28.2.09

El efecto mariposa y el efecto fontanero


A Maite Hernández Seisdedos, con quien finalmente nos pudimos encontrar tras un trayecto mío de taxi, emocionante, para el que no tuve la precaución de tomar biodramina

Al Dr. Agustí Alsina, in memoriam.

El "efecto mariposa" es un concepto que hace referencia a la noción de sensibilidad a las condiciones iniciales dentro del marco de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema natural, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas totalmente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande (Wikipedia)

El accidente o incidente de la esquina de la calle Llobregós con el Paseo Maragall, ese choque brutal de un automóvil a manos de un conductor descontrolado, estoy segura de que a los que por allí solemos pasar nos recordó otro accidente o incidente que hubo en otoño. El choque no se produjo allí, en esa esquina, pero el camión que colisionó en la esquina que hay delante (en el otro lado del Paseo, en la calle Petrarca) bajaba marcha atrás desde bastantes metros arriba de la calle Llobregós. No he conseguido saber con total certeza si era un camión de BCN neta (Barcelona limpia), pero de lo que sí tengo casi la seguridad es de que se trataba de un camión que no tenía el freno puesto. Al parecer eso mismo ocurre más de lo que parece y aparece. La calle Llobregós tiene una leve inclinación como de 10 º hacia el Paseo Maragall, así que el camión fue cogiendo velocidad hasta que se fue a encastrar en la tienda de deportes de la acera de enfrente. Habían acabado de rehabilitar la cubierta del edificio, pero la esquina quedó deshecha. Eso me recordó a James Dean, que murió maquillado. Ya sé que la relación entre los dos sucesos es muy disparatada o parece cogida por los pelos, pero así estamos. La memoria emocional funciona así.

Mi cuñada (R. Mª), mi hermano y yo estuvimos un buen rato analizando cómo podía haber bajado el camión derechito marcha atrás hasta Petrarca siendo como es que la calle Llobregós no es una calle recta. Llegamos finalmente a la conclusión de que al ser el lecho de una riera, probablemente, cualquier cosa que caiga por esa especie de cauce siempre seguiría el mismo recorrido, como un burro. También coincidimos en ver la masacre que podría haberse producido si el accidente o incidente en vez de producirse a las 16:30 se hubiera producido un poco más tarde, cuando pasan los niños y sus acompañantes a la salida de varios colegios que hay por allí. De hecho, nunca nunca nunca se me ocurre pasar después de las 16:50 por el Paseo Maragall entre Plaza Ibiza y Can Fargas porque es impracticable. La barrera humana que se forma (o inhumana) adquiere dimensiones desalentadoras y no digamos un viernes que se junte con los carros de la compra.

El Señor en su perfecta sabiduría no sé si interviene en este tipo de desastres, sea para evitarlos o para lo que sea, pero lo que sí es cierto es que no dará abasto y que no hubo ninguna víctima y que ni siquiera hubo un ataque de nervios. Por lo tanto todo acabó felizmente, volvieron a rehabilitar el edificio y los niños siguen haciendo sus melés con sus madres o abuelos y sus carros y sus bocadillitos de jamón en dulce. De todas formas, durante mucho tiempo cada vez que la gente del vecindario pasa por la calle Llobregós inevitablemente recuerda esas colisiones. La asociación de ideas no es bien bien el efecto mariposa, se me dirá, pero estructuralmente lo recuerda, especialmente ante reacciones humanas e inhumanas incomprensibles.

En realidad este post tracta del “efecto fontanero”. Se me preguntará, si es que hubiera alguien por ahí, ¿y qué es el “efecto fontanero”? Pues el efecto fontanero es todo aquello que sinérgicamente aumenta el éxito y la bonanzibilidad de nuestras acciones. El otro día le explicaba al psicólogo del personal del Institut Català de la Salut (ICS): “Mira, S., yo siempre he tenido mucha suerte con los profesionales. El fontanero (Albert Español), el electricista (Òscar Español), mis dentistas (Eduard Agustí, q.e.p.d. y Juan González-Caldeiro), mi endocrinóloga, mi costurera (la Sra. Rebollo), la bordadora (Sra. María), mi madre, el administrador que había en mi comunidad de propietarios cuando fui presidenta (Iván Diéguez), etc.” Entonces S., el psicólogo del ICS, me repuso: “¿¡El fontanero!?”. Y le contesté: “Ya lo creo, si hubiera buenos fontaneros, vosotros los psicólogos no tendríais tanto trabajo o las cosas no llegarían tan lejos y las personas estarían más sanas y tranquilas”. En verdad, le dije, tú con quien tendrías que hacer la terapia es con los fontaneros y así cerraríamos los círculos. Y ¿quién nos dice que los psicólogos no se pongan en contacto entre ellos para …”¿sincronizar?” a sus pacientes impacientes? En realidad no sé si eso está permitido en su código deontológico y es una barbaridad.

Siento mucho no recordar ahora absolutamente todos los buenos profesionales que he tenido la suerte de encontrarme y cuyos servicios he pagado con gusto y sólo lamento que no puedo recompensarlos con un trueque y poderles ofrecer algo que yo supiera hacer. Y es que yo no sé hacer nada. Yo si acaso sé organizar el desorden material.

El Dr. Agustí, fue mi odontólogo durante muchos años porque a los nueve me atropelló un SEAT 1500 y sólo me golpeó en el fémur izquierdo pero como yo no pesaba ni 30 kilos volé 12 metros y fui a dar contra el bordillo del Paso de la Muerte (ahora llamado Paseo Pi i Molist). El Paseo de la Muerte o Paso de la muerte era el nombre con que se le conocía popularmente hasta que el número de víctimas hizo recapacitar al Ayuntamiento. Eso llevó años. Muchos años. Si en vez de darme en la boca me hubiera dado un poquito más arriba yo no estaría aquí. Ni aquí ni en ninguna parte, como es natural. La madre del taxista, extremeños los dos, me vino a ver cuando convalecía y me trajo una figurita de Avon que era una dama con su miriñaque cuya cintura se desenroscaba y revelaba una botella de agua de colonia que olía a rosas. Así, digo, yo iba bastante al dentista y casi nunca me hizo daño. La única vez que me hizo llorar fue cuando supe que se murió (*). Una vez, mientras me practicaba una endodoncia observó que me caían unas lágrimas como garbanzos de los ojos. Al acabar la intervención me preguntó si me había hecho daño. Le contesté que no, que es porque sonaba Mozart. Era el andantino del concierto para fagot KV 191.

