31.12.14

Risas enlatadas y latosos

n mayo de 2013 el actor Josep Maria Pou interrumpió su actuación de "A cielo abierto" cuando estaba representando la obra en el Teatro Calderón de Valladolid tras oír sonar el undécimo móvil en la sala. El último, casi cuando la obra llegaba a su fin, sonó en la primera fila y Josep Maria Pou le espetó a la señora del móvil "¿Por qué tenemos que aguantar esto?", a lo que siguió una serie de protestas que le salieron del alma y que merecieron una cerrada ovación. 
Yo he visto a Josep María Pou actuando y la transfiguración que experimenta para adoptar su papel es prodigiosa. Al final de una obra, que es donde se suele acumular el mayor clímax, se le podía ver como con 70 años y durante los minutos en que salió con los otros actores para saludar al público desde el escenario parecía tener 50, de golpe ser otro hombre. Eso requiere una concentración que por disciplina puede ser tomada y abandonada pero no sin un esfuerzo que sería innecesario si el público fuera considerado. Considerado y respetuoso para con los que están trabajando y para con los que están disfrutando de un espectáculo.
A pesar de que al principio de las representaciones se pide que el público insonorice sus móviles, que hubieran 11 sonando consecutivamente no me extraña a la vista de lo que veo a mi alrededor. Luego decían que es que estaban de guardia, pero de guardia telefónica se ha estado siempre -cuando habían buscas- y la gente desactivaba el sonido. También se podrá decir que los jugadores de fútbol juegan con un ruido atronador con insultos a veces a sus madres y a ellos mismos, cuando los jugadores de tenis es tradicional que jueguen en silencio, silencio que velan los jueces de silla cuando al principio de un set recuerdan "Silencio, por favor". Nótese que no se pide a la gente que se calle o que no hable o que no haga ruido, se les ruega silencio, que es otra cosa. El silencio adquiere así cualidades positivas, afirmativas. Es un silencio fecundo.
Es curioso porque de la misma manera que es difícil mantener el silencio, incluso en el Auditori o en el Palau, y ya no digamos en las bibliotecas y en los hospitales, en espectáculos o representaciones donde se esperaría la participación del público, por lo menos en mi ciudad resulta que o es inexistente o pacata. La primera vez que actuó José Mercé en el Auditori, abriendo una noche flamenca inolvidable que duró hasta las cuatro de la mañana, la platea paya no se movía. Y sin embargo unos palcos que estaban llenos de gitanos hervían, por no decir que salían y entraban de la sala como Pedro por su casa. Jaleaban de acuerdo con lo que convencionalmente se espera en el flamenco, a punto. No ponían un "arza" o un "ole" a destiempo y que no tocara. A mí me pedía el cuerpo jalear también, pero estaba convencida de resbalar fuera de compás y solo me movía en la butaca como un manojillo de pellizcos y escalofríos.
Tengo observado, especialmente en los mítines del PSOE, que cuando habla el orador y levanta la voz lo hace como para indicar que le aplaudan. No es al revés, es decir no es que suba la voz porque le aplauden sino que le aplauden porque sube la voz, cosa que es perceptible hasta para mí. Cuando Pedro Sánchez se transfigura en King África quiere decir que hay que aplaudir. 
En algunos programas de TV con público presente les indican cuando tienen que aplaudir. Hay una persona en el plató que les va marcando, como un director de orquesta, en qué momento exacto tiene que entrar la ovación. De la misma manera en programas de humor grabados estadounidenses se incorporan risas enlatadas, que son como mojones donde reparar que hemos oído o visto algo gracioso. En las películas de intriga nos ponen una musiquilla como de suspense y así cuando aparece el asesino parece que nos hace un mayor efecto.
La gente molesta con sus móviles onanistas, especialmente cuando se supone que están con otra gente, aunque los tengan silenciados. Porque le oí a una entrevista al mismo Josep Maria Pou que desde el escenario no solo se oyen mejor los móviles que desde la platea sino que se ven las pantallitas brillando porque hay personas (es un decir) que las consultan a cada momento.
Una de las actrices españolas que ha demostrado crecerse en las morcillas es Charo López. Cuando asistí a una representación de "Tengamos el sexo en paz" recuerdo que la abría repasando "El País" del día, aparte de que interpelaba al público -como también lo hacían en "El Molino" las vedettes- y éste respondía al caso. Fue ella quien una vez cuando le sonó un móvil durante una representación dijo alto y claro: “Si es para mí, dígale que estoy trabajando y no me puedo poner”.

"Me impide mirar mi teléfono cada dos segundos"
Liam Walsh



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30.12.14

Los refinamientos del destino

"K. Mansfield
Caleidoscopio de humores: tan pronto siente una gran gloria en fijarlos
como se enorgullece de dejarlos ir.
A lo largo del diario conoce como nadie la comedia de la falsa voluntad,
 las tretas del "hacer como que escribo". Se despliega en dos K. M. ("ven mi invisible, mi desconocido, hablemos los dos"), una de las cuales desenmascara a la otra.
Sin embargo, de desenmascararla y aun convencerla de que es
 otro el método hasta inclinar realmente su voluntad
 a abrazar ese método hay un abismo: el que separa el caos del orden.
"Reina una especie de confusión en mis estados de conciencia".
"Soy pródiga, me disperso en lo vago, no soy positiva... pierdo el tiempo" (Lo pierde porque está empeñada en ganarlo, como lo perdemos todos cuando nos acosa la rigidez)."
Carmen Martín Gaite, Cuadernos de todo.



uadernos de todo es el título que recibió un libro que le hicieron a Carmen Martín Gaite a su muerte el año 2000. Mi edición es del Círculo de Lectores del año 2003 y está primorosamente preparada, tal y como creo que a la escritora le hubiera gustado, con los cuadernos que fue acumulando paralelamente a cuanto escribía para su publicación. Carmen Martín llegó a aficionarse al scrapbooking y no es de extrañar porque quien tiene el gusto por la escritura y lleva poco más o menos algo parecido a un diario o "cuaderno de todo" es natural que acabe incorporando otros elementos. En Estados Unidos hay infinidad de aficionados al scrapbooking, pero no se nos escapa que el origen de todo ello está en los alba amicorum o livres de'amitié, de los cuales aún se conservan ejemplares hasta del siglo XVI. Que haya toda una industria de materiales para el scrapbooking demuestra la demanda y, a mi entender, la falta de imaginación de una parte de sus aficionados. Es más bonito poner una mala servilleta de una chocolatería o un mal boceto que comprar escarapelas de papel dorado y flecos iridiscentes ya preparados para ser adheridos a las hojas. En mi opinión. Pero in varietate concordia.
Era previsible que Carmen Martín Gaite fuera a dar a los Diarios de Katherine Mansfield y que se viera en algún punto retratada en las propias palabras de la neozelandesa, la indecisión y la inseguridad que la acuciaban y le hacían perder una valiosa energía cuando en realidad luego se proyectaba en todo su vigor para posarse en el hueco del asa de una tetera de loza o en el peciolo de una de las plantas de su jardín. Las anotaciones de los cuadernos de Carmen Martín incluyen tantas referencias a lo que vamos a llamar "literatura femenina" que será ineludible en el futuro  estudiar esta obra y otras para reconstruir la historia.

Imagen de Cuadernos de todo

El cuaderno 12 es del año 1975 y me hace gracia porque yo recuerdo haber tenido uno igual, en su exterior, se entiende. Para el colegio. Y por eso lo he elegido para ilustrar esta entrada, aunque hay alguna reproducción de páginas manuscritas y hasta dibujadas que tendrían mucho interés.
Me ha proporcionado Alejandro González Terriza un libro de Antonio Hernández Marín que facilita o regala a demanda. Es una digitalización de un libro en blanco en donde el poeta reunió sus textos de 1984 y 1985. Y tan pronto abrí el regalo vi que el libro era idéntico a uno que por aquella misma época o incluso antes le vi a Teresa Pous. Idéntico a excepción de que el libro de Teresa Pous es rojo. Y curiosamente cuando hace unos años, el 2005, estuve en su casa en Barcelona, seguía teniendo el libro en blanco, ella que lleva publicados unos cuantos libros sobre algunas vidas ejemplares de Cataluña. El libro estaba en tan buen estado como lo estaba el año 1980, a pesar de haber pasado por no pocas mudanzas. Yo creo que siempre lo ha tenido en su mesa, que aunque lo tiene a mano lo tiene como en la reserva, y que espera escribir en él algo mucho más personal de cuanto lleva escrito.

