se hacen muchas comunicaciones a través del Skype por ejemplo (parejas que viven a gran distancia, cursos de formación, incluso entrevistas de trabajo, tratamientos de psicoterapia, etc.), y no dudo de que resultan cómodas y convenientes, pero en esto -como en tantas cosas más- es mejor la calidad que la cantidad. Dice una amiga mía que las redes sociales acercan a los que están lejos pero alejan a los que estamos cerca y es verdad.
El "infantilismo" al que nos han devuelto los emoticonos un día -si es que no se ha hecho ya- se interpretarán como el sucedáneo de una expresividad efectiva y la firma de una afectividad fijada. En el uso de los emoticonos también soy parca, y eso que hay una paleta muy variada, porque me empalaga su exceso. Pertenecen en buena parte al bienintencionadismo de que hablábamos en el post anterior. Admito que todo cuanto digo relata un carácter grave, no lo niego. Y sin embargo eso no es nada comparado con el desagrado que me inspira el mareo de mensajes que se establece para por ejemplo concertar una cita, cosa que no evita que vaya precedida de un torpedeo de molestas precisiones porque se llega tarde o se quiere adelantar. La palabra, en definitiva, ha perdido su valor esencial.
En la carpeta "Oír" tengo Spotify, el reproductor de música, la radio y el teléfono. En la carpeta "Callar" tengo mis apps de yoga. Silenciadas.
Los tres búhos sabios (por los Tres Monos Sabios)

(c) SafeCreative *1705282446292 (2022: 2212172888142)

26.5.17

Queviures Buil

Dibujo de M. Domínguez Senra (c) SafeCreative *1705262436367

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El colmado Buil cerró hace menos de un año, creo que por jubilación del propietario. Se encuentra en la Calle Sant Alexandre esquina con la Calle Duero, en el barrio de Horta. Mi dibujo introduce algunas variantes que se pueden justificar en mi impericia y en un cierto humorismo.

25.5.17

La semilla de algarrobo

n el Día Mundial de la Toalla, en homenaje a la La guía del autoestopista galáctico, mi particular homenaje va por el ocurrentismo más o menos serio. Las ocurrencias tienen mucho peligro ya que aunque tengan un innegable buenintencionadismo pueden acabar como dicen que acabó el aprendiz de brujo. Todos hemos visto a Mickey Mouse con la escoba desmandada por culpa de sus trucos de magia, lo que no sé si sabe todo el mundo es que la música de Duckas, su famoso scherzo, acompañaba un poema de J. W. Goethe. El poema traducido al español suena a fábula. Lo digo en sentido literal, no refiriéndome a lo estupendo que podría ser.
Hay ocurrentismos modestos pero insidiosos por su número y otros que son muy potentes, como dicen que fue el Exterminio de gorriones en China, dentro de la Campaña de las Cuatro Plagas en el proyecto llamado Gran Salto Adelante. La aniquilación de los gorriones para proteger las cosechas, en realidad las dejó a los insectos que suelen comer estos pajaritos y, por resumir, se produjo una hambruna de creo que unos 20 millones de chinos. Ocurrencias como la de Mao Zedong yo creo que las ha habido en todos los tiempos y en todos los países, pero por su impacto ésta ilustra bien el tema de los ocurrentistas salvíficos bienintencionadistas adánicos.
Un día se hablará del ocurrentismo de los adanes bienintencionadistas tecnológicos, especialmente a la vista de la vulnerabilidad de los sistemas informáticos. Pero el ocurrentismo lo impregna todo, y lo primero que se me viene a la cabeza son aquellos biocientíficos que se propusieron conseguir sandías sin pepitas y hasta lo consiguieron. No niego que las pepitas son un fastidio, pero también hay que pensar que tienen su función, de semillas. Incluso se dice que en realidad un alimento es integral no en la medida en que tiene salvado o cáscaras sino en la medida en que contiene semillas que harían posible su perpetuación. Es decir que un donut no es integral y una manzana que tiene sus pepitas sí lo es.
Me encantó días atrás leer en "El periódico de Cataluña" un reportaje que le hacían a  Bernat Daviu, que tras pasar por Christie's se ha hecho garrofista, un movimiento de gente artista y precaria cuyo símbolo es la algarroba, que ya tuvo su valor crucial en la obra de Joan Miró. Se ve que Joan Miró siempre llevaba una semilla de algarroba.
Hay personas a las que desagrada el olor del algarrobo, que es mucho más fuerte y telúrico que el de la higuera, algo achocolatado, dulzón, lleno de sombra. Dicen que cuando la Guerra Civil o después muchos sacos de harina llevaban vainas de algarroba. No sé yo si para hacer peso o por alguna otra razón. Se que se comieron muchas algarrobas -cosa que iría en detrimento de los caballos- pero que lo que las protege de nuestra voracidad es que dan estreñimiento. Dicen.

Mera fotografía amparada por una licencia SafeCreative +1107029585682

(c)SafeCreative *1705252417833 (2022: 2212172888142)

