2.3.19

Zorros y conejos

"Depredadores y presas se regulan mutuamente 
por antisimetría:
el zorro fabrica conejo cuando su 
población disminuye
mientras que el conejo fabrica zorro
 cuando su población aumenta."
Jorge Wagensberg, A más cómo, menos por qué.



ebo adelantar que los aforismos nunca me gustaron. Jorge Wagensberg escribió muchos aforismos. Su último tuit fue precisamente sobre una colaboración suya en El País  acerca de los aforismos relativos a las religiones. Sus aforismos, habría que recalcar. El único libro de Wagensberg que conozco es el que cito en el principio y me parece muy emblemática la sentencia que elijo: porque gira en torno a dos opuestos, porque trata de uno de los temas que le preocuparon a Wagensberg, quien entre otras cosas fue director de CosmoCaixa y lo que se suele decir un divulgador científico. La mayoría de sus máximas son entre opuestos, cuestión que recrea una encerrona coreográfica y lógica de cuyo poder hipnótico es difícil desprenderse. 
Si miramos un panel de cerámica ajedrezada nuestra vista puede imponer uno de los dos colores sobre el otro y el bicromatismo ejerce una danza cuyo interés se desvanece en poco tiempo.
Que no me gusten los aforismos en realidad tendría que matizarse y debería decir que lo que no me gustan son las frases que tienen toda la pretensión de convertirse en aforismos. Hay aforismos que lo son sin pretenderlo y también hay un volumen nada desdeñable de sentencias didácticas. La tradición a la que a la postre pertenecía Wagensberg ─descendiente de judíos polacos ─, a pesar de sus años de formación liberal y laica, está llena. ¿Conocería nuestro físico la filosofía advaita? Por lo poco que llevo leído suyo he de pensar que no.
Ya hace cosa de seis años lo escribí aquí mismo: Cuando fui totalmente consciente de esta afición [a la paremiología] fue cuando yo más me aficioné a los autores cuyos textos apenas se dejan citar, por la misma razón por la que el agua no se aguanta mucho tiempo entre las manos. Algunas citas hay en estos escritores, y muy buenas, pero no van precedidas por ningún aviso ni las sigue aquel silencio pomposo que espera nuestra aprobación y aplauso, como cuando los niños saltan desde un punto muy alto y reclaman nuestra atención. La primera vez que tuve esta sensación fue con Ramón Gómez de la Serna.
Me acuerdo de Cerillo, que se refirió una vez por lo menos a nuestros textos como excrecencias. Se diría que una máxima es una ventosidad.
Asistí hace poco a una especie de duelo de textos entre Manuel Jabois y Tsevan Rabtan. Que Rabtan se refiera al periodista como "mi querido Manuel Jabois" revela que se conocen o algo parecido que no hace falta precisar, pero también suena a esos signos que ponemos al principio de un pentagrama para señalar la tonalidad. En realidad ─aunque tal vez sólo es una sensación mía─ todo el dominio que tiene el jurista de su oficio y del lenguaje queda desvirtuado frecuentemente cuando lo esgrima con una cierta vanidad. El estilo cipotudo de Jabois en los últimos tiempos se diría que se ha deslavazado y ha perdido vigor vamos a decir intelectual; se nota una cierta inseguridad o cansancio y parece que todos los temas le quedan grandes por pequeños que sean. Yo diría que ha perdido muchos seguidores. Seguramente es algo transitorio, aunque bien sabido es que el público es inclemente y no se contenta con boutades ni a la larga ni a la corta.
Reunir a Tsevan Rabtan y a Jabois en dos tribunas paralelas y en torno a un mismo tema no es inverosímil, a pesar de que el primero colabora con El Mundo y el segundo con El País. El problema no es reunir un elefante asiático y uno africano, o un tigre y un jaguar, como tampoco se nos haría difícil reunir a la Caperucita Roja y a Ricitos de Oro en una tercera ficción ajena a las dos de las que proceden los personajes originales. El problema es que convertir un duelo periodístico en una especie de Barça-Madrid donde se midieran los argumentos y la habilidad de cada cual no es aún ─hasta donde yo sé─ un género. No sé si pertenecen a la misma liga siquiera, pero en cualquier caso lo definitivo es que si los columnistas se ponen a escribir prefieren hacerlo sin condicionamientos como el de la hipótesis. Ya bastante es darse cuenta lo que se entiende de lo que uno escribe, que muchas veces es hasta sorprendente. De ello se quejaba hace unos días en su cuenta de Twitter el autor de La desesperación de Junqueras, espléndida reflexión sobre la declaración del encausado vicepresidente.
Con tristeza veo uno de esos vídeos en que un vecino capta una pelea en el Raval, ésta a garrotazos y pedradas. El vídeo recoge la voz de uno de los vecinos que claramente dice: "Que se maten", que me hizo pensar en cualquiera de esos comentarios que vemos en la prensa digital y en el llamado conocimiento colectivo mal entendido.
La fotografía de hoy es de Roger Fenton, el primer fotógrafo que nos dejó imágenes bélicas.

Guerra de Crimea (Roger Fenton)

(c)SafeCreative *1903080197259 (2022: 2212172887435)