Poemas y otros escritos (1984-1985), de Antonio Hernández Marín

Lo de la gracia que me hizo recordar haber tenido un cuaderno igual al cuaderno número 12 de Carmen Martín Gaite no es nada comparado a cuando supe a finales del 2013 que Teresa Pous había publicado un libro titulado Servir Catalunya. Artur Mas, l'home, el polític, el pensador.  En estos momentos Artur Mas no me parece ni un hombre, ni un político ni desde luego un pensador. Pero lo que a mí me parece, además de que no tiene el menor interés, como no lo podría leer una niña en cabellos, prefiero callarlo. Estos refinamientos del destino, que nos exponen a ser zarandeados por la amistad con personas cuya trayectoria está en nuestras antípodas, nos hablan de lo sorprendente que es la vida. A mi pesar Teresa Pous no lo entiende así y aunque es una mujer de convicciones firmes, buena amiga y mejor persona, como yo no soy catalanista ni cosa que se le parezca, me ha negado su palabra. Al menos, yo lo entiendo así.
Cuando se habla de la "fractura social" catalana no es que se hable de mí, por supuesto, pero se habla de cosas así. He conseguido mantener la relación con personas de mi familia o de mis círculos a pesar de sus anhelos soberanistas  y mis dudas sobre el Procés. A veces ha sido a costa de un cierto distanciamiento, de pasar por encima de muchos temas y de hacer fintas alrededor de lo que todos tácitamente sabemos que puede ser irritante. A mí me resultan irritantes las malversaciones del gobierno de Artur Mas, la manipulación de la historia con motivo del Tricentenario del 1714, la red clientelar del régimen y la corrupción, pero esos temas los puedo hablar con contadas personas de mi entorno. Por lo demás, lo único que me propongo es intentar comprender la forma de pensar de cada cual y sus razones, que para todo las hay.

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29.12.14

Sopas de "farigola"

Cogollo de toronjil
Cuando me aumenten las penas
Las flores de mi jardín
Han de ser mis enfermeras
Violeta Parra, La jardinera

o sé si Violeta Parra encontró en el cultivo de su jardín remedio para sus penas, como dice al principio de "La jardinera", pero que las flores son uno de los mejores remedios para casi todo, de eso yo no tengo ninguna duda. No ya por vía oral sino también por su mera contemplación. Tengo yo siempre a mano mis hierbas: manzanilla, pasiflora (a cambio de la valeriana) y salvia. Cuando mi madre estaba embarazada le dio por las sopas de tomillo, muy estimadas en la gastronomía tradicional catalana (sopa de farigola). No tengo tampoco ninguna duda sobre la existencia de las manías en la alimentación de las mujeres encintas. Para el primer hijo le dio por los bocadillos de chorizo y para la tercera, que no llegó a nacer, le dio por las sandías. Como ya fue en vida mía puedo hablar de que no hubiera podido dar crédito a tal desarreglo si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Comerse dos o tres sandías en un día como quien se come dos o tres nísperos no me parece normal, en especial cuando nunca la habíamos visto comer tanto de un solo alimento y como si en ello le fuera la vida. Si desafortunadamente no hubiera perdido la que bien hubiera podido ser mi hermana pequeña, no sé en qué hubiera acabado la cosa.
Debo decir, ante la certeza de que los descreídos ya hace rato que abandonaron el post, que una sola vez la manzanilla no me arregló el cuerpo y opté por un trago de güisqui que me dejó nueva, aunque no volví a comer churros durante meses.
Como ya dijo Caravaggio que era más difícil pintar flores que personas, no voy a ser yo quien añada ni una sola letra a su afirmación por matizarla o ampliarla. Hay mucha afición a la ilustración botánica, la cual está a medio camino entre el arte y la representación científica, en particular en los países anglosajones (Inglaterra y Estados Unidos) y sobre todo entre las mujeres. Que tenga tanta dedicación femenina nos recuerda a las monjas que pintan imágenes, vajillas, iconos, etc. Y a la monja gitana que bordaba alhelíes en un poema de Lorca. El dominio hiperrealista al que han llegado muchas ilustradores inglesas sea con la técnica de la acuarela, sea con los lápices acuarelables, es sencillamente prodigiosa. Eso sea dicho sin olvidar que aquí nos detuvimos en Redouté, pintor del gabinete de Marie-Antoinette. Mauro David, pintor hiperrealista que traemos hoy al Álbum, tiene la elegancia de Zurbarán, si se me permite que tan torpemente no quiera ocultar mis gustos y mi preferencia por las naturalezas llamadas muertas. 
Hoy tuve que recurrir a la couldina -de la que no recomiendo tomar más que tres pastillotas- por un resfriado acompañado de dolores articulares, mal de cuello, tos y todo aquello. Por prudencia dejé de lado la salvia y la pasiflora que estoy tomando para mis desarreglos de la segunda edad, no sea que juntas o revueltas me produjeran algún efecto no previsto. Los médicos que desprecian la fitoterapia y los remedios tradicionales a veces escoran y admiten que no es que no hagan nada sino que van mal, que interactúan con los medicamentos de verdad (?). Ignoran la gran mayoría, en los dos sentidos de la palabra "ignorar" que el ácido acetilsalicílico de que se compone principalmente la Couldina es hijo de la corteza de sauce (salix) que se empleó en la medicina popular. De hecho aún no se sabe bien bien cómo actúa el ácido o, por decirlo de otra manera, por qué produce los efectos antiagregantes y febrífugos que produce.
Durante años he tenido que luchar contra un desarreglo sin importancia pero muy molesto: la tensión baja. Eso que dicen que alarga la vida. Pues después de probarlo todo -y cuando digo "todo" es todo- conseguí regularme con el polen de abeja. Una cucharilla por la mañana y andando. De las abejas también uso la miel. Tengo un pote de miel muy pura, de la Sierra de Xurés (en la frontera de Portugal y Orense) que lo reservo para las quemaduras y rozaduras. Creo recordar que a un enfermero que conocí hace años, tras un gran número de sesiones de radioterapia y tener el perineo totalmente achicharrado le aconsejaron usar miel para nutrir e hidratar la piel.
Hace unos días les expliqué aquí un poco por encima un episodio de una amiga que está siendo tratada por la mala psiquiatría, por una psiquiatría jactanciosa y llena de errores y horrores. Hay una Psiquiatría buena, además de necesaria, y otra mala. No me gustan las dicotomías ni las monotonías, pero a veces hay que hablar así de claro. Y lo que ocurre es que cuando la psiquiatría mala no funciona la culpa se le achaca al paciente -sobre todo cuando ya está para el arrastre y se siente mal- y aquí paz y después gloria. Mi amiga ahora está ingresada en una clínica con una depresión mayor y para ver de ajustarle la medicación tras años y años de ansiolíticos, a los que se ha hecho adicta y que ya no solo no le hacen efecto sino que le crean secuelas que si no fuera porque hacen llorar harían reír. Aún conozco un caso mucho peor que este, con un testamento de por medio y la clara intención de tutelar al paciente para quedarse con los bienes, mediante ingreso hospitalario y todo lo que nos pensábamos que solo ocurría en los dramas rusos.
Por acabar con algo más alegre.  o que por lo menos no es dañino, les contaré un rara propiedad que tienen las orejas de mi madre. En verano están fresquitas y en invierno calentitas, de manera que yo acudo a sus pabellones para refrescarme y calentarme, respectivamente, las manos. Aunque hace unas semanas se habló de que tener un pliegue en diagonal en el lóbulo de la oreja predecía ictus (yo lo tengo), y hoy he leído un artículo sobre el síndrome de las orejas rojas (en el International Journal of Pediatric Otorhinolaryngology), que aún no se puede citar porque no está publicado en firme, lo de mi madre pienso que nunca atraerá la atención de los médicos aunque es sumamente interesante, útil y además habla mucho del efecto termorregulador parasimpático o como se llame de las orejas.
Ya me falta menos para la segunda atacada de Couldina.


Ramo di nespole. Mauro David, 1992.

