29.12.10

Imágenes y semejanzas

illian Schwartz, que ha pixelizado montones de formas y hasta obras de arte, descubrió el notable parecido entre la Mona Lisa y el propio Leonardo Da Vinci. Unió la parte izquierda del rostro de la Gioconda y la parte derecha de un autorretrato del pintor, tras escalarlas, y descubrió que encajaban perfectamente. El Mona Leo, como se le ha llamado, verdaderamente es una demostración notable de lo bien que pueden llegar a encajar las cosas en la historia del arte y ya no digamos en la  de la pintura. La famosa sonrisa de la madonna parece la sonrisa invertida del pintor. A Lillian Schwartz su análisis le ha servido para fundamentar la teoría de que la Gioconda era en verdad el mismísimo pintor, cuya identidad siempre ha estado realzada por un cierto misterio y por sus aficiones e inclinaciones. Donde Schwartz ha constatado su teoría otros ven una condición del estilo del autor, que todo lo impregnó, más cuando era tan amante de los efectos ópticos y las paradojas visuales.
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La Mona Lisa está tan estudiada ella que hasta un japonés ha logrado o pretendido sintetizar su voz a partir de la cefalometría de la imagen y lo ha hecho -dicen- con un 90% probabilístico de acierto. El 10% restante nos asoma al vértigo de la incerteza y al umbral del sonido, que también tiene su gracia.  Yo diría que la Gioconda, simplemente por la época, debía tener la voz más fina.   Pero está tan estudiada y versionada que creo que ya no es posible mirarla con una mirada nueva y ya no digamos limpia. Tuve muchos años sobre mi mesa una reproducción del detalle de "La Virgen de las Rocas" (la primera versión o del Louvre),  el del ángel, hasta que el sfumato pasó simplemente a ser algo desvaído y descolorido y la imagen parecía una apofenía en la pared, haciendo juego con las dos serpientes que recorren el corte de la madera donde escribo, que ya no puedo apreciar como simples nudos.

Saul Steinberg

La semejanza entre imágenes y la manera que tienen algunos cuadros de parecerse a sus autores es algo que más que ensanchar el mundo de la pintura a mí me lo empequeñecen. Como además parece que McLuhan no andaba desencaminado y hay una tiranía de lo visual sobre lo auditivo, de Narciso sobre Eco, y predominan apabullantemente los mensajes que percibimos con los ojos y sus extensiones, siempre estamos expuestos a ser clasificados por nuestra presencia: edad, sexo, tendencias, estatus, etcétera. Pero Penélope Cruz no habla como Audrey Hepburn.

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