25.5.19

Nos ha jodido mayo

La rosa enflorese
en el mes de mai
La rosa enflorese
en el mes de mai.
mi neshama s'escurese,
sufriendo del amor.
mi neshama s'escurese,
sufriendo del amor.
sufriendo del amor.
sufriendo del amor.

l martes fue un día muy atropellado de acontecimientos personales por aquella condición tan humana que quien más quien menos padece de que todo se junta. Pero tal vez lo más importante y por supuesto definitivo fue el entierro de mi tía Josefa Domínguez, que aunque era nonagenaria también era una de mis diez tías. En los últimos 3 años he perdido tres tías. Ya solo me queda una. Las tías no son como una madre pero te colman de caprichos y de una complicidad que no tiene parangón con nada ni nadie.  Mi tía Fina era fortísima, muy noble. Como aunque nació en Betanzos (La Coruña) era madrileña de adopción, su acento nos resultaba gato y más cuando lo salpicaba de expresiones como "Nos ha jodido mayo por no llover a tiempo" o cosas así. ¿Quién nos iba a decir que nos iba a dejar un mes de mayo?
De todas maneras, aunque no se hubiera muerto mi tía y de todos esos acontecimientos personales no hubiera habido nada, ha sido una semana bastante acribillada y con sucesos políticos que es difícil asimilar con la debida calma. Ver a la Primera Ministra del Reino Unido, otra mujer fortísima, presentando públicamente su dimisión y ver como la ahoga un sollozo al llegar al final de su comunicado, cuando manifiesta el amor a su país, no es para estar tranquilos. No le afeo la conducta ni me detengo en justificarla, simplemente reparo en ella para reflexionar sobre la preocupación que me inspira. No entiendo el hecho y su carga emocional como algo dependiente de la emotividad de Theresa May (otra vez "mayo"), sino por lo que nos deja adivinar de las tensiones incalculables que rodean el brexit.  
Las mamarrachadas en el Congreso y la actuación de Meritxell Batet como Presidenta de la Cámara han sido tan bochornosas y tan ajenas al juego democrático que es muy difícil no ceder a la alarma.
Siempre he escapado a los análisis políticos, no sólo a los que yo pudiera hacer ─que no puedo─ sino a las que se nos ofrecen constantemente en los medios. Especialmente los que están cargados de aventuradas predicciones y de una cierta arrogancia intelectual. Se agradecen sin embargo los análisis que reúnen datos bien documentados y en orden, que los exponen en la proporción debida (sin que por ejemplo aparezca en el "cuadro" un libro grande como una mesa ni una mesa pequeña como un libro). Ya sabemos que se presentan como hechos simultáneos hechos que siguen una cronología, una sucesión de causa y efecto invertida de una manera tan confusa que se hace imposible restablecer lo que es cierto. También se agradece la labor de quienes traducen para los legos los entresijos técnicos del trabajo de los tribunales y las finanzas.
Después de esta meditación que nos llevaría a trompicones desde una panorámica mundial, a una perspectiva europea (no me olvido del atentado ayer en Lyon), a un enfoque español y a un vistazo de reojo al berenjenal local barcelonés, sé bien que mi punto de vista es privilegiado pero que mi criterio no está cargado de saberes. Apenas conozco la historia de Europa, no soy jurista, me cuesta interpretar la factura de la luz y no puedo identificar ni un 0,2% de las listas de candidatos a la Alcaldía de Barcelona. Son desconocidos para mí. Desde la enciclopedia sentimental solo puedo añadir más confusión y desconcierto. Sin embargo también soy consciente de que en ese mismo tris mi opinión pertenece a una masa cada vez más informe y que no merece gran interés. Por lo demás, el temor a ser objeto de la atención de alguien simplemente por aquello de clasificarme y ver "qué pie calzo" o valorarme, es algo que tampoco anima a participar.
Una amiga que se ha jubilado hace unos meses me comenta lo feliz que es al poder hacer finalmente lo que más le llena, que resulta que es atender en su casa un Bed & Breakfast que puede regentar a su voluntad gracias a una plataforma en internet que creo que no se lleva comisión. Después de años de vida académica y de haber obtenido un cierto reconocimiento en su disciplina, resulta que su vocación más gratificante ha sido la de poder ofrecer una de sus habitaciones a quienes vienen de paso a nuestra ciudad. Como vive en un piso céntrico, es amable y habla fluidamente francés, italiano e inglés, su atención es muy buena. 
Por mi parte yo creo que me sentiría muy realizada si tuviera un trabajito de ubicadora de papeleras y otros muebles urbanos. Creo que mi especialidad serían los bancos y las papeleras. Sabría encontrar en cada barrio y en cada parque el sitio ideal para ubicar los artefactos de manera que no entorpercieran, que no dejaran de ser útiles y además tuvieran el emplazamiento adecuado (sol y sombra, estética, limpieza, orientación en general). Salta a la vista que ese puesto de trabajo no existe. Para mí resulta evidente que se le confía la ubicación de los bancos y las papeleras a un plan demasiado general en el que no se tienen en cuenta los factores que a mí tanto me importan. La fotografía de hoy es por eso una pérgola de la Rosaleda de Madrid, en el Parque del Oeste, Argüelles. 
Con la mejor intención, la de mantener limpio el lugar, se puso ahí en medio camino de la pérgola que rodea un extremo del jardín una papelera que no es que sea fea pero que rompe la línea del camino e introduce un elemento que a diferencia de los vasos de piedra de la curva exterior es disonante. Se dirá que mi opinión es drástica, pero yo digo que esta acumulación de elementos dispares sumada a lo largo de toda ciudad hace casi inútiles los esfuerzos por conseguir algo de belleza en un tramo largo urbanístico. Lo sé porque en mi afición a la fotografía tengo que ir constantemente evitando las papeleras para no fastidiar un rinconcito con esos armatostes. Mi resultado se dirá que falsea la realidad pero no permito que una papelera me estropee una fotografía.
Lo de los bancos ─ya no digamos si al lado le ponemos una papelera donde se abocan excrementos de perro y donde toca el sol y se producen efluvios hediondos─, lo de los bancos, digo, merece capítulo aparte. A pesar del acierto de hacer bancos individuales, elemento que introduce una novedad en la que nos gustaría reparar con mayor detenimiento, su colocación a veces es errática. Los bancos tienen que estar en lugares desde los que se tenga un vista buena pero no en pleno paso, y hay que acertar con las horas de sol, como no me canso de decir. Esos bancos que hay colocados de espaldas al primer carril de circulación ya se sabe que además de peligrosos no gustan. Naturalmente no se pueden poner a veces más adentro en la acera, porque no dejarían circular bien a los viandantes. Ese problema, el de cómo poner los bancos, no lo tienen por ejemplo en ciudades como Nueva York, donde si te quieres sentar en un banco (por lo menos en Manhattan) lo tienes casi imposible. Quitando alguno de los parques, como el de Madison Square, en las calles y avenidas no hay bancos. Para sentarnos tenemos que entrar a una cafetería. Yo supongo que lo hacen por seguridad, para que no se formen pandillas, como se hizo en nuestra Plaza Real.

Rosaleda de Madrid

Josefa Domínguez y Corona Senra


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(2022: 2212172887275)