20.7.16

Manías

Tengo por lo menos tres trastornos psicológicos. El primero es una musicofilia. Lo describe Oliver Sacks en su libro Musicofilias como "gusanos cerebrales", "cuando ciertos fragmentos musicales se repiten de manera incesante, a veces hasta enloquecernos, sin parar durante días. Esas repeticiones -a menudo una breve frase o tema bien definido de tres o cuatro compases- son propensas a perpetuarse durante horas o días, dando vueltas por la mente, antes de diluirse. Esta incesante repetición y el hecho de que la música en cuestión sea irrelevante o trivial, no de nuestro gusto, o que incluso la detestemos, sugiere un proceso coercitivo, que la música ha entrado y subvertido parte del cerebro, obligándolo a activarse de manera repetitiva y autónoma (como puede ocurrir con un tic o un ataque.
El segundo es la tripofobia o miedo a los agujeros. En concreto a las agrupaciones de agujeros irregulares o a las superficies muy porosas. El tercer trastorno es la necesidad de mirar la prensa digital a media noche, si me despierto, para comprobar si ha habido una catástrofe definitiva.
El gusano auditivo y la tripofobia se agudizan cuando paso por unos días de nerviosismo y lo que hago es buscar relajarme. Más "preocupante" sería el tercer trastorno a mi entender. Naturalmente si el volcán de Yellowstone entrara en erupción o si un meteorito impactara contra la Tierra no saldría inmediatamente en el diario, ni siquiera en la BBC. Y lo digo porque hay noticias, como los atentados de Bruselas en marzo, que tardaron cosa de una hora en aparecer en diarios tan señeros como "La Vanguardia". 
Esta semana pasada mi desvelo obtuvo dos refuerzos: el atentado de Mohamed Lahouaiej Bouhlel en Niza la noche del miércoles al jueves y el golpe de estado simulado de Turquía la noche del viernes al sábado.