La primera vez que yo supe de la frase de Adorno (“Tras Auschwitz no se puede hacer poesía”) fue en el prodigioso blog del Aviador Capotado, una entrada con el conflicto milenario en Palestina. Le dejé mi primer comentario en esa entrada precisamente:

"Lo malo o lo bueno o lo que sea que es, es que en el fondo parece que se quieren. No he conseguido entender qué ocurre en Palestina. Eso no quiere decir que entienda lo que ocurrió en Auschwitz, por supuesto. Pero lo que sí entiendo es que Adorno no era poeta ("zapatero, a tus zapatos"), que la poesía no es un adorno y que hay poesía para cuando hay frío. Por eso y no por otra cosa yo diría que fue que Quevedo escribió en el soneto aquel del polvo enamorado "nadar sabe mi llama el agua fría" y que Aleixandre escribió lo de las "espadas como labios".De todas maneras, después de ver el video y de haber sobrevolado tu blog, a ver quien es la guapa que aterriza ahora. "

Ahora me he vuelto a encontrar la frase de los cojones, sí, "de los cojones", en otra novela (¡del año 2003!) y mi legendario mal carácter, mi irritabilidad, que no mi sensibilidad, se me ponen como si me hubiera picado una medusa o una hidra venenosa. Y es que además de no estar de acuerdo con la frase, estoy en contra y no quiero que se repita tanto. A fuerza de repetirla tanto nos la vamos a creer. Por favor, que los filósofos no se pongan a poetas, que los poetas no se pongan a filósofos, que los maestros no se pongan a hacer de madres o de tour-operators . Sólo a las madres de España les está permitido hacer de todo. Y mucho cuidado porque si bien es cierto que ahora hay muchas mujeres que quieren tener hijos no todas quieren ser madres, que es muy diferente. Vale ya. "Zapatero a tus zapatos".
·
(*) Yo diría que con "se murió" se me ha escapado una gallegada o galleguismo, puesto que lo más correcto hubiera sido decir "se había muerto". Se ve que algo me queda de la total hegemonía del pretérito indefinido en la lengua familiar. Ahí lo dejo, ya que tanto si se murió como si se había muerto, yo lloré.


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26.2.09

XI Aniversario de Trini

oy celebramos el cumpleaños de Trini, mi canario flauta. Trini es muy sentido y muy juicioso, por extraño que suene a quien no conoce a estos animales y para quien no lo conozca a él. Curiosamente en inglés se traduciría sentido y juicioso como "sensitive" y "sensible" respectivamente. Se puede considerar que es longevo, puesto que aunque hay canarios en cautividad que pueden alcanzar los 14 años, no conozco ningún caso como el suyo. Desde hace cosa de un año y medio no prueba la lechuga, pero come lino, alpiste, otros cereales, manzana y plátano. Las frutas las hace fermentar él mismo, de manera que creo que se pilla unas teas de cuidado. Las semillas de lino son abiertamente estimulantes. Sé que mi madre, con la complicidad que le permite su sentido, su sensibilidad y sus muchos años, le da pan y melindros a escondidas, cosa que le resulta a mi pájaro nefasta por el azúcar y para la vista.


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25.2.09

Las apariencias

En la señal: "Girada tancada autobús" (esp. "Curva cerrada de autobús). Foto: Aaoiue

Primicia:


Tras hacer la foto, esperé que el semáforo se pusiera en verde para mí y me dirigí al señor del quiosco. Le compré 5 tarjetas de metro y le pregunté si la esquina y el muro de ladrillos se los había comido el 39 o algún autobús de Authosa, o incluso el 19, que sube por la izquierda. Pues no, había sido un coche.

Este post será recreado el jueves o así y versará o (a la vista de tanto baboso de la poesía) digo que "tratará" de tratar sobre lo mucho que nos engañan las apariencias.


"La propia Caballé que me negó sus favores,
La diva que pasaba tanto de cantautores
Llamó para decirme: “Estoy en deuda contigo,
Mola más tu Madrid que el aranjuez de Rodrigo.”"
Joaquín Sabina, El joven aprendiz de pintor


“¿Quién los jueces con pasión,
Sin ser ungüento, hace humanos,
Pues untándolos las manos
Los ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
Con oro y no con acero?
El Dinero.”
Francisco de Quevedo, Letrillas satíricas


"Xa sendo noite oscura
dinche que é noite crara;
xa estando o mar sereno
che din que fai borrasca,
e tanto te confunden
e tanto te acobardan,
que anque falar quixeras
tal coma Dios che manda,
non che digo nada...
¡Pero vaia! "
Rosalía de Castro, Cantares Galegos


