13.11.22

Siervos inútiles y tontos útiles

"Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer"
 Lucas 17, 7-10


uchos de mis amigos y conocidos se han jubilado en los últimos meses y algunos, no todos ni muchos menos, se lamentan de que ya no son útiles. Incluso algunos se introdujeron en entidades de voluntariado por hacer algo provechoso y solidario, con la ventaja de que si algo no les gusta pueden abandonarlas. 
Las ofertas de ocio están atentas a la demanda que sugiere el retiro de la vida laboral. Clubs de lectura, clases de manualidades, deporte, viajes, excursiones, huertos urbanos, voluntariado, y una gran variedad de actividades que reunen a personas que además quieren aumentar su círculo de amistades.
Ya hace tiempo que abandoné la idea de ser útil, aunque alguna vez lo he sido en el sentido de helpful, y de poder ayudar con mi servicio o mis conocimientos cuando se me necesitó. Aparte de que sentir que soy substituible (y no porque me duela), mi perfeccionismo me ha llevado a darme cuenta de lo lejos que estaba del esplendor. Si la realidad no me hubiera también triturado con resultados paradójicos, con los abusos y con las lecciones de la modestia, aún seguiría persiguiendo el descabellado afán de la excelencia y de la utilidad.
No creo que el Evangelio del jueves, el versículo de San Lucas que cito sobre los siervos inútiles, nos invite a la holgazanería o dejar todo en las manos de la providencia. La propuesta católica es tener una actitud de humildad, agardeciendo a Dios todo lo que somos y lo que tenemos, no por méritos propios, sino por su generosidad. La traducción bíblica en catalán es más clara: "Com uns servents sense mèrit: hem fet només el que havíem de fer".
Cuando uno se desprende de la necesidad de que sus acciones y sus obras sean aprobadas por los demás ─pero no desde la soberbia sino desde la modestia─ es como cuando hace frío nos tenemos que quitar la ropa. Parece que al desprendernos de las prendas perdamos calor, pero el cuerpo reacciona y se transfigura, se desacomoda y se activa.
Las formas de "socialización" que se nos ofrecen desde los grupos organizados conllevan dinámicas en plantilla y algo fingidas. Pero a muchas personas les está bien. Alguna vez he dicho, no sé si aquí, que hay personas que no saben estar solas, de la misma manera que hay personas que no saben estar acompañadas. Tan anómala es una cosa como la otra, aunque se considere más temible el solitario. Pienso que es ideal el término medio, como en tantas otras cosas.
Observo en la residencia geriátrica donde se encuentra mi madre, pero seguro que ocurre en todas, que muchas veces están todos los ancianos o gran parte de un humor parecido. Da mucho que pensar.
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Por no alargarme, se diría que la alternativa a la de saberse siervos inútiles es la de ser tontos útiles. 


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