23.5.17

Mediocridad marrón Pantone 448C




iguiendo con el post de las Víctimas perversas lo que falta por explicar, si es que tiene una explicación, no es fácil. Puede animarnos a intentarlo saber que el patrón del acoso es extraordinariamente repetitivo (*), los casos son tan similares que con ver dos se han visto todos. Yo diría que esa condición lejos de probar las circunstancias las relega a la confusión con comportamientos miméticos o convencionales.  De hecho, tal y como nos advierte Hirigoyen en su libro sobre El acoso moral,  “Y esto no les impide engañar ni parecer totalmente adaptados a la sociedad” (p. 26).
Es decir, me temo que la falta de singularidad del sufrimiento no lo alivia y además la reiteración de las conductas acosadoras hacen que se conviertan de alguna manera en refrendadas o en predominantes.
Ayudan a entender la perversión narcisista del acosador ciertos pasajes del libro de la psiquiatra que transcribo literalmente:
“El perverso intenta inyectar su propia maldad en su víctima. Corromper es su objetivo supremo. Y alcanza su máximo placer cuando consigue que su víctima se vuelva también destructora, o cuando logra que varios individuos se aniquilen entre sí Todos los perversos, sean sexuales o narcisistas, intentan atraer a los demás hacia su propio registro para luego conducirles a pervertir las reglas. Su fuerza de destrucción depende en gran medida de la propaganda que difunden para mostrar a los demás hasta qué punto su víctima es «malvada» y por qué resulta, por lo tanto, razonable llamarle la atención. A veces lo logran, y consiguen asimismo la colaboración de aliados a los que también manipulan mediante un discurso que se basa en la burla y en el desprecio de los valores morales” (p. 149)  
“Un perverso narcisista, por contra, solo se construye a sí mismo al saciar sus pulsiones destructoras” (p. 151) 
“El problema del perverso narcisista es que tiene que remediar de algún modo su vaciedad. Para no tener que afrontar esta vaciedad (lo cual supondría su curación), el Narciso se proyecta sobre su contrario. Se vuelve perverso en el primer sentido del término: se desvía de su vacío (mientras que el no perverso afronta ese vacío). De ahí su amor y su odio hacia la personalidad maternal, la figura más explícita de la vida interior. El Narciso necesita la carne y la sustancia del otro para llenarse.” (p. 151)   
“Agredir a los demás es su manera de evitar el dolor, la pena y la depresión” (p. 163)
“Por razones que dependen de su historia en los primeros estadios de la vida, los perversos no han podido realizarse. Observan con envidia cómo otros individuos disponen de lo necesario para realizarse. Pero no se cuestionan, e intentan destruir la felicidad que pueda pasar cerca de ellos.” (p. 160)
Es lo que lisa y llanamente sería la envidia. El acosador suele ser un perverso narcisista que cree carecer del potencial de la persona que envidia y su forma de no aceptar el dolor es ocasionárselo, destruirla. Ciertamente quienes tienen o quienes creemos tener algo que ofrecer, o que aunque no se ofrezca existe y es pleno y creativo, no podemos comprender que la carencia de creatividad se exprese por la destrucción, pero es así. Podríamos superponer o yuxtaponer a estas aproximaciones sobre el perfil del acosador algo que apareció ya hace unos años en La Contra de "La Vanguardia" y tiene que ver con la mediocridad. Obsérvese la gradación:
"La mediocridad es la incapacidad de apreciar, aspirar y admirar la excelencia. El primer grado es el simple, que ni le importa ni la entiende, y es feliz con la satisfacción de sus necesidades básicas. El segundo es el fatuo, que quiere ser excelente, aunque no entiende en qué puede eso consistir, por lo que sólo puede imitar, copiar o fingir. No es dañino, aunque, si tiene un puesto importante, puede agobiar a los demás con exigencias burocráticas que sólo pretenden dar la impresión de que está haciendo algo importante. El verdaderamente peligroso es el mediocre inoperante activo, ser maligno incapaz de crear nada valioso, pero que detesta e intenta destruir a todo aquél que muestre algún rasgo de excelencia" (Luis de Rivera en "La Vanguardia")
Luis Rivera es un experto del trastorno MIA (Mediocridad Inoperante Activa) que a su vez ha escrito un libro sobre El maltrato psicológico, y expone en mi opinión con gran claridad los tres tipos de mediocres: el conformista, el fatuo y el dañino. No es la aurea mediocritas horaciana. Es una mediocridad de color Pantone 448C (#4a412a), el considerado el color más feo del mundo.
También en mi opinión Rivera justifica muy bien el hecho de que las empresas enfermas tengan muchos jefecillos y jefes con MIA porque "la mediocridad cumple una función social, porque, al dificultar el cambio, mantiene la estabilidad. Un exceso de líderes excelentes nos llevaría al caos, porque no habría forma de seguir y conjuntar todas sus maravillosas iniciativas. Lo mismo con un exceso de mediocres, por las razones opuestas. En la sociedad actual, la lucha entre mediocridad y excelencia es una dinámica inevitable e inescapable".
*
Dejemos de lado el tema de la envidia o dejémoslo en ese precioso vídeo de "Cinderella" (1950) donde al estilo de la factoría de Walt Disney se reproduce un mito que aparece en muchas civilizaciones y desde la antigüedad pero que nosotros conocemos a través de las reelaboraciones románticas que hizo Charles Perrault con Cendrillon y los hermanos Grimm con Aschenputtel. La escena nos evita ampliar lo que tan bien relata Hirigoyen (**).
*
Quiero subrayar de mis citas al pie algo muy importante, crucial, ya que casi todo el mundo que vive ajeno al acoso desconoce porqué la víctima se inhibe tanto y no es capaz de reaccionar. Porque se llega a entender el bullying o acoso escolar, o por lo menos se entiende que las criaturas se queden paralizadas e indefensas ante la presión de los imbéciles del grupo. Pero no se entiende que un adulto se inhiba y hunda, sobre todo -tal y como nos recuerda Hirigoyen-  cuando el perverso narcisista acosador la elige porque se opone valientemente al autoritarismo y gallardamente no denuncia sus mezquindades, cosas como apropiarse de sus ideas o deslizar triquiñuelas que nos hablarían de un gran talento para la mentira donde no existe ninguna para la verdad.
El último pasaje que recojo de Hirigoyen va a una conclusión bien triste: no es posible la comunicación con el acosador. Cuando en las empresas en el mejor de los casos el médico laboral ofrece una mediación lo hace ignorando (en uno de los dos sentidos de la palabra ignorar) que la mediación es para los conflictos, no para los maltratadores psicoterroristas perversos. Y lo triste del caso es que si el acosador no puede comunicarse es porque está deshumanizándose o inhumanizándose.
Un acosador que tuve la ocasión de conocer y por lo tanto de no tratar precisamente se caracterizaba por su uso pervertido del lenguaje. Hablaba par coeur, esto es con frases que había memorizado y que repetía sincopadamente, como en borbotones entre implosivos y explosivos tal vez originados en el vacío que comentábamos. Al lado de su particular dicción y el fraseo limitado lo llamativo era el valor que concedía el infeliz personaje al lenguaje no verbal y a la escenificación. La falta total de naturalidad y una sonrisa que recordaba a Chucky el muñeco diabólico nos prevenían de una personalidad atormentada. Inspiraba tanto miedo como pena.

Cenicienta y las hermanastras ("Cinderella", 1950)
__________
(*) 
“Lo que llama la atención en todos estos relatos de sufrimiento es la repetición. Lo que cada cual creía singular lo comparten, de hecho, muchas personas” (Marie-France Hirigoyen. El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Círculo de Lectores, 1999), p. 25.

(**)

