Cuando me preparé el primer café sonaba en la radio el programa "Momentos", un antídoto contra todo afán de meterse en jardines sentimentales. Los jipíos de los desengañados y las malqueridas de toda la vida (aún hay) son definitivos. La hora, por la madrugada, es ideal para ver el contraste que va del rosa al marrón, de lo gazmoño a la cutridad, del desahogo al flato.
Por la tarde tomo una infusión de roiboos y me llegan de otra emisora las aseveraciones de un catedrático de Historia siempre malhumorado y larguilocuente que cada dos frases y media nos recuerda su condición de historiador y de universitario. Un antídoto contra la vanagloria y la dicción descuidada.
Solo como remedio contra las veleidades sentimentales y la arrogancia vale la pena oír de vez en cuando la radio. Es un medio desaprovechado.
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