29.3.11

Como a ti mismamente

A Luis Monfort
*
oy era un típico día de marzo y hasta diría que de ese personaje famoso en el imaginario o folklore inglés, de la liebre de marzo. Después de febrerillo el loco llega marzo. Que no es precisamente el que se representa en la foto del álbum de hoy, la del columpio, que es del principio del otoño. La segunda imagen sí es de hoy, de marzo, con ese cielo azul plomizo o acerado donde aún parecen más tiernos los primeros brotes de los árboles caducos, que son de color verde primavera precisamente. Un día de marzo pueden ustedes pasar frío y calor, o "ni frío ni calor",  puede lucir el sol y llover, pueden doblar una esquina y sorprenderle un soplo de viento impetuoso, puede ser sombrío o todo luz, y puede ser todo ello meteóricamente. Y esos días son precisamente todo lo contrario a aquellos días de verano que son larguísimos y donde todo es un bochorno y un calor inclemente que atenaza o aplasta y produce hasta como delirios y espejismos. Y ¿qué me dicen de aquel frío como de tumba de aquellos días en que el sol apenas tiene fuerza? Sensaciones todas, básicamente las del frío y el calor, que con ser tan conocidas por todos son difíciles de definir, de poner en palabras, hasta de revivir.

La poesía está mal empleada y la publicidad  está corroída por sus esquemas del modelo aspiracional, siempre el mismo, chato, romo, ajeno a que ya hay un montón de mujeres que tienen su propia cuenta corriente y a que la menstruación es un fastidio que hay que llevar lo mejor posible y punto. Por lo tanto hablar sobre lo  que no está consagrado por la costumbre o el "porque sí", la poesía aceptada y la publicidad impuesta es por un lado baladí y se mire por donde se mire al hacerlo estaríamos induciendo al rechazo (frontal o sesgado) o bien estaríamos invitando al mimetismo, cosa que tampoco es deseable. Así que me voy derechita a lo que pretendo explicar y aunque suene un poco raro es igual.

Le oí una vez a un psicólogo ¿o era un psiquiatra? que los niños suelen desarrollar la compasión antes de los tres años. Es precisamente en el mismo estadío en que dicen los neurolingüistas que se tiene que desarrollar el lenguaje. Es decir, los niños que a los tres años no han desarrollado el lenguaje o la compasión es muy difícil que los desarrollen posteriormente. Lo pueden hacer pero con unas dificultades enormes y con mucha ayuda. En el lenguaje desarrollado tardíamente nos encontramos con que el cerebro no se ha organizado bien y no se ha empapado de todas las conexiones que emulan la sintáxis y la morfología, con que los órganos de fonación no están ejercitados y son casi irrecuperables a no ser bajo el entrenamiento de un foniatra muy diligente. En el caso de la compasión también podemos pensar que el cerebro se impermeabiliza y que la mirada se endurece o cosas por el estilo, que todo está al servicio de una insensibilidad o de un cierto egocentrismo o de las dos cosas juntas, que es un combinado no menos vomitivo que la famosa purga de Juanica.

Algún día les explicaré la desintoxicación primaveral que me prescribió una terapeuta ayurvédica bavaresa, que fue con harina de arroz que había hervido horas y aceite de ricino. Mi experiencia previa del enema preoperatorio fue algo mucho más placentero si me quieren creer. La obsesión que tienen en India con los intestinos en general y el colon en particular no es ninguna tontería puesto que es verdad que en ellos está la salud, pero prometo por la salud de mi canario que no volveré a tomar aceite de ricino en la vida.

No se impacienten, ya vengo a lo que iba. La compasión se siente o no se siente. Y no tiene nada que ver con esa pena que aloja un mohín de miedo o de asco o con la superioridad  protectora que sienten algunas personas ante el débil. No, no. La compasión es la pasión con. Palabra clara donde las haya. No busquen más etimologías. No es "llorar por" o "reír de" es "llorar con" y "reír con".

Sea por el jaleo que tuve con el fisco en días pasados, con la nada desestimable intervención de los inertos (fusión de inepto e inerte) de Correos, que alguno hay y me tocó a mí, sea por lo que sea es que hoy andaba como el día. Y eso que ya está todo arreglado hasta nuevo aviso. De manera que de buena mañana me he cruzado con la vieja demenciada que suben cada día por la mañana a la residencia geriátrica cerca de mi calle. Cuando llego por la noche me la cruzo en el sentido contrario. La llevan. Por la mañana la traen. La empuja una mujer americana y ella va en una silla de ruedas, rígida pero como tambaleándose, temblorosa, desmadejada, la mirada perdida, siempre con menos ropa de la que yo le pondría. No solo por el decoro, que no es poco, sino por el frío. Pero seguramente se pensarán que no siente. Se pensarán que como no puede hablar no siente. Hoy cuando ella subía y yo bajaba he pensado, mira, yo podría estar en su lugar. Ella podría ser yo y yo podría muy bien ser ella. Y no sólo porque el sentido de nuestra ruta no era el ordinario, porque era al revés, sino porque ese descubrimiento me ha llegado hasta el tuétano como si yo no fuera nadie, como así es si nos ponemos a pensar.

Al poco rato, cuando iba al centro he pasado por un colegio. Cuando digo "pasado" debo recalcar que he evitado a toda costa la acera afectada por la entrada de los niños. Eran las 9. Yo iba por la acera opuesta. Delante mío caminaba un señor que conozco del otro barrio. Quiero decir no del otro mundo o de la muerte, no, "del otro barrio" donde yo había vivido en mi niñez. Entonces me acordé de que él había tenido un niño, con síndrome de Down. Le llamaron Javier, Javito le llamaban. De niño le lavaban con gelatina de cordero. Le dieron todos los cuidados, pero no pasó de los 30 años creo. Y de la misma manera que me había sentido con la vieja demente, también me sobrevino la idea de que aquellos niños me recordaban a aquel niño que fue Javito y creí sentir con toda precisión aquella especie de herida que lleva su padre al acordarse del niño muerto, su niño. Su hijo. Esa herida está amortiguada o transformada por los años, pero sigue ahí y a veces se nota claramente  porque se abre o porque algo la roza, como una especie de ahogo o de desgarro o de punzada, de pellizco, nunca se sabe.

Después, de regreso a casa, en la calle de la Argentería, toda llena de turistas de todas clases, un travesti fascinante de metro ochenta hacía una sesión fotográfica que nunca olvidaré, cerquísima de la Catedral del Mar. Vestía de viuda negra pero con minifalda. Y otra vez, como había pasado con la anciana del geriátrico y con el padre de Javito, me he puesto inesperadamente en su piel.  Y lo que he sentido fue precioso. Un corazón tan blanco, tan bueno, tan liberado de mezquindades, tan insolente. Lo mismo que me encontré con estos tres seres que saben lo que es el verdadero amor, el que no está hecho de apego o modelos aspiracionales, otro día voy y me cruzo con tres monstruos  que escarnecer o con tres almas que se malogran.  Espero que no.

