2.5.14

Fermina (Gallus gallus domesticus)

Fermina ten en común con Kora a súa cisma polos seus ovos. Polo demáis leva unha vida apracible e acorde as súas posibilidades. É tan sabia como o dodo, quizáis máis, pero entre que non quere usurparlle o seu papel e ademáis dalle o mesmo, a súa vida transcorre discretamente, entregada a todo aquelo esperable dunha galiña. Nin máis nin menos. Oíu falar da revolución e da explotación, escoita e medita todo. 
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Una gallina es capaz de volar pero como por un impulso reflejo o por un sobresalto repentino. Las gallinas europeas llegaron a Europa desde la India, de donde provienen, y están documentados los primeros ejemplares del Antiguo Egipto, en donde se referían a este ave como el pájaro que pone un huevo cada día (o algo así). Es el ave más numerosa del planeta.


En mi calle una vieja tenía una casa con corral. Cuando fue a parar a una residencia geriátrica, la casa, junto con las que ya hacía tiempo que estaban deshabitadas, fue derruida para construir pisos y un Mercadona.  Le dieron lo que se llama un justiprecio porque seguramente ya no se podía valer y vivir sola. Mi vecina Encarnació, que casualmente ahora vive en el geriátrico La Coloma (“La paloma”), que ya es casualidad, me dijo por aquel entonces que tenía las gallinas por gusto, no para su consumo ni para sacar ningún beneficio. “Els hi dóna de menjar però no les menja”. Me  acuerdo que fue antes de las Navidades de 2002, si no me equivoco.  La tarde del derrumbe pasé ante el solar pelado. Habían dejado las palmeras y los cipreses. Me recordó Jerusalén que hubiera palmeras y cipreses. Aunque yo no estuve nunca en Jerusalén. Los gatos y el corral andaban desorientados. Los gatos ya llevaban tres demoliciones, por no decir nada de las rehabilitaciones de fachadas. No sé si comprendían su situación. Vi la escena de caza : el gato  y los gallos o gallinas huyendo en tropel despavoridos. Pero no he sido capaz de reproducir el rojo intenso de las crestas y cómo el resplandor del atardecer teñía las imágenes de dorados de montilla y de tornasoles.
Oí  cantar a uno o a varios de los gallos que hubo en el corral hasta la primavera de 2004. Entonces yo salía de casa a las 7:30 para ir a trabajar. 
Después de la primavera de 2004 nunca más volvió a cantar gallo alguno en el barrio. Lo llamé “Hermano gallo” por la cosa franciscana aquella.
Los gatos ahora forman una pequeña colonia controlada y castrada que alimentan en un rincón de la calle Petrarca.
El año 2010 ví la última gallina. Fui a buscar mi cámara para fotografiarla e hice bien porque no la volví a ver. Ahí está en un solar donde ahora hay un parque infantil. Pienso que alguien la alimentó, de otra manera me cuesta entender que pudiera sobrevivir. El objeto que hay a su lado es una pelota con el escudo del Barça.
Fermina tiene en común con Kora su obsesión por sus huevos. Por lo demás lleva una vida tranquila y de acuerdo con sus posibilidades. Es tan sabia como el dodo, tal vez más, pero entre que no quiere usurparle su papel y que le da lo mismo, su vida transcurre discretamente, entregada a todo aquello que se espera de una gallina. Ni más ni menos. Ha oído hablar de la revolución y de explotación, todo lo escucha y lo medita.

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