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28.12.14

Microautobiografías (o Dicen que la omisión es el olvido)

But you only need the light when it's burning low
Only miss the sun when it starts to snow
Only know you love her when you let her go

Passenger, Let her go

Acabo de darme cuenta de que gente de Twitter con unos rudimentos de programación mínimos es capaz de convertir un retuit en un seguimiento. El retuit cuando se pierde un viejo con Alzheimer está asegurado, aunque me temo que los favs también contarían como "Seguir", que es de lo que se trata. Los pobres diablos tal vez aumentan su valor o el de sus cuentas por el número de seguidores. Digo yo. 
En el "Ser y tener" y el "Ser y estar" también hay fakes o bolas. No le he oído ni leído a nadie relacionar la manía del llamado Pequeño Nicolás con un fake, como si su pamema al haber adoptado visos psicopatológicos hubiera que deslindarla de las ideaciones más experimentales de periodistas a los que se les acabaron los argumentos. Para ser periodista, y no de opinión, hay que tener recursos económicos. No para ser escritor ni crítico. Un crítico puede conseguir entradas de teatro gratis si lo hace bien, o si lo hace mal, según se mire. El periodismo, entre la falta de recursos y que hay tanto intrusismo, es una carrera difícil. Por eso cada día admiro más a los escasos periodistas decentes, que alguno hay. 
Francisco Nicolás Gómez Iglesias no lo relacionamos con Enric Marco ni con Tania Head, también impostores, porque es del subgénero canapero y no optó -hasta donde yo sé- por un infundio como el de los campos de concentración falsos o ser un superviviente falso del atentado de las Torres Gemelas. No optó, en una palabra, por el victimismo. Ni por el falso ni por el otro, que también acaba siéndolo. Naturalmente no tiene Nicolás Gómez la edad necesaria para simular haber vivido en los años 40 o estar emancipado el año 2001. Cada impostor adopta la ficción con la que se siente más identificado o con la que puede enredar mejor sus sueños. 
Hace unos años me interesaban de algunos libros exclusivamente la solapa, donde podíamos ver a su autor con un fondo de libros, como en las entrevistas. El mar también es un fondo muy socorrido. Es un poco como el fondo que usaban los fotógrafos minuteros, una tramoya con los huecos para asomar la cabeza y convertirse en un turista regatista, en un aviador de guerra o sin motor, en una familia rica con cochazo. Hasta caballos había, muchos caballos con lunares. Si luego ponías esa foto en un rincón al lado de un yelmo o un espejo con marco de carlina ya era el completo. Una variante de foto-bola es la de Quiet.
Por casa corría una foto de mi tía pequeña vestida de gitana trianera gracias a uno de esos decorados en los que solo asomaba la cabeza del retratado. La acompañaba un amigo, con la cabeza puesta en el cuello del cordobés y otra amiga, mucho más gorda para el caso o para la composición. La fotografía ambulante ya era un poco diremos que anacrónica en los años 70, pero era divertido posar y hasta ver la foto ya revelada y mucho antes de lo que lo hacían los laboratorios fotográficos, que podían tardar una semana en facilitar el encargo. Es cierto que el positivado de los fotógrafos ambulantes era de una calidad inferior, pero una foto que nos hizo un minutero en Santiago de Compostela el año 1982, con mi polo de rayas, me parece inolvidable. Admito que tiene un aire como de fotografía post-mórtem, de las que simulaban vida. Supongo que por el parecido con un daguerrotipo o porque se me ven los ojos verdes, cuando casi siempre, la mayor parte del tiempo, los tengo castaño claro. En la foto, tomada en julio o agosto de 1982 estamos Pili Marcote, Rosa Traba y yo cuando tenía 20 años. Fue el último minutero que vi, de manera que la imagen tiene el valor de ser un recuerdo por dos razones.
Las solapas de los libros suelen indicar detalles biográficos que son o de la misa la mitad o misa y media, parafraseando el proverbio gallego por el cual "Máis vale ser media merda que merda e media". Si hemos tenido la buena suerte o la mala suerte de conocer al autor o a la autora sabemos qué se omite y cuanto se exagera. Invariablemente da como pena, por muy diluída que esté a costa de que todo es igual. He visto a alguien que llegué a conocer muy bien omitir los años que trabajó en La Caixa, que no fueron pocos. No creo que La Caixa imponga a sus trabajadores el silencio sobre lo que fue o es su forma de ganarse la vida, pienso más bien en que la escritora en cuestión ha adoptado las formas de otra forma de vida. No es el único caso, también hay alguna bibliotecaria que  reniega -palabra vodevilesca donde las haya- de su oficio y se presenta como licenciada en... y escritora, en el famoso Twitter, cuyas cabeceras merecen uno o varios posts. Se podrá decir que la omisión es olvido o que no se hace aprecio a lo que uno hizo, que se tiene en menos, pero para mí son llamativas esas microautobiografías apañadas.
En el Día de los Santos Inocentes.

Glenn MacCoy

-No creo en mí mismo.
-Pienso que soy bipolar.
Todos los otros renos ser ríen de mí y me insultan.
-Estoy atrapado en un trabajo que está en la vía muerta.

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27.12.14

La cuarta pared

Per a cadascun de nosaltres la pregunta ens implica. Algú ve i ens diu: «Qui ets tu?».
—Doncs mira jo sóc mestra, he estudiat una mica de música i una mica de teologia, i una mica de…; ara sóc monja i visc en aquest monestir…
—No et pregunto què has estudiat ni què fas ni en què treballes ni on vius. Només et pregunto qui ets.
Conxa Adell i Cardellach, Qui ets tu? Qui sóc jo?
(*)


l comentario de Conxa Adell tiene que ver con la pregunta que hace Jesús de Nazaret a sus discípulos (Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?). A lo mejor hoy en día lo que se esperaría que dijeran era "Carpintero" o "Mi padre tiene una carpintería". Y eso es porque en general nos presentamos y nos presentan por nuestro oficio o profesión o por lo que hemos estudiado, y las respuestas acostumbran a contentar las expectativas de algunas personas aunque no de todas. 
Hace unos pocos años comenté por mi parte el tema del "Ser y tener", a cuento de una preciosa película francesa -"Être et avoir" (Nicolas Philibert, 2002)- y hoy habría que complementar un poco la entrada con el "Ser y estar" que tantas veces se recuerda en las clases de yoga. Se nos habla de mantener la postura y de intentar hacerlo lo más relajadamente posible, como si hubiéramos de permanecer en ella hasta el fin de los tiempos. También estoy pensado, además de en lo que llevo dicho, que no es poco, que es difícil explicarles a los extranjeros nuestra distinción entre ser/estar, especialmente cuando a la hora de la verdad decimos "está muerto" para referirnos a un estado del que nadie espera ni ser revertido ni transformado gran cosa.
Naturalmente, cuando a mí se me ha pedido en las clases de yoga o en las de inglés que hablara de mí lo he hecho con incomodidad. Pero no porque sea tímida -no sé si lo soy, creo que no-, no porque yo no sepa quien soy o porque prefiera no hablar de mí. Es que normalmente esa pregunta no produce, a mi entender, respuestas interesantes. Supongo que se hace para romper el hielo, para ver qué intenciones tiene cada cual, pero nunca he podido oír ni una sola explicación que me hubiera parecido necesaria. Cuando alguien dice que es licenciado en Farmacia o camarero  me parece que se está levantando una cuarta pared, una máscara, una empalizada o algo por el estilo. Lo que menos me interesa de una persona son sus diplomas o sus títulos, cuánto gana y si ha leído o comprado el Ulises de Joyce.
Más que nunca antes, tal y como están las cosas, y me refiero a la microeconomía, los jóvenes se preparan con dobles titulaciones, másteres y postgrados que desangran el presupuesto familiar y que hace de gente sobradamente preparada una generación que si llega a desarrollarse laboralmente lo hará cuando apenas ha tratado con otras personas fuera de las universidades y sus familias. Y el mundo del trabajo, salvo alguna rara excepción, obliga básicamente a relacionarse con personas con las que uno nunca se hubiera querido o tenido que relacionar. 
Cada vez somos más las personas que nos preguntamos si los líderes de Podemos han trabajado alguna vez. No digo de políticos, digo incluso de biólogos o de camareros. Y, si ustedes se quieren fijar, observarán que en ellos se da también la otra circunstancia que un parágrafo arriba lamentaba: todos ellos son iguales poco más o menos. Por la edad, por sus estudios y por su manera de hablar, una manera de hablar a la que solo nos había acostumbrado un poco Joan Herrera (ICV). Y no me refiero al contenido de sus discursos sino a la velocidad y el nervio que les imprimen. Pero trabajar, lo que se dice trabajar, me temo que ninguno de ellos ha trabajado. Ni por cuenta propia ni por cuenta ajena. Y la campaña que el facundo doctor de orejas de implantación baja, Errejón, le organizó a Pablo Iglesias, no es trabajo. Como "trabajo" no fue en mi caso ir a por la leche cada día cuando tenía 3 años.
En mi teoría muchas personas que hacen carrera profesional en la Universidad se acaban creyendo que la vida es eso y que la acumulación de artículos científicos o méritos son, catafáticamente, lo que les define y va llevando de una forma escalonada hacia su personal progreso. En otros terrenos de la vida el camino no está trillado, sino que hay que ser un precursor. En otros se puede perder casi todo en un día, y eso aunque hasta en el deporte todo tiende a medirse por títulos que con el tiempo no pierden su valor. Las personas que abandonan sus profesiones y que por lo tanto "pierden" todo lo conseguido en un campo, se arriesgan a no ser aceptados allá donde se metan, a no ser que se metan en hacer la vuelta al mundo en patera.
A la cuarta pared las mujeres podríamos añadir el famoso techo de cristal, ese que no ve nadie pero que existe y que impide que la gran mayoría de las profesionales de mi género avancen en terrenos que no sean la cosmética, la cartomancia y poco más.  De manera que, con el tiempo, resistir en la postura que las condiciones sociales, económicas y propias nos permiten adoptar, es posible pero no sé si es deseable.
*
Algo que a mí me habla mucho de quien es alguien son sus pies. Ni siquiera las manos hablan tan elocuentemente como lo hacen los pies de quien es alguien, de su forma de caminar, de si se cuida, de qué tipo de trabajo hace. Por eso en el Álbum hoy incluyo una fotografía de las patas de uno de los 13 gansos de nuestra Catedral de Santa Eulalia, en Barcelona.