Parque Central de Nou Barris (Barcelona)
La Torre Llobeta (siglo XV), que le da nombre al barrio de Vilapicina-La Torre Llobeta

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27.3.11

Cuestión de principios y finales

"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros".
Groucho Marx







a película "Cuestión de principios" (Rodrigo Frande, 2009) sería la película totalmente opuesta a la que comentamos el otro día, "Lola". Acaece en Rosario (Argentina), ciudad que se deja ver con mayor placer de lo que se deja ver la Manila que se ve en "Lola". Pero toda la economía de afectos, todos los sentimientos inútiles erróneos que nos evitan en "Lola" no solo sus abuelas sino la guionista Linda Casimiro, aquí campan por sus reales:
"Adalberto, un hombre que vive pontificando sobre los principios y la ética, se ve enfrentado a sus valores, a su familia, e incluso a sí mismo al negarse a venderle a su jefe la antigua revista que a este  le permitiría completar una colección personal. La película está basada en el cuento “Cuestión de principios” de Roberto Fontanarrosa, uno de los más populares escritores y dibujantes argentinos. El guion fue coescrito por él mismo y el director Rodrigo Grande."
El elenco de autores es formidable y coral, y el guion nos regala a raudales lo que más nos gusta de Argentina, un trazo en su punto del molondro del hijo adoptado (Rolito), la buenorra de la oficina (Inés), los amigos Angelito, Reiner y Jauregui -tres sabios como tres copas de tres pinos- y el rematado capullo yuppie del gerente, que es el que hemos elegido para el álbum. La maestría con la que cada personaje empuja, estira o aconseja a Adalberto Castilla (Federico Luppi) sea con razones, argumentos,  presionándolo o simplemente con su apoyo o el papel de testigo, es admirable. Gran película. Mantiene un buen ritmo y la credibilidad no solo de los actores sino de las reacciones de cada cual, que no son por ello necesariamente previsibles.


Fotograma de "Cuestión de principios".  El Sr. Silva
Así que si el domingo pasado encontré en el cine la sabiduría oriental hoy encontré la filosofía y la sabiduría occidentales. Sophia y logia. Pero como hay un torbellino de dignidad, de orgullo, de humillación, de crueldad, de derrota, de rabia, de gratitud y de tantas emociones por las que pasamos a diario a veces incluso mezcladas en un cocktail de difícil asimilación, esa sabiduría occidental parece más bien locura. Cuando Adalberto Castilla acude a su amigo Jauregui, que hace años que no ha visto, esperando encontrar refuerzo en quien fue un contestatario, éste le dirá que la cuestión de principios es mucha veces cuestión de orgullo y pavoneo. Ya estamos de nuevo ante el macho alpha, vaya. Como no hay más remedio que reconocer. Y haciendo una extrapolación y paráfrasis absurda muy arriesgada de las palabras de Manolo (Jesucristo), los principios estarán al servicio del hombre y no el hombre al servicio de los principios. Pero, claro, en la película además de dirimirse principios, se dirimen dos estilos y dos personas y gana claramente el viejo.
Así el otro día no me atreví a  recomendarles que fueran a ver la película "Lola" pero hoy sí que les recomiendo vivamente que no dejen de ver "Cuestión de principios" porque se van a divertir. Pero que hagan como en "Lola" si no quieren llorar más de lo necesario.

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No hay peor ciego que el no quiere oír

Probablemente la primera grabación de "Axéitame a polainiña" fue de Faustino Santalices, que está en la gloria desde el año 1960, y la hizo el año 1949. El "Alalá das Mariñas" de este folklorista, intérprete de zanfona y constructor de gaitas es a mi gusto inmejorable en su pureza (enxebreza). Oír un cantar de ciego es oír a Santalices. Nació en la Baixa Límia, en Orense, el año 1877, en un pueblo que es de los más bonitos que yo he podido conocer, Bande. Allariz, el engendro o parque temático recreado por Quintana, está echado a perder. Bande es auténtico. Además de la iglesia de Santa Comba, una de las pocas iglesias visigóticas que se conservan, probablemente porque quedaba apartada, tiene un tejo impresionante y por lo menos tres ríos. Nunca vi viñas tan verdes en los emparrados ni rosas que tuvieran un olor tan paradisíaco. Después de Santalices, la panxoliña (villancico) "Axéitame a polainiña", que forma parte merecida del prodigioso cancionero gallego, fue versionada por Milladoiro y más tarde por Luar na Lubre, creo que con la voz de Rosa Cedrón.
Antes de pasar propiamente a lo que en verdad importa solo quería señalar que tocar la gaita en un espacio cerrado es una aberración, no siendo alguna pieza muy especial hecha ad hoc y para una catedral. Que se haya asociado la gaita a los macrobotellones y a los estadios y a la descarga brutal de decibelios es algo que reta toda consideración. La gaita se tiene que soplar outdoors y poco rato, que es muy molesta.

Versión instrumental de Milladoiro (después de la publicidad)

Axeitame a polainiña | Arréglame la polainita
Axeitame a polaina | Arréglame la polaina
Axeitama diste lado | Arréglamela de este lado
Que diste outro xa che está | Que del otro ya lo está

As estrelas miudiñas | Las estrellas pequeñitas
Son as que compoñen o tempo | Son las que conciertan el tiempo
Dime, dime rapaciño | Dime, dime, muchacho
Onde telo o pensamento | Donde está tu pensamiento

Púxenme a contar estrelas | Me puse a contar estrellas
E botalas nun sombreiro | Y las puse en un sombrero
Non as puiden dar contado | No las pude acabar de contar
Ata que veu o luceiro | Hasta que vino el lucero

Ímonos daqui que é hora | Vámonos de aquí que es hora
Ímonos daqui que é hora | Vámonos de aquí que es hora
Vaise o carro das estrelas | Se va el carro de las estrellas
E eu non quero durmir fora. | Yo no quiero dormir fuera.



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26.3.11

Los publicanos y los virginales. Díptico sobre el dinero


n resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Arcipreste de Hita, Libro del Buen Amor

l cuadro de hoy mide 77,5 cm por 104,5 cm. El virginal al que se refiere el título del cuadro es el instrumento que toca la mujer en primer plano, una especie de clavicémbalo. La vida de Emanuel de Witte con no ser tan tremenda como la de nuestro Capitán Contreras, fue todo menos tranquila. Su final no lo fue menos:
"Según Arnold Houbraken, después de una discusión sobre la renta, Emanuel De Witte se colgó de un puente una fría tarde de 1692. La cuerda se rompió y De Witte se ahogó. Debido a que el canal se heló esa noche, su cadáver no se encontró hasta once semanas después, en la primavera de 1692" (Wikipedia).
A veces creo sin embargo que las vidas de nuestros congéneres en aquellos siglos pasados fueran en su mayoría tremendas, jalonadas por epidemias, cambios de fortuna, guerras y otras calamidades. A De Witte, como a muchos de sus coetáneos, le persiguieron los problemas económicos y legales (su segunda esposa introdujo a la hija que había tenido con la primera en las mañas del hurto, y por otra parte su obra la tuvo que entregar como garantía). Por lo que se cuenta, su carácter era atroz, cosa que generalmente no ayuda mucho en los negocios ni en nada. Ante ese panorama de trazos más que gruesos, contrasta el espacio que vemos en perspectiva en el cuadro y que revela una cierta templanza y un status social ajenos al pintor de Alkmaar (Holanda).  Podemos pensar que De Witte encontró en la Pintura lo que no había, no hay ni habrá en la realidad, al menos aisladamente.
*
El cuadro de los Arnolfini me permitió referirme al color verde del vestido de la novia o esposa, que finalmente creo que podemos establecer en el llamado verde óxido de cromo. Ayer un pintor me dijo de memoria, sin el cuadro delante que podía ser verde viridiano. La palabra viridiano viene del latín viridis ("verde"), pero me temo que más que designar un color verde verdoso, cosa que resultaría una redundancia muy bonita pero ineficaz, es un calco del nombre en inglés o en neerlandés, etc.
*
El cuadro de De Witte no le supuso la preparación del óxido de cromo, al menos en apariencia y hasta donde yo sé.  Tampoco no hay ni gota de azul, el color más caro por proceder de  una preparación de lapislázuli, piedra semipreciosa. Y sin embargo, el cromatismo de "Interior con mujer tocando el virginal" me parece más que interesante y a diferencia de los otros estudios de la perspectiva que pintó De Witte, este muestra un espacio interior que comunica un cierto sosiego. La luz, a diferencia del cuadro de Jan Van Eyck al que me referí anteayer, entra por la derecha. Y sin embargo, abrumada por mi ignorancia, no sé a qué hora del día puede corresponder la escena. ¿La mañana?, ¿las primeras horas de la tarde? El hecho de que aparezca en la escena del segundo plano una mujer con cofia y delantal barriendo más bien me hace pensar en la mañana, puesto que en general en toda la vieja Europa las mujeres evitaban usar la escoba fuera de esas horas para no inspirar sospechas de brujería o de practicar labores como abortos y otros apaños de monopolio femenino. Por lo tanto, la escena siempre nos lleva al orden,  la paz, la limpieza y sobre todo la tranquilidad, algo que -insisto- creo que De Witte solo encontró en sus cuadros.