A pesar de que quería dejar este post para el jueves o el viernes, me doy cuenta de que estamos al límite de Carnaval, la fiesta más propia para tratar las apariencias. De hecho hoy es el primer día de la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza, y además es día de ayuno y abstinencia. Por lo tanto seré breve (buena no puedo).
Aunque por el título (“Las apariencias”) lo mismo podríamos referirnos a la ostentación que a los trompe-l’oeil o trampantojos, esta entrada se va a limitar a la segunda acepción, la de las trampas, efectos ópticos, prejuicios sin fundamento, espejismos, etcétera. He elegido por tal motivo una letrilla satírica de Quevedo, que Paco Ibáñez popularizó mucho en los sesenta y que sigue tocando incansablemente en sus conciertos. Del mismo poeta, de Quevedo, tendríamos otro ejemplo ("Poderoso caballero es Don Dinero"), donde principalmente se demuestra que gracias al dinero se obran milagros y maravillas. También he elegido un cantar de Rosalía, que glosa una canción popular, puesto que hace una correlación entre el Carnaval (gal. Antroido) y la confusión que se produce en la sociedad que le tocó vivir, en la que pasaba por honrada gente que no lo era y al revés, o en la que pasaba por entendido cualquiera cuya reputación estuviera avalada por su dinero, y así por el estilo.
Ayer, al leer un post de Profesor en la secundaria, y encontrarme con una referencia al poeta Joan Brossa, me acordé de algunas anécdotas que tuve la ocasión de presenciar. Yo a Joan Brossa lo conocí varias veces y ninguna. Quiero decir que en diversas ocasiones me encontré con él, pero nunca hablé con él. La primera vez fue el invierno de 1979, en el piso de unas amigos en la calle Génova, un edificio un poco peculiar a tocho visto de Ricard Bofill senior. Llamaron a la puerta y mi amiga se estaba duchando y me pidió que abriera yo. Era Joan Brossa su camisa de cuadros oscuros de franela y sus zapatillas de cuadros de franela también Wamba. Me acuerdo que a veces me encontraba en el ascensor a Marta Pessarrodona y que tenía las uñas enlutadas, es decir que las llevaba negras y mugrientas, y que eso me causaba un poquito de repelús. El bloque era de un arquitecto de la Gauche Divine pero sus habitantes pertenecían a otro grupo social que reta toda clasificación. Brossa no excelía por sus habilidades sociales, por lo menos con los anónimos. Luego, a lo largo de los años, me lo encontraba en la línea del 31 que bajaba por la Avenida Virgen de Montserrrat o en la Filmoteca, donde entraba como Pedro por su casa, sin pagar, ni mostrar ningún pase o abono, y se sentaba siempre en el mismo sitio. Os prometo por la salud de mi canario Trini que indefectiblemente, cada vez que lo encontré en el 31, que fueron por lo menos 5 o 6 veces, siempre se abría paso hasta la puerta de salida de tal manera que causaba un cierto desconcierto, irritación incrédula e indignación entre los pasajeros. De acuerdo con su apariencia (la camisa de cuadros oscuros de franela, las zapatillas de cuadros de franela Wamba, la chaquetita gris alivio, la barba descuidada), cuando la gente se volvía con encono y sorpresa, se sosegaban al ver que estaban ante un pobre viejo infeliz y senil. Y Brossa por aquel entonces era el único poeta a sueldo del Ayuntamiento de Barcelona. Es decir, tenía una renta vitalicia. Y en varios lugares de la ciudad se encontraban ya algunos de sus poemas visuales, todos ellos maravillosos.
Si no lo hubiera conocido a través de mis amigos de la calle Génova (que pronto se mudaron a la calle Escocia y después a Concepció Arenal, en el barrio de San Andrés), lo hubiera conocido de todas todas porque fue tratado por otro amigo oftalmólogo, al que para más Henry había sido presentado por una de las jefas que he tenido en mi trayectoria laboral. Tanto ella, como su marido, el antropólogo Isidre Vallès (su viudo), como Joan Brossa, están todos muertos. Y Maria Mercè Marçal, que dedicó alguna poesía a la mujer de Brossa (Pepa Llopis), pero no recuerdo que hubiera dedicado ninguna al poeta, la Marçal también murió, el año 1998. Pepa Llopis no sé si vive, pero era o es un sol. Por esta razón (porque hay muchos difuntos) no voy a remitirme más que a la anécdota del autobús, que es muy significativa. La reacción de las personas que viajaban en la línea 31 o 32 cuando Brossa se abría paso con un poco de rudeza era siempre la misma. Esa observación también da que pensar. No es que les dé más razón, pero sí que es curioso que todas las personas reaccionen igual ante una misma actitud. También creo que probablemente hoy en día, como hay mucha más agresividad en los autobuses y las personas andamos un poco nerviosas, Brossa se hubiera ganado lo que no se hubiera esperado.
Las personas no somos lo que parecemos, parece. Sí, claro, eso también puede parecerlo si somos consecuentes hasta el final con lo que pensamos y aún más con lo que decimos, cosa que es peor. Tampoco las cosas son lo que parecen. Cuando nuestro conocimiento del mundo se ensancha y se ahonda, tomamos de ello plena conciencia y percibimos un cierto vértigo existencial que solo se puede manejar teniendo los pies bien puestos sobre la tierra y la mirada bien orientada hacia lo que nos tiene que importar verdaderamente. El mito de la mujer de Lot, que se convirtió en estatua de sal al mirar atrás, es muy elocuente.
Nuestros grandes poetas (Quevedo, Manrique, tantos otros) nos advirtieron sobre las falsas apariencias, pero está claro que no concretaron ni agotaron el tema. El tema es inagotable. Por ejemplo, hace poco supe que los jueces (los pobres jueces) se ven entre otras cosas presionados a dictar faltas como delitos y delitos como faltas según vayan las estadísticas del Gobierno de la nación. Si hay demasiados delitos se les sugiere que los reduzcan a faltas y si no, pues al revés. El trabajo de los jueces es muy penoso, muy difícil y creo que cada vez exigen una "vocacionalidad" (?) o "equivocacionalidad" para la que nadie está preparado. Además, por supuesto, ya se sabe que estos bailes retrasan los procesos judiciales y el retraso acostumbra a ser lucrativo para (algunos de) los abogados. Ahí, me dije, está toda la explicación o la sinrazón de que a casos que desde nuestra ignorancia civil consideraríamos equivalentes, se produzcan fallos dispares y extravagantes.
Como he tenido un acceso privilegiado a los datos de gestión de un hospital de tercer nivel (que para quien no lo sepa es superior a uno de segundo nivel y no digamos a uno de primero), también puedo decir el peso que tienen las estadísticas en las listas de espera. De hecho las de los hospitales catalanes se tratan en el primer trimestre del año en el Parlament de Catalunya. También podría prometer por la salud de mi canario que a los médicos cirujanos p.e. se les involucra en la gestión sanitaria indicándoles por ejemplo el número de prótesis que pueden utilizar en un año presupuestario para poder percibir sus incentivos en su integridad. Si ponen más prótesis pierden parte de los incentivos, por lo tanto debemos pensar que ofrecen a sus pacientes una alternativa en la sanidad privada. Y que lo deben hacer a ojo de buen cubero, si te ven que llevas unos pendientes buenos, lo que sea. Y hasta aquí puedo leer. Lo que no entiendo es tanto MBA y tanto economista para controlar el gasto intrahospitalario a costa de estos métodos que no son mucho más sofisticados que la cuenta de la vieja.
Por eso me convierto (Pulvis eris et in pulvis reverteris) en polvo enamorado ya mismo y me meto o me poso de lleno en el recogimiento del tiempo litúrgico en el que entramos y, zapatera a mis zapatos, me dedico a lo mío (que tengo hasta de sobras). Por cierto, Trini, mi canario flauta, ha cumplido este mes 11 años. Trini es auténtico.

Comentarios a la vista:


Joselu dijo...

Conocí a Joan Brossa en abril de 1998, unos meses antes de que muriera. Le dedicamos una exposición de poemas y objetos visuales en el instituto donde trabajaba en Cornellà de Llobregat. Eran tiempos en que enseñanza y cultura todavía podían ir de la mano. Me dediqué durante seis meses a investigar su obra, que ya conocía por alguna exposición que me había fascinado en la Fundación Miró, leí su poesía y varios libros críticos sobre su obra. Conocí asimismo a artistas que le habían tratado y galeristas que llevaban su obra. Me sumergí en Brossa. Yo era profesor de Literatura castellana -digo era porque ya no existe esta asignatura como tal- pero fui el que más me impliqué en su obra. Contacté con él a través de El rey de la magia. Accedió a venir al instituto y celebrar después una comida con los profesores y artistas de Cornellá. Esta idea de la comida fue suya. Los chavales del extinto COU trabajaron sus concepciones artísticas y yo fui un pesado haciéndoles participar de su cosmovisión mágica y simbólica. La impresión que tuve es que era un gran artista y un fenomenal poeta. Cuando lo conocí al final, creo que los dos simpatizamos. Bromeé en la presentación con él e ironicé sobre su obra y su sueldo del ayuntamiento. El acto ante el público fue espléndido. Proyectamos poemas visuales suyos y él tuvo la amabilidad de comentarlos, hizo sombras chinescas y algún truco de magia. Luego se abrió un sabroso debate. La comida fue una ocasión magnífica para intimar con él, y estuve hablando sobre su poesía y su obra más de una hora. Dejó la comida que le habíamos seleccionado y pidió dos huevos fritos. Es un día que no he olvidado. Para mí es uno de los principales poetas catalanes muy por encima del relamido y edulcorado Miquel Martí i Pol. Nos despedimos muy afectuosamente. A Pepa Llopis también la conocí aquel día. Brossa me pareció un hombre muy cordial a pesar de la fama de hosco que lo precedía. Conmigo y con todos estuvo extraordinariamente amable y comunicativo. Hablar le encantaba. Y yo le escuchaba con suma atención. Esta es mi historia con Brossa.
25 de febrero de 2009 21:09

Aaoiue dijo...

