5.11.17

Canta y calla

l viernes proyectaron en la Filmoteca de Catalunya Zerrumpelt Herz (Timm Kröger, 2014), El concilio de los pájaros. El título, si es literal, conectaría con toda una tradición que ni siquiera podemos decir que se iniciara con el famoso poema medieval persa de Farid al Din, puesto que ya a Salomón se atribuyó la comprensión del lenguaje de los pájaros. Había quedado tras la proyección con una amiga y me preguntó por mi impresión de la película. Le dije que era alemana, a lo que ella repuso: "Muy cuadrada". Dije: "No, no cuadrada, es que explica las cosas como son, sin fingimientos ni extravagancias o sofistificación". He escrito tres palabras archisilábicas. Podría haberlo dicho con otras palabras tal vez. Sigo, no importa.
Una de las certezas que obtuve de mi pequeño viaje por Alemania fue que apenas le dan importancia a la ropa y que se ven pocas tiendas de modas. Pero lo que me ocupa ahora no es eso, que de otra manera también se desprende por la forma de vestir de muchos alemanes, que —por resumir— se diría que visten o por Decathlon o siguiendo una etiqueta muy práctica y convencional. La película es de un director primerizo que ahora tiene 32 años. Lo primero que destaca es una cierta despreocupación por la perfección fotográfica esteticista, en la podríamos pensar a priori que tendría que haberse recreado una película rodada en un bosque, una cabaña y una playa. Según IMBD comparte exteriores de Mecklenburg (Pomerania occidental) con Nosferatu (F. W. Murnau,1922) y El escritor (Roman Polanski, 2010). Pero creo que la mayor parte de las escenas boscosas se han rodado en la Selva Negra y las de la playa en el Mar del Norte. El director nació en el norte de Alemania. Digo creo porque conozco un poquito la Selva Negra pero mal, de pasada. 
Lejos de recrearse en la belleza de la Selva negra o en la panorámica de la playa, lo que se hace es mostrar el misterio de un paisaje espeso, muy telúrico, humedo, apenas soleado. No llega a siniestro ni a lúgubre, que tal vez es lo que hubiera ocurrido en una película inglesa o escocesa de guion clásico. La película toma aquel tono como tostado o cálido que se puso de moda hace unos años como homenaje a la Polaroid o a los años que van entre el siena y el pop psicodélico. En realidad representa que la historia discurre en el verano de 1929, cuando los amigos de un compositor son invitados por éste a su cabaña en la Selva Negra. Y los últimos minutos, los de la playa, son de 1933.
La naturaleza que comentaba en el post anterior, sobre Dreyer y El día de la ira, también era estival, espesa, misteriosa, pero más soleada, más adánica. La naturaleza de El concilio de los pájaros no es paradisíaca. 
Son para admirar las interpretaciones de Eva Maria Jost (Anna Leinert) y del perro, de quien no aparece ni una solo imagen en todo internet. Llegamos a ver al compositor (Otto Schiffmann), aunque apenas, y en un estado de alienación cuya única explicación sería la de estar perdidamente inmerso en sus procesos creativos. Timm Kröger dijo: "I wanted to make a film about the search for the strange and elusive thing that is inspiration; the subject of a powerful creative potential lingering in the air which is by turns euphorizing and maddening and buried deep within a dark (and very German) forest".
El papel de Eva Maria Jost —joven actriz teatral— se llena de registros que van desde la ternura al miedo, la desesperación, el deseo, el placer, la docilidad, el descaro hasta la turbación. No hay sobreactuación. El perro no hace un papel, obviamente. O, mejor dicho, no interpreta. Pero tiene un papel importante porque tal vez es la criatura que mejor asume su lugar en la naturaleza. Y cuando lo vemos en su posado auténtico es cuando nos damos cuenta del porqué del "descuido" del esteticismo fotográfico. La densidad del bosque solo la podemos entender con una cierta serenidad si lo hacemos con la mirada del perro. Me ha decidido a incrustrar el vídeo que añado el hecho de que aparece el perro.
El marido de Anna, Paul, se preocupa por su amigo Otto y hasta va en busca de un médico o se adentra en donde el músico acaba desapareciendo, tras un lago. También Paul es músico y por eso puede leer la partitura de una sinfonía que está en la cabaña. Un motivo constante a lo largo de los compases lo identifica como el canto de un pájaro (3:17) (*). Mientras Anna se queda cuidando de Otto en la cabaña, su marido Paul va a buscar al Dr. Mandelbrodt (nombre parecido al esudioso de los fractales). El médico identifica el canto de un cuco, que tradicionalmente en toda Europa simboliza al marido engañado y burlado. Entonces Paul ve la oportunidad de silbarle la melodía que cursa la sinfonía de Otto, para ver si reconoce el canto. El médico le escucha fastidiado y le responde con positivismo científico que aquello es solo fantasía. Pero todos sabemos que sí, que es un pájaro, aunque cante a otra frecuencia inasequible a la música y a cualquier intérprete por virtuoso que sea. La rectitud que veíamos en El día de la ira representada en el pastor luterano y en su madre como suegra y como madre, aquí solo aparece en la figura del médico. Se apela al racionalismo, no a la conciencia de pecado.
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Vemos a los personajes muy abrigados para tratarse del verano, estación en la que se supone que son invitados porque es cuando la naturaleza rebosa esplendor. Este verano por mi patio, donde suelen alegrarnos la vida los cantos de los pájaros, ha dominado un silencio raro. El 24 de junio oí un canto diferente que identifiqué como el de una curruca macho (Sylvia melanocephala). Lo pude identificar porque llegué a verlo posado en mi baranda. Estuvo un par de días por el patio, que es amplio, y luego no lo volví a oír ni ver. Mi canario, Pepe, no canta desde la primavera. Tampoco oigo el arrullo de las tórtolas. Subí en agosto a Collserola y pocos pájaros oí. Es todo ello extraño. Lo de mi canario podía ser por la indisposición por el cambio de pluma, el calor que hubo, lo que fuera. Sigue igual. Contesta a dos aves que hay enjauladas que más que cantar pían. Nada más. Cuánto echo de menos el canto de los pájaros por la tarde, tan dulce.

Zerrumpelt Herz - The Council of Birds (Timm Kröger, 2014)
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Escena de "El concilio de los pájaros" (Timm Kröger, 2014)

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