“El acoso nace de forma anodina y se propaga insidiosamente. Al principio, las personas acosadas no quieren sentirse ofendidas y no se toman en serio las indirectas y las vejaciones. Luego, los ataques se multiplican. Durante un largo período y con regularidad, la víctima es acorralada, se la coloca en una posición de inferioridad y se la somete a maniobras hostiles y degradantes.
Uno no se muere directamente de recibir todas estas agresiones, pero sí pierde una parte de sí mismo. Cada tarde, uno vuelve a casa desgastado, humillado y hundido. Resulta difícil recuperarse.
En un grupo, es normal que tengan lugar conflictos. Una advertencia hiriente en un momento de exasperación o de mal humor no es significativa; y lo es todavía menos si se presentan excusas a continuación. Lo que constituye el fenómeno destructor es la repetición de las vejaciones y las humillaciones en las que no se produce ningún esfuerzo de matización.
Cuando el acoso aparece, es como si arrancara una máquina que puede machacarlo todo. Se trata de un fenómeno terrorífico porque es inhumano.” (p. 71)
 “Una serie de comportamientos deliberados del agresor está destinada a desencadenar la ansiedad de la víctima, lo que provoca en ella una actitud defensiva, que, a su vez, genera nuevas agresiones. Tras un determinado tiempo de evolución del conflicto, se producen fenómenos de fobia recíproca: la visión de la persona odiada provoca una rabia fría en el agresor; la visión del perseguidor desencadena el miedo de la víctima. Se trata de reflejos condicionados, uno agresivo y el otro defensivo. El miedo conduce a la víctima a comportarse patológicamente, algo que el agresor utilizará más adelante como una coartada para justificar retroactivamente su agresión. La mayoría de las veces, la víctima reacciona de forma vehemente y confusa. Cualquier cosa que emprenda o que haga se vuelve contra ella gracias a la mediación de sus perseguidores […] En el mejor de los casos la solución que proponen consiste en un cambio de puesto de trabajo que no tiene en cuenta la opinión del interesado. Sea como fuere, si, en algún caso del proceso, alguien reacciona de un modo sano, el proceso se detiene” (p. 72-73)
“Las víctimas, al principio y contrariamente a lo que los agresores pretenden hacer creer, no son personas afectadas de alguna patología o particularmente débiles. Al contrario, el acoso empieza cuando una víctima reacciona contra el autoritarismo de un superior y no se deja avasallar. Su capacidad de resistir a la autoridad a pesar de las presiones es lo que le señala como blanco” (p. 73) “Sin embargo, las víctimas no son holgazanas, sino todo lo contrario. A menudo son personas escrupulosas que manifiestan un “presentismo patológico”. (p. 73)
 “Cuando la víctima no puede más, y se exaspera o se deprime, su misma reacción se convierte en un justificante del acoso: “¡No me sorprenda nada; esta persona está loca!” (p. 84) “Cuando la agresión proviene de algún superior, la víctima designada termina por quedar privada de toda información. No se le convoca a reuniones y queda aislada. Tiene noticias de su posición en la empresa a través de encargos por escrito. Más adelante, se la pone en cuarentena. Puede ocurrir que no se le dé trabajo aunque algunos compañeros estén desbordados” (p. 85)
“Una gran empresa nacionalizada llegó a instalar, sin informarle de nada, un magnífico despacho al margen, sin misión alguna, sin contacto alguno y con un teléfono desconectado” (p. 85)
“[Las novatadas] Consisten en encargar a la víctima tareas inútiles o degradantes. Por ejemplo, Sonia, que tenía un título universitario, tuvo que dedicarse a cerrar sobres en un local exiguo y sin ventilación”. (p. 85)
“Al principio, la tensión es un fenómeno fisiológico con el que el organismo se adapta a una agresión de cualquier tipo. En los animales, constituye una reacción de supervivencia. Ante una agresión, pueden elegir entre la huida o el combate. El asalariado no tiene la posibilidad de elegir. Su organismo, igual que el del animal, reacciona en tres fases sucesivas: alerta, resistencia y agotamiento. Sin embargo, el fenómeno fisiológico pierde su primer sentido de preparación física y se convierte en un fenómeno de adaptación social y psicológica” (p. 100)
“Cuando la víctima es capaz de expresar lo que siente, hay que hacerla callar.
Se produce entonces una fase de odio en estado puro extremadamente violenta. Abundan los golpes bajos y las ofensas, así como las palabras que rebajan, que humillan y que convierten en burla todo lo que pueda ser propio de la víctima. Esta armadura de sarcasmo protege al perverso de lo que más teme: la comunicación” (p. 142)

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Víctimas perversas



engo reservado el libro sobre Los perversos narcisistas del psicoanalista Jean-Charles Bouchoux en la Biblioteca Francesca Bonnemaison. Tal vez, fuera de Barcelona, el nombre de la pedagoga no suena a casi nadie. Francesca Bonnemaison Farriols (1872-1949) fundó el 1909 una Biblioteca Popular de la Dona pionera en una Europa, cuando el acceso a la Universidad de las mujeres era muy muy difícil y por lo tanto el acceso a los libros casi imposible. Es decir, que si no hubieran existido las bibliotecas Francesca Bonnemaison las habría inventado.
Curiosamente, o no, este libro sobre los perversos narcisistas se encuentra en cosa de diez bibliotecas de nuestro sistema público pero solamente quedaba un ejemplar libre, y en las otras bibliotecas había hasta reservas ya establecidas. Si decimos que los perversos narcisistas son más conocidos por su principal característica, la de acosadores, es más fácil situar el tema y centrar la pelota. Al parecer en la administración pública hay un 20% de acoso laboral. De todas maneras este dato así expresado con tanta imprecisión -sin decir a cual administración nos referimos ni en qué territorio- apenas esboza lo que da de sí un término legal que puede o no puede ser adjudicado a cada caso denunciado.
Me acuerdo de que hace muchos años, tendría yo apenas 30, se produjeron algunos juicios en la jurisdicción del Baix Llobregat en que el juez titular o uno de los jueces titulares se ganó varios titulares de prensa por su manejo de los casos de violación. El juez -del que recuerdo con toda claridad el nombre- empeoraba lo que de por sí parecía inempeorable cuando cuestionaba la forma de vestir de las víctimas, cuando insinuaba que si usaban falda corta y mangas no muy largas estaban provocando el ataque de los depredadores sexuales y hasta de cualquiera que tuviera unos instintos elementales.
El otro libro del que tengo noticia sobre el acoso moral es el de Marie-France Hirigoyen (*). Hacia el final del libro, dirigido al gran público pero escrito desde su experiencia como psiquiatra, nos indica precisamente:
“La posición del médico laboral no es fácil pues emite asimismo opiniones sobre las aptitudes del empleado que pueden tener consecuencias graves para él. Muchos empleados temen entrevistarse con él, pues no deja de ser un empleado más y no pueden tener la certeza de su independencia en relación con la empresa que los acosa o permite el acoso” (p. 211)
Los jueces se muestran muy desconfiados con las manipulaciones perversas. Temen que se los manipule también a ellos y, con su afán conciliador, se protegen de las influencias de las dos partes estableciendo mediaciones demasiado tardías. Se desarrolla entonces, con la complicidad involuntaria del mediador, un nuevo proceso de descalificación insidiosa consistente en responsabilizar a la víctima de todo lo que ocurre. Intentar obtener un verdadero diálogo con un perverso es algo ilusorio; siempre sabrá mostrarse más hábil, y utilizará la mediación para descalificar a la víctima”. (p. 207)
Hasta esa cita creo que todos podemos más o menos entender el papel del agresor y el papel de la víctima, así como el papel de los médicos y de los jueces implicados. Lo que cuesta más entender es que siempre siempre el perverso narcisista o los perversos narcisistas consiguen alejar a los testigos y acercar insidiosamente las simpatías: “Cuando el proceso de acoso se instaura, la víctima es estigmatizada: se dice que el trato con ella es difícil, que tiene mal carácter, o que está loca. Se considera que su personalidad es la responsable de las consecuencias del conflicto, y que la gente se olvida de cómo era antes o de cómo es en otro contexto. Una vez que a la víctima se le saca de las casillas no es extraño que se convierta en lo que pretenden convertirla” (p.74).
Lo interesante del proceso en el que se fragua todo este entramado perverso, a pesar de lo repetitivas que resultan las líneas principales y hasta las anecdóticas de cada caso, es como puede llegar a integrar un perverso secundario o  autor intelectual cuyo rol patente sea en aparencia el de víctima. Así es que la víctima digamos verdadera tiene un contrapapel de víctima falsa y colaboradora del perverso narcisista.
De la misma manera, y aquí nos interrumpimos hasta una segunda parte del post, hay como contrapunto a la victimología y la criminología una complicidad. A la víctima se le hace cómplice no solo al instaurarla en procesos de luz de gas -al inducirla a dudar de la percepción de la realidad- sino al pretender  (como ocurría con las chicas que fueron atendidas por el juez socarrón en los años 80)  que son las víctimas mismas las que inspiran su condición y la provocan como una especie de masoquismo o autopunición o autoinculpación.
De los roles que he comentado me atrevo a decir que el más descuidado por la Psiquiatría y la Psicología es el del perverso narcisista envidioso que adopta el papel de víctima perversa cómplice del perverso narcisista envidioso principal. Desde mi punto de vista lego creo que el perverso es rehabilitable y las víctimas perversas no. Una vez despistado este rol, en el próximo post veremos qué nos dice Hirigoyen del perverso puro y duro.

