31.3.19

Roña y pompa (2)

rancisco o Jorge Bergoglio esta semana ha ocupado los medios a principio de la semana con su viaje a Loreto y el fin de semana con el viaje a Marruecos. La peregrinación a Loreto podría haber sido una mera nota de prensa dirigida a una parte de la humanidad, la católica, pero debido al detalle de la audiencia la forma de actuar del Papa ha trascendido o ha descendido a todos los mentideros. Cuesta creer que alguien no se haya enterado de que Francisco saludó durante 13 minutos a cosa de unas cien personas o más, pero que cuando éstas se inclinaban para besar el anillo del pescador, Francisco retiraba la mano en un gesto evasivo y rápido. Algunas cuentas de Twitter se hacían eco de este gesto comentado su humildad, la de evitar el besamanos de sumisión. A mi entender esa interpretación es de desconocimiento de lo que representa el anillo del pescador, que pasa acrisolado de dedo en dedo en el Pontificado. Como también se besan los anillos de los obispos, que están consagrados, el significado de la sumisión o rendimiento se ha hecho fuerte y no falta razón. Es difícil desentrañar hasta donde llega la liturgia y donde empieza la tontería.
Finalmente la Oficina de Prensa del Papa emitió una explicación y notificó que se trataba de una medida de higiene. Sin embargo, cuesta creer dos cosas: 1) que no se les informara a los fieles de Loreto de que el saludo tenía que ser necesariamente breve y estrictamente de manos, 2) que los que iban detrás de quienes se veían zafados por una cobra papal no lo advirtieran y sacaran la conclusión de no aventurarse a ser rechazados también. Fue grotesco. En cualquier caso, como podría decirse en otras ocasiones con Jorge Bergoglio, no es un Papa vamos a decir elegante o educado. Sea por humildad, sea por campechanía, sea por populismo, muchas veces se ha saltado el protocolo y no precisamente por poco besucón, que lo es y mucho.
El populismo del Papa y su estilo en la comunicación, tan en contraste con el estilo más hierático y tradicionalista de Ratzinger, no afecta la misa ni otras ceremonias religiosas hasta donde yo sé, se limita a lo que está fuera de lo sagrado. 
Ya hace años que soy consciente que la buena educación está precisamente para los casos difíciles. Sirve de balsa de salvación o de territorio neutral donde poco o nada interviene la opinión, es útil para no tener que interpretar los gestos o las respuestas debidas a esos gestos. Es un lenguaje como otro cualquiera, donde la parte convencional es la que permite entenderse. Cualquiera sabe que el hombrecito verde del semáforo no se va a ir a ninguna parte, solo es un símbolo.

Frank Modell, The New Yorker

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