"Excusatio non petita, accusatio manifesta" dice la locución medieval y yo le doy la vuelta y digo que no hay ninguna acusación por mi parte. Hay personas que tienen muchas caras y que la apariencia de Brossa (como la del astrónomo turco de *Le pétit prince), se movía en el marco de algo que domina mucho en nuestro país. Como los genios a veces son impertinentes o simplemente groseros hay algunas personas que se hacen impertinentes para pasar por genios. En mi humilde opinión Brossa era las dos cosas: grosero y genial.
Tu historia con Brossa se la he escuchado a mi amigos que vivieron en Génova el año 1978-1979, al oftalmólogo (1994-1998), a mi jefa (1997-1998), al antropólogo viudo, etc. Por lo que siempre he pensado que tal vez lo que le pasaba a J.B. es que no trataba a todo el mundo por igual. Esto le pasaba hasta a Von Karajan.  La secundaria le da mucho dinero a la literatura oficial. Intereses es lo que hay.
Por lo tanto tu larga historia con Brossa está refrendada y aunque no lo estuviera la acogería con tiernas orejas viniendo de ti y lo que te "pareció" o apareció; sin embargo, lo que tú llamas "la fama de hosco" también está refrendada y en todo caso habría que situarla entre su naturaleza tímida o su naturaleza de clase y en el beneficio de la duda.
26 de febrero de 2009 8:02

Aaoiue dijo...
Por cierto, eres el primer profesor de literatura castellana [sic] que conozco.
26 de febrero de 2009 8:20

fmop dijo...
Perdonen mis queridos amigos que interrumpa su interesante diálogo. Un proverbio indio dice: “no olvides que debajo de tu ropa estás desnudo”. Bajo las apariencias no somos muy distintos aunque sí muy desiguales.

26 de febrero de 2009 19:17

Aaoiue dijo...
No sé, fmop, yo veo todo muy distinto, hasta los esqueletos tienen su personalidad. Y ahora que fue Carnaval puedo distinguir al más pintado por los andares, por la inclinación de la cabeza, etc. O también veo que hay quien se crece bajo un uniforme o sobre una tarima, o sobre un estrado, y que se arroga tanto su papel que sin darse cuenta no se puede despojar de él ni cuando el rocío de las eras se funde a su paso.
UN día por favor tú me tienes que explicar porqué crees que todo lo que me resulta fastidioso se me asemeja tanto entre sí, mientras que lo que me resulta fascinante también me resulta único y distinguido. 26 de febrero de 2009 19:30 


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23.2.09

Post 225: "La gozosa luz de las estrellas"

A Remedios Supervía

"William Butler Yeats nació el 13 de junio de 1865 en Georgeville, cerca de Saymount Castle, en Dublín (Irlanda). Hijo del pintor John Butler Yeats y Susan Poyexfen Yeats, una familia angloirlandesa protestante. Su abuelo, llamado también William Butler Yeats, era rector de la Iglesia Irlandesa, mientras su padre era un nacionalista escéptico y ateo. El carácter del joven Yeats fue una combinación de ambos. El biógrafo Richard Ellmann escribe al respecto: Eligió una fe excéntrica en algún lugar entre las creencias ortodoxas de su abuelo y los descreimientos no ortodoxos de su padre." (Wikipedia)



ste post lo mismo podría ser la tercera parte de "Las bondades" como la segunda de "Mi postura" como podría ser leído independientemente de esas entradas de la enciclopedia, que por eso es una enciclopedia y se puede leer al tuntún.
Lo que sería imposible es obviar aquí uno de los dos grandes poemas significativos de Yeats ("Sailing to Byzantium" y "The two trees"). Podríamos decir de Yeats infinidad de cosas , pero lo fundamental sería una ampliación de la “fe excéntrica” a la que se refiere Richard Ellmann, en la que cabían el Tarot y la independencia de Irlanda, y "Los dos árboles" (The two trees). Lo que en cualquier caso no puedo dejar de decir antes de decir cualquier otra cosa es que Inglaterra fue la Mrs. Danvers de Irlanda y que Yeats fue uno de sus primeros senadores.
Otra cosa que no me inhibo de incluir en ésta entrada es la obsesión de Yeats con la prolongación de su vida y su vigor sexual y lírico, los dos. Yeats andaba preocupado por una mala racha o gatillazo andropáusico y poético. Otros poetas, como R.M. Rilke por ejemplo, por el contrario distinguen entre los dos campos de batalla. Una parte nada despreciable de los que se dedican a la poesía y hasta algunos profesores de Literatura declaran que los logros poéticos están reñidos con los logros amorosos y viceversa. Yeats en cualquier caso se sometió, como Sigmund Freud, Aristóteles Onassis y hasta su Santidad el Papa Pío XII, aunque con diferentes resultados e indicaciones, a tratamientos opoterápicos (1) y a la operación de Steinach, que es una especie de vasectomía que obraba maravillas. Por cómica y esotérica que pueda resultarnos hoy día la opoterapia realizada a partir de testículos de conejo, es el precedente de la terapia celular con células madre. Yeats quedó muy satisfecho en todos los sentidos. Para mí todo esto no deja de ser algo tremendo. Mis conocimientos científicos no pasan de distinguir el olor de una tortilla francesa del de un huevo frito y ver en ello alguna razón química. De ahí no paso.
Vamos a lo que íbamos. He colgado en *A la flor del berro el poema "Los dos árboles" en su integridad, con la versión en inglés de 1893 por un lado, y con mi traducción de 1996 por otro lado. Además está la canción de Loreena McKennitt, que yo escuché incansablemente durante algunos días, y desconozco si existe otra versión.
“Los dos árboles” es un poema sobre el poder que tienen algunas influencias (los cuervos (2) deliberantes, los espejos del cinismo) para apartarnos de nuestra verdadera naturaleza (“tus tiernos ojos exageran todo cuando no es bueno”). El debate o la lucha no está en mi opinión entre dos voces como las que existen en el tópico del ángel y el diablillo que nos susurran al oído buenos y malos consejos, sino en que tenemos que mirar en nuestro propio corazón (“Gaze in thine your own heart”). No debemos mirar a los espejismos que se nos tienden para asustarnos, para amedrentarnos, para desmoralizarnos, para minarnos, para infundirnos dudas, animadversiones, inseguridad, dependencia, etc. En este sentido, este post es la tercera parte de “Las bondades” ya que pretendo prevenir contra las Mrs. Danvers de la película que estamos viviendo.
Ya los griegos, que de engaños e ingenios sabían mucho, decían que las cosas son según la opinión que de ellas tenemos. Invariablemente, sin embargo, servidora tiene la costumbre de preguntar a su alrededor y escuchar con tiernas orejas cuanto se me pueda decir sobre cualquier tema acerca del cual recabo información y pareceres. No obstante, una cosa es informarse y otra es dejarse llevar y estar a la merced de los intereses de quien sea. Eso no. Ni hablar, vamos.
Precisamente el otro título alternativo de este post (“Mi postura 2/2”) proviene del post precedente sobre el Yoga, puesto que las dos dificultades que presentan los asanas o posturas para nosotros los occidentales son básicamente dos: la falta de elasticidad por un lado y por otro lado la falta de la concentración suficiente para permanecer en la misma postura y adoptarla manteniendo la presencia pero también un cierto abandono confiado. El hecho de que en la postura del loto las rodillas alcancen la altura de las axilas en vez de caer a peso sobre el duro suelo, no es una dificultad tan engorrosa como nuestra incapacidad para pasar a estados de quietud, sosiego y silencio. Normalmente, cuando la gente empezamos a meditar lo que nos suele venir a la cabeza es que tenemos que poner dos lavadoras cuando regresemos a casa, que se nos ha acabado el queso, que esto que lo otro. Servidora ha conocido, ya saliéndonos del yoga (si es que habíamos entrado) personas que suelen atender el teléfono mientras planchan, miran la correspondencia del Banco, se bajan un vídeo del e-Mule y preparan la cena de toda la semana. Para este tipo de casos lo mejor es empezar por un programa de entrenamiento físico con máquinas y bastante desgaste calórico, supongo. El yoga sería contraproducente. Luego estaría una reeducación de la conducta, pero con esto me pasa como con la química (que sólo sé que nada sé) o aún lo veo muchísimo más difícil.