Mrs. Danvers en "Rebecca" (Alfred Hitchcock, 1940)


(*) Marie-France Hirigoyen. El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Círculo de Lectores, 1999.

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22.5.17

Post 1519: Con fecha de caducidad

l domingo me di cuenta de que mi botellita de yodopolivinilpirrolidonar o povidona yodada había caducado en septiembre de 2014. Ni siquiera recuerdo porqué la había comprado. La fecha de caducidad llegará tal vez a ser nuestra medida del tiempo como alguna vez la marcaron las horas de los relojes de las iglesias o los juzgados. Cuando era una estudiante la fecha de caducidad de los yogures me marcaba unos límites que excedían casi siempre al de las fechas de los exámenes. Luego marcaron mi despiste vital para los asuntos domésticos, ya que casi siempre ingería mis yogures muy por delante de la fecha que mostraban en su límite. Ahora, cuando veo que cada vez que se me ocurre consultar la fecha de caducidad del yodopolivinilpirrolidonar, o de lo que sea, parece que siempre han transcurrido dos o tres años, no dejo de asombrarme de lo rápido que pasa el tiempo y de lo liviano que resulta.
El viernes me comentaron que hacía más de un año que había fallecido una mujer que conocía de toda la vida. Últimamente la había visto primero con su bastón y luego con sucesivas cuidadoras sudamericanas que la sacaban a la calle y cuidaban de que paseara un poquito y se sentara en los bancos en donde se han apostado los últimos vecinos, los supervivientes de lo que fue hace 50 años mi barrio original. El barrio empezó todo a la vez y todos a la vez (o casi) los descendientes de los primeros habitantes se casaron, se divorciaron o no, y el vecindario de origen fue envejeciendo, se fue mermando dramáticamente y cada año se lleva unos cuantos como si fueran manojos. Como meses atrás estuve muy centrada en el cuidado de mi propia madre, convaleciente de una operación del corazón, me pasó por alto no haberme encontrado con la señora Rosalía. Si al menos hubiera visto a su hermana, que siguiendo el patrón familiar floral, se llama Hortensia, me hubiera preguntado por la difunta, pero no. Es curioso como la mente se puede enfocar casi totalmente en un solo tema y le puedan pasar desapercibidas todas las otras partes de la realidad. Descanse en paz, Rosalía.
Rosalía procedía de Orense o de Lugo y ya era su diálogo bastante surrealista como para que lo acabara de estilizar la senilidad y la insuficiencia cardíaca. Cuanto más debilitada estaba cognitivamente, cuanto más perjudicadas tenía las coronarias, más clara y lúcida era su retranca, más enigmáticos sus aciertos de modesta sorna rural y más locuaces sus lagunas. Llevaba luto desde la muerte de su hija mayor. Falleció hace más de un año y no me había dado cuenta de que ya no estaba en el grupo de los supervivientes. Ojalá nos tomáramos todo con esa precisa ligereza.

Fotografía: Marta Domínguez-Senra

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Nenúfar

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21.5.17

Premios y premias

"Cualquier trabajo de arquitectura que no expresa serenidad es un error"
Luis Barragán

on motivo de la Semana de la Arquitectura el viernes en la Filmoteca de Catalunya proyectaron dos documentales, uno sobre el estudio de arquitectura RCR de Olot (Gerona), que ha obtenido el premio Pritzker de 2017, y otro sobre Phyllis Lambert, arquitecta responsable de asignar en los años 60 a Mies van der Rohe la construcción del edificio Seagram de Nueva York. 
"Moments de silenci" (Hisao Suzuki y Júlia  de Balle, 2015) obtuvo el premio FICARQ (Festival Internacional de Cine y Arquitectura). El tráiler que se brinda en Youtube y el que se proyectó en la Filmoteca no son exactamente iguales. Y esto se hace patente en los créditos finales: en donde aparece la música original electrónica de MyNDSETER ahora aparece un violoncelista japonés que nos acompaña con una música monótona durante los 40 minutos del documental. Supongo que en la postverdad es no solamente admisible sino plausible cambiarle la pista de sonido a una película, aunque hubiera obtenido tal cual un premio, pero a mí -que me perdonen- me parece poco honesto. Además, la música del japonés, cuyo nombre no consigo recordar ni localizar, aunque tal vez es más acorde con las superficies de cobre oxidado envejecido, después de los primeros 3 minutos no aportan ninguna nota que modifique las sensaciones redundantes, aunque de una cierta calidad aterciopelada, de los primeros compases. La muestra de los trabajos del equipo de RCR, por seguir con la pauta musical, sí que experimenta un cierto in crescendo o, por lo menos a mi entender, las obras van mejorando conforme avanza el tiempo. El crematorio belga es impresionante.
Tengo la sospecha de que la otra diferencia no pequeña entre el documental original y el que se proyecta en la Filmoteca de Catalunya es la de los textos explicativos que separan cada secuencia de edificios. En blanco sobre negro pero con una tipografía muy poco legible, la lisibilidad es penosa. Hubo gente en la sala que no podía seguir el texto.
No se me escapan las similitudes que hay entre la arquitectura y la tipografía. Me acuerdo de cómo las letras capitales romanas que aún existen en muchos edificios, incluso modernos, estaban concebidas para poder ser leídas fuera cual fuera el punto en el que el sol proyectara su luz.
Las obras de RCR me parecen interesantes y como una de ellas se encuentra en el barrio de Sant Antoni de Barcelona (un complejo formado por la Biblioteca "Joan Oliver", un jardín de juegos infantil y un hogar de jubilados), no tardaré en poder conocer de cerca sus virtudes. Al final, por mucho que la arquitectura busque seducir por la vista, exige más condiciones y una armonía que no solo se percibe con los ojos. El estadio de atletismo Tussols-Basil y un mamotreto negro (Espai de la Lira) que hay en Ripoll no me resultaron nada atractivos a la vista y por mucho que el estudio olotino apele a su deseo de integrarse en el paisaje no acabo de entender por lo menos esas dos obras más que como una imposición aberrante que espanta, inquieta y amedrenta. Es denigrante para la arquitectura rural convencional del casco en donde se ubica, con puente  peatonal sobre el Ter.
Lo de la música -vamos de unas sensaciones a otras- no se trata de música ambiental de aquellas que son repetitivas y que muestran la rebaba por donde un sintetizador ha superpuesto una ampliación donde desplegar el ripio o ritornello. Pero me recordó que cada vez es más posible eximir a los artistas de hacer mucho volumen de trabajo confiándolo a los ordenadores. De hecho ya hay ordenadores que pueden hacer una novela como las de Ken Follet por ejemplo, y en un momento y gratis. Cosa que además nos puede hacer pensar si ya no estará haciéndose incluso en nombre de alguien que ya tiene fama y una buena cartera de lectores.