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(*) Conxa Adell i Cardellach.  Qui ets tu? Qui sóc jo? http://www.benedictinessantperepuelles.cat/cat/biB15.html [Consulta: 27 de diciembre de 2014]
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26.12.14

Ser humano

tra vez, como el año pasado, cuando veo el mural de la campaña de Médicos Sin Fronteras vuelvo a pensar en las palabras de una intensivista que conocí en el Hospital de Bellvitge: "Nosotros no salvamos a nadie".  Si no recuerdo mal, esta frase me la dijo Maite Górriz Vidal. El único rastro que ahora tengo de ella lo encuentro en un "ABC" de 1975, donde se da noticia de que fue detenida por liarla parda con el FRAP o Frente Revolucionario Antifascista Patriota, del ala sanitaria. Las protestas de los MIR del año 1975, poco tiempo después se abrirse el Hospital de Bellvitge (entonces Hospital Príncipes de España), fue muy sonada y aún quedaban hasta hace poco médicos que habían participado y que habían sido despedidos y después readmitidos. Yo empecé a trabajar allí en julio de 1985 pero traté con médicos que se acordaban perfectamente de quienes habían sucumbido al miedo o a la bajeza de ser esquiroles. Y de la misma manera que entre los de mi oficio yo distingo entre quienes tuvieron de profesora a Nora Vela y los que no, se puede decir que hasta hace bien poco en Bellvitge se podía distinguir entre los que se habían jugado el puesto de trabajo por sumarse al conflicto de los MIR y los que no. 


Pero el comentario que traje aquí ("Nosotros no salvamos a nadie") no hubiera tenido menos valor si hubieran faltado estos antecedentes, porque sobre todo es una perla del escepticismo médico y de la necesaria modestia para avanzar en cualquier saber. El entusiasmo -si no es de eutrapelia- puede caer en la jactancia. Sabía la Dra. Górriz que muchas veces exactamente lo mismo y en un caso idéntico no funcionaba, en la UCI. Que había muchos elementos que se les escaparon. Otras veces, cuando clínicamente no había esperanza para un enfermo, de una forma que bien pudiera decirse "milagrosa" experimentaba una mejoría injustificable y contra todo pronóstico. Gracias a estos factores y a que en definitiva gran parte de los médicos tratan con seres humanos y hasta infrahumanos, tarde o temprano el que ya no era modesto es un converso a la modestia decidido. Ni que sea optando por el desvío del escepticismo, que también vale para el caso.
La campaña de Médicos Sin Fronteras es buena, apela a la urgencia y no tanto a la consabida piedad. Habida cuenta de que lo más caro de los cuidados sanitarios son los especialistas (los seres humanos especialistas) y la tecnología, la frase se aguanta sola. Pero todos sabemos que hay muchos perros que le salvaron la vida a heridos o a personas en peligro de morir asfixiadas por combustión de gas, que hay delfines que han ayudado a marineros (seres humanos marineros) a volver a tierra, etcétera. También sabemos, sobre todo por los misioneros que tenemos en países subdesarrollados -y la palabra cada día se hace más insostenible- que cuando estamos dispuestos a ayudar a los demás también tenemos que estar dispuestos a hacerlo en lo que nos piden, no en lo que pensamos que es necesario. No es posible ayudar además a quien no se deja ayudar. O "salvar", si quieren.
Uno de los sacerdotes de la capellanía del Hospital donde trabajo (el Padre Buenaventura) ahora me explicó que cuando va a ver a los niños les hace unas pajaritas de papel. No tiene recursos para más y sabe que ese primer nivel de la papiroflexia es suficiente para fascinar a un pequeño y para acercarse sin invadirlo. Naturalmente esa es la verdadera evangelización, la que Manolo, perdón, Jesús de Nazaret, hubiera hecho. Y cuando los misioneros (los seres humanos misioneros) hablan ves que acaban todos o muchos haciéndose maestros, sanitarios y cocineros no solo porque la fe se demuestra andando sino porque el Evangelio, con ser un libro vivo se queda en letra muerta si el hambre y el dolor abotargan a quien lo recibe en condiciones pésimas.

Hablaba esta mañana de llamados y elegidos e invertía la proporción clásica (muchos los llamados, pocos los elegidos) por otra más idónea e interesada (pocos los llamados, muchos los elegidos), cuando según la hermana Conxa Adell todos hemos sido elegidos (seres humanos elegidos). El problema será en todo caso -en mi interpretación- que somos duros, que no somos ni atentos ni confiados. 
"Amb Ell, nosaltres hem estat en el pensament de Déu des de sempre, des de tota l’eternitat. Amb paraules de Pau en la carta als Efesis: «Ens ha escollit abans de crear el món» (Ef 1,4). Joan encara és més explícit: «M’estimaves des d’abans de crear el món» (Jn 17,24).
Com li plau al cor sentir aquestes paraules entranyables: escollit des d’abans de crear el món! Som beneïts ja des d’abans de crear el món i ens voldríem mantenir ferms fins a la fi, per respondre a l’amor inefable de qui ens ha creat.
Per tu, per cadascun de nosaltres, després va crear el món, pensant que també seria el món que veuria el seu fill Jesús, que ara dorm tranquil dins de Maria. Amb la mateixa il·lusió que uns pares primerencs preparen la cambra del seu fill que ha de néixer, Déu anava creant amb cura tots els detalls del món amb mil formes i colors, amb mil moviments i una sola harmonia".
(El regal de la llibreta nova)
  (*)


(*) 
Conxa Adell i Cardellach. El regal de la llibreta nova. http://www.benedictinessantperepuelles.cat/cat/biB15.html [Consulta: 26 de diciembre de 2014)

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Guitarra trabajadora

Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón.
Tiene corazón de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas.

Aquí se encajó mi canto
como dijera Violeta.
Guitarra trabajadora
con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos,
ni cosa que se parezca.
Mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas.
Que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una lonja
hasta el fondo de la tierra.

Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre será canción nueva.

Víctor Jara, Manifiesto

Leo en "El País" de Navidad dos artículos de opinión que coinciden con mi propia preocupación por gran parte del panorama cultural en el que nos tenemos que desenvolver. Hace unos días yo protestaba contra las puertas giratorias. Señalaba que gente que imparte un taller de escritura [sic] luego (como un servicio de valor añadido o post-venta) difunde los textos de los ex-alumnos y solo los textos de los ex-alumnos. En otras ocasiones, por lo menos en dos, ya he denunciado que en esta parte de España y de Cataluña hay quien presenta y promociona libros que previamente ha corregido. Y los oficios del libro, aprovechando la confusión tecnológica, se mezclan desvergonzadamente de la misma manera que se mezclan los poderes que Montesquieu quiso divididos.
Me contó un día un editor una anécdota de Mauricio Wiesenthal, que estaba deseando dejar el mundo del vino para meterse de lleno en la literatura porque decía que el mundo del vino estaba muy falseado. 
Rafael Argullol en "La alquimia de la estafa artística" nos introduce en los hediondos fundamentos del blanqueo de dinero negro en obras de arte  y en la especulación mercantilista ajena a los valores intrínsecos de pinturas y esculturas:
"Presentar el fraude como arte es una inversión segura en un mundo paulatinamente domesticado en la falta de complejidad intelectual. Sustituir cualquier asomo de trascendencia estética por el puro espectáculo es asegurar colas en las taquillas, del mismo modo en que los programas basura de televisión siempre serán más rentables que la emisión de una buena película".
No es más halagüeño el artículo de Albert Chillón sobre "El cultivo de las palabras", el repudio actual de las humanidades y la depauperación lingüística de los medios de persuasión masiva y del sistema deseducativo. Nótese el archisilabismo, en contraste con la forma de expresarse de Rafael Argullol, más fluida y que parte de una experiencia vivida. Argullol, que es profesor universitario de Filosofía, aunque creo que ya no da clases en la enseñanza reglada, adopta un lenguaje más visual y menos abstracto que el de Albert Chillón, que es profesor de Comunicación. 
Al lado de las tres calamidades señaladas (amiguitismo, filisteísmo y fraude) muchas veces también nos podríamos lamentar de que gran parte de los que estarían dispuestos a "cultivar las palabras" no tienen el valor ni el brío de desprenderse del saber libresco y sus escritos carecen de vida. Los textos viciados o corroídos por las experiencias lectoras apenas interiorizadas no se dejan leer con gusto. Estos textos onanistas de refritanga abotargada conviven con los experimentos de autores noveles que apenas tienen nada que contar, porque la escritura precisa unas veces haber vadeado muchas aguas cenagosas y otras haberse subido inútilmente a ramas que no soportarían ni el peso de un petirrojo.

