15.12.07

Juerga de colores y el dragón negro humeante

A Pantacruells,
a Remi,
a àngels,
a Conxa,
a la extinta Llibreria amb begudes Xoc,
a Josep Maria Domínguez Senra, que hoy cumple 49 años,
a Win Yun,
esos encarnados pozos de sabiduría...

liceblue, azure, cornsilk, floralwhite, ghostwhite, honeydew, ivory, lavenderblush, lemonchiffon, lightyellow, linen, mintcream, oldlace, snow, white, whitesmoke. La carta de colores codificados en HTML para lo que mis ojos distinguen (sobre todo por la mañana) como diferentes tonos para el color blanco, tiene unos nombres bien sugestivos: ¿azul Alicia?, celeste, seda antigua, blanco floral, blanco fantasma, melón, marfil, ¿rubor de espliego?, limón chiffon (¿gasa?), amarillo claro, lino, crema de menta, encaje antiguo, nieve, blanco y humo blanco.
Me llama la atención que en inglés haya en tal carta un color llamado "Cerulean blue" (azul azulado). "Color coeli est caeruleus" (el color del cielo es azul), "J’ai perdu ma plume dans le jardin de ma tante" y otras frasecillas que nos enseñaban en la escuela, me permiten decirlo con propiedad. Sin embargo, probablemente el cerulean blue es un azul con una parte cárdena o un matiz de porcelana cobalto. Me pierdo. Además, el color del cielo a veces no es azul, sino amarillo chiffon con un cierto resplandor verde lima, a mitad de diciembre.
Celebro mi post número 39 con una juerga de colores e imaginando uno (un post) con las letras del mismo color del fondo, que sólo se pudieran leer marcando bloque. Interesante campo la criptografía, un mundo en el que se puede escribir con zumo de cebolla para luego oxidar las letras al calor ténue de una llama y obtener los trazos. Ojalá pudiera decir algo que valiera todo eso. De momento busco colores para A la flor del berro, que no es poco. Como una recolectora más que como una pastora. Me muevo en el tornasol de un capote de amores que me torea y en el que ardo a veces, me derrito, o simplemente resbalo como lluvia. Para nada, por nada. Gratis et amore.
Sorbo mi té humeante. Un día es un día: hoy no he tomado earl grey con su áspera bergamota, ni pakistaní con clavo, ni wulong con jazmín, ni el ceilán de diario. Hoy, wulong u oolong ("dragón negro") de Formosa, un lujo asiático para quien haya pasado la semana partiendo su espada. Y por primera vez después de algunos días de trajín he oído el cuco cantar las horas. Llevaba días sólo oyendo los cuartos.

Track conmemorativo de regalo:
[...] No es verdad que los esquimales tengan cuatrocientos nombres para la nieve, ni doscientos, ni cien, ni cincuenta, ni veinte. Un diccionario eleva la cuenta a tan solo dos (según documenta Steven Pinker), concedamos que haya alguno más, cuatro u ocho o diez. Pues bien, el castellano tiene al menos doce (nieve, aguanieve, ventisca, avalancha, alud, granizo, nevada, nevero... y algún otro raro que se inventa de vez en cuando el hombre -o la mujer- del tiempo). ¿De dónde viene este mito? hay quien lo ha rastreado, y desde luego no procede de los estudiosos de las familias lingüísticas del yupik o del inuit-inupiaq que se hablan desde Siberia a Groenlandia. Al parecer, alguien mencionó en 1911 que los esquimales tenían cuatro raíces diferentes de palabras para referirse a la nieve. Whorf, un lingüista muy valorado por aquel entonces, aumentó la cuenta a siete e insinuó (sin tener ni pu** idea de dichas lenguas, como no sabía casi apache ni hopi, sobre los cuales también especuló mogollón) que podía haber mas. Su artículo se reimprimió muchas veces y pasó a los libros de texto y enciclopedias que todos hemos leído y que, meméticamente[sic: ¿miméticamente?], todo el mundo conoce y menciona. Fue el lingüista Geoffrey Pullum quien escribió un articulo hace ya más de veinte años titulado "El gran fraude del vocabulario esquimal" y comenta con toda ironía: "las supuestas extravagancias léxicas de los esquimales encajan muy bien con otras muchas facetas de su perversidad polisintética [esto lo dice porque la lengua esquimal es polisintética], como por ejemplo el hecho de frotarse la nariz como saludo, prestar sus mujeres a los extranjeros, comer grasa de foca cruda o arrojar a las abuelitas a los osos". [...] Pero lo que no está de ningún modo demostrado es que haya "conceptos innombrables" (y, por tanto, "inimaginables") en una lengua por carecer de un término concreto o que otra, por el hecho de disponer de más términos para nombrar algo en sus distintos matices, le proporcione una "cosmovisión" mayor o mayor capacidad expresiva a quien habla esa lengua. Esto es falso y es una de las lamentables herencias que poseemos del relativismo de los antropólogos del siglo XX y del idealismo romántico en lingüística (que trataba de identificar "valores morales" en las lenguas nacionales). En resumen las lenguas tienen distintas implementaciones pero todas son exactamente iguales en términos expresivos, igual de capaces, igual de eficaces. Si una lengua tiene una "casilla en blanco" y carece de un término eso no impide que disponga de infinidad de recursos para expresar (o entender) lo mismo de otro modo. Como dicen los generativistas, para un extraterrestre, en términos estructurales, todos hablaríamos exactamente la misma lengua :-) siento lo largo de mi respuesta, quizá incluso sea algo offtopic, pero no es fácil despacharse sobre estas cuestiones en un par de líneas :-) saludos --m" (Miquel)

Por cierto, Steven Pinker, el autor de El instinto del lenguaje: cómo crea el lenguaje la mente, que cita Miquel (un desconocido para mí, pero un alma gemela) es uno de los 600 sabios que ha contratado José Luis Rodríguez Zapatero. Estoy deseando que Pinker le diga con claridad al Presidente que decir "minusválido" no es peor que decir "discapacitado", joder. Y que le diga a la Vicepresidenta Fernández de la Vega que deje a los legisladores escribir como escriben a no ser que les pida lo mismo a los médicos, a los químicos, a los ferreteros, a los marineros... Ya ves, Miquel, yo creía que Whorf era antropólogo. Hombre, los antropólogos hicieron mucho por la Lingüística, sobre todo cuando los filólogos pretendían encontrar el aoristo hasta en las lenguas polinésicas, pero luego se les fue la cabeza con tanto protagonismo y tanta moda étnica.

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