"Interior con mujer tocando el virginal" (Emanuel de Witte, 1670-1679). Museum Boijmans Van Beuningen, Rotterdam.

Ayer servidora recibió una misiva del Ministerio de Economía y Hacienda. Para mi tranquilidad no venía en uno de esos sobres opacos de plástico como los que han recibido otras personas y que recuerdan a los productos pornográficos, y no era correo certificado. De todas maneras el texto era un buen ejemplo del lenguaje administrativo que aborrecemos. Además, como precisamente ayer me había estado informando sobre la sentencia del Cuco, el encausado por el asesinato y la violación o la violación y el asesinato de Marta del Castillo, estaba particularmente sensibilizada con lo exquisitos que pueden llegar a ser otros ministerios fiscales, en el caso de Sevilla el judicial. El sistema garantista que proteje al llamado "El Cuco" por ser un menor, por el cual es muy posible que le regalemos entre todos una play station y una privación de libertad mucho más llevadera que aquella a la que sometemos a nuestros ancianos demenciados, ese sistema garantista y su ansia inifinita de paz no recae sobre las víctimas de los recaudadores de impuestos. Gracias a sus facultades de constreñimiento del patrimonio -esto es, que si quieren le pueden embargar a uno su cuenta en la caja de ahorros- nos tienen amenazados con un lenguaje poco menos que cruel, brutal y obsceno ¡Si al menos a El Cuco le hicieran pagar (dinero) por todas las pruebas procesales que provocó con sus mentiras, entre las que la más barata no fue la de vadear un río!
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Hace cosa de 10 años ya las tuve con el Catastro porque resulta que casualmente descubrimos mi anciana madre y yo que habían vinculado a mi padre la propiedad de ¡5! pisos simplemente porque era el único empadronado en Barcelona que con el mismo idéntico nombre tenía el campo correspondiente al DNI bien cumplimentado por el funcionario de turno. Los registros de sus homónimos que tenían el campo del DNI vacío pasaba a apropiárselos mi padre, que ya descansa totalmente en paz gracias a Dios, pero que no pudo disfrutar de este sobresalto porque estaba enfermo de Alzheimer y le evitamos los viajes que tuvimos que hacer para resolver el asunto. Por suerte los otros  José Dominguez habían pagado religiosamente sus catastros siempre, de otra manera hubiéramos descubierto el error-horror de una manera que nos hubiera gustado menos si cabe. 
*
En esta ocasión los memos del Catastro han confundido el piso de mi hermano y el mío, tal vez porque vivimos en el mismo bloque, y en eso y no en ningún trapicheo inmundo, reside la inconsistencia fiscal que me han detectado en su afán por conseguir pasta. Por suerte entre su piso y el mío hay otro, de no ser así me temo que sospecharían que tenemos un chiringo o un negocio raro. La ferocidad y la codicia de los recaudadores de impuestos es tan desacendrada y prepotente que me resisto a calificarla. Que me hayan dirigido una carta tan mal escrita y tan chapucera, donde no llegan a explicar qué problema ven, no tiene perdón y pienso tomar las medidas oportunas, más allá de salvar el problema que han creado ellos mismos, que ya me ha llevado pasar mis ratitos en Correos enviando primero una Carta Administrativa y después un burofax de 29 €. Así no se puede escribir tranquilamente y hacer mis deberes de inglés ni nada.
*
Qué triste que la gente decente tengamos que recurrir siempre al imaginario de los viles publicanos que recaudaban tributos para los chulos de Roma, qué triste que los asociemos a aquellos funcionarios de fino oído que distinguían el tintineo de una moneda secreta en el bolsillo de los harapos de un labrador o un carpintero. Y qué asco. Especialmente cuando mi vida fiscal era más aburrida hasta ayer que las vacaciones de mi canario Trini. Maldito seas Antonio J. Ripollés Armengol. Vaites Ripollés!

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Este post es post hermano de El caso del clavicordio.

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24.3.11

Post 620: Más o menos tiempo

"Las joyas son para toda la vida, los maridos no"
Elizabeth Taylor 

Leo en un muro de Facebook un enlace a una noticia en que se dice que el redactor del obituario de Liz Taylor para New York Times falleció el año 2005. Hay gente que se escandaliza y sonroja porque hay otra gente que prepara obituarios para el servicio de documentación de los media. Es como si la primera gente desconociera la seguridad de que todos (la primera gente, los obituaristas y los demás, a los que no nos han escrito nuestra necrológica) nos fuéramos a morir. De hecho es lo poco que tenemos seguro. Eso y los impuestos, dijo Chesterton. Las joyas de Liz Taylor no solo le acompañaron a lo largo de casi toda su vida sino que además le han sobrevivido.

Hacía tiempo que quería traer al blog el terrier de “El retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa”, que no va a ser menos que el griffon belga de “Peor imposible”, o el perro itzcuintli de Frida Kahlo,  el perrito faldero del retrato de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo (duquesa de Alba) que pintó Goya el año 1795, o el perro semihundido del mismo pintor, o Crab.

No sé yo si en el espejo convexo que hay en el mismo cuadro se refleja el terrier de los Arnolfini. La pintura, que se conserva en la National Gallery de Londres, tiene algo más de 82 cm de largo por 60 de ancho. Aunque debo decir que me estoy haciendo un lío y me pasa un poco como Alicia cuando baja por el tunel del Conejo Blanco y no sabe si es la latitud o la longitud lo que tienen distinto en las Antipatías o Antípodas. También me hago un poco de lío con los timbres de los porteros electrónicos si en el cuadro de botones no está claro qué son los pisos y qué las puertas. Porque en principio las filas deberían representar los pisos y las columnas las puertas, o al menos a mí me lo parece, pero no se crean que cuando estoy ante el panel no tengo mis dudas. Por lo tanto diré que la parte más larga del retrato que pintó Jan Van Eyck hace algo más de 82 cm de largo y que esa longitud corresponde a lo que sería el plano vertical. Por lo demás, el espejo convexo al que se refieren muchos exegetas de esta famosa pintura yo lo veo cóncavo, pero me atengo buenamente al saber ajeno y lo doy por bueno, por breve y por todo. Ya que me he desviado un poquito del tema central aprovecho para decir que el color verde del manto o vestido de Jeanne Cenami -una especie de verde fieltro o verde césped- me espanta a primera vista, pero sea por la costumbre, sea por su mismísima peculiaridad, ya me voy acostumbrando. Yo diría que fuera de ese cuadro nunca vi tal tono de color verde. Tal vez algún batracio en peligro de extinción o aún ignoto lo tiene. Tal vez hay verdes no menos viscosos en los cuadros de la colección renacentista de Thyssen-Bornemisza que he visto en el MNAC, pero con esa brillantez tan impregnada no recuerdo nada. Tratándose el cuadro no de una escena sino de un contrato matrimonial, siempre se le ha dado a ese tono el valor de la esperanza y la fertilidad, mientras que el terrier aporta la cláusula iconográfica de lo que los hermeneutas llaman "fidelidad" y yo prefiero llamar "lealtad" pero cada vez con menos empeño. El verde envenenado de la "Joven decadente" de Ramon Casas es más bilioso y no tiene el contrapunto del rojo sino del negro, color ante el cual también es raro quedarse indiferente o como si tal cosa.

