29.1.18

Nivel de vidas

e he ofrecido para las prácticas de unos estudiantes de Acupuntura en la clínica de la doctora Ping Li. El viernes pasado, mientras aguardaba que me hicieran pasar a la clase, estuve hojeando el Hola y me encontré con uno de aquellos reportajes que se hacen dentro de la casa de alguna celebridad. Se trataba de Aerin Lauder, la nieta de la creadora de la firma cosmética Estée Lauder. En un bocadillo leí, en las palabras de Aerin Lauder: "Es una casa muy moderna y diáfana. Siempre me ha encantado esa sensibilidad simple y moderna de la montaña". La frase me resultó chocante, aunque está una tan acostumbrada a la prosopopeya ("Espanya ens roba") porque además de la personificación de un elemento tan inerte como una montaña —por mucha vida que tenga— se añadía la perplejidad de que no acabo de entender que una montaña sea simple y moderna. Supongo que se refiere a lo zen de la naturaleza, otra cosa no se me ocurre. Y no olvidemos que el alto nivel de vida de Aerin Lauder es el que le permite contar con una sensibilidad bastante diferente de la que yo pueda tener. Ni mejor ni peor. Fisgo, aunque no por curiosidad, en su cuenta de Instagram y hay muchas fotos de decoración y lo que se conoce como "estilo de vida": mesas puestas, decoración, alguna fotografía de ella misma pero no autorretratos sino imágenes con quien bien podría ser su hija. En Instagram abundan mucho los selfies, tanto que a mí no me parece normal, pero ese es otro tema.
Leo el libro de Retratos de Truman Capote y el primero es sobre Marlon Brando, con el entorno del rodaje de la película Sayonara  (Joshua Logan, 1957). El relato de Truman Capote es conciso, divertido y nos reproduce una situación que fácilmente recreamos en la imaginación, de unas expectativas casi totalmente dislocadas. Nada de lo que parece que estaba previsto llega a buen término y el resultado final de un presupuesto descomunal es algo que no tiene mucho que ver con las pretensiones iniciales, entre las que entraban por ejemplo mostrar las primeras imágenes cinematográficas del teatro clásico japonés. Los interlocutores japoneses, es fácil figurarse la firmeza y la cortesía con las que opusieron resistencia a lo que para ellos sería como una injerencia, no facilitaron las cosas. Marlon Brando acabó bastante decepcionado e incluso por puro hartazgo sobreactuó, que es una suerte de trasposición de la vergüenza torera. El papel de japonesa protagonista se lo habían ofrecido a Audrey Hepburn, que rehusó, y finalmente fue para "la señorita Taka, una tontuela sin pretensiones, razonablemente atractiva, virgen de experiencia cinematográfica, que dejó un empleo administrativo  en una agencia de viajes de Los Ángeles para entrar en lo que ella llamaba «esa fantasía de Cenicienta»". Todo resulta por el estilo, es decir lejos de las expectativas iniciales
Las expectativas incluso se puede decir que son lo que arruinan nuestros anhelos, además de no permitirnos disfrutar de lo que existe y someter a nuestros compañeros de "viaje" a una presión tan innecesaria como inútil. En este sentido discurría gran parte de la entrevista que le hicieron el otro día a Lucrecia Martel (Zama, 2017) en El Periódico, cuyo titular ya es toda una declaración de principios: "Los héroes me parecen lo peor de lo peor". Una parte de la entrevista viene que ni pintada para lo que venía yo intentando mostrar en el párrafo anterior:
"¿Qué es la espera? Como digo, las ansias por la llegada que algo que creemos merecer. En otras palabras, encarna una idea que uno tiene de sí mismo y, por tanto, es una trampa. Si fuésemos más flexibles respecto a quiénes somos, no seríamos tan proclives al fracaso. El fracaso ocurre cuando tenemos una idea muy concreta de lo que somos y lo que queremos. La identidad genera rigidez, y lo que es rígido tarde o temprano se rompe. Nuestra cultura se ha empeñado en la rigidez."
Es muy interesante por lo menos para mí la anécdota que cuenta Truman Capote sobre el encuentro de Brando con un monje tibetano. Al parecer en la primera conferencia de prensa que el actor dio al llegar al Japón dijo estar muy contento de poder estar allí para poder "investigar la influencia el budismo en el pensamiento japonés, en tanto que factor cultural determinante". Cuando más adelante cuando estaban trabajando en un templo un monje le pidió una fotografía autografiada, Brando se sintió profundamente decepcionado (¿Para qué puede querer un monje mi firma?¿Y mi foto?)

Cartel de Sayonara (Joshua Logan, 1957)

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