22.3.13

El caldo suave

"Un os de baleine gravé, une boîte de cigales momifiées, une amulette égyptienne, un masque Tatanua, un oursin fossilisé, une peinture de Joan Miró, une poupée maya, les pierres du lit d'une rivière, un tableau de Francis Picabia, un masque iroquois, une boîte de papillons… L'ensemble, composé en fonction d'un étrange caprice, d'un ordre paradoxal, qui tresse les souvenirs personnels et le respect qui est dû aux puissances occultes, aux lois du magnétisme, aux surprises du hasard. Le « mur » d'André Breton, comme un défi lancé au musée d'art moderne, comme le cœur, encore chaud, d’un réacteur à très haute énergie" ("Le Mur" : André Breton (1896 - 1966). Texte de Didier Ottinger) (*)
"El caldo suave... requiere su tiempo, un trozo de gallina, el pollo que nos sobró de los arroces, algo dulce... zanahorias, a veces calabaza... apio, me encanta sin que se note su sabor... algún diente de ajo machacado, un codillo fresco de cerdo si se tiene, jamás que enrancie, se aprovecha todo pero no es una olla de verdes mustios... luego, su limpieza, debe ser limpio, transparente, larga y lenta cocción pero no debe acabar con los aromas... un juego, nada más, vigilo justo, si estás todo el tiempo en la cocina al final no distingues los matices. Fui nada de caldos pero ahora los necesito, y a mi príncipe le han conquistado... Al final farigola" tomillo" si necesitas purificarte, pero es tan a gusto de cada paladar y estado de ánimo..." (Pilar Álvarez-Castellanos)

a trajimos al álbum alguna vez algún retazo que le quitamos a Pilar Álvarez-Castellanos de su muro y que serían muy del gusto de dos de mis escritores preferidos del Nuevo Mundo, Jorge Amado y José Lezama. Pilar las más de las veces scrabbleliza el teclado y deja palabras que me cuesta reconocer unos instantes. El otro día me llamó "Martas", por ejemplo, pero el texto sobre su punto del caldo lo escribiría con menos precipitación, aunque sin parsimonia ni mucho menos afectación. Ahí queda como muestra de lo que dan de sí en el mejor de los casos los rincones de Facebook.
Ayer, mientras escuchaba esos programas radiofónicos que no me interesan, para relajarme, oí una escritora que acababa de presentar un libro en Siruela. Un día por cierto vi al conde de Siruela, su fundador, en la Rambla de Cataluña. No sé si saben que es Jacobo Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, esto es uno de los hijos de la actual duquesa de Alba. Se metió en el hotel Murmuri, cuyo rótulo recuerda el enunciado de la declinación de la palabra ratón en latín (Mus -muris) más que la palabra "murmullo" en catalán. Ya la editorial me trae esa retahíla de nociones de sofisticación rebuscada como para que la autora del libro presentado se pusiera a defender las virtudes de su novela negra, escrita a cuatro manos con otra escritora alemana. Por si tenían alguna duda se trata de un thriller filológico. Sí, "filológico", no "psicológico". Estos digamos experimentos no me atraen tanto como aquel un tanto mefistofélico de los "cadáveres exquisitos" o cadavres exquis surrealistas, que Lorca y Neruda llamaron "poemas al alimón".
Si algo bueno tiene lo de escribir es que no se molesta a casi nadie, es una labor solitaria y de escaso gasto. No me tienta trasladar el caso a la música, donde los solistas pueden disfrutar al tocar con otros instrumentistas o al hacer un coro o un cuarteto o ni que sea una rondalla de cuerdas. Los músicos, a excepción de los compositores, suelen interpretar, no crear (sobre todo si no entramos en otros inventos, que también los hay). Diría que lo de escribir a cuatro manos entraría en la esfera de los happenings, los flashmobs y -como diría Rose Velz-  de las chocolatadas. Así que aparte de los cadáveres exquisitos y mi coleccionismo de frases que cojo al vuelo en la calle, las citas y algunas frases de Pilar, este blog es personal y particular, como en un principio lo fueron todos. Luego han habido no ya blogs institucionales sino incluso de pago, esto es a sueldo.
Pero mi tema de hoy no es el de las sinergías, sino que va por donde iba el caldo de Pilar, que por cierto no he catado. Apunta que no lo vigila porque al "final no distingues matices" y muchas más cuestiones que son -si quieren- una buena lección de como estar en este mundo. La forma de estar en la cocina es digna de notar, porque allí se aprovecha todo el tiempo pero sin apurarse y se hacen incluso varias cosas a la vez, aunque sea vigilar el fuego y fregar los cazos o cambiarle el agua al canario. Yo alguna vez he hecho de pinche de gente que sabe cocinar y he actuado con la mayor invisibilidad e intangibilidad posible, simplemente obedeciendo lo que se me indicaba. Obedecer, cuando se tiene quien sabe dar bien las órdenes, no es mala cosa y permite dejar la voluntad a un nivel de latencia que tiene su gusto. "Dios, qué buen vasallo, si hubiera buen señor".
Intuyo que Pilar se mueve en la cocina con escasa artillería de aparatos y andróminas y que usa lo que tiene a mano, cuestión que también es para mí uno de los grandes atractivos de la cocina (para la que estoy más que negada). Me gusta el quehacer de aprovechar lo que se tiene y saber darle un buen fin a las cosas. La idea de que en una cocina entre una checklist o una ficha con una receta me desagrada por eso, porque la comida se hace con comida, básicamente.
Guardo en mi casa una gran variedad de tuercas, diferentes tipos de papel, pedacitos de telas, muestras de cuero, lápices sinfín, arandelas, al objeto de tenerlos ahí para algún día darles uso. A veces me hago una carpeta y tengo el cartón de la base, el papel para forrarla, pero no encuentro las vetas que quisiera ponerle para liarla. Entonces guardo el material y espero que aparezcan las vetas. Así hago con todo, aunque hay materiales e ideas que tengo guardadas desde ya hace tanto tiempo que no veo el día que podré usarlas.
Hace tiempo también disfrutaba mucho con la opción contraria, la de encontrar lo que no sabía que existiera. Iba al Servicio Estación, en la calle Aragón cerca del Paseo de Gracia, y algunas veces encontraba algo que se correspondía de alguna manera con lo que ya había necesitado o imaginado. No quieran saber qué alegría. Y pienso que con esto de los tornillos y los cartones pasa como con los amigos o los amores, que a veces hay que dejarlos estar y otras se encuentran.


"Le Mur" (André Breton). Una versión muy ampliada e interactiva aquí.

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(*) “Un hueso de ballena grabado, una caja de cigalas momificadas, un amuleto egipcio, una máscara Tatanua, un erizo de mar fosilizado, una pintura de Joan Miró, una muñeca maya, los cantos rodados de un río, un cuadro de Francis Picabia, una máscara iroquesa, una caja de mariposas… El conjunto, compuesto en función de un extraño capricho, de un orden paradójico, que entrelaza los recuerdos personales y el respeto debido a las potencias ocultas, a las leyes del magnetismo, a las sorpresas del azar. El “muro” de André Breton, como un desafío lanzado al museo de arte moderno, como el corazón, aún caliente de un reactor de muy alta energía”.