23.7.23

Perfiles falsos

Panama: [identifying a body] This is Eddie Bartlett. 
Cop: Well, how are you hooked up with him? 
Panama: I could never figure it out. 
Cop: What was his business? 
Panama: He used to be a big shot.
Última escena de Los violentos veinte (Raoul Walsh, 1939) (*)



unque estos días se habla mucho sobre los estrenos de Barbie y de Oppenheimer,  no me interesan gran cosa. Y sin embargo ayer fui a ver en la Filmoteca de Catalunya The roaring twenties (Raoul Walsh, 1939) porque no la había  visto nunca. Lo primero que me llamó la atención es algo que ya defendí aquí sobre las películas "corales": el relieve de un grupo de personajes que no son protagonistas pero que están muy bien definidos y son importantes. 
Tal vez argumentalmente podemos decir que hay tres protagonistas, que son los tres combatientes que aparecen al principio del largometraje en la trinchera justo un poco antes del armisticio de la Primera Guerra Mundial. Pero el personaje que recorre toda la pelicula es el interpretado por James Cagney (Eddie), que al volver de la guerra no puede recuperar su trabajo y se hace gángster. Humphrey Bogart (George) tiene mucha menos presencia y el que se acaba haciendo abogado también. Pero los "secundarios," como Panama (Gladys George) o Danny (Frank McHugh), son magníficos. Ambos son además buenos amigos del protagonista y se distinguen por su lealtad y porque le dan buenos consejos.
Hasta la madre de Jean (Priscilla Lane), que apenas aparece en un par de escenas cortas y pronto se muere, tiene  un perfil bien trazado. Precisamente en el famoso programa de Garci, Qué grande es el cine, cuando emitieron esta película no dejaron de referirse al cuidado en el trazo y el relieve de los personajes y remitieron a la predilección de Walsh por Shakespeare, algo en lo que yo ayer pensé cuando estaba en la Sala Chocron.
El desarrollo de la trama es melodramático pero muy entretenido, porque nos lleva de las trincheras a otros escenarios simplemente traspasando el umbral de una puerta que se abre: la puerta de la pensión donde está Danny el taxista, la entrada de la casa de Jean, la puerta camuflada de un bar clandestino o speakeasy propiedad de Panamá, etcétera.
Jean Renoir, de quien por cierto van a proyectar este mes en la Filmoteca La regla del juego y Nana, nos mueve en escenarios que son un poco como Las meninas de Velázquez: ventanas, espejos, cuadros. Fritz Lang ponía mucho cuidado en las mesas, que ayudaban en la caracterización de los personajes y también en la situación. Las mesas se convierten en una especie de escenario dentro del escenario. Pues Walsh, que usa casi todo el tiempo planos medios (lo que podría llegar a ser muy monótono), emplea algún primer plano y se sirve de las puertas para cambiar de plano. Y eso pone un cierto orden en la realidad, que se nos escaparía, que es enorme, dinámica y muy compleja.



Fotogramas de The roaring twenties (Raoul Walsh, 1939)

Walsh consigue una densidad especial con pocos elementos pero robustos y simples, y la naturalidad queda asegurada porque añade algún detalle de la vida cotidiana aparentemente vano. Por ejemplo la escena del hombre comiendo spaghetti.  
No tenemos ninguna duda del protagonismo de Eddie cuando se reitera cómo su desenvolvimiento va a la par de la historia social y económica, que además se nos va recordando con un montaje de valor documental al estilo de pequeñas crónicas periodísticas que intercala en la trama: aparecen la Ley seca, los gángsters, la violencia, la moda de acortar las faldas, la crisis del 29. Los montajes con voz en off interrumpen la trama pero más bien impulsando el ritmo del largometraje, lejos de entorpecerlo. Actúa como un coro griego. 
Hasta los números musicales están economizados pero vienen a cuento y se integran a la perfección.
Hay un detalle que recuerda lo que ahora se viene llamando en las redes sociales "un perfil falso". En el frente Eddie muestra a los otros combatientes un retrato de una bella joven. Se lo ha enviado una marrain o godmother, una madrina de guerra. Fue un fenómeno que al parecer se originó en la Primera Guerra Mundial y que consistía en que algunas niñas enviaban cartas a los soldados como solidaridad, para hacerles compañía y darles fuerza moral. Pero cuando Eddie visita a Jean para conocerla personalmente, ve que no se parece a la mujer del retrato, que es mucho más joven la mujer verdadera.
En la actualidad parece que en internet abundan los "perfiles falsos", pero esto de Jean parece una idea precursora, aunque seguramente en las artes escénicas y en lo que no lo son hay infinidad de ejemplos de rellenos y fingimientos para aparentar tener más edad o menos.
Para mí es muy estimulante ver estas películas porque en ellas es fácil distinguir el "original" de donde proceden tantas escenas del cine que son tributos o meros desarrollos de algo que hace casi cien años tenía más frescura.
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(*) Traducción no literal:
Panama: [identificando un cuerpo] Es Eddie Barlett. 
Poli: Bien, ¿qué tipo de relación tenía con el?
Panama: No sabría decirlo.
Poli: ¿A qué se dedicaba?
Panama: Era un pez gordo.

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