Todos los elementos del cuadro de Van Eyck recrean un status: el rosario, ¿el espantamoscas?, el vestido, las joyas,  la blancura de las teces, el perro. Un poco, mal comparado, me recuerda a esas fotos que ha hecho para Louis Vuitton Annie Leibovitz, en donde el retrato de personajes como Gorvachev, Sean Connery, Andre Agassi o Francis Ford Coppola se apoya en el entorno y en los objetos. Lo que me maravilla del cuadro no es eso. Tampoco es el espejo convexo que refleja en el centro de las escenas (diez de catorce) de la pasión de Jesús a los testigos de la boda y una ventana. Eso está bien, pero lo que me maravilla es como el hieratismo del mercader es compensado por el de su esposa (él está a punto de desintegrarse y ella está a punto de explotar). La tensión o la quietud de los objetos, a poco que nos fijemos, pasa de la inmovilidad a la noción de que aquello está a punto de transformarse, de que no es totalmente inerte. Prefigura la instantánea fotográfica.

El experimento cronofotográfico precinematográfico de Eadweard Muybridge conocido como "el caballo en movimiento", sirvió para demostrar algo que había levantado una gran polémica a finales del siglo XIX en California, que los caballos cuando galopan llegan a quedar en algún momento como suspensos, sin que ninguno de sus cascos toquen el suelo. A mi entender el cuadro de Van Eyck demuestra algo parecido al mostrar, para quien mire en nuestro caso con ojos tiernos la escena, que el movimiento está presente. A veces no nos acordamos de que tenemos que hacernos amigos del tiempo. Curiosamente, el perro parece hasta vivir. Será porque no tiene que demostrar nada.
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Detalle de "El retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa" (Jan Van Eyck, 1434)


La wikipedia se refiere a un vídeoclip de U2 que usa, por decirlo alguna manera, los experimentos de Muybridge. No sé si busco mal, pero lo que he encontrado le resulta intolerable a mis oídos. Más tolerable a los sentidos es el uso que hizo Philip Glass, en su homenaje "The Photographer".
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22.3.11

Abuelas

En los años ochenta era común ver los domingos en la Plaza de Cataluña grupos de filipinos que tenían como punto de reunión el centro. La mayoría eran mujeres jóvenes y parece que se dedicaban al servicio doméstico, pero también había bastantes hombres. Incluso una vez a eso de las nueve de la noche, o incluso más tarde, vi los portones de de la Basílica del Mar abiertos y cuando me asomé pude darme cuenta de que se estaba celebrando una misa en tagalo. Ahora mismo no sé explicarme ni explicarles porqué en aquel entonces la escena me resultó irreal o que pertenecía, mejor dicho, a otra realidad. No sé si por la luz pelágica que rodeaba el altar o por el idioma que ungía la liturgia de palabras que ardían como no ardió nunca ni la cera. Más allá o más acá de esa escena no sé casi que nada más sobre nuestra antigua colonia. Ni siquiera conozco a nadie que haya estado por un decir en Manila. Los diarios no traen noticias de la isla, a no ser supongo en época de tifones.
Con este bagaje tan liviano fui  el domingo a ver en el cine "Lola" (Brillante Mendoza, 2009). Sin ánimo de adelantarles ningún detalle crucial del desenlace, les participo una sinopsis:

"Dos ancianas deben lidiar con las consecuencias de un crimen que involucra a sus respectivos nietos: uno es la víctima y el otro es el sospechoso. Pobres y débiles, ambas mujeres parten en busca de dinero en mitad de una tormenta. Sepa, acompañada de su nieto menor, enciende una vela en el lugar del asesinato de su otro nieto a manos de un ladrón de móviles. Luego inicia su búsqueda de fondos para el funeral y el juicio. Por su parte, Puring se enfrasca en una laboriosa recogida de dinero para conseguir la libertad temporal de su nieto, el asaltante". (La Butaca)

Lola quiere decir "abuela" y es por eso por lo que en los países anglófonos la película se ha distribuido bajo el título de "Grandmother". La película está situada en Manila, en época de lluvias, y no diremos nunca que vayan a verla por su colorido o por su interés turístico. Como  en otras localizaciones del mundo tendríamos que recurrir al eufemismo de advertir que el lugar es muy interesante humanamente o que es toda una experiencia. Dicho esto me remito a  lo que traba el guion que es por un lado el afán de la abuela Sepa por juntar dinero para el entierro de su nieto y el de abuela Puring por conseguir sacar de la cárcel al suyo, también con dinero. El encuentro de las dos abuelas previo a la vista por el presunto asesinato por parte del encausado, para llegar a un acuerdo económico, es todo un clásico del diálogo entre dos viejas sobre sus achaques y remedios. Es muy bonito ver como las dos abuelas consiguen como  bien templadas flechas llegar a su objetivo y esto sin sentimentalismos ni rabietas estériles. Lola Puring desempeña el televisor gracias tal vez a que vende unos patos y unos huevos de pato que le da una parienta del pueblo, y Lola Sepa empeña su tarjeta de pensionista con el mínimo esfuerzo. Me refiero a que no solo no pueden poner en sus actos más energía, sino que no la desperdician. Ya ancianas, en el final de sus vidas, tienen que prescindir, venganza incluida,  de todo cuanto no es la consecución de lo que se proponen.Y lo consiguen.

"Lola" (Brillante Mendoza, 2009). Anita Linda y Rustica Carpio

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Gustos y colores

"L'amour est avant tout le don de soi-même"
Jean Anouilh

eemprendo el tema de “Los dos árboles”, el tema que merece toda la atención, que es el de mirar en nuestro propio corazón (gaze in thine your own heart) y no dejarse amedrentar por el espejo del cinismo y los graznidos de los cuervos.
Estos días precisamente venía pensando en lo difícil que a veces resulta no ya “consultar la almohada”, locución que solo imaginarla me produce desasosiego, sino elegir o decidirse. Ha habido largas temporadas en las que las posibilidades se bifurcaban en mi magín hasta casi el infinito. De hecho mi noción del infinito solo puedo representármela: a) como una enorme montaña de caca espesa cuyo peso es intolerable; b) como un gigantesco cielo estrellado  y purísimo o, c) como la suma de las probabilidades que puedo calcular de camino a la cocina de lo que puedo hacer con lo que hay en el frigorífico, que tampoco es que sea tanto excepto por el agobio, incluida la de no hacer nada.
Después de haber pasado por alguna de esas temporadas en que las dudas me asediaban a cada paso he llegado, supongo que más por cansancio que no porque las elucubraciones fuesen productivas, a tener una determinación rayana no con la infalibilidad, por supuesto, pero que está tan llena de certidumbre que creo que solo por eso es casi imposible que me equivoque. Es decir, yo no me equivoco. Si algo sale mal es porque ya estaba mal o porque lo han estropeado factores intrusos, ajenos, o que tienen que ver con lo que clasificaríamos en “mala suerte”, “fatalidad” o cosas por el estilo en las que prefiero no reparar. Es decir que hago lo que creo que tengo que hacer sin preocuparme demasiado por los frutos. Esto lo puedo decir desde luego gracias a que mis allegados y yo tenemos el pan asegurado por lo menos por ahora.
Pienso que así en general a veces las dudas vienen por la manía de gustar. No la de complacer, que esa es otra. No, la de gustar. Y es muy difícil gustar a todo el mundo. Podrá ser que habrá alguien que gustará a todo el mundo, pero no lo conozco. Y, yendo a la broma fácil, es posible que si hay alguien que gusta a todo el mundo habrá alguien complementario a quien no le guste pero que nada esa gente tan popular que gusta a todo el mundo. También sabemos ya de demasiados casos en los que alguien muy popular resulta ser en definitiva un montaje, una falsificación o una bola pura y dura y que tras el parapeto de la fama se oculta un monstruo, una desgracia, una falacia. 
A veces nuestro deseo de gustar sucumbe ante nuestros “iguales” y queremos gustar a los que consideramos amigos o parientes. Otras veces habrá quien quiera gustar a los “superiores”, jefes y demás. Otras veces habrá quien busque gustar a los que considera “inferiores” (es una manera de hablar). Los ardides de la atracción sexual merecen capítulo aparte. En India, tradicionalmente, las mujeres de las clases sociales que se pueden permitir tener un buen fondo de armario, no se visten menos de 4 o 5 saris cada día y esto solo con el objeto de complacer a los que les rodean. Los colores de la seda son brillantes como los de las flores o los de los reptiles, son vistosos, alegran la vista. No hay nada de malo en agradar, cuando lo hacemos como un regalo, como un ofrecimiento o hasta un sacrificio. Pero si es un sometimiento ahí juegan otros elementos que nada tienen que ver con el azul lapislázuli o el amarillo azafrán o ave del paraíso, sino que tienden a aquel color que coge la plastilina cuando la mezclamos o que tiene de natural el nasikabatrachus sahyadrensis o rana púrpura.