Hoy recibí en mi correo unos textos de una escritora que publicó creo que el que fue su primer libro el año 1976. Con escritos y poemas datados a partir de 1971 y que en cualquier caso proceden de la más tierna juventud. La autora de 1971 y la de 2014 son la misma persona y me gusta igual, aunque naturalmente su prosa se ha enriquecido en todos los sentidos. Lo que le falta a los textos de 1971 se ve compensado por su pureza y porque nos retrotrae a una época en que -por decirlo de una manera plástica- la música enlatada carecía de fondos pregrabados de sintetizadores y la comida, todo, era más fresco, sin resabios ni aderezos. También gustan porque es bonito apreciar como lo que nos transmite una escritora de 60 años ya estaba en la de 15 o 20.

Hay escritores y artistas de un raro talento y se pueden contar en cada siglo con los dedos de una mano. Escriben como el petirrojo canta, naturalmente. Se le puede dar una explicación misticista cuántica o estadística, pero el caso es que son muchos los llamados y pocos los elegidos, cuando lo ideal sería que fueran pocos los llamados y muchos los elegidos. A la proporción descomunal -lo digo por contraste con la "proporción áurea"- hay que añadir que probablemente por aquello que veníamos diciendo de las puertas giratorias y la grasa que impregna sus goznes, a veces vemos publicados al lado de artículos como el de Rafael Argullol textos que no tienen el menor interés y que con mucho trabajo los trae media idea.

Almadraba de buche. Pescador intentando coger un atún en Isla Cristina (Huelva). 
Fotografía de Ruth Matilda Anderson (1893-1983)



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24.12.14

Post 1169: Cómo no hablar

ANDROMAQUE
Cet envoyé des Grecs a raison. On va bien le
recevoir. On va bien lui envelopper sa petite
Hélène, et on la lui rendra.

CASSANDRE
On va le recevoir grossièrement. On ne lui
rendra pas Hélène. Et la guerre de Troie aura lieu.



odas las mujeres que aparecen en la Odisea, excepto tal vez Penélope y la nodriza de Ulises son terribles. Terribles es poco, terribilísimas. En uno de los primeros posts de este Álbum traje a Eco (Eco y Narciso, no Narciso y Eco), porque para mí la ninfa tenía más interés. El mito de Narciso es más conocido y aunque parezca completo por sí solo, tal y como nos lo cuenta Ovidio parece complementarse con el mito de Eco, la que solo podía repetir las últimas palabras de sus interlocutores por culpa de una maldición divina. Supongo que a alguien se le habrá ocurrido por ahí la broma de hacer hablar a Eco con Casandra, la que fue condenada por Apolo a hacer vaticinios y a que nadie los creyera. La Casandra de Jean Giraudoux es una Casandra cenizo, siempre dispuesta a ver los designios del destino y a ser considerada más bien lo que comúnmente conocemos como gafe o aguafiestas. 
Lo que habría que hacer es juntar a Eco, a Casandra, a una chismosa, a una spoiler o chafaguitarras y a una femen-ista que diera la matraca con el celebérrimo pasaje 1 Cor 14:34-36, que se atribuye a Pablo de Tarso pero que en realidad es una interpolación posterior. Aquel de que las mujeres no debemos hablar en las asambleas. Pero para que el grupo estuviera tan bien complementado como Narciso lo estuvo con Eco, yo añadiría a una delegada de la Hermandad de la Última Palabra (siempre tienen la última palabra) o a una de las que las mata callando. Solo así el monstruario o muestrario estaría verdaderamente cumplido.
La maldición de Casandra llegó lejos porque es que ni siquiera se conoce el complejo de Casandra o es mal conocido Todo el mundo ha oído hablar del complejo de Edipo (menos del complejo de Polícrates), aunque luego no se sepa bien qué es. El complejo de Casandra se lleva mal, a qué negarlo. Ya hacía un tiempo que yo venía diciendo que la desintegración o el debilitamiento del PSOE no eran buenos para España y si alguna vez alguien me escuchó -que esa es otra- lo hizo con notable fastidio. Sobre todo los simpatizantes de Ciudadanos o del Partido Popular. Ahora, cuando se les han visto las orejas a los de Podemos, solo ahora, es cuando los que no me concedieron oídos advierten los peligros de que no haya una izquierda fuerte y una oposición "dentro del sistema" y no anti-sistema.
El año 1988 me hice traer un lector de CD-ROM desde Estados Unidos, con la ayuda inestimable de Wim Luijendijk, que entonces trabajaba en Ebsco, para poder demostrar que los discos compactos eran un soporte válido y con futuro. Naturalmente algunos colegas me quisieron desmoralizar pero conseguí que el invento funcionara el tiempo suficiente para hacerse un lugar y que se apreciara su potencial. Luego expuse una ponencia en un congreso europeo y cuando me vi ante cosa de 600 bibliotecarios (que para aquella época era una barbaridad) me di cuenta de que se me había concedido una sesión plenaria y por lo tanto un cierto crédito. Supongo que otra persona hubiera seguido con la veta de la tecnología, especialmente habida cuenta de que tantas novedades asegura. Pero casi todo me acaba aburriendo. 
Mis habilidades no tienen que ver con la videncia ni con la estadística, son el fruto de un análisis multifactorial y de algunos conocimientos mundanos, librescos y de mí misma. Si es cierto que se sufre cuando a uno no le hacen caso o cree que no se le hace caso (complejo de Casandra), es algo a lo que los visionarios tienen que acostumbrarse sin desánimo. Lo peor no es que a una no le hagan caso. Lo peor es cuando ves algo claramente, nadie más parece verlo y sabes que si nadie hace lo que hay que hacer la cosa acabará mal o muy mal en el peor de los casos. Si además la persona afectada es una persona querida en la que observas que se van cumpliendo los pasos para llegar al desastre, el dolor es indescriptible. Es muy fácil pensar y por ende decir que siempre podemos ofrecer nuestro incondicional apoyo y atenciones, como hacen las madres cenizo. Pero ¿cómo no hablar?, diríamos, reformando un título de Jacques Derrida.


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23.12.14

El nido del tilonorrinco (o Veintiocho Barcelonas)

"Por el mundo adelante hay muchas Barcelonas: una en el Valle de Oro, en tierras de Lugo; otra a la sombra de Bunyola, en la isla de Mallorca; cuatro en Francia; la séptima en Inglaterra; la octava en Sicilia de Pozzo di Gotto; aún otras dos en las islas Filipinas; dos más en Colombia y otras tantas en Bolivia y en el Brasil; diez más en Venezuela y una en el Ecuador y otra en Puerto Rico. Total, veintiocho y, probablemente, alguna más trasconejada por los recovecos de la geografía, esa ciencia confusa."
Camilo José Cela, Barcelona: Calidoscopio callejero, marítimo y campestre de Camilo José Cela para el Reino y Ultramar 