Crrematorium Hofheide (Bélgica). Arquitectos: RCR Olot, Gerona) Foto: Hisao Suzuki

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18.5.17

Eau d'aquarelle


eneralmente nos pueden atraer andróminas que son más pequeñas que al natural de lo normal, o que son más grandes. También nos pueden atraer las cosas complicadas y, por el contrario, las cosas simples, de líneas sucintas pero muy expresivas. La ilustración de hoy nos hablaría más de cursilería que de complicación, a no ser que pensemos que lo cursi es complicado. Son términos de sectores diferentes. Ambos refieren a lo retorcido. Y si lo cursi se quintaesencia en el lacito y en la gasa rosada, lo complicado huele a cuerno quemado,  o a heráldica para veganos, y es intragable. Luego hay hallazgos basados en la cercanía de sus elementos, como lo es lo de la acuarela de agua de colonia, ocurrencia que además nos da ganas de probar, aunque no con los pigmentos más caros de Winsor and Newton ni papel Hahnemühle de la serie Tiepolo. 
Muy elocuente es la puerta que se abre al fondo de la escena, a la izquierda del retrato de Picasso. Establece el nivel real (la calle, el sol, el suelo) añadido al nivel del arte establecido (la entelequia del continuum) y al del arte en su ejecución. Cualquiera de los tres elementos tiene su fondo de misterio. La cita de Hipócrates ("Ars longa vita brevis") es un elemento extraño a esas tres entidades, si acaso tendría relación con el agua de Colonia.
El agua de colonia es tonificante, pero no he sabido encontrarle otras propiedades, y me resulta más agradable el agua de lavanda, cuyo olor parece en vez de tonificante calmante. El año 1990 si no recuerdo mal, en un viaje de trabajo a Montpellier nos acercamos a Saint Rémy-de-Provence, que era un pueblecillo donde decidió pasar la princesa Carolina de Mónaco una buena parte de su viudedad. Se diría que era una alternativa campestre y floral a la moda ad-lib ibicenca, de túnicas blancas y discotecas. Naturalmente la princesa pudo recuperarse en la Provenza con aquella tranquilidad y aquellos buenos alimentos, aunque su unión con Ernesto de Hannover creo que volvió a perturbar su equilibrio emocional. La cuestión no es esa, la cuestión es que los campos de lavanda que preceden la entrada al pueblo es un éxtasis para la vista y para el olfato. Aún con las ventanillas del coche en que viajábamos bajadas, el aroma era abrumadoramente pleno, esencial, casi espeso. Algo más cercano al óleo que a la acuarela, si se me permite seguir con la broma.
*
El agua de rosas consuela, tanto o más que un buen cocido. Esta tarde de regreso a casa vi muy crecidas las rosas de la Parroquia de San Francisco Javier. Las plantaron hace unos 9 años. Como estos días atrás hubo lluvias y luego ha habido calor (tanto que ya florecieron las jacarandas de la plaza Virrei Amat), además de que las matas estaban altas, había muchas flores. Estaba a punto de subir una foto a Instagram, de la escena, cuando se interpuso una mujer en mi encuadre para arrancar una rama de la que salían como en un bouquet 7 u 8 rosas. Le dije "no" con un suave movimiento e la cabeza, pero ella siguió adelante y dijo "para mi marido". Me dio la impresión de que en realidad se acababa de arrepentir, pero que había decidido seguir. Me esperé inmóvil a que acabara, cosa que tardó porque el tallo se resistía y al final fue despojándolo rosa por rosa por las ramificaciones más tiernas. Un horror. Cuando finalmente acabó hice la fotografía, en la que es cierto que no se puede percibir la falta, que al fin y al cabo no tiene tanta importancia. Más que nada nos habla de lo aberrante que nos resulta para algunas personas que se arranquen las rosas.

Saul Steinberg ("Le diré, señora, que para mis acuarelas uso agua de Colonia") 