(1) "Opoterapia (de "opo-" y "-terapia") f. Med. Tratamiento de las enfermedades con extractos o partes de órganos animales o con las secreciones u hormonas de las glándulas endocrinas" 
(2) Lamento la metáfora de los cuervos, por ser una especie muy querida para mí y uno de los animales de la mitología irlandesa, pero calculo que por los graznidos y su negritud, la longevidad, su manera de agruparse, era el pájaro más oportuno al caso. 

W. B. Yeats (1865-1939)


Dibujo de Aaoiue

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21.2.09

Las bondades (2/3)

A mi cuñada, Rosa Mª C. N., con afecto, 
por facilitarnos tanto nuestras vidas a todos y hacer que todo sea sencillo, claro, cierto.




igo a vueltas con el post Las bondades. Recupero un poco el hilo, porque mientras tanto ha habido unas pocas líneas bajo las cuales ha quedado enterrado:
Víctor González había benignizado en la ficción mi anécdota de "La piel es lo más profundo" en un comentario:
Lo que yo había escrito era: "Para acabar, una tercera anécdota también muy corta es la de un vecino que enviudó y luego se volvió a casar. Mi madre me aseguró que la segunda mujer llevaba la ropa de la difunta. No me digáis que no es un relato digno de Segundo Piloto ". Lo que escribió Víctor: "Pasadas las nupcias y vuelto todo a la normalidad, Don Alfredo marchó a su fábrica conservera atildado y radiante como cada mañana de los últimos veinte años. Carmeliña le había puesto el café de milagro, después de buscar por cielo y tierra un puchero para hervir el agua. Tenia que aprender mucho y muy deprisa. Quería ocupar todos los espacios de la casa y del corazón de Don Alfredo. Había que pagar el no volver a pasar hambre y su familia si algo tenía era la gratitud. Se sumergió por segunda vez en la bañera de fundición, en los dos últimos días y en toda su vida, y al salir tomó una decisión que acabaría por marcar toda su vida. -Me vestiré con las ropas de ella y así él no notará su falta."
A destiempo he recordado que precisamente la palabra “rebeca” en español proviene de la película homónima de Alfred Hitchcock (1940). Tela marinera. Efectivamente, Joan Fontaine cuando está en la mansión de Manderley recién casada, lleva una prenda que aún hoy se puede considerar habitual en los fondos de armario. Es la típica chaquetita de lana de Shetland con cuello redondo y botoncitos. Mi historia real sobre la mujer que aprovecha la ropa de la primera mujer de su marido es insignificante respecto a la truculenta y escabrosa historia de Rebecca, la película de Hitchcock basada en la no menos truculenta y escabrosa novela de la inglesa Daphne du Maurier (1938).
Esta maravillosa y angustiosa película está disponible en Youtube distribuida en 13 vídeos en inglés. Aunque no supiéramos inglés, el guion es tan bueno y los actores son tan expresivos (¡qué tiempos aquellos!), que se puede seguir perfectamente bien el argumento y todos los perendengues y vericuetos. Para quien no tenga ganas o tiempo de verlos y no recuerde bien el plot, puedo decir en resumen que el rico y viudo señor Maximilian De Winter (Laurence Olivier) conoce a una dama de compañía y se casa con ella en segundas nupcias. Cuando se la lleva a Cornish, a la enorme y suntuosa mansión de Manderley, la segunda señora De Winter se encontrará impresionada, amedrentada y se encontrará también principalmente con un ama de llaves (Mrs. Danvers) que la minará moralmente y que siempre se estará refiriendo a la señora De Winter (a la difunta Rebecca) como si no hubiera otra. El ama de llaves, un demonio de toma pan y moja con inclinaciones sáficas reprimidas, le aconsejará que para una fiesta de disfraces se ponga un vestido de época que aparece en un cuadro antiguo de la mansión, sabiendo que la difunta Rebeca también se lo había vestido poco tiempo antes de morir. Evidentemente, cuando la segunda señora De Winter (que ni siquiera tiene un nombre ni en la película ni en la novela) aparece en la fiesta, Max De Winter (Laurence Olivier) la ve, su cara empalidece y grita: “What the devil do you think are you doing?” (“¿Qué diablos te crees que estás haciendo?”).
En la novela original el trasfondo de tanto misterio y tanta angustia es verdaderamente que Rebecca le había dicho a Maximilian que estaba embarazada y no de él. En realidad lo que le pasaba es que tenía cáncer y con esa revelación falsa lo que esperaba es que Max la matara y así no sufriera tanto, cosa que sería cómica y ridícula si no fuera trágica y estúpida. En cualquier caso al final de la película la mansión arde enteramente y con la señora Danvers dentro (también la instigadora del fuego, como es natural).
Por extraño que parezca para quien nunca vio la película, la liberación y el alivio que siente todo el mundo que sí ha visto la película cuando la señora Danvers desaparece entre las llamas es indescriptible. No hay palabras para transmitir la paz que se experimenta ante la certeza de que un ser tan irrecuperable, perturbador y nocivo desaparezca de la pantalla. Y no se trata de una satisfacción vengativa ni mucho menos, es que las señoras Danvers son un sinvivir. Esperemos que encuentren tanta paz como la que dejan.

Mrs. Danvers en Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940)

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Mi postura (1/2)


Vaslav Nijinsky, el primer bailarín entre los hombres que pudo danzar "en pointe"
*

djunto una octava entrega de relectura de textos de mi antigüedad, la referida a capitulito mío en una Guia en catalán (*) (**) que ya no se encuentra a la venta, el capítulo referente al Yoga. Ya integré en *A la flor del berro el capítulo sobre Ayurveda, la medicina tradicional e inmemorial de India. También he hecho alguna referencia menor en este lugar por ejemplo a la Postura del águila, por haber encontrado por aquel entonces una imagen humorística sobre una vaca practicando la postura de equilibrio llamada “postura del águila” o garudasana y a falta de no encontrar la foto recíproca, la de un águila practicando la postura de la cabeza de vaca o gomukhasana.

Como me ha ocurrido con otras relecturas de mis propios textos, subscribiría en su totalidad cuanto escribí sin apenas cambios. ¿Qué le voy a hacer? Para mí leer es releer y a veces he leído y releído a la vez un mismo libro de manera que he estado por el capítulo 10 y por el segundo, moviéndome como entre dos aguas, la de recibir una impresión por primera vez y la de repasar lo andado a la vista de lo que ya sé o creo saber. Por el contrario para mí escribir es escribir y así me va, que si reescribiera todo iría mucho mejor. La segunda y última condición de mi puño y letra y mi mecanografiado es que escribo de un tirón y como mucho cambio al final la posición de algún párrafo, alguna coma espúrea o las faltas. No hay más.