uisiera saber si una de las diez Barcelonas que cuenta Cela en su guía de 1970 como venezolana es la de Aruba, que en realidad es posesión de los Países Bajos. No he encontrado en la obra del escritor un error de bulto como ese ni aún otros, por lo que me inclino a creer que habría 29 Barcelonas, muchas más que las que admite la Wikipedia el día de hoy.
La guía de Barcelona de Cela se deja leer bien -como guía, me refiero- porque se mantienen en pie la mayor parte de los edificios que menciona y porque como en toda su obra los elementos están dispuestos en la proporción idónea. Esto es que le concede poco más o menos el mismo número de líneas a la Sagrada Familia que a la calle Petritxol, cuestión que para muchos lectores puede parecer un despropósito pero que a mí me parece bien si tenemos en cuenta que la ciudad es como un diorama o un escenario del que nos queremos llevar una idea general. También me parece bien porque le tengo mucho más cariño a la calle Petritxol que a la Sagrada Familia. Naturalmente, por esas cuestiones de la impermanencia de todo cuanto somos y de cuanto nos rodeamos (con la excepción tal vez de la Coca-Cola y poco más), la calle Petritxol del año 1970 y la de 2014 es bien diferente. Permanecen fundamentalmente la Sala Parès (galería de arte), la "Granja Pallaresa" (1947) y "Dulcinea" (abierta como taberna en 1789 y como vaquería o tienda de aceites a granel en 1930). Pero hay muchos establecimientos que cambiaron de orientación o de dueños. Por ejemplo, recuerdo una tienda de material de dibujo y pintura que se encontraba ya tocando la calle de Portaferrissa. El Piera de Cardenal Casañas se ha mudado, por la entrada en vigor de la nueva ley de arrendamientos supongo, a la calle Pintor Fortuny, a unos 300 metros de donde estuvo o tal vez menos. La tienda es más grande y está peligrosamente cerca de la Granja Viader.
*
Nuestro apego a las cosas tiene que ver con el arraigo o con la necesidad de pertenencia o de tener un punto de referencia estable. Por poner un ejemplo de como se nos mueven cosas que parecían de toda la vida me di cuenta ayer de que lo que yo me pensaba que eran participaciones de lotería, no eran más que números con los que solo participaba en el sorteo de paneras. Eran los números que cada año compro a los estudiantes de Medicina de la UAB o a alguna cafetería del barrio. Por Navidad suelo comprar un solo décimo, pero además compró participaciones. Cuando me di cuenta de que eran paneras no adiviné que era a causa de que el impuesto de Cristóbal Montoro impone una obligación al que da participaciones de correr con el gravamen. El impuesto no se paga a escote, lo paga el depositario. Por lo tanto, el impuesto de Montoro se ha cargado las participaciones. Las paneras a mí no me hacen ilusión porque no sé cortar jamón, todo engorda y no bebo licores, así explicado rápido y mal.
*
Una pequeña catástrofe doméstica me ha empujado a pensar si no valía la pena meterse a aprovechar la movida de albañilería, fontanería y demás para reformar dos piezas más, eso sin contar con lo que cuesta. Me doy cuenta de lo fácil que es emparrarse en ideaciones de remodelación y decoración cuando sencillamente cuanto menos cambiemos las cosas tal vez se vive mejor.
Mientras yo fui aguantando de mi pobre cocina de la obra original había vecinos que ya se habían reformado la suya dos veces. Cuando ya amenazaba ruina y era impensable que pasara con bien las inspecciones del gas, no cuando vi una idéntica en "Cuéntame", decidí que había llegado el momento de organizar su reforma en dos fases y eso sin cambiar ni el suelo ni la cerámica de las paredes. Mi sistema nervioso pudo soportar las dos acometidas respectivas porque fueron cada una de cosa de una semana y con una distancia de 3 años.
Ya lo he dicho otras veces: si tengo que cambiar de sofá me mudaré de piso. Y es que cambiar el sofá mueve no sé qué resortes que nos hacen ver que si la lámpara, que si el suelo, que la pared necesita una buena mano de pintura, que las puertas, etc. Y cuando veo en la TV o en las revistas del corazón los pisazos y las casazas de los famosos o no tan famosos también pienso en el jaleo que hubo y en que muchas de las cosas que nos muestran seguramente nunca se usarán.




Ptilonorrhynchus violaceus. Nido.


"[...]  el pájaro satinado de enramada no es especialmente impresionante a simple vista: tiene más o menos el tamaño de un tordo y un plumaje de un color azul oscuro que despide un brillo metálico cuando le da la luz. Francamente, parece que llevara un traje de baño azul viejo y brillante, y cabría pensar que sus posibilidades de inducir a la hembra a olvidarse de la pobreza de su vestuario son nulas. Pero lo logra con un truco sumamente astuto: construye una enramada[...]. 
"El tilonorrinco estaba encantado: descendió por los alambres para quitármelo todo cuidadosamente de los dedos y después volvía a saltos a su quinta para ordenar las cosas. Se quedaba mirando la decoración un ratito y después daba un salto adelante y cambiaba de posición un billete de autobús o una hebra de lana para dejarlos de la forma que a él le parecía más artística. Cuando quedó terminada la enramada tenía un aspecto verdaderamente encantador y decorativo, y se puso delante de ella acicalándose, y de vez en cuando abría una ala como para indicar orgulloso lo que acababa de hacer. Después fue entrando en su pequeño tunel y saliendo de él, volvió a colocar dos de las conchas de mar y empezó a posar otra vez, con un ala abierta. Verdaderamente había trabajado mucho para construir su enramada y me daba mucha pena, pues todos sus esfuerzos eran en vano: aparentemente su pareja había muerto hacía algún tiempo y ahora compartía  la pajarera con unos cuantos pinzones ruidosos a los que no les interesaba nada su destreza arquitectónica ni su exhibición de tesoros domésticos"
Gerald Durrell, "Galanteos animales", Encuentros con animales.

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22.12.14

Experimentados, expertos y escarmentados


Quiero partir de la base de que el lector ya sabe la diferencia que hay entre ser experimentado, experto y escarmentado.
Tal vez hubo un tiempo en que la experiencia estuvo sobrevalorada. En muchos oficios la experiencia no lo era todo pero era mucho. Ese valor ha cedido espacio a las habilidades sociales. Tener una agenda de contactos o muchos seguidores serían los indicadores máximos y vienen a relevar o revelar o rebelar a lo que en otro tiempo sería la buena fama lironda, la cual se trasmitía de boca en boca o porque se le hacían reconocimientos públicos a la persona en cuestión (premios, calles y hasta plazas, etcétera). 
No voy a hablar de mi oficio, que ahora ha perdido a mi entender mucho de su dignidad -si es que algún día la tuvo- con la matraca de la mercadotecnia, los freebies y la bibliocosmovisión. Pero puedo hablar de los profesionales que tengo más cerca y decir que en Medicina abundan un género de pseudodivinidades que de acuerdo con la bibliometría son eminencias de su saber, el cual por otra parte es casi siempre muy específico, muy limitado a un área que no es suficiente por sí sola para atender un enfermo. Armonizar la parte de la comunicación -Publish or perish-, la docencia, la gestión y la asistencia es titánico o hercúleo, y me temo que aunque hay algunos médicos que lo consiguen siempre es de una forma monstruosa, esto es atrofiando una buena parte de su personalidad e hipertrofiando otras. El hecho de que la oferta atienda la tiranía de la demanda (una demanda además especulativa) es un tema que merecería dos o tres posts aparte, cinco telediarios y trescientos tuits. Yo prefiero como médico para mí uno que no publique mucho.
Hace un tiempo, cuando me preguntaban por un buen especialista a quien recurrir más o menos podía dar una respuesta. Actualmente no la puedo dar porque intervienen demasiados factores y todos ellos cambiantes. Lo que un día es de una manera al día siguiente puede ser de otra manera, eso sin entrar si es mejor o peor. Lo bueno de los sistemas "estables" es que se pueden considerar sus resultados seriamente. Por ejemplo, no es posible valorar el rendimiento de un sistema educativo cuando no permanece el tiempo suficiente para que dé frutos. O no hemos percibido plenamente el desmantelamiento o la demolición de la sanidad pública porque hasta hace poco hemos ido disfrutando de la buena salud que nos había permitido tener el sistema nacional público. La elongación de las listas de espera quirúrgicas, su entelequia, suponen una peor condición de los pacientes y por lo tanto unas intervenciones con peor pronóstico y convalecencia. Hay cifras de las fugas de muchos casos a la sanidad privada, casi siempre dotadas con los mismos médicos que hay en la pública. Pero lo que no se dice es que la sanidad privada no lo cubre todo. O se dice pero solo cuando se presenta la ocasión ineludible.
Como me resulta muy difícil hacer favores más allá de lo que está en mis manos suelo por lo tanto responder, cuando alguien me pide consejo, que no sé. Contesto pero no sé e incluso cuando creo saber no contesto. Ya siempre he evitado hacer favores a terceros y pedir favores a terceros porque los favores hay que pedirlos a quien los puede hacer no a quien conoce a quien los pueda hacer. No sé si me explico. Naturalmente si alguien se quiere meter en un berenjenal, de esa manera tiene un desastre asegurado o bien obtendrá sinsabores y algún disgusto que otro.
Que simplemente para darse de alta de una compañía telefónica o de gas o de electricidad y para elegir la tarifa idónea haya que contar con todo un cúmulo de picardías, trucos, destrezas, informaciones y escarmientos, requiere un tiempo y unas ganas que poca gente es capaz de dedicarle. Por otra parte, aunque le dedicáramos ese tiempo a estudiar y negociar una tarifa, probablemente sería objeto de especulación mercadotécnica y no nos la mantendrían más allá de lo contratado. Nos pensábamos que con más compañías habría más competencia (en la teles, en los teléfonos, en los seguros), pero no está tan claro. De la misma manera, cuantas más panaderías hay más caro es el pan y no siempre es mejor.
A veces me temo que mi enciclopedia adopta formas de tribuna o de púlpito, cuando defiendo vivamente algo en particular o en general o porque como el fraile culterano Paravicino puede parecer que me enredo en disquisiciones enrevesadas, parabólicas y retóricas. Pero la verdad de la verdad es que solo pretendo ahuyentar toda esperanza de que la claridad sea alcanzable o descartable. El escepticismo incluso me parece tan ingenuo como la mismísima ingenuidad. 
El relativo éxito de Podemos es la facilidad con que emite o excreta enunciados claros de validez universal. Tan claros como discutibles e insoportablemente lenes.
A Aristóteles le debemos la palabra entelequia, y yo digo que el futuro hoy más que nunca es una entelequia.