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11.5.17

Mi vida feliz

a portada que reproduzco procede de la autobiografía de Marianne North, Recuerdos de una vida feliz (1894). Cuando el año pasado estuvo en los Jardines Kew de Londres podía haber visitado la colección de ilustraciones botánicas que les donó, pero el día se me hizo corto si consideramos que Kew hace 120 hectáreas y que ni siquiera pude recorrerlas en toda su extensión. Si se sigue el enlace que he puesto se va a parar al menos hoy a una imagen de la galería, que para mi gusto es un poco abrumadora, toda repleta de las ilustraciones enmarcadas y a su vez con un estilo abigarrado, sin espacios en blanco al menos.
El primer volumen de Recollections of a happy life tiene 351 páginas y el segundo 343, tal y como se puede ver  (y descargar) en archive.org. Reparo en dos detalles de la portada: primero, un título tan decididamente alegre y, segundo, la mención a su hermana por el nombre de su marido. Mrs. John Addington Symonds. Symonds fue uno de los primeros defensores de la homosexualidad masculina y estuvo casado con Catherine North, la hermana de Marianne North. Que las mujeres adoptaran totalmente el nombre del marido y ya no solo el apellido es algo de lo que ya casi no quedan restos, pero fue así por lo menos, hasta donde yo sé, en Francia y en Inglaterra, en las clases altas. La primera vez que tuve constancia de esta costumbre me desconcertó bastante porque no podía entender que por ejemplo mi madre se llamara Sra. José Domínguez Fernández.
A pesar de que yo no he podido viajar tanto como viajó Marianne North, me imagino muy bien el enorme placer que le produciría poder conocer tantas especies vegetales en 14 paises de 6 continentes en 14 años, poderlas dibujar, pintar y luego llevar sus óleos a casa. Esto último hay que añadirlo porque ha habido más de un caso en que las pinturas de otros artistas botánicos se han perdido para siempre por accidentes calamitosos. Lamento no poder recordar uno de los ejemplos más tristes. Sé que lo mencioné en este blog pero como ahora no vamos a mejorar la situación con recordarlo lo dejo correr. Marianne North viajaba sola y vestida como una dama victoriana.
Leo en Find a grave ("Encuentra una sepultura"): "She moved to Mount House in Alderley in 1886 where she spent her last years suffering from deafness, rheumatism and nerves.She died of liver disease aged 59 years." (*)  Y estas líneas enturbian un poco lo que podría ser su legado inmaterial, su estilo de vida. De todas maneras, aunque no haya que creer las autobiografías a pie juntillas, soy partidaria de creer que su actitud no tenía brecha alguna, que tuvo una vida bonita y que si al final no gozó de buena salud pudo ver compensado ese sinsabor con la seguridad de haber disfrutado de los buenos tiempos buenamente.
Tengo una pequeña colección de autobiografías y algunas están fundamentadas en una cierta vanidad y otras en mostrar una fachada arreglada de la propia persona cara a la galería. Indistintamente son pergeños, tanto el de la vanidad (un relato de logros), como el del arreglillo (un relato donde recomponer la maltrecha identidad o la falsía, para dejar una versión que no admita revisiones.
Estoy feliz creo que como Marianne North por la vida que he llevado y quiero seguir llevando, que para mí tiene su sentido. Asumo mis errores, no me jacto con mis aciertos -que alguno ha habido- y lo considero todo coyuntural. No sé si merezco más o si merezco menos, pero aprecio lo que tengo. Y sé que mis seres queridos me respetan porque no hago trampas y se puede contar conmigo. O tal vez me respetan porque son respetuosos. O por ambas razones. Pretendo alejar del panorama de mi vida lo mismo el orgullo que la vergüenza y creo que lo voy consiguiendo. Lo de dibujar flores eso es más difícil.


(*) "Se trasladó a Mount House en Alderley en 1886 donde pasó sus últimos años sufriendo sordera, reumatismo y de los nervios. Murió de una enfermedad hepática a los 59 años"

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10.5.17

Mis tres guineas

«[…] la guinea ha de ir destinada a “Trapos. Petróleo. Cerillas”. 
Y debe ir acompañada de la siguiente nota: “Tome
 esta guinea y con ella transforme el colegio
 en cenizas. Pégueles fuego a las viejas
 hipocresías. Que la luz del edificio en llamas ahuyente
 a los ruiseñores y enrojezca los sauces. Y deje que las hijas
 de los hombres con educación dancen
 alrededor del fuego, y que arrojen brazada tras brazada
 de hojas muertas a las llamas. Y deje que sus madres
 se asomen a las ventanas más altas
 y griten: “¡Que ardan! ¡Que arda! ¡Ya no queremos esta “educación”!»

