18.6.23

Post 1790: Líneas duras o puras


a exposición Líneas duras: Edificios, diseño y urbanismo en Barcelona (1949-1974) finaliza el 2 de julio y me atrevo a hacer sobre mi visita algunas reflexiones. No conocía el edificio donde se ha reunido el material expuesto, la antigua sede de la Editorial Gustavo Gili. La actual sede se encuentra en una de las principales calles de Barcelona, la Via Laietana, en el número 47, 3º 2ª
A primeros de junio me acerqué a una papelería que liquida por jubilación. En la Via Laietana, precisamente. El año 1983 yo trabajaba cerca de la Catedral y teníamos cuenta allí. Compré una baraja española Fournier, aunque no juego. También compré un mazo con una docena de lápices de cedro Masats. Esa empresa  catalana ahora pertenece a la misma firma que reúne las ceras Manley los colores Alpino. Eran los últimos lápices. Cuando allí estaba visitó alguien que parecía de una inmobiliaria o algo por el estilo y les preguntó a los propietarios ante mí si habían recibido alguna oferta para el negocio. La señora contestó: "Una tienda de cannabis, un establecimiento de uñas y también han venido chinos".
La antigua sede de la Editorial Gustavo Gili merece todo el capítulo 10 del libro que han publicado los descendientes en Isuu, a los 110 años de la fundación. El capítulo, "Exterior e interior: La sede de la Editorial Gustavo Gili (1954-1960) de Joaquim Gili y Francesc Bassó", está firmado por Ignasi de Solà-Morales (1942-2001), a quien debemos la reconstrucción del Pabellón Mies van der Rohe y, a mi entender, no tanto la del Liceu.
En la exposición se muestran 29 casos de estudio y se marca un itinerario por las dependencias de la editorial con fotos que le hizo Francesc Català-Roca, espléndidas. Y sin embargo publico las que yo misma hice ayer, porque una de ellas incluye la maqueta del edificio y en la maqueta se ve la propia maqueta y la propia exposición. Lo que no es posible saber es si la maqueta de la maqueta incluye en su interior la maqueta mise en abîme.
Los 29 casos incluyen las Viviendas del Congreso Eucarístico, que tan bien conozco aunque sea por pasear por sus calles, el Polígono Montbau, el canódromo de Ciudad Meridiana y la tortillería Flash-Flash (1969-1970), centros de enseñanza, etc.. El  canódromo ahora yo diría que aloja un centro cívico. La tortillería estaba intacta hace unos 25 años, cuando fui con un compañero de trabajo. Si hace tiempo de eso que estaba Lluís Bassat cenando y no tenía apenas canas, cuando ahora tiene el pelo totalmente blanco. Hacía poco que había organizado las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Calculo que sería el año 1995. Hace poco pasé por la esquina de la tortillería y pienso que sigue igual.

Antigua sede de la Editorial Gili (1) (c) 2306184623904

Antigua sede de la Editorial Gili (1) (c) 2306184623874

Antigua sede de la Editorial Gili (3) (c) 2306184623881

Antigua sede de la Editorial Gili (4) (c) 2306184623898. Maqueta en la maqueta.

 Señala Ignasi de Solà-Morales: 

"El solar en el que se dice construir la nueva sede de la Editorial Gustavo Gili tiene el problema habitual de la mayoría de los edificios que, prácticamente desde el origen, se han construido en el patio interior de las regulares manzanas del Ensanche Cerdà. Lo que teóricamente debeían ser jardines interiores para la edificación residencial perimetral, al dedicarse a almacenes, talleres o garajes, convertían estos cuadrados de aproximadamente 50 x 50 metros en cubiertas planas, en azoteas o en cubiertas en diente de sierra debajo de las cuales se desarrollaba la actividad industrial o comercial.
En raras ocasiones estos espacios interiores llegaron a conservar su condición de jardines y cuando se esto se produjo se debió casi siempre a que el alto nivel de renta de los habitantes de las viviendas de alrededor podían [sic] permitirse el lujo de renunciar a la edificabilidad admitida para poder disfrutar de la gratificante presencia de un jardín interior.
Gili y Bassó, los arquitectos de la futura editorial, no serán insensibles a esta paradógica contradicción, sobre todo si tenemos en cuenta que en los años de su formación, los del GATCPAC, de la República española y los comiendos de la década de 1950, la revisión de la obra de Ildefons Cerdà, de su racionalidad y su eficacia urbana, constituyeron uno de los referentes comunes a través de los cuales la tradición local del urbanismo operativo e igualitario y las ideas de la tradición moderna habían logrado su punto de encuentro".

Ignasi de Solà-Morales también hace hincapié en el modelo del arquitecto Frank Lloyd Wright y en el racionalismo que preside la arquitectura, el diseño y el urbanismo de esta época de los años 60.

Es difícil hacerse una idea de hasta qué punto este edificio consiguió, además de contagiar su espacio de racionalidad y de una buena iluminación, ser un buen lugar para los trabajadores que había, en todas sus categorías. Se han conservado la sala de juntas y los despachos, nos podemos hacer una idea del comedor y de la cocina, y de la nave donde se almacenaban los libros, ahora en que todo es logística y las empresas apenas tienen en su posesión lo que producen porque todo es capital humano, mucho teletrabajo y marketing,  y la industria produce a demanda, con pocas "existencias".

En lo que queda del edificio es posible distinguir lo que son funciones laborales que aún perviven, más o menos cerca de la puerta principal, con puerta o sin puerta, con ventana o sin ventana. Y a pesar de los grandes espacios atractivos y con líneas puras (más que duras), me pregunto si ─como aún ocurre─ había puestos de trabajo sin ventilación, sin iluminación natural, con ruido, calor o frío, etc.

Por último quisiera remarcar que en el espacio de la exposición dedicado al propio edificio GG, donde es posible admirar las fotografías mencionadas de Francesc Català-Roca, se muestra un documento que ayer no pensé en fotografiar pero que tiene el mayor interés. Creo que era de Gili o de Bassó y, en apenas dos páginas y media que el tiempo ha amarilleado, contiene lo que serían las ideas principales de su proyecto con un lenguaje (sí, se puede) sin los consabidos giros tan sobados a los que se recurre en las épocas de decadencia o de degeneración, como fueron la época anterior y la nuestra. Contiene ideas pero sin doctrina hecha de típicos tópicos ─como el que ahora se está haciendo un lugar, del "acuerpamiento" o el del empoderamiento y otros clichés con una carga ideológica insistente, ostentosa, empobrecedora y viscosa de lo políticamente correcto e inevitable.

El lenguaje del documento al que me refiero y que, si vuelvo a la exposición, traeré aquí, es talmente como el edificio, de líneas puras, exento de prosopopeya y de tecnicismos intolerables.

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