Mi pequeña contribución a la ingente producción sobre Yoga se refiere al yoga físico o hatha yoga, aunque sé que el yoga no se puede separar de la meditación de la misma manera que la meditación no se debe separar del yoga. Pero con esto ocurre como cuando le decimos a nuestros pequeños “los niños no se tocan la nariz”, frase con la que les indicamos que los niños no se deben tocar las narices, pero que –como todo el mundo sabe- todos los niños se tocan las narices y lo hacen además con fruición. Pues eso, el yoga es inseparable de la meditación y la meditación es inseparable del yoga, y todo ello está conectado con la ciencia de la vida o Ayurveda, que es la “medicina” tradicional de la India, que en este momento se imparte en más de 400 universidades de aquel país.

En el Yoga se hace realidad aquella chinoiserie de que los que hablan no saben y los que saben no hablan. Sri Ma Anandamayí nos ha dejado apenas 3 frases. Tampoco Jesús escribió (***). Por otra parte ocurre como en otros ámbitos. Verbi gratia, si le consultamos a un amigo informático sobre cuál es el ordenador personal que nos conviene comprar, o a un perito grafológico sobre el significado de una “a” con un óvalo demasiado picudo, probablemente sólo nos serán provechosos los tres primeros minutos de su explicación. Todo lo demás nos resultará inútil, abrumador y muy pesado. Lamentablemente a los buenos profesores y monitores de Yoga europeos, que los hay, en proporción directamente proporcional a su experiencia, se van añadiendo ristras de verbosidad que resultan desconcertantes. Y preocupantes. Sobre todo cuando se remiten al período anterior a las invasiones arias y a épocas dravídicas que remiten casi al Pleistoceno superior.
Después de que el Yoga en Occidente superara con bien las sospechas de tratarse de algo sectario o relacionado con las drogas alucinógenas y demás, ahora nos tenemos que ver con esta plaga de vendedores del elixir de la eterna juventud o de la autoayuda y el autoengaño. Para adentrarse en el aparato doctrinal y filosófico del Yoga no se necesita menos vigor que el necesario para iniciarse en los misterios y los dogmas de nuestros sistemas filosóficos y teosóficos. Y además puedo decir desde mi personal experiencia del Yoga (desde el año 1990), lo mismo que del Tai chi (desde el año 1995), que no aumentan la inteligencia de nadie. Lo prometo por la salud de mi canario. El Yoga, señoras y señores, no aumenta la inteligencia.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es que asistimos ante una mitificación sorprendente de todo cuanto suena a chino o suena a sánscrito y va firmado por nombres exóticos que nos remiten a lo étnico y evita realidades sociales como las que trasmite un apelativo como “Mariano” o “Raúl”. La gran parte de las citas que se van difundiendo generalmente a través de los powerpoints, etc. tienen su equivalente por lo menos entre los autores cristianos y no ya entre los padres de la Iglesia como San Agustín, sino incluso en sus exégetas y en divulgadores del grueso más anónimo. Al lado de la pirotecnia lingüística de utilizar nombres de difícil retención memorística, también hay -como en otros campos- una especie de yoga exhibicionista y competitivo que no tiene nada que envidiarle a los bodybuilders y a otros obsesos del culto al cuerpo, la vigorexia y al propio ego.

El yoga no es algo externo, aunque lo que más nos llegue de él sean las posturicas y las medias vueltecicas y el contorsionismo de asanas de muy difícil realización y mantenimiento. El yoga es algo interno y hay asanas que puede realizar cualquiera y allí hasta donde llegue con igual beneficio que obtendría un yoguini perfeccionado e instalado en la ortodoxia y el ascetismo más radical.

En otro orden de cosas, por lo que respecta al yoga físico o hatha yoga, o ramas como el yoga integral, está claro que su mejor exposición es la práctica. De la misma forma que es muy estrambótico pretender escribir un tratado sobre cómo planchar (cosa que no descartamos en *A la flor del berro), y el mejor método para enseñar a planchar es coger una plancha y mostrar su manejo, el mejor método para enseñar los efectos y las técnicas del yoga es la práctica (sadhana).

Yo debo mi salud, e incluso diría que no haberla perdido, al agua, a la miel, al arroz y al yoga. Todo lo que no arregle con esos pilares de mi bienestar sé que será fatal. Por eso escribo un blog. El yoga me ha permitido conectar con mi respiración y me ha hecho cuidar mi cuerpo para hacerlo resistente, sensible, ligero, receptivo, atento. El yoga me ha permitido conocer mi naturaleza animal, humana y hasta divina y mi identidad con otras personas y con otros seres de este mundo.

Dejo aquí mi agradecimiento por los maestros de la tradición que la han ido trasmitiendo a lo largo de los siglos y por los monitores que he tenido a lo largo de mi insignificante vida: Julián Peragón, Miquel Gabarró, Cristina Matas y Maja Drnda.
*

Yoga

Vyâdhistyânasamshayapramâdâlasyâvirati
Bhrântidarshanâlabdhabhûmikatvânavasthitatvâni
Cittaviksepâste ‘ntavâyâh

“Hay nueve clases de interrupción del desarrollo
de la claridad mental: la enfermedad,
el estancamiento mental, las dudas, las ilusiones
sobre el verdadero estado de sí mismo,
la falta de perseverancia y la regresión.
Son obstáculos porque crean perturbaciones mentales y
refuerzan las distracciones”
Yoga-Sutra, Patañjali
*
Cosa de 3000 años


El yoga se ha popularizado enormemente en Occidente en los últimos cuarenta años pero proviene de la India y comenzó a practicarse hace unos 3000 años.
Los Upanishads son los textos más antiguos y data del 900 a. J.C. Hacia el 500 a. J.C. el buda Gautama practicaba las técnicas de meditación del Raja Yoga.
Los Yoga-Sutras de Patañjali están datados aproximadamente el 200 a. J.C. y se consideran el primer manual yóguico. El camino descrito por Patañjali se centra en ocho ramas: yamas y niyamas, que son cualidades o preceptos yóguicos, asanas o posturas para la salud, pranayama (control de la respiración), pratyahara (sincronía de sentidos y pensamientos), dhyana (meditación) y samadhi (despertar).


El Hatha Yoga es la última gran escuela de la época clásica y la que influyó en el mundo moderno. La gimnasia sueca y el método Pilates son hijos del Hatha Yoga.
En la actualidad hay varias escuelas, entre las cuales destacan la del Kundalini Yoga, que el yogui Bhajan comenzó a enseñar el siglo pasado en los años setenta, y el yoga desarrollado por B.K.S. Iyengar.

Algo más que relajación


La práctica del Yoga tiene uno de sus pilares en la respiración. La regulación de la respiración tranquiliza la mente y ayuda a la concentración. Además, permite llevar esta función fisiológica y energética a un rendimiento mayor.
El beneficio que se acostumbra a vincular a la práctica del Yoga es el control del estrés y la relajación. Sin embargo, si vamos más allá del tópico, podemos contemplar la evidencia de más beneficios: la concentración, la estabilidad, la alienación de la columna vertebral y la calidad postural, la flexibilidad y la agilidad.
La práctica continuada de los asanas permete advertir que aumenta la fuerza del cuerpo y se retrasa el envejecimiento, se mejoran las funciones digestivas, la circulación y la capacidad pulmonar.