La letra "R" pertenece a la obra Alfabeto di lettere iniziale del siglo XVIII compuesto por 24 láminas de iniciales de estilo rococó, diseñadas por Mauro Poggi, dibujadas en tinta por Andrea Bimbi y grabadas por Lorenzo Lorenzi.

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21.3.11

37 | Creer

Campoamor, 36 (Horta, Barcelona)
"Los viejos lo creen todo; los adultos todo lo sospechan; mientras que los jóvenes todo lo saben"
Oscar Wilde


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20.3.11

La camelia de Pillnitz

ólo alguna vez he lamentado que mi identidad digital sea diáfana y no escudarme en un pseudónimo o pseudoanónimo o sesudónimo. Y eso es cuando en ocasiones como la de hoy intentaría reflexionar sobre lo que estoy viendo que pasa en el lugar donde me gano el pan y donde están empezando a caer en cascada muchos puestos de trabajo sin plaza en propiedad y las personas que los ocupaban son desplazadas de arriba a abajo o a un centro de salud primaria, o de abajo a la calle, según sea el tipo de cargo, contrato o pufo  (*) que tenían. Como no puedo decir además gran cosa, callo, pero eso no significa que no lo observe y en algún caso lo sienta. No me importan gran cosa los carguitos que habían proliferado y que ahora serán reintegrados a su plaza de origen, sino la gente que ocupaba esas plazas mientras sus propietarios se dedicaban a coordinar, ir de congresos y esas cosas. Se suele decir en la Administración pública que un camello es un caballo hecho por una comisión y es verdad. 

Si mi identidad digital estuviera enmascarada bajo el nombre de una princesa medieval, un pokémon, una diosa, o alguna heroína romántica, ahora ésta que escribe estaría hablando de porqué los gerentes de los hospitales perciben sus incentivos por la regla de tres del número de plazas que destruyen multiplicado por dos y dividido por 3,76767676 elevado al cubo. También hablaría de que en los hospitales públicos circula dinero que no es público y que por lo tanto es difícil de fiscalizar o controlar, analizar, fijar y dar esplendor, y de oca en oca tiro porque me toca. Para los que no entienden las cosas a la primera añadiré que me importa un pito el gerente de mi hospital (que es más de lo que yo le importo a él, por otra parte), y que si callo no es por él y la gente como él sino por los pufos y los que todavía están más en precario.

Por lo tanto otra vez tendré que recurrir al legendario y encumbrado tema de las flores del melocotonero, un tópico en el que se han probado hasta las mejores plumas y que por lo tanto no es cualquier cosa. La rueda de los días va girando, a veces como un carrusel, a veces como las orugas de un tanque, a veces como el remolino del agua cuando desaparece pútridamente por un sumidero lleno de suciedad, a veces como una hoja seca que cae buenamente como puede. Dicen que la Luna, que ayer se pudo ver además de redonda más grande de lo normal porque estaba más próxima, se está alejando cuatro centímetros cada año de la Tierra. Cuatro centímetros no son nada, como los veinte años del tango, pero pienso que algo se tiene que notar a la corta y a la larga. Aparte de la improbable o no tan improbable influencia de la Luna en los maníacos, en la gestación, en la fermentación del vino, en el crecimiento de las plantas y en las mareas, creo que también ejerce alguna influencia en asuntos que apenas tenemos en consideración pero que acumulados son mucho. En mi modesta opinión la Luna interviene mucho en la formación del polvo y he observado que hay días que es inútil levantar el polvo de la casa porque está como imantado. De manera que si es cierto que la Luna influye en los bancos de atunes y en las borras, como a mí me lo parece, no necesito saber más.

Dicho esto habrá que añadirse que uno de los ejemplares singulares de la flora de Europa, como íbamos diciendo, es el camelio del Palacio de Pillnitz en Alemania. Fue un regalo del emperador del Japón el año 1776 y primero estuvo en Inglaterra, al parecer. Se suele decir que es el camelio más viejo de Europa, pero yo diría que el Matusalén del Parque de Castrelos en Vigo por lo menos es casi tan grande y si no es tan viejo le debe andar por ahí. Desconozco la razón por la que hay tantos camelios en Galicia, pero ayer vislumbré uno en flor en la tele, cuando hacían un reportaje sobre la fiesta de los Pepes de El Ferrol. El milagro se produce cada año, el de las camelias digo. De una de sus 100 o 250 especies, según quien las cuente, de la Camellia sinensis, procede el té. Como tampoco está nada claro si es un árbol o un arbusto, me decanto por la primera opción y punto. La flor, cuando llega al final de su vida se deja caer de una vez y para el sonido que hace ese desasimiento y ese dejarse vencer tienen los chinos en su lengua una palabra, según le oí una vez a Álvaro Cunqueiro. El ilustre escritor de Mondoñedo, equiparable a Josep Pla, también decía que los gallegos se parecían a los chinos en que se lo comían todo y no vivían -esto ya lo digo yo- bajo el imperio de aquellas páginas de la Biblia que han determinado nuestra gastronomía. Pero, bien mirado, gracias a que los judíos no pueden comer cerdo o pulpo, tenemos más para nosotros. Perro no comemos.

(*) El pufo es, hasta donde y se, un arreglo por el cual hay un quítate de ahí que me pongo yo, pero en el que a veces ni siquiera los afectados saben donde están ni a cuento de qué. Es decir, hay algún caso en el que una plaza la ocupa no la persona que tendría que ocuparla después de haber pasado un proceso público de oposición. De cara al órgano de la administración inmediatamente superior puede parecer que sí, pero en realidad esa persona la meten en otro sitio en el que pueda ser olvidada y en su lugar ponen a alguien que no tiene donde caerse muerto porque no ha ganado ninguna plaza pero que por los méritos cualesquiera que hizo se considera que es insubstituible. Ahí tenemos dos afectados, uno que está desplazado de su sitio sin saberlo y otro al que se le ha hecho el pufo para retenerlo.  La cosa se complica cuando un pufo afecta a varias personas, cuando se desplaza a varias personas de su sitio a fin de que no pueda destacarse tan claramente quien es el que ha sido privilegiado con el pufo principal.