Virginia Wolf, Tres guineas

ace unos años no usábamos el bookcrossing, ni existía Llibre solidari ni Re-Read. Empezaban a languidecer las librerías de viejo y un compañero de trabajo  se proveía en ellas de sus lecturas, que coincidían exactamente con los libros que solíamos leer dos décadas antes la gente de mi generación. Era como si hubiera cogido mi biblioteca y hubiera tomado cada libro en el mismo orden en que los había dejado. No deja de tener su interés leer Arnold Hauser, Herman Hesse, Julio Cortázar o aquellas Señas de identidad de Goytisolo desde el año 2017, con otros ojos, en hojas que el tiempo ha resecado y dejado con el inconfundible color ocre que van tomando los libros llamados de bolsillo. Nunca sabemos si los contenidos han quedado pulverizados por el tiempo o si somos nosotros los que ya no encontramos el interés. Una relectura puede hablarnos de lo que resecó en nuestro interior o puede vivificar recuerdos de lo que se quedó apartado para una ocasión oportuna.
Estos días estoy leyendo, que no releyendo, Tres guineas. El ensayo de Virginia Woolf es junto con Una habitación propia uno de los textos fundamentales del feminismo. En Tres guineas la escritora atiende una carta que había recibido de  la agrupación antedicha, pero la atiende con un ensayo de 298 páginas en la que de paso contesta otras dos cartas. Esa estructura de fondo, tres cartas (1) de la agrupación pacifista masculina, 2) una institución que se ocupaba de la instrucción superior femenina y 3) una asociación que ayudaba a las mujeres a insertarse en el mundo del trabajo) es lo que origina el motivo de las tres guineas del título. La escritora da la primera para la institución educativa siempre que no adoptara el modelo imperante masculino, la segunda para la inserción laboral (con el compromiso de que las profesiones se enriquecieran con la cultura femenina) y la tercera para la agrupación pacifista, porque perseguía un objetivo común de hombres y mujeres, aunque las mujeres lo hicieran de modo diferente a los hombres.
La fotografía de hoy ilustra una lectura exageradamente concienzuda de un profesor universitario del texto que yo estoy leyendo más superficialmente y en formato digital de libre acceso. También las apreciaciones (*) que no podían ser impertinentes que le hizo Virginia Woolf al desconocido interlocutor que le planteaba la pregunta de cómo prevenir la guerra. La respuesta, como dije antes, no fue breve ni somera. Wolf se refiere a la formación recibida por su interlocutor porque "¿cuándo se ha dado el caso, anteriormente, de que un hombre culto pregunte a una mujer cuál es la manera, en su opinión, de evitar la guerra?" El argumento lleva no tanto una punta de azúcar y modestia -que también- como una carga de sal sobre el desfase que había en las familias entre los recursos económicos dedicados a la formación de los hijos y de las hijas. Y de ahí en adelante todo lo que la autora va exponiendo es muy recapacitado y brillante.
Un vídeo de Bildu me ha recordado a Virginia Woolf o, para ser más exacta, a su libro Tres guineas (1938). Pero tengo que explicar por qué, que de otra manera así dicho parece descabellado. En el vídeo de Bildu un grupo de mujeres cargan contra la sociedad patriarcal y en un argumento que otros filiarán directamente con las ideas feminazis, la voz cantante acaba diciendo: "La única forma de mantener relaciones afectivo-sexuales satisfactorias y desde la igualdad y que me sienta cómoda y capaz de ser yo misma y libre es el lesbianismo".  Y he comparado estos razonamientos, no odiosamente, con los que dirigió Virginia Wolf al filántropo que le pedía su ayuda desde la agrupación pacifista masculina. Estaba Europa en plena Guerra Civil española y con la Segunda Guerra Mundial cerca de empezar. Woolf de alguna manera consideraba que la guerra era algo de los hombres.
La idea que asocia belicismo y hombres no es nueva. Tenemos antecedentes en Lisístrata y la Guerra del Peloponeso. La obra se representó el año 411 a. C. El episodio del rapto de las sabinas, aunque se considera un mito, también nos habla de la posición de las mujeres raptadas, que se interpusieron entre los dos bandos porque si vencían los romanos perdían a sus padres y hermanos, pero si vencían los sabinos perdían a sus maridos e hijos.  La verdad es que no sé si esto es aplicable a las niñas nigerianas secuestradas por Boko Haram y a la guerra en la ex-Yugoslavia.
El tema del pacifismo femenino continuamente se ve reforzado por campañas como la que la semana pasada recordaba el origen de la celebración del día de la madre en una proclama antibelicista e 1870. Que las bildutarras consideren satisfactoria y estupenda la afectividad lesbiana a mí me parece muy bien pero dudo de que sea así tal cual y pienso que también tiene sus miserias, de la misma manera que las mujeres alguna culpa o responsabilidad o complicidad tendremos también en que se desencadenen guerras o que no se acaben. Honestamente no creo que las mujeres seamos más pacíficas que los hombres. De hecho he conocido mujeres muy perversas, que se solazan en hacer el mal y que incluso lo hacen con la misma suavidad con la que el Papa Francisco cuchichea la palabra "misericordia" con lene acento. Probablemente el mal provocado por una mujer o por las mujeres no tiene la crudeza de aquellas imágenes que nos muestran desde World Press, a cual más espantosa y terrible, pero agriaría una fábrica de yogures.
Otra idea que se va acomodando desde hace años es la de la invasión de musulmanes de Europa. No se trata solo de una conquista con sangre, sudor y lágrimas sino demográfica. La vieja Europa tiene unos índices de natalidad que hacen imposible la supervivencia de nuestras culturas o nuestra cultura. Al lado de nuestra baja natalidad los índices de natalidad de los emigrantes musulmanes es mucho más alta y garantiza que en menos de 20 años nuestras preocupaciones actuales serán una tontería. Por supuesto ya hay quien crea alarma y yo no voy a contribuir en nada que se parezca. Por otra parte, en paralelo a mi suspicacia ante la ilusión del pacifismo feminista se reproduce en este tema y me pregunto si la sociedad que hemos creado está exenta de casos reprobables.
Claro que Boko Haram no se puede comparar con Caritas Diocesana o incluso, si me apuran, con el Barça, pero tampoco podemos decir que Europa sea una maravilla y que el modelo sea sostenible.
*
La guinea es una moneda que parece que se sacó de la circulación el año 1970. Su valor era de 21 chelines, cifra que no es que se corresponda con otras extravagancias del sistema de pesos y medidas inglés, es que al tratarse de una moneda de oro su valor se tuvo que corregir creo que en el siglo XIX para ajustarse al precio del metal 
¿A qué causas sería conveniente y útil conceder hoy tres guineas o su equivalente? Hace tiempo que pienso que en la educación, tanto la de los niños como la de las niñas, sería muy importante integrar la llamada "defensa personal". No se trata de asumir la violencia o de incentivar la agresividad, se trata de formar a los niños para que en caso de ser víctimas de un ataque se puedan defender con seguridad, sin miedo y sin causar daño. No creo que esta idea choque con métodos tan prestigiosos como el de Maria Montessori, al contrario. Y estoy pensando en que la mayoría de artes marciales no fomentan la crueldad ni nada que se le parezca, sino el autodominio, el equilibrio y la confianza.

Solo Dios es bueno.


_________
(*) En primer lugar, expresemos lo que todos los autores de cartas expresan instintivamente, a saber, un somero retrato de la persona a quien se dirige la carta. Si en el otro extremo de la relación de correspondencia escrita no hay alguien que viva y respire, las cartas carecen de valor. Por lo tanto, usted, que ha formulado la pregunta, es persona de cabello un tanto gris en las sienes; y en lo alto de su cabeza ya no es espesa la cabellera. Ha alcanzado usted los años medios de su vida, no sin esfuerzo, mediante el ejercicio de la abogacía; pero, en términos generales, su singladura ha sido próspera. En su expresión, nada hay marchito, mezquino o insatisfecho. Y, sin ánimos de halagarle, su prosperidad –esposa, hijos y casa- es merecida. Nunca se ha  sumido en la satisfecha apatía de la media edad, tal como demuestra su carta con membrete de un despacho en el corazón de Londres, y en vez de reposar la cabeza en la almohada, de apacentar sus cerdos y podar sus perales –es propietario de unos cuantos acres en Norfolk-, escribe cartas, asiste a reuniones, preside esto y lo de más allá, y formula preguntas, con ecos de cañoneo en sus oídos. En cuanto a lo que falta, digamos que comenzó su educación en una de las grandes escuelas y la terminó en la universidad” (Virginia Woolf, Tres guineas. Traducción de Andrés Bosch. Barcelona: Editorial Lumen, 1999)


(c) SafeCreative *1705102289344 (2022: 2212172888142)

6.5.17

El último trabajo de Velázquez

aigo en que el Bar Faisán (el del chivatazo aún por esclarecer a ETA) está bien cerca de la Isla de los Faisanes, y pienso que de ahí viene su nombre. La Faisaien uhartea o Île des Faisans como mucho es conocida entre las víctimas de la E.G.B. por haberse firmado en ella el Tratado de los Pirineos entre Francia y España, el año 1659. Un año más tarde se zanjó el acuerdo para el matrimonio entre Luis XIV de Francia, el Rey Sol, y nuestra Infanta María Teresa. Este islote fluvial que a duras penas conserva sus 2000 metros cuadrados y eso con mucha ayuda técnica para mantenerlos estabilizados, parece inverosímil que con tal evento pudiera exhibir un tapiz de 35 metros que dicen se tejió para el acontecimiento en la manufactura de los Gobelinos. 
Como suele pasar cuando se buscan certezas, aún encontré más incertezas. Para comprobar ese dato, que estaba en un libro sobre la programación de las imágenes del poder, busqué más datos sobre el acontecimiento. Lo primero que hay que aclarar es que en la Isla de los Faisanes nunca hubo faisanes, que ese nombre fue una corrupción de la palabra más cercana a su función, cuyo significado se refería el "peaje" que se pagaba para el tráfico que pudiera haber entre Aquitania y España. El Bidasoa era la frontera natural entre Hendaya e Irún y Fuenterrabía, como el Ribadeo lo es entre Asturias y Galicia o el padre Miño, que sale al mar por el estuario entre A Guarda (Pontevedra) y Caminha (Portugal). 
Otra cuestión llamativa, para quien solo curiosea en la Historia, es que donde se dice "el matrimonio entre María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, y el monarca francés Luis XIV, sobrino del rey español, ya que era hijo de su hermana Ana de Austria", bien se podría decir que el Rey Sol y la infanta eran primos. Pero la Historia suele escribirse así, y aunque el caso del parentesco no es un modelo útil de cómo se hace prevalecer un dato sobre otro, cuando ambos son ciertos, de momento nos sirve. El blog enlazado, Línea serpentinata, aporta muchos datos sobre lo que fue el evento del acuerdo nupcial entre los dos países, cuando desengañémonos lo que se concertó no fue tanto una boda sino la renuncia a la hegemonía española o de los Austrias en Europa.
Behovia (Irún), el Puente internacional sobre el Bidasoa y la Isla de los Faisanes