Efectos de la práctica de los asanas


Los ciclos de postures y las posturas permeten perseguir efectos diversos ja sean estimulantes, relajantes, energetizantes o vigorizantes.
Los asanas afectan miembros y órganos concretos (las articulaciones, el hígado, los riñones, los intestinos o el corazón). Los estiramientos de las posturas producen efectos profundos en los órganos internos. El cuerpo se oxigena y se desintoxica.
Hay posturas contraindicadas en determinadas enfermedades, o bien durante el embarazo o la menstruación. Por este motivo es conveniente seguir las orientaciones de un experto y del médico. También es conveniente no autoproducirse lesiones por sobrecarga.

En general, sin poder entrar en detalles, podemos clasificar los efectos del yoga por el tipo de posturas:
·Las posturas en pie proporcionan vigor, eliminan tensiones, estimulan la digestión, regulan los riñones y atenuan el estreñimiento.
·Las posturas de estar sentados son sedantes, eliminan la fatiga y serenan. Otras propiedades de estas postures son que regulan la presión arterial y que ayudan al restablecimiento de los convalescientes.
·Las torsiones purifican, alivian el dolor de espalda y el mal de cabeza. También son efectivas contra la tensión de la zona del cuello y los trapecios. Influyen en los riñones y al mismo tiempo eliminan la pereza.
·Las posturas invertidas revitalizan todo el cuerpo y son descongestivas. Eliminan la pesadez de las piernas y las partes afectadas por la acción de la gravedad. Mejoran la circulación y la irrigación cerebral. Activan las glándulas pituitaria, tiroides y paratiroides. Las posturas invertidas están contraindicadas en los hipertensos y durante la menstruación.
·Las posturas de equilibrio proporcionan agilidad y fuerza. Hace que desarrollemos el tono muscular y nos hacen mejorar la conciencia corporal, la coordinación y la concentración.
·Las flexiones hacia atrás son rejuvenecedoras y nos llenan de energía y de ánimo. Sirven para combatir la depresión. Aumentan la flexibilidad de la espalda y refuerzan brazos y espalda.
·Los saltos proporcionan energía, estimulan la ligereza y la alegria, la alerta y el vigor. 


(*) Domínguez Senra MR, Pous MT. Guia pràctica de medicines i teràpies alternatives. Barcelona: Ed. Mina, 2006.
(**) El post previo, en catalán, incluye una fotografía del "chin mudra", gesto que se relaciona con la postura del loto y que es un gesto que imprime concentración, quietud, presencia y entrega. Los dos dedos pulgar e índice se unen por sus extremos de manera que quedan conectadas, respectivamente, fisiológicamente, las funciones de los riñones y de los pulmones derechos e izquierdos.
(***) En realidad escribió algo, con el dedo, sobre el polvo del Templo de los fariseos, cuando acusaban a María de Magdala, la magdalena. Juan 8, 1-11: "Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra". No sé sabe qué escribió.

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19.2.09

Nativos e inmigrantes


A Francisco M. Ortega Palomares


Hace unos días Fmop me propuso un post sobre la prehistoria de internet y lo que lo ha retrasado es que para hacerla tenía que poner en evidencia un salto "generacional" poco honorable que hubo en el mundo de las bibliotecas en los años 90. Ahora, con motivo de la presentación de un libro de la que acabo de llegar, me propongo saldar su propuesta y hacer una breve crónica del acto.

El post se podría muy bien subtitular "Crónica de la presentación de La alquimia de las multitudes". El libro lo firman Francis Pisani y Dominique Piotet, pero nos lo ha presentado en la sede de la Universitat Oberta de Catalunya el primer autor, un francés que ahora vive en San Francisco, del cual hay mucha información en internet. También lo presentaba Tomàs Delclós, el subdirector de "El País" y responsable de Ciberp@ís.
Lo primero que hay que decir, aunque no sé si entraría dentro del formato de una crónica convencional, es que tanto Delclòs como Pisani han sido lo suficientemente elegantes y perspicaces como para no incurrir en la fea costumbre de ponerse a hacer predicciones sobre el futuro. Por mi parte, y ahora apartándome abiertamente del modelo de cronista, diré que si hay dos cosas de este mundo que no entiendo, éstas son:
1) Que haya gente que coma cada día bocadillos descongelados que preparó el domingo para toda la semana consiguiente.
2) Que se hagan predicciones sobre el futuro, cuando ya tenemos bastante -perdóneseme la paradoja o el absurdo- con las predicciones sobre el pasado y hasta el presente.
El título de mi post hace referencia a la alusión a los índigenas o nativos digitales y a los inmigrantes digitales por parte de los presentadores de La alquimia de las multitudes. Los nativos serían aquellos que han nacido bajo la generalización (que no universalización) de internet, mientras que los inmigrantes serían aquellos que básicamente por razones de edad, se han tenido que incorporar y que incluso están o mal predispuestos o con una actitud mucho más crítica que la de aquellos que no han conocido la era anterior a internet.
Servidora no sabe muy bien en qué grupo autoclasificarse, porque si bien es cierto que por edad sería inmigrante, hice mi primera incorporación a la informática el año setenta y tantos, antes de mis dieciocho (por orden materna), y que era un cursillo cuyo 25% se desarrollaba con tarjetas perforadas, cosa que es lo más parecido que había a una tricotosa. Ambas cosas reconozco que se confunden en mi pobre cabeza porque su aprendizaje coincidió en el tiempo y fue en general un verano que quisiera olvidar. El resto del aprendizaje transcurrió con la grabación de floppy disks siguiendo un método didáctico que estaba enfocado a alcanzar una velocidad de más de 300 pulsaciones por minuto con el objeto de acceder a uno de los puestos de trabajo temporal de la única compañía telefónica de aquel entonces. Si alguien está verdaderamente interesado en que le diga con exactitud en qué horror de verano mamá me impuso -con su olfato prospectivo para los negocios- ese cursillo, buscaré el diploma. Está enrollado en el fondo de un baúl donde tengo la TV.
Posteriormente, cuando me dediqué a la Biblioteconomía y a la Documentación me hice documentatonta y fui una de las personas -de un incierto centenar que había en toda España- que se dedicaron a la teledocumentación. La teledocumentación básicamente consistía en conectarse a través de un módem a un servidor o servidores remotos (los míos estaban en Alemania y Estados Unidos), con el objeto de consultar bases de datos bibliográficas o factuales de pago. Mi módem era el más veloz de Barcelona el año 1986 y circulaba a la vertiginosa velocidad de 1200 baudios (bites por minuto) a través del servicio X25 y luego X28 de Telefónica. Ese servicio reta todo comentario, pero puedo decir que arrancó de ese incierto centenar de teledocumentalistas y teledocumentatontas del que hablo un lenguaje para el cual ningún visitante de este blog está suficientemente preparado. Después de seguir protocolos de comandos en inglés muy penosos y crípticos la Telefónica te dejaba más colgada que un fuet (longaniza) y perdías absolutamente todo lo que estaba no sólo en la pantalla sino incluso lo que se había podido quedar en el teclado y ser recuperado con las teclitas de función F1 o F2.
Esto fue mejorando e incluso recuerdo que el año 1992 recibí mi primer correo electrónico, también muy primitivo y sujeto a un protocolo intrincado. Creo que aprender a leer y escribir y eso es lo más importante que me ha pasado en mi aprendizaje y en mis perspectivas culturales. Nada lo ha superado de momento.
La intervención de Pisani esta tarde del 19 de febrero de 2009 ha sido la de alguien que además de estar lejos de adoptar el papel de visionario o gurú, dominaba bien la escena y podía permitirse una cierta espontaneidad no exenta del aplomo que sólo proporciona una trayectoria rigurosa y fiable. Sus palabras iban encaminadas a subrayar la llamada "sabiduría de las muchedumbres", la "inteligencia colectiva" (Pierre Levy), el componente deliberativo (Henry Jenkins) de fenómenos como la Wikipedia o el poder organizativo/disolutivo del swarming. La sabiduría de las muchedumbres refleja la certeza de que la media de todas las opiniones de una multitud suele proporcionar el mismo dictamen que el que daría un experto.
La discusión giró en torno a la banda ancha, al hecho de que la conectividad sostenida permite el desarrollo de internet. Inevitablemente se habló mucho sobre las redes sociales. No se pudo obviar el hecho de que Facebook, originada en la Universidad de Harvard, no se puede justificar en la ausencia de espacios públicos en sociedades como la norteamericana, puesto que en España existe el espacio público (entendiendo como espacio público en su sentido más elemental el "botellón") y existe Facebook. Tampoco se evitó el tema de que la Web 2.0 se opone a la Web 1.0 en que no está dominada por las instituciones y las empresas, siendo como es que el 60% de la web está producido por usuarios no institucionales y además escépticos.
Otro apunte significativo fue el dedicado al hecho del parecido de la campaña de Kennedy, basada en la TV -por contraposición a la de Richard Nixon-, con respecto a la de Barak Obama, basada decididamente en Facebook y en general en las tecnologías de la información incluida la telefonía móvil. De hecho, Pisano reflexionó sobre el dato de que si bien hay unos 500 millones de personas que acceden a la web, hay 4000 millones de personas con telefonía móvil (por mucho que en muchos casos se trate de tarjetas prepago), tema que no debe ser descuidado.
En la sala (espacio público como lo es un "botellón" o una red social) de la sede de la UOC de (Rambla Catalunya, 6) había 25 personas además de los presentadores, los técnicos y servidora.