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17.3.11

Post 619: Las buenas causas

"Una obra de arte es, desde luego, siempre original; 
su naturaleza misma, por lo tanto, hace que se presente como una sorpresa 
más o menos 
alarmante." (Lolita, V. Nabokov)


stoy escuchando una vez más “Las lágrimas” de Sergéi Vasílievich Rajmáninov tocada por Martha Argerich y Lilya Zilberstein. Aunque no he escuchado la discografía de  Dmitri Dmítrievich Shostakóvich ni la de Rajmáninov  con la atención, la dedicación y la presencia que se merecen, puedo decir que son compositores que tienen sobre mis oídos o mi alma nada privilegiados el maravilloso efecto que ejerciera algo que es mucho más que música. Admito que hay música perturbadora, y como dije hace unos días incluso la hay que lo es sin ni siquiera ser molesta. Pero estos compositores rusos me hablan de una manera de sentir directa, sin efusiones ni fingimientos. Tal vez porque mis castigados oídos están acostumbrados a las convenciones y amaneramientos aparentes del Barroco y  a algunos socorridos tics del jazz, Rajmáninov y Shostakóvich me dicen algo nuevo por no consabido, porque no está desgastado e incorporado a los anuncios de coches junto con el color de fábrica. Ese punto de clemencia dolorida, lúcida, al que se llega después de lo que es impracticable, imposible, sincero, solo lo había encontrado en Beethoven y tal vez en Brahms. Además es una música que estando en esa misma sensibilidad en la que se destrozaron los nervios los románticos, sinestésicamente diríamos que se nos antoja con una luz tibia como la del resplandor del cielo nublado, brillante como una gota de rocío o el preciso filo de un cuchillo en el que pondríamos nuestra vida, como en una vía acerada, si hubiera la necesidad o el apremio de ofrecerla. Mozart está en otra realidad, como pasa con Bugs Bunny y Micky Mouse, que pertenecen a factorías de ficción diferentes y rara vez coinciden a no ser en recreaciones que conculcan la ley de la verosimilitud.
Me fascina la música y la literatura rusas, me gusta el cine ruso, y sin embargo algo me aleja de Rusia que no es el alma rusa, que es algo que a ellos, a los rusos, tampoco les debe gustar de ellos mismos. Todo esto, claro está, son suposiciones, especialmente porque nunca he estado en la antigua Unión Soviética. Hay rusos en Barcelona, creo que en número significativo, pero todo lo más que llegamos a advertir de su presencia es el lenguaje. Además no sé si sirven para rusos, de la misma manera que no sé si yo sirvo para barcelonesa. Creo que no. Mi cansancio general en muchas cuestiones llega al punto de extenuación máxima cuando se habla, por un decir, de los japoneses o de los burkineses. En estas cuestiones hay dos maneras de meter la pata hasta las corvas: una cuando hablamos de nuestro país cuando estamos de viaje y otra cuando hablamos de otros países en nuestro propio país. No se me ocurre otra forma más de meter la pata como no sea la de introducir terceras partes, variante que en realidad poco incorpora a la dinámica de los tópicos y las patrañas. Las patrañas son las que solemos contar los españoles, p.e., cuando vamos al extranjero y hablamos de nuestro propio país y nos inventamos lo que desconocemos u organizamos la realidad a nuestra comodidad. Patrañas son las que se inventaba Enric Marco sobre Mathausen-Gusen o Tania Head sobre  el atentado de las Torres Gemelas, de la que se declaró superviviente. Tanto el impostor como el trolero buscan un ratito de ser el centro de atención y de dejar de ser como todos los otros gatos pardos.  Casi siempre se buscan una buena causa. Tópicos son las socorridas afirmaciones a las que se suele acudir por la misma razón (comodidad) pero en este caso recurriendo indigentemente a lo que otros ya han dicho y manido.
El primer trabajo que hice remunerado fue en un laboratorio que tenía un contingente de altos ejecutivos japoneses. Me pilló allí el golpe de Tejero. Después he podido conocer someramente algunos japoneses y japonesas, por cuestiones que no son al caso. Sé con todo que los nipones a quienes se les permite emigrar de su país tienen un perfil muy determinado. Y sé que cuando vuelven tienen dificultades para reintegrarse, ni más ni menos que lo que pasa supongo con los venezolanos que han estado en Europa, los gallegos que han estado en la Argentina, etc. Sin embargo, con todo lo que creo saber, que es bien poco, no podría llegar muy lejos y lo dejaría reposar, como casi todo. De lo que yo al menos no tengo ninguna duda es de que el tsunami de la semana pasada en el nordeste de Japón les irá muy bien. Soy consciente de que en frases como ésta precedente es en las que se apoyan los comentarios desabridos o desconsiderados que no nos gustan a los bloggers, aquellos comentarios que obvian todas las explicaciones y sus merodeos, aquellos comentarios que descontextualizan y se van derechos al botón de la manita con el pulgar hacia abajo o hacia arriba como si tuvieran que votar o como si fuera el Facebook. Prosigo. Creo que esta desgracia y las calamidades añadidas les irán bien porque estaban necesitando un motivo de regeneración, o de perfeccionamiento o de lo que quieran ustedes. Intentaré aproximarme al núcleo de lo que quiero decir con todo cuidado: pienso que si los japoneses no tuvieran una razón como la que les ha dado la ola gigante, tan aplastante, para levantar su país es posible que se hubieran vuelto todos locos o, la otra opción descabellada, artistas. Como es natural, esta es solo no “mi” opinión sino que además es “una” u "otra" opinión.

Si hay algo comparable a sentirse amado es solo acaso sentirse útil.


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36 | Cochecito mal aparcado

Foto: Aaoiue

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14.3.11

Pájaros y augurios







yer me preguntaba por los mirlos que en los últimos años se acercan a mi barrio por primavera. Mirlos negros. Pues hoy ya oí cantar uno. El de mi bloque. Se apostan por áreas de varias manzanas, en puntos equidistantes, y se trasmiten algo que seguramente discurre sobre las posibilidades de la zona (los alimentos). El canto del mirlo está, como no podía ser de otra manera en Youtube, aunque yo empiezo a pensar que cada mirlo tiene un timbre especial. En la canción de The Beatles también se puede oír un mirlo. Pero si afinan el oído en la grabación que enlazo escucharán como en un eco el canto del mirlo que se oye en primer plano. El mirlo lo mismo canta por la mañana que cuando se pone el sol, no como otros. Recuerden la escena V del acto III de Romeo y Julieta, cuando Shakespeare resuelve el clásico motivo de la albada con un diálogo en el que la pareja discute si lo que acaban de oír es un ruiseñor (y por lo tanto sería el atardecer) o una alondra (y por lo tanto sería la aurora).
*
La imagen de hoy en el álbum es sin embargo la de un kachô-e con un cuervo y unas hojas de gingko biloba. El cuervo está más bien asociado con la noche, tal vez porque son más que negros, negrísimos como el azabache y casi virando al azul no a la obsidiana. "La obsidiana negra tiene el negro más negro de todos los negros que conozco. Más negra que el basalto, que un teléfono de baquelita gastada que más bien tira al carbón y a la antracita. Más negro que un dominó en Rialto. Más negro que un smoking negrísimo. Más negro que la tinta del calamar y la del humo, más negro que la laca china o el ónice o el azabache. Más negro que los ojos de gamba de mi canario, Trinidad Domínguez. Más negro que un piano de cola. Mucho más negro. Es el negro en su negritud y con tanta lucidez" (El reino mineral)

Watanabe Seitei

En *A la flor del berro hubo una traducción que había hecho de Yeats sobre su poema "The two trees" que algún día recuperaré puesto que la tengo en mi archivo digital. He decidido que, si nos dejan en paz, iré recuperando todos los posts que en un primer momento deseché, que eran la mitad poco más o menos. Y uno de ellos era la traducción de ese poema, en el que los cuervos no quedan muy bien parados porque representan la manera que tiene la vida de tendernos trampas para desviar nuestra atención y llenarnos de miedo, preocupación, furia o inquietud. Me costaría menos volverlo a colgar que explicar que voy a colgarlo, pensarán ustedes, pero es que lo malo es que por alguna razón el post "Los dos árboles" no lo encuentro y lo de transcribirlo desde el mecanoscrito lo dejo como última opción (*). El post que traduce el poema de Yeats lo puedo recuperar a mano, pero el que nunca llegué a copiar, el de la casa tradicional japonesa, ese lo reharé. El hecho de que sea el único post de cosa de 500 que érroneamente o por descuido dejé de guardar en mi archivo estos días adquiere todo su sentido o todo su sinsentido a la vista de la devastación del Japón. Como es un post que recuerdo en sus líneas generales perfectamente, lo volveré a escribir, a pesar de que estaba muy documentado y que no soy la misma que lo escribió a finales de mayo del 2010.

