17.3.19

Politesse

l 8 de marzo pasado fue para mí un día complicado porque me resultó difícil conseguir llegar a las cinco a una sesión de masaje que tenía comprometida desde semanas atrás. En un error de cálculo en vez de usar la línea verde para acercarme a casa quise alcanzar la amarilla. Tan pronto como llegué a la estación de Jaume I ya me di cuenta de que era la peor porque por allí estaban accediendo las mujeres que se habían manifestado en la plaza del mismo nombre. Improvisé una alternativa y cogí un autobús hasta Vall Hebron para allí o bajar andando o bajar en el 19. Llegué a tiempo a mi destino, aunque resultó que quien me había fallado fue la fisioterapeuta, que se había cambiado de trabajo. Nadie me avisó.
Al día siguiente no es que estuviera de mucho humor, pero me lo acabó de agriar ver el sinnúmero de pintadas que había en el lado impar del Paseo Maragall, desde Can Fargas hasta prácticamente los Quince. Debo remarcar que curiosamente se salvó Villa Victoria. Esta casa no lleva su nombre en la puerta ni nada indica que se alquila por días a 1020 €, pero un día la vi anunciada en un programa de televisión con casas de lujo hortera y la reconocí como la casa que hay en el Paseo Maragall 347, de la que nunca he visto ni salir ni entrar a nadie. Curiosamente, como digo, esta casa fue ignorada en la razzia de pintadas feministas que sí bañó de consignas todas las casas que la preceden y la siguen. Como la primera que incluyo hoy y la segunda. 
Además de las nulas propiedades vamos a decir grafísticas o estéticas, hay que apuntar la escasa profundidad u originalidad ideológica y la más que notable agramaticalidad de la gran mayoría de los textos. Tres días después fueron atacados por grupos asimilables los muros de la catedral de Santiago. Quizás la pintada que ha obtenido más difusión es la que dice "Yo no salí de tu Costilla, tú SALISTE De Mi COÑO". Para acabar, este viernes pasado descubrí otra pintada, la de la furgoneta grande, que más bien parece un ataque personal de alguna mujer airada contra un hombre.
En la misma semana la triste noticia del parricidio de Godella nos trae la imagen de otra pintada en la casa en ruinas donde vivía la desgraciada familia. Aunque todos los titulares la transcriben como "Vais a morir todos", en las fotografías que la ilustran se lee claramente "Vais a moror todiz". La prensa explica que la frase ya estaba: "La Vanguardia ha podido saber que la pintada se hizo para la ficción, concretamente para el rodaje del cortometraje El asesino disléxico."
Las pintadas que vi el sábado pasado estaban siendo limpiadas por tres brigadas especiales que usaban con máscara disolventes a presión y luego pintura de un tono parecido al de la pared original. Lo de la furgoneta no sé si es lavable o si supone que el propietario tendrá que cubrirla con pintura nueva.  También desconozco si le permitirían ir con eso en la carrocería, porque sé que los propietarios de los inmuebles sí que están obligados a avisar al Ayuntamiento para levantar los graffitti. Resulta muy costoso limpiar la catedral porque la piedra es porosa.
Mucho se ha hablado de las acciones que se hacen en los metros de Madrid y Barcelona y de qué hacer para combatirlas. No veo que sea fácil, a no ser con multas o favoreciendo otras modas más cívicas. A veces hay alguna pintada que tiene su gracia, como una que vi el año pasado en el vestíbulo de un bloque, "Pa ser diamante hay que ser carbón". O una caligráfica que vi en la estación de Liceu la semana pasada: "Jouir ou mourir". Hace años vi una muy bonita: "Con el dinero de las armas resucitar a Camarón".
En Barcelona, además de las pintadas ─y no me olvido de calles como la calle Unión, del siglo XVIII, absolutamente plagada─ tenemos las fachadas con infinidad de esteladas, banderas españolas y publicidad de la Assemblea Nacional de Catalunya a favor de los políticos presos, de la libertad de expresión y del independentismo. Recuerdo que en los años en que Pasqual Maragall ocupó la alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona (1982-1997) una de las cosas que hizo fue poner orden al desenfreno de rótulos y antenas en las fachadas. Poco a poco vuelven a ganar terreno y no todo el mundo tiene buen gusto o la misma idea del urbanismo o la convivencia. 
Es muy fácil poner lazos, banderas y símbolos, más difícil es quitarlos, solo hay que meditar sobre monumentos como el Valle de los Caídos, que además complican a difuntos. Mucho me dio que pensar cuando Macron quiso admitir a Simone Veil en el Panteón de París, donde solo había entrado por méritos propios Marie Curie. Se criticaba que otra mujer que había sido aceptada (Sophie Berthelot) lo fue para acompañar a su marido. Ese error o despropósito o lo que sea, según la opinión de cada cual, se ha visto contrarrestado por el gesto de admitir con Simone Veil a su marido. Creo que ese gesto es un buen modelo de cómo se pueden usar las banderas y los símbolos y los gestos, con más politesse.
Mi última fotografía es un recuerdo para la tienda de fotografía que había cerca de Colón (el Colón de Barcelona), Arpí. Aún se pueden ver las huellas de las insignias que había en la puerta principal anunciando las grandes marcas. Tout passe, tout casse, tout lasse, tout s’éfface.

8 de marzo. Paseo de Maragall cerca de Can Fargas

8 de marzo. Paseo Maragall, 273

15 de marzo. Paseo Maragall cerca de Los Quince

Graffitti por el Turó de la Peira

Graffitti en el metro

Tienda de cámaras de fotografía Arpí 
(Rambla de Santa Mónica)


(c)SafeCreative *1903170306776 (2022: 2212172887435)