Otra cuestión es propiamente el evento, del que queda una pintura de Jacques Laumosnier. Pero nos haremos un gran lío con la representación de la misma escena por Charles Le Brun para el tapiz tejido por los Gobelinos, que si no se encuentra aún en restauración se encuentra en la Embajada de Francia en Madrid. Pero resulta difícil pensar que este tapiz, en que se representa a los asistentes al acuerdo, estuviera presente en el acuerdo. La figura del pintor Diego de Velázquez se distingue claramente un poco atrasado respecto a la Infanta, y se le distingue por la cruz de Santiago de su capa. Velázquez aparece tanto en el óleo de Laumosnier como en el tapiz. Velázquez, artista de corte y con el cargo de aposentador, además de haber sido ordenado Caballero de Santiago, fue uno de los encargados de la organización del evento, por parte española. Velázquez, que ya tenía 60 años de edad preparó el escenario y los traslados del séquito o concibió su disposición.
Según leo en un interesante artículo de Luis Ignacio Sáinz, también participó en la organización Charles Le Brun, que trabajó primero para Richelieu y después para Colbert, pero siempre para construir el programa del fasto absolutista: controlaba la Académie, la Manufacture Royale des Gobelins, la decoración de Versailles y la del Louvre ¿Cómo sería el entendimiento entre Velázquez y Le Brun? Al parecer, si damos crédito al artículo de Sáinz, la expresión de las diferencias entre las dos potencias se confió al sevillano. Encuentro en internet hasta planos donde claramente se ve la disposición simétrica de los espacios. Explica Sáinz:
En su lado privado los franceses instalaron en la primera galería 22 paños de la Historia de Psiquis y Cupido, y ocho tapices de las guerras de Aníbal y Escipión en la segunda galería; en la primera pieza siete paños de seda y oro de Los meses del año, y en la segunda se montó una colgadura bordada de distintos colores con jaras y flores de oro y seda, la Historia de San Juan Bautista en la tercera pieza de traza cuadrada, la tapicería de las Matronas ilustres en el pasadizo que conducía al retrete, y La pasión de Cristo, narrada visualmente en varios gobelinos, adornaba el retrete; mientras, los españoles le dedicaron sus muros a Los triunfos de las virtudes, Los pecados capitales y la Historia de Noé (en la galería); en la primera crujía se montó la Historia de San Pablo; en la segunda Las poesías; en la tercera Las esferas; en el pasillo o galería angosta La historia de Rómulo y Remo; y en el retrete o antecámara La Pasión de Cristo, tema también instalado por los galos, pero con un chamelote rojo.
El mareo iconográfico que suscita la carga de tanta imagen simbólica y el poder emblemático que retratan es una parte del despliegue que tuvo el evento. Porque Velázquez también se ocupó del vestuario de los asistentes que, tal y como se puede apreciar en el cuadro de Laumosnier, giraba en torno a varios tonos del verde, excepto por la novia en blanco o plata y los dos monarcas, Luis XIV y Felipe IV. 
Pocos días después del acuerdo nupcial de la Isla de los Faisanes Velázquez murió, el 6 de agosto de 1660. El pintor murió de lo que entonces se conocía como fiebres tercianas, esto es malaria. Pero no se nos escapa que el esfuerzo en Irún fue decisivo para rematar su salud. 
Cito a Palomino (El museo pictórico y escala óptica) a través de Gonzalo Durán para referirme a otro detalle digno de consideración:
En aquella ceremonia Velázquez lució un atuendo que llamó la atención por su elegancia, digno del cargo que ocupaba y de la posición social que tanto esfuerzo le había costado conseguir. Palomino lo describió así: "todo el vestido estaba guarnecido con ricas puntas de plata de Milán según el estilo de aquel tiempo [...] en la capa roja de insignia; un espadín hermosísimo, con la guarnición, y contera de plata, con exquisitas labores de relieve, labrado en Italia; una gruesa cadena de oro al cuello, pendiente de la venera, guarnecida de muchos diamantes, en que estaba esmaltado el hábito de Santiago; siendo los demás cabos correspondientes a tan precioso aliño".
Es cierto que nuestro mejor pintor sin duda había escalado también sin duda la posición social que obtuvo con mucho esfuerzo. Que para conseguir la cruz de Santiago el año anterior a su muerte solo Dios sabe qué pudo hacer. Guardando las debidas distancias, me viene a la cabeza el mecenazgo de Güell sobre Antoni Gaudí, y la efervescencia de significados de su obra. Estos días en que se vuelve a condenar al suegro de Güell, Antonio López (Marqués de Comillas) por negrero- me inspira un cierto cansancio o náusea o aturdimiento la botarga del arte al servicio del poder.  También me vienen a la cabeza las cuidadas escenas de Luchino Visconti, el cineasta que también había sido escenógrafo operístico. Y pienso que no sé si es injusto que un genio como Velázquez tuviera que pintar la corte de los Austrias y preparar una monstruosidad como el evento en el islote del Bidasoa, o si es injusto que los eventos de hoy en día los hagan gabinetes de comunicación e imagen cuya preparación escenográfica, clásica y artística es nula. Tengo la sensación de que más que pensar qué es justo y qué no, hay que sufrirlo.

"Faisán" (Ben Rothery)

El pequeño islote del Bidasoa, cuyo nombre de "Isla de los Faisanes" por lo menos hoy me parece esperpéntico, está en condominio con Francia. Cada seis meses es gobernado alternativamente por España o Francia. Ese espacio de tiempo es desde el 1 de febrero al 31 de julio para España y del 1 de agosto hasta el 31 de enero para Francia. La presidencia del Consejo de Europa también es semestral pero coincide con las fechas más prosaicas y tecnócratas de enero-junio y julio-diciembre. 
La coincidencia regular entre la presidencia francesa en Europa y en el condominio puede ser llevada a una urdimbre gobelina y dar un tapiz cuyo dibujo coincida exactamente con una de las baldosas de un trencadís de Gaudí. Pero eso no es el arte. 


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