"I know what I said ten minutes ago. That was the old me talking." (*)


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(*) Sé qué es lo que dije hace 10 minutos. Era mi viejo yo el que hablaba.


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21.12.14

Intenso, fresco y picante

Ayer fui a ver "Un viaje de diez metros" (Lasse Hallström, 2014), una película de las que ya casi constituyen un género, que la podríamos agrupar con "El festín de Babette", "Como agua para chocolate", "Deliciosa Martha", "Julie & Julia", etcétera. El mensaje es claro: la comida como fuente de placer y de contacto con la naturaleza, con el prójimo y con lo más esencial. En "El festín de Babette" (Gabriel Axel, 1987) la sobriedad y estrechez de los habitantes de fe protestante de un pequeño pueblo costero de Jutlandia (Dinamarca) contrastan con la cena que les prepara Babette Hersant, cocinera  que había escapado de la Comuna de París pero que había sido la chef del Café Anglais. En "Un viaje de diez metros" la parte antipática corre a cargo de la propietaria del restaurante "Le saule pleureur", con una magnífica Helen Mirrer y la parte cálida, vitalista y hedonista se desarrola en el restaurante que le montan delante, "Restaurant Mumbay", de una familia india.
Perdonen una digresión: en el doblaje de la película se lee cosa de 4 o 5 veces "indú" (!) cuando hindú se escribe con hache y cuando a los habitantes de la India les podemos y debemos llamar indios porque es lo que son y porque entre los indios hay hindúes, cristianos, musulmanes y creyentes de infinidad de religiones. Si quieren, para distinguir, podemos decir de los indios de América "indios americanos" o incluso denominarlos directamente por su nombre (navajos, guaranís, quechuas, etc.). Pero llamar a los indios "hindús" es como llamar a los españoles "cristianos".
Uno de los platos que Babette ofrece a los jutlandeses es Caille en sarcophage avec sauce perigourdine. Esto es Vol-au-vent de codorniz con salsa Périgord de trufas negras. Cualquiera sabe a estas alturas de la película, la nuestra, que la sofisticación a que hemos llegado en los nombres y en las formas de preparar a nuestros platos. Pero, como se demuestra en "Un viaje de diez metros", el placer no tiene que ver con lo sofisticado ni lo complicado sino que tiene que ver con el deleite de los alimentos naturales, la buena compañía y los sentidos. Madame Mallory le dirá a su chef Hassan que una omelette que él poco más o menos le prepara cumple las tres condiciones: es intensa, fresca y picante. 
En una época en que hemos podido o querido integrar a los discapacitados físicos y psíquicos no podemos olvidarnos de que existe el estreñimiento emocional, la tetraplegia espiritual y la fatuatosis vanidosa múltiple de tipo oligofrénico y de tipo ríspido.
Este verano algún día compartí mi mesa con una india y una mexicana que yo creo que competían a ver quien traía una comida más picante. A mí, que me gusta lo picante, simplemente el olor que desprendían sus fiambreras me hubiera hecho saltar las lágrimas. Este año probé la salsa de rábano picante, que en Barcelona no la hay, y que tengo que conseguir ni que sea por internet. También me gusta contrastar gustos como la naranja y el chocolate o el chocolate y la cerveza. A veces siento la necesidad de comer algo no dulce, lo siguiente, y sin embargo creo que nos estamos haciendo adictos a los alimentos edulcorados o muy salados y que eso no puede ser bueno.
Días de atracones vienen en los que a veces nos encontramos con personajes de nuestras familias a quienes no vemos en todo el año. También en los que echamos de menos a los que se nos han muerto, que en mi caso son los más.

Les dejo una jukebox con La Macanita (Villancicos del Gloria), Berrogüetto (Nadal de Luintra), Andrés Segovia (El noi de la mare), The Monkees (Riu Riu Chiu), el Westminster Abbey Choir (The holy and the ivy) y el Stille Nacht de los niños del Coro de Viena.

Feliz Navidad.




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19.12.14

La música de la otra parte

reo que fue en un programa enlatado de la TVE, donde vi a Doña Concha Piquer en una entrevista donde explicaba que el abanico en la copla no se debe menear al compás. El abanico lleva un compás y la música otro. Fue una de esas frases que nos acompañan a lo largo de la vida. Naturalmente la cantante puso un ejemplo y ese ejemplo bien podría servir de modelo de cómo hay que usar el abanico sin parecerse a una cheerleader o a un guardia de tráfico. El uso más socorrido es el de desdeño o desaire y el de la coquetería, pero sacándonos de ahí es mejor no hacer aspavientos. Lo que dijo Concha Piquer es verdad. Todo.

Que la música puede llegar a ser un fastidio ya es algo que hemos traído aquí no una sino muchas veces. No puedo olvidar las navidades de 1999, cuando yo trabajaba en el Archivo del Hospital de Bellvitge y un compañero quitó el hilo musical -que ya era- para poner villancicos de los Pitufos. Toda la tarde. Repito: toda la tarde.
Veo que un lanzamiento no sé si literario de finales de noviembre, La chica de los planetas, publicado bajo el pseudónimo de Heldon Centeno, que se puede comprar a 17€ en versión convencional, a 7,99€ como libro electrónico  o se puede adquirir incluso gratis pidiéndoselo a su autor, incluye música. Me ha parecido que incluye una lista de Spotify de las canciones asociadas a la historia que se cuenta, que también me ha parecido entender que oh era una historia de amor. Indudablemente es un producto muy adecuado para estas fechas de Navidad, como esos estuches que contienen una corbata y una loción para después del afeitado, o una botella de perfume y otra de desmaquillante y un neceser de viaje.
*
Reconozco que estoy un poco cansada, tanto que incluso hoy he confundido en una foto a una de nuestras celebridades de la mercadotecnia bibliocósmica con Kiko Rivera con gafas de pasta. Terrible, lo de los parecidos razonables y hasta lo de los parecidos irracionales.
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La música previsible es la peor de las músicas, tal vez, a no ser que esté uno alegre como para subir con un grupo de gente en una excursión en autocar  o por haber empinado el codo. Merecería un post especial la música de los velatorios, la que se usa en los responsos para someter a los asistentes a un clímax emocional y para llenar el tiempo. Las últimas palabras del cómico Bob Hope antes de morir fueron Surprise me ("Sorpréndanme")  cuando le preguntaron dónde quería ser enterrado o algo por el estilo. A mí me parece una anécdota de poco cuajo, donde tal vez lo único que no ha sido desvirtuado por el tiempo y el boca a oreja ha sido la frase literal. Todo lo demás -"Las últimas palabras" y "antes de morir"- para mí es incierto porque no me parece verosímil preguntarle a un moribundo algo del género. Todo ello viene a cuento de que tal vez ahora entre nuestras disposiciones para nuestro final habrá que prever las músicas que sonarán o no sonarán en el responso, a no ser que confiemos en el buen gusto de los allegados (?). Por ir acabando les diré que ya hay un catálogo confeccionado para los usuarios de los tanatorios, para que elijan la pieza de un número limitado de posibilidades los que no tienen en mente un gran repertorio ni mucha cultura musical o un criterio. Por eso es fácil que ustedes, si van a muchos velatorios, de manera indefectible tendrán que oír muchas veces el Adagio de Albinoni, "Tears in heaven" de Eric Clapton, "Imagine" de John Lennon u otras piezas que cualquiera es capaz de tararear aunque sea mal.
No creo que yo me muera, pero les aseguro que si me muero me es igual si me ponen un villancico de los Pitufos, una canción de "Los planetas", Albinoni, "Imagine" o la Vall del Riu Vermell, o el Cant dels Ocells, con tal de que la gente llore a gusto. Bueno, tal vez elegiría "You only live twice" (Solo vives dos veces). Eso (llorar) es algo que está bastante asegurado, pero no tanto por mis prendas y lo que pueda doler mi ausencia, sino porque el llanto bajo determinadas condiciones fluye sin dificultad: Una cajita, el cura que no encuentra el papel de tu nombre, alguien a quien le suena el móvil con una música totalmente inadecuada, mil cosas. Y todo ello admitiendo que de la risa al llanto y del llanto a la risa no va nada,  puesto que al final son emociones desatadas.

