20.12.11

Tontos pero honrados

"Puede ocurrir que el artista fracase históricamente porque no encontró quien reconociese su portentoso talento desplegado fuera de época o en circunstancias adversas. Pero puede ocurrir también que el artista triunfe gracias al talento del espectador para sobrevalorar su obra, que es lo que ocurre con muchos de esos pintores cuyos cuadros sin duda mejoran con el embalaje. Hace años que rehuyo los fastos de las galerías de arte, pero sé de artistas que ganarían mucho si inaugurasen sus exposiciones coincidiendo con su clausura. Pero ocurre también con muchos poetas, que una vez concebida su obra mediocre, todavía la empobrecen al recitarla con ese pretenciosa mezcla de asfixia y declamación que no sabes si se merece un aplauso o un balón de oxígeno. Corren tiempos muy generosos para calificar el talento. Pero algún día nos daremos cuenta de que nos tomaron el pelo. Y de que en algunas galerías de arte el único aliciente es la chavala de la limpieza. Y comprenderemos que en muchos incendios sólo vale la pena salvar las llamas" (José Luis Alvite, Cuando el talento lo pone el espectador)

eseando estoy hincarle el diente -es un decir- a Economía para dummies. El único libro que he tenido para dummies anteriormente era uno de cocina, donde se explicaban labores tan elementales como freír un huevo. Pero si no recuerdo mal se subtitulaba "para inútiles". Supongo que habrá quien podrá elaborar un ciervo a las finas hierbas o darle el punto a la pepitoria o a la bullabesa sin saber freír un huevo, pero a mí siempre me ha gustado tener unos ciertos fundamentos en cualquier saber en el que me he pretendido introducir. 
Antes de estos libros para torpes hubo un florecimiento de las colecciones francesas de iniciación a muchos temas, donde la de "Què sais-je?" era una referencia obligada, pero no la única ni la mejor, de manera que gracias a muchos libros franceses nos podíamos introducir en muchos temas a los que no se podía acceder desde los textos para expertos, muchas veces pensados para su lucimiento o para mantener el conocimiento lo más preservado posible de los aficionados. Los libros del colegio casi en su totalidad me parecieron siempre absurdos, un lugar en el que se dirimían tendencias, subvenciones y hasta teorías pedagógicas extravagantes.
Ahora que estoy tomando clases de dibujo casi invariablemente noto que hay personas que creen que estoy desarrollando mi creatividad. Y de hecho pienso que hay centros que es lo que ofrecen eso fomentar la creatividad o la expresividad. Como en todo lo demás, me parece muy bien, pero lo que yo busco es adquirir la técnica y no creo que exista per se una condición que haga que la técnica cercene la creatividad. Al contrario. No dudo que habrá personas dotadísimas para el dibujo, como las hay para la música, que sean capaces de poder prescindir de esas nociones o que las puedan adquirir en dos tardes (como adquirió Rodríguez Zapatero sus nociones de Economía). Se suele decir que Pavarotti no sabía leer música, y anteayer recordamos a Cesária Évora tuvo siempre una sed monstruosa, cosa que en otros cantantes hubiera sido su condena vocal. La obsesión de los guitarristas con sus uñas y la de los cantantes por su diafragma y en general por la técnica a veces es más que una ayuda una manía atenazante y tiránica. Pero ahí está la cosa, como siempre, y lo contrario de la laxitud no es la opresión, es el orden.
Una cosa son los torpes y otra los necios, bobos, memos, estúpidos, idiotas, badulaques, sanciroles y zoquetes en general. Y ocurre que es muy común encontrarse con gente que nos trata a los demás como si fuéramos tontos. El hecho de que nos traten como a tontos no les hace más inteligentes.  Y no digo que no lo seamos,  tontos, que seguramente sí, pero esa actitud no se sostiene.
De Economía poco sé, sé menos que un dummy, pero sí que entiendo algo de subvenciones  y de terciarismo en general. Cuando ayer en el debate de investidura se habló de eliminar las subvenciones nominativas me alegré, aunque lo de "nominativas" ya me gustará ver en qué queda. Somos muchos los que estamos convencidos de que gran parte de la corrupción y de la mala administración tiene que ver con las subvenciones. El Boletín Oficial del Estado del sábado plasmaba precisamente ayer una subvención concedida por Trinidad Jiménez a Onuart, fundación presidida casualmente por Miguel Ángel Moratinos. 2,6 millones de euros para el mantenimiento de la Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de las Civilizaciones en la oficina de la ONU en Ginebra, conocida también como «la cúpula de Barceló» o «la Capilla Sixtina de la ONU» , que se cae. 20 millones de euros nos costó.
Este género de maniobras en el presupuesto del Estado a tres días del traspaso del poder no es ni en su volumen ni en el gesto una tontería, si se me permite agotar la palabra hasta ese límite. Especialmente con el déficit que tenemos. Pero ¡cuántas veces no se han blindado contratos laborales al cambio de una legislatura! Tantas, que si en el futuro siguen habiendo libros (no subvencionados), aunque sean electrónicos, aunque no sean para dummies, habrá que explicar en los de Historia lo de las subvenciones. De hecho sería imposible explicar la historia reciente sin las subvenciones y los premios clientelares.
Tal vez lo más opuesto a las subvenciones nominativas y a las subvenciones en general sea el incremento de las pensiones. Y es que quien más quien menos, no hace falta ser una lumbrera, cualquiera sabe que el dinero de las pensiones beneficia a todos ya que sanea un poquito las maltrechas economías de algunas familias que lo están pasando mal. Otra medida que me alegra es la de la restauración de un ministerio de Agricultura.  Seguramente España solo sirve para el Turismo y la Agricultura, y el Turismo está demasiado relacionado con el ladrillazo y la especulación más salvaje, así que es una muy buena noticia si todo va bien.

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