En Barcelona no hay cuervos, que yo sepa, y es un pájaro que yo no asocio con el mal agüero, por razones que ahora no son al caso, pero que tienen que ver con mi "educación sentimental" en Galicia. Por el mismo motivo por el que las gaviotas anidan en Sant Martí de Provençals, algo que parece disparatado y anacrónico, es por lo que los cuervos se posan desde que se recuerdan en una cala que hay en el pueblo de mi madre y que se llama precisamente Corveiro. Curiosamente nadie ha hecho tanto por el celtismo o sus fantasías y mitos como Yeats, quitando a Murguía, el que fue esposo de Rosalía de Castro. Y a pesar de que los cuervos en la tradición celta tienen un papel no necesariamente identificado con las fuerzas malignas ni nada que se le parezca, el poema de Yeats, insistó, parece que se lo asigna.  

Un cuervo famoso que tenemos en la literatura es el que aparece en un poema famosísimo de Poe, Nevermore, conocido canónicamente por "The raven" ("El cuervo"), donde el gran escritor aprovecha el hecho de que los cuervos pueden hablar para a que toda interpelación del personaje en primera persona del poema, el pájaro contesta "Nevermore".  Grazna "nevermore", y la o es un gruñido gutural y sombrío, lúgubre, y suena mucho mejor o es más convincente y desoladora para el caso que "nunca más". 

Hay una versión de The Alan Parsons Project para "The raven" y una versión de Loreena McKennitt, de "The two trees" que no puedo escuchar sin que se me aneguen los ojos.

Cuando fue el terremoto de Chile, días después se recordó que no sé que anfibio había abandonado como alma que lleva el diablo sus tierras una semana antes de que temblaran. En la isla del sol naciente no se ha dicho nada, que yo sepa, de los animales. Y tal vez ellos sean los únicos que saben no lo que tenía que pasar sino incluso lo que ha pasado. 



"Black bird" (The Beatles)
*
P.P. 
(*) P.S. Finalmente he podido o he tenido que publicar la traducción hoy en "Lo mejor de lo peor" porque me he encontrado mi versión apropiada indebidamente pero providencialmente en otro blog, como explico en el post en cuestión.


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Lo mejor de lo peor

ace un tiempo escribí un post que se titulo "Lo peor de lo mejor" y ahora me veo escribiendo "Lo mejor de lo peor". Y es que esta mañana he podido recuperar mi traducción del poema de "The two trees", aunque con un error de transcripción, en una web llamada Colour me in, y sin que se cite su fuente. Le digo a la propietaria del weblog, que pienso que es mexicano, en forma de comentario: 
"Esta traducción del poema "The two trees" de William Butler Yeats la hice yo el año 1996 y estuvo en el blog *A la flor del berro desde 2007 hasta octubre del año pasado, cuando el blog fue suprimido. Creo conveniente que cuando ustedes adopten o sencillamente se apropien del contenido de otro blog tengan en consideración la posibilidad de revelar la fuente. Es una práctica habitual en los medios de comunicación y de trasmisión de los conocimientos, y romper esa tradición y buena práctica es abocarnos al desconcierto. Especialmente cuando mi traducción del poema de Yeats no es canónica ni pretende serlo.
Si ustedes no pueden aportar contenidos nuevos y verdaderamente originales a la red, por favor, indiquen las fuentes porque de otra manera no solo incurren en un delito contra la propiedad intelectual sino que además añaden desconcierto y desmerecen la probidad de la red.
Muchas gracias,
Marta Domínguez-Senra"

Verdaderamente creo que no está en el ánimo de Eva Posas el plagio y probablemente la traducción igual la encontró en otro lugar y estará perdida en el espacio como tantas otras cosas habrá. Más que el denunciar el plagio pretendo rectificar la torpeza o ingenuidad. En mi caso, siempre que puedo, incluyo la fuente de la traducción de las versiones en otras lenguas o haga una mía literal. Tanto si publica el comentario que le he dejado como si no, cosa que me es indiferente, lo que sí es cierto es que a partir de ahora tal vez irá con un poquito más de cuidado a la hora de agregar contenidos a su página.

No tengo ninguna duda de que la traducción que se apropiaron es la que yo hice porque  es idéntica al ejemplar en papel y hay palabras en las que me tuve que detener más de lo que soy capaz de reconocer y la versión fue correcta pero al límite de lo posible. Y ahora, sin más, y gracias a la fusilada que hicieron en la red de mi traducción, aquí la tienen:


Amado, mira en tu propio corazón
El árbol sagrado crece allí;
Las sagradas ramas brotan con la alegría
de cuantas temblorosas flores echa.
Los colores amables de sus frutos
se bruñiron a la gozosa luz de las estrellas;
La firmeza de su oculta raíz
prendió en la noche dichosa;
La agitación de su copa hojosa
debe a las alas su melodía,
y unió a mis labios la música
para entonarte un encantamiento.

Allí el Amor fluye
en el círculo flamígero de los días nuestros,
girando, caracoleando aquí y allá
de esas maneras desconocientes prodigiosas;
Recordando la agitada copa
y cómo alzan el vuelo las sandalias aladas,
que tus ojos se abran llenos de tierno interés;
Amado, mira en tu propio corazón.

Nunca mires en el espejo del cinismo
que los demonios, con aquella sutil astucia suya, nos tienden al pasar.
O sólo mira por un instante;
Allí prospera una fatal imagen
que refleja una noche tormentosa,
raíces medio ocultas bajo la nieve,
ramas rotas y hojas renegridas.

Por eso debes regresar a la inocencia
desde el siniestro umbral que alzan los demonios,
el espejo de espejismos
que fue levantado aquella vez que Dios durmió.
Allí entre las tronchadas ramas, van
los cuervos que incesantemente deliberan;
volando y graznando de aquí para allá,
de cruel garra y voraz garganta,
o se detienen a husmear el aire,
y sacuden sus crespas alas.
Tus tiernos ojos exageran todo cuanto no es bueno:
Amado, mira en tu propio corazón,
el árbol sagrado crece allí:
sus ramas sagradas brotan alborozadas
como las gráciles flores que echa.
Recordando aquella copa agitada
y cómo alzan el vuelo las aladas sandalias,
que tus ojos se abran llenos de considerada atención;
Amado, mira en tu propio corazón.

(W. B. Yeats, “Los dos árboles”, traducción de Marta-R. Domínguez Senra© 1996)

___________

Beloved, gaze in thine own heart
The holy tree is growing there
From joy the holy branches start
And all the trembling flowers they bear
The changing colours of its fruit
Have dowered the stars with merry light
The surety of its hidden root
Has planted quiet in the night
The shaking of its leafy head
Has given the waves their melody
And made my lips and music wed
Murmuring a wizard song for thee

There the Loves a circle go
The flaming circle of our days
Gyring, spiring to and fro
In those great ignorant leafy ways
Remembering all that shaken hair
And how the winged sandals dart
Thine eyes grow full of tender care
Beloved, gaze in thine own heart

Gaze no more in the bitter glass
The demons, with their subtle guile
Lift up before to when they pass
Or only gaze a little while
For there a fatal image grows
That the stormy night receives
Roots half hidden under snows
Broken boughs and blackened leaves

For all thing turn to barenness
In the dim glass the demons hold
The glass of outer weariness
Made when God slept in times of old
There, through the broken branches, go
The ravens of unresting thought
Flying, crying, to and fro
Cruel claw and hungry throat
Or else they stand and sniff the wind
And shake their ragged wings: alas!
Thy tender eyes grow all unkind
Gaze no more in the bitter glass

Beloved, gaze in thine own heart
The holy tree is growing there
From joy and holy branches start
And all the trembling flowers they bear
Remembering all that shaken hair
And how the winged sandals dart
Thine eyes grow full of tender care
Beloved, gaze in thine own heart
William Butler Yeats, “The Two Trees"