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17.2.09

Sweet home

 La habitación de Emily Dickinson
*
"Eu quero ir onde as miñas dores foron"
Rosalía de Castro

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 10 de diciembre de 1830 - íd., 15 de mayo de 1886) fue una poeta estadounidense, cuya poesía apasionada, ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundacionales norteamericanos que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. Emily Dickinson pasó gran parte de su vida recluida en una habitación de la casa de su padre en Amherst, y, excepto cinco poemas (tres de ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora lo supiera), su ingente obra permaneció inédita y oculta hasta después de su muerte” (Wikipedia)

Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 24 de febrero de 1837 - Padrón (A Coruña), 15 de julio de 1885) poetisa y novelista española en lengua gallega y castellana. Se trata de la figura central del rexurdimento de la literatura gallega en el siglo XIX, autora de Cantares gallegos (1863), obra fundacional del mismo al ser uno de los primeros libros enteramente escrito en gallego de la Edad Contemporánea” (Wikipedia)


Remarco de los dos epígrafes extraídos de la wikipedia dos coincidencias entre Emily Dickinson y Rosalía de Castro. Primero la de su casi coexistencia en el tiempo y segundo la de ser consideradas “fundacionales” cada una en su ámbito. Además, en otro orden de cosas, estas poetas ocupan sendos lugares en mi galería de escritores (y un músico) del blogrolling de *A la flor del berro, y por lo tanto ocupan también un lugar en mis preferencias o afinidades.
Está una acostumbrada a tres cosas para las cuales nunca me asiste la suficiente paciencia ni presencia de ánimo:
1) a la más corriente, que la poesía se considere como algo marginal, ajeno o inferior o extraño, cosa de gente lunática, menesterosa, excéntrica o cuando menos extravagante con poco vigor mental para establecer operaciones lógicas;
2) a que se la pretenda someter a la batería de pruebas a las que se sometería un argumento filosófico o una fuente histórica o el informe de un perito en seguros; y
3) a los happenings y performances de homenaje a la memoria de un poeta muerto.

De la misma manera que no se sabe qué fue antes, si la gallina o el huevo, tampoco se sabe si los profetas decían sus profecías versificadamente o sí los poetas son propiamente profetas. Es decir no se sabe si los poetas son profetas o si los profetas son poetas, lo que sí está todo el mundo dispuesto a aceptar es que nadie es profeta en su tierra.

Emily Dickinson tiene, además de la cosa de la fundacionalidad y la cosa decimonónica, otras dos peculiaridades que me producen ambas una gran perturbación. La primera es la del escalofrío que suelen arrancar sus primeros versos siempre (“The heart asks pleasure first”, “The soul selects her own society”, “How dreary to be somebody”, etc.). La segunda es la de su aislamiento social, que la tuvo confinada en su casa familiar de Amherst sin apenas establecer algún contacto epistolar. E. Dickinson sentía una timidez y una vulnerabilidad extremas. Rosalía de Castro anduvo dando tumbos con un marido bastante tarambana y que estaba a la merced de los turnos de poder del XIX. Su vulnerabilidad se mostraba más bien en la ira, por bendita que fuera.

La casa tomada del Bestiario de Julio Cortázar hace reír comparado con la casa y el caso de alguien que decide confinarse. Luego está lo de los hikikomoris. Precisamente el domingo El "Magazine" de "La vanguardia" contenía un reportaje sobre las hikikomori. Es un síndrome de aislamiento social que se está dando en el Japón en 1 de cada 10 adolescentes o jóvenes que no soportan la sociedad japonesa. O habría que decir "1 de cada 10 adolescentes o jóvenes, que no soportan la sociedad japonesa". No es tanto por lo que siempre la ha dominado, la rigidez de las normas de convivencia y conducta, sino porque “para las personas que son ligeramente diferentes, la vida [en el Japón] es muy difícil”, dice un hikikomori que “ha vuelto a la sociedad”. Reproduzco así las palabras de este joven, que se pueden oír en la segunda parte del vídeo de 30 minuts (documental de la BBC, parte 1) (“Un milió de desapareguts”, Un millón de desaparecidos). Entre la tercera parte y la segunda parte se nos muestran las “escuelas intensivas”, donde niños de unos diez años se pasan las horas de sol a sol en(j)aulados. A eso de las 10 de la noche se les somete a un examen que –si no pasan- se irá reproduciendo hasta que consiguan superar la prueba. Esto puede producirse a la medianoche o bien a las dos de la mañana. Por tanto, muchos de los hikikomori proceden de las escuelas intensivas. No pueden soportar tal presión. Se refugian en los videojuegos, en la televisión, en internet, se confinan en una pieza de su casa y no salen ni para comer ni para asearse ni para nada. Sus familias tienden a sufrirlo en la intimidad, más cuando se trata de chicas, y en muchos casos el padre se inhibe de la situación, que pasa a ser manejada en su práctica totalidad por la madre.
Me atrevo a hablar de los hikikomoris desde mi admiración por la poesía, el ikebana, los oficios y los artes del país del sol naciente (y no tanto por el karaoke, el harakiri, los tamagotchi), y desde mi conocimiento directo de algunos japoneses que he podido conocer en Barcelona todo lo que ha permitido cada situación y ocasión. Aunque nada más hubiera un hikikomori entre cada 100 adolescentes japoneses, en vez de entre cada 10, el fenómeno no dejaría de ser ensordecedor.

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