4.1.23

Tuntún consciente

“No hace falta pensar mal de la paradoja, porque la paradoja
 es la pasión del pensamiento y el pensador sin paradoja 
es como el amante sin pasión: un mediocre modelo”
Søren Kierkegaard


ace años que la radio y la tv nos acostumbraron al "repetivismo": sintonías que abren y cierran programas o que suenan reactivamente ante un espacio que se hace predecible, o imágenes en bucle que llenan minutos de emisión. La ciencia, de quien en estos tiempos se invoca la confianza (con un oxímoron insostenible), remite al experimento que puede ser reproducido y a la prueba, que permite comprobar en toda ocasión lo mismo. En eso la ciencia se parece a los procesos industriales y por eso atrae a algunos pusilánimes y a muchos dogmáticos, cuando tendría que ser una disciplina más intrépida e incrédula.
En el aprendizaje de una técnica cuenta mucho la imitación y la repetición, y es la repetición lo que concede soltura, autonomía y economía a los gestos. Pero todos sabemos lo tedioso que puede llegar a ser repetir o padecer la insistencia y la porfía, incluso la propia. Tal vez nos abandonamos a la rutina porque necesitamos, como quienes aprenden a escribir a mano, una pauta rayada.Y sin embargo nos gustan las casualidades y que la vida nos sorprenda con algún lance o sorpresa de vez en cuando, que no todo sea control. Que haya misterio.
Conozco unas cuantas personas a quienes no les gusta mucho improvisar, o noto que todo lo preparan mucho. No sé si tiene que ver con el hecho de tener que aparcar el coche o si es un miedo a perder el control de la situación. Pero observo que preven todos los movimientos y circunstancias de un paseo de manera que no dejan nada al azar. Mi temperamento huye de los preparativos que van más allá de comprobar horarios y echar un vistazo a los restaurantes recomendados de una zona, pero dejando la decisión al momento adecuado y en vivo.
Sin despreciar las bondades de las salidas organizadas, como estoy un poco cansada de la vida constreñida por infinidad de normas, algoritmos, procedimientos, protocolos y demás, me gusta ir un poco a la aventura. Alguna vez lo que sí he hecho, sobre todo cuando he viajado sola, es preparar lo más general (en mi caso suele ser visitar un jardín importante) y dejar lo demás a lo que se vaya presentando. Alguna vez he adquirido una visita organizada de un día porque no sé conducir y a veces es lo más práctico para ir a algún lugar apartado. Pero hasta en los viajes organizados dejan espacios de "libertad" para que la gente haga cosas a su sabor.
Debo decir que la necesidad de tenerlo controlado acaba convirtiéndose en algo raro, malo o las dos cosas. A mí me pone un poco nerviosa y prefiero no hacer nada o deambular a hacer algo así.
***
Posiblemente, no lo sé, una de las asimilaciones que se podrían hacer entre el budismo y el cristianismo sería el amor a los enemigos. Es una idea difícil de comprender y de explicar. Se puede devolver el bien por el mal (como pedía San Pablo), o devolver el mal por el mal, como también se puede devolver el mal por el bien (ingratitud) y el bien por el bien (gratitud). No sé si la resistencia pasiva se puede considerar "bien". Son nociones muy complicadas para mí. Lo que sí sé es que permanecer apegados a alguna ofensa puede condenarnos a la tristeza y, lo que es peor, puede condenarnos. Amar a los enemigos y a los que no saben lo que hacen exige una altura espiritual que no todos podemos ofrecer. Y mucho menos de forma refleja.

Esbozo de M. Domínguez Senra. Geranio.


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