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13.3.11

Pájaros y flores (kachô-e)

Ayer cambié el avatar que venía usando en la blogosfera desde el verano de 2007 por un kachô-e, esto es, por un grabado japonés en el que se suelen representar pájaros y flores. Las dos hojas de berro como dos ojos tenían que ver con el blog que cerré en octubre pero cada vez representaban menos este blog que me ocupa ahora.
Como transición, les ofrezco unas imágenes de más muestras de varios artistas o artesanos japoneses de kachô-e y en un próximo post añadiré algunas palabras a lo que ahora creo que ya es elocuente sin más. Ofrezco estas imágenes de shintoismo y silencio a las incontables víctimas del último tsunami.
Aquí
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11.3.11

La devastación

A E. Peña


sta mañana, cuando veía en Youtube las primeras imágenes del tsunami o maremoto del Japón, he de admitir que me parecieron de una gran belleza. Después del estruendoso fracaso de mi intento de equiparar pederastia (vicio privado que tuvo su momento de esplendor) y la maledicencia (vicio público cada día más aceptado y que a mi entender empeora lo que parece inempeorable), decir que un tsunami es hermoso ya sé que me condena a la desaprobación, el escándalo y el ostracismo. El instinto especulativo es tan romo que no espero una ovación ni mucho menos. Me importa un rábano. Sé también que a estas alturas del día se cuentan unas 1000 víctimas y que no es el momento de invocar el impulso destructor que por naturaleza tiene el mundo en el que vivimos. Esto lo saben en la India, donde se inventó el cero y otras cosas y donde se sabe que hay un impulso creador, otro destructor y un tercero conservador. Es el Tri-murti. Si mal no recuerdo, la invocación "Om namah Shivayah" que siempre corona o fundamenta el camino del yoguini implora por ese impulso de destrucción, que no es visto como algo negativo o desfavorable. sino como algo purificador y regenerador. Como pretendo escribir estas palabras a vuelapluma y como nunca antes ajena a toda opinión, incluso la mía, no voy a comprobar -como es mi costumbre- esas nociones. 

La gran ola de Kanagawa (Katsushika Hokusai, 1830-1833. Metropolitan Museum, NY)

Precisamente he estado mirando hace un ratito las imágenes en una cadena televisiva india. Otra cosa que sé y que a lo mejor ya saben los lectores de esta parte del mundo es que los japoneses están acostumbradísimos a los terremotos. Una amiga mía estuvo allí invitada a cuerpo de reina 20 días por una boda y padeció, a riesgo de perder sus bien templados nervios, 7 terremotos. Cuando la Tierra tiembla, los japoneses encienden la TV y hacen lo que les dicen. Si el señor de la TV les dice que bajen las escaleras hasta la calle, obedecen. Si dice que aguarden debajo de las mesas o en umbrales reforzados antisísmicos, permanecen. Si les dicen que esperen en el cuarto de baño y aguarden nuevas instrucciones, esperan. Obedecen, aguardan y esperan con una presencia de ánimo que solo pueden comprender los que hemos/han tratado con estos congéneres del este. Son duros por dentro y lenes por fuera.

Alguna vez me he sentido identificada no ya con los japoneses sino con el mismísimo Japón, pero quien se puso ha estudiar Filologia Árabe solo por que le gustaba una canción argelina que ni siquiera era árabe ni argelina (sino de la Kabilia), puede ser capaz de identificarse con cualquier cosa. Para cuando me enteré que "Avava inouva" era bereber y no árabe, ya me había estudiado prácticamente todo el aljamiado hispánico y gran parte de la morfología del árabe clásico. Así que me pasé a Filologia Clásica por Ovidio, que no se estudiaba -por su dificultad métrica, léxica y sintáctica- hasta el último curso de Latín. Y así vamos. Lo que una es capaz de hacer por una canción no lo haría ni Belén Esteban ni casi nadie fuera de "O'Brother". 

Japón, decía, es como el Ave Fénix de que nos hablaba el otro día Sergio, ese hombre tan bueno y sin embargo tan razonable. Japón está continuamente reconstruyéndose. Japón es digno. Japón, dicen, creo, nació bajo el signo del Cangrejo, como Canadá y como yo misma, aunque yo nací a pocos grados del León. Precisamente, los apocalípticos dicen que nuestro pequeño mundo será destruido a agua (Cangrejo) y a fuego (León) y ya tengo dicho por ahí lo mucho que me afecta esta doble naturaleza mía, que a veces se resuelve en agua caliente,  otras en licor de cereza, a veces en que estoy más quemada que la pipa de un indio y a veces mi frialdad puede ser más penetrante que la del caño de agua de manantial más pura.

Otra cosa que me une al tsunami de ayer es que desde hace muchos años -y cuando digo "muchos años" son muchos años- sueño con tsunamis. Incluso les diré que prácticamente no sueño con otra cosa que no sean tsunamis. Una vez soñé que una escritora me regalaba 9 bolígrafos bic cristal negros. Los tsunamis de mis sueños no son menos devastadores que el que pueden ver en las imágenes de ayer, pero siempre acaban bonanciblemente y como si estuviéramos en el mundo tal y como lo fue en origen. y con ese mar primigenio y brillante como una escama.  Mientras esto escribo persigo las noticias de si han llegado los temblores del mar desmandado a Hawai y me encuentro con la noticia de que el Zoo de Barcelona ha adquirido una pareja de quebrantahuesos. Imbéciles. Mamarrachos amamonados. Me enojo enormemente, me desespero. ¿Cómo pueden cautivar a dos animalitos cuya extinción está más que asegurada porque no hay presas ya en el único lugar donde perviven, en los Pirineos, tal vez? ¿Para mayor honor y gloria ornitológicas? Memos rematados. No tenemos arreglo.

Cuando nos abandona un amor o sentimos que no tiene objeto, la ciudad se enciende por la noche como una parrilla donde no ardemos y por la mañana parece una masa compacta de un bizcocho inerte como un cadaver y malogrado, cuya levadura no levantó la masa. Cuando hay un atentado asesino como el que tuvimos el año 2004 en Atocha y el Pozo del Tío Raimundo algo se solivianta, nos damos cuenta del mundo en el que vivimos capaz de llenarnos de horror o de delicadezas que no encuentran donde descansar, que se nos deshacen en las manos como una caricia desdeñada o una herida de desangrado. Cuando la naturaleza muestra su indiferencia por nosotros y denuncia nuestra descomunal soberbia, yo quisiera sucumbir y fundirme en ella. Con nada más, con nadie más.

Si no recuerdo mal, cuando tuvimos el terremoto de Chile el eje de la Tierra se desplazó 7 cm. En esta ocasión se desplazó 10 cm. No me pregunten si del mismo lado. Como no tengo ni la menor idea de lo que da de sí el cosmos no voy a aventurar ninguna otra hipótesis, sobre todo a la vista de que una central nuclear nipona (Fukushima) está teniendo en estos momentos serios problemas con la refrigeración. Está explicando un marinero gallego en la radio que la ola de un tsunami en su cresta va a unos 800 km/h. Supongo que luego, cuando se va llevando por delante camiones de varios ejes y telares y cocinas irá perdiendo velocidad.

Andaba estos días, a la vista de que mi proyecto de la cocina culminó, metida en otro proyecto, mi último proyecto. Se trata de un panteón donde además iré a visitarme en vida. Mármol blanco, cosa fina. Pero una amiga de verdad, verdadera como otros dirían que no hay dos pero yo digo que hay diez y hasta más, me dijo: si me dejas yo también iré a parar a tu panteón e iré contigo a visitarnos. Tal y como va el mundo veo que mi cocina no va a permanecer mucho tiempo en pie, y que por lo tanto meterse en panteones es poco menos que absurdo, pero lo de ser tragada por la tierra o  vapuleada por el mar tampoco está tan mal.

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