You only live twice or so it seems
One life for yourself and one for your dreams
(Letra de "You only live twice" (Lewis Gilbert, 1967), por Monty Norman)

Michael Leunig

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18.12.14

Churros, palancas, colas y ganchos

na parte por determinar de personas supuestamente iniciadas en la Filología defienden que no hay que decir churros sino chiringos. Se basan en que el frito está mejor representado por una palabra que recuerda el utensilio con el que se fabrican, que viene siendo como una jeringa. Yo soy partidaria, cuando elijo serlo, de que la gente llame a las cosas como mejor le parezca siempre que no nos salgamos de lo razonable y de poder entendernos. Los detractores de la palabra churro también alegan que es un madrileñismo, como si eso fuera per se algo malo y por lo tanto tuviéramos que correr a buscar alguna denominación de enjundia localista y centrífuga, única en el mundo. El caso es que yo diría que churro hasta podría tener procedencia portuguesa. Nuestros vecinos son muy golosos y suelen comer una especie de churros, que llaman churros y que aunque son más grandes y están rellenos de chocolate, se suelen elaborar también en puestos ambulantes o callejeros y en ferias o acontecimientos festivos. 
Mi amigo Pepe, descanse en paz, solía explicar un anécdota sobre la Guerra Civil que yo le pedía que la dejara para ocasiones muy contadas. Decía que cerca de un campo de Valladolid donde iban a fusilar a los de no sé qué bando vieron la oportunidad de poner un puesto de churros, porque al frío de la madrugada sentaba muy bien, en especial después de haber asistido a un fusilamiento. 
*
El dibujo de Leunig, como tantos otros de él, algunos de los cuales ya se han recogido aquí, son tan esquemáticos como concisos. No seré yo quien pretenda completar (!) su sentido, quien venga a quejarme de los maliciosos, que consiguen girar el buen orden de las cosas, tergiversar, confundir. ¿Quién no ha visto que le devolvían sus propias palabras para mal? Es fácil, solo hay que desplazar un poco el eje en el que giran las palabras como en carrusel  y de alguna manera hacer algo peor que mentir. Porque una mentira se puede llegar a delatar, incluso sin que la señalemos, pero un lío no.
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A vueltas con la decisión pedagógica en Finlandia de suprimir las clases de caligrafía para que los niños, de acuerdo con la actualidad, se ejerciten solo con la letra de palo, ha merecido algunos comentarios. El otro día le dedicaron un espacio en la tertulia de un programa radiofónico en "La noche en vela", más o menos a partir del minuto 16. Una educadora, que me pareció que fue la más proclive o comprensiva a esa novedad, argumentaba que con quitar tiempo a la caligrafía se le daba más tiempo a la ortografía u otras materias. Un tertuliano, que no veo ahora como identificar sin perder el mío, mi tiempo, defendía la idea -nada descabellada, bien fundamentada por la Pedagogía- de que la escritura permitía desarrollar habilidades como la manipulación fina y precisa. En el instante en que oí este argumento me vino a mi pobre cabeza lo ideal que también debe ser para ejercitar la habilidad de los dedos tocar un instrumento musical tañido o bien trasplantarle intestinos a las ratas. No se asusten: ratas de laboratorio, bajo anestesia. A los niños también se les puede enseñar a pilotar aviones con un simulador de vuelo, cualquier cosa. Y sin embargo parece que la escritura es más baratita, no implica el sacrificio de vidas (aunque sean clónicas) y es inocua. Es decir, es casi imposible que un niño se lesione por escribir, mientras que con las wiis y demás me temo que sí es muy posible dejarse la espalda, los hombros, las manos. 

En Cuerpo extraño en el lejano 2007 ya me prevenía contra el abuso del dedo pulgar, aunque sea el más vital y tal vez por ello el más privilegiado por el sistema arterial de cada tal y cual. He visto jóvenes que ya lo tienen deformado, que les ha adquirido una forma especial, entre palanca, cola y gancho. De la misma manera que la bipedestación condujo a la especialización de las manos y al nacimiento del lenguaje, es probable que el fin de la escritura manual también incida en las funciones superiores más superiores y en la postura corporal. De momento veo, no sin preocupación, que nos sentamos no sobre el culo sino apoyando más la zona lumbar y que las cabezas nos caen dramáticamente en un ángulo cerrado sobre los hombros. Esa postura es una llave energética, que dirían los maestros del taichi y los del yoga a la primera de cambio. Es decir, es una postura que no es conveniente mantener mucho tiempo porque impide que fluya bien la circulación sanguínea, etcétera. Si no recuerdo mal la cabeza pesa unos 8 kilos, desplazarlos hacia un punto que soporte demasiada presión no veo que pueda ser sostenible ni saludable.
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Me resulta curioso que los nativos digitales nos vean a los de la llamada generación T o tapón como unos hostiles a las tecnologías de la información. Olvidan que las desarrollamos nosotros, claro. Y será por eso por lo que alguna vez veo o me parece notar que los nativos digitales me miran como con condescendencia y una sonrisita de desdén si me descubren anotando a mano algo. Uso una libretita como la que podría haber usado Sherlock Holmes. La mínima expresión, algo mucho más fino y ligero que un IPhone 6 pero que me permite localizar en un instante anotaciones que a veces escribo hasta sin gafas. Porque puedo escribir a ciegas, siempre que lo haga a mano. 

Una libretita me solía durar un año hasta hace poco, porque ahora también la uso para cuando tengo que enviar un whatsap o un mensaje que tiene más de una frase y que me pilla en la calle o así. Escribo la nota, hago fotografía con el móvil y la envío, de manera que así me evito lidiar con el teclado táctil del teléfono. Genéticamente estaba predispuesta a tener las manos grandes y sin embargo habilidosas, pero más allá de la dificultad de que las yemas de mis dedos apunten bien, está la de cuidar mis ya perjudicadas cervicales. De momento nadie se me ha quejado, y eso que supongo que el mensaje llano economiza en transferencia de datos. Me es igual.
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Sabemos poco de los finlandeses. El prestigio de las nodrizas y las niñeras finlandesas sería de lo primero que se abrió paso hace más de 150 años. Y sin embargo apenas hay músicos o pintores, y con ello me refiero a los que entrarían en la categoría o en la anécdota de "genios". Aparte de Sibelius ahora mismo, dentro de mi ignorancia, no se me ocurre nadie más. Uno de los tristes récords fineses es el de las enfermedades mentales y el suicidio, en cualquier caso en las desgracias que tienen que ver con la soledad. El clima no debe de ayudar mucho, cosa que justificaría -como entre los rusos- la falta de pintores y de autores plásticos en general. Pero eso es pura especulación al lado de mi segunda y última anécdota de hoy. Fue en una clase de "Español como lengua extranjera" en la UIMP de Santander, en los cursos de verano. Un profesor finlandés se coló en la clase que nos daba un catedrático de la Universidad de Salamanca, José Jesús Gómez Asencio, una auténtica delicia. El profesor finlandés se asomó el último día de diez que tuvimos de curso. Había entre nosotros una alumna finlandesa, que daba clases de español en la Universidad de Helsinki, pero el profesor era su jefe y además participaba en los cursos de la UIMP impartiendo algún curso. El profesor pidió la palabra e hizo una breve observación que solo al cabo de tres días advertí que era un chiste. Nadie se rió, los 3 finlandeses que había en el aula porque ellos no se ríen "ostentoriamente" y los demás porque no nos habíamos dado cuenta de que aquello era una broma. Si sería fina la ocurrencia, que aunque me parta un rayo dudo que pueda acordarme de cómo iba.
Veo que en la Universidad de Helsinki los estudios propiamente filológicos son un departamento o dos de la Facultad de Artes. Pero que en en organigrama el estudio de una lengua esté más gráficamente indentado no significa que sea inferior su carga docente a la que tendríamos aquí, está claro. Estamos aquí acostumbrados a ver, como nuestro querido dibujante australiano, las cosas al revés de lo que parecen. Invertidas.

Michael Leunig

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